Algunas notas sobre las condiciones actuales de los modos del lazo social. M. Fernández, M. Mon, P. Villaverde, J. Kuffer, J. C. Cosentino





Estamos investigando en el campo del psicoanálisis las consecuencias que los discursos dominantes producen en el sujeto, así como en la práctica psicoanalítica. Es decir, precisar e interrogar las alcances que los discursos de la economía, la política, la educación provocan en la estructuración psíquica del sujeto, en los modos de presentación del malestar (angustia, rasgos del carácter), en su incidencia en el desarrollo de la cura analítica y en la posición del analista.

Este proyecto intenta abordar, una vez ya conceptualizado “El fenómeno de lo extraño en la clínica psicoanalítica” (PS011; 1998-2001) lo que puede denominarse: “las consecuencias de la extensión de la función del horror” 1.
1. Ubicación de estos fenómenos en relación al campo analítico
La tesis del libro de Gerad Baumann señala que las diferencias entre tres esferas, los derechos civiles, étnicos y religiosos, no pueden borrarse. El enigma multicultural 2 se apoya justamente en esas diferencias. A esta tesis la complejiza con una teoría de la cultura entendida como múltiples identificaciones cruzadas. Criticando posiciones fundamentalistas, concluye afirmando que las identidades no son más que identificaciones sin esencia. Con lo cual coincidimos. Pero su tesis se complica al agregar que si las identificaciones tuvieran alguna esencia esa sería –como expresión de deseo– la tendencia al dialogo y al pluralismo.
El llamado “Imperio3, simulando presentar un proyecto de ciudadanía universal y con ello intensificando la efectividad de su intervención sobre todos los elementos de la relación comunicativa, disuelve, de una forma por completo posmoderna, identidad e historia. Con la sociedad de control dichos mecanismos se vuelven aún más “democráticos”, aún más inmanentes al campo social, y se distribuyen completamente por los cerebros y los cuerpos de los ciudadanos, de modo tal que los sujetos mismos interiorizan cada vez más las conductas de integración y exclusión social adecuadas para tal dominio. En la “Modernidad líquida” del tiempo actual, como nada está fijo ni garantizado, como todo es mutable, como “la historia no tiene rumbos y la biografía no tiene proyectos” 4, cada vez hay más desechos humanos.
Desde otro ángulo con el “nuevo capitalismo”, la concepción del trabajo ha cambiando radicalmente: los trabajadores se enfrentan a un mercado laboral flexible, a empresas con periódicos e impredecibles reajustes de plantilla, a exigencias de movilidad absoluta. Un ámbito laboral diferente, de transitoriedad, innovación y proyectos a corto plazo.
De un ámbito de trabajo donde se esperaba de los trabajadores una “identidad” firme, una “personalidad” formada, el nuevo mundo, un mundo de riesgo, de extrema flexibilidad y objetivos a corto plazo, exige individuos capaces de reinventarse a sí mismos sobre la marcha. Pero, ocurre que en esas condiciones la llamada flexibilización del trabajo incide sin vueltas en “La corrosión del carácter5. En un mundo “flexible” asumir el riesgo “puede ser una fuerte prueba de carácter”. Entonces, si dicha flexibilización deteriora el “carácter” la propuesta apunta a la modificación de los “rasgos” (si fuera posible: “tener otro perfil”) en función de las oportunidades laborales. Los nuevos “rasgos de carácter”: desprenderse del pasado y vivir en el desorden, son también formas de vivir al límite. Así, el riesgo tiende a volverse una necesidad diaria que debe ser sostenido también por las “masas”: en la modernidad avanzada “la producción social de riqueza va sistemáticamente acompañada de la producción social de riesgos” 6.
2. Las tempranas marcas y el hombre sin atributos
Para precisar las nociones de identidad, identificación, rasgos, carácter, que estos autores sostienen, señalemos que, en primer lugar, las experiencias de los primeros cinco años –“llamamos traumas a esas marcas (Eindruck) de temprana vivencia”– adquieren un influjo de mando sobre la vida, al que nada posterior refutará. “La influencia compulsiva más intensa proviene de aquellas marcas que alcanzan al niño en un tiempo (Zeit) en que no es posible asignar receptividad plena a su aparato psíquico” 7. Con lo cual no parece sencillo resolver el tema de las identificaciones, respetando las disimilitudes entre distintos campos y niveles de conceptualización, cuando éstas anulan diferencias, y menos aun flexibilizarlas, en función de la globalización, para lograr otra “apariencia” o “carácter” 8.
