Panel: Cartel y formación del Analista. EFA

Patricia Mora: Vamos a empezar con este panel “Cartel y formación del analista”. Mi nombre es Patricia Mora, integran este panel Ursula Kirsch, Jorge Linietsky y Marta Nardi. 


Bueno, quería contarles en principio que “Cartel y formación del analista” es el tema que nos está orientando en el trabajo de la secretaría. Y también la idea es continuar este trabajo vía una serie de paneles respecto de este tema del cual este es el primero.


La articulación Cartel y formación del analista implica un tercer término que es la Escuela. Lacan en la “Proposición del 9 de Octubre de 1967”, refiriéndose a una de las funciones de la Escuela dice que es “...instaurar entre sus miembros una comunidad de experiencia cuyo meollo está dado por la experiencia de los practicantes”. Este término de comunidad, de lo común en la experiencia lo retoma cuando hablando del dispositivo del Cartel dice que “...el Cartel posibilita a los analistas preguntarse lo que analíticamente significa su trabajo en calidad de trabajo común”. 

En este sentido, a mi entender, el Cartel posibilita a cada analista un trabajo con otros y lo que es común a este trabajo es el discurso del psicoanálisis. Este trabajo de discurso en el Cartel, tiene como condición que de este trabajo de cada uno con otros se espera un producto. Se trata de un trabajo que se hace con otros y cuyo producto es propio, es a nombre propio. Es decir, de lo que hay en común en el Cartel se desprende un producto que es a nombre propio y en esto es posible reconocer un efecto de formación al que la Escuela en sus estatutos dando lugar al Cartel, da lugar. 


Paso la palabra a Ursula Kirsch.


Ursula Kirsch: 

Buenas noches. Agradezco a la Secretaría de Carteles la invitación a este panel. Estuve tratando de pensar en la articulación planteada en el título del panel, sobre todo en estos dos términos: Cartel y formación del analista. Y estuve tratando de pensar cuál sería la articulación posible. Quizás me centré más en la formación del analista que en la cuestión del Cartel en sí, porque hay trabajo hecho en la Escuela sobre las formas de funcionamiento del Cartel. Hay una cuestión, que es esta conjunción entre formación del analista y Cartel, si tiene que ver o no tiene que ver o de qué manera podría tener que ver la formación del analista con el cartel.


La manera más elemental de definir al Cartel, sería decir que el Cartel es una forma de trabajo que nos damos en la Escuela. Y la formación del analista, de alguna manera, parece también aludir a Escuela; se supone que la Escuela, tiene algo que ver con la formación del analista. Pero, la cuestión es, si aquello que hace al analista, lo que lo especifica como analista, proviene de la Escuela o proviene de otro lado. Y, entonces, en qué sentido la Escuela tiene que ver con la formación del analista, o ¿qué es lo que hace que haya Escuela?. Esta pregunta se trabajó una vez en las Jornadas Oscar Masotta que se llamaron “¿Por qué Escuela?” ¿De dónde surge o qué es lo que hace o cuál es la razón de la Escuela?

A veces se dice que trabajar en un Cartel, o presentar un trabajo de Cartel, es una forma de autorizarse en la Escuela, pero, la autorización del analista ¿de dónde proviene?. La autorización del analista ¿es en la Escuela? Necesitamos recordar los términos, de intensión y extensión, el psicoanálisis en intensión, es el análisis, entonces la Escuela es la extensión. Tenemos estos dos lugares, y la cuestión es, ver cómo se articulan. Y, quizás encontrar cuál es la relación entre el análisis y la Escuela. Solemos ubicar del lado de la Escuela enseñanza y transmisión, y práctica de discurso. 

Podríamos decir, ¿de dónde proviene la fuerza que da sostén a la práctica del discurso del psicoanálisis?. Lo que sostiene, es el análisis mismo. La Escuela recibe una experiencia que sucede en otro lugar. ¿Qué es lo propio del análisis? La interpretación, el acto analítico, que se producen en el análisis, y que corresponden al dispositivo analítico. En la Escuela, por otra parte, se practica enseñanza y transmisión.

