El caso Sandy, un caso paradigmático de neurosis infantil


Comencemos por situar en que momento de su obra Lacan incluye el caso de Anneliese .Schnurmann, observación de una fobia.
Lo hace en el seminario sobre la relación de objeto, el que comienza con una afirmación tajante: el objeto en psicoanálisis debe caracterizarse como la falta de objeto. La falta de objeto es el nombre que Lacan da al objeto perdido del deseo freudiano. Lacan habla en este seminario del objeto fóbico, del fetiche y el falo.
Este último adquiere una importancia creciente ya en el seminario 3. A partir de la ausencia de una significación fálica estabilizada en la psicosis comienza a investigar el funcionamiento del falo en las otras dos grandes estructuras clínicas, la neurosis y la perversión. Este investigación culmina hacia el final del seminario 4 con el descubrimiento de la estructura de la metáfora en el objeto fóbico, elementos con los que construirá la metáfora paterna.
Por otro lado, Lacan de cuenta de la fobia a lo largo de su obra a partir de distintos articuladores. La misma lógica con la que va a trabajar Juanito es la que utiliza en el caso Sandy. Luego vendrá el caso de Helen Deutsch, una fobia a las gallinas, donde a partir de la distinción entre elección narcicista y elección anaclítica de objeto Lacan plantea el desencadenamiento de la fobia por la constitución de una encrucijada en la que se conjugan de un modo insoportable para el sujeto el objeto a y la imagen del cuerpo.
En otro momento volverá a Juanito para articular la fobia con la dificultad para simbolizar el goce fálico. El acento ya no está puesto sobre la insuficiencia del órgano en relación al Otro, la falta del Otro, sino sobre el hecho de que el pene es asiento de un goce que escapa al domino de lo simbólico.
En La dirección de la cura, por la misma época del Seminario 4, define el objeto fóbico como un significante para todo uso para suplir la falta en el Otro. Insiste, siguiendo a Freud, en el carácter sintomático y metafórico del objeto y en la oralidad como máscara regresiva del falicismo, de ese falo que organiza retroactivamente la significación del pecho y de las heces Conceptualizarlo así tiene consecuencias en la cura. Si es un significante no considerarlo en estos términos lleva a extraviarse en las interpretaciones y a alimentar el síntoma. El agujero que el deseo instala en el Otro tiene una de sus representaciones imaginarias en la boca abierta, figura de la devoración. Esta figura es el correlato imaginario producto de lo simbolico, correlato que la observación de A.Schnurmann no toma en cuenta en la medida en que desconoce la determinación del complejo de castración. El misterio del objeto fóbico se resuelve en torno a la significación fálica. El objeto fóbico como lo señalara Freud en Juanito es sintomático. Esto no hace más que confirmar la tesis freudiana de Inhibición, síntoma y angustia según la cual la significación de todo síntoma es fálica. Lacan señaló la solidaridad entre la estructura del síntoma y la de la metáfora a partir de su articulación con la metáfora paterna, que permite una estabilización, un punto de almohadillado entre significante y significado. De esta manera, al ser la metáfora paterna la resolución edípica y la operación misma de la castración, se anudan síntoma y castración.
Si la relación del niño con el falo materno tiene tanta importancia es porque es el eje del complejo de castración, tal como lo mostró el caso Juanito. En el momento en que deja de creer en el falo materno, Juanito no ubica a su padre en agente de la privación maternal. Se enfrenta a un problema lógico: quitaron algo que existía en el inconsciente del niño y no hay agente responsable de ese acto. La razón es la carencia del padre. El niño convoca a ese lugar al caballo. Éste es así un sustituto, una metáfora del padre.
Esta observación llevó a Lacan a escribir el Complejo de Edipo como una metáfora, la metáfora paterna. La posición sexuada del sujeto se decide entonces. Juanito no llega a una posición viril normal a la salida de su fobia, es decir, a una identificación con el padre poseedor del falo. Seguirá prisionero del ideal materno, que se convertirá en su ideal del yo. Permanecerá identificado con el falo materno, mostrando el estilo particular de un heterosexual pasivizado (caballero al servicio de las damas), con al esperanza de que éstas le bajen los pantalones.
Las fobias desempeñan a menudo el papel de pivote de la neurosis infantil a partir de lo cual se edifican neurosis o perversión como distintas estrategias frente a la falta, ambas se definen a partir de la angustia de castración.
El caso de Sandy permite aclarar la distinción entre dos momentos cruciales aquí identificables cronológicamente gracias a la precisión de la observación. El primero es el del reconocimiento de la diferencia anatómica. El segundo es el del encuentro de la privación materna. Éste es traumático y exige la fobia. Ese momento se acompaña de una elaboración de saber importante y no es causado por la observación de la anatomía de la madre.
