ACTO ANALITICO, ACTING OUT Y PASAJE AL ACTO EN LA CLINICA CON NINOS. Aurora Favre

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Cuando en 1964 Lacan es invitado por M.Mannoni para el cierre de las Jornadas de psicosis infantil allí plantea algunas cuestiones respecto a ciertas conceptualizaciones. Entonces ahí plantea que había escuchado muy poco hablar sobre sexualidad. Que había aún un predominio de todo lo que tenía que ver con el universo de lo simbólico. Va a ubicar que el niño no es síntoma de la madre. Lacan entendió allí que para Mannoni el niño quedaba ubicado como síntoma de la madre. Es interesante como ubica en "Dos notas al niño" dirigidas en 1969 a la psicoanalista de niños N.Aubry que el niño es el verdadero objeto " a " y dice que de acuerdo al posicionamiento que el niño tenga en la estructura va a ser posible que el analista tenga diferentes intervenciones, tanto con el niño como con los padres.

Es muy interesante como plantea que hay dos grandes posicionamientos: que el niño esté representando la verdad de la pareja parental, entonces va a plantear lo que el niño expresa allí es una respuesta. Y justamente respuesta implica una efectuación con una cifra nueva. Va a plantear entonces que el niño está pudiendo responder a lo que viene del Otro. Y que esta respuesta implica justamente un ordenamiento diferente de lo que viene del Otro. O sea, el niño se sirve de las marcas, pero hay allí un ordenamiento diferente. Entonces en el síntoma, si bien tiene que ver con lo que viene del Otro, hay allí una subjetivación en juego. Esto no es así cuando el niño queda como objeto en el fantasma materno: allí va a plantear que realiza la verdad de la pareja familiar.

PREGUNTA: (...)

Justamente venimos planteando que el niño no es el síntoma de la madre. No se trata acá de un síntoma. Se trata, en el segundo caso, de la producción de un fenómeno. Acá lo que acontece es que el niño realiza algo cuyo texto pertenece a la subjetividad del Otro primordial.

PREGUNTA: (...)

Cuando se trata de ubicar al niño como objeto en el fantasma – como objeto a - estamos pensando una clínica diferente a la clínica de los primeros seminarios de Lacan cuando se trataba de un conflicto y de la resolución del conflicto mediante la interpretación de hacer consciente lo inconsciente. Se trataba de develar lo inconsciente. Acá nos estamos refiriendo ya a una clínica diferente, donde se trata más bien de lo anudado y de lo desanudado. Incluso, para representar esto, Lacan se sirve de la topología, porque no es un interjuego de fuerzas que entran en conflicto, sino que las tres cuerdas –lo real, lo simbólico y lo imaginario- como se van anudando. Y se van anudando en el tiempo de la infancia y en la diacronía del Edipo. Hasta que en la pubertad se sella el fantasma del niño. En este momento más bien el niño esta incluido en el fantasma del Otro primordial. Ahora bien, el niño es un viviente: al nacer viene con sus cuestiones, viene con su carga genética y viene con determinadas posibilidades o determinadas dificultades en lo que tiene que ver con su tejido. Pero, igualmente, se acuerdan que habíamos dicho que si el Otro primordial es un conjunto y el niño es otro conjunto se trata aquí de una zona de reunión de lo que el Otro primordial plantea y de lo que el niño tiene allí. Se trata de una zona de reunión, pero de cualquier manera, lo que el Otro primordial ofrece marca y determina al niño en su ser. El niño pierde allí su condición de viviente para pasar a ser un parlêtre , o sea pasa a ser un ser de lenguaje en donde absolutamente todas las necesidades del niño van a entrar en el circuito de la demanda y se va a ir constituyendo el objeto pulsional. Esto es una posibilidad a partir del significante de la falta en el Otro. ¿Cómo está ubicado el Otro para que esto pueda darse? Porque no en todos los casos... [señalando en el pizarrón los círculos de Euler] esta zona sería la zona de reunión –el Otro primordial en relación al niño posibilita la operación de reunión que es alienación-.

