UN PADRE EXCEPCIONAL O LA NEUROSIS DEL PADRE. Benjamín Domb


(*) Publicado en "Más allá del falo...". Buenos Aires: Lugar Editorial; 1996.
(**) Texto leído en ocasión del XX aniversario de la fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Agosto de 1994.

El mayor homenaje que podemos hacerle a esta Escuela Freudiana que cumple 20 años de su fundación, es realizar sus objetivos, no los ideales sino los objetivos en los cuales se asienta, se fundamenta una escuela de psicoanálisis.

Hoy veinte años después los podría nombrar a estos objetivos de una manera distinta, de una manera que no nos era posible allá en nuestros inicios, en Junio de 1974, éramos realmente jóvenes, no de edad, me refiero a nuestro recorrido por los textos lacanianos. Teníamos sin duda ya, en ese entonces, una convicción y tal vez algo más que nos indicaba que este era nuestro camino, sin embargo creo que hoy, 20 años después, podemos nombrar ese objetivo de una manera más acorde a nuestra producción, ese objetivo es el de reinventar el psicoanálisis.

No hay que asustarse de este significante, es ciertamente un desafío.

Veinte años no diré que "no es nada", depende de cómo se lo mire puede ser mucho o poco. Si recordamos todo lo realizado, lo producido, las vueltas que hemos dado, en que las instituciones lacanianas no tiene larga vida, basta recordar que la misma Ecole Freudienne de París fundada por Lacan, él mismo la disuelve a los 16 años de su fundación, todo esto me hace pensar que 20 años es mucho. Es poco sin embargo, si se lo mira desde el lado de su objetivo fundamental: el de reinventar el psicoanálisis.

Se me podría objetar, diciendo que existen otros objetivos menos ostentosos, la enseñanza y la transmisión del psicoanálisis, la agrupación profesional, la formación de los psicoanalistas, las nominaciones, la dirección de la Escuela, etc. Todos estos objetivos son absolutamente válidos. Pero a todos se los podría nombrar con este mismo significante, reinventar el psicoanálisis. Quiero decir que las otras cuestiones como las que acabo de mencionar y otras que se me escapan en este momento, se producirán algo así como por añadidura.
Qué es lo que hacemos los analistas cuando extendemos los límites del análisis, cuando no retrocedemos y cuando además de no retroceder formulamos nuestras hipótesis, nuestras teorías, a partir de alguna indicación de Lacan, llegando incluso hasta los límites de su producción.

¿Qué quiere decir entonces reinventar el psicoanálisis?.

Lacan le propone esto a cada psicoanalista, que reinvente, cada uno, cada vez, el psicoanálisis. Esta formulación que suena demasiado grandilocuente, no es ni más ni menos que cada analista haga su aporte, siembre su grano, su semilla en esta empresa imposible que es el psicoanálisis. Sólo de esta manera el psicoanálisis a de seguir.

El psicoanálisis, no fue inventado ni reinventado de un día para el otro, fue y es una tarea ardua, apasionada de mucho tiempo, donde 20 años es poco. Tomemos como ejemplo la enseñanza de Lacan, hay 28 seminarios, uno por año hace 28 años pero esto es a partir del "53", antes hubo más de veinte años de trabajo. El caso de Freud fue similar, día tras día se dedicaron tanto uno como otro a reinventar el psicoanálisis que ya había sido inventado. Y la tarea no está concluida.

Entonces a nosotros a quienes la figura de Lacan no nos hizo de pantalla, pero que tuvimos y tenemos muchas otras pantallas, que a cada instante hacemos aparecer una nueva, a nosotros les propongo, me propongo en este aniversario tratar de atravesar esas pantallas y trabajar en el camino de inventar cada uno, cada día el psicoanálisis.

Para eso, para decirles que entiendo por reinventar el psicoanálisis voy a hablarles de lo que titulé: "Un padre excepcional".

Sin duda, tanto Freud, como Lacan podrían perfectamente hacer honor a este título.

¿Qué es un padre excepcional?.

En primer lugar es uno. Es uno totalmente diferente a todos. Es uno que hace de nosotros un conjunto, por ejemplo conjunto de lacanianos, o de freudianos como cada uno se quiera nombrar. Diré para hacerme entender que Lacan se decía freudiano, como muchos otros psicoanalistas, hacía de Freud su maestro, su Sujeto supuesto Saber de quien, a la vez, decía que sin duda sabía. Freud era la excepción. Sirviéndose de Freud reinventa el psicoanálisis, es decir pudo prescindir de él. Para esto le fue necesario encontrar los límites del discurso de Freud, por ejemplo que la teoría freudiana salva al padre, no hay articuladamente un más allá del padre en Freud. Para reinventar el psicoanálisis es necesario, sirviéndose del padre también hacerlo caer. Es esto lo que Lacan escribió, desde los comienzos de su enseñanza como el significante del Otro tachado (A).

