TRANSFERENCIA Y PULSION. María Rosa Laborato.

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Voy a volver a repetirme, quizás porque si de la relación entre transferencia y pulsión se trata, la repetición es inevitable. Por un lado porque en las clases anteriores me guié por dos frases de Lacan en el inicio pero por otro porque estas dos frases ya las había recortado para un trabajo leído en unas jornadas y me siguen pareciendo brillantes, en tanto y en cuanto el brillo reclama toda nuestra atención.

Ambas frases son de la página 120 del Seminario 3, el de "Las psicosis". La primera dice así: "Ser psicoanalista es, sencillamente, abrir los ojos ante la evidencia de que nada es más disparatado que la realidad humana." y la segunda: "Si por una suerte extraña atravesamos la vida encontrándonos solamente con gente desdichada, no es accidental, no es porque pudiese ser de otro modo. Uno piensa que la gente feliz debe estar en algún lado. Pues bien, si no se quitan eso de la cabeza, es que no han entendido nada del psicoanálisis".

Si subrayo esto que dice Lacan con una aparente sencillez, que no es la que caracteriza a su discurso precisamente, y que tampoco es tal si reflexionamos sobre la posición del analista, es porque pensar la práctica clínica desde la teoría y la teoría desde la práctica clínica conforman una dialéctica en permanente tensión y algo de esta tensión es lo que proponen tanto el concepto de pulsión como el de transferencia.

Lacan en "La dirección de la cura y los principios de su poder" señala la degradación del psicoanálisis después de Freud y cómo ésta tensión se diluyó en pos de la comodidad que ofrece el reforzamiento del Yo y el lugar, concordante con este reforzamiento por parte del analista, que es el del Saber acerca de la felicidad del paciente. Desarrollaremos esto un poco más adelante.

Propongo al pasar que también se conocen algunas de las deformaciones en que ha caído el legado de Lacan. Por ejemplo se ha llevado al límite del absurdo su formulación de no dirigir al paciente y no responder a su demanda, a través de silencios absolutos en las entrevistas que lo único que hacían era dejar al paciente sumido en la angustia.

O a nivel de la teoría el mal que nos aqueja es el del sobreentendido, como Lacan se interiorizaba en otras disciplinas y las ponía a disposición de la suya, hoy la exigencia colectiva es que todos tenemos que saber todo y leer todo, a su manera. No digo que esté mal saber todo lo que se pueda, siempre y cuando se respeten las propias marcas y el propio estilo del analista.

Sintetizando esta introducción, podemos considerar como inevitablemente humana la tendencia a la globalización del psicoanálisis, por el malestar inherente a la incertidumbre que conllevan su práctica y su teoría, ya que el sujeto deseante no es algo que esté definido antes de un análisis sino que se va construyendo en el mismo. El del inconsciente no es un saber clausurado, ni completo, como dijera Machado "se hace camino al andar".

Como ya se han ocupado de explicitar mis compañeros de cartel en cada una de sus clases, la de hoy tiene que ver con mi lectura particular de los textos de Lacan. Esto que les voy a decir es nuevo para mí, ya que lo fui pensando mientras preparaba la clase. De paso les hago publicidad a futuro en relación a lo que puede implicar preparar una clase o un escrito: lo bueno de la enseñanza es que en principio es enseñanza para el que enseña; tomo enseñar en la acepción de mostrar, indicar una dirección posible.

Entonces, para entrar en tema, voy a empezar con el mito, un tema que Elsa ya ha desarrollado en relación a la frase de Lacan que aparece en "La significación del falo": "las pulsiones son nuestros mitos" y que en "La dirección de la cura .....", esta vinculación entre mito y pulsión, va a ser tomada desde otro ángulo.

El bebé en el mejor de los casos, una vez que se sabe de su llegada, empieza a tener su lugar dentro de la historia que lo antecede o sea dentro del mito familiar. Estas expectativas acerca del futuro hijo son las que por un lado lo van a alienar pero a su vez le van a permitir la separación. Sabemos también que cuando en el mito no hay lugar para el hijo en el deseo de la madre, nos encontramos ante las psicosis. En cuanto a los bebés, recuerden las primeras clases de Elsa.

