EL DOLOR, TEMPORALIDAD DETENIDA. Adriana Wenger

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A qué ha nacido este dolor, por sí mismo? Mi dolor es del viento del norte y del viento del sur, como esos huevos neutros que algunas aves raras ponen del viento. Yo creía hasta ahora que todas las cosas del universo eran inevitablemente padres e hijos. Pero he aquí que mi dolor de hoy no es padre ni es hijo. Le falta espalda para anochecer, tanto como le sobra pecho para amanecer, y si lo pusiera en la estancia oscura, no daría luz y si lo pusiesen en la estancia luminosa, no echaría sombra. Hoy sufro suceda lo que suceda. Hoy sufro solamente." César Vallejo.

Dolor, pulsión: conceptos que remiten a un fuerte peso del registro de lo real. Podemos decir que el dolor ES. ES O SIENDO en tanto temporalidad detenida. No hay pasado, no hay futuro. Sólo presente que se angosta o se ensancha al ritmo de una cierta pulsación.

Hay una vertiente clínica en el tema del dolor que me parece interesante desplegar.
Freud se interroga por la naturaleza del dolor y si bien en algunos textos se inclina por acentuar el punto de vista económico en otros deja abierta la pregunta.

El dolor es constitutivo del aparato psíquico. Freud despliega este nudo temático en un texto de sus primeros tiempos: "Proyecto de una psicología para neurólogos". Cuando trabaja "La vivencia de dolor" y lo volvemos a encontrar en "Más allá del principio del placer", "El yo y el ello", "Pulsiones y destinos de pulsión", cuando relaciona dolor y pulsión.

En el texto de 1920 el dolor corporal aparece junto al trauma como cúmulos de excitación que irrumpen en el aparato. Freud construye ese símil de la vesícula indiferenciada de sustancia estimulable, que habría recibido los embates de los estímulos externos. Como consecuencia de los mismos se torna inorgánica constituyendo la protección antiestímulo.

 En contigüidad se encuentra la capa cortical sensible, origen del sistema P-Cc, también formado por elementos modificados al máximo, que no ofrecen resistencia, produciéndose el devenir consciente, pero no quedando huellas. Es en otro sistema donde se inscribirán las huellas mnémicas. Carácter automático que Lacán tensó aún más en el apólogo de los hombres que desaparecen de la tierra y la imagen en el lago. ¡Extraño destino para la conciencia y toda la tradición filosófica que la sustenta!

La muerte de la capa externa preserva a los otros estratos de sufrir un destino similar, al menos hasta que estímulos de considerable magnitud perforen dicha protección.

Precisamente es lo que sucede en el trauma y el dolor.

El trauma constituye un real, límite de la simbolización, meollo inasimilable.
Está en el más allá del principìo del placer, planteando una tarea primera que es ligar psiquicamente los estímulos.

Es así como los sueños traumáticos no pueden pensarse como una realización de deseos. Está detenida la maquinaria del sueño en su trabajo de ciframiento. Se presenta una y otra vez la escena traumática, letra coagulada, borde real.

El dolor corporal está provocado por una intrusión desde el exterior que determina un anegamiento del aparato por excitaciones continuas, a diferencia de otros estímulos externos que actúan de un solo golpe.
Es decir, el dolor queda adscripto a lo pulsional, ya que el carácter de continuo es propio de las excitaciones que regularmente llegan desde el interior: la pulsión en tanto Konstant Kraft, una fuerza constante.

El factor pulsionante acicatea siempre hacia adelante, producto de la diferencia entre el placer de satisfacción hallado y el pretendido, ya que las pulsiones reprimidas sobre las que se construye la cultura aspiran a una satisfacción plena, pero no la logran.

Los estímulos pulsionales, en relación a los cuales la fuga es ineficaz, son "la marca de un mundo interior", dice Freud en "Pulsiones y destinos de pulsión".

En función de la temporalidad de la espera que impone la no-respuesta del Otro se produce la marca, delimitación de un borde adentro-afuera. En ese sentido, si algunas formulaciones freudianas parecen derivar hacia una interioridad de la pulsión, Lacán remarca la constitución de este orden pulsional desde una exterioridad: la demanda del Otro.

La sexualidad en su constitución es fundamentalmente traumática.

En relación al dolor dice Freud en "El yo y el ello": ..."esa cosa intermedia entre una percepción externa y una interna, que se comporta como una percepción interior aún cuando provenga del mundo exterior". El dolor contribuye a la representación del cuerpo.

El modo en que a través de enfermedades dolorosas surge la percatación de los órganos, es probablemente arquetípico del modo en que se llega a la representación del cuerpo.

