LO INSOPORTABLE. María Gabriela Pedrotti

Pero él ya estaba vacío, era una cáscara de hombre movida por el automatismo de la costumbre. Los Siete Locos, Roberto Arlt.

Es agresiva, contesta mal todo el tiempo, se enferma seguido, no se deja ayudar, en eso nos parecemos. Así presenta la madre a su hija de 16 años.

Del padre: Son insoportables, Inés es como ésta que cuando murió su madre no paraba de llorar por los rincones, le decía que se dejara de joder, que los muertos ya están muertos, pero ella no sale de la regla, es como todas las minas, son tan boludas.

Inés se presenta sin gracia, abatida, ha transitado por distintos espacios, neurológicos, neurolingüísticos, médicos homeopáticos, sin alivio alguno. Su angustia continúa, dice no soportar más. Sitúa el inicio de su angustia desde que murió su gatito, estaba enfermo, era como su hermano. Yo lo cuidaba mucho. Un día llegué a casa y no lo encontré, papá lo había tirado. Descarrila en lágrimas que pronto irán armando discursivamente el odio al padre.

Refiere también la soledad que siente cuando sus padres se van, como ella se las arregla sola desde chica los fines de semana queda sola en su casa. Sola; como Erdosain me pregunto qué es lo que hago con mi vida, me siento desesperada como él.

Apasionada lectora, dice que los libros son sus amigos. Es en la escuela delegada de su año, y asiste a cuanta asamblea se propone; estos son los espacios con pares en los que se siente más a gusto, en las fiestas o reuniones sociales y bailes se aburre. Sus amigas están de novia, todas menos ella que tímidamente dice gustarle un compañero con el que siempre se pelea, Alfonso, llegando hasta agarrarse de los pelos cuando no se entienden. Todos los varones de mi división son de lo peor, soberbios e injustos.

La vida está llena de injusticias, por eso yo soñaba de chica con ser presidente, para distribuir la cosa mejor.

Adviene un tiempo en el que comienzo a aburrirme, relata sin implicación algunas peleas, enfados, o despliegues intelectuales acerca de sus lecturas. Parecía hablar de memoria. Interrogo mi aburrimiento, y al modo de hipótesis digo: Nada la toca, nada la conmueve, no hay acontecimiento que promueva la división subjetiva, Qué es lo que no pasa, pregunta que relanza mi deseo como analista y la curiosidad que retorna.

De este tiempo recorto dos significantes que se irán desplegando en transferencia, agreta, y chiquilina. Interrogada la paciente por las fijaciones a las que hace alusión esto es: ser torpe, siempre se caía; ser fea, siempre agria con cara de culo; tener cuerpo de nena, chiquita, petisa y gorda, no refiere asociación alguna, aún.

Este ser torpe se juega en su enunciación, se tropieza con las palabras a menudo, sin advertirse.

En este tiempo se esguinza su pie izquierdo dos veces, y una placa radiográfica descubre un agujero óseo en el calcáneo que sería la causante de sus tropiezos, según el médico. Con preocupación acompaño los avatares médicos que transcurren para ella, como una actividad más que se agrega a sus días. Al mismo tiempo que me pregunto, Un agujero en su cuerpo, para qué, Qué objeto intenta vaciarse allí Si no la implica como sujeto no tendría estatuto sintomático, cómo pensarlo

Se decide ponerle un yeso por un año y muletas, lo acepta sin más, y para mi sorpresa, es a partir de acá que se empezará a sentir mirada por los varones, mediando esta ortopedia modifica el lazo con sus pares, y se hace mirar Suplencia fálica

Un día sin saber muy bien por qué le pregunto si le duele. Se pone a llorar, como en los primeros tiempos, le pregunto: Qué duele tanto Evoca los siguientes recuerdos de su infancia: Nunca la llevaron a lugares de chicos, si salía con sus padres era para ir a San Telmo o a museos, dice que se aburría como un hongo. Cómo un hongo, interrogo. Sí, dice, yo siempre a la sombra y a oscuras, viste que a los chicos lo visten de colores A mí siempre marrón, no como una nena.