Este es el primer punto de lo que planteo, que la formación del analista tiene, a mi entender, su peso primero en el análisis. Una manera minimalista de enunciar la regla fundamental es la que encontramos en el Escrito que se llama L´Etourdit: la frase que comienza con que se diga. La posición del analista en el dispositivo genera que se diga. Por el hecho de decir, en el decir mismo, el analizante olvida el requerimiento al que lo somete la regla, porque surge otra dimensión. Esa otra dimensión tiene que ver con que escucha lo que se dice. No sólo está que se diga, que queda olvidado en el hecho de que se dice, sino que además, aparte de que se dice, se escucha, que es otro momento. 
Y esta dimensión en la que se escucha lo que ha sido dicho, la posibilidad de una resonancia, se sostiene con otra estructura mínima, que es la lectura de la demanda, tal como el analista interpreta la demanda en el análisis, que es: “te pido que me rechaces lo que te ofrezco”.

¿Por qué traigo a colación estas dos fórmulas?, porque enuncian la estructura en la cual se construye la posibilidad del acto, del acto analítico. Es del acto analítico de donde procede la fuerza que permite articular intensión y extensión y es por el acto analítico que hay autorización.

Vuelvo a esta fórmula, “te pido que me rechaces lo que te ofrezco”, que es la estructura mínima más estricta de lo que implica, si uno sigue lo que propone, lo que a cada uno le sucede, en esta situación, lo que resulta de esto, es la confrontación más estricta con la castración. O lo que esta fórmula produce, lo que esta fórmula causa, es el trabajo con la adherencia imaginaria que obtura ¿qué cosa?, lo real de lo simbólico, uno podría decir la eficacia simbólica, que obtura, y que funciona desconociendo lo real. 

Bueno, este trabajo con el inconsciente que es lo propio del análisis, bordeando la consistencia del objeto, genera un saber que cae del análisis, un desecho de saber que se desprende de la experiencia misma que gira y muerde el objeto que cada uno es o tiene para el otro y que demanda anudarse, establecerse, formalizarse, volverse trasmisión. Es en esa necesariedad de anudar este saber que cae como desecho de la experiencia del análisis, que se genera la necesidad de Escuela.

Ustedes ven que lo que se va poniendo en juego es determinada articulación, determinada relación entre lo que el análisis mismo produce como efecto de verdad y el enredo o la inevitabilidad de que para llegar a ese efecto de verdad, es necesario atravesar un tejido de saber, y que la cuestión se juega en esta divergencia entre lo que hay de verdad y lo que hay de saber.

En el Seminario “Problemas cruciales para el Psicoanálisis”, Lacan desarrolla esto en un pequeño escrito que hace generalmente Lacan, después de dictar los Seminarios, una especie de resumen, de rendición de cuentas se diría en francés, de ese Seminario; un texto muy breve que da cuenta de lo esencial que Lacan subraya del Seminario que dio, donde hace una referencia, una distinción, que parte de la cuestión del sujeto, del sujeto del inconsciente, en términos de que puede no haberlo, que puede faltar.

Esto es hablar de la experiencia primera del análisis, del primer tiempo del análisis, en el sentido de que una alienación, una identificación, descubre, genera, esta experiencia de lo que allí faltó, del sujeto que faltó. Ahora, al mismo tiempo, eso es la experiencia de que ese sujeto está comprometido con alguna cosa que no es aquello de lo que se queja, que es otra cosa.

Lo que el análisis descubre, es que aquello de lo que el analizante se queja, va por el lado del saber o del pensar, y que este saber no se abre con el saber, sino con otra cosa, que es de un orden distinto, tiene que ver con lo que es verdadero, y podríamos llamarlo deseo. Hay una divergencia entre saber y verdad. Y, lo que el análisis descubre es que el compromiso del sujeto es con el ser de verdad y no con el pensar. Los dos bordes del sujeto, el significante y el objeto, se diversifican en la divergencia del saber y la verdad. En ese punto se encuentra la dificultad del analista. Que el síntoma plantea una relación a la verdad, es algo que sabemos desde Freud., desde la histeria, por ej., lo que hay de verdad en el síntoma.

Ahora, lo que produce la dificultad, es que para llegar a la verdad, hay que atravesar el saber, es decir, todo aquello que se produce a partir del trauma; todo aquello que arma, la estructura fantasmática. Este saber envuelve al sujeto y ese envolvimiento es un costo para el sujeto puesto que ir para el lado del saber solo conduce a una desviación respecto de la verdad, o, como dice Lacan en ese artículo, sólo hace signo de desgracia. Es lo que sostiene, justifica todo el tiempo, el entramado de la repetición.

