Ansiedad, angustia, desesperación. Adriana Dreizzen.

REUNION LACANOAMERICANA DE PSICOANÁLISIS . TUCUMÁN. 22 al 25 de octubre de 2003

"Ansiedad, angustia, desesperación" , componen los versos de una melodía de hace tiempo, y sirvieron de pretexto para verter algunas reflexiones sobre los modos de presentación de los afectos en la clínica. Dejemos por ahora en suspenso cuál es esa melodía...

Como decíamos son modos de manifestarse en la clínica lo que pertenece al terreno del afecto. Es decir lo que no se rige por la égida de la represión. El afecto va a la deriva, desplazado, loco, invertido, pero no reprimido. Los que están reprimidos son los significantes que lo amarran. Sin duda, de los tres, la angustia, reviste un lugar principal . Es el término sobre el que luego de siglos de tradición filosófica, recayó singularmente la atención de Freud, ya en el origen de sus teorizaciones, para reinventarlo para el psicoanálisis.

Lacan, por su parte desmintiendo rotundamente que su transmisión discurriera sólo por las vías de lo simbólico y del significante, le dedica el seminario del año 62 – 63. Lo real que la angustia traduce se presenta en las encrucijadas más complejas de la clínica. Acting out, pasaje al acto, fobia, pánico, despersonalización, duelo, son algunas de las entidades que aborda a lo largo del seminario y que la tienen de protagonista.

Sin embargo, no siempre la calidad del afecto que se presenta propicia una pregunta fecunda, no siempre descubre qué clase de objeto retiene al sujeto , no siempre señala en el yo por donde se anuncia la amenaza, no siempre establece el pasaje de un tiempo gozoso a otro de recuperación del deseo, en el posicionamiento subjetivo.

Es por esto que me pareció de interés el distinguir la angustia, de la ansiedad y la desesperación, parientes cercanos, otras modalidades del afecto que se manifiestan en la clínica, pero que no parecieran proporcionar al sujeto las virtudes de interrogar su posición en el fantasma, en su doble vertiente :

la del Otro que lo mantiene lo suficientemente preso de su demanda y la del objeto, que por no recortarse, embarga al sujeto, hipotecando su deseo.

También la angustia, tiene múltiples modos de hacer su aparición. ¿Qué distingue la angustia que se manifiesta en una crisis de angustia o como la llama hoy la neurociencia "pannic attak" ; de aquélla que se expresa como señal, acontecimiento propiciatorio para el sujeto ?

Para abordar estos interrogantes, y orientarnos en la dirección de la cura a cerca de la ansiedad, las modalidades de la angustia y la desesperación, me parece esencial hacer girar las hipótesis a proponer, en torno al lugar y las funciones que el objeto ocupa en la estructura.

No es la ocasión, por las limitaciones de tiempo, para hacer un recorrido exhaustivo por la teoría del objeto, sólo enfaticemos algunos puntos claves a los fines de esta exposición.

Como sabemos, según el avance de sus descubrimientos hay dos tiempos para la angustia en Freud. El de la primera teoría coronó a la neurosis de angustia como prototípica de las neurosis actuales. Rige, en este tiempo una lógica de las transformaciones del quantum libidinal . El hallazgo era que los desarreglos de alcoba, cuando la sexualidad no colmaba ni culminaba , se transmutaban en neurosis de angustia.

Teorizado el complejo de Edipo, éste nutre la lógica que subyace en la segunda teoría de la angustia, la angustia es el miedo a la castración. Es una señal en el yo de una amenaza, amenaza a la ilusión corporal unificada del narcisismo. A partir de "Inhibición síntoma y angustia", donde despliega esta segunda teoría sin abandonar la primera, la angustia queda indisolublemente ligada al temor frente a la pérdida de lo más preciado.

Doble rostro de la teoría de la angustia, en el que subyacen dos lógicas diferentes pero que sin embargo, no se reemplazan, no se superan , ni se excluyen, más bien conviven en la teoría y en el sujeto y dan cuenta de las polifacéticas peculiaridades de lo real que lo afectan.

Lacan propone otra lógica para pensar la angustia y es la que asienta en el objeto. Ya no se trata sólo de la transformación de la energía libidinal, tampoco de las coordenadas del Edipo y de la amenaza, ahora el acento está puesto en el aforismo que declara "la angustia no es sin objeto" y aún enfatiza "la angustia es su única traducción subjetiva".

