DE LA NEUROSIS A LA FEMINIDAD. Mabel Rodríguez Gamallo.

Tiempo de Lectura: 21 min.

(*) Presentado en el Espacio de la Clínica de los Martes: EFBA; 2001.

Muchas veces recibimos consultas de mujeres que tienen una pésima relación matrimonial y sin embargo, no pueden separarse de sus maridos. Puede pasar también, que luego de un arduo trabajo de análisis lo logren o que, finalmente, decidan separarse sus cónyuges, pero a posteriori ellas no vuelven a estar con un hombre. En algunos casos, la dificultad se origina en un duelo no elaborado; pero en otros, sale a la luz que el haber arribado al matrimonio no significa que se haya accedido a ofrecerse como objeto del deseo del hombre. Puede ser sólo el medio de tener hijos. El caso de Dora nos orienta en ese sentido. También llegan a la consulta mujeres apartadas de la sexualidad desde siempre.

Partiendo de las diferencias del caso por caso, y situándonos en el campo de las neurosis: ¿por qué algunas mujeres no pueden sostener el juego de hacer semblante de objeto a del fantasma masculino? ¿por qué esto se puede revertir a través del análisis sólo en ciertos casos? ¿ qué tramo de escritura faltante se podría constituir o no, en la transferencia? Sabemos que en la teoría lacaniana la relación de la mujer al falo, menos limitada al tener que la del hombre, le da la posibilidad de una experiencia de goce a la que ella puede acceder si juega ese juego. La mujer tiene la opción ir más allá del goce fálico, de arribar a un goce suplementario, al goce de la falta.

Carolina consulta por una grave crisis de angustia que se desató luego del parto de su primer hijo y que la devolvió a vivir en la casa de su madre.

Cuando pasan 3 meses, en los que no puede hacerse cargo del chico, le pide a una amiga que la derive y llega a una entrevista.

Relata que el embarazo fue buscado y el bebé es del sexo deseado. Los meses de gestación transcurrieron con alegría y sin inconvenientes. Sin embargo, a medida que se la interroga va surgiendo una manera muy particular de transitar ese período. Por ejemplo, no había previsto qué iba a hacer con el bebé cuando debiera reintegrarse a su trabajo de 8 horas diarias, no había NADA pensado al respecto, ni con quien lo iba a dejar, ni cómo. Tampoco se le había ocurrido que el nacimiento de un hijo iba a modificar sus horarios . Que el bebé no se avenga a tomar la teta a las horas impuestas por ella la sume en la angustia. También, la ocurrencia de que no va a saber distinguir quien es la madre.

Otro dato llamativo es el nombre que le han puesto. Coincide con el de un chico que acaba de morir , hijo de su mejor amiga del secundario. Lo justifica diciendo que había sido elegido cuando estaban de novios.

Carolina y Fabián, su marido, transcurren los fines de semana y las vacaciones en compañía de la familia de ella. El fue invitado por su futuro suegro, a los 19 años, a trabajar en su empresa . Comparte las tareas de gerencia con el cuñado.

Carolina es Licenciada en Ciencias de la Educación pero trabaja de maestra diferencial en un colegio del Gran Buenos Aires.

En el transcurso de las entrevistas va relatando la historia familiar. Son 3 hermanos (dos mujeres y un varón), de los cuales ella es la mayor. La madre era directora de escuela y el padre ejecutivo . Gozaron siempre de una excelente situación económica gracias al último que, teniendo sólo estudios primarios, hizo una brillante y meteórica carrera en diversas empresas donde ganó el dinero suficiente como para instalar su propia fábrica.

En la adolescencia ella intentó trabajar allí pero sólo había lugar para los hombres, las mujeres eran consideradas tontas para ganar dinero, de ellas sólo se esperaban las luces de un título. Por eso el padre le dona propiedades, coches y empresa a su hijo y nada a sus hijas. Salvo su esposa, de la que siempre habló con admiración y respeto, las mujeres son menospreciadas por el simple hecho de serlo.