En el "Proyecto de una psicología para neurólogos", las ficciones neurológicas o neurónicas arman una topología subjetiva, así lo formula Lacán en el Seminario "La ética del psicoanálisis", en tanto trabaja en la superficie de un organismo, donde el organismo es tan externo como el mundo externo. Es notable el esfuerzo de Freud por darle un carácter de letra al funcionamiento de este aparato tan peculiar que no responde a la biología.

Este sistema parte de dos premisas:

1 - La actividad se distingue del reposo en función de la cantidad que responde a leyes (la cantidad psíquica: Qn).
2 - Las partículas materiales en cuestión son las neuronas: elementos discretos, homólogos en su estructura. Definidos así, ¿son las neuronas?

Primera tesis:

Partiendo de la clínica, representaciones hiperintensas de la histeria y de la neurosis obsesiva, está planteada la excitación como cantidades fluentes.

Hay una función primaria del aparato que es el principio de inercia neuronal: las neuronas tienden a descargarse a 0, grado de tensión: 0.

Prefiguración de la pulsión de muerte, principio extraño a cualquier ser vivo, constituye una profunda subversión de todos los mecanismos adaptativos.

Este principio es transgredido ya que el aparato sobre el que regiría debe ganar complejidad, de otra manera no puede dar curso a los estímulos endógenos, representan lo que más tarde se llamará pulsiones.
Para su descarga requieren de la acción específica, del concurso del otro. Se trata del "apremio de la vida", "Not del Lebens".

El grito, el llanto, producto de la descarga, función primaria, adquieren una función secundaria de llamado al otro.

Primera paradoja:

El sistema tiende a la inercia, al nivel de tensión 0, pero debe tolerar la acumulación de cierta cantidad para realizar la acción específica.
El sistema * es solidario de la resistencia como opuesto a la descarga absoluta. Lo * estaría ubicado del lado de lo que retiene cantidad, lo que no pasa fácilmente, lo que es alterado y en esta alteración produce marca, huella.

Segunda tesis:

Si en la primera tesis se trabajó sobre los principios podríamos decir que ahora se trata del sistema en funcionamiento.
El pasaje de la excitación modifica las neuronas, torna más aptas las barreras de contacto para la conducción, más semejantes a *

Tengamos presente que el sistema * (fi) son neuronas permeables, no ofrecen resistencia y nada retienen. Se relacionan con la percepción.

El sistema * (psi) son neuronas impermeables, ofrecen resistencia y son retentivas de Qn, sede de la memoria. Recibe cantidad del sistema * y del interior del cuerpo.

El tercer sistema es el * (omega). Está formado por neuronas que serían excitadas durante la percepción, no en el recuerdo, cuyos estados de excitación proporcionarían las distintas cualidades, o sea las sensaciones conscientes.

El estado de las barreras de contacto es el "grado de facilitación". Así traduce Ballesteros y Strachey el término alemán Bahnung. Lacán propone el término vía, situando en Bahnung la cadena significante. La Bahnung depende de la cantidad Q y del número de veces que el proceso se repite.

Segunda paradoja:

Si lo psíquico está del lado de la resistencia, el sistema funcionando deriva en una función inversa: Bahnung que sirve a la función primaria ya que apunta a la descarga.
Freud llega a hablar de "compulsión facilitadora"; podríamos decir que marca el orden del automatón.

EL DOLOR

Freud le dedica dos apartados en el Proyecto. Lo introduce como el fracaso de los dispositivos destinados a mantener apartada la cantidad de las neuronas.

El dolor es la irrupción de grandes cantidades (Q) hacia * Pone en función * y *
Es el más imperativo de los procesos, formulación que insiste en el texto "La represión".

Cualquier excitación sensible se convierte en dolor a medida que aumenta en cantidad. También pueden ser pequeñas cantidades exteriores, pero actuando directamente sobre las terminaciones de las neuronas * , sin mediación de los "aparatos teleneuronales".

El dolor recorre todas las vías de descarga, y produce facilitaciones permanentes en *
"como si la descarga de un rayo hubiese pasado por ella".

El dolor reintroduce aquello que lo * rechaza: la descarga automática, o más bien la tendencia a la descarga automática. Muchas veces no se efectiviza porque los movimientos musculares por ejemplo, como vías de descarga, no cumplen su cometido; lo cual puede constituir una particular forma de tortura llegando a provocar incluso el desvanecimiento subjetivo, en un arco que se extiende desde el desmayo hasta el quiebre psíquico.