El eje se desplaza. A partir de estas afirmaciones cabe preguntarnos entonces por el objeto que está en juego cuando la angustia se presenta. La angustia es testimonio de un plus, de un exceso, de la inminencia de un objeto que no se sustrae. Objeto de la pulsión que se constituye a partir de la demanda del Otro, pero que estampa en el sujeto las vicisitudes para el deseo, es decir para que el objeto cumpla la función emancipadora de ser causa de deseo.

Recurramos a lo que la clínica nos aporta y ensayemos algunas hipótesis. Una joven mujer refería: "Iba caminando por la calle y súbitamente sentí palpitaciones , me faltaba el aire, un sudor frío me recorría la espalda, creí que podría morirme caminé la cuadra que me separaba de mi casa, llegué y estaba pálida, llamaron a la emergencia médica"

Este es el modo de presentación de la angustia automática, miedo monstruo, localizado en el cuerpo. Si el aparato psíquico crea un cuerpo -hoy podemos decir con Lacan – anudado, RSI ,en el que definitivamente se pierde el organismo biológico, aquí esa eficacia no se cumple. Lo que debería permanecer oculto, patéticamente, automáticamente se manifiesta. Dominado por la angustia, el sujeto da una interpretación catastrófica a sus manifestaciones tóxicas, apoderándose de él un miedo mortífero.

Lacan al pánico lo vincula a la experiencia de lo siniestro. Toma los cuentos de Chejov "Pavores", para demostrar que el pánico anida en lo más íntimo del sujeto, en lo más familiar. Por eso decimos que aparece como un terror que no encuentra su objeto, porque más que del objeto se trata del das ding, de la cosa que no se ha perdido en el objeto.

Tal como lo siniestro, se produce cuando lo que debería permanecer oculto se manifiesta. ¿Y qué es lo oculto a la imagen especular? El falo imaginario, (-fi ), el que requiere ser sustraído para que la imagen narcisística se constituya unificada en el marco del espejo, y no con la disgregación corporal que denotan las palpitaciones, el sudor o el ahogo.

Es una angustia que desborda, arrasa al yo, que ya no ofrece su superficie para que la angustia señalice algo. Tiempo de colapso fantasmático, en que el objeto no funciona como resto, no opera la hiancia, el losange propiciatorio entre el sujeto y el objeto. Desconocida la función separadora del objeto, el Otro invade , lo que se experimenta como extrañeza y despersonalización.

El encuentro con el analista abre otra dimensión donde la angustia no es la muerte, no es la inmersión en lo insondable del Otro, es una cita con los derroteros de la castración.

A medida que el análisis avanza se construye una escena, que enmarca la angustia y ofrece un argumento donde el fantasma se estabiliza. Frecuentemente esa angustia desmedida pasa por un tiempo transitorio en que adopta una medida , es decir, se circunscribe a algún espacio, se identifican los lugares que pueden desencadena la crisis de angustia . Lo que aportará los significantes, con los que recortar la caída del objeto.
Para cumplimentar , aunque sea en parte, con lo que el título del trabajo prometía diré algunas palabras sobre la ansiedad y la desesperación. Ambas cursan en relación a la espera. En la primera el sujeto parece instalado en la "espera de un objeto ansiado" y en la desesperación, al borde del acto que lo expulse de una escena que ya no hace de marco.

Si la angustia es la barrera a franquear entre goce y deseo, la ansiedad parece guarecerse en la exigencia de satisfacción inmediata de un goce, que apremia al sujeto, sin permitirle abordar la angustia.

Bajo estas condiciones, lo urgente es calmar la ansiedad, con cualquier objeto apropiado para satisfacer cortocircuito pulsional. Una motilidad errátil e inconducente comanda la escena. No hay letra que permita descubrir, descifrar , las redes que capturan lo cifrado del objeto, es la antesala de las a-dicciones, al modo de un acting out permanente que muestra paradigmáticamente el intento de evitar la angustia ( desde comer o beber compulsivamente , a no poder dejar de estar frente a la computadora conectado "on line")

Abolido el circuito de la pulsión, el sujeto se mantiene en un agotador presente continuo, en que el encuentro fortuito con los objetos sacia una necesidad que fracasa para devenir deseo.

La desesperación como su definición lo expresa es la pérdida total de la esperanza. El riesgo de un pasaje al acto parece inminente. Jacques Hassoun advierte, "la melancolía en lo más profundo de su desesperación , ignora la angustia" y compara la ausencia de horizontes que habita al melancólico próximo al pasaje al acto con la que padecían en ocasiones los deportados en los campos de concentración. Como Kierkegaard afirma, la desesperación es la única enfermedad mortal. El sujeto parece dominado por una urgencia imperiosa de precipitar el fin, no vislumbra ya ningún resplandor sumergido en tanta sombra. El pasaje al acto abre el capítulo para pensar la no función del objeto a en la estructura, no su mero desconocimiento. ¿Por dónde hacer pasar el corte cuando las tinieblas de la sombra borronean el litoral de la letra?

