MODOS DE INTERVENCION DEL ANALISTA EN LA CLINICA CON NIÑOS. Aurora Favre

Tiempo de Lectura: 25 min.

Algunas articulaciones en relación al superyó.

Para responder a esta propuesta voy a desarrollar un material clínico de una niña que en el momento de la consulta tenía seis años.

Es de enorme importancia, por sus consecuencias en la clínica, la inclusión de lo real que nos permite ubicar que el niño como sujeto a advenir se encuentra arrojado con su ser y debe ser tomado fantasmáticamente por el Otro, de manera tal que hasta la pulsión se constituye en el campo del Otro. Sujeto y objeto son creados, en tanto el fantasma es una producción discursiva que marca el origen de un sujeto que se funda como objeto. El infans estructuralmente ocupa este lugar, Lacán plantea que es el verdadero objeto "a " el problema es cuando queda fijado ahí por fallos en la función nominante.

Este concepto de estructura no alude a una matriz intrapsíquica y ubica al niño en el nudo. Las operaciones lógicas de causación del sujeto se dan en el tiempo instituyente de la infancia: alienación y separación. .Se trata de tiempos lógicos que no dependen de la evolución, si bien se articulan en tiempos cronológicos. Lacán plantea que hay dos opciones en la alienación: una en relación al "yo no pienso" y otra en relación al "yo no soy", pero es una falsa opción porque se trata de una elección forzosa que posibilita –pérdida mediante (separación)- el encuentro con un nuevo sentido a partir del sinsentido del sentido del Otro. Dicha pérdida es la que da orígen a una causa, la repetición que instaura la letra

Identidad y diferencia se instauran a partir del rasgo que se repite como Uno contable y que Lacán lo diferencia del Uno unificante (narcisismo) que se constituye en el momento de fundación de una marca.

. El Nombre del Padre en términos de Bejahung, como inscripción significante, es una invocación , marca el lugar vacío de la cosa, el paso de la traza a significante. Es la prohibición del goce del Otro real, en su inflexión de la Madre, la que nos lleva al tema de la ley y la posibilidad del deseo. Esta prohibición que estructura los tres tiempos de la fantasía, estructura el goce del superyó en la medida que en el tercer tiempo la pulsión da vueltas alrededor de un objeto perdido que trata de enlazar en el campo del Otro. El infans quedará dividido en un "soy donde no pienso y pienso donde no soy" constituyéndose en un mismo movimiento objeto "a "y agujero fálico en el Otro Primordial. División no exacta, que deja un residuo fuera del campo del Otro, el "a" según la incidencia del Nombre del Padre, o sea deja un mayor o menor espacio a la instancia superyoica. Esta función nominante implica una distancia que le posibilita al niño sustraerse al Ideal que el Otro le propone estableciéndose una diferencia entre el yo ideal y el Ideal del yo El sujeto así producido se enfrenta con una decisión que será disyuntiva. Luego del corte que produce la estructura edípica, se separa padre de madre marcándose como opciones disyuntivas. En uno de los polos cae la elección de objeto pero queda la identificación. En el caso de la renuncia al padre, éste se internaliza y es el núcleo del superyó.

La falta se registra como culpa, dado que se desobedece al mandato que consiste en hacer uno con el Otro. Pero a su vez da orígen al mito de la muerte del padre (Dios), pecado original freudiano. Se necesita un mito, en que un padre (Dios) haya tenido todo lo deseado y a partir de allí fundar deseo: padre mítico como ideal

El Nombre del Padre opera impidiendo la producción del signo al mantener abierto el lugar de la significancia Todo parece depender del lugar que la madre reserva a la función simbólica, cuyo soporte es el padre. También parece depender de la relación del padre a la ley, si se identifica a ella como ley moral y si es soporte de la ley significante en términos de castración. . El padre puede estar presente, no faltar, pero no ser el padre que promueve la ley, que introduce la cuenta de las generaciones, dejando al sujeto en una beatitud sin medida, más ofrecido que nunca a esa figura obscena y feroz del Superyó y que hay que entender como dice Lacan "como el boquete abierto en lo imaginario por todo rechazo (Verwerfung) de los mandamientos de la palabra.".

