LA PULSION NO ES LA LLAVE. Daniel Paola

Tiempo de Lectura: 23 min.

Texto publicado en los Cuadernos Sigmund Freud. Nro 24. Septiembre 2005. EFBA.

1.Realidad y pulsión

De acuerdo a lo expresado por J.Lacán en el Seminario 11, "Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis", en la medida que la pulsión fuerza el principio del placer que hace cupla con el inconsciente, interviene otra realidad en el sujeto que implicaría una complicidad distinta con lo real. Me propongo entonces describir que es para mí, esa otra realidad en el sentido terminable del análisis. (1)

Descartada la genitalidad como una condición pulsional no debería ignorarse que todo sentido encalla en lo sexual como límite. De esta manera no habría ser hablante que no se encuentre hablando de lo sexual como goce si quiere dar cuenta del límite en el cual se encuentra al testimoniar sobre su análisis. Dar cuenta de ese límite es declararse en incompletud ya que es imposible sostener un dicho que se albergue por completo en el sinsentido. Hay sentido en lo relativo a la pulsión que completa su tour dando otra existencia al cuerpo. Ni mejor ni peor. Otra. (2)

Pero por otro lado y en contradicción con lo anterior, pensar que la pulsión es una llave que abre a una relidad distinta, impone la creencia de una cerradura que podría abrirse con cierta magia, donde la palabra operaría en una dimensión absoluta. Aunque la palabra siempre tendrá el escollo del organo irreal que es la libido y allí encallará todo intento de evitar el sentido, el sinsentido hará falta para sostener un deseo que de lo contrario se pierde. Lo real determina el encuentro con la paradoja, frente a la cual cada sujeto soporta su aún.

Esa paradoja establece por un lado que si se impone la creencia de la palabra operando en una dimensión absoluta, la sugestión no tiene el límite de lo contingente y no se encuentra dispuesta para una retórica del bien decir. Y por otro lado ese bien decir no es una estética filosófica sino un límite de sentido que contiene un obstáculo insalvable como sinsentido respecto a un error en la estructura que todo ser hablante padece. (3)

El limite de sentido siempre sexual del que se testimonia como paradoja y que se demuestra como saber de la falta de relación, tiene un más allá que encuentra el error en la estructura. Y esto no es horror a la castración. Es la falta del encuentro con la supuesta llave que abra alguna cerradura para declarar otra realidad. Ese error que se soporta en un testimonio de fin, tendrá a consecuencia siempre un falsus porque es imposible escapar del goce fálico aunque haya más allá.

2. La proposición del 9 de octubre

Una frase de la Proposición del 9 de octubre del 67 de J.Lacán: “Así del que ha recibido la llave del mundo en la hendidura de la impuber, el psicoanalista ya no debe esperar una mirada, sino que se ve convertirse en una voz”. De esta frase es que extraigo la idea de la llave para transportarlos por mi pensamiento. (4)

De entrada la llave del mundo debe ser asignada al techo protector que ejerce la dominancia escópica de la pulsión, como mirada absoluta del supuesto saber del psicoanalista. De esta omnipotencia escópica inicial el analizante no sabe nada, pero comienza a vislumbrarla en el transcurso de la transferencia. De esta situación surgió a mi criterio la descripción de una posición paranoide, que juzgo inevitable como descubrimiento del analizante frente al supuesto ver todo del analista.

Pero de inicio todo analizante se ve cubierto sin saberlo por una mirada protectora de su analista, más allá de la dimensión ética que supone por parte de ese analista de no hacerse cargo de ninguna demanda de forma explícita. Esta suerte de membrana protectora, demanda a fin de cuentas no sabida, no cae sino en el fin del análisis.

En transferencia se recibe la llave de la regresión que horada lo impúber y es indudable que la entregaría el analista que dirija la cura. Y mejor que lo haga si no queremos perder el Edipo y la castración como ejes irrenunciables de una praxis.