Estas modalidades de los afectos que afectan al sujeto, dejándolo inmerso en el patos de la pasividad atañe a una clínica que se parece presentarse con el desgarro del grito, primer y más genuino modo de relación del sujeto con sus semejantes. El grito es mudo dice Lacan, me tomo la licencia de agregar que es analfabeto. Es la falta, de la falta que los significantes provenientes del lugar del Otro, debieron tallar en la estructura en tiempos instituyente. Un grito, que aún no puede recortar la voz para proferir una demanda. Demandar viene del latín –demandare- por la doble vertiente del pedido y de formular una pregunta. Serán los artificios del análisis que promoverá ese movimiento.

Hablar en términos de grito me hace recordar una consulta desesperada. Con urgencia y susto una hija acompaña a su madre, Isabel a la consulta que bajo un estado de llanto y angustia lo único que gritaba era "el cuchillo, el cuchillo". Le pregunté qué pasaba con el cuchillo.

Relató entonces de una pelea reciente con el marido, que antes de irse la había amenazado con un cuchillo y que ahora ella quería ese cuchillo que en un rapto de cautela uno de sus hijos le había sacado de sus manos. "El cuchillo, el cuchillo.".... repetido insistentemente, venía a anunciar la inminencia de un muy probable pasaje al acto. Clavárselo ella, clavárselo a él.

Si, le dijimos Ud. tiene razón, hay algo que cortar en esa relación, pero no de esa manera. Hay modos de cortar sin hacerse daño. Van a ir surgiendo en el análisis otras posibilidades .....las que las palabras vayan ofreciendo para cortar sin que se lastime. Fue recién allí que se calmó, y algo en su rostro se transformó. Al poco tiempo trajo un sueño: su madre con unas tijeras cortajeando el ruedo de su delantal del colegio. Ella lloraba.

La transferencia como relación al saber , templa la angustia, que ya no desborda, sino que cuando el inconsciente se ordena en discurso, vectorializa la dirección del análisis en el ¿che vuoi? . La angustia ahora como señal, deviene privilegiado acontecimiento. Me remito a la noción de acontecimiento tal como Alain Badiou lo emplea, es decir, novedad, la angustia como novedad en el yo. Novedad que rompe la monotonía de la repetición , de lo ya sabido, de lo esperado y predictible.

En esta lógica de la angustia, comandada por el objeto, desgranar en el análisis, su dimensión parasitaria, sus especies y los modos en que han estampado y dejado entrampado al sujeto, permite efectuar – el corte por el que el plus deviene causa. La angustia en sus polifonías, reclama el corte. Un corte en doble vuelta, en que abundan las dificultades, tal como resulta cuando lo efectuamos en el modelo topológico del cross-cup. Es un vaciado de goce, lleno de dificultades, artesanía que obra una cirugía que por su ética resulta también en una estética para el sujeto.

Para finalizar, había quedado pendiente decir cuál era la melodía cuyo estribillo repite "ansiedad, angustia , desesperación". Su nombre , es "Toda una vida". Podemos concluir que cuando la vida, toda ella se dedica, a veces en nombre del amor-pasión , a reflejar una completud que no admite rasgaduras, el deseo se extravía, en lo anonadante de la ansiedad, la angustia más primitiva o la desesperación.

Adriana Dreizzen.

Bibliografía:

Freud, Sigmund: "La neurastenia y la neurosis de angustia" en Obras Completas, Biblioteca Nueva .
"Inhibición, síntoma y angustia" en Obras completas, Biblioteca Nueva
Hassoun, Jacques: La crueldad melancólica, Homo Sapiens, Rosario,1998
Lacan, Jacques: Seminario X "La angustia"
Assoun Paul-Laurent: Las Fobias, Nueva Visión, Bs.As,2002
Assoun Paul-Laurent: La angustia, Nueva Visión, Bs.As, 2003
Badiou, Alain: El ser y el acontecimiento, Manantial, 1999
Kierkegaard, Soren: Tratado de la desesperación,Leviatán, 1997
Vallon, Serge: El espacio y la Fobia, Ed. Del Serbal, 1998
Vegh, Isidoro: "Enlaces y desenlaces" en Hacia una clínica de lo real, Paidos,1998.