La dificultad del analista, y al mismo tiempo, lo propio del acto analítico, es que todo ese saber que esta en juego, es necesario que quede reducido a un resto, a una nada que se desprende del síntoma, el ser de verdad, despojado de saber. Se puede entrever que para llegar al ser de verdad del analizante, es al analista mismo a quien le toca dejarse prescindir de su propio saber. Para el analista en la práctica analítica, ésta es la cuestión, el horror en juego ahí, es encontrarse con que la verdad del goce en el síntoma lo toca. Para el analista que hace el Pase, algo de este horror se anuda, en cuanto a su propio ser de verdad.

La necesidad de entramar algo respecto del horror que esta en juego en los análisis, del encuentro con esta divergencia entre el ser de verdad y el ser de saber, es la razón por la que hacemos Escuela. Y, también, porque elidir esta cuestión nos detiene en el trabajo.

Esta distinción entre el ser de saber, del lado del significante y el ser de verdad, del lado del objeto, introduce alguna cuestión en relación al pasaje o al paso necesario a dar.


Hace poco pude dar una clase en el Seminario El equívoco objeto del Psicoanálisis, en la que planteé una relación entre el ser de la metafísica y la cuestión del objeto. En ese momento yo decía que la lógica en juego en la definición del ser, en Parménides, implica que, ser es lo que es verdaderamente, en tanto eterno, inmutable, sin cambio. Lo que es, es real e idéntico a sí mismo. Todo lo que es el ser, es, y todo lo que no es el ser, no es. Y de alguna manera, el desarrollo sobre esta cuestión de la esencia del ser sigue en Platón, donde el materialismo de Parménides es traducido a la esencialidad de la idea, pero la lógica que subyace es la misma, hay una identidad entre el ser y la realidad. El ser y la realidad son idénticos, lo mismo es y lo que no es lo mismo no es.


Esto introduce una lógica en la que todo lo que es lo mismo, es y todo lo que es lo otro, no es. Esto permite, a nivel del ser, una diferenciación del tipo de la negación, como en la afirmación primordial, entre lo que es, en tanto es lo mismo y lo que no es, porque es otro, dentro de una lógica o un campo que podríamos llamar materno, que no permite contar o hacer serie. Es una suerte de uno, pero que queda ahí entre lo que es y lo que no es, un uno uniano.

Ahora bien, la clave, me parece, para salir de esto es que entre Parménides y Platón existió Sócrates, al menos así nos han dicho; y Sócrates no dejó textos, Sócrates habló. De Sócrates lo que está claro es que escribió con un acto, y, uno podría decir, que es por este acto que Sócrates es inmortal, contradiciendo a Aristóteles. Uno podría decir que Sócrates es inmortal por ese acto, acto con el cual dijo, que él estaba dispuesto a vivir bajo la condición de decir lo que tenía que decir. 

Y este acto en Sócrates, me parece que dice del acto analítico y dice del deseo del analista, en el punto en que no faltarle a la verdad, se sostiene por la posibilidad de decir y, entonces, del deseo. Introduce la posibilidad de pasar del campo materno a un campo matemático, es decir, el campo de los números naturales, de la serie de los números naturales, donde el ser queda en el lugar del cero y se admite un uno diferente a otro, diferente a otro, y se arma una serie.

Bueno, entonces, en ese movimiento lo que el análisis implica de vaciado de un saber en relación a crear las condiciones para que el sujeto admita su deseo, es en esa perspectiva que me parece que el análisis tiene que ver con la formación del analista pero, a la vez, y es desde esa perspectiva que tiene algún sentido, para mi, el trabajo en los Carteles. Es decir, como vaciado de ese saber, en el trabajo que va del campo materno a la serie.

Entonces, hay Escuela porque hay un resto de saber que cae de la experiencia de los análisis. Es un saber acerca de la experiencia, que es otro que el saber que se construye con los textos de Freud y los de Lacan, pero que sostiene el trabajo con esos textos. Se vuelve necesario el vaciado de ese saber, el restado de ese saber que proviene de los análisis, y es en ese movimiento donde, a mi entender, se inscribe el trabajo de los carteles. Es decir, el Cartel tiene sentido si anuda ese pasaje de la demanda al deseo, si conserva la dimensión de descubrimiento, de confrontación del sujeto con el entramado imaginario atravesado por lo simbólico respecto de lo real; lo que la experiencia del análisis enseña a leer. O, como dice el subtítulo de nuestra próxima jornada, “De la acumulación, al consumo y a la producción”.