La inocencia impúber es lo que constituye lo real de la experiencia analítica en el sentido de la entrega de todo pensar. Cuando caiga la membrana protectora escópica se descubrirá que no se puede reformular el instante de ver, vale decir el golpe donde se inicia la comprensión. No habrá nada que me haga comprender mejor, porque al caer la protección se vive el golpe en el cuerpo producido por el desconocimiento de un equívoco original. El psicoanalista que relanza una voz en este instante ha transitado previamente por un destino, siempre modificado por la pulsión, naciente del error en la estructura. Lo que está en juego es la singularidad subjetiva del falsus, condición necesaria para la inscripción del falo según puede leerse en L´Etourdit.

He aquí la cita de L´Etourdit: “Que yo enuncie la existencia de un sujeto al plantearla desde un decir que no a la función proposicional Ix, implica que ella se inscribe desde un cuantificador cuya función se encuentra separada por aquello de que ella no tenga en ese punto ningún valor de verdad que se pueda anotar, lo que quiere decir de error nada más, lo falso debiendo entenderse falsus como caído…”(5)

El falsus inicial de la inscripción fálica es determinado por la captación de una parcialidad por parte del sujeto, en el que la negación como desconocimiento del equívoco original antecede al concepto de verdad segunda.

El falo podría escribirse así: Falso y Verdadero. Esa parcialidad que lo hace falsus de entrada puede ser comprendida si hacemos una lectura de forma primordial de lo escrito por S.Freud en Pulsiones y sus Destinos, en cuanto a la representación que debería vaciarse para captar el estímulo. Estímulo que es movimiento de huida en lo etológico y que en el ser hablante queda captado por un “locus” que se vacía y al que S.Freud denomina representación. (6)

La sustracción del contenido de la representación es condición de la existencia de la pulsión en el lugar donde deja de ser estímulo somático porque lo que comanda es el efecto de sustracción de la representación que da forma al inconsciente en la represión originaria.

Atravesar este lugar entre soma y psiquis produce siempre la creencia errónea que el salto epistemológico puede realizarse y constituir el Uno del saber de lo real. El axioma que dice de la pulsión como límite entre lo somático y lo psíquico debe considerarse como barrera infranqueable pero tambien como suposición erronea de alcanzar ese Uno. (7)

3.El error

¡Hay el error!. ¡Que espanto que produce!. Que J.Lacán transmitiera en la Lógica del Fantasma que para decir Uno hay que inscribirlo en lo que llamó la pequeña diferencia permite sacar algunas conclusiones. El Uno no tiene existencia sin restar la falta de objeto y como resultado se obtiene esa falta potenciada al cuadrado reafirmando la función del objeto a.

1-a=a2.

Mediante la falta de objeto se puede señalar la imposibilidad de conceptualizar la pulsión como Uno. La consecuencia de la imposible relación de la pulsión con el Uno de lo real que no existe, implica que cada sujeto deba soportar el error como límite exacto entre soma y psiquis. Por esta razón la pulsión siempre se encuentra intrincada y mixturada como una trenza entre las especies de objeto que le dan sustento en el recorrido del collage de su tour. Pero la desintrincación es posible en tanto el error subyace para cada sujeto. Hacia allí se encamina la demostración que propongo entre la mirada y la voz, ya que en el sentido del fin de determinado acto que es la transferencia, puede existir un subito colapso provocado por la desintrincación. (8)

El ser hablante no tiene otra posibilidad que verse tomado por lo intrincado de la pulsión en el inicio de la transferencia. Es el psicoanalista en la dirección de la cura el que propicia con su presencia como resistencia en tanto sepa interpretarla, la posibilidad de sostener con su cuerpo lo que implica esa desintrincación. Invitar al analizante al uso del diván es lo que inaugura esta serie.