A las 7 semanas y en plena guerra, Sandy, huérfana de padre desde antes de nacer es entregada por su madre a la guardería de Hampstead donde Anneliese Schnurmann, educadora y discípula de Anna Freud, se ocupará de ella. Sandy tiene un hermano dos años mayor y una hermana que morirá cuando la niña tenga 2 años. La madre le demuestra un marcado afecto.
En un primer momento, se nos describe un período de visitas maternas regulares con juegos de escondidas con ella. Se trata de hacer desaparecer un objeto y luego reencontrarlo. Sandy también lo juega cuando está sola.
Cuando tiene 2 años y un mes Shnurmann advierte que reconoce la diferencia anatómica sexual. Ve a un varón orinando parado y poco después Sandy trata de hacer lo mismo y, decepcionada, le exige a la cuidadora que le dé un pene. Lo hace mostrándole su sexo y utilizando la palabra “Pickie”, que para ella significa algo rico para comer. La educadora le explica la diferencia entre las nenas y los nenes, clasifica imágenes y se ejercita en repartir los sexos. Hasta allí no se advierte ningún trastorno. Poco después, se la ve masturbarse cuando le sacan los pañales.
Cuando tiene 2 años y 4 meses, su mamá sufre una operación y se ausenta tres semanas, lo que interrumpe sus visitas casi diarias. Sandy parece tranquila y la recibe bien a su regreso. La mamá está cansada y camina ayudándose con un bastón. Luego, vuelve a marcharse para una convalecencia que durará aproximadamente 2 meses.
A principios de abril, Sandy se lastima el sexo con un pedazo de jabón. Se asusta y luego se tranquiliza. Quince días después tiene una pesadilla: hay un perro en su cama. Aparece un nuevo significante: “guau guau”. Está angustiada, busca al perro debajo del colchón, se inspecciona los órganos genitales, ladra como un perro, pero se asusta si un varón hace lo mismo. Una observación de Schnurmann: “todas las nenas son así”, no la calma.
Unos días más tarde, los niños tropiezan con un perro en la calle. Se les dice que no lo toquen porque podría morderlos. Sandy produce entonces la siguiente frase: “guau guau morder nene, Bobby, mamá, malvado” seguida de “guau guau morder la pierna del nene malo”. Al día siguiente estalla la fobia. Teme a los perros en la calle. Produce un nuevo significante: “bombacha” y vuelve a intentar orinar como un varón. Está agresiva y desconfiada.
Un momento importante, que parece ser desencadenante de la fobia, es cuando pronuncia la frase: “mi mamá enferma, mi mamá vuelve, mi mamá se va de nuevo”. En mayo la mamá vuelve de la convalecencia, Sandy la recibe con alegría, le hace preguntas sobre su bombacha y trata de mirar debajo de su falda. Quince días después la fobia cesa.
Momentos cruciales:
Genevieve Morel, en su libro Ambigüedades sexuales, establece la siguiente secuencia.
1. El sujeto tiene acceso a las oposiciones significantes de la presencia y la ausencia, correlativas del final del estadio del espejo. La mamá la visita casi todos los días, se va y vuelve y esta alternancia la constituye como madre simbólica. El significante del deseo de la madre existe en el inconsciente de la niña como lo confirman sus juegos, al estilo del carretel cuando la madre se ausenta. Par presencia-ausencia es el primer elemento de un orden simbólico.
2. Percepción de la diferencia anatómica. Fase fálica, envidia del pene, masturbación, rivalidad agresiva con los varones (orinar de pie). Hay un progreso en el plano del saber: clasifica y ordena varones y nenas.
3. Qué pasa si la madre no responde? Se le convierte en otro todopoderoso. Cae como simbólica La madre se ausenta, la madre simbólica se convierte realmente en todopoderosa por su ausencia imprevisible. Para la niña se vuelve imposible de recuperar, incalculable.
4. La mamá debilitada vuelve a ver a Sandy. Se desencadena la crisis. Sandy se lastima el sexo (acting out), lo que marca el establecimiento de una conexión todavía no simbolizada entre la herida de la madre y su propia falta de pene.
5. Sandy tiene que encontrar una causa que explique la pérdida sufrida por la madre y la suya propia. No olvidemos que Sandy no tiene padre.
6. Se encuentra el agente, el “guau guau”. Este significante se produce al mismo tiempo que la pesadilla del perro.
7. Surge la angustia. Como siempre, precede a la fobia y acompaña la producción del objeto fóbico.
8. Producción de las dos frases que enuncian que el guau guau, objeto de la fobia, es el agente mordedor, también para los varones y en las piernas (la mamá) por lo tanto, el guau guau es el agente de la castración. “Agente que retira lo que en un principio se admitió en mayor o menor medida como ausente”, dice Lacan. Es un agente de la castración universal: para la madre, los varones, ella misma.
9. Estalla la fobia. Como vemos, el síntoma está retrasado con respecto a la evolución de las cosas. Recién ahora tiene lugar la interpretación del trauma.