Ahora bien , cuando nos planteamos al Otro barrado, entonces el niño va a poder hacer la operatoria de alienación que es ser tomado, ser recibido, ser acogido. El Otro primordial puede donar significantes, pero significantes que además vehiculan una cuota de goce. No son las palabras del código, sino que lo que marca al infant, justamente, es un Otro que está con un deseo no anónimo. Un Otro materno que vehicula objetos pulsionales y que al mismo tiempo está en una situación de sujeción, está como sujeto en relación a un significante que lo marca en su condición de sujeto castrado.

Entonces nos encontramos que, cuando acá en "Dos notas sobre el niño". plantea que el niño realiza el fantasma materno, el niño incluido en el fantasma; la operación de alienación la tenemos que ubicar en la parte inferior del poison y en otro momento lógico se da la operación de separación. Esto se da como condición estructural de todo infant, de todo sujeto. Es propio de la subjetivación tener este lugar y esta ubicación. Lo que nosotros vamos a ir ubicando en este seminario es cuáles deben ser las condiciones para que el niño al ser acogido en el fantasma del Otro pueda luego ser promovido de allí. No se trata en tal caso de satisfacción, sino de respuesta. Al obtener respuesta será promovido y esto se da cuando desde el Otro primordial hay un espacio que implica la anticipación de un lugar de sujeto. Qué implica el lugar como anticipación de un sujeto a advenir? Decimos que en ese tiempo el niño está justamente en un posicionamiento de ser en el Otro (cuando las cosas van bien). Cuando se cumple la operatoria de alienación el niño puede ser en el Otro perdiendo el ser. El niño está ubicado allí con su cuerpito como viviente.

Todas aquellas cosas que el niño hace, los movimientos del niño van a poder tener sí o no una escucha en el Otro. Es a partir de la escucha en el Otro y de una situación de posibilidad de reversibilidad que va retornar en elinfant como apertura de las zonas erógenas. Cuando el Otro primordial funciona justamente una referencia libidinal- una mamá que puede dar respuesta a lo que el niño trae, pero que al mismo tiempo es una mamá que, porque esta causada desde Otro lugar, porque está sujeta en relación a un orden tercero, se ausenta. O sea que por un lado la acogida, dona significantes, significantes que vehiculan objetos pulsionales; y que, por otro lado, se ausenta. Es una verdadera pulsación: presencia, ausencia.

PREGUNTA: (...)

...por condición estructural el niño siempre ocupa ese lugar. Pensemos el lugar de la madre desde la salida de su propio Edipo, pensémoslo desde la sexualidad femenina. ¿Qué representa el hijito? El niño tiene la creencia de ser el falo. A punto tal que cuando toma la teta el niño no distingue que a él le falta y que recibe la teta de la mama. Hay una zona de reunión donde lo que es de uno es de otro. Ahí es donde, en esa posibilidad se constituye el narcisismo y se constituye la libidinización. El niño en el abrazo con el Otro primordial recibe palabritas, recibe la teta, recibe la imagen de la madre. O sea, ahí tenemos las tres cuerdas, es la palabra, es lo real del cuerpo del Otro, es la mirada que vincula ‘vos sos lo mejor para mí’. Este tiempo, que es tiempo de acogida, es el tiempo de alienación, fenoménicamente no podemos distinguir cuándo las cosas van bien y cuando van mal. Recién en un segundo momento vamos a poder distinguir si ahí hubo lugar en el Otro para un sujeto a advenir o si no la hubo y ese niño estaba completándola. O sea, si era una equivalencia o no. Si la mamá realmente ubicaba que se trata de un hijito, pero no algo que a ella la completaba, sino que es producto d e una relación con el padre del niño. Este niño es producto, no es de ella. No es una parte del cuerpo de ella. No es dueña de este niño, sino que se trata de una equivalencia. Esto lo sabremos en un segundo momento, el momento de retorno. Muchas veces, por ejemplo cuando nace el hermanito, el nene queda como caído de la escena, desconectado, o que tiene que empezar a caminar y no puede caminar, recién ahí aparecen las dificultades. En el primer tiempo, en el tiempo de la constitución del objeto oral esto no puede determinarse.