Es el cuerpo sufriente la referencia del nacimiento del psicoanálisis. Aquello que se consideraba anatómico orgánico y somático devino conversivo en un límite donde bien podría hoy con nuevas tecnicas encontrarse una esclerosis múltiple en una astasia-abasia. Asi que lo que gracias al psicoanálisis ahora signamos como de origen psiquico, bien podría decirse nuevamente anatómico orgánico y somático.

Si algo descubre el psicoanálisis no es solo que hay un pasaje de la anatomía al campo de lo psíquico, sino que ese descubrimiento a mi criterio debe considerarse como supuesto. Y asi tambien debería serlo en sentido inverso.

Pero decir anatomía y soma no es decir cuerpo. Cuando se dice cuerpo ya estamos en un territorio de una idea producto de una representación vaciada que origina un sentido que se entroncará con la raíz imaginaria. Hay suposición de un extremo al otro, variables de la extrema y media razón, si apelamos ahora al número de oro y a su empleo por parte de J.Lacán para definir al objeto a. Todo sujeto estará a expensas de un error que oscila entre uno y otro polo cuando la suposición de saber caiga. (9)

En ese error de la estructura entre soma y psiquis se encuentra la pulsión signando la relación al cuerpo. El cuerpo es como el río de nuestro bien amado Heráclito. Digamos que no se trata del mismo cuerpo que aún no ha descubierto el colesterol que aquel de la Sinvastatina que produce otro cuerpo en el que ese valor de colesterol se ha reducido produciendo millonarias ganancias a los laboratorios medicinales.

Sin ánimo de descreer que existe un verdadero efecto del farmaco, si el cuerpo se produce ligado a la ciencia que forcluye al sujeto, no habrá que olvidar el sentido que da existencia al cuerpo, ligado a una modificación permanente en el que siempre se inscribe un error. Y lo que en principios del siglo XX fue conversivo y hoy tal vez con la resonancia magnética sea esclerosis múltiple, mañana quizás podrá adquirir otra dimensión en sentido inverso.

¿Gana la ciencia?. ¡Quién lo duda!. Sólo los analistas somos quienes podemos decir del movimiento que es posible operar en lo reductible de la creencia. Lo reductible de la creencia es porque la pulsión existe. Si esto no fuera así iríamos al médico y bien podría decirnos: “¡mi amigo, usted anda muy mal de la bilis negra!”.

4. Lo que está fuera.

No hay más opción que aquella que supone un error en la estructura, en la que asienta su movimiento la pulsión. Entre el registro de lo real y lo imginario J.Lacán describe lo que denomina como agujero verdadero en su Seminario R.S.I.. Esto quita la afirmación de la verdad que descubre el inconsciente del campo de lo verdadero para quedar en cambio sujeta, como se entrelaza lo simbólico con lo imaginario y lo real, en un fuera. Todos sabemos que esto es falsus ya que no hay fuera que también no sea dentro. (10)

Pero que exista un fuera debe ser sostenido por el discurso de uso corriente que el psicoanalista en el inicio de la transferencia debe aceptar, para sostener el sentido del síntoma que primero debe ser desplegado. Que cada sujeto en transferencia deba apropiarse de este fuera a la manera de un falsus como caído en el recorte de su existencia, aleja al psicoanalista de alguna moral en la que puede verse mezclado creyendo que el goce es siempre algo malo y que cada tiempo es peor.

El presente del malestar en la cultura es siempre peor y el problema es qué respuesta da el psicoanalista con el falsus que lo habita a él también como caído, en el que no hay inicio que no esté tomado por esta circunstancia de error subsanado con un falsus por la operatoria de lenguaje.

