Ciclo de
Conferencias "El Psicoanálisis, hoy". Hospital de Emergencias
Psiquiátricas Torcuato de Alvear. Buenos Aires, 2002.
Abrimos el
espacio de hoy con Liliana Donzis: Psicoanalista, ejerce su práctica en la
ciudad de Buenos Aires y en la localidad de Avellaneda, provincia de Buenos
Aires. Analista miembro de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Supervisora
clínica de niños y adolescentes en diversos hospitales públicos. Directora de
Reuniones de Psicoanálisis, zona sur. . Ex Docente de la Facultad de Psicología
de la Universidad de Buenos Aires. Ha publicado sus trabajos en diferentes
medios del país y del extranjero. Autora de Jugar, dibujar, escribir.
Psicoanálisis con niños. Editorial Hommo Sapiens. Actualmente dicta el
seminario, Psicoanálisis con niños y púberes por El Sigma.
Agradezco la
invitación que me formulara Mirta Brittes en nombre de los que organizan este
espacio en el Hospital.
Reflexionar
acerca de la transmisión en psicoanálisis tiene más de una variable, al menos
dos bien definidas. Una de esas vías, propia de la formación del analista,
concierne a la transmisión del psicoanálisis mismo. Por otra parte la práctica
del psicoanálisis nos invita a situar los efectos de transmisión de padres a
hijos, que conciernen tanto a la transmisión funciones de padres a hijos, como
así también concierne a las identificaciones.
No podemos dejar de mencionar, aun cuando no lo trabajemos hoy, la problemática vinculada a la transmisión del nombre. Tal vez de un modo muy conciso Lacan decía que se trata de la transmisión de la castración. Algunos de los interrogantes acerca de la transmisión, la filiación y las vicisitudes que conlleva en la cura surgen de mi experiencia en la clínica con niños, espacio en el cual la presencia real de los padres y la consistencia que de ese saber hacen los niños nos permiten destacar esta problemática de qué, cómo y qué obstáculos se producen, como así también los efectos de transmisión.
No podemos dejar de mencionar, aun cuando no lo trabajemos hoy, la problemática vinculada a la transmisión del nombre. Tal vez de un modo muy conciso Lacan decía que se trata de la transmisión de la castración. Algunos de los interrogantes acerca de la transmisión, la filiación y las vicisitudes que conlleva en la cura surgen de mi experiencia en la clínica con niños, espacio en el cual la presencia real de los padres y la consistencia que de ese saber hacen los niños nos permiten destacar esta problemática de qué, cómo y qué obstáculos se producen, como así también los efectos de transmisión.
Freud demarcó en
el dispositivo analítico dos polos: la asociación libre del lado del analizante
y la abstinencia, abstinencia de goce del lado del analista. En esta última
vertiente el análisis del analista es de fundamento para poder operar en la
transferencia.
El deseo del
analista es subsidiario de las operaciones del análisis. El analista no
interviene desde sus teorías sexuales, infantiles tal como las denominó Freud,
sino desde el vaciamiento de su posición subjetiva. Así más de una ocasión
planteé que el analista es aquel que ha perdido su infancia, que la ha duelado.
Otro modo de decirlo es que el acto analítico implica la caída de las
tendencias incestuosas. Entiendo que estas cuestiones propias de la posición
del analista encuentran en la práctica del psicoanálisis con niños algunas
peculiaridades. El analista en su acto pierde las tendencias incestuosas,
propias de la neurosis, es desde esa posición de vacío, de infancia perdida, de
duelo por esa infancia, de donde surge me atrevo a decirlo así, el deseo del
analista, la función deseo del analista.
Y es esta
función, deseo del analista, desde esa x, desde esa función, que propicia un
vaciamiento de sujeto, Lacan lo llamó des ser, en algunos momentos lo llamó
desubjetivación y es desde esa desubjetivación que un analista conduce una
cura. En términos freudianos, carente de teorías sexuales infantiles.
Con mucha más
razón, la clínica con niños, nos convoca a perder nuestras teorías sexuales
infantiles, las del sujeto, me refiero a una pérdida de ellas, perderlas en la
escena del análisis, después en la vida nos angustiamos, nos pasan cosas, esto
como a cualquier neurótico, pero en la escena del análisis, nuestras propias
teorías sexuales infantiles caen, en la comprensión del caso, y particularmente
en esa arista del trabajo con niños que denominamos jugar, jugamos sin nuestra
niñez. No jugamos como niños, jugamos con los niños y no desde nuestra niñez.
Quiero hacer una
mención a algo que leí de David Kreszes, hace un par de semanas creo que a
principios de agosto, que me llamó la atención, porque ubicaba el tema de la
transmisión también con relación a la transferencia y también con relación al
lugar del analista, y me pareció coincidir realmente con algunas de las ideas
que en la conferencia que pronunció en este ciclo de conferencias en el
Hospital.
Por eso tenía
ganas de comenzar con esta cuestión de la posición del analista, porque el
analista también en su recorrido, ha debido reconocer al sujeto supuesto al
saber, ha debido pasar por estos lugares de pérdida y de oradación del objeto,
de construcción y gradación de su fantasma, para situarse y pido disculpas por
la ligereza con que lo enuncio: el analista en la clínica con niños, en esa
particular modalidad de trabajo que es con los niños y con los púberes debe y
pierde de hecho a partir de su propio análisis una infancia, será en el suelo
de esa infancia perdida y duelada que podrá jugar al juego del otro y hacer
semblante, hacer lugar al objeto, al sujeto y al significante que pueblan la
escena lúdica con los niños.