Cuando hay forclusión del significante Nombre del Padre no hay mediación entre la parte tomada por el deseo de la madre y el yo ideal. El significante funciona como signo y ordena gozar. En estos casos la crueldad del superyó denota su carácter pulsional no anudado..

Es necesario diferenciar la moral de la ética La ética forma parte de lo real, la moral la ubicamos en lo imaginario como aquello que pone límite a la ética y funda los valores, lo que está bien y lo que está mal, valores arbitrarios que no dan cuenta de lo real, hacen a la realidad tiránica si se imponen como mandatos generando afecciones delirantes o somáticas en relación al superyó. La dirección de la cura no es propiciar la satisfacción de este mandato sino ponerle límite al goce del Otro.

Relato de la clínica

Georgina es hija única de una pareja que luego de muchos años de casados pudieron tenerla luego de realizar muchos tratamientos por esterilidad con técnicas tradicionales. La madre interrumpió toda actividad profesional a partir del nacimiento de Georgina.

En la primera entrevista hablan todo el tiempo de una enfermedad metabólica del tipo de las inmunodeficiencias que adquirió en el momento de ingreso a jardín de infantes. Contrasta el control obsesivo de los padres en lo que hace a la dieta, a los controles médicos, al cuidado de la higiene y de la ropa con la imposibilidad de contenerla. Georgina y su mamá tienen en la calle episodios de verdadero descontrol. En la casa no hay empleada que permanezca por los episodios que se dan: Georgina pega, tira de los cabellos, rompe objetos. Me anticipan los padres que no pueden traerla a sesión, que la traerá la empleada y la madre se niega a tener entrevistas. Dice que ella "ha trabajado mucho la relación con su hija y que tiene su fin de análisis". Estos papás han tenido entrevistas con otros analistas de niños que por esta condición se negaron a recibir a Georgina. Escucho ésto y considero que es necesario hacer una apuesta en otro sentido y a su vez escucho que, en lo que la madre me dice hay una real imposibilidad dado que entiendo que esta niña realiza el lugar de objeto en el fantasma materno. Le planteo a la madre que se comunique telefónicamente conmigo ante alguna inquietud y al padre que sostenga el espacio de entrevistas de padres. En mi experiencia con niños con estas dificultades, a veces los padres no pueden compartir el espacio de entrevistas con el analista del niño.

En la primera entrevista con Georgina me dirijo a ella para invitarla a jugar, ella toma plastilina, se mancha el vestido. Ella se pone mal, entonces la acompaño al baño para que se limpie. Toma la toalla, se restriega para sacar la mancba de su vestido bordado. Confunde la mancha de plastilina con el bordado del vestido, continúa restregándose con un movimiento rítmico en el que queda comprometido todo su cuerpo y observo que se pierde en ese movimiento. La tomo del brazo y la acompaño al consultorio, al llegar se tira al piso frotando su cuerpo en un estado de estupor. La nombro y no responde, le canto suave su nombre y tampoco responde. Tomo entonces la carterita que trajo de su casa y la coloco en su mano; al tomar contacto con ese objeto, sale de ese estado, se incorpora, la abre, saca un cepillo y un rouge de juguete y me dice "vos tenés?"

En este primer encuentro, el analista es soporte en transferencia, de una masiva forma de borramiento subjetivo ante lo que es vivido por la niña como una amenaza de ser gozada por el Otro en tanto no tiene recursos con qué responder. Esta niña no responde a su nombre, tampoco a la materialidad del significante, sólo responde al tacto.

Georgina se encuentra en esos fragmentos que en el material están representados en el cepillo o en el rouge, restos de su relación con el Otro, pero no puede reconocerse en la imagen del semejante: ella es el rouge. La intervención del analista va dirigida a ese punto de goce que la mantiene retenida en ser objeto, complemento del Otro.