La madre de Carolina aparece como alguien ejemplar que acompañó y colaboró en el ascenso económico familiar . Se encargaba de los hijos dado que el marido no estaba nunca. Supuestamente a él lo entretenía su trabajo, incluso los fines de semana. En este matrimonio había discusiones frecuentes por los affaires amorosos del padre. Finalmente a los l7 años de Carolina la madre decide expulsarlo de la casa debido a que ha realizado una salida con sus hijos y su secretaria/amante. Carolina dice que el padre nunca se hubiera ido si no lo hubieran echado.

Luego de la separación la madre se pasa dos años durmiendo. Carolina es la que se ocupa de los hermanos, arregla la cuota alimentaria, maneja la casa. El padre se instala a vivir con su secretaria y la hija de ésta.

Ambos progenitores tienen serias dificultades para tramitar simbólicamente las situaciones difíciles que deben atravesar. Con los temas conflictivos fluctúan de la renegación a la forclusión; por lo tanto de eso no hablan, ni dan lugar a que lo hagan los hijos. Es así que nadie pudo expresar el dolor, las preguntas, los miedos, la bronca que generaba la separación .

La imposibilidad de elaborar este duelo se evidencia en que nunca se divorcian legalmente a pesar de que el padre tiene un nuevo hijo . Con el correr de los años la madre puede perder todos sus bienes por los traspiés de la fábrica del "ex" marido , pero ni aún así se divorcia..

A pesar de que el padre estaba poco Carolina recuerda su presencia esporádica ayudándola a hacer ejercicios de matemáticas o enseñándole a manejar. También, su fiesta de 15 años o su casamiento. En ambas oportunidades él le abrochó el vestido y entró orgulloso con ella del brazo. Fueron fiestas espectaculares que él pagó. El padre también la iba a buscar a la salida de los bailes, porque coincidía con la hora en que él volvía a su casa. Todos dicen que para el padre ella es algo especial. Que la mira y se embelesa. La ve fuerte y decidida como él.

Un dato destacable es el aspecto físico de Carolina: pulcro pero marcadamente asexuado, carente de coquetería. Usa joggins amplios y baratos que contrastan con el Rolex que le regaló el padre para sus 15 años, no se pinta, le sobran algunos kilos de los que se queja sin convicción. Es de destacar que no estamos frente a alguien quejoso, muy por el contrario, su enunciación pareciera provenir de la frase "yo soy rica y no tengo ningún problema". Pero a medida que va relatando su rutina se observa una vida austera y sacrificada que se contradice con su postura. Carolina es una paciente muy difícil de abordar: rígidamente estructurada, segura de todo, sin preguntas ni vacilaciones ; relata hechos y cuando se le señala alguna contradicción , la cierra con una respuesta banal o afirmando que el tema no le interesa.

Afortunada y lamentablemente la angustia persiste el tiempo suficiente como para que vayan abriéndose diversas cuestiones. Se empieza a interrogar por su actividad laboral y se despliega entonces su identificación con la madre y su dificultad para superarla.

El cuestionamiento de su trabajo arrastra la interrogación por el de su marido. ¿Por qué está en la fábrica de su padre? La respuesta inicial es que les conviene porque gozan de beneficios económicos por ser él, yerno del dueño. Sin embargo, el marido es muy capaz y con el padre de ella no puede crecer. El padre fue muy exitoso mientras trabajó en relación de dependencia: tenía cuentas en el exterior, coches, propiedades, etc., pero desde que se independizó realiza malos negocios sin dar un paso al costado para que tomen decisiones otros. La fábrica está siempre por quebrar. Fabián ganaría mucho más en otro lugar. ¿por qué continúa allí? Lo primero que aparece es que como el padre era machista no quería mujeres en la empresa, entonces ella aceptó que fuera Fabián, como representante suyo . Por otra parte, Fabián había aceptado porque la oferta económica era buena y para defender los intereses de ella. Esta alianza significaba entonces: mi papá y mi marido me aman por sobre todas las cosas y están juntos por amor a mí.

