CLINICA DE PAREJAS Y FAMILIAS. Liliana Lamovsky


DISPOSITIVO PSICOANALITICO EN CLINICA DE PAREJAS Y FAMILIAS.

Según nos enseña Lacán, en el inicio, la pulsión se gesta en la demanda del Otro y el sujeto se constituye alienándose en el campo del Otro, soporte, además, de un reconocimiento imprescindible.

Pero no son Otros anónimos, son Otros con nombre y apellido, incluso pueden pertenecer a varias generaciones anteriores. En efecto, la red significante que nos habita es transmitida por los Otros parentales que nos tocaron en suerte.

Definimos la familia como el lugar donde un sujeto se ubica en relación a una trama de deseos de Otros que no son anónimos, y fundamentalmente donde el goce incestuoso está interdicto. En el seno de la familia se transmiten una serie de rasgos, de identificaciones y una serie de condiciones de goce que determinan en el futuro la elección de objeto amoroso.

Vínculo, lazo, relación, conjunto, organización, grupo, colectivo son algunas de las denominaciones con las que se nombra en nuestra cultura, la relación del sujeto con el otro.

Al mencionarlas no estamos hablando de una relación dual narcisista sino de aquella que siempre incluye la terceridad de la castración y la falta.

Pensamos el campo de lo vincular como un “entre”, entre dos, entre nos, que tiene cualidades agregadas respecto de los sujetos que lo componen porque en la relación del sujeto con el otro hay un plus, un suplemento que remite a un espacio de combinatoria que será original en cada lazo. Trama que alude a la complejidad producida por el “entre nos” y a la eficacia sobre los sujetos involucrados bajo su órbita en lo real, lo simbólico y lo imaginario.

Este conjunto en donde se juega el lazo del sujeto con el otro real sostiene cierta combinatoria deseante y los engarces fantasmáticos que adjudican posiciones para cada integrante del mismo. Espacio donde se anudan y desanudan el amor, el deseo y el goce de cada uno y un vacío, presencia irrepresentada que separa y une, es la intersección hombre-mujer.

No tenemos con que vincularnos, lo hacemos desde la falta que intentamos velar y develar para amar, desear y gozar dentro del orden fálico.

Más allá de nuestras investiduras fálicas encontramos esa nada que produce lazo. De forma tal que el “entre nos” es una estructura paradójica sustentada en la noción de un vacío con carácter instituyente.

La relación de pareja nace enajenada de aquello que la funda, el enamoramiento es eficaz en velar que “no hay relación sexual”, pacto de desmentida indispensable para que la construcción sea posible.

Los lazos estables colaboran en velar la castración y en sostener el imaginario de suturar la falta estructural. En el mejor de los casos, ayudan a soportar que no hay relación sexual “entre nos”.

En los lazos familiares y de pareja es donde se despliega cotidianamente, de modo privilegiado, la manera en que cada sujeto se sitúa en relación a la castración.

Al mismo tiempo, en el encuadre familiar surgen los funcionamientos más regresivos del sujeto.

Estas tramas vinculares gozan de una gran estabilidad siempre al borde de la inestabilidad. Sólo si se conmueve el engarce fantasmático surgirá la demanda de entrevista conjunta.

El espacio ofrecido por el analista para la consulta vincular posibilita un resquebrajamiento en la interdiscursividad del conjunto, de los sintagmas compartidos y consensuados hasta ese momento, para dar lugar a una verdad que permanecía oculta.

PRODUCCIONES DEL CONJUNTO:

La trama simbólico-imaginaria que determina las relaciones en cada familia produce creencias, mitos familiares, ideales y emblemas identificatorios, la elección de nombres propios, el despliegue del espacio y tiempo compartidos, la circulación del dinero, etcétera.

En su constitución se articulan códigos que provienen del contexto cultural, de la cadena generacional, así como de la estructura subjetiva de cada uno.

COALESCENCIA FANTASMATICA:

Si el deseo remite como causa a una falta, la de la carencia traumática constituyente, esa carencia es velada por el fantasma que evita así la angustia inherente al surgimiento del deseo.

El fantasma da consistencia, da vestiduras a esa falta, elevando a un objeto a la categoría de causa de deseo.