En otra sesión habla continuamente, sin parar, saca juguetes hablando continuamente de manera muy confusa, me pone objetos en mi mano mientras sigue hablando. Me doy cuenta que no me da lugar, intervengo diciéndole que no quiero tomar lo que me da, en un intento de hacerme un lugar. Se separa de mí, hablando por lo bajo con un personaje alucinado que llama "azafata". A continuación raya mi escritorio, rompe hojas de una planta, intenta marcar las paredes. Continúa hablando en voz baja con el personaje "azafata" y dice que a ella no le rompe nada. Intervengo acompañándola fuera del consultorio con un muñeco, a la sala de espera. Hace caminar al muñeco mientras dice Ca-re y luego agrega Carina. Carina es la última empleada que acaba de irse porque ella hace líos. En esta escena, la imagen representa el doble sin contener el prójimo, por lo tanto es vivida como intrusión. Rayar el escritorio, romper hojas de plantas es un intento de descompletar al Otro para encontrar un lugar. Georgina no encuentra un lugar desde donde retornaría su propio mensaje en forma invertida. La intervención analítica apunta a poner coto al goce del Otro en que ella queda posicionada como objeto, arrasada.

Georgina en el primer tiempo de su análisis vive en un cuento de hadas, habla todo el tiempo, mezclando textos de cuentos infantiles, donde todo tiene el mismo valor, ella, su analista, los objetos. De pronto el caballo de juguete puede ser el hada madrina, yo como analista tengo que ejecutar lo que ella me propone tiránicamente. Tengo que limpiar todo el tiempo como la madrastra, me pincha con el huso, no debo despertar como el príncipe. Todo mezclado y confundido, en el tiempo del proceso primario. Transfiere en el analista los mandatos tiránicos superyoicos. Ejecuta activamente el ser arrasada por los mandatos del discurso del Otro, lo que en un tiempo anterior vivía pasivamente..

Mi intervención en ese momento pasa por cortar esa producción un tiempo antes del corte de la sesión y tolerar las consecuencias de ese despertar.

Un día me llama por teléfono la madre y me dice que me comunica que se tiene que operar pero que le va a decir a Georgina que se va unos días a la quinta, no a la clínica. Desea evitarle a la niña el recuerdo de su internación en la época que estuvo en incubadora debido a que fue prematura. Y agrega "como le habrá contado". Le digo a la madre (dado que continúa en ella la dificultad para consertar una entrevista) que es una lástima que no le diga a la niña lo que efectivamente acontece, porque su hija vive en un cuento de hadas. A la semana siguiente me llama nuevamente la mamá de Georgina y me dice que la niña empezó a hacerse caca encima y que nunca había ocurrido antes. Yo abro una pregunta y me responde que el día anterior fue a su casa una amiga de ella, de visita, y en presencia de Georgina le dijo "tengo cagaso pre quirúrgico". A continuación me dice, me doy cuenta lo que dije en su presencia, recién ahora que estoy hablando con ud., y agrega "le parece que le diga que la que tengo cagaso soy yo y no ella?"Es evidente que Georgina ha recibido como signo, sin mediación la voz del superyó materno, que en verdad más que una voz es es el mandato a realizar el "cagazo" del Otro Primordial que no le permite ligar el dicho del Otro, sólo puede oír sin comprender lo que oye por eso tiene el carácter de destino.

Luego me llama la madre otro día para comunicarme la eficacia de haber podido ella hablar con la niña, que a partir de ese momento dejó de hacerse caca. A pesar de este reconocimiento la madre nunca pudo acceder al espacio de entrevistas de padres.

C uando Georgina comienza a hablar en sesión, lo hace con un enjambre de significantes amo, donde no hay clivaje entre el discurso del sujeto y el discurso del Otro. El enunciado implica una posición enunciativa respecto de un desdoblamiento que hace posible el habla, o sea el surgimiento de un sujeto dividido. La implicación subjetiva requiere que a partir de la preexistencia del lenguaje, el sujeto con su discurso sea el soporte material de la estructura del mismo. Esto requiere la simbolización de la falta en el Otro, agujero estructural. En Georgina esto no es posible según se escucha en el modo de hablar en el primer tiempo de su análisis "en Utalia vivo solita y en mi casa con mi papá. En Utalia voy a la playa de día y de noche me vuelvo a mi casa. Que la azafata me acompaña, yo ya sé cómo tratarla, yo ya tengo dos años, Así tenía la azafata un muñeco. Ahora no hablo porque quiero comer. Mi mamá trabaja. Georgina quiere ir a mi casa con quién hay que arreglar. Con la mamá porque con la azafata... Georgina ya no está más conmigo y le pega a la mamá. Georgina no podés venir hoy porque me voy a casar con el novio" En esta viñeta se escucha una verdad a cielo abierto en relación a situaciones que vive Georgina cotidianamente. Utalia, en su homofonía remite al nombre de la calle donde vive una empleada que crió a la mamá de Georgina, que ahora no trabaja porque es anciana, pero la recibe en los momentos en que hay desborde familiar. Remite a su vez al país de orígen de la abuela materna. Por otro lado se escucha una referencia a situaciones que vive a la salida del colegio, cuando la va a buscar la empleada de turno y no cuenta con la posibilidad de arreglar encuentros como otros chicos. También se escucha lo que le dicen las empleadas cuando se van de la casa "que se van a casar". Pero es un saber que recibe la analista como testigo, la analista toma nota de "eso que se dice"pero no hay allí un sujeto que sepa a la manera en que le es posible saber a un sujeto, es decir, veladamente.