Es decir que en
el analista, en nuestros maestros reconocemos allí, cuando cabe, un efecto de
transmisión, creo recordar que David Krezces situaba estas cuestiones
El psicoanálisis
se ha dedicado profundamente a trabajar la cuestión de la transmisión y a
advertir, por ejemplo, voy a empezar por aquí, que en el punto donde opera una
transmisión es porque ha operado una transmisión con relación a una caída, a
una falta porque ha operado la castración.
Cuando alguien
se refiere a un Maestro, no es igual a un padre, la verdad que no, no es igual
a una madre. Pero en todo caso también, en relación al sujeto supuesto al
saber, maestro, analista, supervisor el que pueda ocupar ese espacio en los
momentos privilegiados que concierne a esto, que ha tenido un lugar en la
transferencia en la que nos hemos, me incluyo, cada uno ha estado en
vinculación a esas transferencias y allí es por efecto de la castración y de
una caída de este sujeto supuesto al saber, que algo de la transmisión pasa. La
letra pasa, pasó algo de un saber y pasó algo de un saber hacer que cada quién
reformulará.
Entonces, mi
pregunta, ¿cómo opera esta transmisión, cuáles son los efectos, y cuáles las
operaciones que conciernen a la transmisión en relación a hijos y padres?
Experiencia que,
en relación a los hijos ocurre particularmente en el tiempo de la niñez. Porque
hijos, es un tiempo que abarca mucho más allá que el tiempo de la niñez, a
veces es demasiado tiempo.
Sigmund Freud
nos enseñó que el mito de Edipo nos dice una verdad siempre a medias con fuerte
tinte imaginario que permite al sujeto ubicarse en la cadena de las
generaciones.
El mito, mejor
dicho, sus consecuencias en la estructuración del sujeto, señala las
incidencias de la lengua, y lo digo aquí en los dos sentidos, de la lengua por
ejemplo en la lengua castellana. Y de lalengua, todo junto, lalangue que es la
modalidad que toma Lacan para hablar de una de las variantes de la lengua
materna, la langue como lo imaginario de lo simbólico.
Entonces, el
mito, las consecuencias del mito, señalan las incidencias de la lengua lalangue
también, y el código del Otro, que por la vía del trabajo de la pulsión, entre
gritos y susurros, envuelve a través de demandas amorosas u hostiles, el cuerpo
del infans, haciendo de un cuerpo consistencia, consistencia en la que se pueda
escribir, que pueda tolerar una escritura, para que podamos decir, por ejemplo
que la niñez es un tiempo de escritura y no solo un tiempo de armazón de una
historia, sino es un tiempo de escritura de la estructura del sujeto.
Es decir, que
esta consistencia, que Lacan también llamó cuerpo, cuerpo, consistencia
imaginaria que concierne a la imagen, incluso la imagen en el espejo formadora
del yo, desde esta perspectiva la formación del yo como un nuevo acto psíquico
tal como lo menciona Freud, como lo trabajó Freud.
Entonces, esta
consistencia imaginaria, consistencia del cuerpo que concierne a la imagen y
también al yo, y concierne a las identificaciones imaginarias, debe soportar
una escritura.
Freud situó una
operación en el origen del sujeto. Muchas veces hablamos en la niñez de
operaciones instituyentes o por ejemplo hablamos de la niñez como un tiempo
instituyente, esto se dice como moneda corriente, tiempos instituyentes y
operaciones de la sexualidad infantil.
Me pregunto y me
gustaría hacerlo con ustedes, ¿qué quiere decir operaciones de la sexualidad
infantil? ¿A qué nos referimos cuando decimos articulación inconsciente
sexualidad, como operaciones de la sexualidad infantil, fundatrices,
formadoras, fundantes del sujeto? ¿Qué decimos cuando decimos, por ejemplo,
operación de origen del sujeto?
Si decimos
operación de origen del sujeto, seguro nos entendemos, ¿pero, que quiere decir
esto, a qué llamamos esto?
Bueno, vamos a
decir con Freud, al menos una, seguramente no la única, la identificación
primaria, en tanto inicio y origen, es primera marca, baño de lenguaje también
se la llama, que invisible e inobservable permite que el cachorro humano
arranque del plano de la necesidad.
El neurótico
construye, entonces, con retazos de saber inconsciente, pero un saber
inconsciente que procede de las marcas, de una transmisión, de algo que le
viene del Otro, construye, Freud dixit, su novela familiar, que despliega, por
ejemplo, en los diversos tramos del análisis y especialmente en los primeros
tramos de una análisis, lleva esta novela familiar.
La novela
familiar, no es igual al fantasma, aunque a veces se lo confunde
Novela familiar,
es lo imaginario de la historia, es el film que cada quién se inventa para
decir de dónde viene y hacia dónde va y las vicisitudes de la infancia, las
vicisitudes imaginarizadas de su propia infancia.
En el abanico
discursivo de un análisis, se pone entonces en juego, esta novela familiar,
particularmente en los primeros tiempos, pero asimismo, el movimiento
identificatorio y las relaciones de objeto.
En la clínica,
en el tránsito de un análisis, algo se circunscribe. Las identificaciones que
instituyeron el andamiaje en el que advino un sujeto, van a implicar, varias
identificaciones y son del orden de lo necesario para que esta escritura de la
que recién hacía referencia, que un cuerpo tolere una escritura, que es la
escritura del sujeto, pueda tolerar por ejemplo, el paso y los efectos de tres
identificaciones instituyentes.