Patricia Mora: Sigue Jorge Linietsky.

Jorge Linietsky: Buenas noches. Quería decirles que para mí es una satisfacción compartir esta mesa con Úrsula, con Marta y con Patricia. Voy a contarles algunas puntuaciones sobre la cuestión del Cartel que he estado pensando. Entiendo que el cartel es un tema complejo en cuanto a su estructura, su configuración. En verdad, no hay tanto material, contamos con pocas referencias en Lacan; se verifica, -incluso diez años después de la introducción de este dispositivo-, en la Jornada de Carteles, como toda la Escuela Freudiana de París está un poco confundida acerca de cómo se lleva adelante la experiencia del cartel. Incluso se ve que muchos analistas de la Escuela, algunos muy notables como Moustapha Safouan no habían hecho la experiencia del Cartel, no se había entendido bien qué es el “más uno”, existían grupos de trabajo sin “más uno”. 


En nuestra Escuela contamos con materiales muy importantes, muy aprovechables, y voy a citar luego algunas cuestiones que ya han sido dichas en años anteriores.



Pero en primer lugar yo quería precisar algo, a propósito de la formación del analista. La formación de los analistas se ha sustentado a partir de Freud del llamado trípode, constituido por el análisis del analista, la supervisión o análisis de control y el estudio de la obra de Freud, y de la obra de Lacan, diríamos hoy.
En el año 1949, Lacan fué director del Instituto de Psicoanálisis de la Sociedad de Psicoanálisis de París y propuso un reglamento donde subraya esta cuestión del trípode. El precisa en este Reglamento: “la experiencia didáctica, el análisis bajo control y la enseñanza teórica son sus tres grados, respecto de la formación del analista cuya responsabilidad y homologación asume la Sociedad psicoanalítica.” 
Muy bien, entonces, si tenemos el trípode freudiano, los dispositivos que Lacan crea como el Cartel y el Pase para la Escuela Freudiana de París, ¿qué orden de falta vienen a hacer presente respecto del trípode freudiano en la formación de los analistas?



Es decir, ¿ qué le faltaba al trípode freudiano que prácticamente parecía totalizar la formación de los analistas?; entonces, ¿qué es necesario agregar a la misma, con la creación de estos dos dispositivos?
En primer lugar yo diría que hay dos cuestiones a propósito de qué es necesario introducir como novedoso. La primera cuestión es cómo hacer entrar el dispositivo analítico en el trabajo institucional, como primera cuestión. Es decir que hay una cierta relación que hay que construir de homología entre el Cartel y el dispositivo analítico, esto por un lado. 



La segunda cuestión respecto del dispositivo del Cartel es que Lacan insiste en que el analista no puede trabajar en aislamiento. Y me parece muy importante el desarrollo que acaba de hacer Ursula y que fundamenta muy bien por qué es necesario juntarse, por qué los analistas tienen que juntarse. 



El Cartel es un dispositivo grupal, y hay distintos aspectos respecto al dispositivo sobre los que ya todos conocemos, diría, pero lo interesante es que el Cartel va a abrir, justamente, la posibilidad de que cada integrante realice un trabajo al cabo del cual, como dijo muy bien Patricia, se espera un producto como efecto. Este producto es un producto esperado, esperado en el sentido de un producto deseado, deseado en la Escuela, en la comunidad de los analistas; para hacer esta diferencia que planteaba muy bien Ursula entre la demanda y el deseo. Bueno, el otro ingrediente en juego es la necesidad en este dispositivo del más uno. 



Hay dos elementos por los que voy a trazar una vía de relación entre el dispositivo analítico y el Cartel que son los siguientes. En primer lugar voy a hablar del movimiento de la identificación en el Cartel, y en segundo lugar de la función de la prisa, la prisa por concluir en el dispositivo del Cartel para trazar una articulación entre el Cartel y el dispositivo analítico.
En RSI Lacan hace un comentario importante sobre la identificación, dice, “la identificación en Freud es simplemente genial”. Lo que deseo es ¿qué?, la identificación al grupo, porque es seguro que los seres humanos se identifican al grupo. Cuando no se identifican al grupo están perdidos, están para encerrar”. Esto quiere decir que hay una necesariedad estructural de la identificación al grupo pero dice Lacan, “ no digo por eso a qué punto del grupo tienen que identificarse”. 