Demás está decir que querer hacerlo caer sin servirse de él conduce a la anarquía más absoluta. Bueno en realidad Freud nos enseñó en su Totem y Tabú que existe también el tiempo de la fratria del cual se sale o mejor dicho no se sale, por el lado del amor al padre, es decir por el amor a la letra del padre, en fin dejemos esto por el momento.

Vayamos a nuestra clínica a confrontarnos con otros padres menos famosos pero que necesariamente cumplen y también padecen de su función.

En distintos tiempos de su enseñanza Lacan afirma por un lado que no hay Otro y por otro nos dice que el sujeto se constituye en relación al Otro. ¿Cómo entender esta aparente contradicción?. ¿Hay o no hay Otro?.
Digamos que una de las primeras definiciones es la de que el Otro es un lugar, un lugar en la estructura. Ahora bien, ese lugar puede estar vacío; puede también referirse a la Batería de los significantes, puede a su vez estar encarnado por Otro o también por algún ideal, es decir ese Otro, ese lugar del Otro, entonces puede quedar vacío como por otro lado tomar distintos contenidos.

Señalemos también que para la constitución del sujeto es necesario que ese lugar sea ocupado en principio por lo que llamaré 2 funciones, una función deseo de la madre y otra función que viene a sustituir a esta primera que conocemos como función Nombre del Padre, es decir lo que se la llama metáfora paterna.
La primera función es cumplida por el Otro llamado primordial, que se nombra madre y que es decisiva en la constitución del narcisismo, interviene no sólo con su deseo sino también con su Goce, necesario para la constitución del cuerpo del niño. Esta función es asumida, encarnada, por una mujer que hace de su hijo, objeto a, causa de su deseo. Resolución freudiana de la femineidad vía la maternidad.

Por otra parte la función Nombre del Padre, que si bien regula desde el inicio al deseo de la madre, va a recaer sobre un sujeto señalado por ésta y que va a ser nombrado entonces padre, ocupando en un segundo tiempo el lugar del Otro.

De distintas maneras Lacan nos va a decir que toda la necesidad del ser humano es de que haya, de que exista el Otro. Pero, también nos insiste que el Otro no existe.

Fuimos alertados sobre el complejo de castración, aprendimos a distinguir que no sólo se trata de la castración del sujeto, sino que pusimos el énfasis en la castración del Otro. La clínica nos demuestra la dificultad del sujeto en separarse del Otro, más allá del rostro que tenga. Las ligazones, las adherencias a ese Otro adoptan las formas más complejas y en su complejidad cada una define un cuadro particular.
Con Lacan podemos redefinir la operación de castración como lazo al padre, inclusive sostener que el amor al padre basta para mantener la represión en su justo medio.

Habíamos dicho en otro escrito (*) que se trataba de la barradura tanto del sujeto S, como del Otro A. Estas barras tienen distinta lectura, no es homóloga la castración del Sujeto y la castración del Otro, la barra sobre el sujeto se lee como engendramiento del sujeto, es decir en relación al significante, a lo simbólico. En cambio la barra que cae sobre el Otro primordial, esta castración del Otro, significa: la falta del Otro, es decir, ni más ni menos que con la separación operada por la castración, por la intervención efectiva de la per(e)versión, del padre real, la madre desnuda su falta es decir que esa resolución maternal al problema de la femineidad cae, dejando al descubierto nuevamente su enigma.

En su momento lo relacionamos con la "per(e)versión" (**) es decir, con el hecho de que un hombre haga de una mujer objeto "a" causa de su deseo.

Ahora bien, esa falta, ese vacío del Otro es recubierto prontamente por la función llamada Nombre del Padre y por el amor al padre.

Los analizantes no dejan de hablar y los analistas de escribir acerca del padre.

En nuestros divanes se recuestan respetables señores, de edad madura que nos confiesan situaciones aún no resueltas con sus propios padres, las marcas, las huellas imborrables de los tormentos o de las angustias padecidas en tal o cual situación infantil. Su posición frente a su padre se repite en la edad madura, frente a algún Otro, su jefe, su maestro, su socio o quien fuera que pueda ocupar ese lugar para el sujeto.

Estos respetables señores prolijamente afeitados o de barba y bigote, a veces con todo su pelo blanco o algunos pelados, etc. Estos señores padecen por lo que llamamos su propia castración. Es decir, que en el buen caso sostienen como analizante el discurso cuyo agente es el S.

