EL ANALISTA MAESTRO. Mónica Morales

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EL ANALISTA MAESTRO. Mónica Morales

Reescritura del trabajo Los estragos del maestro de Monica Morales. Presentado en la Reunión Lacánoamericana de psicoanálisis. Florianópolis, 2005.

Colegio de Psicólogos de Quilmes, Buenos Aires, 10 de agosto de 2007.

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Los analistas insistimos en reunimos ya sea en escuelas, instituciones… colegios. ¿Por qué nos reunimos?

Seguramente, muchos de los que acá estamos, pensamos que las instituciones, las escuelas no son contingentes para la vigencia del psicoanálisis. Nos queda la deuda con nuestros maestros Freud y Lacán de mantener abierta la causa del psicoanálisis tanto en la singularidad de cada análisis como en las instituciones psicoanalíticas ideadas para su vigencia.

Voy a referirme a ellas como “Reunión de analistas”, tomando el término que utiliza Norberto Ferreyra en un trabajo.

La reunión de analistas es el lugar donde intentamos transmitir, enseñar--no siempre habrá efecto de transmisión. Es el lugar donde confrontamos, intercambiamos con pares y maestros. Lo real de nuestra praxis, real que padecemos nos convoca a reunirnos y hablar de nuestra clínica. Por otro lado, la soledad nos resguarda del encuentro con la castración, inevitable en la confrontación.

Esta época que nos toca vivir se caracteriza por el proceso de globalización, capitalista, que propone un pensamiento único, regido por la convicción de que todo es posible, mostrable y obtenible, propiciando el consumo de ofertas terapéuticas, de las más diversas y breves que ofrecen la ilusión de completud, renegando de la falta que nos constituye como seres hablantes. Se produce de esa manera la forclusión del sujeto del inconsciente, sujeto de la falta en ser en su relación al deseo, al amor y al goce. Es este sujeto, efecto de discurso, a quien el hacer psicoanalítico implica profundamente y pone en acto.

De todos modos, en estos tiempos en que el mundo globalizado amenaza con aplastar el discurso analítico bajo las leyes del mercado, debemos estar atentos a la incidencia del “discurso del mercado” en los eventos donde nosotros mismos podríamos caer en la tentación de vender “Psicoanálisis” como un producto de consumo más.

El psicoanálisis seguirá vigente si el grito del síntoma es leído y no acallado, tanto en cada sujeto como en cada institución psicoanalítica, evitando que el discurso analítico se acomode a las leyes del stablishment de las instituciones.

Por eso, la política del psicoanálisis es la política del síntoma. Pensando el síntoma como “eso que no anda”. El palo en la rueda del amo. Al amo le interesa que “la cosa marche”. Por eso, el síntoma, molesta al amo.

Las instituciones psicoanalíticas de alguna manera son, el legado de Freud. ¿Qué decir de las instituciones psicoanalíticas que Freud nos legara? Dice Lacán en la Proposición: "Ella debe ser estudiada en función de lo que es la Iglesia y el Ejército”

Lacán lee el aburrimiento, el achatamiento de la IPA de aquellos tiempos. Su lectura se cristaliza en el escrito La proposición del 9 de octubre.

Más adelante fundará la Escuela. Escuela implica otros dispositivos: nominaciones de AME, pase. No me voy a detener en hacer distinción entre escuela e institución.

Voy a intentar recortar algún síntoma de aquellos que podemos leer en nuestras instituciones.

Por lo pronto, no siempre hay reunión de analistas. A veces se arman otras cosas.

A veces hay grupos en las instituciones, efectos de grupo, en contraposición a los efectos de discurso. La conformación de grupo hace a la estructura del sujeto humano porque se arma debido al padecimiento causado por la falta en el ser que nos constituye. Esa falta en el ser nos lleva a alienarnos a una imagen, y también a un rasgo. Nos reconocemos en la imagen de ese otro, semejante, si ese otro porta un rasgo que nos es común. Trazo de identificación que permite reconocer a un hermano y asegurar así la propia existencia. El trazo permite el acceso al dominio anticipado de la imagen, y a la vez aquél que otorga el trazo colectivo, ocupa una posición de ideal, de dominio. Podemos decir que el grupo experimenta el jubiloso ajetreo del niño frente al espejo.