[SEÑALANDO EL PIZARRÓN] ...el niño va a tener que caer de este lugar. Cae separándose. Y en ese mismo acto que cae no es que cae un objeto del Otro, cae él de la posición de objeto, constituyéndose acá la operatoria de la represión. Antes de esto el niño no puede hacer esta operación de separación, donde se constituye la metáfora del Nombre del Padre, y entonces se constituye la represión. Cuando no puede darse esta operatoria el niño queda fijado como un objeto –dice Lacan- condensador del goce del Otro. Ahí es donde se constituye lo que en el seminario de los Cuatro Conceptos nombra como la holofrase que va a decir que el niño queda fusionado al par significante S1-S2. No se trata únicamente de la fusión de los significantes, si no –por lo que vamos viendo- no es solamente la cuerda simbólica lo que está allí en juego. Pero esto se va a dar en una serie de casos en que no se da la separación, tanto en autismo, como en psicosis, como en psicosomática, como en debilidad. En ese caso, cuando no se da la operatoria de separación es porque no a habido incidencia del Nombre del Padre. No hay falta en el Otro. Entonces, al no haber falta en el Otro y el niño queda sin función de mediación entre lo que es el deseo de la madre y el Ideal del yo. Cuando el nene está en los brazos tomando la teta, de alguna manera ahí él va como ubicando una imagen de ser lo mejor, de ser el falo, de ser maravilloso y esto va produciendo marcas, va produciendo inscripciones. Inscripciones por un lado cuando la madre se ausenta se van produciendo marcas que hacen a la ausencia y por otro lado en el momento en que el otro se ausenta también se actualiza esta imagen de ser el Ideal del otro, esta imagen satisfactoria, que es lo que irá constituyendo el yo ideal. De ser realmente el objeto amado por el Otro.

Ahora bien, cuando no hay mediación del Nombre del Padre no hay distancia entre lo que es el deseo de la madre y ese Ideal del yo. Todo lo que el niño hace, de alguna manera es en respuesta a lo que la madre desea o quiere. Uno en la clínica lo ve cotidianamente. Esto son situaciones tremendas. Yo recuerdo haber estado haciendo una primera entrevista ante una mamá con un niño con psicosis y en el mismo momento en que la mamá venía planteando que ella le tenía pánico a los enchufes -yo para poder escucharla a la mamá, en ese momento había otro terapeuta que lo recibía al niño, porque no se podía ni siquiera sostener el niño en otro consultorio, sino que estaba con una angustia de separación terrible entonces tenía que estar todo el tiempo al lado de la mamá. Pero al mismo tiempo, cada vez que la mamá me dirigía la palabra el niño entraba en unas situaciones de crisis terribles. Pero en el mismo momento en que la mamá se conectó... ella en la primera entrevista quería ver donde estaban los enchufes, porque estaba en pánico, el nene hace ahí un verdadero pasaje al acto. Empezó con unas crisis terribles, el terapeuta intentaba calmarlo, darle un vaso de agua, sostenerlo y sale del consultorio el nene (el terapeuta sale detrás) y, en el mismo momento en que la mamá puede verbalizar ‘licenciada ¿dónde están los enchufes acá, porque yo tengo pánico, porque el mete los dedos en los enchufes?’: el ya estaba tocándolos. Ya había salido de la escena y ya estaba tocándolos. Ahí la subjetividad de la madre causaba ese movimiento del niño. Los movimientos del niño no tenían un texto, sino el texto estaba en la subjetividad de la madre. Era un verdadero pasaje al acto. El niño como objeto en el fantasma materno sin mediación del Nombre del padre. El niño no podía de ninguna manera distinguir que realmente tenía miedo, o que tenía miedo la mamá, o que lo iba a hacer para revelarse porque la mamá tenía miedo, o porque como estaba con otra persona podía hacerlo aquello que la mamá no lo dejaba...

