PSICOANALISIS Y RELIGION. Liliana Paula Cohen

Tiempo de Lectura: 15 min.

Liliana Paula Cohen. EFBA

Texto publicado en «El lugar del psicoanálisis en la cultura: Algunas convergencias», AAVV; Convergencia Movimiento Lacániano por el Psicoanálisis Freudiano (Letra Viva Editorial: Buenos Aires, 2000).

“Dios es propiamente el lugar donde si se me permite el juego, se produce el dios —el dior— el decir. Por poco, el decir se hace Dios. Y en tanto se diga algo, allí estará la hipótesis de Dios. El Otro, el Otro como lugar de la verdad, es el único lugar que podemos dar al término del ser divino, al término Dios.”

Seminario 20 “Encore”

JACQUES LACÁN.

La propuesta es desplegar algunas puntuaciones sobre el tema.

Intentaré cernir nexos de conjunción, disyunción, inclusión y exclusión entre los campos del Psicoanálisis y la Religión.

No se tratará de un trabajo de confrontación ideológica o valorativa, sino de poner a trabajar diferentes dimensiones de la problemática que nos ocupa en tanto concierne a cuestiones de estructura.

Para avanzar comenzaré por situar las fuentes etimológicas de la palabra religión.

A tal fin extraeré algunos recortes del libro de Jacques Derrida y Gianni Vattimo titulado “La religión”.

Dentro de la matriz latina el origen de religio fue tema de arduas polémicas.

Se encuentra entre dos lecturas, entre dos procedencias, esto es por una parte con el apoyo de textos de Cicerón, se puede situar relegere, que es una filiación semántica y formal comprobada, y que al parecer significa: recoger para volver y volver a empezar, de ahí religio, la atención escrupulosa, el respeto, la paciencia, incluso el pudor o la piedad.

Y por otra parte, desde Lactancio y Tertuliano concierne a religare que une la religión con el vínculo, con la obligación, el ligamiento y, por consiguiente, con el deber y con la deuda entre hombres, por el lazo entre el hombre y dios.

Subrayo la dimensión de la deuda y el pago.

¿Cómo se plantea su lugar y función en el campo del psicoanálisis y en el de la religión?

En principio comencemos por decir que en el psicoanálisis la deuda es por la castración, y el sujeto paga por el rescate de su deseo.

En la religión se paga como castigo por la culpa, por el deber incumplido, dimensiones de la falta en su vertiente moral.

Ahora bien, retomando la cuestión etimológica, digamos que en ambos casos: re-legere o re-ligare, ¿se trata de qué sino de una vinculación existente que se relaciona primero consigo misma?

Concierne entonces a una reunión, una re-unión y una re-colección.

¿Cómo cernir entonces la pregunta?

¿Se trata de una resistencia o de una reacción contra la disyunción? ¿Contra la alteridad ab-soluta?

Hasta aquí, entonces, algunas puntuaciones del texto del Seminario de Capri.

Con Freud

Veamos a continuación cómo tematiza Freud la pregunta por la religiosidad.

¿Dónde ubica el carozo de la cuestión religiosa?

¿Cuáles son las hipótesis a subrayar en los desarrollos teóricos del Psicoanálisis?

Desplegaremos algunas líneas en torno a tales interrogantes.

Una primera afirmación entonces: Freud se sirve del psicoanálisis y del Edipo para ubicar a dios.

Sostiene con el cientificismo de su época el aforismo nietzcheano: “Dios ha muerto”.

En este sentido es pertinente seguir a Freud, no en tanto su profesión de fe atea, sino en tanto creador del mito sobre el asesinato del padre y su retorno como dios.

“Tótem y Tabú”, intenta dar cuenta de la función paterna (la paternidad divina y la humana).

Propone que el retorno de la añoranza del Padre (Sehnsucht nach dem Vater) constituye el meollo de la cuestión religiosa.

Dios sería una figura posterior al asesinato del padre primordial, sustituto de éste, signo de un intento de expiación del acto asesino.