Repentinamente, esto empieza a ser cuestionado por varios datos que se articulan. Fabián fue abandonado por su padre al poco tiempo de nacer. El padre de Carolina acostumbra adoptar hijos con los que ejerce luego la paternidad más que con los biológicos. El marido de la hermana de Carolina no se adapta a trabajar en la fábrica, renuncia y la relación entre padre e hija se hace prácticamente inexistente. ¿No habrá sido utilizada para proveer un hijo a su padre y un padre a su marido?. Al arribar a esta pregunta le plantea a Fabián que busque otro trabajo donde poder desarrollar sus aptitudes; pero no logra nada pues el marido está más interesado en el padre que en ella..

Un episodio relatado al pasar cobra relevancia. A los 18 años tiene un atraso y le pide a su madre que la lleve al ginecólogo. Este le pregunta si mantiene relaciones sexuales y ella lo niega, creyendo y no creyendo (renegación) ella misma lo que está diciendo. Se entera que está embarazada y luego de hablarlo con Fabián deciden decírselo a la madre .

Lo que ocurre en relación a este hecho es motivo de un largo trabajo en el análisis. Fabián le pide perdón a la madre de ella y esta última les pregunta si quieren tenerlo o no ; como ambos no quieren implementa y paga el aborto. Todo esto transcurre del mismo modo que la separación de los padres, de manera aséptica y desafectivizada, no hay exteriorización de palabras ni de sentimientos. Se produce entre todos un pacto de silencio implícito. Nunca más se menciona el tema, salvo alguna referencia indirecta que realiza la madre en determinadas circunstancias donde se lee que les pasa factura. Al poco tiempo del aborto Fabián, que tiene una madre alcohólica, se muda a vivir a la casa de Carolina. Allí comparte la habitación con el hermano hasta que se casan .

En la actualidad, Carolina dice que le fastidia tener relaciones sexuales. Si no existieran, para ella sería un alivio, no le interesan ni con Fabián ni con nadie. Su marido igualmente no reclama nada.

En el análisis se pudo enlazar a este episodio el origen del desinterés por el sexo. La sexualidad en la que empezaba a incursionar con curiosidad y alegría se transformó en algo negativo.

Carolina alardea constantemente de haber sido siempre perfecta. Fue la mejor alumna durante los estudios: tenía el promedio más alto y nunca reprobó un examen. La mejor de los hermanos ya que fue la única que terminó una carrera universitaria y nunca provocó problemas a sus padres: era obediente, ordenada, inteligente, responsable. Un día, le digo: "Sí, Ud. siempre fue la mejor... , la mejor hija, porque del resto de las cosas no tiene la menor idea".

Esta intervención produjo una conmoción . A partir de ella no volvió a ser la de antes. Se quebró esa posición de certeza inconmovible que me hacía pensar que nunca iba a entrar en análisis, que nunca iba a preguntarse nada. Ya no aparece como la dueña de la verdad y se puede trabajar que si uno es una hija perfecta el precio que se paga es no poder ser mujer ni madre.

Queda embarazada nuevamente, tiempo más tarde, luego de que se pudo articular la crisis de angustia del nacimiento de su primer hijo con el aborto , y se tramitó ese duelo. Aún así, tiene bastante temor, durante el embarazo, de que se repita lo ocurrido anteriormente..

En el ínterin van apareciendo cuestiones que hacen que emerja la pregunta acerca de ¿qué es ser una mujer?. Y allí se dirige a observar a su madre. Esta señora no vuelve a formar pareja. Cuando se repuso de la depresión por la separación, aparecieron algunos pretendientes con los que salió por muy poco tiempo. Carolina piensa que no pudo sostener la escena con los hombres y se retiró. Confirman este pensamiento, comentarios al pasar de su padre que hablan de falta de pasión en su matrimonio. En la actualidad, esta mujer viaja frecuentemente con amigas, trabaja, se ocupa de los hijos y nietos, no parece necesitar una pareja, se muestra satisfecha y contenta con su vida. La segunda esposa del padre, otro referente, más femenino y menos maternal pareciera que puede suscitar y sostener el deseo de su marido; sin embargo, Carolina no termina de sentirse tentada por el lugar que ocupa pues soporta insultos, desvalorizaciones e infidelidades.

