
El Padre en la Clínica Lacaniana / Escuela Freudiana de Buenos Aires. Buenos Aires; Homo Sapiens Ediciones; 1994.
Cuando leí que estas jornadas eran convocadas con el título "El padre en la clínica lacaniana", no dejó de impactarme. Por primera vez la Escuela Freudiana asumía públicamente esta nominación. Cuando un nombre se inscribe cabe también preguntarse cuál sustituye; podría ser "clínica lacaniana" en vez de "clínica freudiana".
Desde el comienzo me pareció que la cuestión no era simple, al mismo tiempo que me resultaba incitante. "El padre en la clínica lacaniana", ya es, casi, una tesis. Decidí tomarla a la letra: tal vez allí, en esa cuestión del padre, podría encontrar alguna respuesta para diferenciar y articular una clínica de otra.
Anticipo la tesis que intentaré, hasta donde pueda, decirles hoy: propongo nombrar el padre, en la clínica lacaniana, "Intervención en lo Real".
Esta respuesta a la invitación de esta jornada se formula desde un horizonte compartido, la articulación de tres registros que Lacan propone anudados.
El registro de lo real cubierto por otro anillo, el de lo imaginario, y anudando los tres con la fórmula "por arriba del de arriba y por debajo del de abajo", lo simbólico. Escribimos así la presentación en el plano del nudo borromeo. Lacan nos propone situar en los lugares de intersección de los distintos anillos, diferentes letras que nombran diversas relaciones en la economía libidinal. Entre lo Imaginario y lo Real, JA: Jouissance de l`Autre, goce del Otro, goce exterior a la palabra, para el parlêtre, inexistente. No hay Otro, si entendemos por Otro un conjunto completo. El parlêtre se define -como indica el neologismo lacanianano- por su referencia primera a la palabra, ella decide su ser y la inexistente dimensión del Otro. Alguien podría objetar: "¿entonces para qué la escribimos?". Que sea inexistente, no la hace inoperante: el neurótico tiene en su horizonte ese anhelo del Otro y a él se ofrece como objeto que viene a sustituir el significante que al Otro le falta.
Hay otro goce que sí está al alcance del sujeto, el goce f lico, en la intersección entre lo Real y lo Simbólico, escribe la eficacia de la palabra en el campo de lo Real.
En otro lugar, de intersección entre Imaginario y Simbólico, Lacan pone "sens" (sentido). El sentido, que la religión ofrece a manos llenas, es lo que cada uno reclama cuando dice habitar un mundo. Queda de lado que ese mundo que cada uno habita y a veces cree su verdad se sostiene por un objeto que es su causa y lo excede, el objeto a.
En un seminario en el que muchos de ustedes tuvieron la gentileza de acompañarme (1), planteé que desde este horizonte vale pensar la diversidad de las intervenciones del analista no reductibles a una simple oposición entre escansión e interpretación. Si la intervención del analista apunta al lugar de fijación, al goce que retiene al analizante y le impide avanzar en el camino de su deseo, si esa fijación se escribe como a, tapón del inconsciente, es f cil advertir -si esto es un nudo borromeo- que puedo cortar por lo Imaginario, por lo Simbólico, o por lo Real para producir del objeto, nueva eficacia: de objeto de la pulsión a objeto causa del deseo.
Es desde aquí que les voy a proponer lo que el título anticipa.
Una cita de Lacan del Seminario R.S.I. de Febrero de 1975, dice así:
"...L'effet de sens exigible, l'effet de sens exigible du discours analytique n'est pas imaginaire. Il n'est pas non plus symbolique. Il faut qu'il soit réel." (2)
No se responde con un sentido a los enigmas que el analizante ofrece, no sería m s que alimentar el pececillo del síntoma, sino un efecto de sentido, que además es Real. ¿Qué quiere decir un efecto de sentido Real? Intervención entre Imaginario y Simbólico, produce otro sentido como efecto que desmantela el sentido cristalizado.
