DE LA ECONOMÍA LIBIDINAL, LOS GOCES. Liliana Paula Cohen
Buenas tardes, estamos aquí una vez más para interrogar la práctica del análisis.
El calor no hace obstáculo.
La ética del deseo no tiene que ver con la búsqueda de la mínima tensión, sostener el deseo es trabajo.
Que cada uno se sostenga de su falta, de su deseo, no hay más que eso.
En Iniciación del tratamiento Froid nos dice que todo análisis es como una partida de ajedrez, se sabe como comienza y se sabe como concluye.
Es algo del orden de un juego que implica que quien lo juega debe apostar, producir un pago, perder algo para poder jugar y en este lugar en parte está la cuestión del pago del análisis.
Concierne a una pérdida que alguien debe poder entregar para jugar el juego.
Entonces sostener el propio deseo aquello que a cada uno lo causa implica poder dar, poder perder algo.
Esta cuestión de la economía libidinal se produjo justamente a partir del seminario Qué se paga en un análisis?.
Hablar de economía libidinal es hablar de recursos que hacen a dos dimensiones, la dimensión del goce y el deseo. Porque cuando se trata de economía libidinal se trata de la circulación de goce y deseo, es una primera puntuación.
Ahora bien goce y deseo no se recubren, son cuestiones de distinto orden.
El término goce en alemán, es Genuss no es Lust, Lust es placer. Es interesante porque el placer no es el goce y el goce no es el placer.
¿Dónde se produce esta distinción en la obra Froidiana?. Se produce en 1920 con el Más allá del principio del placer.
Allí dice que no todo en el aparato psíquico es del orden del placer.
El placer es el principio regulatorio de la energía psíquica que busca la homeostasis, vale decir, que la energía del aparato psíquico se mantenga en un nivel constante lo más bajo posible.
Las neurosis traumáticas, el juego de los niños y la repetición confrontan a Froid con que hay un más allá del principio del placer.
El principio del placer y el principio de realidad están del mismo lado.
Las neurosis traumáticas, el juego del fort da, lo confrontan con la repetición. La repetición no de sucesos placenteros sino de sucesos penosos.
Pregunta: sobre regulación del goce.
LC. No está hablando ahí del deseo, está hablando de la pulsión. Cuando en psicoanálisis decimos energía decimos pulsión. Estos dos órdenes de cuestiones se articulan pero no se recubren.
Lacán vuelve sobre lo que Froid llama energía y pone ahí el registro de lo real.
Hoy quisiera situar las preguntas, los problemas y abrir algunos hilos de los cuales vamos a ir tirando.
Entonces hay un más allá del principio del placer, la energía que circula por el aparato psíquico no sólo busca un mínimo de tensión sino que hay un orden de cuestiones diferentes que trasciende el principio del placer y ahí Lacán va a poner: el goce.
Por eso por ejemplo al dolor Lacán lo va a poner del lado del goce.
El dolor es una satisfacción pulsional, una satisfacción sustitutiva, produce un goce aunque para el que lo sufra sea egodistónico.
Me retornaba una analizante que había establecido una relación de pareja. Este hombre en un momento sale de la relación, y la muchacha desespera. En una sesión produce un fallido. Este hombre, era doctor, y su fallido fue el amor al dolor, no al doctor. Era el amor al dolor, lo que la ligaba a ese personaje, entonces su fallido dijo esta verdad. Esto le produjo sorpresa.
Todo síntoma, comporta una satisfacción, Freíd lo llama beneficio secundario del síntoma. Esto no es homeostático y a ese punto se dirige la operatoria del análisis.
Froid nos dijo: los analistas trabajamos con material explosivo, somos como los químicos que trabajan en laboratorios atómicos. Por qué?, porque trabajamos con el goce.
La dimensión del goce del síntoma está al servicio de velar la castración. Es una estrategia frente a la castración del Otro que vuelve sobre el sujeto.
El neurótico intenta velar la castración del Otro, lo que falta, para qué? para no reconocerse el mismo atravesado por la falta. Es la posición fantasmática en la que un sujeto juega una determinada relación al Otro.
El goce es extraño, a la conciencia, tiene que pasar un tiempo de análisis hasta que alguien pueda reconocer que eso lo habita. En el caso de esta analizante recién ahí cuando se produjo ese fallido ella se encontró con algo que la mostró dividida: que en el doctor estaba enamorada del dolor. Cuando eso fue dicho, recién ahí ella pudo empezar a separarse de ese goce, apareció su división subjetiva, por eso la conmoción. Ella venía trabajando pero no quería saber que ese lazo era un lazo de dolor como el lazo que la unía a su madre. Ella de eso no quería saber, pero su inconsciente fue más inteligente que ella y la salvó, por eso a mí me gusta decir que el inconsciente nos salva, porque nos trae algo que va más allá del velo narcisista, que tiene que ver con mantener la unidad del amor en el sentido imaginario.
Ahora bien, el deseo desliza de un significante a otro, circula, dice Froid va de representación en representación. Lacán va a decir de significante en significante. Siempre está insistiendo para articularse, para decirse, nunca termina de decirse pero insiste.
Situemos ahora alguna articulación entre cuerpo y goce.
La fórmula de la pulsión que Lacán arma en el Grafo del deseo es: sujeto dividido losange demanda.
¿Y esto que quiere decir? que es la demanda del Otro, lo que el Otro dice, el Otro con mayúscula, el lenguaje que marca, escribe el cuerpo biológico, el cuerpo de la anatomía.
La pulsión es el eco del decir en el cuerpo. Los decires del Otro van a resonar en el cuerpo de la anatomía.
Es una de las primeras cuestiones que las histéricas pusieron en evidencia.
Cuando Isabel de R. decía que no podía mover un pie, no puedo avanzar, esto no estaba justificado desde la dimensión de lo médico. La ciencia no podía dar cuenta de la parálisis de esa pierna.
Isabel de R. con su síntoma ponía en evidencia que hay otro cuerpo que el cuerpo biológico, que hay otra geografía que marca el cuerpo de la anatomía. Otras razones que dan cuenta de esa parálisis: cómo la palabra muerde la carne, como los decires, como la lengua, como la demanda del Otro resuena escribiendo el cuerpo de la anatomía y marcando zonas erógenas. Se inscribe, se marca en los tiempos instituyentes de la subjetividad.
El sujeto hablará con ese cuerpo, no con el cuerpo de la anatomía.
No se es un cuerpo sino que se tiene un cuerpo. Se los dejo para que lo trabajen: el sujeto no es un cuerpo sino que él tiene un cuerpo.
Por eso cuando un análisis avanza, ustedes ven, o ustedes mismos, como van teniendo otro cuerpo, a las mujeres por ahí que los compañeros le dicen: che que linda que se te ve. Es efecto de análisis. porque el sujeto va teniendo otro cuerpo. Es en relación al cuerpo pulsional. Es el cuerpo pulsional, del que se trata en un análisis.
Un niño empieza por ser hablado, es esperado en algún lugar para el deseo del Otro materno. Un niño viene al lugar de objeto para satisfacción del deseo materno. Un sujeto por venir, un niño, es primero un objeto. Venimos al lugar de objeto para el Otro. El sujeto empieza en el lugar de objeto para el Otro, en el lugar del Otro.
Tienen que producirse operaciones simbólicas Edipo, castración, que posibiliten el pasaje para dejar de ser un objeto para el goce y el deseo del Otro.
No es del orden de lo natural que uno tenga un deseo. Se puede no acceder a la dimensión del deseo como en la psicosis.
El cuerpo empieza en el lugar de objeto para el goce y el deseo de la madre. Una madre se satisface cuidando el cuerpito de su niño, por un tiempo, si todo va bien, porque tiene que venir la ley del padre a decirle no reintegrarás tu producto. Hay un más allá de la madre y el niño en tanto célula narcisista.
Estábamos dirigiéndonos a tematizar una primera articulación del goce del Otro.
Se trata del goce incestuoso, mítico, absoluto. Decíamos que el cuerpo del niño empieza en el lugar de objeto condensador de goce para y por el goce y el deseo materno. De este goce es necesario partir, de este goce es necesario separarse. Tiene que producirse la posibilidad de la parición, porque esta es la parición, en el sentido de parirse.
En el seminario 11 Lacán habla de alienación y separación. Donde pone separación pone separtición, separirse, en el sentido de producirse como sujeto.
Ahora bien, esto es posible por la acción del Nombre del Padre, del significante del Nombre del Padre que viene a privar al deseo de la madre de colmarse con ese objeto. El significante del Nombre del Padre barra el deseo materno. Y en esa barradura priva al deseo de la madre de tomar a ese niño como único objeto de satisfacción.
El goce del Otro es un goce mítico e imposible por nuestra condición de hablantes. No hay un goce absoluto. Se trata de un goce que el sujeto supone en algún lugar, que en la adolescencia, más que nada en el varón puede aparecer ligado al falo, el goce todo. Dimensión de lo absoluto, de lo excepcional, de lo no tocado por la castración, de lo irrestricto. Este goce del Otro, que el sujeto supone en algún lugar produce eficacias, produce consecuencias.
La madre del 1er tiempo del Edipo se trata de que ella puede dar todo. Viene del campo del Otro, porque nacemos alienados al campo del Otro, por eso es tan importante como una mujer en tanto madre se sitúa con respecto a su propia castración, que le va a transmitir a su hijo.
Cuando Lacán dice el objeto es amboceptor, está diciendo que el objeto es lo que separa al sujeto del Otro. En el Seminario XI habla de alienación y separación, y ahí está el a. Es lo que pierden el Otro y el sujeto, quedan ambos recortados, la lúnula no es un pleno, es un vacío, el a es lo que le va a faltar al Otro y al sujeto, el objeto perdido Froidiano, si quieren.
El objeto a no es ni de la madre ni del niño, está entre ambos, es lo que viene a separarlos. Esto es lo que les va a faltar a ambos. Van a quedar ambos con una carencia como dice Lacán: la bolsa o la vida, a ambos al sujeto y al Otro les va a faltar algo, objeto perdido Froidiano. El objeto es algo que cae entre el sujeto y el Otro. Es lo que ambos tienen que poder dar por perdido.
Esto es lo que se trabaja en la clínica con niños, que la madre pueda perder algo de ese goce con ese niño, pueda renunciar a cierto goce, pueda plantear algún vacío entre ambos. Como entonces el objeto es lo que salva al niño de quedar engullido en el deseo del Otro. Podría decirlo así.
La angustia en la fobia es lo único que salva al sujeto de quedar capturado en el deseo del Otro, es lo único que lo separa en un primer tiempo, por eso Lacán nos dice, sigan la angustia, la angustia no engaña. Estamos hablando de los tiempos instituyentes y pero esto va a quedar fantasmáticamente también situado.
En la fobia la angustia es lo que separa al sujeto del deseo materno, es lo único que lo distancia, que lo separa de quedar capturado en el deseo del Otro materno. Entonces, hay que seguir por la angustia, la angustia no engaña. Por qué?, porque cuando hay angustia hay algo del deseo del sujeto que empieza a despuntar, angustia ya es intento de separación. Esto es muy importante.
Angustia señal en el yo para el sujeto es la posibilidad de que el deseo se articule, es anuncio de la separación posible. La angustia está en la antepuerta de la separación, del deseo del Otro.
No se trata para el analista de retroceder frente a la angustia. El analista, debe saber dosificar la angustia, porque pasar por un análisis tiene que ver con la angustia. Verdad?. Pero no debe retroceder el analista frente a la angustia, debe seguir el derrotero que la angustia señala. Porque la angustia señala la aparición de la libertad, como Lacán dice tomando, a Kierkegaard. La angustia tiene que ver con que el deseo se anuncia como posible.
Cuando me puse a trabajar para esta reunión lo primero que se me apareció fue entre los libros que uno recorre, un Cuaderno de la Escuela que se llama, Psicoanálisis en los bordes. Trata fundamentalmente de lo que tiene que ver con lo real.
Me encontré con un texto de Silvia Amigo, que hablaba de Psicoanálisis, arte, religión, política en relación a como aborda cada una de estas disciplinas la cuestión de lo real. Como cada una de estas intersecciones discursivas aborda y conceptualiza lo real. Si alguno está interesado puntualmente en la cuestión, bueno, puede ir a ver este artículo y también el lugar donde Lacán desarrolla esta temática el Seminario de la Ética. Tiene bastante que ver con lo que hemos trabajado aquí, lo que es del goce.
Ahora bien tomemos la cuestión de la felicidad.
Anoté ahí, felicidad: cuestión de la economía libidinal, porque en el seminario de la Ética Lacán se interroga, cual es la promesa que el psicoanálisis puede sostener, qué promete el psicoanálisis?. Viene de desplegar la promesa de la religión, de la ciencia. Va a decir que la felicidad para el humano no tiene que ver con la distribución de los bienes, con la circulación de los bienes que satisfacen necesidades, no se agota la pregunta del humano por esa vía. Entonces hacia donde va un análisis, cual es la promesa que un análisis puede sostener?. Asocia la cuestión de la promesa con la promesa edípica, un día tú también te apropiarás de tu deseo sexuado, un día te apropiarás de tu destino sexuado.
Es decir que un análisis va hacia ese fin, que alguien pueda apropiarse y hacerse cargo de su falta y su deseo sexuado.
La transmisión de la castración hace a la promesa del padre, la transmisión de la falta, que e hace que alguien se sitúe como deseante y sexuado.
Ahora bien, cuando alguien demanda un análisis, qué demanda?, demanda el falo. La felicidad es del falo y esto ni puede pedirse, ni puede darse. Es decir falo como significación
Falo tiene dos dimensiones, la significación fálica es el falo imaginario, aquel objeto que hace consistir al Otro como completo. Esta es la felicidad del falo, esta es la significación fálica que alguien viene a pedir a un análisis, que le otorgue más consistencia narcisista.
Se enterará después que eso está pidiendo, y se enterará que eso ni puede pedirse, ni puede darse, que el análisis no va en dirección a dar significación fálica, dar consistencia narcisista. Es el amor desde lo imaginario, el amor ligado al narcisismo. Es la demanda de amor en su vertiente imaginaria, o sea que todo análisis comienza con una demanda de amor.
Un analizante cuando comienza su análisis entra en posición de objeto que quiere ser amado y demanda del analista que lo reconozca en ese lugar. Demanda del Otro, en este caso a su analista, que lo reconozca en ese lugar de objeto amado, que él le hace falta, que le pida, que le cambie de horario, lo que sea. Que le pida algo. Por eso todo análisis comienza del lado del analizante en esta posición de venir para ser amado en tanto objeto que colmaría al Otro.
Esto es importante porque tiene que ver con algo que un analista tiene que poder alojar. No se trata de rechazar esa demanda sino ubicarse allí en la posición ética pertinente.
La idea de felicidad para la política y la economía tiene que ver con la circulación de los bienes, el goce considerado como la satisfacción de las necesidades por el consumo de los bienes.
El psicoanálisis viene a contrapelo de esta cuestión, por eso el psicoanálisis siempre está por fuera del discurso oficial, es subversivo de esta lógica de completamiento, y a la vez de darle consistencia a algún ideal.
El psicoanálisis no trabaja en relación a darle consistencia a los ideales. Toma la cuestión de los ideales y del ideal para interrogarlos. La cuestión del ideal tiene que ver con el amor, con alcanzar un grado de completud narcisista, ser amado por el Otro. Y el psicoanálisis no trabaja por la vía del amor.
Escribí goce, deseo y amor, porque no es que destruya la ilusión del amor que todo amor comporta.
Si hablamos de amor tenemos que pensar dos dimensiones amor imaginario y amor simbólico. Amor imaginario es la ilusión de hacer Uno con el Otro, esto está y va a seguir estando, pero convive con el amor simbólico. De qué se trata este amor simbólico?. Lacán va a decir: dar lo que no se tiene a alguien que no lo es, si quieren con Froid el amor sublimación.
Tiene que ver con dar la falta, dar la falta a alguien que no es el falo, que no lo busco en el lugar de falo.
Ahora bien decíamos que se trata del anudamiento entre amor, goce y deseo.
Decíamos que hablar de goce en psicoanálisis es hablar de satisfacción de la pulsión, decíamos que hablar de goce es como un sujeto goza. El goce en el humano tiene que ver con el fantasma, y el psicoanálisis opera sobre el fantasma.
La condición humana implica el objeto perdido, como Froid lo llamó, esto que Lacán va a llamar parletre, no es un ser de la naturaleza, pertenece al campo de lo simbólico. Ahí donde Froid habla de Naturaleza, Sociedad y Cultura, Lacán dice, lo humano se constituye, en el campo del Otro que eminentemente es un campo simbólico.
Esto implica que hay algo que de inicio está perdido, hay algo que por la condición de hablantes sexuados y mortales nos confronta al objeto perdido Froidiano.