Freud construye así con el mito un punto inaugural de la formación de la dimensión social, un marco simbólico para situar un real.

En la vía de trazar comparaciones, postula que si bien la religión desde el punto de vista clínico, evidencia limitaciones, ceremoniales y rituales como una neurosis obsesiva, en lo que concierne a las creencias se trata de un sistema de ilusiones de deseo con desmentida de la realidad efectiva tal como se lo encuentra aislado en una amentia, o sea en una confusión alucinatoria beatífica (Wunschpsychose).

Otra de las hipótesis concernientes a la subjetividad religiosa es la que desarrolla en “Porvenir de una ilusión”. Allí podemos leer: Ya sabemos que la impresión terrorífica que provoca al niño su desvalimiento, ha despertado la necesidad de protección por el amor del padre, y el conocimiento de que ese desamparo duraría toda la vida (dolor de existir), causó la creencia que existía un padre, mucho más poderoso.

¿La religión concierne entonces a la reacción que busca protección frente al desamparo de la vida?

Este recorte nos permite cernir nuevas preguntas.

¿De qué se trata la protección por el amor del padre?

¿Sostener al Padre, sosteniéndose de El?

Entonces es posible desprender otra conclusión.

El psicoanálisis no supone ningún progreso en el sentido de la dialéctica, sino que va hacia el vacío de la privación.

Propone servirse del padre para ir más allá del amor de él.

¿Qué significa esta afirmación? ¿Que el sujeto sólo a condición se servirse del padre, de ese trazo que lo aparta de un goce primero, puede partir a otra aventura más allá?

Con Lacán

Desde otra faz, veamos ahora cómo tematiza Lacán la pregunta por la subjetividad religiosa.

En primer lugar señalemos que toma el término Nombre-del- Padre de la trama de la religión, y desde tal concepto desarrolla el Edipo freudiano.

En el Seminario sobre “El hombre de los lobos”, afirma que lo que la instrucción religiosa enseña al niño es el Nombre del Padre y del Hijo.

Y continúa: Esto es sin duda que la atribución de la procreación al padre no puede ser efecto sino de un puro significante, no de un reconocimiento del padre real, sino de lo que la religión nos ha enseñado a invocar como el Nombre del Padre.

Ahora bien Lacán conserva la suposición de la religión en tanto neurosis obsesiva, si bien avanza más allá vio hace de una manera que le es singular.

Hace “jardín a la francesa”.

En esta línea propone una hipótesis que es fuerte.

Sostiene que el cristianismo es la verdadera religión, ¿por qué? Puesto que descubrió la verdad que se encuentra en la Trinidad.

En “La Tercera” lo dice así: Es lo verdadero en la religión. Es la verdadera religión, puesto que inventó ese cosa de la Trinidad.

Afirma entonces que la dimensión de lo religioso forma parte del parletre, se trata de una cuestión de estructura, como también lo sostiene Freud, a pesar de que éste pone mayor énfasis en liberar al sujeto de la vertiente religiosa.

Como eficacia de estas primeras aproximaciones pondremos a trabajar otros nexos entre Psicoanálisis y Religión.

¿El psicoanálisis de qué se trata?

El Psicoanálisis no es una filosofía, una cosmovisión o una ideología.

¿Se trata de qué? sino de una praxis, esto es una acción que concierne a operar sobre un real ¿por qué vía? ¿Por la vía de lo simbólico?

Ahora bien, el analista no debe arrogarse el papel de profeta, salvador o redentor, nos advierte Freud. ¿Qué significa entonces esta afirmación en el contexto de estos desarrollos?

Una cuestión es el lugar en el que el analizante sitúa al analista en la transferencia, y otra diferente, concierne a la posición en la que el analista debe saber-estar para producir el acto que es pertinente a la ética del psicoanálisis.

La operatoria analítica avanza por el surco que las preguntas del sujeto van abriendo y somete a interrogación las creencias y los ideales, por la vía de poner a trabajar el texto del Otro.

