PASAJE AL ACTO EN LA ADOLESCENCIA. Cristina Calcagnini

Tiempo de Lectura: 13 min.

El tema de hoy es muy amplio y es de una preocupación general, por algo estamos aquí tratando de poner a trabajar algunas preguntas que nos atraviesan.

De la reunión anterior quedaron resonando para mí algunas cuestiones en torno a las que voy a intentar marcar algún trazo hoy.

La clínica con púberes y adolescentes nos apura. La urgencia reclama, a veces, soluciones rápidas.

No siempre estamos a la altura de las circunstancias, no es sencillo hacer lugar a la transferencia salvaje. No es sencillo hacer entrar al caballo desbocado en el picadero.

Más de una vez nos encontramos como con un elefante en un bazar sin saber muy bien que estrategia poner en juego para sostener el espacio analítico.

Entiendo que se trata hoy de plantear un modo de invitación a trabajar luego en los talleres.

Voy a contarles dos cuestiones que quedaron resonando para mí como resto, de lo escuchado en el taller del mes de mayo.

Lo voy a platear así:

¿Cómo incide en la escucha del analista el riesgo de muerte que algunas problemáticas urgentes producen?

Apunto a la cuestión de la angustia del analista, y al acto del analista.

Otra cuestión en la que me quedé pensando es en la relación del adolescente al padre, en circunstancias en que se produce el desfallecimiento de su función, sostenida en su presencia, en sus palabras.

La conmoción imaginaria que la pubertad produce, no es independiente del ordenamiento que en la niñez se inscribe, en el mejor de los casos.

Sin embargo diría: ¿basta con que los títulos, las insignas simbólicas del varón y de la niña estén en orden para que logren cursar un proceso adolescente adecuado?

¿De qué manera juega lo real del encuentro con el Otro sexo, me refiero al impacto del enigma femenino?

Que las preguntas: ¿Qué quiere una mujer? ¿Qué sabe una mujer sobre su goce? ¿Qué es ser una mujer?, tengan su despliegue en la vida adolescente, no es sin el ordenamiento simbólico.

La posibilidad de que el despertar de la sexualidad no sea una catástrofe para el devenir subjetivo, no es sin la inscripción que la operatoria que la función paterna hubo producido en relación a la falta del Otro primordial. Quiero decir, que la madre haya puesto en juego su castración como relevo de que está habitada por un deseo en un más allá del hijo.

Para el sujeto, la escena incestuosa está reprimida, la madre, está perdida y la trasferencia de amor se dirije al padre.

Reinado de su ley, el precio es el amor al padre, de él ha de servirse para luego hacerlo caer.

Amor al padre que en la adolescencia empieza a entrar en conflicto cuando el sujeto se propone, por estructura, ir más allá de él.

Como dice Lacan (1), el padre, tiene derecho al respeto y al amor, sólo si ese amor, ese respeto están pere-versamente orientados. Esto quiere decir, si ha hecho de una mujer, objeto a causa de su deseo, que es la única garantía de la función del padre.

Que el padre ponga en juego su deseo en relación a una mujer, quiere decir que se pone en juego como hombre, como deseante, y por lo tanto, alcanzado él también por la castración.

En Metamorfosis de la pubertad, Freud plantea que, como consecuencia de las oscuras transiciones adolescentes, el sujeto conquista su independencia de los padres. El sujeto inicia entonces, el arduo y largo camino hacia la exogamia.

Camino posible, en tanto puede servirse del amor al padre. Su destino es ir más allá de él.

El padre, es un buen puerto donde recalar, cuando los embates de lo real conmueven al sujeto. Es un buen puerto para luego soltar amarras y hacerse a "la mar".

Lo real de la sexualidad, me refiero al apuro de la pulsión, en el tiempo del pasaje del goce autoerótico de la masturbación al encuentro con el goce del cuerpo del partenaire.

Encuentros sexuales que son del orden desencuentro. Teóricamente bastaría que dijera: No hay relación sexual. Prefiero decirlo de otro modo:

El despertar de la sexualidad, no es sin el despertar de los sueños. Sueños que portan la clave del deseo del sujeto. Ahora bien, la clínica nos indica que hay despertares que son del orden de la pesadilla.

¿Cuál es la razón por la que un sujeto procede de tal manera que tiene que decir del drama que lo habita, no con la producción de un acto sino con una acción, pasaje al acto que lo arroja de la escena de la vida?

Me refiero a aquellos sujetos cuya única posibilidad de vivir es en el filo de la navaja. Lastimando y lastimándose, sin poder producir el corte que los habilite a sostenerse desde el deseo.

Abro aquí la cuestión para pensar aquellas problemáticas en las que, los adolescentes van de acting en acting, y pareciera ser la única vía para mostrar el drama que los habita.