La
identificación primaria, la entrada al mundo del lenguaje, yo diría, una de las
primeras operaciones, la identificación a lo simbólico o identificación al
trazo que es la cuna de la repetición y la cuna del trazo del significante,
digo cuna porque es como que de allí surge, en una primera vez el trazo, la
muesca que invita a que repita el trazo y su diferencia, trazos e
identificaciones que conciernen al sujeto.
Si bien, las
identificaciones, como resorte estructural no son siempre visibles, ya que se
trata de operaciones, que se evidencian por sus eficacias, por sus efectos. Tal
es así que cuando las identificaciones instituyentes se malogran, las precarias
inscripciones de la niñez flaquean en lo real y nos permiten ubicar ese fracaso
del olvido, del síntoma y de la mentalidad que se denomina psicosis.
La estructura
entonces, esta estructura que tiene que poder tolerar por ejemplo la
combinatoria de identificaciones, la combinatoria de letras, estas que procedan
del Otro para hacer algo, las letras que el sujeto porta y de las que el sujeto
pueda revelar en un análisis.
La estructura,
esta estructura, no es ajena a los efectos de las funciones parentales.
Por un lado la
madre, y tomo una frase conocida de Lacan, boca de cocodrilo, recuerden en el
Seminario17, la frase de Lachan solo que lo dice de otra manera. Cuando escribí
este párrafo, hay algo que no subrayé suficientemente, Lacan dice el deseo de
la madre es la boca del cocodrilo, no es la madre.
¿Es del mismo
tenor el deseo de la madre que goce de la madre o amor materno? Creo que no,
estamos, me parece que en distintas variantes.
Lacan dice,
respecto de la boca del cocodrilo, es el deseo de la madre, es el deseo materno,
ese que se puede engullir a la criatura, ese es el deseo de la madre.
A veces uno
tiende a poner ahí, la demanda o el goce del Otro, Lacan lo llama deseo, que
requiere – lo leo- del falo como piedra y palo para no morder a dentelladas el
cuerpo del niño.
Y por otra parte
el padre, que Lacan también Freud mencionaron con pertinencia, metáfora, cuando
esa boca de cocodrilo lejos del estrago, produce eficacias propiciatorias en la
constitución del sujeto.
Es posible
extraer de la práctica clínica con niños, experiencias en las que podemos
recortar momentos que fueron fundantes de la subjetividad. Incluso, para
asombro del analista quien en ocasiones puede atestiguar del paso de la sombra
de identificaciones que se inscriben en el tiempo de un análisis de un niño.
Tal es el caso
en los tratamientos de niños muy pequeños, o con problemáticas de
desorganización importantes, que por efecto de la transferencia en la cura,
instauran nuevas investiduras y en algunos casos en tiempos instituyentes
hasta, esto es interesante para la clínica de la psicosis en la infancia,
permiten que se inscriban, por primera vez, una de estas identificaciones
fundantes. Seguramente no la primera, pero sí la segunda y la tercera
identificación.
Asimismo, la
práctica del psicoanálisis con niños y jóvenes nos enseña que en la transmisión
de padres a hijos opera una migración, la de una célula literal, prefiero
llamarla así de uno o ambos padres. Célula literal, me refiero a que algo del
Otro pase como letra en el sujeto, letra que voy a decir, portada.
Portamos una letra que no dilucidamos,
que no leemos, que es menester de un tiempo de trabajo en un análisis en el que
esa letra que el sujeto sufre, sufre en el sentido de que porta, Lacan lo llama
el codicilo que cada quién lleva escrito en su espalda, esto opera como una
migración del Otro al niño.
Por eso digo,
célula literal, lo de célula es metafórico, lo de literal concierne a letra y
significante, de uno o ambos padres. Letra y significante, goce y síntomas que
cruzan el camino de un sujeto, a través de la repetición y la diferencia.
Ahora bien,
¿alcanza para reflexionar sobre la transmisión la cuestión de las
identificaciones? Las identificaciones en sus distintas vertientes, primaria,
al rasgo unario e histérica, o de identificación al fantasma ¿cubren el mapa de
la transmisión o esta última reconoce otra operatoria?
Freud en su
tiempo, retomó el concepto de identificación que ya se hallaba en la cultura,
pero al resituarlo le imprimió un carácter novedoso y subversivo.
La idea común
ubica la identificación como una relación más o menos compleja entre dos
personas, por medio de la cual, una de ellas toma algo de otro para
progresivamente, si fuera el caso, culminar, pareciéndose a este.
Para Freud, esta
ligazón intersubjetiva se trastoca, y deviene una operación intrapsíquica, no
es de uno a otro, de uno en uno, es una operación intrapsíquica, es un proceso
inconsciente.
Implica un
proceso de transformación, el sujeto se transforma en las identificaciones, que
no se percibe como fenómeno en sí.
En la clínica no
tenemos acceso a estas eficacias de modo directo sino a través de sus efectos y
sus fracasos que se leen como neurosis, psicosis o perversión.
La
identificación será para Freud uno de los enlaces más tempranos del sujeto y lo
ayudará a reconocer en la incorporación canibalística, la primera
identificación, esa identificación que ancla en el lenguaje, esa marca que
permitirá al sujeto, ingresar en la cultura.
Así como
también, la identificación desempeña un papel de fundamento en este nuevo acto
psíquico que se denomina yo, en la fundación del yo, la identificación
especular que es subsidiaria de la primera identificación o de entrada en el
lenguaje.
A partir de la
constitución del yo, como prototipo de la relación de objeto se situará el
proceso inconsciente por medio del cual el yo se transforma en un aspecto del
objeto. El objeto nunca es externo en este terreno.