5.Locura o Debilidad mental

La circunstancia de la negación doble tal cual aparece en las proposiciones de escritura de lo real, se dice según J.Lacán, no deja de no inscribirse. Este es un problema en el momento de pasaje de analizante a analista dado que implica enfrentarse con un falsus que envuelve a todo sujeto cuando crea que algo se ha inscripto en forma definitiva. La resultante dialectica que sostiene el falsus supuesto para cubrir lo que no deja de no inscribirse, es expresada por J.Lacán en L´insu en la oposición locura o debilidad mental. (11)

Porque no se trata de quedar atrapado tampoco en la dialectica es que es preciso reconocerla, ya que no habría pasaje entre real e imaginario o entre soma y psiquis o entre analizante y analista que refuerze la dialectica para así excluir al falsus como caído del pasante. Una practica de Escuela podría encallar, ya que ese es el límite, en declarar a unos locos y a otros debiles con tal de no aceptar lo invocante del falsus en que cada sujeto se descubre caído en el fin del análisis.

La cuestión se debate por el contrario, en la resultante del ensamble donde queda eliminada la dialéctica, porque se atraviesa una zona virgen propia a la dimensión del acto analítico. En esa dimensión no hay ley y el peligro por lo tanto es ceder al riesgo de la perversión siempre acechante de decir lo que conviene para hacer serie.

6.Pasaje de analizante a analista.

No hay pasaje que no sea turbulento, que no implique cierta aspiración en el campo del saber por el momento de concluir donde hay cierta acefalía subjetiva que Jung jugó por la vía del esoterismo. Este momento a diferencia del instante de ver no está amparado por la palabra cualquiera. Basta recordar que es el significante cualquiera el que establece la transferencia porque el analizante al inicio no está advertido más que por lo que se le ofrece al campo de lo escópico. Diría con mis palabras aquello que en ese momento no se dice -“esto es lo que hay, esto es lo que ves y a partir de ahora tu cabeza en el diván será lo que debera suspenderse de lo escópico como anticipo del fin”-.

La dialectica que establece una elección entre locura y debilidad mental debe especificarse en terminos de absolución de una elección terminante. Cada sujeto sería un poco Sócrates y un poco Alcibíades, un poco loco y un poco debil en un efecto pendulante donde lo más importante es el momento de pasaje.

El pasaje de un lugar a otro no implica una elección del sujeto entre los dos términos designados como analizante-analista. Se dice en el pase solo acerca de ese pasaje. Sería lo mismo que elegir entre locura y debilidad mental cuando verse en un a posteriori es imposible sin toparse con el “locus” falsus que implica la negación instituyente propia de todo perceptus o percipiens, en el que la verdad se asienta. Para decirlo de otro modo: ninguna elección es sino proveniente del falsus donde se asienta. Y esto es loco.

La verdad no es inmanente al pensamiento. Y agrego ¿cómo va a serlo si de inicio entre imaginario y real no hay verdad sin que el sujeto se encuentre caído en el error de suponer un simbólico para acceder al saber?.

Confiar en la alternativa excluyente de la debilidad mental puede hacernos pensar en el error de estructura, en las estabilizaciones psicóticas y en la preservación del fantasma pero no en el fin del análisis. Este concepto de debilidad mental tan extensamente desarrollado por J.Lacán en sus últimos seminarios, no puede establecerse sin advertir sobre el riesgo de anunciar que como todo significante tiene su punta en un falsus.

7. El sertimiento.

La histeria se acota en el momento del pasaje, por el encuentro de un momento, en el que se concluye acerca del sertimiento como alguna vez neologizara para dar atributo ser. Si se trata del des-ser no hay más salida que atravesar el lugar donde el sentimiento es falsus porque es sertimiento como lalangue tanguera me permite expresar para desposeer al ser.

El locus caído retorna aquí como el amor o el odio que no es posible contabilizar en el terreno de la certeza dado que como goce de sentido es no solo contigente y perecedero, sino además falsus en el inicio por estar caído en la ausencia de psicogenesis. Si la falla del inconsciente es el amor, entonces se trata de un amor fallado donde el odio será más certero pero no por ello menos errado. La locura es la certeza del amor o la certeza del odio

En suma: todo sentimiento reposa en un falsus y por ello llamarlo sertimiento pretende hacer reflexionar que el ser habita el sentimiento. Si el psicoanalisis conduce al des-ser, conduce al falsus del origen del sentimiento. En todo caso el neurótico padece el sentimiento como un retorno desde lo real y será necesario ni que lo rechace ni hacer rechazo de su existencia.