Juan José Saer en un articulo reciente 9 reflexiona sobre las semejanzas de forma y contenido que existen, allende los tiempos, entre la Carta al padre de Franz Kafka y las Confesiones de San Agustín.
Al referirse a Kafka, afirma que las cincuenta páginas apretadas de ese mensaje desmedido 10, como los emisarios de casi todas sus ficciones, no alcanzaron nunca su destino. El escritor no hizo ningún esfuerzo por que llegara dicho texto al padre. Las relaciones entre hijo-padre estaban marcadas por un permanente desencuentro. A su vez, la incomunicación y el perpetuo malentendido que corrompían esas relaciones constituye para Saer “la tesis de la carta”. Entonces, no es excesivo pensar que para probar esa tesis era imprescindible que la carta no llegara nunca a su destinatario.
Durante sus peripecias vividas en la realidad el texto autobiográfico –parece un efecto deliberadamente buscado por el autor– se transforma en alegoría. Pero, no es difícil hallarlo en todo lo que se relaciona con el escritor, para concluir verificando que se trata del elemento unificador de su vida y de su obra. “Una estética de la imposibilidad, para designar la enigmática ambigüedad de Kafka: el destino adverso de la biografía es transfigurado por la lógica férrea del arte”.
La identificación de su vida inacabada (sus relaciones familiares, amorosas, su enfermedad, su muerte) con su obra también inacabada (textos inconclusos, no publicados, etc.) es indiscutible. Y esa coincidencia permite sugerir que existía por encima de ella “una voluntad unificadora”. Así, “la total coherencia de sus fracasos transfigurados en imagen imperecedera por su literatura no es de orden psicológico o biográfico, sino estético”11. Una vía para interrogar el texto freudiano: los rasgos que restan no sólo son continuaciones inalteradas de las pulsiones o formaciones reactivas contra ellas, son también “sublimaciones” de ellas 12.
Paralelamente, Saer revisa la genealogía espiritual de la obra del novelista austriaco R. Musil y encuentra un antecedente remoto en la expresión “hombre sin situación” de los filosos budistas y taoístas chinos de la antigüedad. De manera aproximada a las Lecciones de Lin Tsi (“toda definición del hombre verdadero sólo puede ser impropia, vil, sucia, puesto que por definición es lo que escapa a toda definición”), Musil concebía a su héroe como un hombre sin características particulares: Der Mann onhe Eigenschaften 13.
Así, el hombre sin atributos 14 es aquél que, “desembarazándose de todas las convenciones, las posturas sociales, los contenidos intelectuales o morales, las máscaras identitarias, los sentimientos y emociones calcados de los que difunde el medio ambiente, la sexualidad canalizada por los diques de lo socialmente permitido, volviendo al grado cero de la disponibilidad, construirá su vida oponiéndose a todo automatismo y a todo lugar común de la inteligencia, de la vida afectiva y del comportamiento”. Algo muy diferente a lo que propone Sennett.
En el imperio austrohúngaro declinante, ser un hombre sin atributos, reivindicar sólo la propia disponibilidad sin previas adhesiones obligatorias a supuestas causas, sagradas o no, a determinadas normas de conducta, dictadas de una vez y para siempre y destinadas a regir la sucesión de generaciones fugitivas, pretendidamente idénticas unas a otras, representaba una sana desconfianza hacia lo consabido, lo no reflexionado, lo impuesto por la inercia aplastante del mundo. Ulrich, el protagonista, no tiene nada de un aventurero o un sensualista 15.
