TRANSFERENCIA REAL Y SIMBOLICA. Elena Jabif, Mónica Fudín

Tiempo de Lectura: 38 min.

La transferencia real y simbólica en la dirección de la cura psicoanalítica.

Seminario de la Escuela Freudiana de Buenos Aires Elena Jabif y como invitada Mónica Fudín. Clase del 21 de Junio de 2006.

Mónica Fudín: Tomé este caso de psicosis donde aquello que nunca se escribió o que fue expulsado, forcluído, retornaba más tarde a modo de alucinaciones y fueron de a poco permitiendo al paciente armar un delirio.

La pregunta con este paciente, cuando llega a mí, podríamos decir que estaba anudado de manera obsesiva, muy metódico, puntilloso, poco expresivo. La pregunta era cómo resistir la psicosis, cómo no retroceder, y lo difícil, cuando se presentaban las cuestiones resistenciales.

A veces uno con este tipo de pacientes está a la manera de un testigo, a veces a la manera de un semejante y dando cuenta de ciertas variantes de las pocas herramientas con las que contamos en la transferencia para hacerle frente a este tipo de pacientes donde pescamos que hay una cuestión pre-psicótica donde estamos todo el tiempo enlazando para evitar o atenuar la desestabilización.

A lo largo de la vida de este paciente hubo muchos imponderables, como dice Lacán: enlazar la contingencia. Fueron inevitables, se presentaron y desencadenaron ciertos episodios psicóticos.

Entonces voy a contarles dos aspectos que fueron importantes en el trabajo de la transferencia y que hicieron obstáculo verdaderamente al tratamiento con este paciente, que era ahí donde se presentaba la pulsión de muerte. La pulsión de muerte anudada a través de un amor al analista de características erotómanas, ahí es donde empiezan a aparecer los intentos de suicidio.

La tragedia, que es lo que uno vislumbra en este tipo de pacientes graves, con una familia también de características graves y psicóticas, está en la raíz de nuestra experiencia y es definida como una composición lírica destinada a lamentar sucesos infaustos de la vida real. Hay una amplia gama de sucesos que no entran en el registro de lo calculable e irrumpen violentamente alterando dramáticamente el orden regular de las cosas. Esto deja al sujeto inerme, indefenso y sin recursos y no deja de despertar nuestro temor en la dirección de una cura.

En la clínica con estos pacientes que han atravesado intentos de suicidio (el hermano permanentemente tenía intentos de suicidio, por eso lo internaban regularmente en el Borda), el analista responde o trata de responder en condiciones que no son precisamente las ideales a nivel del dispositivo analítico, ni con el tipo de transferencia instaurada desde el comienzo porque no suele haber una demanda manifiesta por parte del paciente, sino que es derivado.

Tanto Freud como Breuer vinculan el término catarsis, que se da en la tragedia, al de abreacción por su implicancia de descarga, de reacción frente a un suceso que nos afecta, que va desde el llanto a la venganza donde hay una imposibilidad de hallar un lenguaje, un sustituto de la acción.

"La catarsis trágica -dice Freud- remite a la purificación de las pasiones por medio del lenguaje y mediante una acción cuyo grado máximo es el sacrificio, un punto límite que no puede ser otro que la confrontación con la muerte".

Hago hincapié en las cuestiones de lo trágico para trabajar con estas estructuras porque son estructuras anudadas de manera muy endeble donde hay pocos recursos para hacer frente a aquello inesperado de la vida.

Cuando uno trabaja en las urgencias con pacientes suicidas o potencialmente suicidas, a veces no suele estar presente en el discurso la idea de muerte o de matarse de manera espontánea, no suele estar expuesta o explicitada, entonces es importante poder hacer entrar en el discurso del paciente si pescamos que puede haber ciertas ideas a veces vienen a través de los sueños muy reiterados de imposibilidad, castración donde el paciente se ubica en esos sueños como un resto. Pescar como es su relación trágica en relación a la muerte.

A veces los analistas nos resistimos a hablar de suicidio con pacientes que no lo traen espontáneamente por cierto temor transferencial de abrir una caja de pandora: "Si yo le digo del suicidio, ¿no lo estaré incitando a pensar en esto?". Aquellas personas que estudian lo sintomático del suicidio de alguna manera dan cuenta de las respuestas posibles que dan los pacientes a las preguntas que el analista puede hacer: desde minimizar la cuestión, no responder al tema o verdaderamente sentir un alivio y poder expresar su idea de muerte y los elementos con los que piensa morir.

