EL FENOMENO DE LO EXTRAÑO EN LA CLINICA PSICOANALITICA. Juan Carlos Cosentino.


1. Introducción

La conexión de la teoría analítica con su objeto no es obvia. El objeto de la teoría psicoanalítica es el campo mismo de su práctica. Si un campo se circunscribe por sus límites, así como por las operaciones que lo constituyen, el campo analítico se delimita entre la irreductibilidad de la causa y la insistencia de lo reprimido.

Nos hemos propuesto investigar en el campo circunscripto el fenómeno de lo extraño, que podemos describir como los instantes en que se manifiesta en la subjetividad lo imposible de aprehender por la vía de la significación, momentos de irrupción ligados a una dimensión del tiempo que ha sido llamada discontinuidad. Se trata de elucidar cómo se incluyen estos fenómenos en una clínica que no está armada para ellos sino para las formaciones del inconciente.

Los escritos que abordan la clase de fenómenos que nos propusimos investigar en su articulación con la clínica no parecen resolver la relación entre dichos fenómenos y la dimensión temporal en que se manifiestan.

En la bibliografía psicoanalítica no lacaniana encontramos, por una parte, que estos fenómenos quedan asimilados a la teoría existente: por ejemplo, son tomados como formaciones del inconsciente, o como indicadores de psicosis. Por otra parte, cuando son tomados en relación a lo no ligado, se plantea su inaccesibilidad por parte del análisis hasta tanto no sean enmarcados en el campo del principio de placer como regulador de la actividad psíquica.

En relación al tema de la temporalidad, si bien las distintas corrientes psicoanalíticas amplían la conceptualización kantiana del tiempo, incluyendo diversos desarrollos sobre la intemporalidad del inconsciente, o sobre la temporalidad del après-coup propia de la clínica psicoanalítica, y en algunos casos una temporalidad cíclica, ligada a la compulsión de repetición, no van más allá en el sentido de plantear una temporalidad diferente para la discontinuidad. No encontramos desarrollos teóricos en relación a la temporalidad del instante. En ocasiones se extrapola terminología de otras disciplinas que abordan de una manera novedosa el problema del tiempo (el problema de la complejidad, la teoría del caos, las estructuras disipativas), pero sin lograr una inclusión de estos términos en la teoría psicoanalítica.

Entre las últimas producciones de autores que se reconocen como deudores de la enseñanza de Lacan encontramos desarrollos que abordan tangencialmente el tema de nuestra investigación. Resulta interesante, por ejemplo, la revisión que J. Allouch realiza del método freudiano, en la que intenta revisar la paradoja de este método en relación al análisis de cada caso. Partiendo de "un determinismo que no tolera ninguna excepción” abre la posibilidad de interrogar los fenómenos que escapan a dicho determinismo introduciendo la cuestión del “azar”.

También es pertinente la reciente interrogación que introduce E. Porge sobre la relación entre la tragedia antigua y la temporalidad determinada por la urgencia del momento de concluir.

Bernard Sichère, por su parte, en su libro sobre el lugar del mal en el presente, se pregunta —desde un lugar distinto al psicoanálisis— por la forma de subjetivación del mal, lo cual necesariamente implica interrogarse por la cuestión del tiempo.

Entre los autores argentinos también encontramos algunas producciones vinculadas a nuestro tema. Mencionamos como ejemplo a Alberto Marchilli, quien se pregunta por la temporalidad de la identidad de percepción freudiana en relación a la problemática del despertar en el sueño; y a Eduardo Carbajal, quien interroga las condiciones de construcción de un historial señalando la presencia discursiva de aquel que escribe, acercando al mismo tiempo el nombre de autor a la presencia del analista.


Todos estos autores abordan parcialmente el tema de esta investigación sin llegar a responder ni a plantearse claramente la pregunta que la motoriza, esto es, sin intentar precisar los fenómenos que nos ocupan en relación a la temporalidad y a sus posibilidades de subjetivación.

2. Hipótesis

Las hipótesis que nos hemos planteado fueron:

1) que la temporalidad que se juega en estos fenómenos es diferente a la temporalidad clásica kantiana y a la temporalidad propia del dispositivo analítico (nachträglich). Esta hipótesis se basa en la interlocución que en los finales de su obra Lacan mantiene con la ciencia. Dicho orden de ciencia, “a la que el psicoanálisis sólo puede escoltar”[1], se basa en un doble orden de articulación: la relación con lo real y el estatuto del objeto. En este sentido el psicoanálisis y la ciencia contemporánea comparten lo que podríamos denominar una desmaterialización del objeto: éste se sostiene solamente “del trazo de lo escrito”. Su demostración supone el orden de una lógica que, soportada en la dimensión de la incompletitud, circunscribe la imposibilidad, el fracaso mismo del campo que determina.