Estoy hablando de la estructura elemental de la masa que se constituye en relación al Ideal del yo. La masa y el líder. Es decir, el grupo como una masa.

La necesitad de grupo hace a la indefensión del sujeto humano, por eso parece ser inevitable. Pero va en contra del trabajo de escuela cuando responde a la estructura de masa. La formación de grupos no sólo se debe a la indefensión, también a la avidez de poder, de la mano de lo incoercible de la pulsión.

De la mano del grupo, la masa, entonces, decía, está el líder. Hay una manera particular de encarnar la figura del líder… nefasta manera… cuando ese lugar lo toma el maestro, peor aún, el maestro que es también el analista.

El maestro y sus efectos.

Lacán habló del maestro. Pero habló de Maestro Zen.

El maestro interrumpe el silencio con cualquier cosa, un sarcasmo, una patada, da la respuesta cuando los alumnos están a punto de encontrarla.

Hay maestros y maestros… Foucault considera a la enseñanza como un ejercicio de uso del poder. Dice: “El maestro tiene poder, puede premiar, castigar, excluir...”

Hay discípulos que no han sobrevivido a sus maestros. De la Historia del Psicoanálisis sabemos de la relación entre Freud, Lou Andreas Salomé y Víctor Tausk. Relación que tuvo como desenlace el suicidio de Tausk, quien fuera uno de los discípulos dilectos de Freud.

Cuando la muerte interroga, puede hacer transmisión.

Tomo a este personaje de la Historia del Psicoanálisis para pensar síntomas de las instituciones de psicoanálisis que no han perdido vigencia. Porque la muerte de Tausk deja caer el velo del problema de la relación maestro-discípulo. La relación de alienación entre la sumisión y el amor al maestro, o la propia creación y entonces, la rivalidad con él. Rivalidad que Tausk resigna, así como también resigna su creación en pos del amor y el temor al maestro. Tanta resignación del deseo, se paga con la vida.

La muerte de Tausk entreabre también otra dimensión actual: la institución psicoanalítica, que aparece como subversiva en relación a la sociedad. Pero es a la vez intolerante frente a la subversión y la creación dentro de ella.

Una breve cita de Lacán: “La función de la identificación en la teoría, así como la aberración de reducir a ella la terminación del análisis, está enlazada a la construcción que dio Freud a las sociedades...”

La identificación al analista ¿acaso se trata del deseo no analizado de Freud?

La identificación al analista -habrán oído de esta salida del análisis que se teorizaba en la IPA. Algunas veces, no sólo en la IPA, el análisis transita de la mano de la identificación al analista. Para que esto suceda, el analista debe advenir al lugar del Ideal del yo del analizante.

Esto se ve en lo pintoresco de la escena institucional al advertir el gran parecido que los analizados de un analista tienen entre sí, y con su propio analista, aún a veces en lo que hace a la imagen física. Todos salidos de la misma matriz. Todos a imagen y semejanza del analistamaestro.

A menudo los analizantes suelen-solemos trabajar los textos, hacer análisis de control con nuestro propio analista. Esto es en general, propiciatorio, porque hace a la transferencia. El término analistamaestro, preemítanme el neologismo, se refiere a una manera particular de situarse el analista, el maestro. Hablo del abuso del poder que otorga la transferencia, (recordemos a Lacán en La dirección de la cura y los principios de su poder). El analistamaestro ocupa el lugar del Ideal del yo: se vuelve líder de la masa.

Hay analizantes que portan ese rasgo en común, en común con su analista maestro. Rasgos de esos que el sujeto el sujeto porta a sus espaldas, sin saber de ello, rasgos sin lectura.

Mortífero efecto el de la famosa “identificación al analista”. Al analista-maestro en especial. Es la Tentación de Dios. Como dice en el Génesis: "A su imagen y semejanza los hizo”.

Ahí donde se apuesta al deseo del analista, adviene en su lugar, el narcisismo del analistamaestro. Claro que también, los pequeños narcisismos de los analizantes, que están presurosos por brillar de la misma manera. Junto a un brilloso, uno parece brillar más. Los trucos de lo imaginario pueden fabricar un yo tan engrandecido como efímero.