Esta polaridad,
que domina el pensamiento freudiano, domina porque en Freud si ustedes
recuerdan, hay una polarid ad permanente, y nunca coinciden, identificación y
objeto. Para Freud, o hay identificación o hay elección de objeto.
El que hace una
verdadera transformación y puede ubicar al mismo tiempo una operación donde
identificación y elección de objeto coinciden, es Lacan a partir de sus aportes
acerca del fantasma.
El fantasma como
estructura en Lacan, se articula a partir de una identificación, denominada
histérica o tercera identificación, identificación al fantasma, es aquella por
la cual el sujeto se identifica al objeto de la demanda del Otro, ¿qué me
quiere el Otro? Se identifica a ese objeto pero al mismo tiempo es el objeto al
que este se identifica.
¿Qué es un
padre, que una madre, que un hijo? Un hijo, un niño, cuando está en tiempo de
hijo, es aquel que recibe una herencia, que se hace soporte de una herencia, es
muy similar a lo que planteaba como el que lleva una letra, porta una letra del
Otro
En la conducción
deL análisis de un adulto, en los relatos de sueños de apariencia
incomprensible, y que se repiten es factible localizar en la insistencia
literal, un sonido o sentido que proviene del Otro. Recuerdo alguien que es
relativamente joven, y que solo soñaba en su infancia, siendo muy pequeña, solo
soñaba con los trenes que llevaban a las personas a los campos de concentración
en la Segundo Guerra Mundial.
A los tres,
cuatro años aparecen estos sueños, siguen prácticamente durante toda su
infancia, e incluso en la pubertad y también en el tiempo de adulto en el que
concurre el análisis, eran sueños tipo pesadillas, sueños de angustia que en la
infancia y en el tiempo en que aparecen no tienen absolutamente nada que ver
con su vida cotidiana, no hay de donde extraer lo que Freud llamaba el resto
diurno, ni siquiera había visto películas sobre el tema, por lo menos que lo
recordara, sin embargo había ahí una repetición, un encadenamiento permanente,
a estos trenes de los cuales tenía que escaparse. Y que ya de adulta puede
ubicar como los trenes que aparecen en las películas que muestran el traslado
de personas a campos de concentración.
Muy avanzado el
análisis empieza a descubrir la relación histórica, por sus antecedentes, de su
propia mad re, con algunos familiares muertos en Auswichz y en Treblinka. Y de
algunos sobrevivientes que eran, para esta persona, no de la generación
anterior, sino, casi anterior a la anterior, de su propia madre, la paciente
recuerda cierto regocijo de la madre cuando ella leía algunos textos o algunos
diarios con temas vinculados tanto a circunstancias del nazismo durante la
Segunda Guerra Mundial como a las dictaduras latinoamericanas.
Pero esto lo
advierte mucho más tarde, sin embargo era el corazón de alguna de sus pesadillas,
más ancestrales, más infantiles, más primitivas, donde cierto goce del Otro
aparecía ahí, o cierta cuestión del Otro materno aparecía allí sin que supiera
por qué ventana había entrado, sin que pudiera dar cuenta de esto, salvo en la
pesadilla, salvo en la repetición en la reiteración de estos sueños de
angustia.
Recibimos el
niño en análisis, el hijo, que en tiempos de niño, recibe una pesada herencia.
En este caso, que no era lo único desde ya, recibe una herencia de goce.
Una herencia que
concierne a lo real del tejido, una herencia que concierne a la imagen desde lo
que implica la imagen en el espejo como identificación de la que recién hacía
referencia, es decir, al mundo de la representación, a ciertas cuestiones que
hacen a la representación de una cultura en un tiempo determinado, y que vamos
a llamar imaginario y también recibe, en relación a lo que será su escritura,
de su estructura, recibe las primeras palabras oídas que hacen que cada quién
tenga su inconsciente.
Esta última es
una frase de Lacan, de la Apertura de la Sección Clínica, es uno de los pocos
lugares, es un artículo de 1976, en el que define de un modo bastante
interesante, el inconsciente. Primeras palabras oídas. Es muy solidario o está
en paralelo a lo que Freud plantea en el Yo y el Ello, respecto de lo que es
las primeras palabras oídas, representación palabra y representación cosa.
De todos modos
el desarrollo que hace Lacan en el ’76 tiene algunas variaciones respecto del
planteo del Yo y el Ello.
Entonces
decíamos para recapitular un poquito, ¿qué es un niño en calidad de hijo o un
hijo en tiempos de niño?. El niño recibe una herencia.
Lo real del
tejido, con una arista pulsional, este orden de la pulsión, concierne, ya no a
lo real del tejido, en el sentido de lo real, que no es material significante,
sino que va a entrar tanto en lo imaginario de la representación de la cosa, en
la mirada de la madre y también en la inscripción en términos freudianos de lo
que son las primeras palabras oídas, qué habrán sido, gritos y susurros.
Para cada uno,
primeras palabras oídas que hacen que sea ese núcleo del inconsciente.
Entonces, con
esta herencia, lo que planteé recién, lo real del tejido, la imagen y la
palabra. Real simbólico imaginario en el empalme del nudo borromeo. Esta es una
de las formulaciones de Lacan de los últimos tiempos de su enseñanza respecto
de lo que es la escritura de la estructura del sujeto. Esto es una escritura.
Es más, podemos
decir, cualquiera de nosotros en la neurosis, somos este nudo borromeo, lo real
del tejido, lo imaginario: la fragilidad de la imagen, la representación, y lo
simbólico.