Metiéndonos de lleno con este paciente al que voy a llamar José, es un paciente que en el momento de lo que voy a relatar tenía 46 años y hacía 20 años que estaba en análisis. Es un paciente de 46 años que habiendo estado muchos años en análisis pide internarse por sentirse intranquilo en su casa. El viene analizándose. Padece insomnio y evidencia un paulatino proceso de aislamiento, poca concentración en su trabajo ideas paranoides hacia sus compañeros, con deterioro físico y angustia difusa. En un lapso de 5 años había perdido a toda su familia: Un hermano psicótico cortándose la yugular con una navaja en el baño de la casa, un padre severo y paranoico que muere de un ataque al corazón inesperadamente durante una cena y una madre que pese a los esfuerzos de José se deja morir progresivamente, no abriendo nunca más los ojos para mirarlo ni dirigirle la palabra hacen imposible la vida para él en esa soledad. José se sienta, le da la comida en la boca a la madre. Muere el hermano, luego el padre y luego esto que relato con la madre, a pesar de los esfuerzos que él hacía. El primero que se mata es el hermano. La madre no lo vuelve a mirar a José, permanece con los ojos cerrados y esto se hace imposible para él, se queda solo en esa casa.

Solo durante la internación psiquiátrica confiesa que durante un año escuchó voces que lo perseguían, sin atreverse a decirlo. Le pregunto que decían esas voces, y dice: "Hay que matarlos de chiquitos", reconociendo en ella una frase utilizada por el padre durante la infancia. José trata de neutralizarlas durante ese año de pesadilla diciéndose "Yo le agrego de amor, hay que matarlos de amor para que no me afecte tanto". Pobre consuelo para quien reconoce en la voz del padre una verdad innegable padecida por años, el deseo de muerte y destrucción sobre sus hijos. Este padre jamás les dirigía la palabra, les prohibía estudiar, ver televisión, tener amigos y festejar cumpleaños, hablar, comer dulces, gastar dinero, imponiendo duros castigos por ello.

¿Dónde está el padre en esto? Pregunta Safouan a Lacán. Dice Lacán: "Él sostiene la balanza entre ustedes dos" y para no dejar ambigüedad alguna agrega "ya que entre dos sujetos no hay sino la palabra o la muerte".

Más tarde durante la internación se agrega otra alucinación auditiva durante todo el día y dice "comprar veneno". Una voz le repetía todo el tiempo "comprar veneno". Amargura y dolor que envenenaron su sangre y su vida, único destino esperado para él por su padre, morir como una rata. Pasto para el padre que lo reduce a un objeto atado de pies y manos librado a un después de la muerte al capricho del otro. "Muerto el padre -dice Freud- adquirió un poder mucho mayor que el que había poseído en vida"

Marcas que operan a modo de profecía. Aquí se muestra como la tragedia prefigura el descubrimiento del inconciente en el sentido que hay un mandato que el sujeto desconoce pese a que lo porta y se ve llevado a cumplirlo inexorablemente. El querer saber hace que quede confrontado con el goce.

Quiso tal vez el azar que José, como único sobreviviente de esta familia deba asistir, por cumplirse el plazo establecido por el cementerio, a levantar los restos de su hermano y decidir su destino: Pagar y cremarlo o ir a parar a una fosa común al osario de los NN. Imagínense lo que es el llamado permanente del cementerio para que él tome esta decisión. El ya había salido de la internación. Nunca se decide y con gran resistencia a pagar una diferencia mínima de $10, se decide por los NN. El cementerio exige que haya un familiar presente, por lo que debe asistir a ese acto. A partir de allí, más tranquilo por haber cumplido con su deber, comienza con los signos descriptos y un paulatino abatimiento. Esos signos de decadencia, de abandono, después de la escena del cementerio. A partir de aquí, interrogado por "¿Qué paso en el cementerio?" dice que se sintió impresionado por lo que vio en la tumba.

El azar, como estricta articulación simbólica, sobreimprime en la diacronía y en la sincronía la determinación del significante a la del significado. Destino de NN para su hermano, su semejante, que lo envuelve y lo sobre imprime en la historia de su vida marcándolo también y marcando él mismo a su hermano en su segunda muerte.

Elena: ¿Qué paso en el cementerio?

Mónica: "¿Qué paso en el cementerio?" Pregunto. José dice: "Me quede ahí parado, mientras abrían el cajón porque me dijeron que tenía que haber un familiar presente”. Y presente para él era estar ahí mirando mientras abrían el cajón. “Yo quería ver que había adentro, quería estar seguro de lo que sacaban. Lo que queda de uno es el esqueleto. Me impresionó mucho ver la calavera separada del resto del cuerpo, ahí estaba el cerebro y ahora había un vacío. Estaban los dientes, los huesos, no se parecía a mi hermano. Se me aparece un conflicto de llevarle flores. ¿A quién? ¿A la calavera? Desde ese día no duermo, se me aparece esa imagen apenas cierro los ojos, toda la casa está en silencio, es la misma casa en que vivieron ellos".