Como coalescencia fantasmática designamos un particular anudamiento fantasmático entre los integrantes de una pareja al servicio del resguardo narcisista, a partir del cual ambos suponen y sostienen, imaginariamente, que la relación sexual es posible porque uno y otro han alcanzado en o con su partenaire, aquel objeto que el deseo anhela. Esta ilusión permite asegurar que la relación es posible, sosteniendo la fijeza de un objeto como representante exclusivo de ser causa del deseo.

Esta coalescencia fantasmática se apoya en un acuerdo inconsciente producido por el engarce en un elemento fantasmático común de la pareja. Este anclaje significante produce esa coalescencia y da lugar a que la pareja se sostenga como soporte sintomático mutuo. Perpetuando en esa transacción sintomática, un modo de goce que singulariza esa particular relación. Los pactos inconcientes determinan un tipo de encuadre de pareja, dependiente de la complementariedad fantasmática que los une.

El fracaso de la coalescencia, cuando conlleva una afrenta narcisística, precipita una crisis en la relación dando lugar a una posible consulta.

Es en la puesta en escena transferencial donde un analista espera que se reproduzca tanto la coalescencia como su fracaso y así dar respuesta al cómo y al para qué están juntos y poder operar allí. Desrealizar esa coalescencia en la que los fantasmas se corresponden, es armar el campo de la “no relación sexual”.

DISPOSITIVO PSICOANALITICO

Lo familiar es un ámbito legítimo para el análisis en tanto pueda dar cuenta de sus fundamentos.

DISCURSO FAMILIAR: Es un recorte de tramas significantes que se organiza entre los sujetos, a partir de la escucha del analista. Encadenamientos que arman un argumento compartido, un guión simbólico- imaginario.

La materia prima sobre la que trabajamos es la organización del discurso, producto del entrecruzamiento de losdiscursos individuales y el montaje de la escena que en sus distintas versiones caerá en invariantes y recurrencias significantes que insisten desde lo inconciente y que se despliega a partir del dispositivo analítico y la instalación de la transferencia.

En relación con la participación de los sujetos en la misma trama discursiva familiar, Lacán dice en el Seminario 2: “Por ser agentes integrados, eslabones, soportes, anillos de un mismo círculo de discurso, es que los sujetos ven surgir al mismo tiempo tal acto sintomático, o revelarse tal recuerdo. Efectivamente, entre los miembros de una familia, por tratarse de un circuito estable de discurso, encontramos no sólo significantes sino también significados congelados compartidos.

Además del relato verbal del conjunto, la dramática del cara a cara incluye gestos, ademanes, posiciones corporales, distribución espacial, desplazamientos, entrecruzamientos de miradas. También el volumen y entonación de las voces, las expresiones de los rostros, la proximidad o alejamiento de los cuerpos, todo esto va conformando, el clima afectivo de la sesión.

Podemos pensar el montaje escénico como una ampliación de la base enunciativa de la palabra donde lo dicho se anuda a lo actuado en una simultaneidad entre lo escópico y lo auditivo.

La mirada se hace presente en sus dos vertientes: una en la que es sede preferencial del soporte especular y la otra en su dimensión pulsional, como objeto escópico.

La pregnancia de la escena otorga una especificidad al encuadre familiar. Lacán plantea en "Hamlet, un caso clínico": “sin duda el valor de la escena es develador, no es solamente una estratagema eficaz, presentifica la estructura de ficción de la verdad." La escena aporta al analista un golpe anticipado de las posiciones subjetivas y de lo real de su goce, en los protagonistas.

Dos registros, entonces, el de la escucha y el que comporta la dimensión escópica, dan ciertos caracteres diferenciales a la dirección de la cura.

La presencia efectiva del otro real en la sesión define otra especificidad del dispositivo. Esta presencia familiar genera producciones diferenciadas respecto del contexto individual. La incidencia del conjunto condiciona lo emergente. Debemos recordar que nos encontramos con un conjunto de sujetos que tienen entre si un reconocimiento íntimo y de intercambio afectivo, deseante y gozoso permanente.

El dispositivo permite operar en los nudos en que cada sujeto se articula al conjunto. Percibirse condicionado por el grupo y al mismo tiempo condicionándolo, constituye una vivencia que forma parte específicamente de la situación clínica familiar, además de confrontar al sujeto con dimensiones desconocidas del otro real.

Las representaciones imaginarias que el sujeto posee del otro real tienen un tope en la presencia de este otro en el espacio psicoanalítico. Obliga, muchas veces, a revisar el atributo asignado imaginariamente. También, el analista está involucrado como testigo de esta diferencia.

