".... incluso para el niño, por mucho que se crea lo contrario, el padre es quien no sabe nada de la verdad." (2)
Sigmund Freud contaba cuarenta y cuatro años cuando escribió ese texto inquietante y revolucionario para su época, clásico e ineludible para la nuestra, "La Interpretación de los Sueños".
Lacan lo recuerda en su seminario, en marzo del 70, a propósito de las causas que le dieron origen. "Según el propio Freud, "La Interpretación de los Sueños", surgió de la muerte de su padre" (3).
En ese tratado, Freud relata la profunda impresión de una escena vivida a los diez o doce años, pero recordada por él como un conmocionante y perdurable acontecimiento.
Curiosamente, la escena, se ha convertido en un clásico. Me preguntaba por qué no cesa de relatarse, no obstante ser harto conocida. Talvez, como ocurre con todos los clásicos, ella extracta alguna verdad universal para el ser humano.
El padre lo llevaba consigo en sus paseos y le hablaba sobre las cosas de este mundo para mostrarle cuán mejores eran los tiempos que le tocaban a él vivir. En sus diálogos le contaba: "siendo muchacho, me paseaba por las calles del pueblo donde tú naciste, un sábado; llevaba un lindo traje con un gorro de pieles nuevo sobre la cabeza. Vino entonces un cristiano y de un golpe me quitó el gorro y lo arrojó al barro exclamando: "¡Judío, bájate de la acera!" (4). Ansioso por conocer el desenlace, Sigmund, el joven hijo, le reclamó saber al padre: "¿Y tú qué hiciste?". La respuesta obtenida tuvo un tinte decepcionante: "me bajé a la calle y recogí el gorro". Al escuchar sus palabras, la reflexión del muchachito reflejó su desazón: "Esto no me pareció heroico de parte del hombre grande que me llevaba a mí, pequeño, de la mano" (5).
A Freud le impresionó descubrir precozmente la estatura del padre, hombre grande que se había 'bajado' de su altura.
Sin embargo, no todos los niños ven a su padre grande, ni en todos anida la percepción decepcionante. Algunos padecen los estragos de la desmedida inconsistencia descubierta precozmente, algunos devienen escritores, (6) otros psicoanalistas.
Al indagar los tiempos, destiempos y contratiempos, en la constitución de la estructura en mi práctica del psicoanálisis con niños, me pregunto ¿es lo mismo cualquier tiempo de la vida para dimensionar la estatura del padre?
¿Cuáles son las consecuencias de un descubrimiento precipitado?
Podría aducirse, me respondía, cuán improbable es el hallazgo de una vara justa para tomar con exactitud su medida. No obstante, también es cierto, que la imposible exactitud del cálculo, el hecho constatable de un imposible 'rapport sexual' entre padres e hijos, no impide a los analistas mensurar los efectos que, esa falta de proporción, determina en la estructura, las fallas diversas de la función paterna y el tiempo del sujeto en que son descubiertas. Dicho de otro modo, hay fallas y fallas del padre, y tiempos para reconocerlas.
Las versiones del padre
Cada época histórica ha tenido una versión de qué es un padre. Esto equivale a decir que ha tenido una respuesta a la persistente pregunta. El saber popular lo reitera: la madre es certa y el pater incertus est.
De lo universal en el ser humano a lo particular en que abrevan las contingencias, es en lo singular del sujeto que se aúna lo uno con lo otro.
Saber quién es el padre no es sencillo, se dice que es una cuestión de fe; será por eso que, en algunos casos, ese saber deviene discurso religioso. Especialmente, si se llega a confundir, inadvertidamente, fe con creencia.
Saber y Creencia: una breve reseña.
La relación entre saber y creencia ha interesado a los teólogos, a los filósofos, a los lógicos y también a los psicoanalistas.
En la Edad Media, se consideraba la creencia como equivalente a la fe. Dentro de ese marco se estableció el debate, indagando la relación entre creencia y ciencia, creencia y saber, y también, entre creencia y razón; estaban justamente en juego las "verdades de fe".
Abrevando en la propuesta de San Agustín, quien afirmó: "creemos para conocer, no conocemos para creer" (7), San Anselmo desarrolló el "Credo ut Intelligam", "creo para comprender".
