LO GRAVE EN LA CLINICA CON NIÑOS. Aurora Favre

Tiempo de Lectura: 20 min.

Para pensar lo grave me voy a referir a la transferencia en la clínica con niños a través de un caso clínico, en donde está comprometido el lazo social de tal manera que no puede ni jugar con otros niños, ni ir a la escuela y conlleva un estado de caos, de gravedad para todo el grupo familiar.

El modo cómo el analista se sitúe en este estado de cosas implica la posibilidad de recomposición del lazo, por lo que considero que el analista en estos casos debe situarse en bisagra o gozne entre el análisis en intención y el análisis en extensión. Esta forma de pensar la clínica –que vengo sosteniendo desde mi experiencia- no voy a desplegarlo en esta oportunidad en que me voy a referir únicamente al espacio de las sesiones individuales por una cuestión de tiempo.

Es de enorme importancia por sus consecuencias en la clínica la inclusión de lo real que nos permite ubicar que el sujeto, en la infancia, como sujeto a advenir se encuentra arrojado con su ser y debe ser tomado fantasmáticamente por el Otro, de manera tal que hasta la pulsión se constituye en el campo del Otro. Sujeto y objeto son creados, en tanto el fantasma es una producción discursiva que marca el origen de un sujeto que se funda como objeto. El infans estructuralmente ocupa ese lugar, Lacán plantea que es el verdadero objeto”a”, el problema es cuando queda fijado ahí por fallos en la función nominante como ocurre en problemáticas graves.

El niño psicótico queda expuesto en lo real como efecto de la forclusión del N. del P. La radical perturbación en los procesos identificatorios al no establecerse la Behahung deja al niño en una extraña, amenazadora relación al Otro. Relación fuera del reconocimiento simbólico del Otro Se tiene un cuerpo, no se es un cuerpo. Tener un cuerpo es tener una representación imaginaria, simbólica pero es también poder gozarlo. Esto sólo es posible cuando el anudamiento RSI se ha cumplido por el cuarto.

Paso a relatar algunas secuencias clínicas de análisis de un niño de once años de edad en el momento de la consulta, sin lazo social que le permita concurrir a la escuela de enseñanza común. Estaba incluido en un dispositivo clínico de Hospital de Día (Centro Educativo Terapéutico), o sea formaba parte de un grupo formado por cinco niños que tenían terapia de sala, y hacían diversas actividades como psicopedagogía, musicoterapia, psicomotricidad. La terapia de sala es el espacio a cargo de un psicólogo en función de acompañamiento terapéutico. El niño tiene su análisis individual y familiar articulado con el colectivo institucional como el lugar en el que convergen las transferencias múltiples.


En los primeros momentos Federico llegaba a sus sesiones acompañado por su madre, entraba y salía del consultorio en una errancia permanente. Se aferraba a un hilo que traía de su casa, lo sostenía de un extremo y lo batía mientras repetía jingles publicitarios de radio y T.V. Con el hilo se alejaba de mí. Alternaba esta situación con otros momentos en que se acercaba y me decía “hola”.

Al cabo de unas sesiones se acercó y me dijo “vos no sos la misma de antes, cuando hablaste por teléfono si eras la misma, te peleaste con la otra? Yo lo había atendido cuando tenía tres años y medio durante seis meses y los padres lo habían retirado de tratamiento. En la oportunidad a la que hace referencia, yo respondo a un llamado telefónico que me hacen sus padres para reiniciar su análisis, el toma el teléfono y alcanza a oír mi voz en la comunicación que yo tengo con su madre.

Me interesa ubicar estos dos momentos diferentes: el momento en que está con el hilo y el momento en que hace referencia al teléfono. El momento en que está con el hilo, está adherido a un cuerpo cósico, es desde ese objeto que puede expresarse sin posición enunciativa en el sentido del “yo digo”. Pronuncia fragmentos como fuera de sí, refiriéndose a él como alguien absolutamente otro, con voz en falsete. En el momento del teléfono estando con su madre reconoce mi voz, y estando en la sesión conmigo me relata – a la manera del recuerdo – ese acontecimiento. El teléfono instala una ausencia, no me ve, que rompe un continuo y le posibilita una relación a través de la voz. En la sesión pareciera querer introducir esta discontinuidad a través del batir el hilo mientras mira al piso eludiendo mi mirada y alejado de mí.