En este punto, hay que mencionar que la familia llega a la consulta con un argumento que suele señalar a uno de sus miembros como enfermo, queda a cargo del analista descentrar del mismo y ubicar el conflicto familiar que coexiste.

Como mencionamos antes, en la clínica familiar, la asociación libre que se presenta bajo la forma deentramados significantes, orienta la escucha hacia la complejidad producida por la trama discursiva.La escucha y la interpretación tienden al develamiento de determinaciones inconscientes compartidas en la familia.

En un principio, es necesario conformar un marco de alojamiento y confiabilidad, encuadrado en el dispositivo que favorezca los intercambios verbales, tendiente a reemplazar la actuación y contener la transferencia en el campo de la palabra. Como veremos más adelante, no siempre es posible.

El analista tiene que ser un fingidor. Se trata de fingir la comunicación entre todos hasta que lo real despunte y se puedan establecer articulaciones pertinentes a la lógica del inconsciente y la dinámica del significante. Dicho de otra forma, hasta que aquello que en el relato aparece como error, se convierta en equívoco.

REPETICION Y TRAMA TRANSFERENCIAL

La clínica familiar también es una clínica bajo transferencia, lugar de reedición de los intercambios constitutivos del grupo familiar. De modo que el eje transferencia-repetición es uno de los pivotes de nuestra operatoria.

Es preciso observar que cada dispositivo tiene sus especificidades también en lo que hace a la transferencia. Esta conforma una compleja trama, dado que los participantes repiten, recuerdan y también generan producciones novedosas en sesión con el analista y entre sí.

Se constituye una red inclusiva de transferencias de cada sujeto con el analista que llamaremos transferencia específica y de los integrantes de la familia entre sí que denominamos transferencia en un sentido amplio.

La presencia del otro real, ligado por lazos de parentesco propicia una inter-discursividad que la escucha analítica privilegia, abriéndose al reconocimiento de la dimensión inconsciente. Se trata de una trama de transferencias emergentes en el seno de un encuadre multipersonal que dará la posibilidad de reedición de lazos primarios, constitutivos y en el encuentro con el analista, abrirá cauce a posibles re significaciones y transformaciones en transferencia.

La implicación del analista en el seno de la situación clínica, surge del concepto de transferencia. La inclusión en el circuito transferencial promueve en el analista ocurrencias e intervenciones conectadas con su particular posicionamiento en los encadenamientos entre los miembros del conjunto desplegados en la sesión. Al mismo tiempo, el analista mantiene lazos diferenciados y simultáneos, a la vez que sustenta una relación con la familia como tal.

Las tres dimensiones de la transferencia, también se ponen en juego en esta clínica: la dimensiónsimbólica dada por la trama significante, la vertiente imaginaria correspondiente al entramado amor-odio, ficción que se instala por el sólo hecho de hablar. Y la transferencia real donde se pone en juego lo real del goce.

Respecto de la repetición, es un concepto que incluye paradójicamente tanto la tendencia a lo ya dado, la mismidad, lo idéntico, como la tendencia a lo nuevo que implica transformación y diferencia.

El campo de la repetición no sólo incluye los íntimos mecanismos del sujeto sino también, la trama relacional.El mecanismo de repetición tiende a regir la lógica de la relación del sujeto con el otro. De forma tal que la consulta permite acceder no sólo a ese funcionamiento de automatismo de repetición sino también de asistir al modo de producción del mismo. Asistir en dos sentidos, presenciar y formar parte, vía despliegue transferencial y poder operar en consecuencia.

En las tramas vinculares se pone de manifiesto la repetición como destino mortífero pero también lo nuevo y creativo en la propia repetición.

Un encuentro amoroso condiciona la actualización de lo preexistente pero la producción de la relación, de facetas inéditas, es apta para generar transformaciones y diferencias. Esta posibilidad de cambio tiende a hacerse predominante bajo transferencia como efecto del dispositivo y de la función del analista, cuando éste abre su escucha y desde el seno mismo de la repetición, destaca las diferencias.

La clínica psicoanalítica plantea al analista el desafío de un “saber hacer ahí”, donde se juega la repetición en transferencia, como punto de bifurcación hacia lo regresivo y/o hacia lo progresivo del sujeto causado por el significante y el objeto, entre el deseo y el goce.