Se trata en principio de significantes amos sin función significante, no obstante hay ciertos elementos como "la azafata con el muñeco" o "yo ya sé cómo tratarla" que me llevan a armar la hipótesis de que a partir del trabajo analítico realizado hasta ese momento, se trataría de un decir en transferencia.

A partir de la intervención telefónica con la madre, empieza a traer objetos que la implican, trae un cepillito y una batita y habla de una clínica, mezclando la palabra crema, con crema pastelera, la crema de la panza de la mamá y la crema de limpiar al bebé.

En otra sesión Georgina toma un monedero de su carterita y me dice "te voy a mostrar algo" y mientras me lo muestra dice "de día cose y de noche descose". Cose y descose es homofonía de su nombre. Me pide que entre al baño y me muetra la pierna, levantándose la pollerita y el monedero mientras dice "la azafata se fue a mi lugar, que no te vea, me da miedo" A continuación toma un papelito del monedero, lo enrolla, y lo mete en la cerradura del baño mientras dice "pi-pi". Acá se escucha que hace una mostración en transferencia de su ubicación de ser objeto del goce del Otro, sin mediación del Nombre del Padre.

En otra sesión toma hojas y lápices, quiere dibujar pero hace rayas, como no puede, tira las hojas. Le propongo entonces hacer lo mismo en plastilina. Me pide que haga yo una locomotora, pero cuando la hago la rompe. Intervengo diciéndole que no se trata de que no pueda hacer una locomotora, sino que le encanta romper la mía. De inmediato ella hace su locomotora. Acá la intervención apunta al lugar de fijación de una imagen que la enajena de sí llevándola a momentos de transitivismo destructivo. El movimiento resolutivo que es la identificación con el semejante, que implica una lógica de exclusión "o yo o el otro" no se da. En ausencia de la identificación al rasgo unario no hay lucha por mantener su lugar.

A partir de este momento cada vez que Georgina entra a sesión lo hace de espaldas para no mirarme, entra al consultorio y me deja afuera. Hubo un momento anterior, a partir de la intervención en que doy lugar a la agresividad (cuando rompe mi locomotora) como afirmación a partir del cual ella comienza a trabajar lo escópico en términos de presencia- ausencia. Cada vez que llega al consultorio y yo le abro la puerta, ella cierra los ojos mientras me nombra y luego me da la espalda para no verme. Entraba entonces al consultorio y me deja afuera, constituyéndose entonces otro espacio, lo exterior quedando tachada la alucinación.

Es el significante de la falta en el Otro que cava el vacío que ordena la pulsión en términos de polaridades. En mis intervenciones procuré que ese lugar quedara como lugar vacío, no obturándolo, con preguntas tales cómo "a quién dejaste afuera cuando la dejaste afuera a Aurora?" El espacio de la sesión se desdobla, ella va y viene jugando distintos roles. Una vez se sienta en la sala de espera como lo hace en otros momentos la empleada que la trae, y desde ese lugar dice "tengo que cuidar a Georgina pero es muy mala, me voy a ir lejos, tengo que cuidarla todo el día, los sábados también y bañarla". Sanciono esto como un juego en el que ella dice su bronca por estar tanto tiempo con la empleada. En otra sesión se queda también en la sala de espera diciendo "tengo que atender todo el día, tengo que traer plata" o sea juega el rol de su mamá. O sea, empiezan a aparecer distintas versiones, ya no es sólo la única versión del Otro no barrado.