Alterna con momentos donde se acerca a mí mirándome y diciéndome “hola” Un día esta distancia se acorta, porque estando yo sentada y él también sentado a mi lado, se recuesta en mi regazo y me nombra con el nombre de la madre, me dice “qué comiste, y agrega hablando como desde otro “ya comiste, no hay más” Luego dice siempre como desde otro “me vas a llevar al living quiero dormir con vos” Esta disociación le permite realizar, hacer real el ser Uno con el Otro Primordial en transferencia. Y en ese preciso momento me araña. Acá me parece importante ubicar que si bien es difícil, porque sobre todo con niños el nivel de actuación es muy grande, lo que provocó el pasaje al acto, el arañar, fue que faltó la función de límite.


Federico va al baño y desparrama sus heces, él está adherido a sus heces de manera tal que podría perderse con ellas. No hay aún pérdida del objeto. Reúne una y otra superficie de manera tal que queda alucinatoriamente unido al cuerpo del Otro. Me pregunta quién limpia las heces y sin esperar respuesta me dice que yo las guardo porque son de él.


Doltó dice que la dificultad de la transferencia en pacientes graves consiste para el analista en tomar el lugar del que habla en el interior del cuerpo del paciente, es decir en tomar el lugar de las tripas, de los músculos, de las sensaciones ritmadas, de las pulsaciones de la sangre, de todo lo que constituye el otro invisible del psicótico. Tomando las palabras de Federico, como analista soy la guardiana de sus heces o la testigo de “eso” que acontece para que pueda ir constituyendo las zonas erógenas, los bordes que delimitan cuerpo.


En otra sesión toma un almohadón del consultorio y se sienta en la sala de espera en el sillón donde minutos antes se había sentado con su madre, se lo señalo y tira el almohadón por el mismo lugar donde se fue la madre. No se trata de un fort-da simbólico sino de la compulsividad del pasaje al acto, de ahí que intervengo diciéndole que él es otro que el almohadón madre. A continuación Federico abre y cierra la boca varias veces, le digo entonces que son dos bocas, la de él y la mía. El me dice repetilo y procede a meter sus manos en mi boca como si quisiera agarrar la palabra que pronuncio, me dice luego nuevamente “repetilo” y procede a taparse los oídos como un intento de anular los agujeros que marcan o delimitan la separación con el Otro. Cuando termina esta sesión y se tiene que ir se angustia, llora, se despide varias veces.


En otra sesión dice “Aurora en tu casa hay muchos peligros y tu papá y tu mamá no tienen plata para comprar un revolver” y riéndose dice “en mi casa no hay peligro, en tu casa”. A diferencia de lo que ocurre en neurosis a través de la represión acá podemos ubicar el rechazo de la hilflosigkeit, del desamparo arrojándolo hacia el otro en transferencia.


En psicosis por forclusión del N. del P. queda el niño en una encerrona especular. Lo no simbolizado (angustia de castración) retorna desde lo real. El analista es soporte de lo persecutorio. El infans puede jugar, puede soñar si el espacio de lo imaginario es posible como elaboración psíquica.

Pero esto se logra si la dimensión del Otro goce logra ponerse en juego como Otra escena. En la psicosis tenemos que ir a esos puntos de materialidad del lenguaje, pero no sustituyendo lo rechazado, lo desestimado por la parte de realidad faltante, sino que recibimos el delirio que nos informa de lo forclusivo, pero a través de la construcción de esos puntos materiales en los que el lenguaje hace posible que el sujeto reconstituya o recomience su historia. Se tratará más de una historia del lenguaje que de una historia de la historia del sujeto. Vemos en la psicosis una rebeldía a historizar su historia, la historia del sujeto sólo se aborda a través de la historia del lenguaje, historia que hay que constituir.