Esta pérdida que está en el origen es una pérdida de goce, se pierde algo del orden de lo instintivo si quieren. Se pierde algo de la adecuación con el objeto. Entre el sujeto y el Otro, entre el sujeto y el objeto no hay complementariedad.
Esto nos hace responsables de una deuda, lo que se le debe a la vida por nuestra condición de parlantes, sexuados y mortales.
Ahora bien, sobre la Urverdrängung, represión primaria van a recaer otras operaciones que producen añoranza del objeto perdido, añoranza de otro tiempo, en el cual se supone estaría todo. O sea que se establece por estructura la añoranza del objeto perdido,
Pregunta: Porque es como una completud que se está buscando en el Otro pero que no se va a encontrar.
Exactamente. Ahora bien esta posición de suponer en el Otro, que puede ser encarnado por cualquiera en la vida se va a desplegar en el análisis hasta que en algún momento si todo va bien, no existe el Otro.
Se acuerdan que dijimos, bueno, final de análisis. esta posición de buscar en el Otro ese goce todo deja al sujeto en una posición de absoluto desamparo, de indefensión. Cuanto más objeto, menos sujeto. Sólo se puede sostener a un Otro todo o a un goce todo siempre que el sujeto se sitúe como objeto. Ese Otro Goce con mayúscula, es, digamos, lo que está en el horizonte para todo neurótico y no existe pero se lo supone, y por suponerlo se le da existencia.
Esto después habría que verlo en la neurosis, en la perversión como se despliega, sería para otro seminario.
Lo que hoy me gustaba decir es esto, que ese goce todo el neurótico lo supone en el horizonte y le da existencia. En ese sentido decíamos la vez pasada, este sacrificio al altar del Otro. Se trata de una posición religiosa del neurótico. Arma ese lugar al que sacrifica su castración positivizada.
Pregunta acerca de una viñeta presentada.
Comenté algo del caso. Esta analizante decía: estoy hecha mierda. En este sentido hacía consistir ese objeto mierda, se hacía mierda. Es un hacerse, hacerse mierda. Entonces en este caso, en un momento de este análisis, esta analizante padecía por sangrar por el ano.
Ahora bien, si la felicidad para el psicoanálisis es una cuestión de economía libidinal, qué quiere decir esto?, por un lado hablar de economía es hablar de recursos. Es hablar también de circulación, de una determinada manera de circular de los recursos que conciernen a la libido, con el anudamiento de goce, amor y deseo
Ahora bien, vamos a esto que anotaba ahí, posición del sujeto, como alguien se sitúa, a quien le habla. Esto es muy importante, vamos a abrir entonces esta pregunta por la posición del sujeto. Porque hablar de fantasma es hablar de una posición inconsciente del sujeto. Eso se puede decir, el fantasma es una manera inconciente de una relación del sujeto y los objetos de satisfacción, de goce y de deseo. Entonces cuando alguien demanda análisis viene en función de que algo en su posición fantasmática ya le resulta intolerable, ya no puede sostener una determinada posición fantasmática, no puede seguir en esa posición, hay un quiebre en su homeostasis subjetiva y libidinal, hay algo que ya no se puede sostener y con lo cual nada puede hacer desde el yo.
El análisis va a interrogar esta posición inconsciente, concierne al trabajo con esa posición para que alguien pueda advertirse de esa escena que sostiene. No atañe a un lugar físico, si a una trama, a un espacio, espacio temporal.
Bueno, y por último lo que quiero tomar ahora es en función de una pregunta que se hizo la vez pasada. Ahora cómo sigue, qué pasa?. Se me ocurrió tomar esto en relación a los tiempos de la transferencia a tratar de situar algo ahí y después vemos.
Vamos a tomar los tres tiempos de un análisis.
Primer tiempo que incluye las entrevistas preliminares. Tiene que ver con la instalación del sujeto supuesto saber. Para que un análisis se inaugure es necesario que alguien le suponga al analista un saber, y a la vez acepte, que algo no sabe. Es decir, hay una dimisión subjetiva, desde el lado del analizante. Y apertura del amor de transferencia.
Entonces sujeto supuesto saber, se le supone al analista un saber, un saber de qué, un saber del deseo.
En el principio el saber que un analizante le supone a su analista tiene que ver con el deseo, lo supone dueño de su deseo, cuando digo dueño de su deseo quiero decir lo supone capaz de sostener su deseo de analista y lo supone garante de la verdad y lo supone sabiendo de la verdad del deseo que habita al analizante. Esto abre a la dimensión del amor de transferencia.
Y del lado del analizante se pone en juego donde soy no pienso, donde pienso en tanto conciente, no estoy. Estoy en otro lugar como sujeto. Esta es la dimisión subjetiva que un análisis pone en juego al comienzo. Una cosa es lo que yo digo desde mi conciencia y otra cosa es lo que pienso, sin saber que pienso.
El segundo tiempo que es el más largo, tiene que ver fundamentalmente con el trabajo con el goce. Un segundo tiempo que tiene que ver con la apertura de lo pulsional, y lo que tiene que ver con el goce. Es el tiempo más complicado.
El primer tiempo gira en torno a la idealización y al amor. Lacán dice es un viaje romántico el primer tiempo, todo va bien, después cuando pasamos al trabajo con el goce y con la pulsión, bueno, agarrate Catalina. La presencia del analista, cuando el analista abre la puerta ya pone en juego lo pulsional. En ese momento aparecen en la transferencia los objetos.
Por eso Lacán dice es necesario que el analista haga semblante de objeto y además sostenga los objetos, como dice en el seminario XI, que tenga tetas, como las tetas de Tiresias. Vale decir, que tiene que poder sostener los objetos pulsionales, tenerlos y saber de cuales objetos se está tratando.
La cuestión del segundo tiempo que se va a tratar de la pulsión, de los objetos pulsionales que van a atravesar la transferencia, que el analista tiene esos objetos y a la vez hace de semblante de causa, sostiene el objeto, objeto pulsional pero a la vez sostiene la falta. No le da consistencia. Sostiene el objeto pero fundamentalmente sostiene la falta
No es lo mismo entonces sostener el objeto oral, si es que se está tratando del objeto oral. Semblante tiene que ver fundamentalmente con el concepto que alude a que el analista se sostiene de la castración, se sostiene de la falta, es el único lugar del que el analista puede sostenerse éticamente para conducir una cura. Se sostiene de la falta, se sostiene de la castración, es muy interesante y muy importante porque es lo que sostiene el lugar del analista. No es consistencia, sino que es falta.
Lo último que quería decir es que en este segundo tiempo es el deseo del analista el que comanda el trabajo, en el sentido de que demanda y pulsión se vuelvan a anudar. Lo vuelvo a decir, el segundo tiempo desde el lado del analista lo que hay siempre es deseo de que el análisis continúe, no, así como Froid decía, qué es el deseo del analista? que siga el análisis, que alguien siga asociando.
Entonces, en un primer tiempo del análisis se separa demanda de pulsión y en el segundo tiempo se vuelven a unir. Ahora hablamos algo de esto y dejamos por hoy.
Primer tiempo alguien empieza a hablar, se ponen en juego, las demandas, por qué?, porque cuando alguien viene a análisis lo que espera es que le demanden, que le pidan, que le digan, pero cuando no encuentra en el compañero, Lacán dice en el Acto, el compañero de aventura que es el analista. Cuando no encuentra que el otro le pregunta, le pide, empieza a hablar, y eso es lo que hace a que empiece la regresión de las demandas. Entonces se van a empezar a desplegar las demandas, la demanda de amor y se separa de lo que es el goce, pulsión. En el segundo tiempo se vuelven a anudar, es el deseo del analista el que anuda las dos cuestiones, por lo tanto el sujeto se va a advertir en el segundo tiempo esto que de la demanda del Otro comanda sus actos, esto demoníaco que le viene del Otro y por lo tanto una vez que haga el trayecto de saber de esa demanda del Otro que es la pulsión va a poder hacer algo con esto, va a poder decirle no a la pulsión. Esta es la pregunta que nos hicimos alguna vez acá, si la relación a la pulsión es otra al final del análisis. Entonces estamos diciendo que si, que al final de un análisis la relación a la pulsión es otra, alguien puede decirle que no a la pulsión por ejemplo, puede responder desde otro lugar y por supuesto que ya no es ese mismo Otro, ni es el mismo sujeto.
Si quieren preguntar algo, me parece un buen momento para dejarlo abierto, soportar la hiancia, soportar la abertura. No se trata de llenar con conocimiento, con saber, sino al contrario, sostener la hiancia, lo que no se sabe, lo que no se entiende. Lo que falta, lo que angustia, porque eso es lo que permite avanzar, así como un análisis, cuando un analista corta es porque algo ahí se abrió y porque se produjo una apertura, una hiancia y que se trata de sostenerla, de que alguien se vaya con esa hiancia de sesión, de la transferencia.
Liliana Paula Cohen.
LO REAL Y LA RELIGIóN. Liliana Paula Cohen
Para comenzar dos afirmaciones, la primera una frase de Froid, y la segunda un recorte del Seminario 7 de Lacán.
El analista, se trata de un químico que trabaja con material explosivo.
El psicoanálisis no es un idealismo, n o dice La vida es sueño. Toca el hueso de lo real.
Un analista está en una posición responsable, en tanto es aquel a quien es confiada la operación ética radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del deseo.
Concierne a una ética de lo real, no de lo ideal.
El trauma desde el origen de la teoría era inasimilable. Inasimilable marcaba que no había posibilidad de recuperar ese trauma.
Lo traumático como un encuentro que nunca se logra. Es la falla del encuentro, es una cita que falla.
Para la religión el encuentro es en el más allá de la vida. En la muerte.
Arte, ciencia y religión implican maneras diferentes de trabajar con das Ding. Das Ding, hueco, lugar vacío.
La religión consiste en todos los modos de evitar ese vacío. Podemos decir esto forzando la nota del análisis Froidiano en la medida en que Froid subrayó los rasgos obsesivos del comportamiento religioso.
Una palabra como respetar ese vacío tiene quizás mayor alcance, Seminario de La Ética.
¿Qué pretende procurar a los hombres la religión?, nos dice Froid en Porvenir de una ilusión.
Les explica el origen y la génesis del Universo.
Les asegura protección y dicha final en las vicisitudes de la vida, y orienta sus opiniones y sus actos con prescripciones que apoya con toda su autoridad. Autoridad: lo que concierne al padre.
Cumple 3 funciones:
Satisface el ansia de saber de los hombres; mitiga el miedo a los peligros y vicisitudes de la vida; provee consuelo en la desgracia.
Ahora bien, con Lacán, tomemos ahora en consideración el lazo entre la cuestión del objeto y la cuestión del padre.
Esta cuestión entre el objeto y el padre trata exactamente de lo que es más propio del análisis.
Es también la posición subjetiva con respecto al complejo de Edipo.
Por una parte, la cuestión del objeto en sí mismo, en su esencia, en su sustancia es lo que hay de imposible en lo real, algo de lo que siempre ha hablado la filosofía. Se trata de la imposibilidad de lo real.
Y por otra parte, la cuestión del padre, su amor, su violencia su no representabilidad, que son cosas, sobre las que la religión siempre ha hablado.
La religión promete una unidad. La unidad prometida por la religión es futura y también actual, mientras que la unidad prometida por la ciencia es siempre futura, más adelante, en algún momento, ya vendrá.
El psicoanálisis hace funcionar esta Versagung en su propia estructura: no sólo en la estructura donde se constituye el posible sujeto del inconsciente, sino en las coordenadas de la práctica, en lo que llamamos dispositivo analítico.
La promesa de satisfacción es una manera particular de situarse frente a un malestar. La única satisfacción permitida por el psicoanálisis es la sublimación.
Avancemos ahora un paso más.
¿Qué es una praxis?. ¿Una acción concertada por el hombre que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico?
Si nos atenemos a la noción de experiencia, entendida como campo de una praxis, podemos decir del psicoanálisis: la experiencia de lo real en transferencia:
Ahora bien, ¿qué es lo que la Iglesia considera como doctrina?
La doctrina, el dogma se trata de aquello que es irrefutable respecto de la fe. La fe no es otra cosa que la creencia en Dios.
¿Creencia, se refiere a qué entonces, sino a la cuestión de la autoridad, lo que liga al padre?.
Desde el sesgo de la cuestión del padre en el Seminario 11 leemos: la verdadera fórmula del ateísmo no es Dios ha muerto. Pese a fundar el origen de la función del padre en su asesinato Froid protege al padre. Es porque el padre ha muerto que asume su función de padre.
Entonces ¿ateo quién es?. ¿Ateo es aquel que se afirma como alguien que no sirve a ningún Dios?. ¿Qué no ofrece su castración positivizada al altar del Otro?. ¿Ir más allá del padre después de haberse servido de él?
En la religión el sujeto se sostiene por la vía del amor del padre. Lo que la religión en su mandamiento absoluto de amor al padre intenta ocultar, es que el padre está castrado.
La religión, la ciencia y la filosofía son las tres ramas del conocimiento en las que se plantea lo que pretende ser una concepción del universo.
En general con una hipótesis superior se trata de resolver todos los problemas que atañen al ser, en esto está presente la figura de Dios, y no sólo en el caso de la religión.
Froid al considerar la religión, da particular predominancia a cómo resuelve el problema del ser: con una hipótesis superior.
¿Cuál es la situación del psicoanálisis? ¿De abandonar la esperanza de construir un conocimiento del Todo, del Universo?
La hipótesis de existencia del psicoanálisis es la hipótesis de la existencia del inconsciente. Este es el descubrimiento Froidiano. El padre está ahí en su muerte como fundamento de la hipótesis del inconciente.
No es como en Sto. Tomás la hipótesis de la existencia de Dios, tampoco es la hipótesis de la existencia del padre. Sto. Tomás sostenía que si hay una prueba posible de la verdad de la existencia de Dios, esta prueba es exigible. Concierne a la discusión en torno a la preminencia de la razón o la fe respecto de la verdad.
Ahora bien, la religión responde a la muerte con la inmortalidad representada, en tanto hace de todo enigma una representación posible, o una creencia no interrogable, límite del credo.
En la religión todos los enigmas de la existencia se responden, se imaginariza lo real.
En el psicoanálisis los enigmas se transitan.
La religión se constituye sobre una prohibición de pensar que está al servicio de su propia conservación. Decreta una prohibición de pensar aquello que está en contra de su propia conservación.
¿Un sistema se vuelve religioso cuando rige en él esta ley?
Y también ¿cuándo el psicoanálisis hace religión?. ¿Cuándo no toca el hueso de lo real?
Avancemos ahora un paso más.
La sustancia de la que se ocupa el psicoanálisis es el goce.
¿Por qué vías procede el psicoanálisis?
Mientras hablemos de las relaciones de la repetición con lo real, el acto estará siempre en nuestro horizonte, Problemas cruciales del psicoanálisis,
A un analista lo menos que se le puede preguntar, no es si hizo bien o mal las cosas, sino qué hizo, es decir un juicio de la acción. La religión propone en este sentido un más allá de la muerte. Eso será juzgado más allá de la vida.
De esta manera despliega la cuestión de la responsabilidad.
¿Responde así de lo real?
El real del psicoanálisis es la relación sexual en cuanto imposible de ser escrita.
Ahora bien, es necesario distinguir dos vertientes de lo real. Por un lado, una vertiente que concierne a lo real traumático del goce que por la vía de la pulsión viene del Otro.
Por otro lado, la vertiente que concierne a una dimensión de lo real considerada como una hiancia en el goce, en tanto planteado en función de la relación sexual en tanto ésta no la hay.
En Froid se trata de la hiancia inexorable que no permite la superposición entre la satisfacción buscada y la obtenida, o lo que es lo mismo, la imposibilidad que se reencuentre la primera experiencia de satisfacción.
Pareciera entonces que la vertiente de lo real del no hay relación sexual es de distinta clase que la vertiente traumática de lo real, cara traumática plena de goce e insoportable por exceso de estímulo.
La cara no hay relación sexual es un hiancia radical en el goce.
Allí donde Froid en el manuscrito K decía: Hay que admitir que hay en la sexualidad una fuente independiente de displacer.
Lo real del goce, expresión que Lacán utiliza en Los nombres del padre hace al fracaso del goce, como imposible.
El fracaso del goce es desde el momento en que el lenguaje existe, en términos de pérdida. Y el real se ubica en relación con este fracaso del goce: en esa falla, fracaso del goce se asienta lo real.
La religión no libera de lo real.
Ustedes no operan más que para reducirlo, nos dirá Lacán.
Tomemos ahora brevemente la vertiente de Los nombres del padre para desplegar algunas consideraciones en torno a la dimensión del sacrificio.
La culpa que liga al padre por el asesinato es un modo de hacerlo eterno por amor.
El estará siempre allí esperándonos para consuelo.