Demanda de escucha que no puede ser alojada por el Otro.

Emergencia de la angustia, en ese delicado borde en que el deseo del sujeto choca con el deseo del Otro. Como nos plantea Lacan en el seminario de La identificación, choque que, no puede dar como resultado sino una falta.

La acción aparece como una manera de intentar enmarcar la angustia. Es un intento fallido de arrancarle la certeza a la angustia, es operar una transferencia de angustia.

La certeza de la angustia es lo que no engaña, es la única traducción subjetiva del objeto a.

Que la acción pueda transformarse en un acto, tiene que ver con la posibilidad de que el decir y el hacer coincidan en el mismo tiempo. Sólo cuando el hacer se soporta en el decir estamos frente a la posibilidad de un acto fecundo para el sujeto.

Para concluir, voy a tomar algunos pasajes de Romeo y Julieta dado que es un drama adolescente universal, por todos conocidos, me permite mostrar de otra manera lo ya dicho.

Dice un comentarista (2) de la obra de Shakespeare, sobre el joven Romeo:

..."parece increible que después de la boda con Julieta, lo primero que haga Romeo sea mezclarse en una gresca con sus nuevos parientes y al ver morir a su amigo Mercucio se deje cegar por la ira y mate a Teobaldo primo de su mujer. Romeo está hecho sólo de pasión e impulsos. Romeo no es Hamlet. Romeo no se detiene ni se demora en dudas y consideraciones.

Romeo es la impaciencia misma y así como se acerca a Julieta en la fiesta, así más tarde saltó por la pared prohibida para verla, así al día siguiente organizó la boda y una vez celebrada la misma ya estaba vengando a su amigo y matando a su enemigo. Así pareciera que corre delante de su caballo, así lo vemos llegar al cementerio con un frasco de veneno.

Todavía alcanzará a pelear con un desconocido y luego de matarlo reconocerá a Paris en él.

Pero Romeo es ya su propio enemigo y aunque haya tenido la nítida impresión de que Julieta vive no se concederá tiempo de comprobarlo o negarlo. Está preso de la voluntad de morir que lo ha traído hasta ahí.

En ese momento ya tiene urgencia por decir las más poderosas palabras que haya pronunciado un hombre, en trance de morir, las que sólo un suicida puede pronunciar:

..."¡Aquí quiero fijar mi eterna morada y sacudir de mi carne, harta del mundo el yugo de las infaustas estrellas!..."

Sólo 5 veces se vieron Romeo y Julieta y es curioso que la única constante en esos encuentros es la urgencia.

No hay tiempo en el mundo para ese amor. Hay tiempo para la guerra, para las fiestas, para los paseos, para la peste, para el veneno, para que la criada cuente tres veces el mismo chiste. Sólo para una cosa no hay tiempo en este mundo: para que los jóvenes que mueren el uno por el otro se encuentren y se amen.

Sólo una noche pudieron estar libres. Esa noche que casi Shakespeare no se atrevió a mostrar, porque acaso ni siquiera la poesía debe llegar allí...

Se trata del mundo contra el amor, es lo que pervierte las cosas, desordena la secuencia del tiempo, cambia el comienzo en final, cambia el lecho de plumas en huesos crujientes y hace que los jóvenes en lugar de avanzar hacia la serenidad y la dicha se apresuren hacia el cementerio..."

La muerte de Romeo y Julieta es obra del malentendido, que sitúa el drama del amor imposible pero también nos permite hablar del odio, de las guerras de familias, de jóvenes peleando, de bailes esperados, de la pasión amorosa, de casamientos apurados, de amigos en problemas, de armas en juego. De homicidio, de la víctima y del victimario.

Es decir nos permite pensar en una amplia variedad de problemáticas actuales.

Romeo héroe moderno está apurado por producir un acto.

¿Cuál es el acto al que hago referencia? Hay una carta que envía a su padre, con la que llega a convocarlo.

Luego de su suicidio, alguien se la entrega.

Romeo le cuenta al padre su historia en esos días: los incidentes de sus amores por todos conocidos, la noticia de la muerte de Julieta, y de cómo se las arregló para conseguir el veneno letal para su vida.

¿De qué le habla al padre? De amor y de muerte.

¿Cuál es el acto que intenta producir? Todo el tiempo Romeo en sus peleas y corridas esta tomado del goce familiar, de la pelea ancestral entre los vecinos. Como consecuencia de una de ellas es condenado al destierro. Sale fuera de esa escena.

Ahora bien, el destierro no es lo mismo que la salida hacia la exogamia. Quedar expulsado fuera de la escena, no es lo mismo que producir un acto, que sostenido en el reconocimiento de su deseo lo llevara fuera de lo familiar para abrirse un lugar como un hombre entre los hombres.