Distinto a lo que proponen en Davos. La flexibilidad que celebran, señala Sennett, no da, ni puede dar, guía alguna para el modo de llevar una vida corriente16. Diferente del llamado “hombre de éxito”: si hoy la sociedad busca vías para acabar con los males de la rutina creando instituciones más flexibles, sin embargo, esas mismas prácticas se centran en las fuerzas que –confiesa- doblegan a la gente. Así, los mismos rasgos que fomentan la espontaneidad (los que se sienten cómodos en el nuevo capitalismo) se vuelven más autodestructivos para los que trabajan en escalones más bajos del régimen “flexible”, al corroer su carácter cuando tratan de jugar de acuerdo con dichas reglas.
El hombre verdadero sin situación del maestro Lin Tsi (“un montoncito cualquiera de excremento”) retorna pues sorpresivamente en nuestro tiempo en la novela de Musil. En otro registro también podrían representarlo a su manera “esas hilachas de hombres” que son los personajes de Samuel Beckett. Está presente en las reflexiones actuales sobre la crisis y el estatuto del sujeto, y en el cuestionamiento hacia todas aquellas ideologías que, sin mayores precisiones, elevan los méritos discutibles del concepto de identidad.
3. La Ichveränderung o alteración del yo
Freud se anticipa a la tardía Ichveränderung. En 1913, señala que en el campo del desarrollo del carácter necesariamente se tropieza con las mismas fuerzas pulsionales que se han descubierto en las neurosis. En Tres ensayos, el carácter “está construido con el material de las excitaciones sexuales, y se compone de pulsiones fijadas desde la infancia”. Así, las tardías alteraciones del yo y las consecuentes modificaciones estables del carácter nos permiten discernir su pertenencia a “las excitaciones de determinadas zonas erógenas”, como refuerzo de determinadas disposiciones o como formación reactiva 17.
Pero, “una nítida separación teórica entre ambos campos surge pues en el carácter falta lo que es peculiar a las neurosis: el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido”. Estos fenómenos –lo particular del síntoma, las limitaciones del yo y las alteraciones del carácter– poseen naturaleza compulsiva: “a raíz de una gran intensidad psíquica, muestran una amplia independencia respecto de la organización de los otros procesos anímicos”. Son, “un Estado dentro del Estado”, un partido inaccesible, inviable para el trabajo analítico 18.
“La identificación es lo que se cristaliza en una identidad”19. Así, de las identidades como identificaciones sin esencia de G. Baumann, al hombre sin situación de Musil o a la hilacha de hombre de Beckett, hay lugar para interrogar la alteración del yo producida por identificación, apuntando a la perturbación de los modos del lazo social, en el sujeto y en la posición del analista.
4. Discurso, goce, psicoanálisis
El discurso dominante es aquel que se desprende de las nuevas formas del capitalismo, caracterizadas por la globalización y la exclusión social. Sostenemos, con G. Agamben 20, que el sujeto de estos nuevos modos de configuración política no es el delimitado por “los derechos del hombre”. Y así, la segregación es el modo privilegiado de lazo social que produce esta forma de vínculo: “la soledad del ciudadano global”. En la sociedad, todo lo que existe se basa en la segregación, y, lo primero, la fraternidad. Incluso no hay fraternidad que pueda concebirse si no es por estar separados juntos 21.
Pero, en estas formas discursivas no es la identificación con la ley lo que regula el circuito cotidiano de los diferentes grupos, sino la función y el valor de ciertos códigos innombrados públicamente que afirman su cohesión, paradójicamente, en un acto de trasgresión a la ley. Códigos que en tanto representan un goce ilegal demandan un acto de identificación con los valores de dicho grupo, es decir, modos de subjetivación fantasmáticos 22. Y, también, algo que conmemora no una trasgresión, sino una irrupción del goce. La asociación en la base del fantasma de otro orden de lazo, distinto al fantasmático: la identificación a un rasgo, es decir, la afinidad de la marca con el goce 23.
La existencia de dichos códigos deben permanecer ocultos e innombrados; así “representan el espíritu de la comunidad” en su forma más pura, ejerciendo la máxima presión para que se siga el mandato de la identificación con el grupo” 24
Para el aparato nazi, la relación entre los dos niveles, el texto de la ideología publica y el del superyó obsceno, fueron plenamente funcionales, tanto es así, que ese plus de goce obsceno no reconocido públicamente facilitó la ejecución de las órdenes y se manifestó en los “excesos innecesarios” de tales ejecuciones.