Bueno, respecto a este punto hay un comentario que me parece muy importante de Norberto Ferreyra en el desarrollo que hizo en un Panel como este en el año 2005 sobre “Lugar y función del dispositivo del Cartel en la Escuela”. Norberto analiza bien distintos niveles de la identificación. Existe un plano simbólico por relación al tema, al más uno, a la inscripción del Cartel en la Escuela, porque, evidentemente, la inscripción del Cartel en la Escuela es necesaria para, podríamos decir, poder afirmar la existencia del Cartel. 



Ahora bien, lo que me parece importante que propone Norberto es que para pensar esta relación entre el Cartel y el dispositivo analítico es “un movimiento de identificación y desidentificación a un rasgo que fue construido en el trabajo y por el trabajo con los otros”. Yo entiendo que Norberto se refiere a las operaciones de alienación y separación cuando él habla de identificación y desidentificación. Este rasgo de identificación en el trabajo mismo recorta el trabajo y representa el sujeto, soporta imperfectamente, lógicamente al sujeto, en un momento determinado del Cartel ante otros significantes. 



Por ejemplo, yo me acordaba de mi experiencia en el último Cartel que hicimos y que se titulaba “Kant con Sade”, donde en un momento surge el problema de la ley, la ley kantiana, la ley sadiana, y Lacan respecto de la ley moral kantiana y de la ley sadiana, se expresa de un modo oscuro. El dice, “que no valga en ningún caso si no vale en todo caso”. Muy bien, esta fórmula a mi me retuvo, podría decir que consentí a la oscuridad de la misma y esto a mi me permitió, con los otros integrantes del Cartel debatir, poner en debate la cuestión, articularla como operador y poner en relación, justamente, la relación entre Kant y Sade por la vía de esta fórmula oscura de Lacan, articulada al cuadrángulo de Pierce. 


Pero, yo diría, esta fórmula de Lacan, yo me daba cuenta, funcionaba como de un modo obsesivo en el sentido de que me volvía una y otra vez. Bueno, el trabajo con los integrantes a mi me hizo posible que se revelara una articulación entre, lógicamente, todo el edificio kantiano, el cuadrángulo de Pierce, el trabajo de Kant sobre “El supuesto derecho de mentir”, y la estructura del fantasma. Digamos que esta función del saber, del saber en función, diríamos, permite este orden de alienación y cierto recorte y ordenamiento de la trama discursiva. Pero esto es posible en tanto esto es dicho, no en tanto es leído en el sentido de estudiado sino que por la práctica discursiva de esta cuestión con los otros miembros se produce un orden de transformación donde esta identificación puede caer finalmente, puede caer como una separación y abrir el juego a otros significantes. Tal es así que, por ejemplo, en el producto, por lo menos en el trabajo que yo escribí, no se centró sobre este tema sino sobre otro sector del escrito. 


Por otro lado, y con esto voy a concluir, me parece que Lacan quiere para el Cartel un tiempo acotado, un final temporal, por eso dice “tras un cierto tiempo de funcionamiento a los integrantes de un grupo se les propondrá intercambiarse con los de otro”. Es decir que hay un tiempo acotado del que se dispone. Lacan podría no haber dispuesto esto sino plantear la necesidad de trabajar con esta estructura, con el más uno y que , bueno, la vida de la Escuela se organice de esta forma,y que cada Cartel decida cuando ha terminado su cometido. No, no se trata de esto, Lacan propone un tiempo acotado, ¿para qué?



Bueno, yo entiendo que Lacan está jugando con la función de la prisa por concluir. Esta función de la prisa del tiempo lógico que es precipitar el momento de concluir, es una función del objeto a en el dispositivo analítico.



El tiempo lógico es eso que soporta cada uno de los integrantes, incluido el “más uno” porque el “más uno” también está afectado y ajustado a la prisa por concluir. Esta apertura temporal al tiempo lógico en el dispositivo del Cartel es una suerte que, podríamos decir, de ingreso al túnel del tiempo.