Terrible, trágico, horroroso y además la cuestión literal de "quedarse mirando", un familiar presente es un familiar presente mirando la escena, no hay posibilidad de salirse de ese lugar. Y las flores, ¿A qué muerto? La muerte ya no del hermano sino a los huesos.

El héroe clásico, el suicida de la tragedia griega, tal como nosotros lo conocemos, no era ni bueno ni malo ya que está en el límite de su propia fragilidad y es derribado por el error. El error contiene una equivocación que el destino castiga inexorablemente precipitando la tragedia. Si el héroe se advirtiera de su error podría aún revertir los hechos y retomar el dominio de la situación. Pero no quiere o no puede, las circunstancias de la vida y el azar dominan la secuencia de los hechos; de estar en situación pasa a estar a merced de la situación.

José exiliado, sepultado en su propia casa, donde los vivos no se diferencian de los muertos sin posibilidad de poner flores al dolor, pareciera haber un punto de no retorno a partir del cual el drama comienza a tomar autonomía. El silencio de José, que solo se atreve a romper cuando se siente seguro tras los muros del hospital, el en ningún momento decía de las alucinaciones, ni de las ideas de muerte, ni que tenía que matarse. A lo que le pasaba, él respondía que se sentía solo en esa casa.

Solo puede hablar de esto, se siente muy inseguro, empieza a tener esa inquietud que nunca logra transformarse en angustia en la psicosis, sino que empieza a aparecer insomnio, inquietud, paranoia en relación a los amigos por ejemplo. A mí me hace sospechar la cuestión de la muerte porque él pensaba que los quería matar, había peleado mal con uno de ellos por una broma, algo circunstancial y pensaba en matarlos.

La tragedia. La elección del destino pone en juego dos temas relevantes: el primero, las inscripciones que porta el héroe que son previas a su nacimiento y que lo determinan sin que llegue a saberlo, tema del saber inconciente puesto en juego y el segundo que es el destino final quien al elegir su destino se ve llevado a ir más allá de los límites generando efectos que terminarán por desencadenar la catarsis trágica.

Cuando José dice algo de esta muerte, le pregunto si quiere volver al hospital, me dice que sí, y es ahí donde él empieza a contar todo lo que le pasaba. En el caso de José apareció un método y un modo concreto de cómo matarse y un deseo puesto en el otro que le retorna desde lo real de la alucinación, o sea el veneno y siendo él la rata y las voces del padre "hay que matarlos de chiquitos" Veneno para ratas.

Habiéndolo ocultado hasta lo imposible y sintiéndose protegido durante la internación, aunque minimiza el tema y habla en pasado, durante las entrevistas que yo tengo en el hospital, sospecho que aún piensa en matarse y no lo dice.

El aparato psíquico del analista operando en un momento crítico trata de ofrecer un escenario donde pueda desplegarse la encrucijada trágica y sin salida del paciente, que no encuentra espacio de representación.

Al preguntarle si continua pensando en su muerte contesta "A veces. Me aparece la idea de tomar un cocktail de pastillas y terminar con todo, lo pensé la semana pasada. Con la muerte se terminarían todos los problemas". "¿Cuáles son?" Pregunto. Responde: "Mi estado de paciente, la toma de medicación, los estados de ansiedad, la depresión, la soledad, no le encuentro sentido a lo que hago". Su enunciación no coincide con el enunciado a veces.

Le pregunto "¿A veces cuando?" "Todos los días" responde. Avanzo para saber cuan decidido esta en relación al acto de matarse. Para mi sorpresa se ruboriza y dice: "Tengo pensado matarme con veneno para ratas o para cucarachas, porque es lo más rápido". Ahí refiere que se le presentó la fantasía de envenenarse aquí en el hospital, cuando se levante. Es una especie de repetición interna constante como de mi imaginación que me dice "Comprar veneno de ratas para suicidarse” y siento un poco de miedo de hacer la acción automáticamente y me voy a descontrolar.

Al buscar que hable de estas cuestiones pedimos algunas pistas de lo que se insinúa como posible pasaje al acto, pues hablar no solo permite analizar las cosas, sino que promueve la trama simbólica, aun cuando la trama simbólica en estos pacientes sea problemática, sin embargo hablar es sustraerse del goce.

Además de la evaluación del riesgo suicida y de considerar la impulsividad y la estructura del sujeto y la posibilidad del cumplimiento de sus anuncios, siempre existe en este tipo de pacientes suicidas una etapa de consideración donde la idea es considerada como posible solución a un posible problema real, fantaseado o delirante, pasando posteriormente de la etapa de ambivalencia hasta el deseo de llevarlo a cabo. Es lo que se denomina, cuando la resolución está tomada y los medios para ejecutarla también, la calma siniestra. El paciente se encontraba en ese punto de calma siniestra, esperando el momento.

