El masoquismo en la neurosis. Vanesa Starasilis.


(*) Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, Florianópolis, 2005.

Lacan da cuenta de un problema clínico, que es interés de éste trabajo retomar, al afirmar  que “son muy pocos los sujetos que pueden no sucumbir, en una captura monstruosa, ante la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros”(1)
Ofrecerse al goce del Otro en posición de objeto, es aquello con lo que Freud se topo en su clínica y denomino masoquismo.

Tendencia masoquista presente en la vida pulsional que testimonia de la insistencia de un goce mortífero, a la vez que nos plantea una pregunta: ¿puede pensarse ese masoquismo como inherente a la estructura? Y si así fuera ¿cómo podría incidir un análisis?

Masoquismo en la neurosis, será tomado en éste trabajo como la posición de objeto en la que el sujeto se ubica ante el Otro, más el goce adosado a esa posición.

Si hablamos del masoquismo en la neurosis, éste no se manifestará en la escena real como en la perversión, sino en el fantasma.

Me detendré entonces en ese artículo de 1919 en donde Freud escribe siguiendo las etapas del complejo de Edipo, las transformaciones de la economía del fantasma, pegan a un niño.  O como se escribe en alemán, Ein Kind wird geschlagen, un niño es pegado. Se trata de un  texto que constituye según el propio Freud un trabajo sobre el masoquismo.

Si bien este texto tiene la dificultad de considerar al masoquismo como secundario, su ventaja es precisar lo que Freud no duda en llamar “la esencia del masoquismo”.

Revisemos sus postulados: 
Freud se encuentra con la confesión de una fantasía: “un niño es pegado”. En esta comunicación, que corresponde a la tercera fase de la fantasía, la persona que pega puede ser un subrogado paterno o permanecer indeterminada y el niño azotado nunca es el sujeto fantaseador. Freud nos dirá que se trata de una “fantasía portadora de una excitación intensa, inequívocamente sexual y que como tal procura la satisfacción onanista” (2).

A partir de esta comunicación, y a través de la asociación del paciente llegamos a la primera fase: “el padre pega al niño (que yo odio)” Aquí la persona que pega ya no permanece indeterminada, remite al padre y el niño azotado es otro que el propio sujeto, pero no cualquiera; un rival. Esta fase no conlleva excitación sexual alguna. 

A partir de aquí Freud se pregunta cómo se instalo, entonces, el goce sexual correspondiente a la tercera fase de la fantasía y de este modo se le hace necesaria una construcción. La segunda fase es una construcción del análisis que por regla general permanece inconsciente. El texto de la fantasía de la segunda fase es: “yo soy azotado por el padre” (ó “mi padre me pega”) y tiene un indudable carácter masoquista. Aquí la persona que pega es el padre y es el propio sujeto el azotado. Notemos que sólo en esta fase aparece el sujeto en primera persona, como sujeto de la enunciación y es sólo a través de la construcción (3). 

Esta fantasía, “mi padre me pega”, sería la expresión de la conciencia de culpa. Si en la primera fase, la de la época del amor incestuoso, el texto de la fantasía era: “Él (el padre) me ama solo a mi, no al otro niño pues a  este le pega” la conciencia de culpa sabe hallar el castigo: “No. No te ama a ti pues te pega” De este modo la fantasía deviene masoquista (4). Pero, nos advierte Freud, que este no es el contenido integro del masoquismo.

Dice Freud:
“El padre me ama” se entendía en el sentido genital; por medio de la regresión se muda en el “padre me pega (soy azotado por el padre)” Este ser-azotado es ahora una conjunción  de conciencia de culpa y erotismo; no es sólo el castigo  por la referencia genital prohibida, sino también su sustituto regresivo, y a partir de esta última fuente recibe la excitación libidinosa que desde ese momento se le adherirá y hallará descarga en actos onanistas. Ahora bien, sólo esta es la esencia del masoquismo”(5)

La hipótesis clásica freudiana es que la conciencia de culpa es la respuesta a un goce incestuoso y que por lo tanto pediría castigo (6).  Castigo que podría ser el nombre del masoquismo. Sin embargo, Freud parece dar un paso más: no alcanza con la conciencia de culpa para dar cuenta del masoquismo. Nos dice que ese “ser- azotado” es el castigo por el amor incestuoso (conciencia de culpa), pero también su sustituto regresivo. Entonces el ser amado por el padre se muda en ser azotado por el padre pero produciéndose una equivalencia entre ser pegado y amado.

Vale decir que lo que ha servido para denegar el amor (ser-azotado), es eso mismo que va a servir para significarlo (ser-amado) (7).

Es decir que en este ser- azotado se sostiene el amor, la relación libidinal (estructurada de acuerdo con la modalidad edípica) que el sujeto tiene con el padre. Esto explica, para Freud, el goce sexual que desde este momento se le adherirá a la fantasía. Y nos dice que, ahora sí,  ésta es la esencia del masoquismo. Desde esta perspectiva el masoquismo revela su estructura fantasmática y señala que éste sería la realización del goce incestuoso en donde se sostiene el amor del padre y al padre.

