EL RELATO DE LOS SUEÑOS. José Zuberman

Tiempo de Lectura: 21 min.

(*) Panel "El relato de los sueños", en el marco del trabajo hacia la Reunión Fundacional para una Convergencia de Psicoanálisis, 13 de septiembre de 1997.

Encontramos en "La interpretación de los sueños" de Freud dos afirmaciones que podemos llamar contradictorias. "un réve c'est un reveil qui comemence"(un sueño es un despertar que comienza), curiosamente escrito en francés, se opone a la otra afirmación más repetida de que "el sueño es el guardián M dormir". El análisis de estas dos afirmaciones contradictorias ¿adónde nos lleva?

El trabajo del sueño, es sin duda una eficacia de lo Simbólico. Así lo manifiesta claramente Freud, de quien leo tres citas:

"Que el trabajo del sueño explote tan sin reparo la ambigüedad de las palabras parece sin duda insólito, pero una experiencia más rica nos lo presenta como un proceso enteramente habitual".

%o cabe asombrarse ante el papel que toca a la palabra en la formación del sueño. En algunos casos, la permutación de la expresión facilita la condensación onírica, que por su multivocidad puede servir de expresión a varios pensamientos oníricos',

"La palabra como punto nodal de múltiples representaciones está por así decir, predestinada a la multivocidad, y las neurosis aprovechan tan desprejuiciadamente como el sueño las ventajas que la palabra ofrece a la condensación y al disfraz. Es fácil mostrar que la desfiguración onírica, saca también provecho del desplazamiento de la expresión. Ya incluso engaña que una palabra multívoca reemplace a dos unívocas, y la sustitución de los giros expresivos usuales y sobrios por una expresión figural suspende nuestra comprensión, en particular porque el sueño nunca anuncia si los elementos que ofrece han de interpretarse en sentido literal o traslativo, ni si es preciso referidos al material onírico directamente o por medio de giros lingüísticos intercalados".

Sin embargo, el trabajo del sueño no logra tan perfecto ajuste a lo Simbólico. Si Freud nos enseña que la interpretación simbólica pacifica el desorden imaginado en el sujeto también nos enseña que no todo deviene significante, Simbólico en el sueño. Los analistas que abusaron de la enseñanza freudiana queriendo hacer de lo Simbólico la estructura lograron más que pacificar el desorden imaginado, adormecer los análisis que condujeron. Abusar de la interpretación simbólica más que pacificar, adormece.

En la enseñanza freudiana el trabajo del sueño no logra tan perfecto ajuste a lo Simbólico. Cuando Freud se ocupa de las operaciones lógicas se esfuerza largamente queriendo que entren en el registro Simbólico. Para dar un sólo ejemplo propone que la causación es figurada oníricamente por una sucesión de sueños en que el primero será la prótasis y el segundo la apódosis. No habiendo figurabilidad para la causa será figurada por la sucesión, dice Freud.

Pese al esfuerzo de querer que todo quepa en lo Simbólico, Freud nombra lo Real en los sueños de diversos modos, puntualmente, como corresponde en psicoanálisis.

El deseo, que es del orden de lo Simbólico, tiene función despertante?, o preguntando de otro modo ¿qué es lo Real en los sueños?

Analicemos un sueño para empezar a responder.

Se trata de una joven señorita universitaria con dificultades en permitir el acercamiento de los muchachos. Un amigo de ella tiene su madre muy enferma. En el sueño dice que: "Estábamos en el cementerio, quería encontrar el cortejo de Luis, lo buscaba desesperadamente por todos lados. Despierto angustiada y me digo cómo pude pensar que se mudó la madre, si anoche hablé por teléfono y aún vivía, su vida pende de un hilo, dirá usted, pero no cayó al pozo del todo, la pobre".

Interpreto: "Para que se encuentre con el cortejo de Luis, una madre debe caer".

A los efectos, escribamos el sueño así "BUSCO EL CORTEJO DE LUIS". Ella despierta angustiada.

Las asociaciones dicen: "cómo pude pensar que se murió la madre, si anoche hablé por teléfono y aún vivía, su vida pende de un hilo, dirá usted, pero no cayó al pozo todavía del todo la pobre".

Interpreto: "Para que se encuentre con el cortejo de Luis una madre debe caer", haciendo alusión a la muy próxima relación de ella con la madre , que le impedía justamente ese acercamiento de los muchachos. Cómo es que en este caso "cortejo" deviene "cortejo" y su búsqueda desesperada, es lo que nos interesa específicamente como analistas de este relato.