Entonces, encontrándose en este punto con la decisión tomada y a la espera del momento oportuno refiere que tiene permiso de salida el próximo fin de semana. Pensando en la posibilidad de este pasaje al acto, pregunto sobre el tema que lo preocupa y sobre el método elegido. En casa dice tengo un frasquito que compre para matar hormigas. Le pregunto si ya lo tiene decidido, se ruboriza nuevamente y dice que sí, pero que espera que pase esta fantasía igual que la otra vez, que desaparezca. Pero siempre tiene miedo de descontrolarse. Luego habla de lo inquieto que se pone cuando retorna a la casa "Estoy solo, no tengo con quien hablar, pero lo puedo superar" Tal vez pasando al otro mundo pueda hablar con una familia que lo ha dejado solo. Esto lo agrego yo.

Hablo con el equipo de internación, se suspenden momentáneamente los permisos de salida al paciente, se le comunica la decisión al paciente y este lo recibe aliviado.

Le pido que desde el hospital (era verano) los fines de semana me llame por teléfono cuantas veces lo necesite para decirme como se siente, asegurándole que no estará solo en la sala, que habrá profesionales de guardia, habrá enfermeros si algo lo inquieta. Acepta, y no deja de llamar todos los fines de semana, aún en los permisos de salida. Llamaba Sábado y Domingo durante los tres meses que dura su internación.

Nunca dejo de preguntarle por las voces y las fantasías de suicidio que, incorporadas a su discurso, van cediendo y espaciándose

Con este tipo de pacientes, transferencialmente, podríamos decir que no falla el analista en su función sino que es difícil instaurar allí un analista, pues en su acto hay un llamado a la intervención del otro pero no a la manera de la interpretación sino a salir de la abstinencia, semblant del otro que muestra su deseo y preocupación por un sujeto como primer paso transferencial para alojarlo y mostrarle nuestra preocupación. Decirle que llame, que diga, que venga. Así nos manejamos hasta el final de la internación y la obtención del alta.

En él hacia el otro, que lejos de considerarlo una rata, un pedazo de carne y huesos, un NN lo supone un sujeto capaz de poner en palabras su dolor y su duelo. El mas allá esta tan acá como lo permite, entre otras cosas, una voz que está al otro lado del teléfono.

En el intento de suicidio es difícil rehusarse a estar allí donde se requiere presencia desde el inicio. Incluido no solo para trabajar, estando advertidos de este deseo del paciente.

Elena: El episodio de erotomanía de él?

Mónica: Esta es una parte. Yo les dije que había trabajado las dos vertientes con este paciente, una era la extrema pulsión de muerte en este pasaje al acto que era muy difícil de sostener, hasta que el paciente se mantuvo más o menos estabilizado, pudo hacer una carrera, terminar el secundario, pudo hacer a escondidas del padre toda una carrera universitaria y se termino recibiendo de trabajador social, pero con tan mala suerte que no lo querían para trabajar ni cuando iba de voluntario. Era muy difícil sostenerlo en estos imponderables permanentes. El trabajaba, tenía un trabajo estable en el Estado, muy sencillo, de archivar cosas pero él quería trabajar de su profesión pero no lo tomaban ni aún en los lugares para voluntariado. Salían en el diario avisos y para él era muy frustrante y lo resquebrajaba mucho en la subjetividad. Todo esto fue pasando a lo largo de este tiempo, donde él rompe la estabilización a partir de la muerte del hermano.

¿Qué pasó previamente a esto? ¿Cómo se sostuvo este paciente desde el comienzo del análisis, que tampoco fue una cosa muy fácil? ¿Qué tipo de transferencia sostuvo este análisis?

A veces bajo la fachada seductora de una persistente muestra de interés y deseo que no dejan de incluir simpáticas y hasta pintorescas promesas amorosas suele esconderse la siniestra pesadilla de un amor travestido en locura y muerte especialmente cuando el partenaire resiste las propuestas.

En la clínica muchas veces nos hemos topado con este tipo de pacientes debiendo maniobrar duramente con las intervenciones para que la cosa no pase a mayores.

¿Qué sucede cuando los analistas nos encontramos con pacientes cuyo delirio erotómano nos coloca en el centro de su escena amorosa?

Este paciente, en el comienzo del análisis y durante varios años concurría a las sesiones porque quería casarse conmigo. Convencido de que algún día podría lograrlo, todas sus sesiones comenzaban con una declaración amorosa, expresando la ilusión hasta el mutismo hostil que tardaba en despejar.