El padre real se torna posible en el más allá.
Habrá comunicación algún día con el padre muerto.
El goce del que él es custodio será posible.
Eso es la esperanza, eso es el cielo.
En la raíz del sacrificio está el servicio a este padre real no soportado como imposible.
Es de lo real del padre, del padre real cuando se lo hace posible, de donde no hay salida.
El tiraniza y lleva a la muerte sacrificial.
La esperanza de que nos espere en el más allá para que lo acompañemos en el goce absoluto del que él es custodio, surge entonces cuando no se soporta que el padre real es imposible.
¿Es ese real no caído sino imaginarizado lo que hace terrible al déspota o al líder que, por estructura se tornará tiránico y exigirá sacrificios?
Ahora bien, desde el sesgo de la religión ¿cuál es la promesa?
Frente al dolor de existir, la promesa se articula en términos de inmortalidad, esto es, la resurrección y la salvación después de la muerte, y por la vía del amor de Dios la unidad.
En la Hilflosigkeit de la condición humana, se invoca la protección del padre, a quien se deja el cargo de la causa del deseo.
La espera y la esperanza se santifican en tanto conciernen a la búsqueda de la unidad con Dios.
En el lugar de la causa sagrada del padre, para el psicoanálisis se trata de sujetarse a una causa barrada.
¿El analista se encuentra en posición de responder qué, a quien le demanda la felicidad?
La cuestión del Soberano Bien se plantea ancestralmente para el hombre, pero el analista, sabe que esta cuestión es una cuestión cerrada.
No solamente lo que se le demanda él no lo tiene, sino que sabe que no existe.
Haber llevado a su término un análisis no es más que haber encontrado ese límite en el que se plantea toda la problemática del deseo.
¿Qué puede dar un analista sino un deseo advertido?
Lo que tiene no es más que su deseo, al igual que el analizante, haciendo la salvedad de que se trata de un deseo advertido.
Entonces, a modo de conclusión, precipitan estas reflexiones:
La felicidad de vivir conforme al deseo, según las leyes del deseo.
El complejo de Edipo en su declinación, como desgarro, como posibilidad de saberse causa y formularse la pregunta Froidiana estructural: ¿puede perderme?
Haber nacido sustrayéndose al ser.
Duelo y no erotización del dolor, porque nada es de lo que no nació y todo lo que existe se lo vive en la falla en ser.
Tomar entonces el deseo como un bien.
¿Has actuado en conformidad con tu deseo?
La responsabilidad de una elección. Re, nacer ¿Si el sujeto quiere lo que desea?.
Liliana Paula Cohen.
UNA BARRA DE HIELO. Liliana Cohen
No nos une el amor sino el espanto, será por eso que la quiero tanto; Jorge Luis Borges
Quisiera plantear algunos ejes de una cura que giró en torno a la anorexia y la bulimia. Voy a llamar Danaides a la analizante.
En la primera entrevista Danaides dice que quiere separarse de su marido que es impotente: y con eso, no puedo. Dice que ella depende de él, que busca esa separación, pero al mismo tiempo, le resulta Imposible producirla.
Ella, cuando conoce a este hombre, piensa que como es chiquito y feo, ella no tendría competencia: otras mujeres no lo desearían. Al comienzo del matrimonio tenían relaciones sexuales, pero él comienza luego con episodios cada vez más frecuentes de Impotencia, y prefiere masturbarse. Se pregunta porqué ella no puede tener una relación de pareja que la haga feliz, que ella tiene derecho a ello.
En la segunda entrevista dice que le cuesta hablar que lo que tiene que contar es muy horrible, le da vergüenza. Con mucha dificultad dice que está metida en un círculo del que no puede salir, cae en pozos depresivos muy hondos, y lo que hace entonces, es comerse todo. No puede parar de comer, luego se pone los dedos en la garganta y vomita. Antes eso la satisfacía, pero hace un tiempo se enteró por la televisión que esto era una enfermedad y se puede tratar. Hace más o menos 10 años, una médica, con la que hacía una terapia, le indicó que si comía de más no se preocupara, que introdujera sus dedos, en su garganta. y vomitara. Danaides quedó atrapada, hipnotizada por estas palabras y desde aquel momento está incluida en este circuito del cual no sabe cómo partir.
Dice que su sensación de desesperación aumentó en el momento en que su hermano mayor se fue a vivir al exterior. En el momento de la consulta, hacía más o menos 3 ó 4 meses que su hermano había viajado al lugar de origen de su padre.
En el momento en que el avión despegaba, dice, sentía que me quedaba sin un brazo, sin una parte de mi cuerpo, me vine en picada, fue así que decidí comenzar un análisis.
Este hermano es el más querido por la madre. Había decidido partir, viajar porque, según decía, por ella, por la madre, no podía mover ni un pie, tenía el miembro inmovilizado, paralizado. El no podía apropiarse de su cuerpo, por ella. El hermano menor era homosexual. Esta cuestión del miembro inmovilizado, paralizado, impotente, es un significante que va a insistir a lo largo de este análisis.
Ella decía que su brazo estaba paralizado, y entonces no le servía para salir del pozo en el que se encontraba. Se encontraba abajo, en lo hondo e la depresión y necesitaba una sogabrazo que le permitiera salir de ese lugar. Este es uno de los significantes de la transferencia. Ella decía que su análisis era su soga para salir de la depresión, y muchas veces, cuando caía en pozos depresivos llamaba antes de su sesión, casi con un hilo de voz, y decía que sólo quería escuchar la voz del contestador para que esa soga la auxiliara en esta operación de salida del pozo.
Dirá que esta depresión era cada vez mayor, que se parecía a una bola de nieve que la arrastraba a ese pozo hondo, negro. sin luz, oscuro. Subrayo estos significantes: hondo, negro, sin luz, oscuro. No podía salir, porque su brazo no le servía, estaba paralizado y soldado, era un brazo soldado, ¿soldado a quién? ¿soldado de quién? y por soldado, entonces, no se movía. De esta forma, con estas palabras y estas imágenes, decía su padecimiento, aquello que la tenía esclava en un pequeño circuito que la dejaba fuera de la vida.
¿Qué separación venía a buscar al análisis? ¿Porqué la separación que habría que producir era para ella imposible? En el contexto de esta separación con la que siente que no puede, ¿qué lugar ocupará la depresión. el comerse todo, el vomitar? La partida del hermano, ¿qué nexos en su realidad fantasmática habrá conmovido, en el punto en que se produce una vacilación, un quiebre, que la lleva a demandar un análisis? Dejo planteadas estas preguntas.
En el curso de las entrevistas preliminares, dice que necesita que venga su marido también, a hablar allí junto con ella que hasta ese momento él no se había dado cuenta que las cosas andaban mal entre ellos, pero que ahora lo había registrado. Que ellos eran como dos rengos que se sostenían mutuamente, que se necesitaban y que no podían estar el uno sin el otro, eran socios. Nuevamente la inmovilización que la habita, y este pegarse al cuerpo del Otro, jugado en lo real de la transferencia; ella necesitaba que estén ahí los dos. Entonces si eran como dos rengos que se sostenían mutuamente, que se necesitaban, que no podían estar el uno sin el otro ¿cómo entonces podía haber un corte? Era la primera pregunta del sujeto. Vienen durante un tiempo ambos a las entrevistas, se trataba de hacer lugar a la palabra singular de cada uno. Después de un tiempo él demanda un análisis. Y ella decide comenzar su análisis allí.
Así como su hermano, el marido era su socio de sufrir. Cuando eran chicos, entre los padres había escenas de violencia que a ella la angustiaban mucho, ella se apoyaba en su hermano. Decía que por este hermano ella recibía al mundo externo.
La partida del hermano, pérdida en lo real, ponía en escena un trabajo de duelo a ser llevado a cabo, una pérdida a escribir, a simbolizar. Este hermano no era cualquier objeto para la paciente, era el depositario de un ideal, el más querido por la madre, soporte de un lugar, de un punto de perspectiva desde donde ella buscaba ser vista en tanto amable, es decir desde donde el yo se pretende yo ideal para el Otro. En los tiempos instituyentes del sujeto, la constitución del cuerpoYo, como objeto de la libido, es decir narcisizado, supone que desde la mirada del Otro algo sea reconocido allí como amable. Apoyándose en él, en el hermano, buscaba esa imagen, para el Otro, para la madre.
Ella odiaba a su padre, porque su madre era tan sacrificada, y él la trataba mal: pero a los 18 años comprendió al padre. Él le dijo que su madre era una barra de hielo, que había tenido hijos por mandato religioso. La madre le decía a ella que una mujer que se acuesta con un hombre, se rebaja.
A ella, a Danaides, a sus 12 años, empezaron a gustarle los muchachos, y ahí, dice empezaron mis noches interminables. ¿Porqué noches interminables? En principio, algo del orden de lo que no cesa de no inscribirse, de lo que no tiene fin, no tiene caída; un tiempo congelado, sin cortes, sin diferencias, sin pasado, presente, futuro, por lo tanto sin proyecto, sin trayecto. Subrayo esta cuestión del tiempo porque me parece que alrededor de la depresión, por ejemplo, hay cuestiones que conciernen a la dimensión del tiempo que son interesantes para pensar. Ella estaba detenida en un tiempo que no transcurría, no había diferencias, no había trayecto posible. Algo tendría que pasar para que en ese tiempo congelado, que era igual a la inmortalidad, algo pudiera producirse del orden de la diferencia.
Dice que en sus noches interminables, se sentía gorda, fea, un bicho, una cucaracha, y entonces se escondió. Cuando su deseo de mujer comienza a despuntar y a poder ponerse en su juego, aparece esta imagen en la que se esconde. Se queda en su casa, no sale, y empieza a comer compulsivamente. Es tomada por crisis de violencia, es internada, donde dice sentirse mejor lejos de su familia. Cuando sale de esta internación rebaja 30 kilos, no come. Se sentía eufórica porque había vencido al monstruo, pero esto la deja tan debilitada que tiene que dejar de ir al colegio, pierde sus estudios, no puede pensar, se cae, literalmente.
Danaides, ya en los tiempos del análisis, decía que la madre había escrito una biblia en su cabeza: eran palabras sagradas, decía, en las que había creído con fe ciega y había obedecido como ella creía que tenía que hacer una buena hija.
El discurso del Otro primordial, tesoro de los significantes, había impreso las marcas de un sexo asqueroso. Acostarse con los hombres es rebajarse, los hombres usan a las mujeres. Entonces por no rebajarse ella aumenta, come compulsivamente, deja afuera el deseo sexuado de mujer.
La madre se proponía completa, toda, no tocada por la castración y el deseo. La imagen paralizante de la medusa con sus múltiples hijos tentáculos. Dice nosotros éramos su escudo, su espada. Ellos, los hijos, eran sus soldados, el sargento y la tropa, soldados a su cuerpo, sin poder poner en su cuenta el goce del propio cuerpo. Por eso, ella vivía agarrándose al cuerpo del Otro, en el lugar de parte del cuerpo del Otro.
Por el trabajo de análisis fue recortando su brazo paralizado, en tanto soldado. Era paralizado por soldado: se dió cuenta que lo podía mover, que le podía servir a ella, y empezó a escribir. En su adolescencia había escrito poesías, ahora se daba cuenta de que una cosa era apoyarse en el cuerpo del Otro, como si fuera el propio, dos rengos que se sostienen, y otra cosa muy distinta era apoyarse en su mano para escribir su cuerpo con sus propias marcas.
Se abrió para ella otro espacio, iba a los bares, miraba por la ventana y escribía. Había construido un espacio de goce más allá de la madre, empezaba a escribir una separación. Su mirada podía pasearse en un espacio y un tiempo que le pertenecían. Ese tiempo helado, el de la depresión, del vacío de la vida, de la ausencia de deseo empezaba a disolverse. Mucho tiempo después, en esta dimensión del espacio trayecto fuera de la madre, ella había podido encontrarse: descubrió que le gustaba caminar. Salía mucho tiempo antes de su casa y hacía los trayectos caminando: esto fue realmente muy impactante para ella, descubrirse disponiendo de su cuerpo, encontrando ahí un gusto. Dirá en relación a estos trayectos que podía desplegar: ahora tengo un volante para poder conducirme, conducir mi vida a donde yo quiera ir.
El análisis de Danaides transcurrió fundamentalmente alrededor de dos ejes: su depresión y sus preguntas por la mujer. El trabajo giró en torno a esto. Cuando ella tocaba estos puntos, asociaba. Distinto a cuando aparecía la temática de la compulsión a comer: en esos momentos ella era tomada por la angustia, su discurso cambiaba, empezaba a preguntarse:
¿Pero porqué, porqué?. Su discurso transcurría en el vacío, metonímicamente, de una pregunta a otra, este círculo cerrado donde nada se interrumpía, nada caía, donde ninguna significación nueva se producía. Al mismo tiempo, en esos momentos donde ella intentaba situar algo, algún significante en ese real que la tomaba, se tragaba las intervenciones, se tragaba literalmente esas palabras, se las comía en bloque y las repetía.
Interrumpe el análisis después de dos años y medio: el hermano menor decide irse, también él hacia el padre, hacia Europa y ella vuelve a caer. Coincide con el tiempo de las vacaciones y entra nuevamente en la compulsión de comer. Me dice en marzo que no va a seguir que le habían hablado de unas clínicas que hay, donde se trata solamente la anorexia y la bulimia, y que ella iba a intentar por ahí. Le digo que como ella dijo, tiene el volante para conducir su vida, para donde quiera, como mejor le parezca.
Algunas cuestiones alrededor de la anorexia: pasaba por momentos donde comía nada, adelgazaba al límite, poniendo en peligro su vida.
Hago un breve rodeo. En los tiempos constituyentes, la necesidad se articula en la demanda, lo que es del registro de lo biológico, el hambre por ejemplo se liga al registro del significante. Desde los significantes del Otro lo inespecífico del grito, de la urgencias de la necesidad, se codifica en el lugar del Otro y se transforma en llamado. La madre pone palabras allí, a esta acción inespecífica del grito desde su propia historia, es decir, acude a satisfacer la necesidad, aporta el objeto específico que cancela la tensión, desde su deseo y su goce. Al registro de lo biológico, de lo anatómico, vendrá a imprimirse entonces una geografía imaginario simbólica desde los significantes del Otro. Se instala una doble demanda, demanda del sujeto al Otro, y demanda del Otro al sujeto.
En cuanto al objeto oral, por ejemplo la madre demandará que ese pecho que ella ofrece, sea comido, que me coma, déjate aumentar. Pero más allá de las demandas del Otro, el chico se pregunta: me pide esto, lo otro, pero ¿qué quiere? Apunta entonces, a un más allá de la demanda, es la pregunta por el deseo del Otro, que es la pregunta por lo que al Otro le hace falta. Es necesario que el deseo se reconozca, se encuentre en el Otro, deseo es deseo del Otro. La anorexia, entonces en este contexto, es una demanda de reconocimiento de un deseo.
Reitero: anorexia en tanto demanda de reconocimiento de un deseo, reconocimiento de un hambre de otra cosa. La anoréxica demanda que un deseo sea reconocido, ese hambre de otra cosa, allí donde una madre confunde el registro de la necesidad con el registro del deseo, y confunde también necesidad con amor.
La demanda, en última instancia es demanda de reconocimiento, de presencia, de amor, esa nada que se da. Madres que se proponen en un lugar omnipotente de poder darlo y satisfacerlo todo, fundamentalmente objetos de la necesidad. A ellas nada les falta, y por lo tanto, todo pueden darlo y, al mismo tiempo, todo lo piden del hijo. Frente a esta demanda materna voraz, sin límite, la anorexia surge como un intento de jugar con un rechazo, como si fuera un deseo: rechazo de la demanda materna como si se tratara de un deseo, todavía no es deseo, pero es la vía que encuentra para situar un más allá de la demanda materna. Intento fallido entonces, de recortarse, de encontrar los límites del Otro y en el Otro.
En La dirección de la cura, Lacán dice: A fin de cuentas el niño al negarse a satisfacer la demanda de la madre, ¿no exige, acaso, que la madre tenga un deseo fuera de él, porque éste es el camino que le ha falta hacia el deseo?. La anoréxica dice no, para que una nada se recorte del Otro, una falta en el Otro, que haga lugar al deseo.
Como dicen Ginette Raimbault y C. Eliacheff, la anoréxica sólo percibe de los suyos la ausencia de compromiso con un mundo vivo: el Otro, en tanto batería de los Significantes, está constituido por preocupaciones, trabajo, hechos sin palabras verdaderas, sin placer, sin deseo. La anoréxica experimenta un vacío constante por la ausencia de deseo; rechazando el alimento, entonces, exige una prueba de un deseo en la madre; al desafiar las leyes de la biología, dice que no comer no es una destrucción, sino es la única manera que ella encontró de vivir, pero para no vivir de cualquier manera. Para ello, llega hasta sacrificar su cuerpo de necesidad, su cuerpo biológico. Pone en escena su propia desaparición, su propia muerte, como objeto del deseo del Otro.