Pregunta y responde Lacan en R.S.I. en febrero de 1975:
"¿Qué puede querer decir que exista una construcción de la cual es necesario que la consistencia no sea Imaginaria?. No hay más que una sóla condición que es totalmente leíble -leíble aquí en el pizarrón-, es necesario para eso -se refiere al efecto de sentido en lo Real- que ella tenga un agujero..."
Un efecto de sentido que sitúa un agujero en el sentido consagrado le permita al analizante alcanzar, en esta intersección entre Imaginario y Simbólico, cuál es el objeto que lo sostiene y constituye, para él, su mundo. Esta es una intervención del analista.
Pero insiste, en Le Sinthome, el 13 de Enero de 1976:
"C'est de suture et d'épissure qu'il s'agit dans l'analyse" (3)
Agrega:
"Es necesario que nosotros hagamos en alguna parte el nudo, el nudo de lo Imaginario y del saber inconciente, que hagamos en alguna parte un empalme" -es el empalme entre Imaginario y Simbólico para producir el efecto de sentido en lo Real- "todo eso para obtener un sentido, lo cual es el objeto de la respuesta del analista a lo expuesto por el analizante a lo largo de su síntoma." -Un efecto de sentido, respuesta del analista al enigma del síntoma.- "Cuando nosotros hacemos este empalme, nosotros hacemos al mismo tiempo otro, precisamente este que es entre el síntoma y lo Real, es decir que por algún lado nosotros le enseñamos a empalmar, a hacer empalme entre su síntoma y lo Real par sito del goce, lo que es característico de nuestra operación."
Una intervención del analista que juega entre Imaginario y Simbólico como efecto de sentido, al mismo tiempo -podría ser el efecto de la interpretación- empalma el síntoma con lo Real. ¿Por qué misterio logra producir eso? Ciertamente no se trata de ningún misterio sino que el analista sólo interpreta en transferencia. Es él quien, al mismo tiempo que interpreta, sostiene en acto los límites de la interpretación en la función de a. Es Sócrates que dice su palabra, su interpretación a Alcibíades, con una eficacia que la de Pericles no logra. Sócrates, para Alcibíades, guarda algo que Pericles no alberga en su interior, la eficacia del objeto.
Hasta ahora dos intervenciones del analista que se conjugan para una clínica que podría nombrarse freudiana. Para una clínica lacaniana anticipé algo m s: articuladora de la función del padre y la clínica, la intervención del analista en lo Real.
Ella tiene como partida un supuesto: algo de la estructura persiste como goce ilimitado, eficacia de la función del padre en lo que ella arrastra de un goce que la excede. Eficacia en menos de la función paterna, impide al sujeto en tiempo instituyente, sustraerse de un goce que lo subyuga.
La père-version del Hombre de los lobos -que ayer mencionaba Roberto Rubens (4) no se muestra en la relación biunívoca del padre con el sujeto: la ineficacia de ese padre que se consume en la depresión hasta el suicidio no propicia en el hijo la vía para liberarse del lugar de objeto retenido en el Otro primordial. El Hombre de los lobos cargaba como queja reiterada: "Hay un velo que me aparta del mundo."
Intervención en lo Real, se dirige a un efecto de la estructura en la intersección de lo Imaginario y lo Real; donde el analizante se ofrece al Otro como objeto para su goce.
En el tiempo instituyente, la doble función de la versión del padre -lo que tiene de eficaz y lo que tiene de perversa- se cumple en una operación de identificación. Identificación primaria que no se iguala a la represión primaria de la cual es su antecedente. Cuando se cumple, la identificación primaria logra una diferencia: no es lo mismo estar absolutamente a merced de la versión del padre que hacer una incorporación de esa versión. Implica una diferencia que sancionada en los tiempos siguientes servir para instituir un sujeto deseante.
Esto no impide, m s bien es razón, que haya una parte de ese goce del padre que aún en el neurótico sigue vigente. El sinthome es la respuesta que el neurótico da, como barrera en lo Real, a ese exceso de la intervención paterna. De lo que se trata en el an lisis es de situar la respuesta del neurótico para que pueda con ella hacer algo, situarse de otro modo (5). Es ahí donde el analista interviene en lo Real.