El pasaje al acto, se presenta como una demanda desesperada que el sujeto dirige al Otro, y que el padre no puede escuchar, ya sea porque no puede, porque no quiere, o porque no existe.

El suicidio aparece como un intento desesperado de horadar al Otro que ni se entera de lo que sucede con el sujeto. Romeo con su suicidio le pasa una carta al padre.

Ese padre quién finalmente le dice a su hijo muerto:

..." Maleducado, como te atreves a llegar a la tumba antes que tu padre"...

Se alteraron los tiempos, uno en lugar del otro. ¿Es ajeno a este final la posición de este padre? podríamos preguntarnos.

Alguien podría decirle al Sr Montesco:

" Tarde Sr., ya es tarde...¿dónde estaba usted que no vio el apuro de su hijo. Tal vez peleando con el vecino por viejos rencores.."

Se plantea el límite a la pasión.

Romeo tal vez hubiera necesitado que alguien le dijera:

.."Flaco, pará, ... minas hay muchas y tenés toda la vida para disfrutarlas..."

En este sentido la posición de Julieta es diferente, ya que enfrenta la padre y le formula una demanda por la vía de la súplica, que , por supuesto el padre rechaza en estos términos:

..."Ahórcate joven libertina, criatura desobediente. Oye lo que te digo: o vas a la iglesia el jueves o jamás me mires a la cara, no hables. No repliques. No me contestes. Que tiembla mi mano...¡Esposa! Apenas nos creímos felices por no habernos Dios concedido más que esta hija, pero ahora veo que con ella nos ha caído una maldición.

¡Apártate de mi vista mujerzuela!

Si quieres seguir siendo mi hija obediente, os daré a mi amigo (el joven Paris). Si no lo quieres ser, ahorcaros, mendigad, consumiros de hambre y miseria morid en medio de la calle. Pues por mi alma, que nunca os reconoceréis.

¡Yo no quebraré mi palabra!....

Recalco estas dos últimas frases: nunca te reconoceré si no haces lo que te digo, y no quebraré mi palabra.

Ahora bien; ¿por qué para un padre escuchar acerca del deseo de su hija sería quebrar la palabra?. Hacer lugar a la palabra de la hija, no significa que se quiebra la palabra propia.

Julieta insiste, recurre a su madre quien tampoco la ayuda y le dice que no hablará una palabra y que todo ha terminado entre ellas.

Recurre entonces Julieta a su nodriza quien le sugiere que se case con Paris ya que Romeo ha sido desterrado y sólo retornará a escondidas, que haga de cuenta que es viuda.

Tristemente defraudada en especial por su nodriza, confiesa que se le ha partido el corazón con lo que le ha dicho.

Recurre entonces al monje a quien dolorida le dice que prefiere matarse antes que traicionar a su amado. El monje entonces, le sugiere un simulacro de muerte. Le da un licor, que deberá tomar la noche siguiente, hasta la última gota. Simulará estar muerta y a las 48 horas despertará de tan profundo sueño.

El día señalado para la boda, será el día en que la hallarán muerta. Se le harán los honores que reciben los muertos y será

la llevarán a la cripta familiar.

Romeo será avisado por carta de que todo es una ficción y ambos se encontrarán y escaparán juntos a vivir su gran amor.

La carta nunca llega a tiempo al destinatario, el drama tiene la coartada perfecta para desplegarse.

Julieta arma una estrategia fallida para zafar del intento del Otro de borrar su deseo del mapa.

Juega la escena de la bella durmiente. Espera que el príncipe bese sus labios, para despertar aunque no sabe la escena que le espera.

Estando en el destierro Romeo cuando despierta relata un sueño. Dice que estaba muerto, y que Julieta lo besaba y entonces despertaba y se convertía en príncipe.

Tanto Romeo como Julieta deseaban un despertar a la vida con el beso del amor, pero como diría el cómico, sin querer queriendo probaron el dulce veneno del beso de la muerte.

El beso, tal vez viene al lugar de la palabra, que también puede abrir hacia la vida a un sujeto o arrojarlo fuera de la escena.

El encuentro con el analista para algunos sujetos que corren de escena en escena buscando anclar en alguna palabra, que buscan a veces, un sitio del que servirse para crear su lugar en el mundo, es tal vez el único pasaporte que puede habilitarlos en relación a su propio deseo.

Tengamos presente que, tal vez no tengan la posibilidad de decir como en el juego " mal don" y volver a empezar el juego.

Recordemos lo que Lacan no dijo más de una vez en relación a no retroceder, frente a la angustia que algunas presentaciones clínicas nos despiertan cuando vislumbramos esa despiadada arista de lo real en la transferencia.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

(1) J. Lacan, seminario R S I clase 21 - 1 - 75.

(2) William Ospina, El yugo de las infaustas estrellas. en Romeo y Julieta de W. Shakespeare, Grupo editorial Norma.