En el primer tiempo de las entrevistas preliminares, como las diferencia Lacán, para que la demanda se instituya y recaiga sobre el analista se comienza por poner el cuerpo en el tema. Determinante y no sin consecuencias será luego la estructura del analizante la que se despliegue. De nada servían mis silencios, puntuaciones, señalamientos, aclaraciones interpretaciones y porque no mi enojo, su persistencia arrasaba con todo. La convicción de que yo estaba enamorada también de él, solo que no me animaba a decírselo porque era su psicóloga, hacia que estuviese dispuesto a esperar hasta el final del tratamiento. Después nos casaríamos: Sus miradas furtivas, su rubor al hablarme sus inhibiciones que lo obligaban a sonreírme encubiertamente y esquivar su mirada, su empecinamiento no hacían más que incrementar mi incomodidad, hasta el punto de evitar cualquier signo o gesto que pudiera mal interpretar, acentuando su imaginación desbordada. Mientras tanto, esta transferencia instalada en la vertiente resistencial ilusoria del amor duro muchos años y le otorgaba un lugar y logró avanzar en tanto terrenos como le fue posible.

Es difícil sostener esta transferencia coagulada pues la demanda requiere de una respuesta que no es ni su satisfacción, ni su silencio absoluto, ni tampoco el rechazo. Muchas veces cuando esta demanda se instala algunos colegas dicen: "Derivalo a un terapeuta hombre", como manera de trasladar esa vertiente resistencial.

Aunque advertidos que la demanda de amor se presenta de diferentes formas (como ser atención u objetos, no importa que, se demanda siempre amor) se instituye a quien se demanda en otro suponiéndose que tiene aquello que se le demanda y dependerá de su buena voluntad, ternura y arbitrariedad, entregar lo que puede satisfacer.

Este paciente estaba situado en lo que De Clerembault, que es quien más estudia las erotomanías, define como tal. ¿Qué es la erotomanía? Comienza con un acercamiento cordial al partenaire para terminar con características de perversión en el nivel de la sexualidad dado por extremos grados de fijeza, exclusividad y estereotipia. Su mensaje cruel y duramente dirigido hacia su finalidad racional y destructiva apunta directamente a lo corpóreo saltando por encima de lo imaginario. Palabra y acto se tornan equivalentes. Así, el hecho de la declaración amorosa requeriría la correspondencia del acto inmediato.

De Clerembault, reconocido por ser quien mejor ha descripto y estudiado la erotomanía, la define como una ilusión delirante de ser amado, ubicándola entre las psicosis. Y la describe en tres fases evolutivas: la esperanza, el despecho y el rencor. Su postulado fundamental lo formula así: es el objeto la persona por quien el paciente se cree amado y que pertenece a un rango más elevado que el sujeto, quien ha empezado a declararse: es él quien ama más o a él al único que ama. Esta erotomanía se basa en falsas intuiciones, falsas interpretaciones, falsas ilusiones, llegando a veces a conversaciones indirectas. Hay que ser muy cauteloso. Hay profesionales que minimizan estas cuestiones o se ríen de esta cuestión erotómana en ciertos pacientes psicóticos sin advertir que hay cuestiones alucinatorias donde ese otro amado le habla, le contesta, le corresponde y a veces terminan trágicamente porque el paciente lo quiere ahorcar o puede llegar a matarlo.

Elena: Este punto de la erotomanía fue como un cuarto nudo. Vos decís que lo resistencial que podría ser para una persona donde el yo se privilegia, neurótico con un matiz paranoide, el tipo es celoso, celotípico sin ser un psicótico o una erotomanía en un punto auto referencial: "Usted me ama a mí". Si no fuera psicótico, estaría al servicio de la resistencia. Pero vos decís que lo que podría ser del orden de la resistencia, en este caso fue del orden del anudamiento.

Mónica: Propiciatorio.

Elena: Fue propiciatorio, que quiere decir que él se mantuvo durante años en esa transferencia erotómana, esa certeza del yo, el yo del psicótico y eso le permitió andar por la vida, hasta que vos decís que situaciones contingentes, del orden de lo real que vos decís y dice Lacán en L’insú, irrumpe y el sujeto no tiene herramientas para poder tramitar un duelo, para poder tramitar tanta perdida, quedó chupado en esa perdida. La erotomanía no le alcanzó.

Mónica: Me hiciste acordar de algo interesante porque yo pensaba cómo le busco novia, un roto para un descosido.

Elena: Él no tenía sexualidad…

Mónica: Una vez había tenido una relación a la que el hermano lo había llevado con una prostituta.

El paciente fue poco a poco haciendo lazo con el otro. No le estaba permitido estudiar, ni tener amigos, no le estaba permitido festejar su cumpleaños, jamás el padre o la madre le decían feliz cumpleaños, era lo mismo, no había ninguna marca en relación a lo generacional, las diferencias. El pudo ir armando estos lazos, con otros, con compañeros y compañeras de estudio. Obviamente yo desde lo imaginario ayudaba, propiciaba.

