ENTREVISTAS DE PAREJA.Liliana E. García

Tiempo de lectura: 12 min.

Comienzo con una cita de Freud: “Hasta ahora hemos dejado en manos de los poetas pintarnos las condiciones de amor bajo las cuales los seres humanos eligen su objeto y el modo en que ellos concilian los requerimientos de sus fantasías con la realidad”.

Es por las condiciones de amor, entre otras, que son variadas y a veces inesperadas las consultas que llegan a los consultorios de los analistas. Las consultas por “problemas de parejas” son una de las tantas demandas.

Tiempos de entrevistas decantan el seguimiento o derivación de quien o quienes realizan el llamado.

Desde aquí podemos preguntarnos:

¿Puede el Psicoanálisis dar respuesta a este tipo de demanda? ¿Qué estatuto darle a este tipo de consultas?

Sin entrar en polémicas teóricas, hablar de Entrevistas de Parejas no es hablar de Psicoterapias de Parejas, en principio deseo realizar esta diferencia.

Las Psicoterapias de parejas las ubico dentro del campo de lo psicológico, donde encontramos relaciones de hechos, objetivables, que están en relación a los comportamientos de los individuos. Operan sobre el campo de la comprensión de las conductas, del individuo adaptado, de la relación vincular y en algunas Terapias en las indicaciones a seguir a partir de la consulta realizada.

Y, ¿qué podríamos decir del Psicoanálisis de Parejas? Considero por lo que he constatado como un hecho de experiencia a partir de mi práctica en este tiempo de investigación, no ubicar este tipo de demanda de escucha como Psicoanálisis de Parejas.

Mi propuesta es de avanzar por Entrevistas de Parejas dentro del dispositivo psicoanalítico.

Poder articular la clínica a la conceptualización teórica e interrogar el dispositivo psicoanalítico sin desvirtuarlo, nos permite abrir nuevos horizontes. Freud dejó un modelo, pero más allá de la teoría nos legó el valor ético de la clínica, es decir, dejarse guiar por ella, en tanto no hay otro saber que el del inconsciente. Esto nos deja en un terreno diferente al campo de lo psicológico.

En la experiencia analítica, es desde el sujeto y no con el individuo con el que operamos. Sujeto dividido entre el S1-S2. Sujeto como efecto del discurso que porta un saber del que nada sabe y busca en el analista un saber que le falta. El sujeto no sabe, en tanto es efecto significante.

Esto también toma su valor en las entrevistas de parejas. Esta ignorancia del sujeto, esta ignorancia de la pareja acerca de su mal-estar, invita a la docta ignorancia del analista en tanto ignora del inconsciente el deseo del sujeto y la posición fantasmática que determinó la elección de su partenaire.

Desde la posición del deseo del analista, en tiempos de entrevistas, podrá realizar cierto ordenamiento, señalamientos y en este tiempo de escucha y de lectura advendrá como Sujeto supuesto Saber.

La relación analítica es sostenida por el discurso y facilitada por la transferencia, y es desde aquí que las intervenciones del analista tendrán sus efectos.

Desde el dispositivo psicoanalítico, en las entrevistas de parejas, nos encontramos ya no sobre la relación vincular ni intersubjetiva, sino sobre lo interdiscursivo, lo intersignificante. El sujeto es efecto de lo que habla. El sujeto a desplegar adviene como sujeto sexuado al pasar por el desfiladero de los significantes, enlazado a los objetos de goce y los equivalentes imaginarios que organizaran su mundo y que en ocasiones generan desajustes sintomáticos en quienes consultan.

Retomo el título del trabajo: “Entrevistas de Parejas” e interrogo los dos significantes: entrevistas y parejas.

ENTREVISTAS

¿Porqué solo tiempo de entrevistas? Cuento mi experiencia, el modo como lo pienso en este tiempo que me abre y guía un camino a la investigación.

Partiendo de tiempos de entrevistas, puedo pensar la dirección de la cura desde el dispositivo psicoanalítico con algunas variaciones del encuadre.