Fundamentando en la creencia el acceso al conocimiento, algunos sostuvieron, ante el conflicto entre ciencia o racionalidad, que había que abandonar la razón y entregarse a la creencia. Fue la línea en la que tomó sustento el "Credo Quia Absurdum", "lo creo porque que es absurdo", adjudicada a Tertuliano.
La polémica no fue menor en la antigüedad. Los filósofos griegos se abocaron a interrogar el saber, acentuando el discernimiento entre la apariencia y la verdad del ser. Por ese sesgo, Platón señaló la diferencia entre el oscuro mundo de creencias, en las sombras de la caverna, y el descubrimiento de la verdad y la esencia, alcanzada por la vía de la sophia, la sabiduría.
Posteriormente, Aristóteles retomó el guante y adjuntando la importancia crucial de alcanzar el conocimiento de la causa formal, sostuvo no solo que es necesaria la definición de la esencia, sino alcanzar lo que constituye la cosa (8).
Atizando la polémica, algunas perspectivas acentuaron la diferencia entre saber vulgar, como experiencia de la vida, y saber culto, observado en la ciencia.
Desde aquellos remotos tiempos hasta nuestros días, la discusión continúa moviendo las aguas del pensamiento científico, que con frecuencia se desliza a asimilar el saber al conocimiento.
Jaakko Hintikka, el lógico finlandés heredero de la tradición de Von Wright, en el siglo pasado escribió "Knowledge and Belief". Desde una perspectiva lógica epistémica, abordó, meticulosamente, la lógica de las dos nociones: saber y creer, considerando un análisis de los términos en tanto modales, (9) no descriptivos.
En su famoso texto, apoya sus afirmaciones en el concepto de sentencias máximamente consistentes, piedra angular de la teoría lógico contemporánea. Para Hintikka "un conjunto tal es consistente, si no es contradictorio" (10). Su lógica confronta y distingue, con seriedad y fineza, una teoría de las modalidades epistémicas relativas (11), referidas a lo que sabe cierto sujeto, asiento de una lógica del saber, de las teorías de las modalidades doxáticas relativas, atinentes a lo que cierto sujeto cree según la lógica de la creencia, dependiente de la opinión.
Al seguir los pasos de su abordaje, despertó mi interés un dato curioso. Aunque Hinttikka asimila saber a conocer, no elude mencionar la tesis de John Austin, quien toma el sesgo de acentuar, en los enunciados, la enunciación. El autor de "How to do things with words" (12), afirma que "quienquiera que diga "yo sé que..." no está usando estas palabras para expresar algo verdadero o falso; en todo caso, esta fórmula verbal tiene una función ritual: la de dejar constancia de su autoridad."
Recorrer la multiplicidad de enfoques colocados en el abordaje del tema a lo largo del tiempo, no solo me resultó apasionante para desenmarañar los términos. Me hizo evidente, sobre todo, el interés que su tratamiento ha promovido en los hombres a lo largo de la historia y la complejidad de sus definiciones.
El psicoanálisis, indudablemente, heredó un debate de siglos al que Jacques Lacan, por su parte, añadió un grano de arena cuando colocó el sujeto supuesto saber del costado de la suposición con el fin de formalizar el concepto de transferencia (13).
De larga raigambre filosófica, retomada por los psicoanalistas (14), la suppositio, suposición, es una de las propiedades fundamentales de los términos. Es aquello a que se supone puede responder un nombre, la suposición está íntimamente relacionada con la teoría de la significación" (15).
El debate, y el recorrido por los diversos campos del saber, acrecentó mi perspectiva inicial por interrogar el lugar del padre en el análisis de un niño. Sobre todo, a la luz de la incidencia que su función hace recaer en los efectos constituyentes de la transferencia.
Siguiendo ese derrotero, me propuse retomar el hilo de un tema que había promovido mi inquietud hace unos años (16) para seguir, en esta nueva vuelta, interrogando las resonancias que la función del padre imprime a las vicisitudes sufridas por el saber en los tiempos de la infancia.
El Padre en el Nudo de la Transferencia
Las vicisitudes del saber, en los tiempos de la infancia, muestran su eficacia no solo a la hora de constituir la estructura en la promoción de los tiempos del sujeto. Tampoco reducen su incidencia, como factor determinante en la definitoria construcción del fantasma, a los tiempos en que se engendra el objeto. Su importancia, se muestra, asimismo, decisiva y manifiesta, cuando imprimen su destino a la transferencia. Desde los tiempos constituyentes de la transferencia en la infancia, a los constituidos que le siguen, los límites del saber, en aquellos primeros tiempos, ofrecen sonoras estridencias en los últimos tramos de la cura. Específicamente, frente a la caída del Sujeto Supuesto Saber al fin del análisis (17).