Y puede, la función misma de la prisa por concluir, -que por un lado abre y apremia a la gestación de un producto-, puede, por otra parte, operar como un obstáculo a contar. ¿A contar cuándo?, a la hora, por ejemplo, de barajar para un sujeto el ingreso en un Cartel, porque nosotros no podemos pasar por alto que hay una relación problemática con el tiempo en la neurosis. 



Por ejemplo, nosotros constatamos que el obsesivo procrastina y se eterniza en el tiempo para comprender, de manera que cuando va a precipitarse, anticipa demasiado tarde. O por ejemplo en la histeria, la histeria repite lo que hay de iniciático en el trauma y entonces se precipita en un demasiado temprano. O por ejemplo el fóbico sólo puede significar el apremio por concluir como una demanda absoluta del Otro. 



Entonces, respecto al “más uno”, y con esto sí concluyo, Lacan precisa la función del “más uno”. El “más uno” está encargado “de la selección, de la discusión y de dar el curso merecido al trabajo de cada uno”, como precisa en el Acta de Fundación.



Si el “más uno”, entonces, está afectado él también en esta estructura por la prisa por concluir, por esta estructura temporal, podemos pensar de esta manera en tres tipos de intervenciones del “más uno”.
El “más uno” puede ser el que funda un instante de ver. El “más uno” puede también ser el que acota el tiempo para comprender. Digo, puede tratarse de la persona del “más uno”, puede ser la función “más uno” que Lacan dice es una función que está en todo grupo aunque no haya alguien que tome el papel. Digo, la función “más uno”, se podría entender así, funda un instante de ver o puede acotar el tiempo para comprender, o el “más uno”, finalmente, puede sancionar un momento de concluir en alguno de los integrantes o incluso puede ser en todos ellos. Nada más.


Patricia Mora: Bueno, Marta Nardi ahora.

Marta Nardi: 

Voy a tomar algunas cosas que ya se dijeron porque me viene muy bien también. Me viene muy bien el planteo que hizo Ursula en el sentido que Lacan intenta buscar cierta analogía entre el acto analítico y la Escuela, porque como decía Ursula, porque hay acto analítico, hay escuela. Ahora, según el acta de la Escuela de París, el Cartel es el lugar del compromiso con la Escuela Freudiana. El Cartel debe mantener un trabajo de elaboración, una producción que como trabajo clínico concierne al saber del psicoanalista, era lo que decía Ursula, por una parte, y a la experiencia analítica por otra. En fin, el Cartel tiene una estructura bien definida. 



En estas charlas, en estas conversaciones Lacan se pregunta: “me parece difícil que los analistas no se pregunten lo que quiere decir analíticamente su trabajo en cuanto es un trabajo en común. ¿Debe permanecer aislado?, ¿por qué no?”.



Bueno, hay unas cuestiones que tomé de una presentación que hizo Norberto no en esta Jornada sobre el Cartel sino en otro lugar que es algo muy interesante: tomando la sesión analítica traía algo así, algo que realmente yo pienso que es así: Cuando se da realmente el acto analítico, el analista está tomado en el lugar de objeto. Bueno, y ¿qué se hace uno con eso?, ¿qué hacemos los analistas con eso?; porque eso tiene que tener algún destino, un destino de “hacer pasar eso”; quiero decir, si esto no pasa de alguna manera es muy probable que se nos vuelva una resistencia, que no nos dejemos tomar como objeto y esta es la resistencia por excelencia del lado del analista. Quiero decir que esto tiene que pasar de alguna manera, ya sea que me dedique a enseñar, ya sea que haga un trabajo o lo que fuera. Lo que quiero decir es que tiene que pasar a la manera de un decir, un decir en relación al acto analítico. Y creo que la escuela es el lugar donde este decir es posible, pero decir analizante, ¿verdad?, porque decir como analistas solamente hay un lugar que es la sesión. Fuera de la sesión analítica hablamos como personas que somos y en el mejor de los casos como analizantes. O sea que la escuela propicia este decir analizante. 



Ahora bien, me parece que el Cartel tiene una particularidad donde esto es mucho más propicio, digamos, o propiciado, y al mismo tiempo quizás por eso es mas resistido. Me parece a mí -porque es una pregunta que quedó pendiente del 2005 que creo que la formulabas vos Estela Rodríguez Ucha que eras la responsable de la Secretaría de Carteles en ese momento- por qué hay pocos carteles en la Escuela. De hecho ustedes ven en la cartilla que hay poco Carteles. Hay algunos que estamos entre Carteles, digamos, porque no es cuestión de compulsivamente terminar y empezar, pero hay pocos Carteles. Bueno, a mí me parece que quizás, quizás, no sé bien, me parece que hay una resistencia a decir.