Entonces Danaides intentaba a cualquier precio, incluso el de su vida, recortar en la madre a la mujer, camino necesario para situarse ella en la dialéctica deseante. El padre la había dejado arrojada a la madre. Recuerda una escena infantil de violencia entre los padres: durante una cena el padre arroja la comida a la cara de la madre. Dice: Yo me vi en esa cara, ella, la barata, en esa cara.
La identificación al objeto del deseo y del goce del padre se producía por la vía de la comida: para él, lo más importante era la comida, había pasado hambre en la guerra. Demostraba amor con la comida, no con las palabras; entonces, intentaba restituir al padre en el punto de falla de la función, allí donde la deja arrojada a la madre, sometida a su goce. Queda aprisionada bajo un goce mortífero imposible de acotar.
El corte que debía operarse excluyendo goce incestuoso del cuerpo, se había producido muy deficitariamente, quedó entonces en un circuito auto erótico, se come todo, este SE que evoca esta imagen de los Tres Ensayos, los labios que se besan a sí mismos. Nada se pierde, nada queda afuera, excluido, en tanto imposible.
Vomitar aparece como un intento fallido de inscribir la pérdida de goce, pero vomitar no es perder el objeto, vomitar es un círculo que no produce transformación simbólica, no opera cambios subjetivos.
Las Danaides son personajes de la mitología. Hijas de Danao, que la noche de sus bodas, por orden de su padre, mataron a sus esposos y fueron condenadas por Júpiter a llenar de agua un tonel sin fondo. Por eso yo la llamaba Danaides, por esta no inscripción, esto que no cesa de no inscribirse, esta pérdida, este duelo que no se produce, como un tonel al que se lo llena por un lado, y se vacía por otro.
Liliana Cohen.
SEXUALIDAD Y ESCRITURA. Aurora Favre.
Lacán en el Seminario Encore refiriéndose a la función de lo escrito, plantea que la letra es algo que se lee y dice no es lo mismo leer letra y leer. Me parece interesante esta distinción porque hay autores que desarrollan como problemas clínicos de la escritura por ejemplo el problema de la dislexia que podría atender un psicopedagogo, diferencia equivalente al trabajo que hace un analista con un niño que no habla por su posición en la estructura por ejemplo en el autismo y el trabajo que hace un fonoaudiólogo con un niño que tiene problemas en la función del lenguaje, pero esto nos lleva al problema de la interdisciplina que no es este el lugar para tomar. Me refiero que hay problemas atinentes a la función de la escritura que es necesario distinguir de la función del escrito.
Porqué decimos que la clínica Lacániana es la clínica del escrito? Si tomamos para reflexionar acerca de esta pregunta justamente las puntuaciones que Lacán hace en este Seminario, Encore, precisamente en el punto que nombra función del escrito, se desprende que ahí Lacán retoma lo que planteó acerca del discurso en el campo del análisis en Función y campo de la palabra, lo retoma y dice que con el escrito el discurso analítico se vuelve oficiante. En ese momento dice, a modo de explicitación quizás refiriéndose a su seminario, hay una enseñanza que me produce, en lugar de decir yo enseño, me parece interesante distinguir el discurso analítico como oficiante, a diferencia de la religión católica donde es el sacerdote el que oficia la misa poniendo a los fieles por su intermedio en relación con Dios, Acá es el discurso analítico el oficiante.
O sea que el objeto a es causa de un saber que está en lugar de la verdad, verdad semidicha cuyo límite es el goce. Desde ahí se interpela al sujeto tachado, hiancia entre el deseo y el goce, cuyo resultado es la producción del significante, S 1, que pueda resolver la relación con la verdad. Entonces, la verdad es semidicha y el límite es el goce, límite a un saber por la cuerda de lo simbólico, goce que se elabora mediante el semblante. Pero lo interesante es que en ese momento cita a Spinoza, cuando habla de la araña y del trabajo de texto que sale de su vientre. Evoco acá el cuadro de Van Gogh Campesinos comiendo patatas en el que maravillosamente nos muestra un grupo de trabajadores de la papa cuyos rostros, cuyo cuerpo se ha transformado como una escultura, en papa, en el objeto que trabajan. Aquí tenemos la vertiente de la repetición de lo idéntico en lugar de la invención en donde por fallos en la función de la nominación lo que debiera ser producción de subjetividad deviene objetalidad.
También en Encore ubica que el escrito no es de la misma calaña que el significante en tanto el significante no se refiere a nada que no sea un discurso o sea la utilización del lenguaje como vínculo. Vínculo entre los que hablan, los que son vivientes, introducir la dimensión de la vida es introducir la dimensión de la muerte.
El significante y el significado no sólo la lingüística lo ha distinguido. El significado no tiene que ver con los oídos sino con lo que se escucha del significante. El significado es efecto de discurso que funciona como vínculo. El significado es la letra que es efecto de discurso. Por eso decimos que la clínica Lacániana es la clínica del escrito en tanto de lo que se trata no es un saber significante sino un saber orientado a que el goce pueda elaborar en el sentido de hacer obra, hacer producción, producción cuyo efecto es ganancia sujeto.
Qué relación hay entre el escrito y la sexualidad? Habla de la reproducción en este Seminario dice que es la función a partir de la cual se define la vida pero a su vez que la reproducción entraña vida y muerte en tanto que sexuada, para el animal esto no es así, Por eso en el parletre el infans es el verdadero objeto a, y la mujer entra en la economía del deseo y del goce como madre. El hombre es aquél que hace de su mujer la causa de su deseo. Hombre, mujer, niño: se trata de significantes.
Con el discurso analítico hemos dado un salto respecto del discurso filosófico. Cada realidad se funda con un discurso. El ser se produce en la corriente del discurso amo. El discurso analítico introduce el joder, el coger, el sexo.
Lacán dice en este Seminario que la relación sexual jamás se podrá escribir con un verdadero escrito y que a eso se refiere cuando dice que no hay relación sexual, pero a su vez es la condición de que el lenguaje se articule con el discurso.
Me voy a servir de una viñeta clínica para ubicar aquello que Lacán dice en el Seminario del Acto que todo acto es esencialmente significante y lo voy a articular con lo que plantea en el Seminario Encore el significante no se refiere a nada que no sea un discurso o sea la utilización del lenguaje como vínculo.
Un niño de seis años en el primer tiempo de su análisis tenía un comportamiento muy ligado a la motilidad, no permanecía en ningún lugar, se movía en el consultorio constantemente, tomaba los coches que le ofrecía y los chocaba con fuerza contra las paredes, tendía pegar cuando desde mi posición de analista intentaba acotar esos choques. A partir de una intervención donde le digo que cuando se despega de la madre él parece un auto que se choca contra las paredes, contesta con mi papá también. Efectivamente, es un niño hijo único cuya pareja de padres parecen vivir sólo para él, esto significa que en la anterioridad significante que debe darse para que el niño pueda escribir una letra, el niño ocupa el lugar del a para la madre, pero ésta para el padre no es la causa de su deseo. O sea ambos son una madre solícita para el niño o ambos son un padre que lo ordena, hay una duplicación en las funciones pero no la estructura que surge cuando las funciones parentales no se superponen. Lo interesante es que a partir de esta intervención su comportamiento deja de ser predominantemente de acción, deja de pegar o de amagar con pegar, toma hojas que estaban para ser utilizadas en una mesita y empieza a utilizar compulsivamente la goma de pegar, pega todo cuanto encuentra.
Como analista por un lado nombro lo que el niño hace con su cuerpo que es pegar, digo que pega y por otro lado se lo ligo con su posición respecto de la madre, es en transferencia, porque me pega a mí, yo hago de soporte de ese pegar pero hay un transporte hacia su lugar en relación a la madre, él responde a esto diciendo con mi papá también. O sea ese pegar es significante para alguien. Se produce una redistribución de goce, hay un acotamiento del goce del Otro, donde él estaba alienado en el pegar en el sentido de dar golpes, en una gramática pulsional como puro drang, y hay una basculación a goce fálico al quedar acotado por la significación fálica. En la dirección de la cura, a partir del deseo del analista en transferencia deja de ser un niño que pega para ser un niño apegado, pero esto que se dice produce una escritura que tiene relación con lo que se muestra, en el sentido de la mostración, cuando empieza a pegar figuras, ya no compulsivamente a pegar todo lo que encuentra con la goma de pegar. Se trata de un semblante que implica una elaboración de goce. No es el caso desarrollarlo en esta oportunidad pero en las figuras que pega va haciendo una lectura que a su vez escribe en un nuevo modo de escrituración de la falta, en una mengua de goce mortífero cada vez. Este niño me pide llevarse a la casa los elementos con los que trabaja en la sesión. Le digo que tiene que pedirle a los padres esos elementos para entretenerse. Me dice que su papá llega muy tarde y que la mamá se olvida y que lo único que tiene para entretenerse es la televisión. Lo invito a que se dirija al otro en su demanda. O sea que dirija su mirada a los padres.
A continuación en la entrevista de padres me dice la madre que el niño le dice quisiera tener una cámara para filmar, para saber adónde estás, para saber adónde vas, para saber qué hacés Hay un corrimiento en el circuito pulsional: deja de estar pegado al televisor donde tiene una posición de ser mirado, posición de yo no pienso cuya única respuesta es con un desorden pulsional, compulsividad pulsional, repetición de lo idéntico de las cifras de goce, en tanto en ese tiempo no se articulaba esta gramática pulsional con el significante de la falta en el Otro, y por tanto el niño no podía en ese tiempo hacer algo con eso. La estructura de la frase un niño es pegado se muestra, no hay ningún sujeto que pueda dar cuenta. Igualmente en el otro polo, el de la motilidad no hay ningún sujeto que pueda dar cuenta. Para Lacán a diferencia de Froid el ello no es je, es un yo no pienso, cifra de goce que no es je, no es una enunciación inconsciente, desciframiento, En el Seminario de la Lógica del fantasma habla de lo inconsciente como un yo no pienso en tanto muerde en un yo no soy. Para que esto se produzca, que es producción de hiancia, de un saber no sabido, una normalización de goce y la constitución de un sujeto parlante, es necesaria la función de la negación que justamente en Encore dice Lacán que es en ese lugar, que lo nombra lugar de la barra entre significante y significado donde tenemos la chance de escribir con lo que viene del significante.
Decíamos que el significado no tiene que ver con los oídos sino con lo que se escucha del significante. Entre el significante y el significado tenemos la barra. Que es en ese punto donde en todo uso del lenguaje existe la oportunidad de que se produzca lo escrito.
Acá el niño está en el punto de interrogar lo que viene del Otro, que ya implica un no ser ahí o sea la función de la negación. Este punto que en la Lógica del fantasma Lacán nombra de caída del objeto y que en el caso del infans el infans es el que cae de la posición de objeto, en este Seminario, Encore, este punto es el tiempo donde podemos situar, como decíamos, la oportunidad de escribir algo nuevo con lo que viene del significante. El niño responde al significante que viene del Otro a partir de la función de la negación que es el lugar del escrito. Pero decíamos que el significante no se refiere a nada que no sea la utilización del lenguaje como vínculo entre las personas que hablan, entre los vivientes. Pero esto, que es el significado, es letra como efecto de discurso no tiene que ver con los oídos sino con una escucha que es deseo, de qué? No de un saber significante sino de un saber orientado a que el goce pueda elaborar en el sentido de hacer obra, hacer producción, producción cuyo efecto es ganancia sujeto.
Aurora Favre.
AGUJEREAR EL PAÑO. Aurora Favre
La clínica Lacániana nos permite conceptualizar su praxis mediante el anudamiento de los tres registros: R S I.
A partir del nudo no se trata de conflicto en relación a lo inconsciente sino que se trata de lo anudado o lo desanudado.
Lacán en la Lógica del Fantasma plantea que en el origen no hay Dasein sino en el objeto a bajo la forma alienada, es la primer Bedeutung, el primer referente, la primera realidad, lo que el poeta escribe sin saber lo que dice. Es eso que causa. El infans es el único objeto a verdadero para su Otro Primordial. El objeto a reemplaza la función que Fregue distingue del signo bajo el nombre del objeto, en la medida que ningún significante puede significarse a sí mismo.
En este seminario ubica cuatro modos en la elección alienante: la repetición, el acting out, el pasaje al acto y la sublimación y plantea que la repetición instaura la letra.
Me voy a servir de una viñeta clínica para ubicar lo que Lacán plantea que es en el marco de la ética que podemos encontrar el instrumento para responder en nuestra experiencia a la demanda del paciente. Agrego, a veces el analista hace intervenciones que implican una oferta que anticipa la demanda.
Un niño de seis años en el primer tiempo de su análisis tenía un comportamiento muy ligado a la motilidad, no permanecía en ningún lugar, se movía en el consultorio constantemente, tomaba los coches que en tanto analista le ofrecía y los chocaba con fuerza contra la pared, tendía a pegarme cuando quería acotar esos choques. A partir de una intervención donde le digo que cuando se despega de la madre él parece un auto que se golpea contra las paredes, contesta con mi papá también. Efectivamente, es un niño hijo único cuya pareja de padres parecen vivir sólo para él. Lo interesante es que a partir de esta intervención su comportamiento deja de ser predominantemente de acción, deja de pegar o de amagar con pegar, toma hojas que estaban para ser utilizadas en una mesita, y empieza a utilizar compulsivamente la goma de pegar, pega todo cuando encuentra.
Me resulta interesante esta viñeta para ubicar aquello que Lacán dice en el Seminario del Acto, que todo acto es esencialmente significante: Pero qué quiere decir que es esencialmente significante? Si tomamos esta viñeta, la escucha del analista, nombra la acción del niño, la acción de pegar y la liga con su posición respecto de la madre y que él relaciona también con el padre, ese pegar es significante. Se produce una redistribución de goce, hay un acotamiento del goce del Otro que promueve un movimiento que hace a la subjetividad. El analista es testigo de un cambio que se expresa en la experiencia del análisis donde el pegar en el sentido de dar golpes, toma otro estatuto. Podríamos decir que hay una basculación del goce del Otro a goce fálico al quedar acotado por la significación fálica.
En la dirección de la cura, a partir de la escucha en transferencia deja de ser un niño que pega para ser un niño apegado, pero esto que se dice produce una escritura que tiene relación con lo que se muestra que en este caso es el pegar figuras con la goma de pegar. Este niño me pide llevarse a su casa los elementos con los que trabaja en la sesión. Le digo que él tiene que pedirle a los padres esos elementos para entretenerse. Me dice que su papá llega muy tarde y que la mamá se olvida y que lo único que tiene para entretenerse es la televisión. Lo invito a que se dirija al otro en su demanda. O sea que dirija su mirada a sus padres.
A continuación en la entrevista de padres me dice la madre que el niño le dice quisiera tener una cámara para filmar, me gustaría ponerla, le dice a la madre en tus ojos para saber dónde estás, para saber adónde vas, para saber qué hacés. Quiero señalar que hubo aquí un corrimiento de la posición del niño en el circuito pulsional: deja de estar pegado al televisor, donde tiene una posición de ser mirado, a interrogar activamente con la mirada no sólo los significantes sino también el goce del Otro.
La estructura de la frase un niño es pegado se muestra, no hay ningún sujeto que pueda dar cuenta. Igualmente en el otro polo, en el polo de la motilidad, todo lo que el niño hace, como en el ejemplo el pegar, no hay ningún sujeto que pueda dar cuenta. El ello es no je, es un desser, yo no pienso que no es je. El yo no soy, negación, es esencial en el inconsciente.
Interrogar aquello que viene del Otro implica ya un no ser ahí, o sea la función de la negación, que constituye la caída de objeto. En el caso del infans, es el infans el que cae de su posición de objeto. El inconsciente es un yo no pienso en tanto muerde en un yo no soy. El inconsciente en su esencia poética y de Bedeutung viene al lugar de este yo no pienso. Wo es war, sol ich werden. Ich debe advenir porque no está ahí.
El acto analítico es aquello que posibilita desprender lo empírico y los datos del mundo sensible a través del lenguaje produciendo subjetividad. Pero lo que se escribe es litoral entre el saber del significante y el goce del objeto. La letra escribe tanto las condiciones del goce como las huellas de la falta de objeto.