Mi hipótesis es que, el fin del análisis, que no es lo mismo que la terminación, depende de los comienzos que no siempre coinciden con los inicios. Considero que el momento de concluir el análisis, se presenta solidario del modo en el cual se constituyó la transferencia en cada uno de los tiempos de la infancia. Depende de cómo se cursaron esos tiempos, cuándo el niño formuló preguntas buscando saber (18). Desde ese momento en que la pregunta se dirige al Otro real, hasta el momento manifiesto en que alguien puede hacerse preguntas, no solo hacérselas a otros, cada tramo, cada paso, cada pregunta, señala un tiempo del sujeto.
Lo cierto es que, ese recorrido se halla preñado de contingencias y, frecuentemente, en lugar de pasos da saltos.
El final del análisis, condensador del costado real en la transferencia, se hace dependiente no solo de cómo se haya anudado la creencia de saber, la suposición de saber y la falta de saber, en los primeros tiempos, sino también de cómo han cursado sus destinos cada uno de los tiempos del sujeto.
Hace unos años los escribí en el nudo borromeo, a propósito de distinguir lo Real de la transferencia, de lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario en la transferencia (19).
Cuando vuelvo a las escrituras nodales ofrecidas por Lacan, siempre evoco sus palabras sobre el verdadero interés del nudo: su interés clínico.
Alentada por su oferta y mis preocupaciones clínicas, me atreví a proponer la escritura de la creencia de saber, la suposición de saber y la falta de saber anudados, y acuñar asimismo, la importancia del anudamiento para la eficacia de los tres.
Dando un paso más, y siguiendo el eje del lugar del padre, el saber y la creencia, me pregunto, ¿Cuál a de ser el lugar del padre en el anudamiento necesario pero contingente entre la creencia imaginaria, la suposición simbólica y la falta de saber real?
El padre de Lacan
El padre para Lacan es el padre del nombre. Lo escribió Nombre-del-Padre, con guiones, como una unidad, para resaltar la afinidad entre el nombre y el padre. De esa manera, el padre dá nombre y también es padre por el nombre. Él es deudor del nombre.
Verdaderamente, fue en los últimos seminarios de su enseñanza que el padre pasó de ser un lugar en el deseo de la madre a tener nombre propio, realizándose su función como nominación. Punto nodal en la teoría del concepto, la nominación, que no debemos confundir con la operatividad significante, cumple su función al enlazar lo Real. Pero, ¿qué Real?. Lo Real del goce.
Al decir "yo soy tu padre", quien lo enuncia, hace con su decir, que su deseo no sea anónimo. Asimismo, al nombrar hijo al niño que tuvo con una mujer, su deseo deja de ser privado y se inscribe en lo público social. Dando ese magno paso, recorta goce en tres vectores: en dirección al hijo, al indicarle una con la que no ha de gozar: "Con esta que es tu madre, no, es mi mujer,". En el vector de la madre, al hacerla no-toda madre, cuando la desea como mujer. Y el de él mismo, colocándose ante la castración que delimita la père-versión y orienta el goce enlazado al deseo.
Esta trama, direccionada por la nominación, reclama, sin embargo, ciertas condiciones para su realización. En primera instancia y como condición sine qua non, el enunciado "yo soy tu padre" se sostiene, si y sólo si, funciona la autoridad que da respeto y amor al padre.
La Autoridad: El Respeto y el Amor al Padre.
¿Cuándo el decir de un padre tiene autoridad y merece respeto?.
El enunciado "yo soy tu padre" gana autoridad si incluye el valor ineludible de la enunciación. Sólo alcanzando su valor performativo, como lo subraya Austin y menciona Hintikka, transmite la castración, al hacer de una mujer objeto a, causa de su deseo.
Así lo expresa la afirmación de Lacan en su seminario R.S.I, en el que la negación restrictiva se hace evidente para afirmar la condición de posibilidad que otorga derecho al padre para aspirar al respeto y al amor.