Notemos que ese ser amado que se sostiene en el masoquismo es un ser amado en tanto objeto.  Deja al sujeto en posición de objeto. Más tarde retomaremos esto.

La fantasía de paliza en su segunda fase es de naturaleza masoquista, conlleva un goce masoquista. Esa es la lectura que podemos hacer desde Freud. Lacan nos invita a pensar que ese fantasma: “mi padre me pega” puede tener también un valor constitutivo.

Así Lacan en el seminario “Las formaciones del inconsciente” nos dirá que:
“El sujeto, (…) cuando es golpeado es amado (…)
En la medida en que ese acto eleva al propio sujeto a la dignidad de sujeto significante, en este momento es captado en su registro positivo, inaugural. Lo instituye como un sujeto con el que lo que puede haber es amor” (8)

Entonces este ser golpeado se funda en el amor. Una prueba, una certificación de que el padre ama al sujeto es que el padre le pega. Si el padre le pega es una prueba de su amor.

Se trata de un acto que lo instituye. Tiene un valor significante. Ubica al sujeto bajo la férula del padre.
Lawrence Bataille en su texto “Emma o la función de un fantasma” trabaja el fantasma de un sujeto en esa línea. La fantasía de ser pegada por el padre no tenía para la mujer de que se trata un valor masoquista sino instituyente. Esos golpes, tenían el valor simbólico de ubicar a la paciente dentro del linaje paterno. Ser pegada, en su fantasma, significaba pedir la marca del padre.

Entonces, ¿como leer ese golpe que emerge en el fantasma mi padre me pega? ¿Tiene un valor masoquista o un valor instituyente?

Fue una sorpresa encontrarme con esta afirmación de Lacan:
 “...hay (…) algo completamente radical, la asociación, en la base, en la misma raíz del fantasma, de esta gloria, si puedo expresarme así, de la marca.
Me refiero a la marca sobre la piel, donde se inspira, en este fantasma, algo que no es más que un sujeto que se identifica como objeto de goce. En la práctica erótica a la que me refiero, que es la flagelación, por llamarla por su nombre, por si acaso hay aquí algún archisordo, el gozar adquiere esa ambigüedad que resulta de que en ella, y sólo en ella, es palpable la equivalencia del gesto que marca y el cuerpo, objeto de goce”(9)

Hay una afinidad de la marca con el goce del mismo cuerpo.

Lacan hace equivaler en ese golpe, la marca que instituye al sujeto con el goce del cuerpo que lo deja en posición de objeto.

Quiero acentuar que el golpe paterno produce en el mismo acto la marca que instituye al sujeto y el goce que lo deja en posición de objeto. Es decir que la marca del padre a la vez
que divide al sujeto lo ubica también en una posición masoquista.

“Mi padre me pega” sería la construcción de aquel momento en donde el sujeto se constituye como sujeto, pues recibe la marca del padre, pero queda ofrecido a éste en posición de objeto. Se advertirá el punto complicado de esta equivalencia: No hay modo para el sujeto de emerger (recuérdese que en las otras fases de la fantasía el sujeto no estaba ahí) que en posición de objeto.

Entonces este fantasma, mi padre me pega, desde esta perspectiva, tiene un valor instituyente, a la vez que nos señala que el masoquismo (10) es inherente a la estructura. Que no hay otro modo de subjetivarse que pasando por la posición de objeto.

Pero, ¿por qué la neurosis acentúa esta posición de objeto en vez de “ser” sujeto de la marca?
Habíamos dicho que desde esta posición de objeto, posición masoquista, el sujeto sostenía el amor.
Pero, ¿Qué ilusión se sostiene en ese amor? Si en el masoquismo se es amado pero como objeto, ¿será que en ese amor el sujeto sostiene el anhelo de ser algo para alguien?.

La marca del padre, el golpe significante, podemos decir, agujerea, deja al sujeto en falta y le abre dos vías: la vía para que el sujeto se ofrezca en posición masoquista y la vía de asumir esa falta.

Así mientras el sujeto se constituye en tanto pérdida del ser, el masoquismo sostendría el anhelo de ser (11).
De este modo, podemos decir, que el masoquismo sostiene en la ilusión del amor el anhelo de ser, de ser objeto para el Otro, velando la falta en ser y haciendo existir al Otro.

Así el sujeto, en posición masoquista se hace pegar, o similar (hacerse cagar), haciendo aparecer la falla imaginaria como castración imaginaria para no encontrarse con la falta. Con la falta en ser  y con la falta del Otro.

Lo que se esconde en ofrecer la otra mejilla es la elección neurótica que lleva al sujeto a salvaguardar la falta. La del sujeto y la del Otro. 

Ahora bien, tiene que haber una diferencia entre la posición de objeto por la que el sujeto recibe el lenguaje para constituirse, y el goce que se anuda a esta posición.

Decir que el padre a la vez que marca al sujeto lo constituye como objeto podría pensarse como un modo de aludir a la función paterna como fallida.