Hablo de maestros que frente a la inhibición ofrecen elogios, protección, lugares donde poner la palabra. A veces anticipatoriamente para los tiempos del analizante-discípulo.

Se arma una masa, de a dos en este caso, (Recuerden el texto de Freud Psicología de las masas). La masa conoce esporádicamente el alborozo, el resto del tiempo reina el fracaso y el malestar. Esta “generosidad” del analistamaestro termina por producir efectos de “aplastamiento”. El discípulo toma la palabra pero es hablado por otro. En esa alienación a los significantes del analistamaestro, no hay letra del sujeto que pueda emerger.

Pero no se trata tan sólo de las trampas del narcisismo. El narcisismo se dirime simplemente en los duelos de vida o muerte de la tensión especular.

Freud supo resistirse a Anna O, a su generosidad histérica. No así, Breuer. A esto le debemos haber entrado por medio del fantasma en el mecanismo del análisis y en el empleo racional de la transferencia.

No se trata sólo de narcisismos, estoy hablando del fantasma. Del fantasma del analista.

¿Qué decir cuando el fantasma del analista se presentifica en la escena del análisis? Hay casos en que el analista inadvertidamente toma el lugar de sujeto, y al analizante no le queda otra que advenir al lugar del objeto. En la regla de abstinencia se trata de la privación del goce. De ambos analista y analizante.

Esperamos que un analista ocupe semblantes, los semblantes que el discurso propone. Y no que un analista tome funciones. Los semblantes caducan, las funciones son perennes. Cuando el analista toma funciones, me refiero a función de padre, de madre... o alguna otra, la transferencia termina siendo una reedición corregida y mejorada de nuestro mito individual. Se trata en estos casos, de curarse en transferencia recreando un vínculo diferente del de nuestra historia. Un vínculo reparador.

El analista, de este modo, se convierte en actor y director de una escena de repetición y rectificación de la novela familiar en transferencia, encarnando de manera rectificadora a ese gran Otro primordial fallado que alguna vez hubo.

Nos encontramos entonces con el análisis degradado a la condición de reparación. Paradójicamente, esta particular manera de dirigir la cura, da al analista, al maestro protector, un lugar de gran poder. Es la protección del amo.

El analista debe tener presente que a medida que se haya avanzado hacia al final de la partida, estará en posición de resto. El destino del Sujeto Supuesto al Saber es la destitución subjetiva, el eclipse del saber. Corresponde perder allí al analista, el agalma.

¿Cómo destituir a un analistamaestro, que además evita su caída?

Recorto este síntoma porque insiste en las instituciones de analistas. ¿Será que albergamos la herencia no tramitada de nuestros Maestros? Su imposibilidad de dejarse destituir? ¿O acaso es que no podemos ser huérfanos?

Quizás se trate de cobijarnos en la orfandad de la invención... que cada uno pueda reinventar día a día el Psicoanálisis, así dice Lacán en sus últimos seminarios.

Pero para eso, tendremos los psicoanalistas que seguir analizándonos…

Aún así, apostamos a la reunión de analistas como una necesidad imperiosa ya que en nuestra práctica nos encontramos con un goce específico que no alcanza a ser tramitado con el trípode de nuestra formación (análisis, análisis de control, lectura de los textos). Ese goce no procesado reclama un trabajo particular para recuperar la subjetividad que nuestra práctica arrasa momentáneamente. Recuerden que Freud, luego de sus agotadoras jornadas de trabajo para reponerse, escribía, ahí, quizás tramitaba algo de esta desubjetivación propia de un analista. Procesaba ese resto de goce específico que no es el del zapatero, ni el del abogado, sino ese que se produce en nuestra praxis.

Podremos decir que hubo Reunión de analistas si algo de ese goce fue procesado del algún modo. Se dirá en el a posteriori, si advertimos que lo que nos convocó fue el inconsciente y no la algarabía del grupo, o la aprobación del maestro.

Entonces, seguir escuchando en cada análisis, en cada institución, una vez más, el grito del síntoma… Esa es una política posible.

Mónica Morales.

Reescritura del trabajo Los estragos del maestro de Mónica Morales. Presentado en la Reunión Lacánoamericana de psicoanálisis. Florianópolis, 2005.

Colegio de Psicólogos de Quilmes, Buenos Aires, 10 de agosto de 2007.