QUE SE PAGA EN UN ANALISIS?. Liliana Cohen.

Tiempo de Lectura: 15 min.

Escuela Freudiana de Buenos Aires, Octubre de 2007.

Trabajando para esta reunión me retornaba un material clínico, entonces decidí comenzar por allí.

Este recorte tiene que ver con un recorrido de trabajo sostenido en la guardia de un hospital hace ya bastante tiempo.

Una persona llega, la traen. Estaba en la cornisa de un edificio y amenazaba tirarse desde allí.

En un primer momento cuando llegó a la guardia fue necesario intervenir desde lo médico, es decir, producir alguna acción desde lo médico que acotara la angustia.

Cuando pasó un tiempo y ella estuvo más serena comenzó a hablar, dijo que estaba desesperada que así no quería vivir, que ese colegio ya se había llevado la vida de otros miembros de su familia, que la llamaban por teléfono los acreedores, le gritaban y no es que ella no quisiera pagar sino que no tenía dinero.

Era directora de un colegio que había que tenido que cerrar sus puertas por una crisis económico financiera.

Ella continuaba en esa dirección en la que la habían antecedido su madre y su hermana. Decía que no contaba con recursos económicos para pagar a sus acreedores, que había hecho uso de sus reservas y le rematarían la casa. Hasta aquí, más o menos, fue lo primero que dijo.

Ese día ella esperaba la visita de un posible comprador de su casa quien finalmente no llegó, no acudió a la cita.

Siguió diciendo que su sobrino de 12 años, luego del fallecimiento de su padre, también se había subido a una cornisa, quería matarse. La madre de este chico, hermana de la paciente, nunca lo había escuchado. Al momento de morir el padre, este niño pega su propia foto en el ataúd.

Siguió hablando y va a decir en algún momento que ella había estudiado una carrera universitaria, que la había ejercido con gusto y que quizá ahora se trataba de dejar esa dirección en la que seguía a su madre y a su hermana y retomar lo suyo.

Era casi un grito, que ella no podía pagar la deuda que le estaban pidiendo que pague. Se me ocurre decirle, bueno, una cosa es su vida y otra cosa es el dinero. Evidentemente algo de la cuestión del dinero, hace que este recorte aparezca aquí en el marco de nuestro trabajo. Esta intervención, una cosa son los problemas de dinero y otra su vida produjo alivio: ¿qué pasó ahí, qué pudo decirse, articularse? Lo que pudo articularse fue quizás algo del orden del clivaje entre el sujeto y el objeto.

Ustedes saben que desde el psicoanálisis pensamos la intervención en la urgencia en relación a la ‘mítica vivencia de satisfacción’, en el sentido de un total desamparo del sujeto, en tanto se encuentra carente de recursos y el llamado es entonces a algún otro, al otro del auxilio ajeno que ponga en juego alguna palabra.

Uno podría decir, del grito a la demanda, de la urgencia a la emergencia del sujeto. Entonces que este grito pudiera articularse en palabras, en el sentido de un llamado y entonces si había una escucha de ese grito podría quizás formularse alguna demanda. Fíjense que ella dice: a mi sobrino, su madre, mi hermana, no lo escuchó, verdad?

Cuando ella dice que a su sobrino su madre no lo había escuchado, dice quizás que su intento de pasar al acto, era un llamado al Otro que hiciera lugar a alguna palabra.

La intervención apuntaba a producir un corte que separara sujeto y objeto, es decir una operación de separación, repartición, como dice Lacán.

Parirse, el sujeto tiene que parirse del Otro, verdad? separarse, extrañarse del Otro, desalojar al Otro y restarle un objeto al Otro.

Pregunta: Tendría también que ver ésto con no ser todo objeto, no ser todo resto, de ser una parcialidad?

Liliana Cohen: Efectivamente, que el sujeto pueda parirse del Otro, pueda caerse del Otro, pueda dejar en el Otro un vacío, comporta esto que vos decís, que entre ambos caerá el "a", que el "a" quede como resto de esta operación. Entonces de ahí en más entre el sujeto y el Otro habrá esta falta que es el objeto perdido freudiano.

Esta falta para el sujeto y el Otro implica para el sujeto, extrañarse, desalojarse del campo del Otro y al mismo tiempo producir una primera exclusión de goce.

Entonces esta operación que concierne a separar al sujeto del "a", que el sujeto no esté todo en el lugar de objeto.

Ahora bien, ella estaba al borde del pasaje al acto.

El pasaje al acto tiene que ver con que en la estructura no están dadas las condiciones para que el a caiga. Entonces, en este punto ella realizaría su ser, cayendo como resto, como deshecho, como objeto sin valor. Realizaría, en el sentido de hacer real, su ser, en este objeto deshecho, en este objeto sin valor.

Entonces en cuanto al pasaje al acto este intento desesperado que un sujeto hace en relación a poder contar con la pérdida de goce, con la castración de goce, poder contar con alguna medida que no lo haga consistir en ningún ser.