"Cortejo" puede ser igual a cualquier cosa menos a "cortejo", el significante no se significa a sí mismo, la imagen del sueño se intenta guardar para que el goce de la mirada no comunique ese saber en relato. Freud va a definir el contenido manifiesto M sueño de dos modos, nunca en relación a la imagen, sino de otros modos. Lo define como el primer relato que hace el soñante de su sueño y como texto sagrado. ¿Por qué esta doble definición, si el relato es hablado y el texto es escrito? Intentemos metemos en esta cuestión recordando antes que el motor del sueño será siempre el deseo indestructible.

La imagen: la imagen es para ver, no es para analizar, en el polo perceptual, siempre hay una cualidad por vez. Lo instalado en la memoria ya tendrá otra estructura, ya pertenece a las huellas mnémicas.

¿Qué sanciona qué es la imagen? ¿Qué sanciona qué ocurre allí, en el polo perceptual? Digamos que solamente el relato; es el relato quien sancionará que tipo de fenómeno sensoperceptual ha ocurrido, una alucinación o un sueño.

El único modo que tenemos de conocerlo es a través del relato, ni siquiera si fuese fotografiable o filmable que es lo que ocurre en el polo perceptual, tendría algún valor esto para nosotros. Lo único que nos dá cuenta de qué fenómeno perceptivo ocurrió es el relato.

Digamos, solamente cuando alguien nos cuenta qué le estuvo ocurriendo en el campo de su percepción, en este contar, en este relato, podemos sancionar si nos está contando un sueño o si nos está contando alguien una alucinación. Caída la imagen, condición del sueño, pasemos al relato. Freud dice que la refundición en lo sensoñalmente intuible es particular del trabajo del sueño". Que el deseo tiene estructura de palabra está muy difundido, pero sigamos un instante más con Freud para afirmar esto mismo. "Todas las tentativas realizadas hasta el día de hoy para solucionar los problemas oníricos se enlazaban directamente al contenido manifiesto, esforzándose por extraer de él la interpretación o fundamentar en él cuando renunciaban a hallar sentido alguno interpretable, sus juicios sobre el fenómeno, objeto de nuestro estudio. Somos pues los primeros en partir de un diferente punto de inicio. Para nosotros, se interpone entre el contenido onírico y los resultados de nuestra observación, un nuevo material psíquico, el contenido latente e ideas latentes del sueño que nuestro procedimiento analítico nos lleva a descubrir. Desde este contenido latente y no desde el contenido manifiesto es desde el que desarrollaremos la solución del sueño. Así pues se nos presenta una nueva labor que no se presentaba a los autores anteriores: la de investigar las relaciones entre el contenido manifiesto con las ideas latentes y averiguar por qué proceso ha surgido, de estos últimos, aquel primero. Las ideas latentes y el contenido manifiesto se nos muestran como dos versiones del mismo contenido en dos idiomas distintos, o mejor dicho, el contenido manifiesto se nos aparece como la versión de las ideas latentes en una distinta forma expresiva, cuyos signos y reglas de construcción hemos de aprender por la comparación del original de su traducción. Las ideas latentes nos resultan claramente comprensibles en cuanto las descubrimos. En cambio, el contenido manifiesto nos es dado como un jeroglífico, para cuya solución habremos de traducir cada uno de estos signos al lenguaje de las ideas latentes. Incurriríamos en error si quisiéramos leer tales signos dándoles el valor de imágenes pictóricas y no el de caracteres de estructuras jeroglíficas".

Para glosar esta cita de Freud uno se podría poner a resolver o inventar todo tipo de rebus desde los que aparecen en las revistas infantiles hasta descifrar los caracteres chinos. Un sol seguido de un dado sería el modo en que el inconsciente cifra soldado en imágenes. Podríamos comprobar a través de este juego que no es el valor pictórico, el valor figural lo que interesa, sino lo que permite su desciframiento.

Este sería el modo en que aparecen los sueños, es decir, el modo en que en el inconsciente se escribe lo que se dice.

Podríamos decir entonces que el sueño es una letra que se escribe en medio de un discurso, es decir, cortejo aparece con sentido de cortejo por el discurso que lo sostiene; el conjunto de las asociaciones de la paciente permite que el cortejo fúnebre devenga cortejo amoroso.