Digo por qué. Se comentaba recién que de un Cartel se espera un producto, ¿verdad?, que no es un producto de compromiso, porque uno a veces tiene que “producir” algo de compromiso, porque tiene que dar una clase o porque bueno, a uno le gusta pero a veces es un compromiso. Acá no, el único compromiso en todo caso y vamos a ver por qué, es con el grupo y con uno mismo que se metió en eso. Volviendo al producto: El producto, si recordamos el discurso analítico, en el lugar de la producción está el S1. ¿Qué quiere decir?. 


Se puede decir mucho sobre el S1, yo lo voy a tomar como me parece que me conviene en este momento que es como el significante en relación al goce, que marca el goce de cada uno. Entonces si yo puedo producir algún trabajo que tenga algún efecto de decir, tal vez algún S1 se me haga a mi presente en el trabajo que hago, ¿se entiende?; y de alguna forma me entere por el trabajo que estoy haciendo con los otros de alguna condición en relación al goce. Hay algo en relación a mi goce que se juega en las presentaciones. 

Bueno, esto es obvio: “Nervios” más o menos se trata de alguna modalidad del goce. Esto me parece que es la posibilidad, la única posibilidad que se me ocurre por el momento, de limitar los efectos obscenos de grupo que menciona Lacan. Porque tenemos que estar en grupo, los humanos-y los analistas no somos una excepción-tenemos y tendemos a estar en grupo, pero nos pasa como a los puercoespínes, tal como dice Freud. Cuando hace frío se acercan para calentarse pero se clavan con las espinas y entonces se tienen que alejar y mantener y encontrar alguna distancia óptima. 



Y cada vez que algo del decir está en juego, quiero decir, si yo puedo presentar un trabajo en el cual haya un efecto de decir y esto no tiene que ver con que si me equivoqué entre castración, frustración o privación, cosa que yo me suelo equivocar por eso lo digo, no tiene que ver con eso, el trabajo puede ser una pinturita y no pasa nada con el trabajo, no le pasa nada ni al que lo escucha y no le pasa nada fundamentalmente al que lo hace, que es lo más importante. No es cuestión de un decir particularmente original ni especialmente perfecto, se trata del decir que nos concierne a cada uno. Si esto es posible, algo hemos contribuido al psicoanálisis. Lacan tiene una palabra que creo que es retoquecito a la lengua, se refiere a esto en otro contexto, en el seminario El Sínthoma; un retoquecito algún empujoncito al discurso del psicoanálisis le hemos dado si este empujoncito está inscripto en una Escuela. Quiero decir, si tiene un nivel de inscripción porque palabras y plumas el viento las lleva, lo que queda en inscripción en la Institución queda en la inscripción de la institución. Freud armó una institución, no se quedó charlando con los amigos, para que el psicoanálisis se difundiera. 



Dijimos que el Cartel tiene una estructura bien definida, estoy medio apurada porque quiero que charlemos, y la estructura bien definida es la del nudo borromeo. Tengan presente que estas Jornadas son en el año 1975, año en que Lacan está dando el seminario R.S.I entonces está a pleno trabajando el nudo borromeo. 



Pero es interesante porque él aspira incluso a que el Cartel, sea un grupo matemático por eso el número entre tres y cinco, no cuarenta y dos; entre 3 y 5. Está con el tema del nudo borromeo y la necesidad del número mínimo de tres. Cuando tengo el número mínimo de tres, hay uno que e-xistiendo al anudamiento de los dos, me garantiza que dos se mantengan unidos. Si no tengo ese que e-xiste al anudamiento de los dos, los nudos se me vuelven triviales, quiero decir, están sueltos; como ustedes habrán visto en el seminario del R.S.I cuando pone los tres nudos unos sobre otros sueltos. Un Cartel que no funcione es un nudo trivial y un Cartel que funcione es un nudo anudado y va tomando una lógica interna que se escucha en las presentaciones. A veces sale y a veces no sale, qué va a hacer, es así; es muy interesante el trabajo de Cartel en este punto. 