10. El sujeto vincula mediante una frase decisiva el problema de la madre, el agente guau guau y la mordedura en sus órganos genitales. Enuncia también su teoría sobre la castración: un agente mordedor le sacó el pene a la madre y a ella misma.
11. La pregunta ¿mamá tiene bombacha? Hace el punto de almohadillado de la observación. Ahora Sandy tiene una respuesta: “Mamá está castrada como yo y lo oculta con una bombacha como todas las nenas.”
Tras la curación rápida de la fobia, la madre vuelve a casarse, pese a lo cual Sandy sigue siendo su preferida. Esta madre debilitada y privada del falo también es una mujer deseante, luego de su enfermedad encuentra un hombre. Padrastro, hermano restablecen un lugar fálico. Un elemento simbólico situado más allá de la relación con la madre. Ella ya no tiene que colmar ninguna necesidad de falo.
Lacan precisa tres forma de la falta en las que ubicar al sujeto, como formas de ubicarse en relación al objeto y al agente: castración, privación, frustración.
La observación enfatiza el daño imaginario de la frustración a nivel del yo, del circuito a-a” y no toma la castración como operación simbólica a partir de la cual leer los síntomas. Lacan va a proporcionar las coordenadas simbólicas de la frustración y mostrar que lo imaginario en la frustración es la vivencia del sujeto que la experimenta, que la vive como un daño imaginario. La novedad se instala a nivel del Otro, en la medida en que es definido como simbólico y no como Otro imaginario. Apunta a la estructura que lo funda. Lo que le interesa mostrar a Lacan es que el acceso a la realidad simbólica exige la presencia de un Otro simbólico y no de un otro imaginario y que la cosa no pase por el objeto de la necesidad, sino por el objeto como simbólico, como nada., como don. Como prenda de amor. Lo importante es la presencia del Otro y no el objeto que brinda. Es el significante de la presencia, donde la sonrisa testimonia que la demanda llega a buen puerto, significante del Ideal, como primer sello de un Otro sin tachar.
Cuestión de las relaciones entre la observación de la diferencia de los sexos y los progresos del saber.
El caso de Sandy, si lo consideramos como paradigmático de la neurosis en una niña pequeña, nos permite responder algunas preguntas. La observación de la diferencia anatómica lleva a un progreso en el plano de la clasificación si las oposiciones significantes ya están en su lugar. La mamá queda en en un primer momento al margen de la clase, no alineada con las niñas . El progreso decisivo se produce con la elaboración generada por la crisis. Se trata de un enigma provocado por el hecho de que la madre fálica ha sufrido una pérdida. Esta perdida sin embargo, no se percibe de entrada como genital. El falo recién llega a nombrar la privación anatómica materna y el deseo de la madre por un hombre cuando la nena vincula su propia falta de pene, la pérdida sufrida por la madre real y el perro. Este proceso requiere la fobia. Ése es el verdadero paso simbólico dado por el sujeto, el que lo lleva a la teoría infantil femenino= castrado.
La observación de la diferencia anatómica es insuficiente para despojar a la madre del falo. En efecto, éste no es el órgano. El sujeto deberá despojar del falo a aquella que no tiene pene, pero sigue siendo depositaria de la potencia que le otorgó su lugar de Otro primordial.
La dificultad para pensar la sexuación es planteada por Lacan con la hipótesis de que se trata de un imposible referido a la mujer y la relación sexual. Esta hipótesis se verifica en las teorías sexuales infantiles. Freud descubrió tres esenciales en el varón, pero que también se encuentran en las niñas Tienen en consecuencia un carácter estructural: teoría de la mujer fálica, equivalencia del nacimiento del niño y la evacuación de los excrementos y la concepción sádica del coito. Las tres presuponen la ignorancia de la vagina y del papel femenino en el acto sexual como lo señala Freud. El sujeto choca con la inexistencia de lo que podría representar a la mujer en el inconsciente como significante y por lo tanto permitir escribir una relación sexual. Estas teorías aunque grotescamente falsas, contienen un fragmento de verdad y en ese aspecto son análogas a las soluciones calificadas de “geniales” que los adultos intentas dar a los problemas planteados por el mundo y que superan el entendimiento humano. Su verdad proviene de su relación con el goce. Son producidas espontáneamente en los primeros años bajo la influencia de los componentes pulsionales sexuales. Son la transcripción del goce que domina al niño cuando las produce: goce fálico masturbatorio, violencia de la excitación sexual.
Esas teorías falsas en cuanto a la realidad, pero verdaderas con respecto al goce del niño son por lo tanto, la causa de una satisfacción sexual. El pensamiento se erotiza. Esta relación íntima del goce, el saber y la verdad vuelve a encontrarse en las construcciones singulares y ya no típicas que el sujeto neurótico elabora para resolver el problema planteado por la inexistencia del significante de la mujer y lo imposible de la relación sexual. Esas construcciones forman parte de su fantasma fundamental.
M.Lucía Silveyra