Por otro lado me retornaba un material clínico de una mujer que consultó en el momento de una casi catástrofe de su vida. Se acababa de separar, el que había sido su marido la estafa y su casa prácticamente se estaba por rematar.

Cuando comienza a trabajar en análisis, en un primer tiempo evidentemente se trataba de que ella pudiera salvar su lugar, no perderlo todo. Que ella pudiera sostener su lugar.

El trabajo de análisis continuó y comenzó a aparecer una vertiente masoquista. Le queda en evidencia, que se había ofrecido sin saberlo para que eso le sucediera. Que ella tenía una responsabilidad y entonces empieza a implicarse en lo que le había sucedido y comienza a historizarse.

Historizarse es situarse en relación al complejo de Edipo.

Finalmente, ella pudo salvar su casa apelando a un dinero de su padre. Aparece el padre en la escena y retorna la historia del padre, la deuda del padre. Deuda que el padre no había podido contraer como propia.

Se trataba de un padre que se había ido en el año 39 de un país de Europa, su condición de judío hizo que tuviera que irse por la persecución antisemita y toda la familia de ese hombre queda allí y son llevados a campos de concentración. Todos desaparecen, no queda ni siquiera sepultura.

Este padre llevaba esta culpa sobre sus espaldas, no haber salvado a sus padres. Su hija se hace cargo de esa culpa.

En análisis se trató de reconocer cuál era la deuda que si tenía que pagar y cuál la deuda que no tenía que pagar.

Lo que quiero decir como cuestión fuerte es que la deuda de la que se trata en un análisis es la deuda en relación a la castración, la deuda simbólica. Que el dinero en la transferencia está en relación a esa deuda. El sujeto paga por el rescate de su deseo. El pago de dinero en un análisis cumple una función y la función que cumple es en relación a la deuda simbólica.

Pregunta: en relación a lo real del padre y el padre real?

Interesante. El padre real es el padre como agente de la castración. Lo real del padre, concierne al goce del padre.

Lo que estoy tratando de situar es el padre como la instancia que interdicta el goce absoluto, el padre que le dice NO al goce todo, al goce absoluto, y que por esa intervención abre al deseo. Ahora bien, se acuerdan lo que decía Freud “así como el padre puedes ser y así como el padre no debes ser?”. Son las dos caras del padre: la cara simbólica del padre y la cara real del padre.

Ahora estoy tomando la cara real del padre, lo real del padre. Entonces cuando decimos lo real del padre decimos el goce del padre, aquello que no cae bajo la égida de la metáfora.

Es el superyó, el mandato superyoico, imperativo que tiene que ver con lo real del padre, el punto donde la metáfora paterna no produjo caída de goce incestuoso. Lacán lo va a llamar memoria de goce, una orden de que no se pierda el goce.

El superyó hinca sus raíces en el Ello, el superyó está del lado del Ello, de la pulsión de muerte y tiene que ver con la cara oprimente del padre, el lugar donde la metáfora paterna no produjo caída de goce, no produjo castración de goce.

Pregunta por lo fallido de la función paterna.

La metáfora paterna es fallida por estructura.

Lo que hacemos en un análisis es situar el punto de falla. En qué punto de la estructura está lo que no cayó bajo la metáfora y operamos interviniendo en esa articulación para producir castración, pérdida de goce, producción del plus de gozar. Cuando cae el plus de gozar abre a lo que causa el deseo.

Pregunta. Era sólo eso...

A ver por qué Cristina: era sólo eso?. si ...

Pregunta. Había una consistencia tal que no permitía, que no fuera Todo eso. La función de que consista todo en eso, había quedado fusionada con la imagen.

“Sólo eso”, en el sentido de poca cosa, ahora entiendo tu “sólo”, esta vertiente donde el sujeto pierde dignidad, porque la dignidad es en relación al deseo. Lo que Lacán llama la pérdida de dignidad es la caída, esto que vos traés, en el lugar de objeto, “eres sólo eso”, eso como una cosa y sólo, solamente en el sentido de poco valor, el poco valor es la totalidad.

Pregunta: el poco valor es la totalidad...

Si, de acuerdo. Es decir que toda ella quedaba como objeto de la pulsión. El sujeto transformado en objeto de la pulsión.

Pregunta: como si dijera, no tengo una deuda, sino soy una deuda?

Interesante: no tengo una deuda, sino debo todo. Cristina, me parece que es para un trabajo a desplegar, cierto?.

La deuda se establece en un análisis, para que alguien pueda decir: "esta es la deuda que tengo". Es producto del trabajo de análisis que sitúa cual deuda tiene y cual deuda no tiene que tener. Es interesante esto que vos decís, porque estás hablando de lo que es del orden del tener y lo que es del orden del ser.

Pregunta: en ese sentido la dirección?.

Sí, ella era directora de un colegio, pero como ella lo había dicho, ella continuaba en esa ‘dirección’ en la que la habían antecedido la madre y la hermana.

Pregunta: pagar con dinero, pagar con la vida, equivaldría a esta dialéctica del ser y del tener?