Así nos recuerda Lacan que el "Hombre de las ratas" llamado así por Freud en razón de la insistencia significante, viene a introducirse en un mito familiar que se establece a partir de lo pactado entre sus padres, que se traduce en la equivalencia: "tantos florines, tantas ratas".

O sea que la madre ofrece su capital, los florines, mientras que el padre (obedeciendo a su vez a su padre), se casa con ella aunque en realidad a la que amaba era a una mujer pobre y lo que puede ofrecer a cambio de los florines es la posibilidad de darle hijos o sea las ratas, de acuerdo a los significantes del analizante. El hijo ocupando el lugar del pago de una deuda del padre va a regir todo el historial de Freud y el relato por parte de un capitán cruel acerca de la tortura con la introducción de ratas por el ano, es lo que lo hace consultar con Freud y entrar fuertemente en la transferencia.

Por un lado recordemos la sentencia del padre ante el descontrol del hijo, escena en la que le predice que será un gran hombre o un gran criminal. Por su parte leamos a la letra el historial de Freud "....al final de esta segunda sesión el sujeto se conducía como aturdido y enajenado, llamándome repetidamente "mi capitán", sin duda porque al principio de la sesión le había dicho que yo no era un hombre cruel como el capitán de su historia...." (pag. 1448, Tomo II, O. Completas).

Freud tranquiliza al sujeto como un buen padre, obstáculo que siempre aparece en la dirección de la cura de sus historiales, le dice que él no es el capitán cruel y obtura a mi entender el despliegue de esa crueldad de rata que se le impone al sujeto. Por su propia subjetividad, Freud no puede leer lo que de pulsional aparece tras la demanda del paciente, lo tranquiliza como el amigo al que el analizante siempre recurría para que le aseverara que no era un asesino, responde a su demanda de amor. Lacan en "La dirección de la cura...... " sugiere que dicha dirección no estaría desligada de la muerte del sujeto en la guerra.

Entonces, la relación entre el mito familiar que precede a la aparición del sujeto no es sin consecuencias en el nacimiento de la pulsión, en ese cuerpo que ya desde su lugar de embrión es tocado; metafóricamente hablando; envuelto, bañado, como más les guste, por los significantes.

Es así que este mito tendrá influencia en el armado del fantasma fundamental del discurso de un sujeto y su repetición pulsional en la búsqueda del objeto. Recuerden lo que veíamos en Freud acerca de la compulsión a la repetición y que él llamaba "neurosis de destino".

Lacan dice, criticando al modo de operatoria de su época en la cual se reforzaba el yo y se adaptaba al sujeto a la realidad, que Freud "empieza por introducir al paciente a una primera ubicación de su posición en lo real, aunque ello hubiese de arrastrar una precipitación, ......una sistematización de los síntomas".

No se trata de adaptar al sujeto a la realidad, sino de mostrarle que está bien adaptado, "puesto que concurre a su fabricación". Es decir que lo sitúa al sujeto como escenógrafo, como director de su propio destino. Entonces según Lacan nos encontramos con: ".....una dirección de la cura que se ordena,..... según un proceso que va de la rectificación de las relaciones del sujeto con lo real, hasta el desarrollo de la transferencia, y luego a la interpretación, donde se sitúa el horizonte en el que se entregaron a Freud los descubrimientos fundamentales ......" (pág. 578 "La dirección de la cura.....").

Pero para que se produzca este ordenamiento, el analista también tiene que pagar, no sólo lo hace el paciente. Fíjense cómo lo dice Lacan: "....en el depósito de fondos de la empresa común, el paciente no es el único con sus dificultades que pone toda la cuota. El analista también debe pagar: "paga con sus palabras "si la transmutación que sufren por la operación analítica las eleva a su efecto de interpretación"; paga con su persona, en cuanto que "la presta como soporte" de la transferencia y paga con su ser, "con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo".

El analista, entonces, intervendrá desde los registros Simbólico, Imaginario y Real. Siendo su lugar de semblante del objeto "a" como causa del deseo, el horizonte que debe guiar sus intervenciones. Lo que cuestiona Lacan en relación a lo que sucedía en su época, es que se pensaba la transferencia en función de lo que le ocurría al sujeto con la persona del analista, por lo que éste no caía del lugar del Sujeto Supuesto Saber sino que era el saber mismo y en el final del análisis lo único que cabía dentro de esta lógica era la identificación con el analista.