Abordar esta cuestión del error en la estructura es entrar en una dimensión que para mi experiencia es fuente de la pulsión. Entre real e imaginario, si existe una verdad sostenida por lo simbólico de manera excéntrica, no puede encontrarse sino un error en suponer que la pulsión puede ser Uno. No hay tampoco copulación o relación sexual entre lo real y la verdad y de esto sabe mucho el perverso.

El hecho es que la posición neurótica envía como referencia a esta falta de relación, hacia la castración subjetiva con sus coordenadas simbólicas. La castración se sustituye como lazo al padre para no quedar asignado a la castración como error propio del falsus como movimiento inicial del falo.

En el pase habría que dar cuenta de esto como fracaso de inscripción de la relación. Porque sigue siendo un fracaso al fin pretender que la castración sea el continente de normalidad en cuanto a la falla de saber. Por esto entiendo el pase como fracaso, no como fracaso en la experiencia sino como fracaso de una creencia en la castración en pretender a un retorno que tapiza la falla con certeza. No hay certeza y en cambio hay lazo al padre que signa el falsus como caído.

8. Lo escópico.

Si la pulsión es parcial y lo escópico como dominio es lo que ya no aguarda al final de un análisis, se comprenderá que hasta el momento de la disolución de la transferencia no se experimenta lo caído en el espacio de una protección. ¿Ni siquiera hay ojo que me mire? Es a fin de cuentas lo que debería suceder cuando la representación se vacía por completo. Recuerdo que en R.S.I., J. Lacán ubica la representación en lo real, limitando el Goce del Otro. Que la representación se vacíe implica en la experiencia la existencia de lo mortal que no entra en lo inconsciente, como de entrada la genialidad de S.Freud nos anticipara.

La insistencia de S.Freud en este sentido es abrumadora porque sostuvo siempre según mi lectura, un quiebre entre representación de palabra y representación de cosa como fundamento de la represión. El inconsciente pasa a ser una representación vacía cuando en un instante se da cuenta de un pasaje entre analizante y analista. El horror es que alli no hay nada nuevo que descubrir salvo una vuelta sobre la castración.

Es el horror de la hiancia entre pulsión escópica y pulsión invocante lo que hace a la posición del pasaje de analizante a analista.

Ese momento decidí nombrarlo con un neologismo: atrasverse. Porque la castración sólo encuentra un a posteriori como efecto sigificante para concluir, es que el momento del fin no pude ser cualquiera sino la esencia de una existencia que ha dedicado quizás la mayor parte de su vida a regar el arbol de la transferencia. No es cualquiera el momento del fin de la transferencia porque al tocar la hiancia se produce un encuentro trans, un movimiento.

No deberá confundirse este momento de pasaje por la hiancia escópico-invocante, con lo invisible del objeto escópico o con la matriz inaudita del infans que podría emitir sonidos en todas las lenguas. (12)

9. Lo invocante.

Verse convertido en una voz da a lo invocante de la pulsión un lugar princeps. Cómo interviene la voz será tal vez el enigma que se lee en J.Lacán, en cuanto a por qué no todo ser parlante alucina verbalmente si la parcialidad hace que la pulsión se asiente en un pasaje donde no se encuentra sino desintricación.

En cuanto una mirada se pierde en forma definitiva lo invocante ve su aparición. Desaparecido el ojo protector que bendice las palabras que genera el inconsciente con una intrepretación que siempre esta ligada al regazo de un cuerpo analista, habrá algo que ya no podrá estar en la categoría de ser mirado, como estación de la pulsión que recae en el imaginario de un moi.

La aparición predominate de lo invocante hace que la caida de la mirada no haga que el sujeto se suponga invisible, a menos que la perversión sea la modalidad de la castración renegada. El perverso en este punto se torna invisible como el voyeurista en su acto y el sádico experimenta con la invisibilidad del masoquista.