PREGUNTA: El miedo de la mamá...

Exactamente. El realizaba ese miedo.

Posiblemente si la mamá hubiera podido decir que tenía miedo y reconocerlo y demás, es muy probable que este niño no hubiera hecho el pasaje al acto.

PREGUNTA: Discúlpeme... es como que los padres tienen un saber supremo en relación con este chico... como que no hay posibilidad de que esos chicos hagan otra cosa más que lo que ellos piensan.

Es complejo. Cuando trabajamos este aspecto nos estamos refiriendo a un exceso del goce del Otro. El niño está como un objeto que realiza la subjetividad de la madre, decimos que el niño recibe sin mediación lo que tiene que ver con el goce del Otro. O sea, la función de nominación –a nivel de lo real, de lo simbólico y de lo imaginario- del Nombre del Padre posibilita que el niño vaya corriéndose de ese lugar, que deje de ser objeto del fantasma materno y se vaya constituyendo él como sujeto en relación a un objeto. Que se empiece a constituir el "a".

¿Qué quiere decir que se empiece a constituir el "a"? Cuando el niño puede empezar a hacer cosas que no son las esperadas por el adulto, o sea que empieza a incomodar el goce del Otro es porque empieza a aparecer el goce fálico. El niño empieza a hacer cosas que tienen una cifra nueva. No hace únicamente lo esperado por los padres: ya hace otras cosas. Para que el niño pueda hacer otras cosas que no son las esperadas por los padres es necesario que en el Otro primordial opere la castración. Que el Otro reconozca que no es el niño una parte de sí, sino digamos que: "¿bueno a ver qué cosas hace? ¿qué le gusta, qué quiere, que no quiere? Yo puedo decir que tiene hambre, pero voy a ver si le ofrezco galletitas ¿tendrá hambre?".

Esto es muy importante porque también existe la inversa. Mamás que no se autorizan. Mamás que nunca saben absolutamente qué puede querer su niño, qué puede sentir su niño.

PREGUNTA: Me parece que es lo mismo, es como la misma cara, porque en realidad saber todo y no saber nada, no hay lugar para otra cosa...

Porque sabemos que alguien que necesita de un narcisismo a ultranza es porque a podido elaborar poco el desamparo. En general uno ve que mamás que dicen saberlo todo, uno trabaja un poquito y ahí se da cuenta que verdaderamente es como un modo de resolución de una angustia insondable. Por eso digo, en la clínica con niños no se trata tanto de si hay poca o mucha madre, poco o mucho padre. Nosotros como analistas tenemos que tener un posicionamiento en donde trabajemos permanentemente en pos de que los padres puedan autorizarse, más allá de la propia falta. O sea, reconociendo la propia falta, que puedan aún así autorizarse, porque siempre se trata de que el niño pueda ir más allá del padre. Más allá, esto quiere decir poder servirse del padre, poder "servirse de ...".

Retomando, porque estas son cuestiones muy generales. Estabamos trabajando lo que significa esta "realización". Hay otros casos donde el niño ni siquiera ocupa el lugar de falo. En el autismo por ejemplo el niño es como un lugar de desecho, de residuo. El niño no ha recibido esa coaptación simbólico-imaginaria por parte del Otro primordial. O sea que el niño nace, pero de pronto son mamás que no se dan cuenta que están embarazadas, creen que es un fibroma. O que cuando el niño nace están muy melancolizadas o con un retiro libidinal que no pueden, entonces, ofrecer este lugar de acogida. Ese lugar de ilusión, que es lo que al niño lo sostiene. En esos casos nos encontramos con chicos que ni siquiera pueden hacer la operatoria de alienación.

PREGUNTA: (....)