Cada integrante del Cartel en ese sentido es responsable de anudamiento, por eso si un integrante se va no es que ponemos otro, se arma otro Cartel porque ese anudamiento fue la particularidad de ese nudo en ese momento. Y se podría decir que éste que e-xiste, éste que e-xiste y garantiza el anudamiento o lo hace lo posible, sería la función del más uno que es una función bien, bien rara porque no tiene comparación y le da al Cartel tal cual lo planteamos en psicoanálisis su particularidad. Es bien rara, es bien rara porque para el más uno no hay equivalente; no encontramos una función equivalente en lo “social” .



Por eso toda la discusión, prácticamente, de estas jornadas del ´75 sobre la función del más uno El Cartel qué es?, ¿un grupo con coordinación entonces en vez de coordinador le ponemos más uno? Y si tenemos la palabra coordinador ¿para qué vamos a gastarnos y ponerle más uno?; esta función tiene que tener alguna particularidad. 



Por empezar, la función de más uno establece el enlace -por lo menos en nuestra Escuela es así, cualquiera puede formar un Cartel pero el más uno tiene que ser un miembro de la Escuela- al establecer el enlace con la Escuela marca una exterioridad en relación al grupo. Y es muy interesante y ahí yo no sé Jorge si es tan así que todo grupo tiene más uno. No tiene más uno en el sentido estricto de esto me parece, del Cartel, me parece; porque es una discusión que está presente en todas estas charlas, en estas conversaciones porque se dice ¿quién es el más uno?, ¿el que posibilita la tarea?. Entonces, ¿es el que está ausente porque por estar ausente falta algo y hay un movimiento?, ¿es ése? Y no, dicen que no es ése y que tiene que ser alguien. 


También, puede ser, esto me ha pasado; esta pregunta yo me la he hecho a veces, ¿pero el más uno es el que va tomando este lugar del que sabe en el grupo?, porque ustedes saben que esto se arma, hay uno que un día sabe más que el otro, que sé yo. Y no es así, no es así porque el más uno no es necesariamente el que más sabe.


Me parece que la apuesta de Lacan es constituir a través de los Carteles, constituir un grupo que no tenga la estructura necesariamente de la masa. Quiero decir que cambia la figura del líder porque el más uno se lo toma o como el líder o el que sabe más, etcétera, etcétera. Pero el líder tiene una contrapartida porque sobre el líder se puede descansar la responsabilidad, descargar la responsabilidad que cada cual tiene con el decir, entonces, como el otro sabe más lo va a decir el otro y seguramente lo va a decir mejor que yo porque él sabe más que yo. 


Siempre puede haber alguien que sepa más que nosotros y que diga las cosas mejor que nosotros en un sentido, pero cuando yo tengo que decir algo “yo”, no hay nadie más que yo que pueda decir lo que yo tengo para decir; y cuando se trata de decir, “yo” no es otro, yo es yo. Ya sé que esto del decir y el yo se juega en un análisis pero algún efecto de ese análisis tenemos que tener en la Escuela y hace efecto de escuela. Entonces en el trabajo del Cartel se va dando esta operación por la cual la producción de un decir es posible; un decir forjados con otros y que paradójicamente solo me concierne a mí. 


Y la función del más uno es la de impulsar este trabajo. El más uno no es un “terapeuta de grupo”. N le va a decir: No se peleen chicos. Puede ser que haya problemas que no se puedan resolver por medio de la tarea. Bueno, en ese caso el cartel se desanuda.


Entonces el más uno impulsa el trabajo, ordena algunas cuestiones para facilitar la tarea, pero el deseo no se lo puede prestar.



.Entonces el cartel es un trabajo con otros y es profundamente singular. Esto es lo que planteaba recién Jorge: La tensión entre la identificación que es la operación fundamental en la constitución de un grupo, porque hay que estar loco para no querer identificarse a un grupo, pero hay un momento de desidentificación; una sustracción en relación al grupo cuando se presenta el producto; y esto no tiene que ver, nada que ver con un delirio de originalidad.



Así como decimos que no hay un modelo para la escela, que la escuela tenemos que practicarla, yo creo que el Cartel hay que practicarlo, no hay otra manera de meternos en la dinámica de lo que es un Cartel si no es practicándolo. Bueno, nada más.