Generalmente Federico comienza las sesiones con el hilo hablando sin posición enunciativa. A los jingles y frases se agregan palabras que refieren a una nena, a terráqueos, a un gigante egoísta. Son palabras que no tienen la sistematización de un delirio. En los momentos en que puede acercarse a mí deja el hilo, a veces grita fuera de contexto “le voy a decir a la nena más grande” Luego entra al consultorio, se recuesta en la colchoneta y tocándose el pito dice “las nenas tienen pito y los nenes vaginita”.Al localizarse como nena, la pérdida de realidad lo preserva de la angustia de castración.


Durante una sesión sale al patio, hace pis en una planta y me pregunta si un psicólogo que atiende en otro consultorio me va a retar. Evita la atribución subjetiva de lo que realiza, permuta la eficacia de la castración ejecutada por la ley paterna sobre la madre a costa de quedar él sin posición subjetiva. En transferencia soy yo la retada. No obstante hay en el horizonte algo del orden de la terceridad y de la prohibición que empieza a considerar.


En la relación transferencial Federico me pide que yo ejecute ciertas acciones en las que él queda como espectador . Por ejemplo me dice “camina para volar, toma agua para volar, corre para volar” le digo que aunque haga todo eso no puedo volar. El se sube a una silla y me dice “me voy a caer y me voy a matar” y se le escapa “estoy muerto” Sale corriendo ante lo que se escucha decir y se tira en la colchoneta mientras dice “aún así hoy te vas a morir” Me mira y me dice “esta tarde un perro te va a morder un ojo y vas a volar” y agrega “no me mires, yo le voy a pedir mañana a mi papá que no me traiga a sesión”.

El inconsciente es muerte y sexualidad. Dice Claude Rabant “la negación de la muerte implica el reconocimiento de la ley a través de la existencia de la muerte al mismo tiempo que su desestima… Los distintos modos de la negación implica los distintos modos de posicionamiento subjetivo ante la primera mella en la omnipotencia narcisista.”


En la medida que no hay aún “a “separador el otro funciona como un doble, se da un transitivismo destructivo que lo lleva a ubicarse fuera de escena como una planta que puede ser dañada, o lo lleva a aferrarse, a fusionarse al hilo. Un día lleva el hilo a su casa y lo olvida. Me pide otro en la siguiente sesión. Yo le propongo que continúe hablando sin el hilo pero como si lo tuviera, que él lo había dejado en su casa y a eso íbamos a darle importancia. Federico comienza a hablar de la misma manera que lo hacía con el hilo pero tocándose el pito y por primera vez dejo de ser yo la que debo ejecutar algo que él me propone en una relación dual, a raíz de que ahora dice una frase en la que él se incluye incluyendo también a un tercero. La frase es la siguiente “Ignacio (es un compañero de sala del Hospital de Día) andá al kiosco y comprá galletitas para Federico porque se las robaste” y luego “si no vas te voy a castigar”.

Hay un texto que él me transfiere. Me ubico en la escena analítica haciendo de soporte para que la frase que me transfiere pueda ser puesta en escena como representación en la que él pueda encontrarse, él queda en la escena, por un lado afuera como espectador o público anónimo, pero también incluido en la misma al ser representado. La representación que lo incluye a él le vuelve desde el otro en un rol interpretante y el responde a esa localización que lo ubica nombrándolo, el responde tocándose el pito y con mucha emoción ante la posibilidad que el niño sea pegado.

Entiendo que se trata de un encuentro en una localización corporal. En un principio esta localización implica un goce que le resulta horroroso, se asusta ante una suerte de erección, manifiesta sentir que esa parte de su cuerpo no le pertenece. Se establece así una primera localización corporal sobre un fondo de angustia que implica una primera separación del cuerpo del Otro. Esta escena de castigo por el robo tiene todos los elementos de “pegan a un niño”. En el tiempo de la sesión “eso” que pasa en su cuerpo, eso cesa.
Federico comienza a estar muy preocupado por el tiempo de la sesión y sobre todo quiere saber quién lo determina. Intervengo nombrando el reloj que da la hora, para situar lo que nos ordena a los dos, que no depende ni de él ni de mí.