Nace el segundo hijo de Carolina y lo recibe sin inconvenientes. Ahí decide interrumpir el tratamiento. Cuando se fue, me retornó la sensación de las primeras entrevistas en las que sentía que estaba perdiendo el tiempo, que era alguien inamovible. Pero, me equivoqué.

Dos años más tarde retorna y cuando abro la puerta del consultorio casi no la reconozco. Aparece una mujer con muchos kilos menos, atractiva, sexy, encantadora. Tiene un amante del que está profundamente enamorada pero con el que hay algunos conflictos .

Este cambio de posición subjetiva no tiene vuelta atrás.

Antes se hacía amiga de los hombres, era uno más. Ahora puede instalarse como mujer frente a ellos. Perdió la virginidad y sale de la endogamia familiar. Como bien dice el refrán lo que no hizo a los 20 años al trote lo hace a los 35 al galope. Cambia varios novios, disfruta del sexo recién descubierto. Al asentarse este cambio, aparece el cuestionamiento de su matrimonio: hay entre ella y el marido una relación fraterna, están más cerca de ser hermanos que de ser marido y mujer. Carolina va a intentar por todos los medios, actings incluidos, despertar el deseo de él. Todo es inútil. Cuando llega a la conclusión de que si el deseo no está, no se puede inventar, aparece la opción de la separación. Pero, separarse de ese marido significa perder al padre. Teme que la excluyan en lo real de su propia familia. Esta idea se fundamenta en el antecedente de la hermana y en que cuando se separaron sus padres el abuelo paterno tomó partido por su nuera y padre e hijo no se vieron nunca más. Por la vía paterna los hijos pueden dejar de serlo si no hacen lo que se espera de ellos y los que no lo son pueden serlo si cumplen con los ideales. Fabián y la hija de la esposa del padre pueden dar testimonio de esto. Se articuló entonces que ella se había esforzado toda la vida por ser la hija perfecta para ser amada por el padre. Ahora se da cuenta que el precio pagado había sido muy alto para el resultado obtenido.

Abandona la docencia y empieza a dedicarse a recursos humanos con lo que quintuplica, literalmente, sus ingresos. Se divorcia legalmente del marido y presenta a su nuevo novio. Por primera vez le demanda cosas al padre y ahí se evidencia lo previsible: que era muy poco lo que podía esperar de él. También por primera vez lo enfrenta cuando maltrata verbalmente a sus hijos, antes ni siquiera registraba que ocurría. Este análisis está aún en curso y se vislumbra el comienzo del duelo por el padre idealizado.

"Yo siempre elegí como esposas a buenas madres" reflexiona el padre frente a Carolina. "Vos sos la reina" afirmó la madre cuando nació. En estas dos frases se puede sintetizar la salida femenina que se le proponía a Carolina. Es interesante que la madre dijo "reina" y no "princesa". Esta madre, incluso en demasía por imposibilidades propias, está dispuesta a dar un paso al costado para hacerle un lugar de mujer en la escena familiar, propicia la identificación. Carolina sabe que cuenta con el amor de ella. Esta mujer no es la madre de la joven homosexual, que no ha hecho elaboración alguna de su narcisismo y no cede un ápice de espacio. Esta mujer no compite con la hija. Por otra parte, con respecto al ex marido, su discurso siempre fue de respeto y admiración, a pesar de proponerse como víctima inocente de sus infidelidades. Sabemos que basta con que el significante del Nombre del Padre sea convocado en el discurso materno para que la función mediadora del padre simbólico sea estructurante. Esta madre le reserva un lugar al Nombre del Padre en la promoción de la Ley.