Elena: Vos decís en lo imaginario porque entonces hacía una construcción de la relación con el pequeño otro, con el semejante, en la dimensión imaginaria.

Mónica: Se pudo ir armando en la dimensión imaginaria, fue estudiando, empezó a llamar por el diario a prostitutas para tener relaciones. El podía penetrarlas, tenía eyaculación precoz y él decía que las prostitutas le halagaban el miembro, que estaba bien dotado.

Elena: ¿Y cuando pagaba?

Mónica: El empezó a decir que no tenía para pagar el análisis porque se gastaba la plata del análisis en prostitutas.

Elena: Ese es el punto. El iba y pagaba. Estaba en erotomanía con la analista. ¿Qué pasaba cuando tenía que pagarte a vos? Aparecen las putas.

Mónica: No podía administrar.

Elena: Además de la administración, en la erotomanía encuentra un borde donde aparece la puta, aparece en un punto de descompletamiento de esa erotomanía por la vía de la puta, ahí él se sustrae de pagarte porque la plata iba a la puta. En la escena sexual él no se brota cuando la tiene que meter ¿Y cuando tiene que pagar?

Mónica: No, el ahí estaba bien. Se ponía mal si no le alcanzaba el dinero para ir al menos una vez por mes con una prostituta.

Elena: ¿Se ponía mal por qué?

Mónica: Porque necesitaba estar con una mujer. El sexo era breve, concreto.

Elena: ¿Qué le hacía un tercero para que él no brotase en la relación sexual?

Mónica: Yo creo que no había una cuestión amorosa, por esto que viene ahora. Después de las putas el va haciendo lazos, empieza a encontrar en el diario Solos y Solas. Quería divertirse el fin de semana, iba a esos encuentros, donde también pagaba porque había que pagar para la comida, para el encuentro, para verse. El iba a estos encuentro, y había ciertas mujeres que demostraban interés en él y lo empezaban a llamar y ahí el se descompensa.

Elena: Vos habías dicho que él tenía la certeza de que vos estabas enamorada de él. Otra vez se repite que la puta le halaga el miembro y después el va a Solos y Solas, él no tiene un abierto interés, quiere ir a Solos y Solas pero hay mujeres que tienen interés en él. Ven como va insistiendo, como se va desplegando. Aparece el delirio erotómano, por la vía de la certeza: "Ella me ama", el no tenía ninguna duda. Esto se va desplegando, va tomando distintos niveles. La puta es la que lo halaga y después en Solos y Solas las mujeres se le acercan y lo halagan. La erotomanía ¿Cómo estaba en ese momento con vos mientras el desplegaba esos lazos?

Mónica: Estaba acallada, siempre estaba pero estaba relegada, desplazada a otros encuentros con estas mujeres, no volvió a hacer más declaraciones amorosas, moderada.

Elena: Quedó descompletada por esta vía donde él iba viendo lo mismo, ese punto de certeza está inconmovible. ¿El embarazo donde terminó?

Mónica: Yo en ese interín consigo marido y el consigue amigos también porque él en esas internaciones de los intentos de suicidio se hace de amigos en las internaciones y después sale con ellos, empieza a hacer lazos por la vía del Borda que era un lugar que también lo situaba del lado del hermano que se había atendido ahí muchos años, era un espacio familiar. Era reconocido el hermano ahí, un caso de libro, muy interesante. Para él era un lugar familiar. Cada vez que se sentía mal, ya no tenía a nadie en su familia, iba al hospital, mantenía su terapia de grupo le daban los medicamentos, sostenía el trabajo, los compañeros de trabajo lo iban a ver al hospital, se había armado un circuito.

Después él empezaba a hacer lazos con las madres de los amigos, que lo invitaban a Navidad, lo invitaban a un cumpleaños, el empezó a festejar su cumple con los amigos, empezó a dar otro matiz.

La madre era psicótica, creo que una esquizofrenia. Tenía con el hijo que se suicidó un vínculo absolutamente loco, ellos eran judíos y llevaba a este hijo a la iglesia católica. Cuando muere este hijo, ella también de alguna manera cierra los ojos.

Después de mucho tiempo, cómo es el discurso del psicótico: El padre muere en la mesa. Estaban cenando, le agarra un ataque cardíaco. Después de un tiempo José me dice que el padre se muere cuando él le dice en la mesa que se había recibido de trabajador social. Esta cosa que en el discurso es un agujero, en la trama, porque a uno no se le ocurriría preguntar ¿Qué había dicho usted? Él lo dice al pasar: "Yo le dije que me había recibido y ahí se para mi papá y se murió". Yo le digo que eso no me lo dijo nunca, y él dice: "Ah, no se lo dije…"

Elena: No hay un sentido al acto de él.