Federico comienza a interesarse por una nena que es atendida por otra analista y queda fascinado por la imagen de esa relación. (no es una nena alucinada como en otros momentos cuando hablaba de la nena y de un gigante egoísta). Le encanta mirarlas cuando están juntas y en una oportunidad en que no están saca de ese consultorio (que está junto a mi consultorio) un cono de hilo vacío que estaba en el piso, y lo pone en su caja. Quiere saber si yo le voy a contar a la otra analista que él lo ha sacado. Se toca el pito esperando la respuesta. Ya hay una sustracción de goce en tanto no se trata de una alucinación y esto se manifiesta en la escena analítica en el modo de implicación de su cuerpo: apenas se toca sobre su cuerpo vestido. Federico pasa de mirar la representación de la escena de su texto en que Ignacio le roba a él, a robar él y buscar ser castigado por ello para lo cual se sirve de un elemento de la transferencia.

Digamos que desdobla el espacio transferencial, hay una multiplicidad transferencial. Queda en una posición enunciativa haciéndome una pregunta relativa a la ley. Por un lado la analista con la nena y por otro lado yo como analista con él. Esto es muy importante, lo retomaré si surge en el debate, la importancia que toma en el análisis en psicosis, autismo, y en general en la clínica del acting y del pasaje al acto, un “otro espacio” que da lugar a transferencias múltiples. El analista ubicado como en bisagra o gozne entre un espacio de análisis en intensión y un espacio de análisis en extensión (colectivo institucional) Efectivamente en muchos casos la masividad transferencial excede el marco de transferencia a un analista y se requiere la implementación de un abordaje de análisis individual articulado a un dispositivo institucional.


Hasta acá el tiempo es unívoco. Hay otro momento muy importante que es el establecimiento de una segunda organización temporal. Federico dice que los días que viene a sesión, a la noche, estando en su casa le pone un cartel a la nena chiquita que dice “más grande” (él tiene una hermana tres años menor que él) la nena como letra, conecta dos jalonamientos temporales: la mamá, la hermana y él por un lado. La nena, la analista y él por otro lado. Por lo tanto el está incluido en lo que cuenta como algo que lo representa a él con la madre y en la relación conmigo en tanto su analista.


Otro día llega Federico a la sesión con una curita en el dedo porque se ha lastimado y me dice “me duele la curita y no me la puedo sacar. El dolor y la curita son una porquería” Le pregunto qué es lo que no soporta y me dice “si me saco la curita me queda el dolor y el dolor es malo” Mi papá me podrá sacar el dolor? Qué hay debajo? Y agrega, nada.

No sabés cómo hacer para que aparezca la nada y mirándome dice “que cosas locas decís” Y agrega: Vos vas a ir a afuera y me vas a decir “Fe –de-ri-co”. Me pide que lo nombre pero desde otro lugar, en elisión de lo escópico. Como titubeo, él sale corriendo, va a la cocina, encuentra justo una botella de coca cola de vidrio, la rompe y dice como desde otro “se la tomó” ”quien es Federico, curita que cubre a Federico no te voy a cubrir” y dirigiéndose a mí me dice “no es más una botella, ahora son vidrios.” Muestra en transferencia que lo que no lo cubre es la imagen i(a) por fallos en la constitución del moi. Pienso que él sabe la diferencia entre adentro y afuera propio del juicio de atribución pero no viene a su auxilio el juicio de existencia que le permitiría ubicar dónde está él corrigiendo el transitivismo ante mi imagen por lo que me pide que vaya a otro lugar y desde ahí lo nombre.


A partir de que me mudo de consultorio todo lo que tiene que ver con el consultorio anterior lo refiere en términos de pasado de “ya sido”. Pega en una hoja pedacitos de cartón (del tubo sacado a la nena y que había incorporado a su caja) y mientras los pega dice “esto es un pasado”. Me pide otra hoja y dice “dos hojas, dos departamentos” A partir de este momento todo lo actual lo refiere a aquel otro momento. El es allí en un tiempo recursivo que retorna desde la virtualidad de la transferencia. Dice por ejemplo mientras pega papelitos “para que las cosas se pongan viejas y no volver nunca más” . También dice “no me hables del pasado, mejor hablame de la doctora Aurora que vivía en una casa sin ascensor, distinta a este departamento, yo iba en el colectivo doce , cuántos años tenía yo? (empieza a comparar esta etapa del análisis con la anterior, cuando él era chiquito. Pero lo fundamental aquí no es que puede hacer esta comparación porque se analizó en dos oportunidades conmigo, de no haber sido así, él hubiera construido otro objeto en transferencia para armar este “haber sido en el Otro”. (Lo Unheimlich es presencia-ausencia al mismo tiempo, lo familiar y lo extraño.