Es decir que mientras Freud y Lacan ponen al sujeto como protagonista de un análisis y al analista como aquel que mediante una operación dialéctica le devuelve su propio discurso teniendo como horizonte el deseo, los post-freudianos cambian el eje del tratamiento y el analista pasa a ser el protagonista y todo decir del sujeto se interpreta en relación a éste y no al deseo del sujeto.

Lacan refiriéndose a Freud dice que como él sabía que el analizante no se refería a su persona, hacía que el sujeto se acostara en el diván. Recordemos cuando las histéricas se le abalanzan a Freud, él en forma humorística se cuestiona su belleza y va más allá de la incomodidad de la escena y de lo halagador que podía ser eso para su narcisismo.

Con el fin de establecer un cierto orden en el tema de la transferencia sabemos que un sujeto consulta porque hay algo que no funciona bien y cree que el analista es quien va a saber lo que le pasa, el analista en un principio va a funcionar como el Sujeto Supuesto Saber, entonces como analistas le decimos que hable.

En el límite, en el tope de la cadena significante es donde se va a hacer presente lo Real, el objeto "a" o sea lo pulsional detrás de la demanda y el analista ahí va a tener que hacer semblante de este objeto para que se resitúe en la cadena significante a nivel del deseo. Después lo voy a intentar ejemplificar con un caso clínico.

Volvamos a lo que rescata Lacan de Freud en cuanto a que no hace uso de la sugestión porque hacer uso de la misma hubiera sido hacer uso de su poder, él no lo toma este poder que le otorga el analizante para que tome todo su valor la transferencia.

Lacan va a decir en "La dirección de la cura...." que el sujeto lo que ha hecho toda su vida es demandar y que él lo que va a hacer es no responder, callarse para preservar en sus análisis lo indecible. Ya que toda respuesta a la demanda reduce la transferencia a la sugestión.

Por un lado refiere que es él quien le ha ofrecido hablar y que con su oferta ha creado demanda y además aclara que en la supuesta asociación libre no hay tal libertad porque desemboca en la posibilidad de decir algo que podría ser verdad y nada es más temible que esto. "Así el analista, va a decir Lacan, es aquel que apoya la demanda, no como suele decirse para frustrar al sujeto, sino para que reaparezcan los significantes en que su frustración está retenida" (pág. 598).

"El analista tiene que vérselas sucesivamente con todas las articulaciones de la demanda del sujeto" pero sólo puede responder desde "la posición de la transferencia". "Es pues gracias a lo que el sujeto atribuye de ser (de ser que sea en otra parte) al analista, como es posible que una interpretación regrese al lugar desde donde puede tener alcance sobre la distribución de las respuestas." (pág. 571).

Traducido esto último quiere decir que primero tiene que haber transferencia para que después pueda haber interpretación.

Todo el trabajo del análisis es dialéctico parte de los decires del sujeto para regresar a ellos, por esto mismo la validez de una interpretación no tiene que ver con la confirmación por parte del sujeto, sino con el material que irá surgiendo a partir de ella.

La interpretación nos va a decir Lacan en este escrito tiene una "ambigüedad intencional", es a la vez cierre y apertura por su carácter incompleto que sólo se "realiza a posteriori". La interpretación apunta al deseo porque es hacia el deseo adonde se dirige al sujeto en la cura.

En el capítulo "Presencia del analista" del Seminario 11, Lacan va a decir que el concepto de inconsciente no puede ser separado de la presencia del analista.

En la sucesión de los significantes es donde el deseo se hace presente, entre dos significantes como decía Marcelo la vez pasada es donde el sujeto del inconsciente se hace presente, pero en tanto el deseo se presenta en la cadena significante de un modo evanescente, se muestra o se abre y se vuelve a cerrar u ocultar hay un goce que se pierde. Este goce tiene que ver con los significantes del Otro y con ocupar el lugar de objeto para tapar la falta del Otro, para no ver la castración del Otro. El analista va a ser testigo de esta pérdida.