El sueño es una escritura que se inscribe solamente porque se habla, solamente porque el soñante habla. No hay letra sin significante; es el dicho el que da al jeroglífico valor de letra.

Las asociaciones son las que dan al contenido manifiesto este valor de texto sagrado y permiten abordar entonces qué es lo que se descifra en este contenido manifiesto.

Digamos que el contenido manifiesto del sueño es un texto imposible de descifrar si no hay un discurso que se diga en torno a él, es el discurso lo que permite inscribir al contenido manifiesto como una letra.

En la imagen el valor plástico subiste mientras subsiste la frase que lo debe sostener. Es más o menos como cuando se juega a "dígalo con mímica", hay una frase que se dice al oído y mientras la representación plástica sirve para sostener esa frase, esta representación plástica subsistirá. Digamos entonces que guardando la imagen y mirando las letras del jeroglífico, el neurótico guarda su goce de la mirada, y hace indescifrable su saber. Es en la inscripción que se produce en medio del relato que la letra hace litoral entre saber y goce.

El relato permite que se escinda saber y verdad. La verdad aparecerá en lo que se dice, la verdad siempre se dice como ficción. La verdad como plenitud, como toda, no se alcanza; entonces el relato es lo que permite escindir el saber y la verdad; quedarse mirando la imagen es sostener el goce, impedir que este saber se ponga en juego.

En el contenido manifiesto, como podemos ver, está escrito lo que no se dice, pero eso solamente se inscribirá después que alguien diga acerca de ese texto sagrado.

Una vez más el relato, lo que dicen las asociaciones, sancionará el valor escrito de un sueño.

Leo una cita de Lacan:

"Lo real, tal como aparece, dice la Verdad pero no habla y es necesario hablar para decir sea lo que fuera. Por su parte lo Simbólico, aportando por el significante cuando habla, y habla mucho, sólo dice mentiras".

De aquellas primeras citas de Freud que leía (multivocidad de la palabra, ambigüedad de la palabra, etc.), habrá que diferenciar lo que es del significante, del discurso y lo que es de la letra, del escrito. Las asociaciones, cadenas significantes, es lo que va a permitir inscribir algo que está en el contenido manifiesto como letra.

Entonces, podemos decir, el sueño es un discurso que se inscribe por las asociaciones que dijo esa paciente, que son lo único que permitieron transformar cortejo en cortejo. Sin sentido de la letra que se escribe a partir de lo que se dice.

La interpretación es justamente lo que releva la letra del decir, es decir, no hay posibilidad de poder descifrar estas letras antes que alguien diga de ellas.

Decía que la letra es de lo Real, obra como límite, pero si decimos esto también importa aclarar que lo Real en psicoanálisis no es la letra, lo Real en psicoanálisis es la sexualidad freudiana. La letra es de lo Real, pero lo Real no es la letra. Como venia diciendo, hay un límite a todo discurso. Todo discurso limita algo que es imposible de decir.

A este límite en el sueño Freud lo llamará el ombligo del sueño. Dice así: "Aún en los sueños mejor interpretados es preciso a menudo dejar un lugar de sombras, porque en la interpretación se observa que de ahí arranca una madeja de pensamientos oníricos que no se deja desenredar, pero que tampoco han hecho otras contribuciones al contenido del sueño. Entonces es el ombligo del sueño el lugar en que se asienta lo no reconocido".

El ombligo, segundo Real que nombro en el sueño, marca una ausencia. Así como el hombre tiene un ombligo que es marca de una ausencia, la marca de la placenta que ya no está, el sueño tiene su ombligo.

De este sueño, donde había trabajado el término cortejo, y había interpretado: "Para encontrarse con el cortejo de Luis, una madre debe caer', aún queda algo por decir.

Esta chica, tan arisca a dejar que se acerquen muchachos, había tenido tres candidatos que se llamaban Luis, curiosamente su madre es Lucy. ¡Las mismas cuatro letras! Entonces, este sueño a partir de allí pasaba a tener otro sentido. El hecho que haya algo no dicho, que Freud llama ombligo del sueño, es lo que permite continuar el trabajo.

Entonces "Busco el cortejo de Lucy", en parte discute y en parte confirma esta interpretación: "Para encontrarse con el cortejo de Luis, una madre debe caer"; pero en un sentido también lo confirma, ya que lo que le importa a esa chica es el cortejo de Lucy, el cortejo de su mamá. Esto me explica la angustia con que despierta.