En el transcurso de la cura, el analizante tiene que recorrer su laberinto tantas veces como sea necesario porque de esa manera en cada repetición puede ganar otra versión.

También en la consulta familiar, la repetición en transferencia presenta una oportunidad rectificadora insustituible o por lo menos la posibilidad de que los sujetos puedan leer lo que ocurre en el lazo con el otro y no sólo sufrirlo.

La acción tomará uno de sus destinos: acto, acting o pasaje al acto según el anudamiento de los tres registros Real, Simbólico, Imaginario. El buen ajuste Simbólico-Real lleva al acto creativo, en cambio, los enredos a predominio Imaginario-Real generan actuaciones como efecto de los puntos de fijación de goce que atraen hacia la regresión.

La situación clínica familiar sitúa de modo específico la acción, al incluir miradas, gestos, desplazamientos espaciales, etc. Aunque la regla es usar la palabra lo más posible y el hacer lo menos posible, los alcances y límites del hacer y del decir dependerán de la conformación de cada conjunto familiar y la edad de sus integrantes.

Ciertas formas del afecto como la pasión o la agresividad especular, aún acotadas como efecto del dispositivo, suelen verse facilitadas a partir de la presencia de los otros reales. En relación con esto, la escenificación de los conflictos de la vida cotidiana se constituye en viva recreación del conflicto del conjunto y da crudeza e intensidad al tono emocional de la sesión.

La escena transferencial jugada entre los miembros de la familia, permite en ocasiones dicha exhibición del clima familiar, al carecer esta dimensión de la transferencia de ese “como si” que funciona en el dispositivo analizante- analista.

Pueden surgir, entonces, escenificados, los excesos de goce o de crueldad superyoica que producen repetición por la vía tanática y en la clínica surgen como fuerza de la resistencia. Ahí es donde se puede volver a fijar el goce, una vez más o por el contrario, ser acotado, de acuerdo a la maniobra en transferencia del analista.

Las parejas y familias tienden a transferir el encuadre familiar en la sesión e incluyen al analista en su modalidad habitual de funcionamiento, intentando el borramiento del lugar del analista que tantas veces tiene que reinstalarse. Es decir, reinstalar la escena analítica.

La situación clínica familiar, también da lugar al trabajo analítico sobre significados congelados compartidos por el conjunto que resisten e insisten desde la clausura narcisistica.

Hay distintos modos de insistencia, una como retorno de lo reprimido por la vía simbólica, otra comoretorno de lo real, insistencia de lo no ligado, magma indiferenciado que no produjo marca alguna. En los momentos en que vacila la trama simbólico-imaginaria, emerge lo pulsional en su carácter de no ligado.

Los deseos parentales, transmisores a la vez del mandato transgeneracional, determinan una suerte de destino que en algunas familias con tendencias endogámicas marcadas, manifiesta un discurso de certezas, irreductible, de significados congelados que también cristalizan las identificaciones.

El dispositivo psicoanalítico con familias cuenta con un instrumento eficaz para el abordaje de lo no sabido: la construcción de lo histórico faltante, engarzada en la reconstrucción de la historia familiar, además del aporte de re significaciones de la misma y la revisión de la transmisión generacional condicionante. La puesta en palabras de lo que nunca se dijera, habilita nuevos anudamientos simbólicos.

Si bien el dispositivo de entrevistas familiares puede favorecer los funcionamientos indiscriminados, la operatoria del analista promueve la diferenciación entre los sujetos, a partir de la operación sobre lo imaginario en los lazos familiares donde pueden encontrarse entrampados. Las intervenciones en familias tienden a la discriminación de los lugares en la estructura de parentesco y la tercerización de las relaciones narcisistas y endogámicas en juego.

La vertiente narcisista del lazo familiar se analiza tanto en su exceso: aspectos fusionales e indiscriminados que diluyen al sujeto, como en su déficit: familias en las cuales el sostén narcisista es precario.

Secretos, desmentidas, ausencia de letra por déficit en la simbolización son mecanismos que denuncian fallas en el sostén simbólico parental que pueden desencadenar síntomas de variada gravedad en los hijos.

Las vías de develamiento de la estructura familiar son la organización del discurso, el montaje de la escena y la transferencia.

Espero haber podido cumplir con mi expectativa de fundamentar como psicoanalítica, mi práctica clínica con parejas y familias.

Liliana Lamovsky. JORNADAS DE CARTELES de la EFBA. Julio 2005.