La transferencia, oportunidad de algo nuevo. EVA LERNER.


(*) IV CONGRESO INTERNACIONAL DE  CONVERGENCIA, movimiento lacaniano por el psicoanálisis freudiano “LA EXPERIENCIA DEL PSICOANÁLISIS: la inhibición, lo sexual, cuerpo y síntoma”.  Facultad de Derecho   8, 9 y 10 de mayo de 2009.



Propuse como título de mi ponencia  “La transferencia… oportunidad de algo nuevo” para situar desde el comienzo lo que sería deseable que un psicoanálisis le  aporte a quién se decide por él: una nueva oportunidad para la oportunidad de algo nuevo.


El analizante espera encontrar en el análisis una alternativa  y si la interpretación que recibe emite juicio. lo fija en su síntoma, lo acusa  de la repetición  como si pudiera hacer algo diferente y no lo hiciera. No encuentra otra alternativa para alimentar el superyó, ahora analítico que la ilusión de un porvenir que tal vez no le llegue.



 Frecuentar a un  analista no siempre es estar en análisis.   Escuchar desde un sillón de analista no siempre es aceptar la transferencia.



 La abstinencia no garantiza que el análisis avance en la dirección que le conviene y esta no es ajena a sus resultados. Me podrían objetar que es Freud mismo quién subraya el valor aleatorio de la curación que puede darse por añadidura pero es él quién también sugiere interrogar el edificio conceptual a la luz de los resultados. 



Propongo que un analista debe acompañar a que quién consulta entre en el discurso analizante .Que  haga una prueba que lo convenza de la experiencia del inconsciente y se funde la transferencia , que será el paño donde es esperable que se juegue la oportunidad de algo nuevo. 



El uso de la transferencia es toda la dificultad que subrayo en nuestro tiempo. 



Se han escrito largos tratados sobre el tema de la transferencia que no voy a detenerme a revisar.

La cuestión que propongo dirimir hoy abreva en mi clínica y propone dilucidar el empleo que hacemos de la transferencia.



¿Cómo extractamos las vueltas del objeto con las que se restaura en el ser hablante la pérdida original por advenir sexuado?



La transferencia es la  bisagra fundamental para  la posición del analista en la cura, desde su castración será soporte del objeto a, sin el cuál no hay función de partenaire para el hablante sino eterna repetición. Esto hace a las diferencias de la clínica que debemos debatir.



Si ilustramos la pérdida original del humano por advenir hablante y sexuado  con la metáfora de la montura del anillo, lugar vacío de la causa deseante  en el que, para colmo, se acumula en forma de joya engarzada y valiosa, la sustancia gozante  del objeto a, visualizamos en esta oportunidad de modo sencillo unos de los conceptos más difíciles de cernir en la cura y con el cuál el analista se las ve en figurillas. ¿Por qué? 



Todos podemos comprobar que no va de suyo que la posición de abstinencia del analista se sostenga en su falta y así se haga agente de esa transmutación de goce. Qué de la preciada joya del goce pueda advenir lo valioso del engarce vacío. 



Una cura puede infinitizarse en el trabajo de lo simbólico, puede perpetuarse el supuesto de un accidente en la estructura como se escucha últimamente, cuando sabemos que el accidente es  lo propio de la estructura, esa es la razón de la neurosis, la que no se desanuda es la paranoia. También puede suponerse desde la soberbia que el analista en cuestión hizo las cosas peor de lo que las haría uno.



 Sin embargo si no somos necios no deberíamos patear la pregunta fuera de la cancha. Si todo estuviera tan claro habría más testimonios de fin de análisis.



Es el tiempo de nuestra dificultad.



Causada por ella es que hace algunos años decidí insistir en la investigación de la operatoria de la transferencia en mi praxis.



La experiencia de la transferencia no es sólo repetición. En análisis la repetición es una oportunidad  para que un analista haga lo más difícil según Freud “el manejo de la transferencia” 



La transferencia es además presencia real, por eso Lacan lo compara con la Eucaristía. Es la recepción en el cuerpo pulsional del analista del golpe de lo transferido de la pulsión parcial del analizante ,acogido en el vacío de la causa deseante de su deseo de analista. 



Este golpe se topa con el analista como sujeto, no diré con el fantasma del analista como sujeto porque está advertido de él a partir de su análisis. Pero sí con el fantasma que el analista tiene del psicoanálisis que lo extravía igualmente porque al fin de cuentas es otro fantasma, y como estamos pensando en el psicoanálisis no nos damos cuenta. Es sólo a  condición de que se sepa donde está el analizante que podemos decir que hay un solo inconsciente.



¿Qué se gana y qué se pierde en cambio con la lectura fantasmática del analista?

Se gana en teorización. Finalmente la teoría es un fantasma y su coherente articulación lógica sostiene nuestra práctica. 
Pero la cura la sostiene la transferencia y no del mismo modo según cómo se la teorice y según la teorización que se tenga del retorno de lo reprimido.

Si el analista espera indefinidamente puede no enterarse que no va a retornar como decir , la mayoría de las veces porque lo porta en la transferencia sin siquiera saberlo.


O bien porque se trata de lo que del objeto a  es resistente al decir y se muestra en el acting out, del que el analista deberá hacer dicho o bien porque se trata de lo visto y oído previo al acceso a la palabra que no puede ser dicho y es a veces el gérmen de la neurosis infantil. No siempre retorna en formaciones del insconsciente.



 La transferencia debería ser la oportunidad de que algo no dicho se diga, de nombrar lo que  aconteció y de lo cuál no hubo palabra dicha, de que alguna demora concluya, de que lo apresurado tome su tiempo, es decir que sea la oportunidad de que algo nuevo tome valor de acontecimiento, es decir ¡Que se diga! De lo contrario  queda como objeto en el analista y en el analizante.



La interpretación abre así  una alternativa,  incluye una salida posible del lugar en el que el objeto está capturado, responsabiliza al sujeto sin culpabilizar al yo.



Esto no es de ningún modo lo que se podría objetar: que se rectifique lo fallado, que se cubra lo faltante, que se recubra lo que no hubo y debiera haber habido sino que allí donde “eso” era en el campo del Otro, se re-cree o se re-críe el sujeto.



 Que pueda verse y oírse  y que pueda llegarle el saber de  su posición en el fantasma de modo invertido desde el analista, como si fuera él mismo le permite al analizante ver lo que da a padecer y lo que hace oír entre las líneas de sus dichos.



               Sancionar lo que hay y lo que con eso se puede hacer en el  horizonte del inconsciente, es decir de la falta, es convalidar a lo imposible como estructural y no como fallado. Esa es la rectificación a llevar a cabo si es que hay alguna y esa sólo puede ser desplegada con humor para el analizante. ¿Será por ello que Lacan nos sugiere a los analistas sean bufones? Un ejemplo de esto de una supervisión es una analizante que se dirige al analista muy agresivamente  y la analista se pone a la defensiva rechazando la transferencia. Si pudiera hablar de otro modo que de este modo que le trae tantos problema, tal vez no visitaría un analista. Aceptar  la transferencia en esa contingencia del decir, es hacer espejo de cómo es hablado “ ¿qué mierda, así te hablaron?”



Cuando la transferencia puede hacer espejo de la dificultad  y alguien resta sin refugio para la falta y con humor…descansando de uno mismo… el análisis habrá sido la oportunidad de algo nuevo.

Eva Lerner.