En este nudo de
tres cordeles, anudamiento borromeo cuya legalidad la otorga una propiedad muy
sencilla de recordar, yo aquí ya la traje dibujada, se va imbricando cada una
de estas cuerdas de un modo específico, por arriba del que está arriba, por
abajo del que está abajo.
Si fueran hilos
de verdad, voy a pasarlos por arriba del que está arriba, y por abajo del que
está abajo y este último imaginario lo apilo y a su vez va a tener esta, es el
que hace de costura.
Lacan a este
cruce para ser borromeo, de tal modo que si corto uno de estos, se desenlazan
los otros dos, a diferencia de la cadena común, que si yo corto uno de los
nudos, son nudos, si corto en uno de los eslabones, corto ahí, pero los otros
nudos, las otras cadenitas, los otros cordeles siguen juntos.
Mientras que el
nudo borromeo tiene la característica de si corto por uno de ellos se
desempalman los otros dos, son dos apilados y un tercero. Esta idea, que recién
la formula en el año ’70 pero que la viene trabajando desde los años ’50, desde
el ’53 particularmente cuando habla de real, simbólico e imaginario como tres
registros, en el ’56 como tres registros de la falta: frustración, castración y
privación, los tres registros de la falta, si ustedes recuerdan, lo llama la
disolución imaginaria en el seminario de la psicosis. Ubicando lo imaginario
como un momento de costura.
Si la herencia
es esto, para decirlo en pocas palabras, que cada sujeto consista en un cuerpo,
consistencia imaginaria, lo real del tejido y la palabra, lo simbólico y el
síntoma, no voy a desarrollar hoy otro de los modos de pensar el síntoma, pero
si podemos pensar en esta trilogía anudada, tendremos una idea bastante cercana
a la noción de sujeto para el psicoanálisis.
Es decir que si
opero por alguna de estas cuerdas, opero también en las otras, que una
interpretación, no va solo a lo simbólico. Que una intervención en un análisis
va a lo simbólico pero también conmueve los otros dos registros. No hay uno
separado del otro, al menos en la clínica de la neurosis.
El problema en
la niñez, o el problema que nos afecta a los analistas de niños es
probablemente un tema de la temporalidad. ¿Qué es lo que constituye, así como
las primeras palabras oídas hacen a que cada quién tenga su inconsciente, que
es lo que hace, que haya, que se genere este anudamiento, que estos tres
registros, esta trilogía funcione?
¿Es al modo de
la temporalidad lacaniana, que concierne a un acto instituyente?
Hay variaciones
de Freud y Lacan. Lacan dice, se trata de un acto instituyente.
De todos modos,
para los que trabajamos con niños, aquí tenemos un primer problema a dilucidar
en la clínica, porque de esto depende neurosis o psicosis, de esto depende la
intervención. A veces de esto también depende el tipo de trabajo que realicemos
con los padres.
Entonces, sobre
el final de su enseñanza, Lacan se pregunta ¿Es sí o no fundada la relación a
los padres? Agrega que la cadena de generaciones ¿se detiene en relación al inconsciente?
Y pasa a trabajar lo que mencioné yo hasta ahora, como ciertas
identificaciones.
Les diría, la
letra, esta letra soporte, material del significante, la letra también que
podemos llamar la lengua materna, una lengua materna, una operará sobre lo
imaginario, y lo simbólico, el significante solo va a operar sobre lo
simbólico, es lo simbólico, pero donde se detiene esta relación fundadora a los
padres. Yo digo, es inconsciente, en relación a que cuando hay una estructura
de un sujeto, allí algo de esta relación directa a los padres se detiene para
pasar a formar parte de la herencia, del bagaje de un hijo, en la letra, en el
significante, en el fantasma?
Entonces,
podemos decir, podría agregar algo más.
Uno de los modos
posibles de entender o de resituar estas operaciones es a través del lugar que
el niño opera, que el niño tiene, que el niño toma, en relación al fantasma
materno.
Fantasma
materno, que se concierne también a una herencia pulsional. Esto es lo que hace
allí donde esta señora sueña, y un día reconoce, que quien leía y gozaba
extremadamente con esas escabrosas lecturas era otro, su madre, pero el peso de
la angustia recayó una generación después.
Concernía al
fantasma materno, a la constelación pulsional de la madre.
Fantasma materno
que en sentido genérico, es la constelación pulsional que hará demanda en el
cuerpo, en la consistencia del cuerpo de su hijo, que se inscribirá como tal,
como pulsión en el cuerpo del niño, bordeando una zona erógena, situando la
chance de la demanda y su retorno en letra y en significante.
Lacan toma dos
modalidades, el niño como objeto del fantasma materno o como síntoma de la
verdad de la pareja parental, toma las dos alternativas.
A mí me parece,
desde la experiencia clínica, que es absolutamente interesante tomar fantasma
materno o paterno, ya que lo parental incidirá de una u otra manera. La letra,
no necesariamente proviene de la madre, que aquello que le fue transmitido, no
le fue transmitido solo por vía de la constelación materna, sino que también
hay una constelación pulsional paterna que erosiona a este hijo, que hará, solo
que aquí, lo vamos a decir de dos maneras diferentes, tradicionalmente decimos
fantasma materno, el niño como objeto de ese fantasma, que satura como objeto la
falta en una madre o en quien se ubique en ese lugar en ocasiones el padre.
Y decimos que
esta constelación pulsional de goce es diferente del concepto que Lacan
introduce como versión del padre, perversión, en francés, versión del padre y
también perversión como goce del padre, que a su vez se diferencia respecto de
loa metáfora paterna si nos situamos en otro tiempo de la lectura de Lacan.