Es desde aquí, que se puede pensar el planteo que hace Lacán del barroco como estilo arquitectónico en relación al dolor: ese retorcimiento máximo de la materia, ese carácter aprisionado.

El segundo apartado es la VIVENCIA DEL DOLOR.

El dolor pasa a ser organizador del aparato. Un exterior se hace interior. Es decir, sin perder el carácter de exterior desencadena operaciones que constituyen el aparato.

Así como la vivencia de satisfacción tiene como efecto el deseo, la vivencia de dolor está en la raíz del surgimiento de los afectos y la constitución de la defensa primaria o represión.

El dolor deja tras sí marcas, signos. Constituyen el "objeto mnemónico hostil", huella que apunta a la descarga, cuando el displacer después de un límite alcanza el umbral del dolor.

Habría vivencia de dolor propiamente dicha donde la cantidad exterior irrumpe aumentando el nivel en *
En la reproducción, en el afecto, se agrega cantidad que catectiza el recuerdo, cantidad que puede ser aportada incluso desde el mismo interior a través de las "neuronas llaves".

Mientras en el deseo el mecanismo es por sumación, en el afecto es a través de un desprendimiento repentino.

La defensa primaria radica en que la imagen mnemónica hostil tiende a ser abandonada lo más rápidamente posible, buscando reproducir el estado en * que anteriormente indicó el cese del dolor.
Placer y dolor son ordenadores de huellas: deseos y afectos. Diferentes mecanismos: alucinación desiderativa en el deseo y defensa primaria en el afecto.

Entre uno y otro, el pensamiento inconsciente. La función primaria del juicio que desarrolla Freud recae sobre el complejo del semejante, con sus dos porciones: lo constante, incomprendido, inasimilable, la "cosa", Das Ding, y la parte cambiante y comprensible: los atributos, que a través de la memoria remiten al propio cuerpo y a la experiencia del sujeto.

En la Cosa radica esa dimensión irrecuperable del objeto perdido del deseo.
Del complejo del semejante emana entonces el primer objeto satisfaciente, el primer objeto hostil y también la única fuerza auxiliar.

EL GRITO

Es fundamental la función del grito. Surge frente al objeto hostil. La asociación del sonido - suscita imágenes motrices de movimiento del propio sujeto, con la percepción releva el carácter hostil del objeto y determina que la atención se dirija a la percepción.

Este hecho tiene extraordinaria importancia, dice Freud. Mientras el dolor dificulta obtener signos de cualidad del objeto, la noticia del propio grito ayuda a caracterizarlo.

Surge una vía para que emerjan los recuerdos que provocan displacer constituyéndose en objetos de la atención. Es la primera clase de recuerdos conscientes. Sólo un paso se requiere para la invención del lenguaje.

Cuando el objeto que se ofrece a la percepción es un semejante - en cuyo complejo estarán las dos partes descriptas, emanará lo nuevo e incomparable, sus rasgos en lo visual por ejemplo, y otras percepciones visuales como pueden ser los movimientos de las manos que coincidirán con recuerdos de impresiones similares que surgieron en el propio cuerpo. De la misma manera cuando este semejante profiera un grito evocará el propio grito del sujeto y las propias vivencias de dolor.

Hasta aquí lo expuesto corresponde a Freud en su texto "Proyecto de una psicología para neurólogos".

EL LENGUAJE EN SU FUNCIÓN MAS RADICAL

El lenguaje en su función radical abre una cuña que separa el cuerpo del goce.
El grito no emerge del silencio, sino que lo produce.
El grito ahueca el espacio, es un torbellino de ondas productor de un vacío. Esta operación no es instantánea, se realiza en el tiempo, paso a paso, en función de marcas que arman un borde pulsional.

Cuando esta operación de vaciado no termina de efectivizarse en algunas de las variantes pulsionales el objeto no se constituye como perdido. Cuando este vacío no se produce y o la inscripción fálica es deficitaria los efectos son diversos: acting-out y pasaje al acto, anorexia, bulimia, efectos que se presentan en el cuerpo real, etc.

CUERPO Y DOLOR

Es preciso diferenciar los síntomas conversivos a los cuales no hago referencia en este desarrollo. Responden a la lógica de la castración donde hay otra intrincación entre los registros.

Si bien está tomado el cuerpo real, una función por ejemplo, se juega al mismo tiempo el imaginario y el simbólico en una prevalencia similar y con efectos de un registro a otro rápidamente transmisible, por ejemplo una interpretación puede provocar un nuevo anudamiento.

De otra índole son los trastornos psicosomáticos. El disparador puede haber estado en lo psíquico pero sus consecuencias tienen una inscripción no fácilmente reversible en lo real del cuerpo.