Estos mismos señores hacen de una mujer objeto "a" causa de su deseo y también hacen de ella su síntoma. Estas mujeres no sólo desean ser deseadas, estas mujeres desean un hijo.

Estas mujeres y estos hijos hacen de esos señores, un padre, uno que opere la castración. No estando a su vez castrado, uno que le dice no a la castración. Este que es un castrado, no debe serlo para ellos, debe ocupar el lugar de la excepción para cumplir con su función, debe asumir ese lugar en la estructura.

Es de los efectos agobiantes observados en la clínica por esta necesidad de ocupar ese lugar imposible al que me quiero ahora referir. A estos todo hombre cuando recae sobre ellos la función paterna, la excepción.
"Tengo la impresión de estar sosteniendo el universo sobre mis hombros" me decía uno de ellos, este caso extremo ilustra de una manera patente de que se trata el agobio del cual hago referencia.

De otra manera se podría mencionar que estos sujetos padres se quejan a menudo, en relación a su función, de estar excluidos del Goce y que: ya no pueden más!, es la forma con que expresan su impotencia.
Es desde el discurso del amo cuyo agente es el S1, desde donde deben sostener su lugar, no siendo verdaderos amos.

Ya sea su paternidad supuesta, adjudicada o asumida ningún padre, de los que me refiero reniega de su paternidad, por lo menos a nivel de sus dichos.

Se trata de como se posicionan para sostener esta función imposible, es decir, de poder soportar lo imposible, lo real. Algunos como decía, denuncian su imposibilidad no soportándola, dejando al desnudo su impotencia. (Dificultan a sus hijos la identificación fálica). Otros en cambio tratan de identificarse absolutamente a su función imponiéndose hasta el límite de lo arbitrario, tratando de cerrar de esta manera toda vía de acceso a lo real. Estos últimos difícilmente demanden análisis. (Incitan a sus hijos a poner a prueba a estos padres favoreciendo la transgresión).

Pasaje de la impotencia del hijo a la imposibilidad de un padre. Sostener la función de lo imposible, sostenerla mientras esa función es necesaria para sus hijos. Y además prodigarles cuidados paternos.

Un padre vela lo real, de esta manera lo obtura pero también hace posible que se revele.

Es necesario establecer la diferencia que existe entre el asesinato freudiano del padre, que no hace más que perpetuarlo, del prescindir del padre, por supuesto a condición de servirse de él.
A partir de la castración, se instituye la función fálica para el hijo, la excepción es el lugar reservado para este padre, esta excepción no es mítica, es función inclusiva, nos señala Lacan: "que enunciar de lo universal sino que lo universal resulta encerrado precisamente por la posibilidad negativa".

Es decir, el padre que dice no a la castración, desde allí su existencia juega el papel de borde, de límite.
Podríamos representarnos la función de borde por un nudo, de un sólo anillo que aplanado resulta una circunferencia.

Dentro colocamos el universal de la castración, haciendo borde, límite, la función paterna por fuera lo Real. De esta manera quedan diferenciados 2 modos de goce, la sexualidad, la que busca el objeto y el Otro goce, mudo, el del extravío, del camino al desierto.

Y de esta forma tenemos representado que es lo que se le pide a un padre, se le pide que proteja a su hijo de lo real, no estando él a su vez protegido. Es decir que él lo soporte.

Esta cuestión tiene varias aristas, una absolutamente neurótica, imaginaria, se demanda un padre no que soporte lo real, sino que pueda con lo real, para eso es necesario un padre excepcional que sea amo de la muerte. Esta es la vertiente de un padre todo poderoso, dios. Está en el horizonte de todo hijo y es de allí que un hijo que devino padre que enfrentado a la función se exige llevarla a cabo como el hijo manda, es decir como si fuera dios. Esta es la tarea de sostener el mundo sobre sus hombros pero creyendo que tiene que sostenerlo es muy posible que se olvide de hacer de una mujer objeto "a" causa de su deseo, lo cual empeora las cosas.

Es entonces de esta función agobiante de ocupar el lugar de dios siendo un hijo de lo que se trata.
Para un hijo el Otro existe. Es de esperar del análisis la revelación de que el Otro no existe. Es el camino de un análisis.

Para terminar quiero decir que si es verdad que no hay relación sexual, que es indecible lo real, eso nos permitirá zafar del mástil fálico para producir al menos algunas líneas a inventar.

(*) Benjamín Domb: Una práctica de lo real: el fin del análisis, actas de la Reunión Lacanoamericana de Porto Alegre.
(**) per(e)versión: escritura lacaniana que incluye pere: padre en la palabra
perversión, además se puede leer versión al padre.