En la única clase  del seminario de los nombres del padre Lacan nos interroga:
“Ese padre para el cual Freud encuentra esta suerte de equilibrio, esta suerte de conformidad de la ley y del deseo verdaderamente conjugados, necesitados el uno por el otro en el incesto, sobre la suposición del goce puro del padre como goce primordial.

Pero esto, que es lo que supuestamente nos da la marca de la formación del deseo en el niño en su proceso normal, ¿no es allí dónde valdría la pena intentar saber por qué eso conduce a la neurosis?”(12).

Esta pregunta de Lacan acerca de por qué aquello que inagura el deseo conduce también a la neurosis puede pensarse como un punto irremediable de falla del padre.

Ahora bien, si una vez constituído el sujeto, éste se fija en posición de objeto (neurosis) será velando la falta y haciendo de ésta un padre-amo.

La falta del padre concierne, paradojicamente, al goce del padre. Pereversión que Lacan ubica en el padre que hace de una mujer objeto a causa de su deseo, es decir, de su goce.

Haciendo objeto de su goce a otro que al niño, el padre cumple su función de no-todo.
Pero si el neurótico atrae sobre sí el golpe del padre, es porque ¨pretende¨ hacer de ese golpe no solo la marca que lo instituye sino la realización del goce del Otro.

Es ahí dónde el golpe paterno que viene a simbolizar la marca, hace neurosis. Neurosis que se sustenta en que el golpe tiene también valor de goce.

Si en el masoquismo el sujeto sostiene el amor incestuoso, se es amado pero como objeto para el Otro. Ese amor vela la falla paterna. El masoquismo es una apelación a la falla paterna. A lograr un padre perfecto.
El fantasma masoquista en su esencia, como pedido de marca, revela que hay una marca que falta y que nunca se recibió ni se podrá recibir.

Falla paterna que denuncia que ningún padre puede ser “todo padre” y que de esa falla el sujeto ama la marca que haría de ese padre uno sin falla.

Cabría aclarar que la elección neurótica por la posición masoquista no es una libre elección.

Si la marca que instituye al sujeto tiene que tomarlo a éste primero como objeto, esto elimina cualquier elección.

La operación de alienación implica que se elija lo que se elija siempre se está en posición de objeto. La elección es forzada.

Esta frase “mi padre me pega”, no solo es constituyente sino que es fundamentalmente inconsciente.
El sujeto la porta pero es incapaz de leerla. Con Freud decimos: la actúa.

Sólo en un análisis, el sujeto, se puede volver lector de su posición y es allí que podrá disponer de su subjetividad y de su deseo.

En tanto instituyente, esa posición de objeto en el fantasma, es incurable.
Pero es un incurable que puede no convocar todo el goce del sujeto como para que éste pueda disponer de otro goce menos mortificante.

Si en la raíz del fantasma la marca a la vez que constituye al sujeto lo deja en posición de objeto, el masoquismo tendría un lugar estructural que un análisis intentaría reducir.

Si la elección inconciente se dirige a velar la falta del Otro sosteniendo un ser de objeto, la operación analítica producirá un vaciamiento del ser. Duelo que lleva al sujeto del no pienso al no soy. Duelo que posibilita que de la falla surja lo imposible de colmar. Es decir la falta que atraviesa al sujeto y al Otro.

Un análisis llevará al sujeto al punto del “tu eres eso”.  Punto de desamparo, en donde el sujeto hace la experiencia de la inexistencia del Otro. Sólo se podrá apropiar de la marca si en el camino el sujeto se hace lector de su posición gozante.


NOTAS:
(1) Lacan J,“Los cuatro coceptos fundamentales del Psicoanálisis” Clase del 24 de junio de 1964
(2) Freud S,“Pegan a un niño” Amorrortu editores
(3) “El sujeto sólo aparece como sujeto pegado en la segunda fase, y esta segunda fase es una reconstrucción significante de la interpretación” Lacan “El acto psicoanálitico” Clase 28 de febrero de 1968
(4) Freud S,“Pegan a un niño” Amorrortu editores
(5)Ibid 2
(6) Freud S, “Dostoiewski y el parricidio” Amorrortu editores
(7) Lacan J, “Las formaciones del inconsciente”  Clase del 12-02-58
(8) Lacan J, “Las formaciones del inconsciente” Clase del 23-04-58
(9) Lacan J, “El reverso del Psicoanálisis” Clase del 14-01-70
(10)Si bien Freud no hace esta distinción, desde Lacan se puede diferenciar el masoquismo de la posición masoquista. La posición masoquista es la posición de objeto que el neurótico asume en su fantasma, mientras que el masoquismo tendría relación con la perversión. En el presente trabajo se usa indistintamente masoquismo y posición masoquista ( o de objeto) para aludir a la posición de objeto del sujeto en el fantasma
(11) “Es seguro que el año no pasará sin que tengamos que interrogar más de cerca esa relación del Je como esencial a la estructura del masoquismo”  (La lógica del fantasma, clase del 11 de enero de 1967) Lacan,  me orienta aquí a pensar la relación del ser con el masoquismo.
(12) Lacan J, “Los nombres del padre”  Clase única. 20 de noviembre de 1963