En ningun otro instante se podría decir que se es menos religioso que en ese momento trans de pasaje ya que allí no hay ojo de Dios o palimsesto. ¿Se trata entonces de lo que la religión católica llamó herejía? Diría que tampoco ya que toda herejía se asienta en la creencia que Dios podría no ser nunca suprimido. Que esto sea verdad no arroja sino a Dios como existente en tanto hecho de discurso pero no como acto rebelde de reemplazo, como Niestche proclamara para todo ser humano.

El pase si se asienta en este momento de pasaje entre lo escópico y lo invocante no se propone como herejía sino como el error ahí, en acto, en experiencia. Verse convertido será acción del propio ojo con el escotoma o punto ciego que anuda la transferencia del analizante al analista. No se tratará que el psicoanalista no tenga puntos ciegos sino de saber hacer con ellos cuando su cuerpo se vea tomado. El ojo será del psicoanalista, viendo convertirse en un lapsus de manera sorprendente.

Podrán decirme que una vez que el analista comete un lapsus con su analizante la interpretación es automática. Pero en mi experiencia allí se comprueba la tiche de lo real diferenciado de un automaton. Jamás podría ser automática la intrepretación dada por el lapsus del analista frente al analizante, sino que el analista sabrá como interpretarse previamente donde su cuerpo ha sido modificado porque su masoquismo fantasmático pasó a ser nada.

10. La pulsión como movimiento

La posición fantasmática de todo ser hablante es masoquista como punto de fijación de la pulsión. He escrito trabajos para demostrarlo en tanto se desprende de una lectura del Seminario XIV. El problema es como se comprende la pulsión una vez que se ha desamarrado parcialmente del fantasma, si es que el analista vive por experiencia ese pasaje trans, que podrá ser con el dispositivo de pase o no. (13)

Que la pulsión sea una realidad lleva a lo invocante. Invoca en mi lo irreductible de una posición. La hendidura deja de ser impuber porque será arista mortal en la palabra que me hiere. Se atraviesa un campo virgen en esa experiencia trans. Cada uno sabrá donde reside el acto que anula la culpa de un super-yo que juzga siempre injustamente para no hacer posible el encuentro con la virginidad del saber que a cada uno le toca saber como falsus. Cada uno sabrá cuál es el resultado de ese encuentro virgen de sentido y que en el mismo momento deja de serlo porque se descubre. A J.Lacán lo excomulgaron de la IPA.

La pulsión no es llave que abra cerraduras aunque el sentido nos lleve al dogma en forma inevitable. La pulsión es movimiento que lleva la castración a una exclusión de la roca freudiana pensada como lugar intransitable. Aunque no habría en esa roca sino una oscuridad que hace signo para cada ser hablante que haya pasado por la experiecia analítica, es posible tomar la oscuridad donde se encuentra el signo distintivo e ir nuevamente hacia la castración, es decir hacia lo simbólico. Quedarse entre signos que apresan lo real sin declararlos por saber que hay un falsus en su nido, no hace lazo social posible.

La pulsión como artífice de un pasaje es una respuesta verdadera despojada de cualquier copulación porque satisface y vuelve al principio del placer que nos hace dormir en paz, hasta que el límite vuelve a encallar en lo sexual. Así cono la pulsión es ruptura del principio del placer tambien vuelve hacia sus confines una vez rodeado en el tour el objeto a.

Daniel Paola. Texto publicado en los Cuadernos Sigmund Freud. Nro 24. Septiembre 2005. EFBA.


Referencias

1. Jacques Lacán: Seminario Momento de concluir, Seminario inédito, clase del 20/12/77. J.Lacán establece el concepto de cupla que liga el principio del placer al inconsciente, la pulsión a la inhibición y lo real al fantasma. El concepto físico de cupla es bastante sencillo: dos fuerzas que giran en la misma dirección alrededor de un eje rotacional. En cuanto a la descripción de la otra realidad hay que considerar la clase del 13/05/64 correspondiente al Seminario de “Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis”. Esa otra realidad es en definitiva la que se descubre como la que ha dado al Real Ich su estructura y diversificación. Una cosa es entonces llegar a la conclusión que el Real Ich es lo que de la pulsión hace cuerpo, que determinar el concepto de cuerpo como una equivalencia somática.