¿Qué alcance tiene el discurso del capitalismo en las determinaciones de las relaciones para el psicoanálisis y los psicoanalistas? La alteración de los modos del lazo social modifican los discursos ya existentes y, así, también a aquellos que son o tratan de ser sus agentes. El psicoanálisis es una de las prácticas sociales que participan de la puesta en crisis de ese discurso. Y el acto analítico, cuyo soporte inevitable es la estructura del fantasma, debe reconsiderarse en sus alcances teniendo en cuenta la implicación del sujeto barrado en los discursos determinantes del lazo social. Así, el psicoanálisis responde a la presencia de estos discursos haciendo de la identidad algo del orden del uno; uno que no es sino aquel que demuestra la dimensión de la falta.

Bibliografía

  1. J. C. Cosentino, P. Villaverde, M. Mon, J. Kuffer y otros, Lo siniestro en la clínica analítica, Bs. As., Imago Mundi, 2001.
  2. Gerad Baumann, El enigma multicultural, Bs. As., Paidós, 2002.
  3. M. Hardt y A. Negri, Imperio, Bs. AS., Paidós, 2002.
  4. Z. Bauman, Modernidad líquida, Bs. As., FCE, 2003.
  5. Richard Sennett, La corrosión del carácter, Barcelona, Anagrama, 2000.
  6. U. Beck, La sociedad del riesgo, Barcelona, Paidós Ibérica, 1998.
  7. S. Freud, Moisés y la religión monoteísta, AE., XXIII, 70 y 120. Las remisiones corresponden a O.C., Amorrortu Editores (A.E.), Buenos Aires, 1978-85; las revisiones para la traducción del alemán corresponden, salvo aclaración, a Studienausgabe, S. Ficher Verlag, Francfort del Meno, 1967-77.
  8. R. Sennett, ob. cit.
  9. Juan José Saer, La culpa y la identidad, en Suplemento “Cultura”, diario “La Nación”, Bs. As., 24-II-02, págs. 1-2.
  10. F. Kafka, Carta al padre, Bs. As., J. Muchnik editor, 1957. (Los dos libros, el de Kafka y el de San Agustín, tienen una estructura idéntica: “en uno de ellos se trata de un hijo que le habla a su padre, y en el otro de un creyente que le habla a su dios”.¿se puede aceptar que no pensase un solo instante en la identificación posible de ambos destinatarios?).
  11. Juan José Saer, ob. cit.
  12. S. Freud, Carácter y erotismo anal, AE, IX, 158.
  13. R. Musil, “El hombre sin atributos”, Barcelona, Six Barral, 2002.
  14. O sin características particulares.
  15. R. Musil, ob. cit.
  16. R. Sennett, La corrosión del carácter, ob. cit.
  17. S. Freud, La predisposición a la neurosis obsesiva, AE, XII, 343-4; Tres ensayos para una teoría sexual (Síntesis), AE, VII, 218; Análisis terminable e interminable (punto V), AE, XXIII.
  18. . S. Freud, La predisposición a la neurosis obsesiva, AE., XII, 343; Moisés y la religión monoteísta (III, I, C. La analogía), AE, XXIII, 72-4.
  19. J. Lacan, El Seminario, libro XXIV, “L’insu que sait de l’une-bevue s’aile à mourre”, lección del 16-XI-76, inédito.
  20. G. Agamben, Medios sin fin, Barcelona, Pre-textos, 2001)
  21. J. Lacan, El Seminario, libro 17, El revés del psicoanálisis (VII. Edipo, Moisés y el padre de la horda), Bs. As.; Paidós, 1992.
  22. S. Zizek, El acoso de las fantasías, Madrid, Siglo XXI, 1999.
  23. J. C. Cosentino, El deseo del analista: repetición y destino, en revista Lecturas 15-16, S. L., Bs. As., 2001.
  24. S. Zizek, ob. cit.




[1] [Condiciones actuales del vínculo social: política, economía, educación, psicoanálisis” (P018)]