Entonces, en relación al lugar de objeto por parte del analista, Lacan en "La dirección de la cura....." plantea algo en relación a la teoría vigente en su época que ahora nos hace reír, el hecho de que poder oler a su analista se considerara como un feliz éxito de la transferencia para un sujeto. Y también nos provoca una sonrisa considerar la posibilidad de llegar a la felicidad a partir del acceso a un carácter genital en el que las pulsiones son "verdaderamente tiernas, amantes".

O sea que podríamos decir que para alcanzar la supuesta felicidad el costo era sintetizar todo en el Yo que permanecería "independiente de sus objetos", sin ser afectada su estabilidad por la "pérdida de un Objeto significativo".

Recuerden lo que planteaba Marcelo en la clase anterior en relación a que el análisis no tiende al ascetismo, al hecho de estar lejos de los objetos. Pero esta manera de pensar la clínica por parte de los post-freudianos es consecuente del reforzamiento del Yo al que se sumaba por introyección el analista, el resultado final era el narcisismo de un Superman que no perdía su estabilidad por nada, lo cual es forzar la clínica hasta el absurdo.

Además sería establecer a través de la asunción de un "carácter genital" que el fin de todo análisis es el amor, o sea que queda reducido a un fin imaginario, contradiciendo la realidad de la pulsión que es parcial. Volvamos al Seminario 11, al capítulo "En ti más que tú" y a aquello que veíamos en la clase de Claudia que toda demanda es demanda de amor.

El amor es un efecto de transferencia pero también es lo que hace que el sujeto se cierre al efecto de la interpretación o sea que es simultáneamente el motor y el obstáculo en la dirección de la cura. Recordemos sin embargo en lo que traía Claudia que Freud en "Las pulsiones y sus destinos" habla del amor.

El engaño que postula el amor es aquel mediante el cual el sujeto se hace un objeto amable. Es desde un punto ideal (I), que está en el Otro, "desde donde el Otro me ve tal como me gusta que me vean." Pero si el analista se sustrae a esta demanda allí va a aparecer el objeto de la pulsión que está detrás de la demanda. Lacan va a formular así lo que el analizante le propone al analista: "Te amo, pero porque inexplicablemente amo en ti algo más que tú, el objeto a minúscula, te mutilo".

El "mecanismo fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre I y a" o sea "la distancia entre el punto donde el sujeto se ve a sí mismo amable y ese otro punto donde el sujeto es causado como falta por el objeto a". Es en ese punto de falta donde tiene que "reconocerse el sujeto".

Es en esa división subjetiva donde se encuentra su verdad. El análisis "se adentra en la falta central donde el sujeto se experimenta como deseo". (pag. 274). Al deseo se lo puede leer en la letra del analizante y en todo el Seminario de "La ética del psicoanálisis" Lacan se encarga de establecer que apostar al deseo no tiene nada que ver con hacer el bien, con el amor al prójimo.

Podríamos decir que para que aparezca el deseo se tiene que poder soportar la castración del Otro y no soportar o sostener al Otro desde el lugar de objeto.

Esta pérdida de goce en la medida en que se despliega la cadena significante es "sin compensación, sin ningún saldo a favor, salvo el ser retomada en la función de la pulsación", acá es donde interviene el analista como semblante del objeto "a", causa del deseo.

Habrán visto que la distancia entre I y "a" que propone Lacan a seguir por un análisis la toma de Freud, cuando habla de la identificación en "Psicología de las masas y análisis del yo". Freud sabía acerca de la hipnosis, sin embargo va más allá y Lacan le rinde un homenaje al final de "La dirección de la cura...." al decir que era un "Hombre de deseo, de un deseo al que siguió contra su voluntad....."

Bueno, ahí es donde se encuentra el deseo del analista, en la búsqueda de la verdad superando toda comodidad. Lo que les decía al principio del malestar que conlleva el psicoanálisis pero actuar en conformidad con el deseo tiene la ventaja de renunciar al poder.

Lacan termina "La dirección de la cura...." jugando con el ser y la nada. La otra vez leía a Cortázar quien decía también jugando que Adán es Nada al revés.

María Rosa Laborato. Seminario de la EFBA Pulsión.