"Un père n'a droit au respect, sinon á l'amour, que si ledit, ledit amour, ledit respect est -vous n'allez pas en croire vos oreilles- "père-versement" orienté, c'est-a-dire fait d'une femme objet petit a qui cause son désir." (20)
Por el contrario, cuando la castración se pregona pero no se trasmite, "el niño tendrá razones para restarle creencia al decir del padre" (21). La perspicaz observación de Freud muestra el sesgo ineficaz de ese padre teórico que fue el de Juanito (22).
A la luz del historial, no parece gratuito otorgarle o no creencia al decir de un padre.
El decir del padre, su nominación, asumida por el sujeto como creencia, acarreará en su beneficio, una ganancia extrema, la de colocarlo en las antípodas, diferenciando su estructura entre neurosis, psicosis y perversión. La asunción de la creencia conlleva, lógicamente, una contracara para el sujeto: la no certeza, condición del supuesto saber.
De ese modo, el aporte de la suposición, incluida por Lacan para designar la transferencia, revela un perfil de enorme importancia al relevar la función del supuesto saber más allá de la creencia. Es evidente su manifestación transferencial: el analizante puede creer que el analista no sabe y sin embargo suponerle el saber. Haciendo pie en su valor enunciativo, que hace lugar a la verdad del padre aunque él no sepa de ella, el decir del padre gana autoridad para anudar la creencia a la suposición y a la falta de saber.
Si Lacan pasó del Nombre-del-Padre a los nombres del padre, fue para señalar que la nominación es necesaria para cada uno de los tres: lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. La clínica nos enseña que su realización no sólo es contingente, sino imposible de realizar sin resto. Las vicisitudes y fallas de la operación realizada, en cada uno de los tiempos de la infancia, se contabilizarán luego, sea cuando el análisis anuncia su fin o en el análisis terminable o interminable, según los restos "no solucionados" como le dice el padre de Juanito a Freud.
"El resto no solucionado es que Hans se devana los sesos para averiguar qué tiene que ver el padre con el hijo, puesto que es la madre quien lo trae al mundo. Se lo puede inferir de preguntas como: ¿No es verdad que también soy tuyo?. (Quiere decir, no sólo de la madre)." (23).
En el análisis de un niño parece ineludible atender al modo en que se va entramando la creencia, la suposición y la falta de saber. Sus consecuencias ofrecen variantes en los tiempos constituyentes de la transferencia expresados en inhibiciones, síntomas o angustias en la relación del sujeto al saber.
Recuerdo la consulta de unos padres. En las primeras entrevistas, relataron que el padre no había deseado tener un hijo y que, al recibir la noticia que su mujer estaba embarazada, no quiso tenerlo. Ella insistió y el niño nació. Finalmente los problemas en la pareja llevaron al divorcio aunque no a la separación. Seguían discutiendo amarga y persistentemente.
Cuando llegaron a mi consultorio, el niño tenía unos diez años y estaba bastante grave. Padecía de un descreimiento generalizado y un notorio desinterés. Se negaba a venir a verme salvo con el papá, a lo que accedí. Jamás me hablaba y permanecía sentado e inmóvil en las rodillas del padre, escuchándolo hablar y hablar de su pequeño hijo y de su preocupación. Pero lo notable para mí, era escuchar al padre hablar del niño siempre por el nombre, sin referencia a la filiación. Cuando lo escuché por primera vez nombrarlo "mi hijo", me dirigí al niño y le pregunté con prudencia, intentando no violentarlo, si prefería jugar con el papá. No creo que haya sido casual que en ese momento hablara. Asintiendo y mirándome con expresión revitalizada, dijo: "Quiero que mi papá me busque." Felizmente el padre, que para entonces amaba a su hijo y deseaba su mejoría, aceptó jugar el juego no solo de buscarlo, también de nombrarlo hijo. Las cosas empezaron a ir mejor.
Lo cierto es que, aunque "el padre no tenga un nombre que le convenga sino el Nombre de Nombre de Nombre. Aunque no hay Nombre que sea su Nombre-Propio sino el Nombre como ex -sistencia" (24), para alcanzar el límite de la estatura del padre, para dimensionar su altura, para ir más allá de él, al fin del análisis, el sujeto debe haber dicho sí (25) a cada uno de los nombres del padre en la infancia. Para eso no solo es necesario que el padre nomine sino que el sujeto le otorgue, inicialmente, creencia a su decir.
Alba Flesler.