Froid en Recuerdo, repetición y elaboración se refiere al agieren, acción, para localizar la repetición entre el recuerdo y la elaboración. A partir de los tres registros en Lacán podemos considerar que la acción toma distintos destinos según el anudamiento de los mismos. Cuando lo que Lacán escribe Vida, como real, no es anudada a lo simbólico y a lo imaginario culmina en pulsión de muerte. La pulsión de muerte es la muerte de la pulsión. Ahí lo que se produce del lado del infans es un predominio del goce del Otro. Cuando la Vida se enlaza borromeicamente con lo imaginario y lo simbólico, crea un objeto que no es ningún objeto, es el vacío de todo objeto de satisfacción, lugar vacío generador de un deseo, modelo vacío de la alienación. Ahí podemos pensar la falta instituyente que implica que no falte la falta, muerte subjetivada que nombramos castración. Allí ubicamos las dos faltas que se recubren: la del sujeto y el Otro, goce anudado en el empalme de los tres registros. En cambio cuando esto no se da el significante funciona como signo, letra mortífera, goce congelado, produciendo efectos: en lugar de dar vueltas alrededor del objeto perdido al que tratará de enlazar en el campo del Otro, lo puede hacer alrededor de un órgano que queda lesionado, el significante se congela, se coagula, no se forma la hipótesis del inconsciente, provocando enredos a predominio de lo imaginario que van del acting out a la actuación psicótica.
Cuáles son las condiciones para que lo que Lacán escribe Vida se enlace a lo imaginario y lo simbólico de manera borromeana que implica el pasaje del signo a la letra? Considero que una de las condiciones la podemos relacionar con la constitución del Lust, del placer, constitución del narcisismo que lleva a las identificaciones que constituyen el Yo. Esto es lo que Lacán trabaja en Los Cuatro Conceptos como alienación en el placer, como uno de los polos que posibilita el amor. Podríamos decir que lo que el infans registra como placer es efecto del amor cuando se ha dado la identificación a lo Real del Otro real. Esta sería una de las condiciones, hay otra condición que pone límite al amor, a las identificaciones narcisistas, que es la extracción del rasgo unario. El rasgo unario esta en relación con la identificación a lo simbólico del Otro Real. El odio que no es lo contrario al amor, es la desuposición del saber del Otro, Encore, como función de negación, es el yo no soy eso. Esta identificación permite a partir del significante de la falta en el Otroel reconocimiento de la pulsión por el Otro que hace a la extracción del rasgo unario. Esto es posible en tanto el rasgo unario no es un objeto del Lust. El odio es tan necesario como el amor para la división del sujeto o alienación, en tanto me salva de la ilusión de ser el Otro, ilusión mortífera.
Esto es lo Lacán trabajó sirviéndose de dos toros para articular demanda deseo. Lacán antes del cifrado del nudo borromeo, estaba en vías de construir un conjunto para inscribir la frase te demando de rechazarme lo que te ofrezco porque no es eso o sea un cifrado geométrico para inscribir demanda deseo. Meollo de la recusación de un matema en provecho de otro. Pasaje de lo geométrico a lo topológico que posibilita la escritura de la clínica con infans y de la psicosis y del autismo.
El nudo borromeo implica dos círculos que se cierran el uno en el otro, se introduce el tercero en uno de ellos de manera tal que el otro está en relación al tercero llevado en la misma relación que el primero. Tres sentidos diferentes a partir de una común medida. Y es preciso fundar esta unidad sobre el signo. Lo simbólico no es el sentido, el sentido, dice Lacán, es aquello por lo cual responde algo, y está en relación con el cuerpo. No alcanza con estar vivo, es por el reflejo del organismo que se da la dimensión de la mens. Lo imaginario es lo que permite su representación, pero se introduce por lalengua. Lo simbólico se escribe, es en este efecto de escritura de lo simbólico que se sostiene la dimensión de la mens. Cuando hay sentido cada uno está identificado como si mismo. No es lo mismo 1,2,3 que 3,2,1. Podemos relacionar el sentido con que el hombre hace de la mujer la causa de su deseo, y la mujer tiene en los hijos sus objetos a. Es el Nombre del Padre como un redondel que anuda los otros tres y que tiene consecuencias en el gozar.
Entonces en esto consiste el anudamiento borromeico que es la única manera de darle a los tres una común medida Es por lo calces del nudo, por el apretamiento que el sujeto se condiciona. Nudo quiere decir que lo real se constituye. Hay un agujero que es la interdicción del incesto que es lo que anuda a la pareja. El Padre es aquel que articula castración y tabú del incesto. Este es el Padre como nombrante. Las tres consistencias hacen nudo por el cuarto.
El Nombre del Padre hace nudo, hace bucle de los tres por la identificación.
Dice Lacán en el Seminario R S I que nudo es lo que anuda al Hombre y a la Mujer y que el nudo puede ser doblemente borromeo. Yo lo entiendo en relación a este anudamiento del Hombre y la Mujer que el infans tiene un lugar en el entredos de los padres. He considerado en el amor relacionado con la identificación al Padre, a lo Real del Otro Real una primera condición de anudamiento para el pasaje del signo a la letra. Una segunda condición, el odio, como función de negación. Podemos considerar una tercera cuando se da el lazo entre el sentido y la orientación que la podemos articular con las identificaciones al deseo del Otro, en tanto posibilita la identificación del infans en relación con el deseo del Otro. Es por los calces del nudo, que el sujeto se condiciona.
Lacán encuentra en el ámbito de la ética el lugar princeps para interrogar qué aporta la experiencia analítica en lo relativo a la respuesta ante la demanda del paciente.
La clínica con niños corrobora lo que Lacán plantea en el Seminario de la Ética cuando dice que al inicio cualquier cosa se articula como cadena significante aunque sea una cadena de pelos. Pero, agrega sirviéndose del ejemplo de la tela de araña lo textil es primero un texto, El hombre se pone a trenzar algo que no está en relación de envolvimiento respecto de su cuerpo, sino que pasea independientemente por el mundo. como paño circulará porque es valor tiempo, no es natural y a su alrededor se organiza toda una dialéctica de reparto y rivalidad que son las necesidades, El hombre se individualiza en la medida que se hace agujeros a ese paño por donde pasa primero la cabeza, luego las extremidades, El Bien no está a nivel del uso del paño, eso es la ley, sino a nivel de que un sujeto pueda hacer uso de él.
Me interesa la metáfora de agujerear el paño en contraposición a lo que puede resultar apañar, o cubrir con un paño en el sentido del curar cuando no se lo articula con lo real como causa.
Para Lacán ningún sujeto es causa de sí, y en este sentido hay una alienación constitutiva, fundante. La meta del análisis es que el sujeto adquiera cierto margen de libertad en relación con el lugar que ocupó como objeto del deseo del Otro. Para ello el deseo del analista debe buscar esa diferencia radical que permita la separación del sujeto en la experiencia de análisis.
Aurora Favre.
VARIANTES DE LA CURA TIPO. Aurora Favre.
Cuando hablamos de variantes de la cura tipo, considerando que Lacán dice que un psicoanálisis tipo no es la cura que se espera de un psicoanalista invita justamente a considerar en las variaciones, en el caso por caso, los fundamentos de la cura, como un modo de responder a la pregunta si todavía estamos en el psicoanálisis. Pero no en la búsqueda de una normatividad para todos los casos. Orienta en este sentido lo que plantea en el mismo texto cuando refiriéndose a la producción presentada por los analistas de la IPA en un Congreso dice: la debilidad de la invención ha ocasionado pocos destrozos en los conceptos fundamentales a partir de lo cual podemos leer que no es justamente la norma sino la invención lo que torna vigentes a los mismos. Por esto con esta pregunta estamos en la dimensión de la ética. Podríamos decir que situar los fundamentos es una apuesta a que, a partir de la consideración de los mismos haya lugar para la creatividad. Lacán dijo yo soy Froidiano, les toca a ustedes ser Lacánianos. El invento de Lacán es el objeto a.
En tanto el infans es el único objeto a verdadero para su Otro Primordial, Seminario de la Angustia, la clínica con niños es un lugar privilegiado para interrogarnos acerca de los conceptos fundamentales.
Voy a hacer algunas reflexiones acerca del lugar del niño en la estructura para situar la posición del analista en las entrevistas preliminares ante la consulta por un niño.
Tomando Los Cuatro Conceptos y la Lógica del Fantasma podemos advertir que hay todo un esfuerzo en Lacán de articular las instancias de la segunda tópica Froidiana: ello e inconsciente.
En el Seminario de Los Cuatro Conceptos ubica al infans como sujeto que adviene en el campo del Otro mediante operaciones lógicas, alienación y separación, que se dan entre el sujeto y el Otro y sus fallos son nombrados como holofrase, autismo, psicosis, debilidad, psicosomática, En La Lógica del Fantasma podemos ubicar que por eficacia del Significante de la falta en el Otro que cava el vacío que monta, de montaje, la pulsión, el sujeto en una doble vuelta de las polaridades de la pulsión advendrá sujeto dividido en el lugar antes reservado al cogito. Por esta función de repetición se instaura la letra en el sujeto. El inconsciente es un yo no pienso en tanto muerde en un yo no soy. El inconsciente en su esencia poética y de Bedeutung viene al lugar del yo no pienso.
Implica interrogar aquello que viene del Otro y constituye caída de objeto separador. En el caso del infans, es el infans el que cae de su posición de objeto del fantasma de la madre, operación de separación según Los Cuatro Conceptos, que el niño puede hacer cuando ha sido alienado, domiciliado en el fantasma materno. De lo contrario se da la imposible alienación propia del autismo. Lacán dice, en La Lógica, que no hay Dasein sino en el objeto a. El objeto a reemplaza la función que Fregue distingue del signo bajo el nombre del objeto que sitúa que ningún significante puede significarse a sí mismo. Ya no podríamos hablar entonces de holofrase, en tanto la holofrase sería un significante que se significa a sí mismo. daría cuenta de ubicar las patologías graves sólo por la cuerda de lo simbólico.
En el tiempo del Seminario El Reverso del Psicoanálisis, en una carta que le envía a la psicoanalista de niños J.Aubry ubica al niño como objeto a en el fantasma de la madre, pudiendo o bien quedar involucrado en su subjetividad si no hay mediación del Nombre del Padre realizando el objeto en la medida que no hay distancia entonces entre la identificación del Ideal del yo y la parte tomada por el Deseo de la Madre. Si hay mediación dada por el Nombre del Padre podrá hacer la operación de separación y responder a lo que viene del Otro, interrogándolo, podrá responder con una cifra nueva que le asegure al niño identificarse al objeto como si fuera el objeto que el otro necesita con significación fálica sin correr el riesgo de ser ese objeto condensador de goce y quedar absorbido por el Otro.
En El atolondradicho, Lacán preocupado por la trasmisión del psicoanálisis, toma las proposiciones propias del discurso científico a través del matema pivote del segundo clasicismo Lacániano según Milner articulando la letra, la matemática y la filosofía. Pone el matema de la sexuación como ejemplo de matema. Podríamos considerar, ya que ubica al niño como a en el fantasma de la madre un matema donde las letras se combinan y al hacerlo producen una combinación literal nueva. Con el nudo hay un pasaje de lo geométrico a lo topológico.
A partir de estas consideraciones ya no se trata en el acto analítico del descubrimiento del inconsciente sino la creación de un dispositivo que alcanza lo real del discurso. Es recién entonces, a partir de estos conceptos que pudimos inscribir el trabajo que veníamos realizando los analistas que al trabajar con niños veíamos la necesidad de trabajar en entrevistas también con los padres, a diferencia de la escuela inglesa, y también nos permitió inscribir el trabajo que veníamos haciendo en autismo y psicosis en donde no podíamos intervenir únicamente por la cuerda de lo simbólico y hacíamos una serie de intervenciones que se nombraron como intervenciones en lo real por parte del analista y pudimos fundamentar que eso era psicoanálisis.
El nudo borromeo, en el Seminario R S I, implica dos círculos que se cierran el uno en el otro, se introduce el tercero en uno de ellos de manera tal que el otro está en relación al tercero llevado en la misma relación que el primero. Tres sentidos diferentes a partir de una común medida: el Falo Simbólico. No es lo mismo 1, 2, 3 que 3, 2, 1. Continúa diciendo que el cuerpo tiene tres dimensiones, que no alcanza con estar vivo, que el reflejo del organismo, la dimensión de la mens, de lo imaginario es lo que permite su representación, pero que se introduce por lalengua. Agrega que lo simbólico no es el sentido, que el sentido es aquello por lo cual responde algo. Lo simbólico se escribe, es en este efecto de escritura de lo simbólico que se sostiene la dimensión de la mens.
En el seminario R S I las tres consistencias hacen nudo por el cuarto. El Padre es aquel que articula castración y tabú del incesto. Este es el Padre como nombrante. Hay un agujero que es la interdicción del incesto que es lo que anuda a la pareja. Dice Lacán en el mismo seminario que el nudo puede ser doblemente borromeo. Yo lo entiendo en relación al anudamiento del Hombre y de la Mujer que el infans tiene un lugar en el entredos de los padres y que por los calces del nudo el sujeto se condiciona.
Ante la consulta por un niño es importante un espacio tiempo preliminar en donde el deseo del analista en tanto función constituye la consulta en demanda, que permitirá ubicar qué se pone en juego en tanto demanda, a qué responde este padecimiento que está en relación con la pregunta qué lugar ocupa el niño en la estructura. Decimos entonces que la demanda conduce por la función deseo del analista a la instalación de la función sujeto supuesto saber.
Lo que es fundamental es que el analista en su posición no pierda de vista que es consultado por el niño, ésta es una especificidad de la demanda. Pero esto no invalida la escucha analítica al discurso de los padres en tanto y en cuanto ese niño es hijo y en tanto tal ocupa un lugar en la trama inconsciente de los padres.
En Introducción al narcisismo Froid plantea que el niño es para el narcisismo de los padres su majestad el bebé. Sobre este punto es necesario hacer especificaciones porque a veces los niños soportan y exhiben al modo de la mostración fragmentos no tramitados de la subjetividad de los padres y la no asunción subjetiva produce un desplazamiento enmudecido al lugar del hijo en el que se deposita lo rechazado. O sea, el niño representa distintos modos de la falta.
Tenemos entonces que en algunas consultas los padres no lo hacen por su hijo separado de la problemática de ellos, en tanto esta problemática se les presenta, la de ellos egosintónica, muda. Podríamos decir que hay un exceso traumático, inasimilable, dolor que desborda en el lugar del hijo pero sin poder, los padres, implicarse. En estos casos es fundamental que el analista no se apresure por furor curandis a hacer una derivación de los padres a otro analista, esto podrá hacerlo en otro momento. Son las consultas más difíciles porque generalmente estamos tentados a querer implicar a los padres fuera de taiming, con resultados generalmente adversos.
Pensar el niño en el lugar de la causa cuando nos consultan posibilita no quedar atrapados en el intento de fijar la causa de los síntomas en lugar de posibilitar el despliegue de los mismos en transferencia.
No es lo mismo decir que el niño es síntoma de la pareja de los padres a hacer la distinción entre síntoma como respuesta del niño en la estructura a las marcas del Otro Primordial y fenómeno clínico donde el niño queda incluido en la subjetividad del Otro Primordial.
La transferencia es a la vez motor y obstáculo en la cura. Todo movimiento en el análisis da cuenta de la misma. Movimiento de apertura y cierre. En la clínica con niños nos encontramos con un campo transferencial complejo donde es fundamental lo que se inscribe desde la primera entrevista con los padres. Es necesaria la instalación de la función sujeto supuesto al saber en el analista por parte de los padres para que los niños puedan instalarse en la escena analítica aunque no sea con una demanda propia.
Dado que el niño ocupa el lugar de objeto a en la estructura, el analista queda situado como soporte del objeto en ese lugar cuando es consultado por un niño, o sea queda en relación al nudo en la estructura, lugar de la causa, donde convergen el fantasma de la madre y el fantasma del padre. O sea en el entredós de los padres. Me estoy refiriendo a la historia simbólica de cada uno de ellos no a su realidad.
En general la temática que los padres traen como síntoma no aparece tal cual en el discurso de los niños cuando ellos pueden formular una demanda. El comienzo de un análisis tiene que ver con la formulación de una demanda, con aquello que articula algo del orden del deseo. No se trata de una formulación necesariamente en la dimensión de lo simbólico, una formulación a través de la palabra.
Se trata de un niño de cinco años, los padres consultan porque presenta mutismo. Prácticamente no habla. Es trillizo, va a jardín de infantes en una escuela que porque tiene una sola sala de cinco años están juntos los tres. Los padres dicen que no pelea por su lugar, se aleja cuando ellos están con los hermanitos. Luego de las entrevistas con los padres comienza a venir a sesión y él no tenía idea de qué era esto de venir a análisis. Además estaba aún en el tiempo de constitución de las operaciones de la subjetividad. Por ejemplo había un cuadro en mi consultorio, de una mujer que estaba de perfil y me decía Se va a dar vuelta y me va a mirar o iba a la ventana del consultorio y me decía Los edificios están pegados al cielo.