Interviene en lo Real allí donde al analizante no lo alcanzan los efectos de la palabra. El analista interviene como presencia que cumple una pulsación (6); un tiempo lógicamente primero en que presentifica la cuota de goce que al sujeto lo retiene, soporta el objeto que el analizante propone desde su fantasma para, en un segundo tiempo, propiciar su sustracción.
La intervención en lo Real es homóloga a la operación primaria del padre real con la diferencia que vale retroactuando desde una dimensión simbólica realizada.
¿Qué es la dimensión simbólica realizada que especifica al análisis?: su dispositivo que inscribe en lo Real los límites de una ética. El analista interviene desde su deseo que lo restringe en la realización del goce. Sostiene, como en el tiempo primero, ese efecto de goce pero no para avanzar por ahí sino para hacer el ejercicio de su caída. Suspende su goce para no ceder en su deseo.
El lugar del objeto que el analista sostiene no es el que él propone al modo de una disposición previa, sino el producto del decir analizante.
Para uno que reitera la carta de su fracaso, puede ser el reclamo del látigo de la voz. Para otro la vindicación de sus hazañas aguarda de su analista la sanción de la luz de sus ojos. Para aquel que funciona como bolso sin fondo y tan sólo cree que es dulce el objeto que tiene, amargo el objeto ausente, reclama la presencia que descubra que hay amargos manjares, que hay dulces ausencias.
¿Todo eso para qué?: "para que el analizante pueda leer de otro modo", lire Autrement -en francés homófono con "Autre ment", "otro miente". ¿Qué quiere decir "leer de otro modo" y "leer que el Otro miente"?: que el analizante descubra que el modo imperativo del Otro es la prueba de su insuficiencia. Cuando los chicos nos obligan a darles razones de una decisión: -¿Y por qué tengo que ir a dormir ahora? -Porque mañana tenés que ir al colegio. -¿Y por qué mañana tengo que ir al colegio? -Y bueno, porque los chicos estudian. -¿Y por qué los chicos estudian? -Y porque, vos sabés, el futuro, la realidad argentina. -¿Por qué la rea.. -Bueno, basta!, ¡a dormir!. Cuando uno dice eso, en ese tono imperativo, que no deja de tener su necesariedad y su eficacia (7), lo que el chico también descubre es que el otro agotó sus razones. El modo imperativo es también una manera de confesar "no tengo argumentos", es la debilidad de cualquier régimen cuando tiene que usar la fuerza, es el comienzo de la pregunta por su consistencia. Cuando descubre que el Otro miente, que el Otro no existe, el sujeto adviene al encuentro con su deseo.
Isidoro Vegh. El Padre en la Clínica Lacaniana / Escuela Freudiana de Buenos Aires. Buenos Aires; Homo Sapiens Ediciones; 1994.
NOTAS:
(*) Jornadas de la Escuela Freudiana de Buenos Aires realizadas en Julio de 1991 acerca de: El padre en la clínica lacaniana.
(1) Las intervenciones del analista. Seminario dictado en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, en 1990.
(2) Lacan, Jacques. R.S.I. II Fevrier 75. Clase 5.
"El efecto de sentido exigible, el efecto de sentido exigible del discurso analítico no es Imaginario. No es tampoco Simbólico. Es preciso que sea Real." (p g. 9)
(3) Lacan, Jacques. Le Sinthome. 13 de enero de 1976.
"Es de sutura y de empalme que se trata en el an lisis." (p g.13)
(4) Rubens, Roberto. El complejo paterno en el hombre de los lobos. Texto presentado en esta misma jornada
(5) Que en el análisis el sinthome se construya, o bien se anude de modo conveniente, en ambos casos sitúa en su enlace a la estructura el fin de la cura.
(6) que recuerda al Inconciente en su cierre y apertura, alienación y separación.
(7) Para que su eficacia se sostenga debe anticipar su flexión y su límite.
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