Mónica: En un momento de este transitar por el mundo yo consigo un marido y un embarazo que ya se estaba empezando a notar y él nunca hacía mención. Yo le digo que le quiero comunicar (yo usaba mucho el humor con él porque era muy rígido y tenía una defensa obsesiva importante), le quiero decir, por si me ve con panza, que estoy embarazada. Y él dice "Ah, ¿Usted se había casado?" El seguía sosteniendo silenciosamente

Elena: Estamos partiendo de la forclusión del Nombre de Padre, donde sexo y muerte es del orden de lo real. Por supuesto ante el sexo y muerte el sujeto tiene, bajo el Nombre del Padre, las herramientas simbólicas para poder responder a sexo y muerte.

Este hombre por la vía del sexo entra por el lado de la erotomanía como respuesta ante un agujero en función del significante fálico. Uno diría que el miembro es del orden de lo pregnante de la realidad de órgano. Sin embargo en el tiene una vía de anudamiento por la vía de esta extraña especie de transferencia que tiene de años con su analista.

La otra cuestión es como él, ante la muerte, venía sostenido, anudado en una pulsión de muerte que siempre pujaba donde el deseo de muerte del otro de alguna manera era como la respuesta certera, porque no hay qué responder de parte del sujeto, no hay respuesta certera, no tiene con qué responder, él responde con la certeza del deseo de muerte del padre. "Me quiere muerto, me desea muerto". Una rata muerta, la certeza es rata muerta.

Acá ante la falta de significante fálico pareciera ser como que la transferencia tuvo un tope, hizo magia, fue del orden mágico, pero tuvo un tope. Ante lo real de la muerte esta respuesta de "Me desea rata muerta", este deseo de muerte del otro, produce la vía del pasaje al acto. Vos dijiste algo muy importante que era lo del NN. El podría haber ido por una vía pero nuevamente el significante del Nombre del Padre, en el punto forclusivo, él es un NN, es arrastrado como NN. El hermano era nombrado en algún sentido por el deseo materno. Era paranoico el hermano.

Mónica: Yo creo que en este paciente, en estas tres partes que da De Clerembault: la esperanza despecho y rencor. En este paciente se da la esperanza y se da el mutismo, mal humor como despecho en las sesiones, el silencio. No hablaba. Ahora que Elena dice que el hermano era un paciente paranoico, el no tenía tela suficiente como para hacer una paranoia, para llegar a lo público.

Elena: Al reconocimiento público. 30 años atrás todos los miembros de la Escuela iban a pedirle por favor que querían hacerle entrevistas a ese paciente, todos iban a pedirle a Mónica si daba entrada al servicio para poder tener acceso. Era una joya para los analistas que trabajaban psicosis. Lo público.

Mónica: Un paciente lúcido con un núcleo delirante, una pelea sobre el género muy interesante.

Elena: Cuando nace Maia ¿Pasó algo?

Mónica: Nada.

Elena: Pasó como NN.

Mónica: Sí, como NN. Nada pasó, la escuchó llorar a ella y no dijo nada de nada. Yo le dije de la fecha de parto, cuando retomábamos y no decía nada. Jamás preguntó nada.

Elena: Entre el nacimiento de la nena y el hecho del desencadenamiento del pasaje al acto ¿Cuánto tiempo hubo?

Mónica: Fue anterior al embarazo. Lo que es interesante es que poco tiempo después del nacimiento de mi hija, un año después siguió el tratamiento. Un día viene y dice que ya decidió dejar el análisis porque ya no le alcanza mucho la plata, pero va a seguir con los grupos del Borda, con la medicación y “lo que yo me gasto acá me lo puedo gastar en un churrasco”. “A mí me gusta mucho comer carne y me voy a gastar la plata en eso”.

Elena: Carne como putas, te cambió por una puta. Es interesante porque la forclusión del Nombre del Padre arrastra como forclusión el complejo fraterno. Este muchacho no tenía armado en el lugar del semejante el nombre propio, en el lugar del NN no estaba armado el nombre propio, que lo nombre y a su vez poder nombrar-se ante los otros semejantes. La transferencia apuntaba al analista como un semejante, esa es la propuesta del texto.

Mónica: Sí, nos sentábamos a hacer cuentas, a ver cómo y cuando se bañaba o se lavaba la ropa. Se muere la madre, el padre y el hermano, se queda sólo, no tiene idea de cómo llevar adelante una casa, no sabe ni ir al almacén a comprar, se quedaba sin plata a los diez días de empezado el mes, había que rearmarle cuanto gastaba en viático en comida y en mujeres, se empezó a agregar eso. Había que hacer ese rearmado.