Coloquio "Situación del psicoanálisis y del psicoanalista en el 2006". En conmemoración de los 150 años del natalicio de Sigmund Freud. Escuela Freudiana de Buenos Aires. 2006.
NOTAS:
(1) Texto escrito de la ponencia: "El Padre, Saber y Creencia", en el "Coloquio por los 150 años del Natalicio de Freud", Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, Argentina, 28-29 de Abril de 2006.
(2) Lacan, Jacques: "El Reverso del Psicoanálisis", 1969-1970, Ediciones Paidós, Buenos Aires, 1992, Libro 17, Pág. 138.
(3) Ibíd.,Pág. 129.
(4) Freud, Sigmund: "El material y las fuentes del sueño", apéndice b "Lo infantil como fuente de los sueños", en "La interpretación de los sueños", (1900), Obras Completas Amorrortu editores, Buenos Aires, 1984, Tomo IV, Pág. 211.
(5) Ibíd
(6) Flesler, Alba: "Algunas Reflexiones sobre el Retrato del Artista Niño", Joyce- Lacan Symposium, Dublin, Ireland, 16,17,18 y 19 de Junio de 2005. Inédito.
(7) San Agustín: In Evangelium Ioannis, XL, en J.Ferrater Mora: Diccionario de filosofía, Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1994, Tomo3, Pág.721.
(8) Aristóteles : Obras Completas, Editorial Gredos: Madrid, 1988/2005;
(9) Hintikka, Jaakko: "Saber y Creer, Una introducción a la lógica de las dos nociones", Editorial Tecnos, Madrid, 1979, Pág. 12.
(10) Ibíd. Pág. 19.
(11) Ibíd. Pág. 16.
(12) Hay versión en castellano, Austin, J. L.: "Palabras y Acciones, Cómo hacer cosas con palabras", Editorial Paidós, Buenos Aires, 1971.
(13) "On trouve done là défini ce que nous avons désigné dans la suite comme le support du transfert: nommément le sujet-supposé-savoir"
Lacan, Jacques: "Fonction et champ de la parole et du langage en psychanalyse", en Écrits, Éditions du Seuil, Paris, 1966,Pág. 308.
(14) Rolando Karothy, Ricardo Rodríguez Ponte y David Susel: "De la suppositio al sujeto supuesto saber", en Suplemento de las Notas, La Transferencia, Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, 1984, Págs. 81-98.
(15) J.Ferrater Mora: Diccionario de filosofía, Editorial Ariel, S.A., Barcelona, 1994, Tomo3, Pág.3421.
(16) Flesler, Alba: "El tiempo de las preguntas", El Sigma, Buenos Aires, 2001
(17) Lacan, Jacques: "Fonction et champ...Pág. 308.
(18) Flesler, Alba: "El tiempo.......
(19) Flesler, Alba: "Lo Real de la Transferencia. Lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario en la Transferencia." Cuadernos Sigmund Freud 20, El Acto Psicoanalítico: transferencia, creación, ética, Editado por la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, 2000, Pág. 115 - 122.
(20) Jacques Lacan: Seminario 22 R.S.I., clase del 21 de enero de 1975.Versión de M. Chollet.
"Un padre no tiene derecho al respeto, si no al amor, más que si el dicho, el dicho amor, el dicho respeto está - no van a creerle a sus orejas - père-versement orientado, es decir hace de una mujer objeto a minúscula que causa su deseo."
Jacques Lacan: Seminario 22 R.S.I., clase del 21 de enero de 1975. Traducción de la versión de M. Chollet por Ricardo E. Rodriguez Ponte, pág. 50.
(21) Freud, Sigmund: "Análisis de la fobia de un niño de cinco años", (1909), Obras Completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, Tomo X, Pág. 29.
(22) Flesler, Alba: "Tres Versiones de la Impotencia del Padre", (Página web Escuela Freudiana de Buenos Aires). Presentado en Reunión Fundacional para una Convergencia Lacaniana de Psicoanálisis, Barcelona, España, octubre de 1998.
(23) Ibíd. Pág. 83.
(24) Lacan, Jacques: El Enmascarado, 1974, Conjetural, Revista Psicoanalítica, Nº 1,Ediciones Sitio, Buenos Aires, agosto 1983.
(25) Didier-Weill, Alain: "Le trois temps de la loi", Ed. Du Seuil, París, 1995.