Vale decir que RS I no tenía todavía los empalmes borromeicos. Y en ese momento, entonces, él me preguntaba si cuando él estaba ahí mis hijos lo estaban mirando: Tus hijos me están mirando? Entonces yo le respondí que cuando estaba con él y con otros nenitos como él, que eran mis pacientes yo no estaba en ese momento con mis hijos y que cuando yo estaba con mis hijos no estaba con él. El cada vez que venía a las sesiones y hacía dibujos, al irse ponía un circulito, como si lo firmara, Yo no entendía de qué se trataba hasta que un día viene y me habla mientras hace el circulito de las piedritas que están abajo.
Efectivamente en el edificio de mi consultorio había una obra en construcción y había piedritas, entonces a mi se me ocurre decirle Lo que pasa es que cada vez que vos venís y ves esas piedritas te acordás que viniste la vez anterior y viste esas piedritas, pero cuando subís al consultorio, vos me contás cosas distintas cada vez. Vos sos el mismo que siempre ve esas piedritas, pero cada vez que venís se te ocurren pensamientos y sentimientos distintos cada vez. A partir de eso mi intervención apuntaba a la dimensión temporal que en él todavía no estaba formada viene un día muy apurado corriendo, agitado, yo no entendía y me dice: Ahora sé porqué vengo acá: porque cuando venía, venía pensando que tenía ganas de tirar a tus hijos por el balcón. ¿No es preciosa la formulación? Él tenía ubicado que cuando él venía yo estaba con mis hijos, entonces, cuando él iba a llegar iba a agarrar a mis hijos y los iba a tirar por el balcón. O sea, considero que ahí fue el tiempo como de entrada en análisis de este niño en el sentido de ocupar un lugar en el deseo del Otro.
Un lugar que tiene que ver con la falta en el Otro, este objeto que se construye en transferencia. Mis hijos, no eran mis hijos de la realidad, eran ese objeto que tenía que ver conmigo, pero eran objetos separables. Él ubica mis hijos como aquello que me lo puede poner y sacar, que cuando me lo saca se pone él. Mis hijos es el lugar que él no ocupa, y que porque él no ocupa lo desea, lo causa para venir a ocuparlo desesperadamente, sacando a quien tenga que sacar. Entonces, en ese sentido, esto es el motor de un análisis para un niño y para un adulto también. Pero es algo que se construye en transferencia, para otro puede ser otra cosa. Esto tiene que ver con las marcas del sujeto, que construye con su analista ese objeto en el acto analítico.
Aurora Favre.
LIBERTAD Y DETERMINACIóN EN LA DIRECCIóN DE LA CURA. Aurora Favre.
Me planteo hacer algunas articulaciones acerca de la cuestión de la causa para desarrollar su incidencia en la dirección de la cura, para ello me voy a servir de una viñeta clínica y de un comentario de la película Bleu de Kieslowski.
Beatriz, joven de treinta y cuatro años, profesional se queja de no tener nada propio, de que trabaja permanentemente para los otros. Cada vez que hace algo que considera un logro, como comprarse una casa propia, cosa que no hicieron sus padres, le surge pensar que algo va a ocurrir.
Lo interesante es el forzamiento que hace para sostener esta idea, como por ejemplo cuando, luego de comprarse la casa, su socio tiene un accidente de auto, ella lo relaciona con eso que tenía que ocurrir A partir del accidente del socio quien viajaba con su hijo, en el que quedó destruido el auto pero ellos se salvaron porque estaban atados, esta joven presenta un insomnio pertinaz. Al interrogarla sobre el mismo dice que no puede sacarse de la cabeza una imagen. Se trata del dibujo realizado por su hermana unos días antes de morir, hace dieciséis años, en un accidente de auto en el que manejaba su padre y otra de sus hermanas quedó con una discapacidad motora. Ese dibujo forma parte de una serie que encontró en este momento a propósito de la mudanza, con la cara de una mujer con expresión de dolor. Junto a los dibujos encuentra doblada una hoja de revista donde había una propaganda que sirvió como modelo de los mismos, con una leyenda que dice use cinturones de seguridad
El orden de fatalidad que se juega en el si logro algo va a ocurrir. traza un destino de repetición que Lacán, siguiendo a Aristóteles, caracteriza como tiqué. Es decir, azaroso del accidente, se vuelve causa para el sujeto. La característica de traumático lo da el singular encuentro del deseo con lo real, ahí, inasimilable, atando a Beatriz en una determinación que la causa y la aplasta como sujeto.
En muchas oportunidades me había comentado que siendo niña y adolescente ella vivía en pánico en su casa porque todo era improvisación y descontrol, que el accidente trágico, cuando ocurrió fue para ella como algo anunciado. Que tanto su madre como ella funcionaban como cable a tierra de un padre que todo improvisaba El día del accidente era la primera vez que su madre no acompañaba a su padre en un viaje porque iba a otro lugar. Pensó que tendría entonces que acompañarlo ella, pero decidió quedarse a estudiar.
El azar quiso que ella no ocupara el lugar de su hermana muerta. Dice que ella en todo momento cuando va a realizar algo tiene presente estas cosas.
Intervengo planteándole que ella siempre imagina que tiene que controlar todo, para que no pase nada, que todo depende de sus controles. Que quizás ella no puede sacarse esa imagen de la cabeza porque lo que la horroriza es que accidentes pueden haber, pero no es lo mismo estar atado que desatado en la vida. Que todo no se puede controlar, que la muerte existe, pero que sí es posible revisar determinados nudos, determinadas ataduras, como por ejemplo la de ella con su padre. A la sesión siguiente me comenta que pudo dormir y que se tranquilizó con lo que le dije, al saber que hay cosas que ocurren con una determinación independiente de ella, que eso la alivia.
En La Fenomenología del Espíritu de Jéguel, el amo no está a salvo de la muerte y allí está el límite de su libertad, sólo allí se revela la esencia del amo, en el momento del terror. Esta dialéctica es necesario leerla desde la tríada tesis, antítesis y síntesis. El esclavo está enajenado en su experiencia en relación al amo. Pero el amo depende en su reconocimiento como tal de la existencia del esclavo. Esta interdependencia constituye la experiencia alienante. En la antítesis dice yo soy el otro, el otro soy yo Se impone entonces una tercera instancia en la cual la disociación que los vincula se convierta en una síntesis que los una. El amo a través de esta interdependencia se apropia del trabajo del esclavo, pero el esclavo tiene un rédito total si termina con esta situación y esto está representado en la búsqueda de síntesis. En este caso el esclavo se recupera mediante la aniquilación del amo, de modo que entre amo y esclavo la lucha es a muerte. Lacán plantea que Jéguel superó cierto individualismo religioso mostrando que la realidad humana está en el ser del otro, el sujeto no es causa de sí. En el pensamiento jégueliano el Otro va a revestir un doble carácter. Por un lado es lo que me hace frente y por otro es el otro complementario, su presencia me ratifica, como el otro no es yo entonces yo si soy yo
Para Marx el hombre a través del trabajo se produciría a sí mismo, produciendo subjetividad gracias a una obra objetiva. Considera que la experiencia del obrero que es alienante se revertiría obteniendo su libertad mediante el proceso de reconocimiento crítico de esa situación que lo llevaría a una toma de distancia en aras de una transformación del modo en que está planteada la relación. Esto implicaría una transformación de su entendimiento buscando una transformación de su experiencia. A esto llamó proceso revolucionario. En Jéguel encontramos una interpretación de este concepto. Para él es el sentido histórico de una experiencia lo que permite comprender una verdad mas allá de las circunstancias concretas que en tal tiempo tuvo lugar.
Para Lacán ningún sujeto es causa de sí, y en este sentido hay una alienación constitutiva, fundante. Es el significante que cava el vacío, que me divide. Donde soy no pienso, donde pienso no soy, dado que los pensamientos son del campo del Otro, su demanda y el deseo queda como lo no representable. Entre ambos el a. Así el deseo se articula en la demanda en la cual se aliena. En ese sentido una libertad absoluta, es la del amo, es terrorífica, lleva a la errancia, a no tener un lugar en el Otro, es la muerte del deseo, así como la regencia absoluta al deseo del Otro, Otro no barrado, en el sujeto es correlativo a la vivencia de un determinismo absoluto.
La relación del sujeto con el saber y la verdad es fantasmática, en tanto dependemos de una causa que se llama objeto a que nos divide estructuralmente. No hay para nuestra existencia la posibilidad de alcanzar una síntesis que aplaque el malestar, ni de realizar una acción que posibilite alcanzar un saber que cierre la hiancia. Esto es justamente lo que nos causa, lo que hace al carozo de nuestro ser. Es en el discurso analítico la producción del S l al final del análisis. Este amor sólo puede vivir fuera de los límites de la ley. Está más allá de la M P, más allá de uno y otro sexo, en el nivel del objeto como causa y como plus de goce
En la dirección de la cura, en el cada vez de la sesión se plantea un saber hacer ahí donde se juega la repetición en la transferencia como punto de bifurcación hacia lo regresivo y o, conjunción, disyunción, hacia lo progresivo del sujeto causado por el significante y por el objeto entre el goce y el deseo.
La meta del análisis para Lacán es que el sujeto adquiera cierto margen de libertad en relación con el lugar que ocupó como objeto del deseo del Otro. Para ello el deseo del analista debe buscar esa diferencia radical que permita la separación del sujeto en la experiencia de análisis. Pero me interesa ubicar que para que pueda darse es fundamental un tiempo lógico anterior que requiere de la intervención del analista que es el tiempo de la alienación.
El vel de la alienación tiene su soporte en esas dos elecciones que estructuran la posición del amo y el esclavo, y es fundamental para la constitución del objeto a que no es ni del sujeto ni del Otro. El reconocimiento de la pulsión es lo que salva de la ilusión de ser el Otro. Es a partir de la doble vuelta de las polaridades de la pulsión que se instaura la diferencia original del sujeto, en esa disyunción que articula la gramática de la pulsión con la lógica de la falta en el Otro. El fantasma justamente es el montaje que ordena el destino de la misma, de manera tal que para que funcione la enunciación del sujeto en relación al mundo debe pasar por este circuito. De lo contrario el sujeto no tiene lugar en lo que dice y tampoco se afecta por lo que dice o por lo que le dicen.
Beatriz no quiere renunciar a nada que pertenezca al registro del amo mientras, tiene que renunciar a lo más recóndito de su ser en pos de los valores por los que se sacrifica. De ambos lados hay factor letal que la condena a la pérdida cualquiera sea la elección que haga y la lleva a un posicionamiento inhibitorio. Si tomamos su queja pero también su goce ella trabaja para el Otro podemos ejemplificarlo con la dialéctica del amo y el esclavo.
En ese tiempo de su análisis ella tenía dificultades para asociar porque tenía su cabeza envuelta en una nube de palabras y se perdía. Por un lado aparecía la queja respecto de todo lo que tenía que hacer, ella organizaba el trabajo de su socio, estaba en todo, a punto tal que no podía faltar nunca porque si bien el socio era el que firmaba los trabajos, y fijaba los honorarios, ella manejaba todos los hilos. Ella hacía falta en el Otro y no podía faltarle. Por otro lado planteaba que se sentía de esa manera, paradojalmente, totalmente libre, que no quería atarse a nada, que no quería compromiso de ningún tipo.
La intervención analítica apunta a este lugar de fijación que la retiene alienada al goce del Otro, haciendo ofertas que anticipan la demanda aún no instalada.
Decide la compra de la casa, después de mucho trabajo, pero esta vez para tener algo propio y se organiza para concretarlo, lo que la lleva a realizar una serie de inscripciones, cuenta bancaria, tarjeta de crédito etc.
En un tiempo anterior, a medida que se van destrabando una serie de inhibiciones, se le presenta, y trae a análisis la fantasía de escriturar esa casa a nombre de su madre y de su hermana discapacitada haciéndose cargo de lo que su padre no pudo hacer.
En transferencia Beatriz trae la escena del accidente del socio como algo del orden del destino es lo que debía ocurrir pero en esta oportunidad ella descubre una diferencia, al estar atados se salvan. O sea el cinturón de seguridad es un instrumento, un objeto separable del otro, es algo que se puede poner o no, dando cierto margen a su subjetividad.
A partir de ubicar la falta en el Otro ella puede orientarse, esto es pone coto a lo que era vivido como una determinación absoluta. A su vez este objeto al mismo tiempo que pone coto al goce del Otro, impide que haga signo con él. Ella no tiene que hacer necesariamente lo mismo que hizo el padre, ella puede si se apropia de su deseo, cosa que no pudo hacer su hermana, hacer una diferencia.
Ella pasa de estar como sujeto en el punto de alienación a poder separarse de esta determinación absoluta, desprendiendo un objeto del sentido del Otro, objeto separador. Libertad que la recupera de un tiempo de afánisis, de inhibición.
Beatriz dice que ahora entiende porqué su padre trabajando tanto como lo hacía, siempre se quejaba como si su trabajo fuera para los otros, no obteniendo nada para sí. Que ahora ella puede darse cuenta que su padre siempre quiso volver a su país de origen, que nunca se adaptó y como consecuencia de ello vivían encapsulados dentro de la colectividad. Que no pudo hacerse cargo de ese deseo, mediante una elección, quedó ambiguamente, estando y no estando.
Beatriz no sólo no podía hacer ningún proyecto, tampoco enamorarse, siempre estaba de paso, partiendo, como si no pudiera fijar un lugar. La única vez que convivió con un novio ella lo dejó ir porque coincidió con el tiempo en que su padre enfermó gravemente y ella sólo tenía tiempo para él. En ese momento ya muerta su hermana, se había convertido en la única responsable del grupo familiar formado por su hermana discapacitada y sus padres, ya que la otra hermana se había ido a vivir al exterior.
Beatriz resignifica la compra de su vivienda con haber elegido vivir, en su adolescencia había hecho un intento de suicidio, me dice que ella ahora siente que empieza a estar registrada, tiene tarjeta de crédito, cuenta bancaria, le llegan papeles a su domicilio con su nombre. En sucesivas sesiones comenta que ahora siente la cabeza despejada, y que empezó a sentirse con la posibilidad de hacer proyectos, que esto le produce alegría que siente en el cuerpo. Por primera vez, empieza a registrar a compañeros de trabajo y a estar atenta a la mirada de uno de ellos.
Considero que hay un tipo de libertad, que lleva a una errancia en la medida que no hay articulación entre la pulsión y el significante de la falta en el Otro, a diferencia de otra que implica el sinsentido del sentido del Otro, propia de un final de análisis.
Quiero seguir mi trabajo abordando ahora el comentario de una película, para dar otra vuelta de tuerca, por lo tanto sacar otra diferencia, al tema propuesto. Se trata de la película Bleu en donde entiendo, la protagonista hace un recorrido por sus cuestiones que daría cuenta de un final de análisis. Todo lo que la protagonista va viviendo la atraviesa en su cuerpo como sustancia gozante, y ella va pudiendo en su lazo con los otros, lazo de alienación en un tiempo, y de separación en otro hacer con eso un sinthome.
Me refiero a la película de Krzsysztof Kiesloswki Bleu donde el realizador polaco trata la cuestión de la libertad como parte de la trilogía, además de fraternidad e igualdad, inspirada en los ideales de la Revolución Francesa y los colores de la bandera. En un reportaje sobre la película dice decimos constantemente que queremos ser libres, pero casi todo lo que hacemos conduce a la negación de nuestra propia libertad. Agrega que lo paradójico es que la libertad es un concepto contradictorio con la naturaleza humana, es un ideal con el que no sabemos cómo vivir cuando nos acercamos a él. Que la vida humana está compuesta de azares, pero también existen el destino y la libertad individual. En Bleu vemos el resultado de estos tres factores.
El film cierra con la Epístola a los Corintios, su sentido enlaza con la posibilidad de que el amor sea la única luz real y segura de la que podemos disponer, pero no solamente el amor entre un hombre y una mujer, sino también el amor en general, el amor a los sitios, al país, a los niños, a una imagen. Sin embargo, dice Kieslowski el amor también entra en contradicción con la libertad, ya que cuando uno ama, se hace dependiente y empieza a perder parte de su libertad.
Comienza el film también con un accidente automovilístico en el que pierde la vida el esposo de la protagonista, exitoso compositor, y la hijita de ambos. Hay en el film una escena donde inmediatamente después del accidente, ella busca ingerir pastillas pero no puede, no se anima. Le preguntan en un reportaje periodístico, si es cierto que ella era quien componía las partituras de su marido. A partir de ésto se apropia de un deseo de saber que la causa en una búsqueda En el film es una imagen, una fotografía, lo que le posibilita a la protagonista emprender un trabajo doloroso. Yuliét descubre mediante esta fotografía, como el dibujo que encontró Beatriz durante su trabajo de análisis, que su marido desde hace varios años tenía una amante En el momento del accidente sin mediar una elección por parte de él y de su amante ha quedado embarazada. Se trata de un saber no sabido al que arribará Yuliét tras la muerte de su marido.