2. Jacques Lacán: Seminario Aun, editorial Paidós, clase del 13/3/73. La idea de la sexualidad como límite del ser hablante es donde el sentido encalla.

3. Jacques Lacán: Seminario La Identificación, inédito, clase del 13/06/62. En cuanto al error respecto al significante referido al campo del Otro, siempre como margen de la inexistencia puede encontrarse en el Seminario “La Identificación”, clase del 13/06/62 donde J.Lacán aborda el concepto de falso imaginario. También ha sido desarrollado por Isidoro Vegh en su libro El prójimo de quien he tomado inspiración. Ademas Guillermina Díaz presentó en ocasión de una reunión de Convergencia un trabajo titulado Del inconsciente freudiano y el nuestro: errores.

4. Jacques Lacán: Proposición del 9 de octubre de 1967, inédito. Este texto encierra varios enigmas. El de referencia en este texto fue objeto de un intercambio con Jean Charmoille, psicoanalista francés, miembro de Insistance.

5. Jacques Lacán: Seminario L´Etourdit, inédito. La idea de transcribir la traducción de un párrafo de L´Étourdit de J.Lacán es para insistir en el origen de los terminos falsus y caído que despues se repiten a lo largo del texto.

6. Sigmund Freud: Pulsiones y sus Destinos, editorial Biblioteca Nueva. El origen del verbo sustracción para describir la pulsión se encuentra en “Pulsiones y sus Destinos” en el que S.Freud plantea el concepto de representación de una manera renovada ya que sabemos que ya lo utilizaba desde Entwurf eine Psychlogie de 1895.

7. Jacques Lacán: Seminario R.S.I., inédito, clase del 21/1/75 de R.S.I. J. Lacán despliega claramente la diferencia entre el Uno del significante y el Uno de sentido. No existe el Uno de lo real, aunque da a suponer que en cambio decir Uno en lo real es llevar la verdad al saber del inconsciente con la interpretación.

8. Hector Yankelevich: Lógica del Goce, editorial Homo Sapiens. La intrincación y desintrincación de las pulsiones es un tema abordado por Hector Yankelevich en su libro Lógica del goce, a traves del cual baso la reflexión. La intrincación pulsional es un tema derivado del concepto de narcicismo primario. S.Freud lo aborda por primera vez en el caso Schreber de 1911. El yo como objeto de amor mixtura el caos autoerótico primordial como paso a la libido objetal.

9. Jacques Lacán: Seminario Lógica del Fantasma, inédito. Para comprender por qué es preciso conocer los alcances del numero de oro es preciso abordar La Lógica del Fantasma.

10.Jacques Lacán: Seminario R.S.I., inédito, clase del 11/3/75. Decir agujero verdadero entre real e imaginario se desprende de la clase del 11/3/75 perteneciente a R.S.I..

11. Jacques Lacán: Seminario L´insu…, inédito, clase del 11/1/77. J.Lacán aborda como efecto del significante la dialéctica entre locura o debilidad mental.

12. Silvia Amigo: Paradojas Clínicas de la Vida y la Muerte, editorial Homo Sapiens. El tema de lo invisible del objeto escópico y de la matriz de un infans produciendo sonidos comunes a todas las lenguas que hace inaudito determinadas sonidos en beneficio de otros, fue desarrollado por Silvia Amigo en su libro Paradojas Clínicas de la Vida y la Muerte.

13. Jacques Lacán: Seminario Logica del Fantasma, inédito, clase del 14/6/67. Alli se pude encontrar el ensamble entre el masoquismo y el fantasma.