La constelación
pulsional materna se modulará junto a la versión del padre, para cada niño,
para cada hijo en singular, no para los hijos, no hay un padre para los siete
hijos, hay un padre para cada uno de sus siete hijos, hay una madre para cada
uno de sus hijos.
Una viñeta de la
clínica.
Les voy a
comentar un pequeño tramo, de un tiempo de entrevistas para situar algo de lo
que llamé herencia de letra y significante de la constelación pulsional materna
y la versión del padre. Operaciones que se ponen de relieve en las
identificaciones fundantes y constituyentes de la estructura. Le debo este
tramo de la cura de un niño, a una Residente del Hospital Pedro Elizalde, ex
Casa Cuna, que tuvo la amabilidad de pasarme este material que es muy
interesante.
Alejandro de 11
años, tiene serios problemas en la adquisición de la lecto escritura, serios
problemas respecto a las cuestiones de aprendizaje, particularmente, con la
escritura.
Cuando se
trabaja con chicos la relación analítica se configura también con sus padres,
en una especie de banda de Moebius, en una transferencia moebiana ni del niño
ni de los padres, sino de ambos, especificada en esta superficie de una sola
cara, transferencias múltiples lo he llamado también, transferencias en banda
de Moebius, entre uno y otro.
Alejandro, es
adoptado, la mamá lo dice en las primeras entrevistas, no tiene amigos.
Respecto de la adopción, dice la mamá," se lo conté cuando preguntó, a eso
de los cinco años, siempre que me preguntó le dije la verdad, no estuviste en
mi panza, pero él no lo acepta. Cuando mira fotos, Alejandro le dice, no ves
que estabas gorda, estabas embarazada. Dice la señora, su marido, no toca ese
tema".
Este jovencito
comienza el tratamiento en el Hospital, comienza a jugar, subrayo el testimonio
de la terapeuta, Alejandro arma un juego, su mentira es juego. La terapeuta
dice que acepta el engaño, le cree lo que a todas luces es mentira. El juego es
creer hasta lo increíble..
El niño dice que
él puede inventar historias sobre sus abuelos. La analista dice, yo te puedo
creer. El niño dice: "mi papá cuando está borracho, dice siempre la
verdad".
En otras
entrevistas, cuando la analista lo saluda al comenzar la sesión le dice:
"para que me saludes si no me conoces, yo aquí nunca estuve".
Entonces, le que ella debe estar confundida, entonces Alejandro agrega:
"seguramente porque el que sí estuvo fue mi primo".
Después de
empezar a jugar a las mentiras, la analista comprometida con la operación
analítica de tomar la mentira como un juego, empieza a mentir y putear, y
comienza a adivinar y a jugar con el nombre propio, arriesgando primero algunos
para luego proferir insultos que van aumentando progresivamente el grado de
violencia.
Empieza a
escribir en las siguientes sesiones, - yo quiero llegar a este punto -, sus
escritos son confusos, las palabras se juntan o se separan erróneamente. Por
ejemplo, tu novio lo escribe así, tu novio, todo junto, tuno separado vio,
dormí con tuno vio; tunovio, todo junto, de, separado ve, con v corta, debe, de
vería, morir, tu novio deve morir.
Cuando no puede
leer, le quita la hoja y lee, empeñado en conseguir asustar a la analista aún
más, y lo va consiguiendo.
La escritura a
veces aparece en la escritura fonemática, en la escritura alfabética, en la
escritura de convención.
En el
consultorio con Alejandro los escritos también circulan. En una ocasión en el
que se arma un diálogo a través de lo que van escribiendo, comete un fallido.
Escribe su novio, todo junto, sustituyendo el posesivo tu por su. Escribe la
terapeuta: el novio de quién, a lo que responde," tuyo, de quién va a ser,
de las damas gratis."
Le señala que
escribió su novio y escribe, me equivoqué. Y da una canción: el negro
argentino, dice así, el negro no puede dormir, no puede dormir, no puede
dormir. El tema no puede dormir del pibe Olmedo agrega. Le da la hoja a la
analista mientras que escribe, el analista, el negro no puede.
En el siguiente
encuentro Alejandro escribe dos canciones y luego cuenta, a través de un
dibujo, lo que vio en Memorias, que es un programa que cuenta la realidad del
país. Pero ese mismo día, la madre relata la escena de la noche anterior:
"le digo que se acueste, que mañana tenemos que venir aquí y me dice
enojado, ustedes, no son mis padres". Es la primera vez que le dice esto,
esa es la realidad.
A esa altura, el
padre acepta tener una entrevista. Despreocupado, comenta, que, hablando de la
adopción, que de la adopción no habla por falta de tiempo pero que no tiene
inconveniente en que Alejandro de grande, conozca a sus verdaderos padres.
Dice que siempre
juegan juntos. Le pide un ejemplo de estos juegos y el padre dice: "yo le
hago cosquillas, y mientras le hago cosquillas, y ese es el juego, le pregunto,
¿vos sos o no sos mi hijo? Y él me contesta, sí papá, como no voy a ser tu
hijo."
Hasta aquí el
material. Después se despliegan otras cuestiones.
Entre aquello
que se trasmite, aquello que se dice, y aquello que se escribe, empieza a
aparecer algo, del orden de una formación del inconsciente, a través de actos
fallidos.
En ese tiempo de
la niñez, se "ahija", en relación a sus padres y acepta un apellido.
No lo acepta
cualquier niño. No es lo mismo repetir, si tomo la identificación en el sentido
de la identificación que remite al rasgo, no es lo mismo repetir que hacer
diferencia en el invento decíamos hace un rato, en la transformación lúdica, en
el hacerse cargo de un patronímico.