Esta búsqueda la lleva a una serie de elecciones que implican una pérdida pero también una ganancia que no es sino redistribución de goce. Este movimiento de pérdida y apropiación a partir de la falta en el Otro, es lo que Kieslowski ubica como libertad, a partir del cual no se perderá melancólicamente. Haciendo el duelo del objeto, se salva de la melancolización.
Durante el transcurso de esta serie de movimientos que realiza, entrega los bienes de su marido al hijo por nacer, mientras se apropia de la partitura que quedó inconclusa, de la obra Es conmovedor ver y escuchar cómo la obra está escrita en su cuerpo, que se prolonga en la hoja pentagramada donde estampa su firma junto a la de su esposo muerto. Una y otra vez ella va al encuentro de su madre que está internada, alienada en un hospicio. Una y otra vez la madre la confunde, no la reconoce, siempre sentada frente a la televisión, no queriendo saber, no queriendo vivir. Yuliét no sólo decide vivir sino también amar a alguien que la ama de otra manera, la causa para que ella pueda apropiarse del objeto de su deseo, para que ponga límite al goce del Otro, con su obra, con su saber hacer.
Entiendo que lo que podría llamarse dependencia de la protagonista con su marido implica un modo de relación que podemos ubicar en el tiempo de la alienación que tiene su soporte en esas dos elecciones que estructuran la posición del amo y el esclavo.
En relación al personaje de la película vemos el mismo movimiento del objeto: retenido en el marido, la no reacción de Yuliét ante la noticia de la muerte de éste da cuenta de la muerte del deseo en esa pareja que se resignifica cuando ella se entera de la relación con la amante, y en la búsqueda sexual desesperada, compulsiva del músico colaborador del marido. Esto sucede cuando se topa con la pérdida de la hija en la impresionante escena del chupetín. Se libera a través de la producción de la obra, de lo que entrega al hijo del marido y en el encuentro final de la pareja vía deseo.
Es el significante de la falta en el Otro lo que posibilitará jugar con su pérdida, poder faltarle al Otro. Se separa del sentido del Otro y esto es lo que Lacán conceptualiza como libertad. Decimos pérdida que da orígen a una causa. Repetición.
En la repetición no se busca placer en la rememoración, sino que hay una tendencia a repetir y lo posible a repetir es algo que no haya hecho memoria.
La alienación es fundamental para la constitución del objeto a que no es ni del sujeto ni del Otro. Y es justamente lo que posibilita, pérdida mediante, el encuentro con un nuevo sentido a partir del sinsentido del sentido del Otro. Esto es la otra cara de la libertad del sentido, es la contingencia de la determinación. Este sinsentido, que no hay que confundir con el sinsentido para quien nada tiene sentido, no es una ausencia de deseo, no es una errancia, sino todo lo contrario.
Aurora Favre.
LA TRANSFERENCIA EN SUS LÍMITES. Aurora Favre.
El concepto de transferencia es uno de los cuatro conceptos que Lacán toma como fundamentales para abordar lo que acontece en la experiencia analítica. Me propongo a través de la clínica del autismo interrogarla en sus límites a fin de reflexionar sobre las condiciones que deben darse para el establecimiento en el niño analizante y la implementación de la misma como resorte en la cura por parte del analista.
Se me plantean múltiples interrogantes con el autismo en el niño. Sus movimientos, su palabra cuando la hay, sus gestos, ¿a quién se dirigen? Su cuerpo que se presenta ante mi mirada y que fuga de mi contacto, ¿qué lo anima? ¿Qué es mi cuerpo, mis gestos y mi palabra para él?
La clínica Lacániana considera el lugar del niño como nudo en la estructura, dirá Lacán que es el verdadero objeto a, posibilitando la escucha y la intervención analítica desde distintos lugares: el lugar de los padres, el lugar del niño. El analista implementa intervenciones desde las intersecciones de los diferentes registros, real simbólico imaginario.
Las estructuras clínicas implican una respuesta, en el sentido del genitivo objetivo, a la pregunta por el deseo del Otro que conlleva a una elección con respecto al deseo y al goce del Otro, pero es recién en la pubertad que se definirá la modalidad del goce. El analista está en posición de semblante del objeto que el analizante le transfiere. El niño autista no cuenta con recursos ni simbólicos ni imaginarios para responder y no articula demanda alguna al analista.
Voy a tomar algunas viñetas clínicas del mismo niño que tome en un artículo llamado Autismo y destinos de pulsión, Reunión Lacánoamericano 1989.
Martín en los comienzos del análisis, seis años, no me dirige la mirada, camina constantemente, derriba todo a su paso y no permanece en el consultorio. Delimito su errancia al espacio de la terraza contigua al consultorio. Cuando quiere alcanzar algo toma mi mano como si fuera una prolongación de la suya, por ejemplo pone la suya sobre el picaporte para poder salir, o sea no me demanda nada. Esta es la característica fundamental del autismo, la no instalación de la demanda. En el tiempo de constitución de un sujeto, en el tiempo de la crianza, el grito es transformado en demanda, en llamado, en quiere decir algo a partir de la respuesta que el Otro Primordial da. Para esto el Otro en el lugar de la madre, mamá papá, tiene que suponer del lado del grito un sujeto. O sea que la respuesta, S 2, otorga al grito su valor, S 1. En esta retroacción el grito adquiere la cualidad de erigirse en un significante que representa a un sujeto a advenir. En el niño autista el grito no pudo ser escuchado, por eso no tiene una referencia a partir de la cual localizarse. No está encerrado en un sí mismo sino que no tiene sí mismo, el niño autista no ha podido alienarse en el campo del Otro. En tanto no hay apoyatura en la mirada, en la audición del Otro no hay pantalla de proyección para verse, para sentirse, no hay superficie vista u oída y entonces el niño se transforma en una cosa como diría Mélani Klein.
En las entrevistas de padres Martín es presentado como una máquina de destruir, el padre comenta a veces me da ganas de tirarlo por la ventana cuando rompe algo que es mío.
La madre dice que ellos estaban separados cuando se dio cuenta que estaba embarazada y que llamó al papá de Martín a raíz de que a ella se le había muerto su padre y Federico no sabía nada. Además dice la mamá yo creía que iba a nacer muerto porque tuvimos un accidente de auto durante el embarazo, conducía Federico y se quedo dormido al volante.
En el primer tiempo de su análisis como analista me ubico en la posición de acompañarlo para que su actividad tome para él una versión diferente de la de ser una máquina que todo lo destruye. En las entrevistas con los padres al escucharlos Martín deja de estar en el lugar de la palabra no dicha.
En una sesión Martín en su fuga, se trepa por el cerramiento de la terraza, levanta la piernita como para arrojarse, y en ese momento gira la cabeza como mirándome sin ver. Me aproximo e introduzco lo siguiente, tomo una pelotita de felpa y la arrojo por donde el quería irse y lo invito a ir a buscarla. La segunda vez da grititos cuando la encuentra, grititos que yo acompaño. Se trata de un grito que no es llamado. En los horarios de sesión es traído por su mamá pero el parece no registrar cambio alguno cuando se separa de ella. A partir del juego de la pelota comienza a hacer lo siguiente: cuando llega a sesión en lugar de entrar al consultorio, busca la pelotita y la tira por el mismo lugar por donde la mamá partió. La vamos a buscar, me toma de la mano y me arrastra para ir a buscarla, dando grititos y en un momento dado cuando encontramos la pelotita de los grititos recortó acá está a partir de una entonación, de una modalidad sonora que lo permite en el momento en que encontramos la pelota. Este es el único momento en que siento que me registra en ese placer de encontrar la pelota.
Me encuentra, nos encontramos a nivel del objeto. A partir de ese momento circunscribo el estar en la terraza solo a ese momento. Cuando llega, luego de ese momento, entro al consultorio y me instalo. El al rato entra, pero se ubica en la ventana del consultorio que da a la terraza, dándome la espalda. Introduzco el mismo juego de la pelota pero entre la ventana y la terraza. A partir de este momento lo espero en la sala de espera con la pelota, el entraba prácticamente llevándome por delante, tomándola dice acata y sonríe. A partir de ese momento cuando Martín toma la pelota y dice acata introduzco en el espacio entre el niño y la madre chau mamá, la madre le dice chau Martín. En la sesión siguiente observo que cuando la madre dice chau Martín no lo mira, me mira a mí. No hay intercambio de miradas entre el niño y la madre cuando circula el significante. Esta situación la trabajo con los padres en una entrevista, la madre dice cuando hablo con Martín tengo la impresión de que no existo para él. Entiendo que como consecuencia del valor de la palabra en transferencia, en la siguiente sesión en que se repite la misma secuencia aparentemente como siempre, en esta oportunidad Martín tomando la pelota va saltando y diciendo todo el tiempo chau mamá. Llega al consultorio y esta vez se dirige al espejo y dice mirando su imagen, con la pelota en sus manos chau mamá. Le digo mamá se fue, vos decís chau mamá, Martín. Da vuelta la cabeza y esta vez por primera vez me mira, no me atraviesa con su mirada, mira nuevamente su imagen y dice Martín y me da la pelota en mis manos.
Entiendo que en un comienzo, el Otro para Martín, en su clausura autista, es algo a ser derribado como las sillas en un movimiento de fuga permanente. Mi intervención como analista con el objeto pelota introduce una alternancia, presencia ausencia, que corta el continuo de su errancia de un cuerpo puro real. El movimiento continuo lo suspende cuando toma la pelota esperando que lo acompañe para ir a buscarla. Toma la diferencia que introduje con la pelota y hace de la diferencia llamado. En un principio el encuentro con la pelota no es un reencuentro aun. De sus soniditos recorto el acata que es un significante que nombra al objeto pelota, me nombra a mí como analista, lo nombra a él encontrándose con placer en el objeto. El Otro queda incluido en el objeto, y el significante que representa al objeto y el significante que representa al Otro están ahí en inclusión recíproca. Como analista en la transferencia introduje diferencias significantes: el acata en el lugar del ruidito, y esto permite un corrimiento. Corta el continuo de la motricidad para nombrar al sujeto y al Otro con un significante tomado del Otro. En la secuencia del espejo el chau mamá mirado por la madre y el chau mamá mirado por mí en la escena del espejo hace una diferencia que permite verse y nombrarse. La pelota es aquello que él segrega como no siendo todo en la imagen. Esa diferencia en la sesión de análisis la establece mi presencia como analista. El objeto pelota es un punto x que no es recubierto ni por la imagen ni por la palabra, que lo sostiene a él en la imagen libidinizándola y me ubica a mí en la escena analítica. Pero el sujeto del lenguaje se mueve entre las marcas del Otro pero también en su referencia al goce, al objeto. Es el campo de la pulsión que se constituye o no en demanda al alcanzar sí o no al Otro en su recorrido.
Recordemos que el objeto pelota se constituyó para el niño en ese chispazo del encuentro del sujeto y el Otro, objeto que reencuentra con una sonrisa al tomar la pelota y no necesitar ya, llevarme por delante. A partir de este objeto pelota pienso la libido, nombrada por Lacán como un órgano no imaginario, irreal pero que se encarna.
Entiendo que el autismo permite interrogarnos acerca del estatuto del Otro en psicoanálisis necesario para hablar de transferencia, también situar que es la cuestión del saber y del saber supuesto. Pero para esto es necesario interrogarnos acerca de donde surgen los significantes, de donde surgen los primeros nudos de significación constitutivos de la realidad. Para que se instale la transferencia es necesario que el analista ocupe el lugar del Otro, pero este lugar es en la transferencia acorde a la estructura de la que se trate. Para el niño autista el analista no ocupa el lugar de semblante en la medida en que no hay mutación de lo real en significante. El analista está en la transferencia en posición de objeto, de manera que este no semblante es el semblante para esta estructura.
Froid nos indica en Dinámica de la transferencia que en análisis nada puede ser captado o destruido in effigie in absentia.
Me voy a servir de una viñeta clínica que Lefort comenta respecto de Marie Francoise, niña autista, voy a tomar la sesión que concluye con la irrupción del primer significante papá. ¿Qué ha posibilitado esa eficacia en el acto del análisis? Lefort comenta que ante el plato de arroz con leche Marie Francoise se paraliza y desarrolla una intervención: lleno esa cuchara y la pongo a su disposición para hacerle comprender lo que le digo, que se dirige a suscitar su demanda, el único resultado es su perplejidad y se dirige a la ventana, nótese la insistencia de la ventana en esta estructura con anterioridad al espejo, a lo escópico, pero sin el grito de la víspera como si percibiera que su demanda podría formularse por el lado de la cuchara y ya no por el lado de la ventana, se escucha una analista palpitando en su deseo de ocupar un lugar para la niña analizante. En el silencio que sigue surge la voz del médico, de visita en la habitación contigua. Dice Lefort Marie Francoise se aparta de la ventana de la ausencia y se vuelve a mí para decirme papá. Y continua, para Marie Francoise el Otro es el médico, y agrega, es cierto que esta presencia se manifiesta en otro registro que lo escópico donde se manifiesta la ausencia. La presencia del Otro induce la presencia de Marie Francoise, pero es a mí a quién manifiesta esta presencia, puesto que es a mí a quien lanza el significante papá, como si yo me encontrara en el sitio del significante de la ausencia, y ella nombrara al Otro más allá de mí. Este es el sitio normativo del padre.
Lo anterior me permite reflexionar acerca de la Presencia del analista como lugar significante de la ausencia que sostiene momentos transferenciales que repiten en la escena analítica la forma del borramiento, del ausentamiento, previo a lo escópico no constituido aun, previo a la transferencia imaginaria. Es por el afuera como exterior, constituido en la voz del médico, en elisión de la mirada del médico sostenida en transferencia, por la mirada de su analista, lo que constituye para Marie Francoise una referencia respecto de la cual se puede localizar, un en donde a partir del cual ella siente su presencia, desde donde lanza a su analista el significante. Vemos que el hablar no es solo el decir significantes, sino decirlos desde un lugar que me representa no ya en el sentido de la marca sino del objeto de goce.
Se trata de espacios que se constituyen en transferencia, en el acto analítico con niños pequeños en proceso de constitución subjetiva o en niños con patología severa durante el proceso de una cura.
Generalmente se hace hincapié en la necesidad de una pasividad por parte del analista debido a que una posición más activa frustraría los intentos del sujeto de separar el objeto del Otro e impondría la pasividad del sujeto cayendo en una bulimia mental u oral.
Considero que más que pasividad o silencio implica una posición del analista específica que implica una maniobra en la transferencia, en este tiempo anterior a la instalación de la demanda. Para que se instale la transferencia es necesario que el analista ocupe el lugar del Otro. En autismo como no hay mutación de lo real en significante, no hay semblante, el goce no tiene límite, es el poder del Otro que reina, el goce del otro, y el sujeto queda excluido del saber. Considero que el silencio o la no intervención alcanzaría si ya se hubiera constituido la mutación de lo real en significante, pero en este tiempo del análisis esto debe ser una operación a construir en transferencia tanto en relación a la marca como en la relación con el objeto. El analista en su función debe velar para que se arme el lugar vacío enmascarándose en el objeto, objeto que en su recorrido contornea un vacío. Se trata de una oferta que anticipa una demanda. Esta oferta es del orden del inanticipable, es por ejemplo la pelotita de felpa que arrojé en el lugar en que este niño analizante era arrojado en su arrojo, drang, es una diferencia pero que tiene una lógica en el movimiento del cuerpo del niño que en mi deseo de analista produjo una lectura que se hizo letra.
En Pulsiones y Destinos de Pulsión, trabajo presentado en la Reunión Lacánoamericana 1989, planteaba que en el autismo no se da la operación de alienación o división del sujeto, en tanto no están dadas las condiciones para el montaje de la pulsión por predominio de pulsión de muerte. Esto no permite que la pulsión se articule a la demanda. Para desarrollar esto me serví del ordenamiento que Lacán hace en los Cuatro Conceptos Fundamentales del P.A. respecto de la conceptualización Froidiana de Pulsiones y Destinos de pulsión. Plantea que en la superficie del yo primitivo resulta lo que viene de afuera que se articula con el campo del Lust, placer, se desprende el UmLust, no yo, esto es, aquello que es irreductible a la dimensión del placer. El funcionamiento homeostático no logra reabsorberlo. Lo que estructura el placer ofrece ya una incipiente articulación posible de la alienación. Pero el rasgo unario no es un objeto del lust. Al campo del lust pertenece el narcisismo y su término es la identificación. Es el reconocimiento de la pulsión lo que permite construir el funcionamiento de división del sujeto o alienación. En el autoerotismo se da el surgimiento de objetos que son buenos porque son buenos para mí. En el autismo no hay el reconocimiento de la pulsión, hay un forzamiento de la misma y no se da entonces la permutación entre lo que admite no fuga y lo odiado como exterior.