La parte forclusiva del goce del Otro queda reintegrada en el horizonte de lo simbólico como Otro goce. La muerte dice Michel Serres estabiliza las relaciones del sujeto y el objeto en un gesto de dos caras: hace entrar a la Verleugnung en el mundo. La inscribe y hace de ella el trazo de operación simbólica. La parte forclusiva del goce del Otro queda reintegrada en el horizonte como Otro goce que se manifiesta como conciencia de sí y del mundo. El goce forclusivo reaparece sobre la realidad como Otro goce, goce de la alteridad. La rememoración le permite empezar a historizar. En una sesión mientras pega papelitos dice: “ me gusta esa camiseta que Tenés puesta: te la puso el reloj de horas? Hay una dimensión ligada al amor de transferencia pero en la medida que la función del objeto de amor es la suplencia de una causa de deseo ignorada me pregunto si no hay un plus ligado a la erotomanía.


En otra sesión Federico juega a quedarse dormido, le pregunto si no se quiere ir y me dice “hoy hay un cumpleaños de amigos de mis hermanos, mi mamá dijo que tengo que ir. Una vez fui y el animador me dijo hermoso. Mi mamá me dice Federiquito. Yo me quiero casar con una novia. Tengo miedo de muchas cosas, me gustaría ir con vos al cumpleaños, tengo miedo, estaría más contento y más fuerte con vos. Me gustaría ir con vos y hacer cosas buenas”


En la última clase de Le Sinthome, la relación de Joyce con su cuerpo es definida por Lacan como pelure, término que tiene distintas acepciones (piel, cáscara, vestimenta) Este cuarto término que es el ego en Joyce remite a la nominación imaginaria, aquella que se articula con el cuerpo. Pero utiliza el término ego y no moi. El ego de Joyce se caracteriza por no involucrar esta imagen. En el seminario XX dice que cuando las galas narcisistas del objeto se desprenden como si fueran una cáscara queda entonces esa nada que es el a. Implica que a nivel del Ideal del yo algo tampoco funciona. Es mediante el ego como nominación imaginaria que Joyce viene a suplir su falta de moi, que depende del nombre del padre. y de la función fálica. Vemos que Federico no ha constituido las galas narcisistas que recubren la nada y en un momento de extremo dolor psíquico) me pide que lo nombre. Por acá considero que se puede pensar la construcción de una suplencia, el ser nombrado ya no permanentemente por su analista sino a través de una obra por la cual los otros, sus semejantes lo nombren.


Hay distintos modos de denominar las intervenciones del analista en psicosis: procedimientos de remiendo, cuarto nudo, hacer obra, letra en lo real . Con algunos niños nuestro trabajo tiene que ver con procesos de estructuración pero nuestras intervenciones con otros niños tienen que ver con procesos de estabilización. Frente a organizaciones con mayor grado de desajuste simbólico y mayor fijeza, el hacer obra como el arte para Joyce le permite al niño aunque no sea un genio alguna compensación de la dimisión paterna de esa verwerfung. El niño con su obra lúdica, escolar, podrá adquirir nombre propio a expensas del padre. Encontrar qué actividad funciona como cuarto termino que complete el nudo de lo I.S.R El analista como otro del Otro en bisagra o gozne entre el análisis en intención y el análisis en extensión acompaña al niño para que logre este hacer que implica la recomposición del lazo.

Aurora Favre

Trabajo presentado en panel “Lo grave, niños”. Panelistas: Aurora Favre, Carmen Meroni y Susana Sosa. Escuela Freudiana de Buenos Aires. Marzo 2006