Interesante. Cuando se paga con la vida, se paga mal, porque el sujeto no contrajo la deuda con la falta, porque las condiciones de estructura no favorecen que el sujeto contraiga la deuda que es necesario contraer.

En el caso de esta otra paciente, hubo un largo tiempo de su análisis en que comenzó a abrir la historia de los campos de concentración y ahí tenía toda una cuestión en relación a la identificación al goce de la víctima.

Cuando decimos "hacerse cargo de la deuda", decimos inscripción, marca, y si es marca hay algo que queda fuera, que queda caído, que queda perdido, hay un acotamiento por la marca. Es decir que para que algo se pierda tiene que poder inscribirse. La inscripción de la pérdida es la que expulsa lo real que quedó perdido, sino es este real el que va retornar y el sujeto no puede, no tiene ‘con qué darle’, a ese real.

Entonces el superyo en tanto memoria de goce, es el punto en el que el lazo con los primeros objetos de amor y deseo no se ha interrumpido. El superyo es efecto del paso por el Edipo. Freud va a decir que el superyo en una de sus dimensiones trabaja para que el lazo con los primeros objetos de amor y de deseo se sostenga.

Pregunta. Por la fijación a un goce?

Claro, a la pervivencia de ese lazo, que no se sepulte, volviendo a la cuestión los cadáveres insepultos. Hago una extrapolación pero a propósito del superyo como memoria de goce, como el punto donde el sujeto queda prendido al lazo libidinal con los primeros objetos.

Pregunta. Cuando Lacán en el Seminario 5 se pregunta de qué carece el padre, en realidad lo que transmite es su propia deuda con el deseo?

Sí y no. Sí, en el sentido de esto que vos decís, necesariamente va a aparecer el punto fallido de la metáfora, el punto donde el padre no se hizo cargo de su propia deuda. Ahora bien cuando decimos que se transmite ¿qué decimos?, decimos lo que pasa pero del deseo, cuando hablamos de transmisión hablamos de falta. Un padre la dona.

Es decir que la carencia, tiene que anudarse a la falta. Ustedes saben que una cosa es la carencia, que es lo que Lacán llama manque, y otra cosa es la falta: faute.

Somos deudores porque somos hablantes, en el sentido que el lenguaje implica una pérdida de ser. El lenguaje produce consecuencias, produce efectos en relación al ser y por eso somos deudores de la palabra, estamos en deuda con la palabra, somos seres de palabra. Parletre, por lo tanto hay una primer deuda que es la deuda con la palabra, con el lenguaje, porque el ser es efecto del lenguaje.

Luego está esto que vos traías, hay una segunda dimensión de la deuda que termina de anudarse en relación a la castración.

Dicho de otra forma “no hay universo de discurso”, no hay todo en ningún lugar, esta falta tiene que ser bordeada para que pueda ser reconocida como falta. Esta nada, esta carencia, es una carencia de ser, en nuestra condición de parlantes y mortales.

Esto del orden de la carencia que es de estructura, tiene que ser atravesado por el falo, tiene que ser atravesado por la castración, para que se articule con la falta y sea deuda. Esto es importante.

Pregunta. En relación a ganar dinero?

Es interesante porque no es porque si que alguien gana dinero y no es porque si que alguien no lo gana. No es simplemente una cuestión de mercado. Esto tiene que ver con otra dimensión de cuestiones, no todo por supuesto. Es la posición subjetiva en relación a la castración, cómo ese sujeto maneja sus recursos económicos, cómo ese sujeto se sitúa en relación a los intercambios sociales, cómo circula entre otros.

Poner el dinero ya no en relación a la demanda materna sino en relación al deseo. Esto es, sacar el dinero del circuito de la demanda materna y ponerlo a circular en relación a la ley del deseo, dicho así a grandes rasgos.

Pregunta: el padre como interdictor digamos, que abre al deseo?

Si, en relación a una determinada manera de gozar también, en relación a una economía libidinal, a una economía de goce. Se goza reteniendo el objeto, estamos hablando de una economía libidinal. El análisis incluye el dinero en el marco de lo que es la economía libidinal del sujeto.

El complejo de Edipo no es una cuestión sociológica. Desde el psicoanálisis la operatoria se produce desde otro lugar y en dirección a otro lugar. En relación al complejo de Edipo, que alguien no coma hace a la cuestión del objeto.

La anorexia, por ejemplo, tiene que ver con algo del goce incestuoso que no ha sido interdicto suficientemente. Esa boca está llena de madre, por decirlo así, todavía no hay ‘el nada’ inscripto. Ustedes saben que Lacán al objeto "a" cuando es causa del deseo lo llama “el nada”, es un vacío bordeado.

Pregunta: por qué “el nada”?.

El objeto nada, que tiene un lugar. Hablar de ‘la nada’ es sin borde, el ‘ser y la nada’, el nada es hablar de un agujero bordeado, contorneado; no es infinito, no es la nada.

Liliana Paula Cohen. Escuela Freudiana de Buenos Aires, Octubre de 2007.