En este sentido
yo los invitaría a pensar si es que un niño, cuando empieza a jugar con el
patronímico, cuando se juega con el patronímico no se está jugando también con
las letras que del Otro provienen, para poder escribirlas y transformarlas.
Pregunta: ¿Podes
ampliar el concepto de deseo materno y goce materno en relación a este concepto
de boca de cocodrilo?
L.D.: El deseo
de la madre es aquello que permitiría la libidinización, deseo en tanto
articulado al falo, a la significación del falo, permitiría una libidinización
del cuerpo del niño, del cuerpo del hijo.
Hasta ahí este
deseo, que es el más abierto a la intervención paterna. Este es el deseo,
digamos, que cae bajo la barra por efecto del nombre del padre, dándole un
nuevo significado al sujeto y aportándole significación fálica. Una
significación fálica que está plagada de los ideales maternos, cuando digo
ideales maternos pueden tomar distintas variantes, en este abanico que va en la
gradiente de positivo a negativo de lo imaginario.
En este sentido
digo deseo y es interesante porque también se puede leer en esta metáfora que
nos brinda Lacan el goce de la madre que se lo quiere engullir, digamos como
que su deseo sea el de reincorporar el producto. Y en este plano uno lo podría
articular al goce, sin embargo Lacan lo llama deseo, porque es el que puede,
desde esta perspectiva, articularse a este falo como piedra y toque, es la boca
abierta que también está dispuesta a recibir el falo como piedra y toque del
nombre del padre.
Mientras que,
está dispuesta a recibir esta boca del cocodrilo, si se lo engulle es otra
cosa, está dispuesta a ser tocada por el nombre del padre, a ser modelado y
transformado ese deseo, y estar abierto al nombre del padre, e incluso a ser la
transmisora del nombre del padre, la transmisora de la parentalidad por
ejemplo.
En este sentido,
no lo dije hace un ratito pero lo podría decir ahora, no necesariamente persona
y función coinciden. Del padre, ya lo sabemos, la persona del padre no coincide
necesariamente con la función paterna pero la madre, respecto de lo materno,
podríamos decir lo mismo. Persona, y función materna, muchas veces coinciden
pero no necesariamente.
El Otro
primordial para la ocasión la madre, pero no necesariamente es la madre el otro
primordial.
En relación
entonces a este Otro materno, ¿qué significa goce de la madre? Entonces aquí se
nos abre a otro tema mayor, que es la economía de los goces.
Si ubicamos el
goce fálico de una madre, está muy ligado a este deseo de la madre, es el deseo
de la madre abierto a esta intervención paterna. Este goce fálico donde el niño
como objeto viene a ocupar un lugar en el fantasma materno, o es síntoma de la
pareja parental, pero ligado a este lugar donde hay padre y madre en la
estructura, funciones a la espera incluso. Funciones me refiero a funciones en
la estructura, no me refiero a ponerle límites, ni a mandarlo al colegio,
cuestiones de la vida cotidiana en las que también esto incide y mucho porque
se tiene que historizar por alguna vía.
Pero también
podemos ubicar el goce, en la economía de goces, como goce del Otro.
Escribo, acá en
la intersección entre real y simbólico, goce fálico, que es el efecto de lo
simbólico en lo real y que es formador del síntoma.
Pero también,
otro de los lugares donde se ve el goce en Lacan, que hace a una economía de
goces diferentes, es entre real e imaginario, que escribe goce del Otro, al que
agrega, mejor que de este no haya, es más, no hay, es un inexistente pero que
produce eficacias, hay en la psicosis, hay presente de este goce del Otro en la
psicosis, a partir de las palabras impuestas, delirios, alucinaciones.
Pero este goce
del Otro produce eficacias, y es ese goce que uno podría decir, ese goce
adormecedor, ese goce sufriente o ese goce que produce estragos, ese goce que
lastima el cuerpo, ese goce que no puede reconocer una imagen. En este sentido
podría decir, este goce del Otro como este goce de la madre que a veces puede
ir del grito al susurro en el aplastamiento del advenimiento del sujeto.
LD: Muchas veces
este goce del Otro también aparece en la neurosis, particularmente, en los
niños con afecciones psicosomáticas, donde solo interviene un haz pulsional y
no la intrincación de varias pulsiones.
Digamos, la
demanda del Otro, la demanda de la madre, perfora con su demanda, lo que serán
las zonas erógenas produciendo así bordes erógenos, y dando lugar a que se
inscriba esta pulsión entre psíquico y somático de los sujetos también.
Pero si se trata
de la determinación y a veces casi exclusiva de una línea, de un haz pulsional,
nos encontramos muchas veces en la clínica con trastornos psicosomáticos
severos en la infancia o en tiempos instituyentes, allí donde una madre sólo es
la boca que come. Para decir un caso muy conocido, ¿qué hace el niño? Come
nada. La demanda pulsional, come, come, come, el atisborramiento que Lacan
define como anorexia mental y que después se escribe por el lado de anorexia
mental como come nada, por el atisborramiento no de la comida, de la demanda,
ahí hay un solo haz pulsional.
Podría haber un
solo haz pulsional en una preeminencia exclusiva de la mirada, de lo escópico,
por encima o con relevamiento casi total de las otras articulaciones
punciónales.
A mí me parece
que clínicamente, no sé si lo podemos desarrollar hoy, podemos encontrar, por
ejemplo, uno de los puntos del goce del Otro, es una demanda aplastante.
Pregunta: Vos
habías comentado un caso de adopción y eso me llevó un poco a pensar sobre el
tema de los bebés secuestrados en la dictadura, ¿tenés alguna experiencia?