En la psicosis hay alienación. Lo que pasa es que es una operatoria que aparentemente es una operatoria normal. Pero, evidentemente, no había en el Otro un punto de falta y entonces luego no puede hacer la operatoria de separación y por tanto en la psicosis nos encontramos con que los niños ingresan al estadio de espejo, pero no pueden ser promovidos allí. No pueden salir del estadio del espejo. O sea, la temática en la psicosis es que justamente no hay resolución de las identificaciones especulares. El niño psicótico o es el Otro o está mezclado con el Otro. Se dan situaciones de transitivismo destructivo, hay dificultades en la constitución de la imagen especular y hay dificultades también en la construcción del otro como prójimo. Entonces se dan situaciones donde justamente la resolución entre "o yo o el otro" no ha podido vehiculizarse y nos encontramos ahí con esta problemática de las verwenfung en el Nombre del Padre, o sea que no se da la operatoria de represión. Entonces se da la verwenfung del Nombre del Padre y ahí la que está imposibilitada es la operatoria de separación; a diferencia del autismo donde el niño no ha podido alienarse en los significantes del Otro primordial. Entonces nos vamos a encontrar con que estos niños no han podido constituir en el autismo el objeto como objeto pulsional. No se constituyen las polaridades de la pulsión, no se constituye la apertura de las zonas erógenas. Entonces ahí no se constituyen los investimientos necesarios y por tanto tampoco el niño puede ingresar al estadio del espejo, ni tampoco puede constituir a el otro como prójimo.

Vamos a trabajar con un caso clínico de autismo....

Por otro lado vamos a ir relacionando al mismo tiempo las operaciones de constitución de la subjetividad de alienación y separación, con el tema de las identificaciones.

El caso...

Martín es un niño de seis años que no habla. Todo lo atraviesa con su mirada. Camina constantemente. Rompe o pisa todo lo que encuentra o lo tritura entre sus dientes; se mete a la boca todo: comida, chiches, tierra sin manifestar displacer alguno.

Acá lo que podemos ubicar que no está constituido el objeto oral como objeto pulsional. Esto significa que lo que tiene que ver con el infant en un estado de indefensión, de desamparo, todas sus necesidades son tramitadas a través el deseo del Otro y adviene el estatuto de la demanda. El niño cuando recibe, recibe el alimento, pero el verdadero alimento es lo que vehicula la relación con el Otro y las marcas que se van constituyendo en él como sujeto de deseo.

PREGUNTA: (...)

Exactamente, porque en realidad cuando se constituye el objeto pulsional lo que se va constituyendo es el yo de placer, lo que Freud llamaba el lust. El yo de placer . En ese momento no hay diferencia yo no yo –como vos planteabas- es el momento de la omnipotencia infantil, donde todo lo que es placentero es vivido como yo. Todo lo que es displacentero, por ejemplo un ruidito en la pancita, aunque este en su propio cuerpo es vivido como no yo. La clínica lacaniana nos posibilita con el trabajo de los tres registros y de las operaciones de alienación y separación, ubicar no solamente lo que vemos nosotros en la clínica, sino también vemos en las pinturas, en el arte; que el ser humano, para poder ubicarse en su verdadero posicionamiento en relación a su propio cuerpo, al cuerpo del otro, a la relación del otro con el prójimo, a la relación en el lenguaje (o sea poder escucharse a sí mismo, poder hablar con el otro, poder hacer que un mensaje le retorne en forma invertida). Todo eso es a partir del nacimiento en el campo del Otro, donde primeramente yo soy el Otro y luego desde allí me desprendo, me separo. Por eso cuando uno dice ¿psicología individual o social? Si somos los otros. De a poquito vamos logrando algunos puntos de separación. Somos los otros. Los otros nos constituyen y estamos habitados por el Otro. El lenguaje de los sueños es una red significante, donde como sujeto el sujeto está ya allí indeterminado, pero somos los otros.

La clínica de pacientes graves esto lo muestra realmente de manera impresionante. Verdaderamente para que el niño pueda empezar a apropiarse, en principio necesita pasar por vivencias de placer. Por vivencias de placer donde va constituyendo e incorporando aquello que le da placer y asume como yo; y lo que no lo expulsa.