Un área cercana pero con sus diferencias son los problemas que responden a una causalidad más orgánica. También en este campo es relevante la posición del sujeto, aún para el acontecer en el plano biológico.

En relación al dolor y a la intervención del lado del analista ubico prevalencias de registros:

- Prevalencia simbólica:
Radica en la palabra, punzón que escribe letra y produce pérdida de goce; muerde lo real. Es fundamental cuando toca la posición subjetiva produciendo viraje del lugar de objeto al lugar de sujeto. Este viraje acota el quantum de dolor. Se conmueve el narcisismo en función de la hiancia que abre la historización.

- Prevalencia imaginaria:
Frente al dolor físico fundamentalmente e incluso frente al dolor psíquico cuando hay un real difícil de horadar, el analista cumple una función fundamental como semejante dentro de un registro imaginario sostenido por lo simbólico. Es el otro, el semejante con el cual comparte el pertenecer a la comunidad de los hombres, que lo acompaña y lo sostiene.

- Prevalencia real:
Hace referencia a lo intolerable del dolor.
El dolor es tan imperativo que requiere el orden de la supresión a través de drogas por ejemplo. Mina el orden del sujeto, produce quiebre subjetivo. La tortura con fines políticos es un testimonio triste de ello.

Pero puede influir sobre él la distracción psíquica, dice Freud. Esta formulación que en principio puede parecer paradójica responde a la lógica narcisismo versus castración. En la enfermedad orgánica y en la hipocondría se produce una retracción narcisista de la libido. Se retira tanto el interés de los objetos del mundo exterior como los lazos libidinales con los objetos amorosos, concentrándolos en la dolencia, el órgano enfermo o imaginariamente enfermo.

DOLOR, DUELO, ANGUSTIA

En "Inhibición, síntoma y angustia" Freud vuelve a escribir sobre el tema del dolor en sus diferencias con el duelo y la angustia.

El punto de partida es la separación del objeto, pero la pregunta de Freud es qué decide que se transite uno u otro.

El duelo es el trabajo de elaboración en relación a la pérdida de objeto. El examen de realidad dictamina que el objeto ya no está y es allí que debe producirse el trabajo de desasimiento libidinal que liga el yo al objeto. Requiere de un despliegue en el tiempo, ya que se produce pieza por pieza, sobre invistiendo cada situación o enlace significativo al objeto, y en ese pasaje se va consumando el desprendimiento.

La muerte del otro o la pérdida del objeto moviliza todo el sistema significante; es una relación inversa a la Verwerfung.

Ubico el duelo entre lo real y lo simbólico, y el dolor que Freud define como la genuina reacción ante la pérdida de objeto entre lo real y lo imaginario.

A diferencia del duelo, el dolor no remite a la temporalidad. El dolor ES. En el mejor de los casos, el dolor "ES-AHI", trabajo de circunscripción que a veces deviene recién en un análisis, o es el trabajo que realiza el médico en el caso del dolor físico.

En el lactante, dice Freud, cuando un extraño aparece en el lugar de la madre, indudablemente hay angustia, pero también hay otros signos que permiten suponer dolor.

Cito: "Parece que en él marchara conjugado algo que luego se dividirá", "Inhibición, síntoma y angustia". Agrego: se dividirá después de la constitución del sujeto. Es más, angustia y dolor quedarán ubicados de una manera diferente un giro respecto a Freud. La angustia más que producirse en relación a la pérdida del objeto, surge frente a la posibilidad de no separación del Otro. Se juega en relación al deseo del Otro y algo de la verdad se presentifica para el sujeto; de allí la importancia capital para la dirección de la cura.

En el dolor en cambio, no se juega la implicación subjetiva. Si aumenta en intensidad, el dolor corporal por ejemplo tiene un efecto expulsivo en relación al sujeto. Es frecuente que se produzcan desmayos, estados de desvanecimiento subjetivo.

Del dolor corporal al dolor psíquico donde el puente está dado por la elevada investidura que se pone en juego frente al carácter de herida irrestañable dada por el objeto ausente, ¡se crean las mismas condiciones económicas de la investidura del dolor corporal!

Lo que hace soportable el dolor es el recubrimiento incompleto, no podría ser de otra manera, por una dimensión deseante. Usando los círculos de Euler este recubrimiento es una lúnula.

Cuando esta dimensión se desvanece y sólo queda "el puro dolor de existir" el sujeto se eclipsa y anhela el fin.

Adriana Wenger. Texto corregido, EFBA, 2006.