La experiencia del diván queda fuera porque es tiempos de entrevistas y porque es de pareja, no así los fallidos, los lapsus, las producciones del inconsciente.

En principio, la escucha parte desde el llamado telefónico: ¿Quién lo realiza? ¿Qué dice? ¿Qué primera lectura se puede realizar de ese decir? Hasta aquí no es diferente a otra demanda de escucha.

Recortes Clínicos

1. Como tratar-la?

En relación a esto, relato un pedido de entrevista. Quien lo realiza es el esposo expresando: “tengo un problemón, las cosas no andan bien en la pareja”. El abogado antes de iniciar el divorcio les indicó que hicieran una consulta y les dio mi nombre. Manifiesta que su esposa está de acuerdo y coordinamos un horario.

Antes de cortar me pregunta ¿Ud. es joven? Ante mi sorpresa, respondo ¿Por qué? Y dice: “Porque no se cómo tratar-la”. Cuando me repuse, pensé: No sabe cómo tratar a una mujer. Situación que se corroboró en las entrevistas.

Tengo presente situaciones tales como: si llegan juntos o separados, como se presentan, como se ubican en el consultorio, que enunciación sostienen en sus decires, quien efectúa el pago, entre otras.

La modalidad depende de la particularidad de cada consulta y las intervenciones oscilan desde lo individual a la pareja, como sujeto de la enunciación, en tanto traen algo que los aqueja, que los interroga y que podría pensar que se presenta como síntoma.

Si considero necesario los entrevisto por separados.

2. Abortar la maternidad

En otra consulta de pareja, llegan derivados por el ginecólogo como último recurso antes de iniciar una fertilización asistida, por la imposibilidad de quedar embarazada cuando todos los estudios habían dado bien.

Cuando iniciamos las entrevistas, noto que ella llegaba antes del horario y siempre buscaba hablarme a solas. Como no se presentaban en sus decires dificultad alguna en la pareja los entrevisto por separados. Ella muy angustiada en la entrevista individual dice lo que nunca pudo decir: “en su adolescencia tuvo un embarazo que no supo de quién era y abortó sin que nadie la acompañara ni supiera algo al respecto”.

Secreto que vivió en soledad por años y que manifestaba una agresión contra ella. Señalo: que el haber abortado en su adolescencia no significaba que hubiera abortado su maternidad y que sobre esto tendría que trabajar.

Finalizan las entrevistas de pareja y al tiempo decide analizarse, es decir, continuar en individual, quedando embarazada a los pocos meses.

El analista dirige la cura, pero el que abre el camino es el analizante.

Pude constatar a través de la práctica que sostengo, que cuando una pareja consulta al analista, traídos por un mal-estar, vienen con interrogantes. Durante las entrevistas a partir de ciertos señalamientos, en la lectura que el analista realiza de la letra del analizante, se va marcando que eso que creen que se trata de lo mismo, encuentra en el deseo de cada uno esa diferencia que los trajo.

PAREJA:

Retomo el segundo significante y pregunto: ¿Qué lectura se puede realizar desde el psicoanálisis? ¿Hay algo más desparejo que la pareja? ¿Se podría pensar que el significante encierra su propia paradoja en tanto muestra su propia contradicción?

No hay relación del hombre y la mujer, en tanto no hay significante de la mujer. No hay par. O, ¿aunque parezca absurda es razonable? Si lo pensamos desde “el sujeto es efecto significante en relación al lenguaje”, desde aquí sería pareja. En tanto se dice hombre, se dice mujer.

Se habla de posiciones discursivas, pero no son simétricos en tanto el significante fálico organiza la distribución de los goces.

Otra observación es que el significante pareja está impregnado de una connotación cultural, religiosa y se sostiene en el lazo social. El registro de lo imaginario parecería que prima en relación a lo real y lo simbólico, pero no es sin ellos.