Un día José dice: "Tengo que ir a comprar sábanas porque están sucias" Yo le digo: "Lávelas y ponga otras". Él responde: "Es que tengo un juego solo y se me rompió, todavía no las lave nunca". Había estado dos años así. "Báñese" le decía yo. Se iba y dejaba olor en el consultorio. ¿Cada cuánto se baña? Había que ser un poco el Nombre del Padre. No tenía armada una estructura mínima.

Elena: Desde el analista se introducen las funciones forcluídas desde la transferencia, entonces lo que aporta son las funciones forcluidas, aporta el falo simbólico, ordena, hace intervención de la muerte, el incesto.

Si él es un NN, donde aparece el hermano, el factor este, ¿Qué pasaba cuando aparecía esta fraternidad? Era convocado a responder ante la fraternidad. El sujeto es convocado a responder a lo contingente de la muerte. También que venga un hermano es una contingencia fuerte que puede ser mortífera o no, pero este era NN para poder de alguna manera enfrentarse a lo que es el complejo fraterno.

Si la forclusión del Nombre del Padre no regula lo que es la fraternidad, el pacto de las alianzas, el lazo con el semejante. El significante Nombre del Padre regula la relación con lo fraterno. En el complejo fraterno este era un punto fuerte, le había llegado por la vía del cuerpo, por la vía de tu palabra.

Vos le decías "Voy a tener un hijo, mi cuerpo etc." "Usted no es único, tengo una hija, está llorando mi hija". No fuiste una analista que lo mantuvo en una burbuja. Lo cual es interesante porque él podía haber respondido ante esto como un NN, pero no respondió como un NN, dijo algo que era básico, que él se quedaba con algo que le daba nombre, que era ser paciente del Borda, bajo el Nombre del Padre Borda, que además no es un lugar desarticulado de que él sabía que ella era jefa, todos los honores fálicos en ese lugar. Regularizaba la relación con vos también el Borda, funcionaba como Nombre del Padre para los dos, bajo la institución vos podías conducir la cura.

El no respondió como NN, que habría sido un disparo al pasaje al acto. Ahí la interrupción del análisis lo que propicia es que el salga a lo público, bajo el Nombre del Borda, con compañeros del Borda, que la plata destinada a ella, sea destinada a otra, cosa que está bien porque él dice: "Me gusta comer carne". Uno podría decir: ¿Es una metáfora eso? ¿Habrá sido una metáfora eso? Puede ser. Para mí era poder tener plata con una mujer. Bien. A vos te deja con tu hija, pensando en la madre, el nunca pudo cifrar o ser cifrado por el deseo materno, no solo era deseo de muerte paterno. Era un NN para la madre.

Mónica: De alguna manera como él era el hermano 6 años menor que ese que se suicidó, este hermano le funcionaba como cierta cosa de paternidad. Lo llevaba a su grupo de amigos, a jugar a la pelota, lo llevaba con mujeres, varones del Borda por el hermano. Eran hermanos del Borda pero sin ese padre terrorífico.

Elena: Una pregunta, ser judío, porque contabas que la madre lo llevaba a la otra iglesia, ¿Estaba circuncidado él?

Mónica: Creo que los dos hermanos estaban circuncidados, no recuerdo bien.

Elena: ¿El padre era judío?

Mónica: Si, eran polacos judíos.

Elena: ¿La madre era judía o católica?

Mónica: Judía. Él nunca pudo entender porque iba a la iglesia católica

Elena: No se sabe la historia de esos polacos, no?

Mónica: No porque los padres estaban peleados con toda su familia también. Los padres no hacían lazo con nadie.

Elena: ¿Habían nacido acá los padres? Te pregunto porque Polonia fue un lugar de exterminio nazi, si ellos eran judíos. Quizás hubo un exterminio que haya producido tanta locura. Lo de la Iglesia puede ser que vivan camuflados. Judíos que han pasado su historia por el exterminio viven camuflados y contrariamente a otros que hacen de eso un bastión de lucha, de memoria.

Algo que se me había ocurrido, en esto de ser la ratita, que el padre sentenció. A mí se me ocurrió la diferencia abismal que existe entre la sentencia superyoica del padre del hombre de las ratas que deriva en una rata cruel también: "Serás un gran hombre o un gran criminal", y entre la sentencia a José que queda como una rata muerta, en descomposición que se cadaveriza, pero no por la vía del significante, por eso huele mal. Como ahí no se armo equivalencia, porque podría haber sido equivalencia, no hay ecuación. La rata es rata cadavérica.

Mónica: Lo único que lo mantiene estabilizado es que a la frase: "Hay que matarlos de chiquitos" él le agregaba "de amor".

Elena: Encontró una letra para ponerle a la pulsión de muerte.

Elena Jabif. Mónica Fudín.

Seminario de la Escuela Freudiana de Buenos Aires Elena Jabif y como invitada Mónica Fudín. Clase del 21 de Junio de 2006.