En el autismo no es posible, el niño no puede tener esta acogida, ser alienado en el campo del Otro y entonces el niño no tiene vivencias de satisfacción, no tiene vivencias de placer. Porque justamente la alienación implica no solamente las marcas significantes que vienen del Otro, sino que estas marcas se me hayan inscripto en mi propio cuerpo como vivencias de placer. Esto es lo que empieza a posibilitar la constitución del aparato psíquico. En cambio nosotros vemos por ejemplo un niño con autismo que lo que tiene que ver con la mamá, lo que tiene que ver con la alimentación no ha dejado inscripción simbólica de esos encuentros con el Otro Primordial porque han sido encuentros que no le han dado lugar a él en el orden de lo humano. Entonces no es que no se produzca nada. Al contrario, se produce algo que es todo un montaje. En lugar de quedar la teta como descatectizada, en su lugar el niño no va a querer la teta, va a querer comer guijarros. Es todo un montaje que hay, pero un montaje de lo negativo. No se ha constituido el yo de placer. Entonces, en el encuentro con el otro, de pronto, en lugar de ser un encuentro que le deje marcas a partir de esa vivencia placentera ocurre absolutamente lo contrario. Nos encontramos con niños que se golpean la boca, o que se meten guijarros, o que se meten tierra. No es que no le den importancia a la boca. No está constituida en todo caso la boca como una zona erógena que vehicule placer. Pero tiene un valor. Pero tiene un valor en la serie de lo negativo.

Continúo por el ejemplo. "Este niño lleva el nombre de una tía materna que es melliza de la madre. Los padres dicen que está en su mundo. A punto tal que no saben si se da cuenta que tiene un hermanito dos años menor que él."

El hermanito ha nacido y los padres tienen la sensación de que posiblemente él no sepa de la existencia de este niño. Lo atiendo en una institución donde concurre a hospital de día.

"...Al comienzo de su análisis no me dirige la mirada, no permanece en el consultorio, derriba las sillas, tira lo que está sobre el escritorio. Cuando quiere alcanzar algo toma mi mano como si fuera una prolongación de la suya, la pone sobre el picaporte para salir, o sea: no me demanda nada.

Esto lo vamos a ir comparando en otras reuniones con lo que ocurre en psicosis y con lo que ocurre en neurosis. Porque volviendo a la carta de Aubry les decía: nosotros estamos ahora trabajando una situación de un niño que queda involucrado en el fantasma materno, donde no ha habido mediación del Nombre del Padre. Y en este caso, en el caso del autismo, sin una coaptación simbólico-imaginaria, sino como residuo. A diferencia de otros casos como la neurosis que justamente porque hay mediación del Nombre del Padre nos encontramos con que el niño hace un síntoma. De pronto puede hacer un síntoma que frente a lo que viene del Otro el niño puede responder con una cifra nueva.

Vamos a ir trabajando cuestiones que tienen que ver con modos de intervención en el acto analítico donde, depende de lo que nosotros observemos en las entrevistas preliminares que vamos a ir escuchando ¿qué lugar ocupa el niño en la estructura? No en la estructura intrapsíquica, sino en ese lugar nodal donde se anuda la subjetividad de la madre y la subjetividad del padre y el niño como producto: ¿qué lugar ocupa el niño allí? En los casos en que el niño está involucrado en el fantasma del Otro primordial es indispensable que trabajemos con el niño y con los padres. Eso es indispensable. Justamente porque lo que el niño hace, todavía el texto no está en el niño, sino que el niño responde con todo su ser a lo que viene del Otro.

Ahora, no quiere decir que no vayamos a trabajar con los niños. Porque justamente vamos a trabajar también con el niño donde lo que el niño haga lo vamos a ir escuchando en el sentido de que el niño pueda ir construyendo esta mediación en relación a lo que viene del Otro. Porque consideramos que el niño no es un síntoma de la madre, trabajamos con los padres y trabajamos también con el niño. Porque aún en el caso de que lo que el niño hace es una cosa totalmente compulsiva, repetitiva, como analistas debemos intervenir para que -en el acto analítico- eso pueda tener otro destino. Trabajando con los padres y trabajando con el niño.