L.D.: Te
agradezco la pregunta. Yo tenía un texto sobre esto, pero bueno, como me fui
extendiendo lo dejé. Más allá de mi vínculo personal que me une con Abuelas,
particularmente, no sé si vos lo conocías, más de una vez he tenido que
testimoniar con ellas, además de este lazo me parece que no es en nada lo mismo
una adopción donde hay una voluntad de ofrecer un niño por diferentes motivos,
que lo que implica la retención compulsiva, con retención de identidad, por
ejemplo
Es muy difícil
formular, o incluso, digámoslo, con todas las horrorosas circunstancias que se
padecieron en relación a este tema, madres secuestradas que murieron al dar a
luz, o que tomaron estos chicos, sus hijos para que tengan nuevas ideas, para
que no piensen igual que sus padres, no es lo mismo que darlo en adopción, deja
marca ¿cuál es ahí el tema sobre la parentalidad? ¿quiénes son sus padres, los
que marcan a su vez o los que borran esta historia?
En el mismo
acto, aunque nada se sepa aquí de la historia pasada, el acto de
desconocimiento. Marca un principio de renegación, lo mínimo que podemos decir
respecto de este tema.
Hay distintos
tiempos en la experiencia, la poca que pudo haber con chicos
"restituidos", no sé por qué se los llama restituidos, suena
horrible, pero sí los llaman así, por ejemplo en organismos de derechos humanos
o en la OEA.
Una cosa fueron
los niños que se encontraron siendo niños. En general, incluso hay libros muy
interesantes, hay un libro de Matilde Herrera que se llama Identidad.
Lo que ella
testimonia, más como periodista, ella era periodista, es un libro muy
interesante, cuenta que los chicos que fueron como niños encontrados en los
primeros tiempos son todos chicos con afecciones psicosomáticas, o con
obesidad, trastornos psicosomáticos, en sus múltiples variantes y que en
general esto no era ajeno a las maniobras de apropiación en los chicos.
En algunos
chicos que no fueron apropiados sino que algunos fueron adoptados de buena fe,
llamémoslo así, las circunstancias fueron otras. Eran chicos con mayor
permeabilidad al duelo, tenían una historia infantil diferente.
Es muy distinto
a los jóvenes que se acercan hoy a Abuelas, que se acercan, ya no sus padres
que se los va a buscar, sino que se acercan con una duda donde cuentan su
historia, que no hay fotos de ellos, bueno, lo que ya conocemos.
Me parece que
aquí, esta historia que afecta a un niño es un tiempo de escritura en que se escribe
una historia. Se escribe una historia con estos avatares, los explícitos y lo
no tan explícitos.
Comentario:
Además una inscripción tremenda, una inscripción silenciosa, renegatoria, esto
debe ser devastador, pero escritura al fin.
L.D.: Sí, en
algunos jóvenes, se entiende que debe haber sido arrasante, como fue arrasante
también, y de esto tenemos mayor conocimiento, lo que fue el genocidio armenio.
Para nombrar el genocidio a principios del siglo en el que todavía no estaba la
tecnología al servicio de la muerte como lo fue a partir de la Segunda Guerra,
pero el ataque a la filiación, porque finalmente es un ataque a la filiación,
no solamente en la guerra, el exilio es un ataque a la filiación, porque se
descomponen y se interrumpen vínculos, lazos que conciernen a la parentalidad y
a lo filial que se recomponen como se puede, cada quién con su estructura, pero
por ejemplo, aquellos que fueron, que además lo conocemos como testimonio e
incluso con trabajos importantes, Bettelheim, Celan, Agamben también trabajó
este tema, hay circunstancias de estas filiaciones interrumpidas o de lo que
fueron de las circunstancias más adversas de vida que siguen influyendo en la
tercera generación, los chicos de hoy, siguen soñando, en esos campos.
Pregunta: ¿qué
pasa con esos chicos que son adoptivos que los padres no se animan a decirles
que son adoptivos? Esos chicos que son adoptivos y saben que son adoptivos y
tienen un problema, que pasa con los chicos que no saben que son adoptivos, si
tuviste algún caso, es un cuestionamiento, digamos es pesado para los padres o
es más pesado para el hijo por ejemplo no decirle, ¿hay algo del saber en el
chico?
L.D.: Sí, los
chicos saben, absolutamente, hay un saber inconsciente sobre esto, lo que pasa
es que el saber inconsciente se caracteriza por ser insabido, el inconsciente
es insabido, no se sabe que se sabe.
De todos modos
en la clínica nos testimonia y hay diferentes ideas al respecto de quienes
compulsivamente tratan de o rápidamente de un modo apremiante se les informe y
yo creo que aquí vale el caso por caso, absolutamente. Se les informa a los
chicos que consultan por ahí por ese tema y bueno esto está en la historia pero
no con ese texto.
Comentario:
porque yo conozco un caso, donde la madre, antes de morir el hijo tenía
alrededor de 40 años, la madre antes de morir le dijo que no era su madre.
Pensaba que por ahí es más pesado para la madre no decirle, que para el hijo no
saberlo.
L.D.: Estas
cuestiones son muy adversas, que conciernen muchas veces a lo que hablábamos al
principio, la novela familiar, que cada quién desplegará como puede, en su
análisis, con sus vicisitudes singulares.
Buenos Aires, 1
de Octubre de 2002
HOSPITAL DE
EMERGENCIAS PSIQUIÁTRICAS DR. TORCUATO DE ALVEAR
Notas
1 Desgrabación a
cargo de Lic. Gisela Pereira