Esto permite situar el trabajo que realizó un niño que, como tantos otros, tomaba los significantes del Otro y se ubicaba en una relación de exterioridad. Saluda a Silvina le decía la madre y él entraba a sesión y decía saluda a Silvina. En el comienzo de su análisis, durante muchas sesiones quedo fascinado por una gata que estaba en el consultorio de la analista. En su presencia hacía aleteos con su cuerpo, decía pica, pica, pero no la podía tocar, pedía de inmediato que la sacara, pero todas las sesiones volvía a pedir por ella. Luego en otro tiempo de su análisis no solo la tocaba sino que la hacía objeto de todo tipo de calamidades, pidiendo luego a su analista que la encerrara afuera. En una sesión cuando la analista la lleva afuera a la gata, él cierra el consultorio, la ventana y desde ahí, llama a su analista. Desde afuera la analista dice ¿quién me llama? y por primera vez dice yo, Agustín. Entiendo que este niño, gracias a su análisis pudo tramitar lo insoslayable, lo que no admite fuga permutándolo por lo odiado como exterior, antes de esta expulsión fundante y constitutiva, el niño se mantenida en una fortaleza vacía.
En el año 1973 Lacán trabaja en Encore la transferencia como enamorodiación. La ambivalencia implica que el amor y el odio son sentimientos contrarios pero que apuntan a un mismo objeto. La enamorodiación implica que el verdadero amor desemboca en el odio. ¿De qué odio se trata? La transferencia para Froid es el lugar del saber que reúne el amor de transferencia. Etica del amo que domina las pasiones acorde al principio del placer. En Más allá del Principio del Placer Froid descubre que en nombre del buen uso de los pequeños placeres se cede cada vez más sobre el goce. Dice Philippe Julien nos interese encontrar el límite a esta ética, aquel de la transferencia. Aparece cuando se lo franquea, y eso que lo franquea es el amor. El odio no es querer mal a otro, eso es agresividad, el odio no es lo contrario al amor, es el medio para desuponer el saber supuesto de un saber sobre el Bien. El odio es negación, caída de un saber sobre el Bien. Más allá de la imagen, habito el goce del cuerpo del Otro. Pero eso es otro tiempo, implica otro posicionamiento en relación al Otro y al objeto, implica el poder armar una demanda. Implica la presencia de un Otro no intrusivo, que vela.
Un niño cuya cura en su dirección había seguido las trazas del objeto mirada, en un primer tiempo se ubicaba debajo del escritorio apilando objetos, no toleraba ni mi mirada ni mi voz. La madre era una catarata de palabras que cubría todos los espacios, y el padre me decía ¿no ve usted que tiene una cara de raro? En un primer tiempo del análisis mi intervención consistía en dejar autos, con los que estaba todo el día haciéndole girar las ruedas, y entregarle la sustracción de mi mirada y de mi voz, me ponía a mirar otra cosa, que él, por ejemplo, hojeaba una revista. En un segundo momento, a raíz de que sacaba compulsivamente los faros de los autos, me enmascaro en el objeto autos sin faro que no lo ve. Presencia del analista, que implica velar, para que con un objeto ponga coto al goce del Otro, que le permite poner en activo lo que vive pasivamente, que arrase en tanto se siente arrasado, haciendo obra con un saber hacer. Traigo esta viñeta para comentarles que al cabo de un tiempo de análisis no solo aceptaba ser mirado, ser escuchado y escuchar, sino que instaló una pregunta que hace a su lugar en el Otro y al tema que estamos tratando. Con la misma especie de objeto que predominaba en su análisis, un día me pregunta: ¿tus hijos me están mirando? Intervengo en el mismo registro en que la pregunta se plantea y le digo que cuando estoy con él no estoy con mis hijos y cuando estoy con mis hijos no estoy con él. Un día llega a análisis y me dice ahora sé porque vengo acá, porque cuando vi que llegaba tuve ganas de ver a tus hijos y tirarlos por la ventana. Mis hijos en la transferencia es el lugar que no ocupa y porque no ocupa lo lanza a desear apasionadamente.
Aurora Favre.
DE LA Cuestión DEL SER DEL ANALISTA. Liliana Paula Cohen.
Agradezco la invitación a tomar la palabra en el marco de estas Jornadas.
Abordaré la cuestión del ser, para tematizarla en lo que al analista concierne.
Comencemos por decir que el acto analítico, eso hace algo y concierne al sujeto del deseo. No al ser.
Por el contrario en el corazón de la experiencia analítica está la falta en ser.
Por lo tanto, se abre una primera pregunta: en qué lugar se trata que un analista se sitúe para sostener la posición pertinente al acto analítico?
Tomemos en este caso lo que Lacán dice en Dirección de la cura.
Allí leemos Es sin duda en la relación con el ser, donde el analista debe tomar su nivel operatorio
Entonces por qué vía se produce la operación del desser? Por la vía del análisis del analista?
Ahora bien, el psicoanálisis se trata de una particular experiencia de lo real en la transferencia.
Esta praxis que opera sobre lo real por la vía de lo simbólico, está articulada a una ética, la ética de lo real del deseo. Se trata de una ética del bien decir que pone en juego la relación del sujeto a la verdad, y en su cúspide la cuestión del deseo del analista.
El deseo del analista, que es deseo sin sujeto, es el instrumento pivote de la cura. Se trata de un deseo advertido que ha pasado por la experiencia de la castración?
Ahora bien, de qué se trata la noción de semblant de objeto. Nos dice Lacán, va directamente al carozo de la posición del analista en la medida que le reclama sostener un lugar vacante, desprendido tanto de su ser como de su existencia de sujeto. Podríamos decir, que es la condición del analista no poder responder más que con su propia dificultad de ser.
Por lo tanto, en lugar del ser, la formación habilita el saber estar ahí, y el saber hacer ahí.
Si bien el analista no sabe lo que dice, debe saber lo que hace, vale decir en qué dirección conduce una cura.
Entonces la pregunta para un analista no es si hizo bien o mal las cosas, sino qué hizo, juicio que la dimensión del acto analítico pone necesariamente en juego. Hace a la ética que articula la estructura de la experiencia analítica.
En el Seminario de la Ética, leemos: Elegir como patrón de medida de la revisión de la ética del Psicoanálisis a la relación de la acción con el deseo que la habita.
Aquí yace la experiencia de la acción humana, y porque sabemos reconocer mejor que quienes nos precedieron la naturaleza del deseo que está en el núcleo de esta experiencia, una revisión ética es posible, un juicio ético es posible, que represente esta pregunta: Ha usted actuado en conformidad con su deseo?
Para el psicoanálisis se es culpable si se renuncia al deseo.
Del lado del analista la cuestión también se articula por la vía de dar razones de su práctica, de interrogar su clínica.
La acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto llegue a reconocer y nombrar su deseo.
El acto analítico es por estructura incompleto e imperfecto.
Se trata de un acto que sólo en esa causalidad invertida que es el aprecúp, es decir a partir de sus efectos se constituye como causa.
Ahora bien, el analista no sabe lo que dice pero debe saber lo que hace, decíamos anteriormente.
Esto implica un juicio sobre su acto. Hay para esto una razón de estructura que está en su fundamento, una parte de su acción permanece velada para el analista.
Un analista es al menos dos, el que soporta el acto, y el que luego reflexiona sobre su acción, nos dirá Lacán.
Desarrollaré brevemente lo que concierne a los pagos que el analista debe poder efectuar para sostener la posición pertinente al acto.
De principio digamos que en el depósito de fondos de la empresa común, el analizante no es el único con sus dificultades que pone toda la cuota
El analista efectúa cuatro pagos.
Paga con palabras, si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva al efecto de interpretación. Dimensión ésta que concierne al registro de lo simbólico.
Paga con su persona, en la medida en que por la transferencia es literalmente desposeído de ella. Se trata de la presencia necesaria en tanto presta su persona como soporte. Dimensión imaginaria del dispositivo.
Paga con un juicio sobre su acción, puesto como ya lo habíamos dicho, una parte de su acto permanece velada para su agente. Esto hace del lado del analista a la dimensión real.
También paga un analista con su nombre propio, en tanto en la transferencia éste deviene un significante cualquiera.
El analista se hace causa del deseo del analizante, está en posición de agente del discurso del analizante.
La formación del analista y el autorizarse de sí mismo y de algunos otros, hace posible ocupar un lugar vacante para que se realice el deseo del Otro.
Así podemos leerlo en el Seminario de la Transferencia.
La transferencia, es importante decirlo, no es intersubjetividad, más bien concierne a una disparidad subjetiva.
No hace a dos deseos que supuestamente se recubren. Por otra parte, no es lo mismo el lugar en que el analizante ubica al analista, que el lugar pertinente desde el que se produce una intervención analítica.
Lacán nos dice, entre el analizante y el analista hay el muro del lenguaje. Es una manera diferente de decir aquello que Froid situaba como die dritte Person.
La dimensión transferencial no es un lazo de dos, hay siempre tres.
El analista da su nada, su falta de ser, esto es opera con el deseo del analista.
Una última pregunta para ir concluyendo.
Cuándo se enreda los pies un analista?
Qué podríamos decir en ese sentido? Cuando pone en juego algo del orden del ser?
Entonces podríamos decir, por ejemplo, que un analista se enreda si pone en juego la contratransferencia?
Froid nos dirá que la contratransferencia es la neurosis del analista.
Las pasiones del analista y sus prejuicios hacen obstáculo a la marcha de la cura y no constituyen guía alguna, como se sostuviera en alguna corriente teórica en la historia de la práctica del psicoanálisis.
A la vez si el analista quiere el bien del analizante, educa, repite aquello en lo que ha sido formado e incluso torcido?
Por más que al analista le tiente convertirse en maestro, modelo e ideal de sus pacientes, por más que le seduzca crear seres a su imagen y semejanza, deberá recordar que no es esta su misión en el vínculo analítico. De esta manera lo escribe Froid.
Ahora bien, convocado al lugar de objeto del fantasma en la transferencia, si se identifica a él, y no hace de semblant de a, la marcha de la cura se complica.
También podemos acotar que un analista puede enredarse si en lugar de caer del lugar de Sujeto supuesto saber en el momento en que la transferencia lo convoca a la caída, ejerce en sentido contrario alguna resistencia y convoca algo del ser.
Quedaría de esta forma encarnando al hipnotizador, y no, al hipnotizado.
Asimismo si un analista se identifica al objeto causa, y cree que la eficacia de la cura es su eficacia, da consistencia a alguna ilusión.
Si bien es cierto que la cura no avanza sin conducción analítica, eso no es atribuible a las virtudes de quien ocupa el lugar, sino a su correcta ubicación en el dispositivo. Dimensión ésta que si, es responsabilidad del analista.
Entonces se tratará de un saber hacer ahí con el deseo del analista como instrumento?
Deseo del analista que ha pasado por la experiencia del Inconciente y la castración?
Hasta aquí por hoy.
Gracias.
Liliana Paula Cohen.
DE LOS TIEMPOS INSTITUYENTES DE LA SUBJETIVIDAD. Liliana Cohen.
Los tiempos de la infancia implican el pasaje desde una posición en la que el niño se encuentra sujetado en tanto objeto de y para el deseo del Otro materno, hacia otra posición que implicará la posibilidad de asumir una palabra propia.
Tarea que supone hacer lugar a la función paterna, lo que desde la perspectiva del sujeto infantil implica el atravesamiento de la crisis edípica articulada necesariamente al complejo de castración.
Del estadio del espejo al complejo de Edipo, se trata de que el niño pase del predominio imaginario del falo a la asunción del falo como significante, instrumento del orden simbólico que rige la ley de los intercambios, y que, sólo en tanto para el sujeto tome su pleno valor de significante, le permitirá ubicarse en la cadena de las generaciones, reconocerse en un linaje y una filiación, así como también le permitirá la asunción de su imagen corporal.
Los tiempos de la infancia son los tiempos en que se dialectiza este pasaje donde de lo que se trata es de la simbolización de lo imaginario para arribar al punto en que, sólo gracias a la intervención de la función fálica se producirá el anclaje necesario por el cual el significante se articula al cuerpo, produciéndose el recorte del objeto, como objeto pulsional.
El niño está construyendo su neurosis, tiempo de la constitución del Otro, desde el punto de vista del sujeto, tiempo de la represión, tiempo donde el sujeto será lo que un significante representa para otro.
Ahora bien, en los tiempos instituyentes de la subjetividad, de qué se tratará en un análisis?
En primer lugar, podríamos decir, que en general son los padres los que consultan por su niño. Acuden en el punto donde su propia constelación edípica se encuentra implicada.
El síntoma, la inhibición o la angustia del niño, los confronta con una dificultad para seguir sosteniendo la función parental que en ellos se encarna.
Es así que un mensaje del niño destinado al lugar del Otro no puede constituirse, escucharse, poniendo en evidencia un obstáculo en la construcción del nudo de la subjetividad.
Lacán nos recordará que un niño está hecho para que el nudo se haga bien.
A los padres de Hans no les gustaba que éste les planteara enigmas.
No nos resulta agradable que desde ahora nos empiece a plantear enigmas.
El niño comienza a articular sus preguntas por motivos narcisistas.
La puesta en cuestión de la posición de falo imaginario, esto es, la unidad narcisismo madre fálica, pone en movimiento el trabajo del aparato psíquico.
En Hans, las primeras erecciones, eficacia anticipada del Nombre del Padre, conmueven el goce del Otro y abren a la dimensión del goce fálico. Hasta allí, el niño contaba siendo el objeto para el goce y el deseo del Otro materno.
Se anuncia de esta manera una instancia de corte, y la angustia sobreviene en el punto en que este puede no producirse, esto es que Hans quede solidario enganchado al lugar maternal, esto es, que el paso hacia el propio deseo pueda no franquearse.
Es por eso que aparece el Pferd significante en lo real que viene a cumplir una función de soporte y apoyo de la falta.
El significante fóbico comporta así un valor de solución de compromiso para el franqueamiento de la crisis edípica en el sentido de que el partir del goce incestuoso se haga posible.
Se trata de un recurso simbólico jugado en la escena de lo real.
Ahora bien, el padre de Hans, desde una posición de enganchado a lo materno, no puede producir la herida que su hijo le reclama?
Y a la vez, la madre de Hans está dispuesta a perderlo como objeto que colma su falta y sostiene su goce?
Por ello Froid nos advertía que el análisis con un niño pone en juego también algún influjo analítico con los padres.
Un analista en los tiempos instituyentes de la subjetividad no entrará en juego como representante ni de la realidad, ni de los adultos significativos para un niño.
Sólo se tratará de saberhacerahí, saberestarahí, como partenaire del juego de un niño, sin ofrecer alguna consistencia de ser.
Un niño en análisis, también dice necedades, pero éstas circulan por vías específicas al tiempo de la estructura estructurándose. Es por la vía del juego y el dibujo, junto a la de la palabra, que un análisis avanzará hacia su fin.
En los tiempos de la infancia, la dirección del trabajo de análisis, es hacia la construcción de la falta y del objeto.
Froid decía: con el juego un niño pasa de pasivo a activo, esto es pasa del lugar de objeto del goce y el deseo del Otro a sujeto de su propio juego.
El juego hace lugar a lo nuevo, y a la vez interpone con esto una barrera, una frontera al goce de la madre.
Jugar en análisis produce eficacias, imaginariza lo real y construye una red de significante, un saber en la medida que un niño se va apropiando de los significantes que lo marcaron.
Se abre la dimensión de la ficción, la del equívoco y la cuestión de la verosimilitud.
De Subversión del sujeto extraigo el siguiente recorte: Es la metáfora en cuanto que en ella se constituye la atribución primera, la que promulga el perro hace miau, el gato hace guau, con lo cual el niño desconectando a la cosa de su grito eleva el signo a la función del significante, y por medio del desprecio de la verosimilitud, abre a la diversidad de las objetivaciones por verificarse de la misma cosa
Clivaje, entonces, del disfraz y la cosa?
Ahora bien, decíamos anteriormente, un analista juega en la transferencia. Pero se abstiene de gozar allí, es la misma ética la que subtiende un análisis más allá de los tiempos de la estructura produciéndose.
Un analista tiene el lugar de un análisis, en el sentido de sostener una escena, pero lo hace desde el deseo del analista, desde el desser. Por tanto, la formación del analista es el recurso indispensable para ocupar el lugar pertinente a la dirección de la cura.
Para concluir, me gustaría decir, que el análisis de un niño no es ni pedagógico ni preventivo.
Concierne al trabajo para que el niño no se constituya en objeto condensador del goce del Otro materno, que pueda así salir del pequeño circuito materno, reconocerse con su dignidad de sujeto y abrir la puerta para ir a jugar.
Liliana Cohen.