En otra sesión toma un anotador y dice "voy a escribirle a mi papá" y hace como que redacta la carta a su analista, mientras con su mano sostiene el anotador. En el texto dice el nombre de su papá, el nombre de su mamá y su propio nombre. Quiero destacar que hasta este momento su decir y su hacer estaba siempre referido a la "azafata", personaje alucinado.

A partir de esta referencia al padre, a quien dirige la carta, pero que además en el texto está incluído junto con la madre y ella, la alucinación queda tachada.

A partir de este momento empieza a entrar a la sesión con la agenda de la muchacha. O sea ya no está ella en el Otro, sino que intenta desprender un objeto del Otro. En transferencia me pregunta "te pusiste la cadenita?" o "te pusiste el pañuelo?" Al mismo tiempo toma plastilina y me la quiere meter en la boca. Intervengo diciéndole que ella es una nena, que yo soy su analista, que ella no es un bocado para mí. En este momento cuando va al baño me manotea el cuerpo y me dice que entre. Le digo que no, que tiene que ir sola. Cuando viene la empleada le dice que quiere ir sola al baño.

Georgina ya no disocia la escena vivida con la empleada y la escena vivida con la madre, se ubica en la sala de espera con una muñeca upa a la que le dice (mientras yo la espero en el consultorio) "no es cierto que vas a ir a jugar y a escuchar lo que te dice la directora, yo te voy a esperar acá, si no te llevo abajo con Alicia (la empleada)" Empieza a trabajar la hiancia que la lleva a la constitución de la escena con significación fálica. Empieza a trabajar cuestiones especulares, por ejemplo cuando ve que traigo una cadenita me pide que le coloque un pañuelo en el cuello. Si cruzo las piernas ella hace lo mismo.

En un comienzo de su análisis cuando llegaba a sesión vaciaba su carterita, traía fragmentos de experiencias vividas: el boleto de la calesita, el papel del chocolate que le había comprado su mamá etc.. En otro momento cuando llegaba me preguntaba "que te pusiste?" En este momento me dice "traje el pulover que me compró mi mamá, sólo mi mamá me compra pulóveres" Intervengo diciéndole que ahora ella sabe y siente qué es una mamá.

A partir de este momento hablan en ella tres personajes con distintos tonos de voz, la abuela , el abuelo y la mamá. Me tapa los ojos y rompe hojitas de plantas. Intervengo diciéndole que ella se pregunta quién pone los no. A continuación se escucha que hay en el discurso dos personajes: la abuela y la mamá. La abuela dice que la quiere llevar a Georgina al circo porque con ella se porta bien. Me pide jugar a la pelota, accedo y mientras jugamos le digo que ella a veces se siente una pelota en el juego entre la abuela y la mamá, que siente que se la disputan.

A continuación trae a trabajar la relación con la abuela, y como ocurrió con anterioridad juega primero el rol de la abuela, y luego su propio rol en relación con la abuela. En el primer caso, se queda parada en la puerta del consultorio, del lado de la sala de espera, juega a que está con un gato, luego hace como que ella toma en sus brazos el gato para que la abuela pueda entrar y dice (cambiando la voz) "hola psicóloga, yo soy Doris (nombre de la abuela) hoy es Doris" Desde dentro del consultorio intervengo sosteniendo la escena "encantada señora, usted es la abuelita de Georgina" sancionando la escena como juego.

En la siguiente sesión entra al consultorio como cansada. En su discurso se reconocen dos personajes, una persona mayor que la trae a ella. No se saca ni la campera, ni deja la carterita y sigue hablando y tomando un autito dice "tomá, jugá, tirate al piso, así tiralo para allá" mientras tanto ella no se mueve. Intervengo diciéndole que ella no puede sacarse a la abuela de encima y que por eso no puede jugar, que ella es la campera o la cartera de su mamá y de su abuela y por eso en una hablan tres" A la siguiente sesión dice "hay voces que no son mías, Aurora "esta voz es mía? Vos me escuchás?"