Así la relación con lo real no es la de la explicación kantiana. Supone un dispositivo que al abordarlo lo altera.

2) que conceptualizar estos fenómenos implicará, en alguna medida, una redefinición de los articuladores conceptuales de la clínica psicoanalítica:

a) no limitando el campo operatorio al orden significante, sino incluyendo la dimensión de la letra, que no es retorno de lo reprimido.

b) incluyendo esa temporalidad diferente en el dispositivo. Así pensada la operación analítica no se reduce a las formaciones del inconciente. La escritura del objeto a, pensamos, puede ser el soporte de la operación del analista por fuera del marco de la neurosis de transferencia.

El despertar es lo real, es contranatural; delimita un operador por el cual podemos resistir al tiempo de la neurosis de transferencia.

3) que la posibilidad de subjetivar estos fenómenos no queda reducida al ámbito del psicoanálisis sino que puede actualizar su valor en otros ámbitos de consulta clínica (por ejemplo, hospitalario).

3. Metodología

Desde el punto de vista metodológico, se hace necesario delimitar qué tipo de abordaje del material nos proponemos en esta investigación. Si bien nos planteamos un trabajo de tipo bibliográfico, en la medida en que nuestro campo es el psicoanálisis este abordaje poseerá características particulares.

Reconocemos en Koyré una referencia teórica en lo que concierne a los estudios de la historia de la ciencia, y en Freud y Lacan una referencia teórica ineludible para el modo de concebir el psicoanálisis. Koyré sostiene que en el lugar supuesto para la experiencia la ciencia produce la experimentación, que consiste en interrogar metódicamente a la naturaleza.

Para Freud el psicoanálisis mismo era principalmente un método de investigación. Es decir que no se trataba sólo de un procedimiento para abordar determinados padecimientos, sino que había algo de una producción en juego en él. “La coincidencia de investigación y tratamiento en el trabajo analítico, decía, es sin duda uno de los títulos de gloria de este último”.


“El psicoanálisis no es hijo de la especulación sino el resultado de la experiencia”[2]. Pero, ¿cuál es la experiencia para el análisis? No la experimentación de la física, ni la observación y clasificación de la psiquiatría. La experiencia es eso que Freud llama la “clínica psicoanalítica”. Aquello que es transmisible de la clínica, más allá del caso por caso, son la condiciones de la experiencia.

Existe pues, en primer lugar, la necesidad de situar correctamente al psicoanálisis entre las ciencias, y esto “sólo puede lograrse sometiendo su técnica al examen de lo que él, en verdad, supone y efectúa: un manejo, una interferencia y hasta una rectificación del deseo”. Es decir, “rectificar el estado de satisfacción a nivel de la pulsión”[3]. En este sentido, la escucha, la lectura y las intervenciones del psicoanalista no serán del orden del sentido común.

Es ésta la fuente de investigación. Si se descarta la posibilidad de sumar lo heterogéneo del caso por caso, y la posibilidad de reproducción de un fenómeno, la clínica debe entrar, a los fines de una investigación, como un texto. Esto es, se trata de leer en la clínica, o en los textos clínicos, más que observar, palpar o contabilizar determinadas experiencias. Leer, esto es, subrayar, organizar el texto buscando su lógica, construyendo un recorrido que permita alguna producción.

En el lugar supuesto para la experiencia, nosotros interrogamos, metódicamente, a un texto, ya se trate de un texto perteneciente a un relato fantástico, o de un texto perteneciente a la clínica.

Consideramos pertinente abordar la literatura. A través de la que podemos investigar los diferentes modos en que aparecen los fenómenos de lo extraño en la ficción, y establecer la implicación que tiene no sólo el texto aislado sino una experiencia (la de la escritura) que daría cuanta de una época histórica y cultural particular, y especialmente de subjetivación. Fundamentalmente nos interesa la literatura fantástica, hacia la que nos orientamos en principio por su potencial de escritura, que releva modos singulares de fenómenos y relatos que podrán ordenarse 1) en relación a algún momento histórico, 2) en relación a un espectro amplio de intersecciones y modos particulares de subjetivación y 3) en relación al modo de construcción del objeto que realiza la misma literatura fantástica.



[1] J. Lacan, El saber del psicoanálisis, lección del 4-XI-71, inédito; El Seminario, libro XIX, “O peor...”, lección del 5-X-72, inédito.

[2] S. Freud, Sobre psicoanálisis, O. C., XII, Amorrortu Editores, Bs. As., 1978-85.

[3] J. Lacan, El Seminario, libro X, “La angustia”, lección del 22-V-63, inédito; El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1986, pág. 174.