Volviendo entonces al caso del ejemplo clínico... los papás de Martín, cuando en las entrevistas preliminares van hablando me dicen ‘Martín es una máquina de destruir: me rompe todos los cassettes que es lo único que tengo –dice el papá- es lo único que es mío, es lo único que me gusta’.

Fíjense que el papá tampoco tiene la posibilidad de ir apropiándose de las cosas que le dan placer, el niño funciona como alguien que le rompe todo lo que a él le gusta.

Dice ‘es una máquina de destruir, me rompe todos los cassettes que es lo único que tengo que es mío, que me gusta. Me saca de mis cabales a tal punto que me dan ganas de tirarlo por la ventana cuando rompe algo que es mío’. La madre se refiere a todas las cosas que el nacimiento de Martín interrumpió: trabajo, estudió. El padre le pregunta a ella si no escucha los desastres que Martín hace a las cinco de la mañana y la madre le dice que no. En otro momento la madre se refiere a que el vínculo de ellos como pareja estaba roto cuando ella se dio cuenta que estaba embarazada de Martín. Cuando murió su padre ella llamó a Federico (los padres de Martín estaban separados). Cuando murió el papá de ella, ella lo llamó al papá de Martín y justo en ese momento ella advierte estar embarazada. En el momento de la entrevista el papá de Martín comenta que él no sabía porqué lo había llamado ella. Que no sabía si era porque había fallecido el papá de ella o para anunciarle el advenimiento de ese niño.

Con esto lo que quiero transmitir es que en general en historias clínicas donde se da lo que llamo la imposible alienación, nos encontramos con situaciones melancólicas muy graves. Los padres no están en disponibilidad de dar una acogida al niño. Además relatan también que habían tenido un accidente de auto donde el papá manejaba. Vale decir que lo que ellos relatan en esta primera entrevista es que ellos creían que el niño iba a nacer muerto. O sea que lo que tiene que ver con sexualidad y muerte -que nosotros en Freud vemos que se articula- acá, en las historias de autismo, generalmente nos encontramos con estas problemáticas pero como no veladas, como reveladas. Como un real totalmente desanudado.

Yo comienzo a trabajar con Martín y cuando lo conozco observo que él tiene una situación de errancia permanente, que eso es propio del autismo. Es interesante ver ese no lugar en el Otro y eso que el niño hace como una situación de permanente fuga a través de la motricidad. El niño permanentemente, es como si descargara a cero el aparato permanentemente. Una errancia y una descarga permanente. No hay adentro y no hay afuera. De pronto los niños no pueden permanecer en el consultorio, uno tiene la sensación de que cuando cruzan la puerta no se dan cuenta que han pasado a otro lugar. Esto es lo que los autores kleinianos nombraban como lo bi-dimensional, como si no hubiera espacio y no hubiera tiempo. Porque el espacio y el tiempo son categorías que se constituyen en el campo del Otro, en el tiempo de las operaciones de constitución de la subjetividad. Eso uno lo observa en el trabajo con patologías graves. No sólo lo que tiene que ver con el cuerpo propio, el cuerpo del otro (como prójimo), la posibilidad de hablar desde la primera instancia, no solamente eso sino también el espacio y el tiempo se constituyen en la relación con el otro. Vale decir que acá yo me encontraba con Martín que era un chico que permanentemente estaba en una errancia, entonces lo que me propuse fue trabajar en el consultorio, pero dejar abierta la puerta y delimitar otro espacio para dar cabida a la errancia y poder hacer una lectura de esa errancia. No abrir absolutamente todo, pero si dejar dos espacios: para dar cabida y lectura a la errancia.