“El Otro, el Otro como lugar de la verdad, es el único lugar que podemos dar al término del ser divino, al término Dios, para llamarlo por su nombre. Dios es propiamente el lugar donde si se me permite el juego, se produce el dios —el dior— el decir. Por poco, el decir se hace Dios. Y en tanto se diga algo, allí estará la hipótesis de Dios”.

Ahora bien, el psicoanálisis va en dirección a un ateísmo radical puesto que el fin de análisis no es compatible con la remisión al Otro de la causa del deseo.

La vía por la que el religioso se interroga, es la de apelar a un padre idealizado, omnipotente, al que deja el cargo de la causa de su deseo, cortando así su propio acceso a la verdad.

En este sentido extraemos del Seminario 10 «La Angustia» una nueva pregunta: ¿ateo quién es, sino aquel que se afirma como alguien que no sirve a ningún dios?

Esto implica que no ofrecerá su castración positivizada al altar del Otro.

¿El eje de toda religión no concierne acaso a velar qué sino el lugar de la carencia del Otro?

“La religión en su estructura propone el olvido de la hiancia central entre el Sujeto y el Otro”.

El velo del pudor y la fe sitúan zonas oscuras in-cuestionables. Dogmas que son revelación divina extrayendo de allí su carácter de sagrada autoridad.

Pondremos ahora a trabajar la dimensión del saber tal como se despliega en e campo del Psicoanálisis y en la Religión.

¿Cuál es su lugar en la trama del sistema religioso?

El saber está articulado a las jerarquías, y de allí deviene el poder particular que le otorga autoridad a la enunciación.

La religión se autoriza del Padre-Dios.

Se trata entonces del Verbo de Dios.

Así se perfila la figura del Otro, aja que se remiten los poderes de la enunciación: Dios es Aquel que habla.

La operación freudiana propone a la verdad del sujeto articulada en las formaciones del inconsciente. La verdad como causa poniendo de esta manera en disyunción el saber y la verdad.

El saber que al sujeto le hace falta se producirá en el despliegue discursivo y como eficacia devendrá el alumbramiento de alguna verdad de lo real que causa el deseo que es irreductible a todo saber.

La religión da sentido a lo real.

Realiza lo simbólico de lo imaginario.

El psicoanálisis pone lo real a trabajar.

No concierne el psicoanálisis a ninguna causa sagrada, sino que en el fundamento se trata de una causa perdida, resto que sitúa un desencuentro que es motor del deseo.

¿Lo sagrado para el Psicoanálisis qué es? ¿El texto de un sueño, tal como podemos leer en el Libro de los Sueños?

Allí en el epígrafe se trata de “Mover los dioses del Infierno”. ¿En qué punto esto concierne al tema que nos ocupa?

Se tratará entonces de tomar un sueño al pie de la letra. ¿En este sentido: religiosamente? ¿Pues el pájaro celeste del deseo anida en las redes de la letra?

La pregunta por el Dios de los creyentes

Consideremos a continuación el discurso teológico allí donde concierne a la palabra de Dios en tanto debe ser escuchada.

La deja actuar y habla de ella para darle la razón.

Se trata en el culto de leer públicamente los textos sagrados y cumplir los ritos litúrgicos.

Desde allí orienta la acción de los fieles (subrayo esta palabra), para el cumplimiento de lo que fue leído en el texto y representado en el rito.

Si bien la religión es un magno poder que dispone de las más intensas emociones humanas, tal como podemos leer en las Nuevas Lecciones Introductorias al Psicoanálisis, el cristianismo por su parte reivindica el espíritu, y el judaísmo destaca la dimensión de la letra.

Tomaremos ahora en consideración algunos trazos que hacen a las características diferenciales de las doctrinas de ambos credos.

Para ello transcribiré un recorte de un artículo de Bienfeid, que se titula “La religion des juifs sans religion”.

Las grandes características del judaísmo son:

- Igualdad fraterna de todos los miembros de la comunidad religiosa.

- Idea fundamental, constante, absoluta de justicia.

- Predominio del saber y de la religión para regular el comportamiento del creyente.