A partir de este momento empieza a hablar de un personaje que llama "nena nueva". A veces ella permanece en la sala de espera y dice que entró la "nena nueva" Yo me ubico en la puerta, en la intersección de los dos espacios, pero dentro del consultorio. Ella da texto a lo que debe hacer la nena nueva en el consultorio. Poco a poco le hace hacer a la nena nueva todas las cosas que sabe que no debe hacer, como rayar paredes, cortar hojitas etc. Intervengo sosteniendo esa escena como juego. Un día se abalanza sobre mí y me quiere dar un beso en la boca que anteriormente me había protegido con cinta scotch.

La instancia de prohibición comienza a aparecer. Cuando intervengo separándola habla en voz baja de la "nena nueva" Le digo que ella es dos para zafar de la prohibición que no le gusta. Dice por lo bajo, en desdoblamiento, algo de la noche y de la cama. Intervengo diciéndole que ella imagina que la nena nueva se queda en la cama de Georgina, mientras ella, Georgina va a la cama de los padres. Reacciona haciendo volar todo lo que estaba cerca por el aire. Luego participa en recogerlo mientras dice algo en relación al pensamiento. En la siguiente sesión dice "no estoy pensando en nada, jugá conmigo". Luego quiere tapar una témpera mientras dice "no puedo poner el tapón". Intervengo diciéndole que deje tranquilo a su cuerpo, que él sabe, que no lo tiene que ordenar con el pensamiento. A continuación apoya un lápiz sobre una hoja mientras dice "yo quiero dibujar y acá qué estoy haciendo?" y "después que voy a hacer?". Le digo que las manos de ella quieren dibujar pero ella no las deja. Se pone a dibujar y dice "quién está dibujando?" La nombro. Luego dice "y dónde está mi dibujo?"mientras busca en el bolsillo, aparentemente el pañuelo. Le digo que un dibujo no es un pañuelo. Me pregunta si se lo puede llevar a su casa., le digo que ella puede hacer otro en su casa porque ella es la misma, tanto en su casa como en el consultorio. Al irse no quiere que la empleada le ponga la campera. Me la da a mí, yo la sostengo mientras ella va introduciendo su cuerpo. Se la quiere sacar de nuevo mientras dice "y después qué me voy a sacar?" Le digo que el cuerpo no se lo puede sacar. Me dice "tengo mocos".

En otra sesión quiere que le haga todo con mis manos. Ante mi pregunta me dice "mi abuela limpia y limpia, me limpia el culito" Quiere dibujar y al hacerlo me dice "te gusta?" "porqué me salen siempre garabatos a mí?" Como hizo circulitos le digo que mientras ponga el culito como un bebé para que se lo limpien le van a seguir saliendo esos garabatos. Dice "abuela se va a enojar, es un secretito" Le digo que ella le puede decir que no le gusta porque no es más un bebé y que igual la va a seguir queriendo. Me dice "pero es que a mi me gusta ser bebé" Le digo que las dos cosas al mismo tiempo no se puede, o se pone el culito y salen garabatos feos de bebé o se es una nena de siete años y salen circulitos lindos. Dice riéndose "las pelotas".

En la siguiente sesión va al baño, me pide que cierre la puerta, dice que ella puede cerrarla pero no la cierra. Intervengo diciéndole que entonces desea dejarla abierta. Dice: "con la abuela también" "me da asco que me mire" Intervengo diciéndole que ella con sus manos deja la puerta abierta porque le gusta al mismo tiempo que cuando ve que la abuela mira le da asco porque siente que no debería. En ese momento cuando quiere rayar algo que no debe, pone un papelito y raya sobre el papel mirándome.

Me parece interesante el surgimiento del asco, en la medida que en la génesis del superyó según Freud, una parte del yo se identifica con la instancia parental, o sea, la internaliza y otra continúa deseando. La parte del yo que toma la interdicción es el superyó. Esta instancia regula los movimientos del yo respecto del goce . Desde ahí podemos considerar que cuando se instaura el superyó es porque hay renuncia del goce prohibido. . Pero para que se dé esta internalización se necesita un mandato y una ley que lo funda como imposible a partir de dar ley al goce.

El pasaje de la estructura perversa de la fantasía. a las identificaciones del superyó, comporta un giro, un movimiento que arrastra al sujeto dentro del campo del Otro. Pasaje del padre ideal (simbólico) al padre perverso como imaginarización de la ley simbólica en un recorrido indispensable para darle a un padre su consistencia dentro del recorrido libidinal.

Aurora Favre

Bibliografía

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