Cuando se comprende no aparece la posibilidad de interpretar por eso decía que interpretar es relevar la letra del decir. Cuando lo presenté Rodríguez Ponte proponía leerlo así, sin cambiar una sola letra. "Busco el cortejo de Lucy".

Lo que se me hizo comprensible en esta interpretación fue la angustia con que despertó; la angustia era la separación posible para ella de la madre en que estaba encerrada.

Interrogando lo Real en los sueños hemos nombrado el Real de la letra y el Real del ombligo.

En estos últimos párrafos resumí un trabajo que presenté en Montevideo el 24.11,86 y que está publicado en Cuadernos de Psicoanálisis Freudiano Nro. 7 de la Escuela Freudiana de Montevideo:

"Lo escrito no pertenece en absoluto al mismo registro, no es de la misma calaña, si se me permite la expresión que el significante" dice Lacan en Encore, donde también afirma que 1a letra es radicalmente efecto de discurso.

Incluía en la Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis de Montevideo otro aspecto de la economía del goce al analizar estos sueños:

Un analizante, joven médico nefrólogo, espera se promovido a jefe de sección, promoción en la que se manifiestan las inquietudes de este período de su vida. Había asistido a cierto curso de psicoanálisis en su hospital donde escuchó aquello de que "el sueño es una realización de deseos" y cuenta, para que yo confirme la hipótesis freudiana, un sueño en que su jefe médico le comunica lo tan ansiado.

"Sale el Dr. Martínez Conde: ¡mi promoción! El lugar de los dos puntos escribe el modo en que agita sus manos como si tuviese en ellas los papeles que certifican el nuevo cargo. Pero hete aquí que el Dr. Martín también es su padre, abogado, caudillo político de su pueblo natal, intendente en una ocasión, quien esperaba que su hijo fuese abogado y su heredero político. Figura de gran prestancia, de temible presencia para el hijo, quien afirma que su padre no le perdona la desobediencia de ser médico y vivir en Buenos Aires. La lectura que propongo entonces es: "cuando sale el Dr. Martín, esconde mi promoción, con lo que las asociaciones derivan hacia otros lugares donde él registra inhibiciones significativas. El pone allí al Dr. Martín, en tanto no puede consumar el asesinato del padre, acto civilizador por excelencia. Si Martínez Conde devino Martín esconde es porque el soñante habló. Sin sentido de la letra que en tanto se lee queda anudada al discurso que se resignifica. Re-lectura, re-significación y también re-escritura en tanto es posible gozar de ese Real que se juega en la letra, al descifrada. "La letra hace litoral entre el saber del significante y el goce del objeto" propone que a ese costado real de la letra es el que mordemos, pellizcamos, apretamos cada vez que intentamos su desciframiento, en que la gozamos cual objeto. Es en la operación de lectura que se produce un goce, en tanto se hace de esa letra, discurso: trabajo del lector que modifica la economía del goce.

Para ir avanzando, otro sueño relatado por un analizante varón de 50 años, comerciante, desconfiado, pesimista, depresivo, con gran dificultad para hacer amigos, de compartir una mesa de café con otros de su mismo sexo. Se traslada oníricamente hacia el lugar donde vivió en su juventud, entra al cuarto de su gran amigo esperando ayuda y dice : "vengo con la Fe minada", tras lo cual, despierta angustiado. ¿Por qué tanta angustia? se interroga, riéndose después cuando anuncio mi lectura de que con la onda afeminada tan próxima a su conciencia no podría menos que angustiarse. En el momento en que se lee en lo que se dice la interpretación abre a una nueva cadena significante que promoverá otros efectos de sentido, además de una modificación en la economía del goce que la angustia y la carcajada revelan. La que es letra portada, la que se determina en el lugar del Otro, trae en sí también el goce del Otro, el modo en que el Otro tiene eficacia suficiente para gozar al sujeto igualado a un mero objeto a merced del Otro. La articulación al significante que se juega en la lectura en distintos momentos de un psicoanálisis implicará una caída del goce del Otro. La letra portada no será lo mismo que la letra leída en tanto en la caída del saber absoluto atribuido al Otro pasa a ser articulado como saber inconsciente en la cadena significante. La letra que arde en el goce superyoico no es la misma letra que la leída, la articulada al significante.