Se trabajó mucho , en el primer tiempo del análisis, la propensión al pasaje al acto que tenía la madre en situaciones conflictivas. ¿Se peleaban los chicos a los gritos? Se iba por 2 horas y volvía cuando ya todo había pasado. ¿La hermana de Carolina tiene una actitud abandónica con uno de sus hijos? Lo ve, se lamenta pero no interviene para decir o hacer algo. Carolina transitó bastante tiempo el enojo hacia esta madre que inesperadamente "se borraba" y los dejaba huérfanos, que se desresponsabilizaba de los problemas. No obstante, con el tiempo llegó a la conclusión de que no era que no quería hacerse cargo de determinadas cosas sino que no podía: cuando hubo que vender la casa familiar tuvieron que hacerlo los hijos dada la imposibilidad de ella. Es una madre que en vez de sostener a sus hijos, termina sostenida por ellos, principalmente por Carolina. Esta mujer está en déficit con respecto a la función que se espera de ella. Sin embargo, va a ofrecerle a su hija lo que tiene: su casa, sus ahorros, cuidar a los nietos, etc.

Horadar al padre ha sido más trabajoso ya que es difícil que ofrezca su falta. Su discurso de amo provoca impotencia porque no acepta la imposibilidad. Es un padre distante, despreocupado de los problemas de sus hijas mujeres, que tiene serias dificultades en acallar su goce. Desvaloriza al género femenino, declinación de la función paterna, que produce síntomas en Carolina. No obstante, si las hijas van a buscarlo las recibe afectuosamente, pero son una visita y es muy poco lo que está dispuesto a hacer por ellas.

No las rechaza sino que les propone una identificación con el ideal de mujer que posee para sus hijas: estudiar una carrera universitaria, ser madre

La salida femenina fálica, por la vertiente de tener hijos, es el límite al que también arribó la madre de Carolina. El padre real que tendría que operar para hacer corte aquí falla en su función: dice que elige como mujeres a buenas madres. Es lógico entonces que Carolina haya cristalizado en que ser mujer es ser madre. El lugar de fijación de un sujeto no sólo depende del Otro primordial sino también del punto de desfallecimiento de la función paterna.

Cuando la mujer reconoce su castración sucumbe a la envidia del pene, frente a esto puede tomar 3 caminos, uno de los cuales es la actitud femenina normal en la que va a desear conseguir del padre el pene que la madre le ha negado. Luego, el deseo de tener un pene pasa vía equivalencia simbólica al deseo de tener un niño, primero del padre y ante la imposibilidad, de un hombre.

La condición de posibilidad de amar alguna vez a un hombre es haber amado al primero: el padre. Después habrá que poder dejarlo, pero esa es otra instancia. Si no se amó al padre se puede querer tener un hijo pero este hijo no va a ser manifestación de la feminidad.

Freud nos dice que la niña se dirige al padre y se aferra a él como un puerto de salvación; sin embargo, nos advierte que algunas veces el camino al padre se haya impedido por los restos de la vinculación preedípica a la madre. Y otras porque la niña puede verse defraudada en su relación con el padre y retornar a la vinculación abandonada con la madre.

La posición femenina se transmite de madre a hija. La madre con su deseo y sus palabras va a marcar el cuerpo de una hija. Para esto tiene que aparecer como no-toda, sometida a la ley simbólica. Pero también va a ser necesario en la constitución de la feminidad hallar un lugar en el deseo del padre como hija mujer. Por otra parte, que se ame al padre no sólo depende de él sino también de lo que propicie el Otro primordial.

En los casos en los que se combinó, no la dificultad, sino la imposibilidad del Otro primordial en transmitir la posición femenina a una hija (las madres de Dora y de la joven homosexual) con la ineficacia de un padre para hacerle llegar su amor (el padre de la joven homosexual), es donde he encontrado un obstáculo insalvable para transitar el camino de la neurosis a la feminidad.

Si incidía sólo uno de estos dos factores en la estructura, y se establecía la transferencia condición excluyente de un análisis, el recorrido era posible, como en el caso que he relatado.

Mabel Rodríguez Gamallo