En el inicio de la vida amorosa de una pareja, el vivir en pareja, con las modalidades que ella trae, es un acto fundante en el mejor de los casos, en otros puede ser un acting, en uno o en otro está entretejido por los lazos fantasmáticos.

La dimensión propia del análisis es la reintegración e interrogación del sujeto de su historia hasta las marcas generacionales que lo habitan y la repetición de estos trazos, de estas marcas se hacen presentes en la pareja, marcando así un estilo de relación.

Intentaré avanzar por las fórmulas de la sexuación: “No hay relación sexual”, aforismo Lacaniano, porque no hay igualdad entre los sexos.

Freud nos dio, también, una serie de índices respecto de la diferencia de elección de objeto sexual en el hombre y en la mujer refiriendo que a idénticas causas se muestran diferentes en la mujer y el hombre y que se debe a la diferencia de conductas de uno y otro sexo.

Interrogando esto en relación a las parejas se presenta como un juego. ¿Qué busca un hombre en una mujer? ¿Qué busca una mujer en un hombre? Preguntas que parecen simples pero encierran una lógica diferente en tanto es con el Otro que el sujeto intenta encontrase y sus efectos se leen cuando se hacen presentes en la pareja.

Repensando la parte inferior del cuadro de las formulas de la sexuación, podemos ubicar que desde el lado izquierdo, los que se dicen hombres, sujeto barrado en tanto ha pasado por la castración, se dirige al objeto “a”. ¿Elección que en algún punto está determinada por el primer objeto de amor y sus subrogados?

Desde el lado derecho, en tanto ð mujer, es no toda. Apunta a dos lugares: al significante de la falta en el Otro S (del “A” barrado), matema donde se encuentra ese otro goce, el goce suplementario de la mujer, y al cuadrante izquierdo, al significante fálico.

Una mujer para Freud se ve llevada a la ecuación pene = niño. Pero con los aportes de Lacán, avanzamos en tanto la mujer tiene diferentes modalidades de abordar ese falo, por ser un significante que no se representa a si mismo y que está determinado por la falta.

En la distribución de los goces, desde su posición fantasmática, el encuentro con el partenaire es siempre fallido.

No hay coalición fantasmática. No hay de dos hagamos uno, es decir, entre el amor y el goce en tanto se dirigen desde lugares diferentes en relación a la falta, no hay encuentro posible.

3. Deuda Simbólica

Otra viñeta. El llamado lo realiza Marta, consultando además si trabajo con Obra Social, a la que respondo que no. Igual confirma la entrevista, aunque su pareja Juan, prefiere por la Obra Social.

En la primera entrevista Marta reclama por todo lo que Juan no hace por su familia, hasta su dificultad por el pago de los gastos de la casa, que ella realiza. El en parte lo niega, aunque reconoce que tiene negocios y propiedades con su hermana.

Ambos profesionales, ambos endeudados. En ese momento de la entrevista, me pregunté ¿cuál era la deuda que fantasmáticamente los llevó a estar juntos?

Las marcas de sus historias retornan y se enlazan en sus decires.

Al finalizar la entrevista él pregunta sobre los honorarios y ella efectúa el pago con un cheque. El despliegue de las siguientes entrevistas me permitió leer que en sus dificultades económicas y en esa forma de pago aparece desplegada una deuda simbólica.

Una pareja consulta por diferentes motivos, tales como: por los hijos ya sea por los que tienen o por los que no llegan; porque quieren iniciar una separación o una convivencia, por problemas sexuales; o cuando algo de la especularidad se rompe e irrumpe la agresividad; por sus padecimientos en general, entre otros. ¿No hay algo de lo fálico que chilla?, ¿No es sobre este significante y el goce que allí amarra que los lleva a la consulta?

Intervenir sobre los hechos anecdóticos o ambientalistas no guía las intervenciones del analista.Interrogar sus decires nos permitirá avanzar en la clínica por otra vía.

Liliana E. García. Jornadas Aniversario de la Escuela Freudiana de Buenos Aires “30 años de Escuela”. Escuela Freudiana de Buenos Aires. 2005.