- Ausencia de la idea del más allá.

- Materialización del mérito en la vida y sobre la Tierra.

Esto debido a que el Antiguo Testamento ignora casi al cielo, el lugar al que irán las almas de los justos después de la muerte y también ignora el infierno.

Será aquí y no en el más allá donde un hombre encuentre el destino del hombre.

Según Moisés y los profetas, el justo encuentra su satisfacción en sí mismo.

El Mesías no es un redentor que se sacrifica para liberar a la humanidad del pecado. Sino que es el que fundará en la Tierra el reino del dios justo.

En la religión cristiana, Dios no está aislado, cada uno puede conocerlo en sí.

- El mito más extendido y eficiente es el del hijo de ese dios, Cristo, que ofreció su vida por amor a dios y para redimir a los hombres de su estado de pecado.

- Cada día es vivida dicha pasión por la comunión que da al cristiano arrepentido el privilegio de tomarlo dentro de él.

- El hijo divino y su madre son asexuados.

También los hombres pueden amarlos con un amor al que ningún rasgo sexual puede afectar.

Hasta aquí el subrayado de dicho texto.

La religión cristiana propone un drama que encarna literalmente la muerte de Dios. Reconoce a Jesús como Hijo de Dios, es decir que enlaza la llegada del mensaje de Jesús a la paternidad de Dios se revela en el Nuevo Testamento como Padre de un Hijo único, Jesús.

Jesús es la manifestación viva de la revelación de Dios. Jesús actúa en nombre del Padre.

Tomemos ahora en consideración lo que concierne al tratamiento de lo real.

¿Lo real en la religión cristiana se mantiene a raya mediante dios y un ‘amaos los unos a los otros’, esto es por la vía de los mandamientos?

Pero su efecto narcotizante será el resultado de su mismo recurso, porque ella no liberase lo real.

El recurso de la ilusión religiosa cristiana opone un exceso de imagen para no querer saber de lo real.

Por otra parte la promesa cristiana, esto es la ilusión de la unidad, el Uno por la vía del amor divino, así como la resurrección en el más allá de la muerte, ¿serán intentos de reducir lo real?

¿Por la vía de darle sentido por el costado de la ilusión narcisista?

El psicoanálisis por su lado ¿cómo opera con lo real? ¿Lo bordea en dirección a su elaboración (Durcharbejt) en deseo?

Y aún concierne a la renuncia a un goce con el que el sujeto intenta suturar la ausencia de relación sexual.

Situemos ahora la perspectiva religiosa en relación a la cuestión de los enigmas.

Pues bien, la religión hace de ellos una representación posible o una creencia no interrogable que es límite del credo.

En la religión los enigmas de la existencia se responden.

En el psicoanálisis los enigmas se transitan.

¿La experiencia de lo real en transferencia?

Para concluir propongo un subrayado en lo que hace a la dimensión del mensaje.

El monoteísmo de la religión judeo-cristiana desacralizó la naturaleza que el politeísmo pagano proponía.

Este sesgo hizo posible la vía de la creencia, así como también produjo con eficacia la disyunción entre saber y verdad.

La temática del mensaje entonces podríamos cernirla de esta manera: ¿en la antigüedad se consideraba que los sueños eran qué sino mensajes de los dioses?

¿Redes de la letra que atrapen algún real?

¿Y con Freud desde los sueños... mover los dioses del infierno...? ¿Que el sujeto despierte a lo real?

Liliana Paula Cohen. EFBA

Notas bibliográficas

Sigmund Freud

El Porvenir de una ilusión.

Acciones obsesivas y prácticas religiosas.

Tótem y Tabú.

Malestar en la cultura.

Jacques Lacán;

Seminarios VII, X, Xl, XX, XV.

Les non dupes errent.

R.S.I.

Philip Julien:

El manto de Noé

François Regnault

¿Dios es inconsciente?

Jacques Derrida y Gianni Vattimo

Seminario de Capri, La religión

Moustapha Safouan

La formación del analista.

Catherine Millot

Nobodady: La histeria en el siglo