Observo en un primer momento: yo me pongo en el consultorio leyendo unas revistas (o sea no mirándolo a él) y él sin mirarme sale al otro espacio que era una terraza, con cerramiento que daba a la calle. Él sale, entonces yo estaba inquieta porque tenía miedo de que pudiera llegar a caerse, pero igualmente no quería hacerlo objeto de mi dominio, y tampoco vivirlo como esto que a mí me había quedado de la entrevista con los padres respecto de que era un niño que todo lo rompía y todo lo destruía. Entonces yo trataba de ir acompañándolo hasta que en determinado lo que observo es que cuando llega al cerramiento levanta la piernita como intentando treparse. Entonces, ¿en ese momento que hago? Le ofrezco una sustitución en relación a su cuerpo como puro movimiento, como pura motilidad. Tomo una pelotita de felpa y la tiro por el mismo lugar donde él querría arrojarse. Ahí empiezo a ofrecer una escena de juego.

Estos niños en general hacen cosas, pero no tiene ningún valor significante por estados melancólicos muy profundos de parte del Otro primordial. Entonces en la dirección de la cura hacemos esta lectura, no por una propuesta de funcionar como una madre, porque siempre el concepto de repetición implica que nunca se trata de volver a repetir lo que se vivió.. Siempre lo que retorna retorna como sustitución. Vale decir que en el acto analítico, como analista me propongo esto que él trae con su cuerpo como puro real, ofrecerle algo que pueda empezar a funcionar como una escena de juego. Entonces tomo una pelotita y la tiro por el mismo lugar donde él se iba. Entonces él me toma de la mano como si yo fuera una prolongación de su cuerpo y me lleva y vamos a buscar la pelotita. A partir de esto empieza una escena de juego que se reiteraba cada vez que él venía. Cuando íbamos a buscar la pelotita por donde había caído, él empezaba a hacer sonidos que eran de placer al encontrarse con la pelotita y yo lo iba acompañando con una entonación en la que quedaba recalcado por el sonido la frase ‘acá está’. Ahora bien, lo interesante es que cuando él comenzó a vivirlo eso como una situación de placer, para él era... él quería hacerlo muchas veces, yo ahí intentaba pasar a otra escena. Para que esto no fuera una descarga cero porque justamente la pulsión, cuando no encuentra en el otro una respuesta se vuelve en compulsión, es una acción que se deshace, no produce un montaje de algo nuevo. Para que esta actividad no se vaciara la dejábamos para la próxima sesión. Hasta que en determinado momento –yo notaba que él a mí jamás me veía, yo era un mueble entre los muebles- en que vamos a buscar la pelotita y él estaba realmente muy entusiasmado con ésto, yo sustraigo la pelotita, la saco y al sacarla –por primera vez- me ve a mí.

Con eso lo que quiero significarles es lo siguiente: el objeto, como dice Freud, es un objeto cualquiera. El objeto para el psicoanálisis es lo que se constituye entre un sujeto y el Otro en ese encuentro transicional de vivencias de placer. Ahora bien, en el momento en que yo sustraigo la pelota era porque él ahí se había armado una vivencia placentera en ese encuentro que lo acompañábamos en el ‘acá está’. Entonces sustraigo este objeto, esa cosidad, y lo que ahí entonces aparece es otra cosa que ese objeto. Yo les diría que esto es casi lo inverso de lo que acontece con los niños con autismo. En general las mamás muy melancolizadas, en lugar de poder ofrecer los pequeños objetos: el chupete, la frazadita que son las metonimias del cuerpo del Otro, lo que ocurre en mamás muy melancolizadas es que en lugar de poder investir esos pequeños objetos, en ese interjuego de presencia y ausencia que verdaderamente aparezca la subjetividad de ella y que aparezca la subjetividad del niño, en general ocurre a la inversa. Mamás muy melancolizadas, ante la demanda del niño, ante el llanto del niño (que no se ha constituido en demanda aún), ponen un objeto para ausentarse del llanto. Y queda el objeto como un objeto de más. No pueden ser soporte de la demanda.

Entonces... empezó a darse una cuestión metonímica muy interesante porque él empezó a darme pelota. Yo lo esperaba con la pelota cada vez porque yo quería que él me diera pelota. Se fueron constituyendo los distintos espacios a través de este objeto. Me empezó a dar pelota porque yo le daba mucha pelota.

Aurora Favre. Seminario de la EFBA. Día 20 de agosto del 2002.