Letra portada se opone así a letra leída. Cada vez que una nueva lectura se produce, la articulación discursiva hace caer algo del goce del Otro, y en lugar de la renuncia pulsional que toma más severo al Superyó como enseña Freud, el deseo se monta sobre aquella y reordena el goce del sujeto poniéndolo en la dirección que al deseo conviene.

La lectura es función del sujeto. Si en el análisis hay un solo discurso, lo que allí se lee es función del sujeto del inconsciente, que el discurso determina.

Si en la lectura literaria y en los estudios del psicoanálisis se toca lo Real de la letra es en la clínica psicoanalítica donde lo Real del cuerpo marca la diferencia. Un cuerpo en el diván, una cama, pone en juego lo sexual que por obra de la abstinencia del analista que el dispositivo freudiano acota, se metaforiza como discurso cuando un psicoanálisis es posible.

En el primer caso la angustia, en el segundo el agitar de los papeles en las manos escrito como dos puntos, y la angustia y la carcajada en el tercero, marcan la presencia del cuerpo en esas sesiones de análisis.

La clínica psicoanalítica es de lo Real, enseña Lacan, un real que exceda al de la letra. Toparse con lo Real de la letra leyendo un texto que se presenta difícil da cuenta de ese costado Real de la letra del que gozamos en tanto lectores, pero no es igualable a lo que se pone en juego cuando se lee a la letra en lo que dice un cuerpo tendido en el diván a otro marcado por el significante analista.

La clínica analítica tiene que ver con ese encuentro donde se registra ese real que excede al real de la letra. Equiparar la lectura del texto a la lectura en la clínica posibilita el ejercicio de leer a la letra, pero elude al mismo tiempo la especificidad que hace a la presencia M cuerpo en la sesión analítica en la dimensión de la transferencia.

"...En todo caso lejos de comprometerme en ese frotta-frotta literario en el que el psicoanálisis se denota como mal de invención, denuncia allí la tentativa infalible de demostrar la imparidad de su práctica para motivar el menor juicio literario", afirma Lacan en Lituraterre separando los aguas entre clínica analítica y literatura.

%o hay interpretación que no concierna... a qué? al lazo de lo que, en lo que oyen se manifiestan en palabra, el lazo de esto con el goce" dice Lacan en el Saber del analista e insiste "...nuestra interpretación nunca tiene más que el sentido de hacer notar lo que el` sujeto encuentra allí; qué es lo que encuentra? Nada que no deba catalogarse como del registro del goce". "Donde yace el goce? ¿qué hace falta ahí? Un cuerpo. Para gozar hace falta un cuerpo.

Continuando con la interrogación por lo Real en el relato del sueño hemos nombrado lo Real de la letra, del ombligo de) sueño y de) cuerpo en )a sesión en que se )o relata.

En el sueño de angustia también se pone en juego el cuerpo ya que el dormir se interrumpe. Un fracaso en la elaboración secundaria hace que el objeto del sueño se presentifique en el campo perceptual sin que la conciencia pueda no notificarse. La angustia marca siempre la dirección del objeto, pero en el sueño de angustia se toma conciencia del objeto que se percibe. Es como si los extremos del peine de "La interpretación de los sueños" se tocasen, se juntasen, con el consiguiente efecto despabilante. En el sueño de angustia se trata no sólo de un despertar que comienza como escribía Freud en francés sino de un despertar que sacude al cuerpo.

La pesadilla pone en juego al cuerpo de un modo diferente, ya que la mayoría de quienes la padecen describen la imposibilidad de despertarse. Aún más, existen quienes piden a quienes comparten el dormir que los despierten si perciben en sus cuerpos ,suficientes señales de una pesadilla. Es que la pesadilla se deja leer en el cuerpo torturado del durmiente, y pone en escena lo Real del Superyó. El Real del Superyó no es el mismo que el Real pulsional ni el del objeto percibido y reconocido del sueño de angustia.

El fracaso de lo Simbólico, el fracaso del guardián del dormir se pone en juego de un modo diferente, casi opuesto en el sueño de angustia y en la pesadilla. Un despertar imposible en la pesadilla tortura al soñante por la producción onírica, pero el deseo allí se manifiesta. Un despertar abrupto notifica a la conciencia de la producción onírica, deseante sin que pueda obviar esa notificación en el sueño de angustia.

Terminado mi tiempo, manifiesto mi agradecimiento a los organizadores de estas jornadas por la invitación y celebro el re-encuentro con analistas con quienes hemos compartido el trabajo psicoanalítico en otros momentos de nuestra formación.

José Zuberman.