Ausente el brillo fálico que confiere la mirada de un padre no logra dignificar su cuerpo en tanto fálico, cuerpo que no vacía su falta en tanto no hay límite de corte, entre adultos y niños hay continuidad.

Un sueño de este tiempo. Descubro algo en el pecho, una pelota, me hacen un estudio, esperaba lo peor, me dicen que es un tumor, que tengo algo malo en la mama.

Asociaciones. Tener un defecto físico, eso es lo que decía papá cuando yo me caía, el decía que yo creía que a mi paso los objetos se moverían. Interrogo: Y qué será eso malo que tiene mamá Mamá nunca me defendía, para ella a papá hay que entenderlo porque él no sabe expresar afecto, dice que cuando madure lo voy a entender. Intervengo: Si madurar implica entender los insultos de papá mejor seguir siendo una nena.

En una entrevista con sus padres, sosteniendo el padre su discurso injuriante dice: Si mi hija termina en el Moyano se lo merece; ya no es mi hija, es cualquier cosa. Le digo que si a mí me resulta tan difícil escuchar como él habla de su hija me imagino que a su hija le debe ser muy doloroso; a lo cual responde con un Me importa un carajo. Se me impone frente al silencio de la madre poner un límite. Le pregunto, para qué vino Dice que lo obligaron. Le digo, por qué no se va Ahora me quedo. Le digo entonces que se queda a condición que en mi consultorio a su hija no la insulta más.

Siempre estuve en un no lugar, Cómo mi mamá no se daba cuenta que no tuve amiguitos, o de que yo tenía siempre miedo para jugar, que siempre estaba asustada. Intervengo: Y por qué será Bueno, mamá no se da cuenta de nada, ella se deja maltratar por papá, no la entiendo, él la re basurea y ella no hace nada.

La madre sostiene a este padre soportando sus injurias. Padre que identificado a la excepción, a él la muerte no lo afecta, ni deja afectar, las mujeres serán para este hombre inscriptas en la serie de las boludas lloronas. La madre lo entiende, le dice a su hija, Cuando seas una mujer te va a pasar lo mismo; ostentación burda de la posición fálica femenina exhibida por la madre sin vergüenza. Impunidad gozosa tanto de ella como del padre.

Desde la madre se faliciza el saber al cual Inés se identifica. Hace cuerpo con el saber, y estudia cada vez más. Terminada la escuela secundaria se anota primero en dos carreras, sociología y periodismo, y actualmente en una tercera, en letras. Letras que no hallan en su cuerpo el borde escritural que normativice la falta en ser que su cuerpo reclama en tanto escindido.

El cuerpo femenino es para ella el lugar donde asienta el saber y habrá que recorrer un largo trecho para que pueda escribirse allí una falta que no se lea como minusvalía imaginaria.

Recorta una escena. Fue a una fiesta de sus ex compañeros de secundario, se pone en pedo, Fue un garrón, no tengo idea qué me pasó, pero fue muy feo, me acerqué a él Alfonso y empecé a decirle cosas horribles, re agresiva, no podía parar, estaba muy mareada, sentí esa cosa de andar mendigando afecto, no sé por qué me hace sentir tan desgraciada, me da vergüenza, me sentí desnuda. Intervengo: Tal vez se trate de eso, de estar desnuda con Alfonso. Dice: Sí, pero parece que yo los expulso con las palabras.

Por este tiempo comienza a preguntarse qué miran los hombres en una mujer. Dice: No los entiendo, les importa más una buena mini que una buena cabeza. No estoy de acuerdo con eso, vestirme como una Barbie no me interesa.

De a poco el enojo y la pelea ingresarán en la transferencia. Me supone ser de esas minas que usan mini, se enoja mucho, hasta que dice no entender si trabajo con la cabeza cómo es que también me importa eso.

Va a comprarse ropa siempre se viste de oscuro y con ropa gastada. Funciono este tiempo como semejante, atenta a su peinado, a su corte de pelo, y a su ropa. Va de compras y no encuentra nada para ella, Es tan chiquita que la ropa, dice, le queda demasiado grande. Se mira en mí y se pregunta, Y vos que sos alta, no te queda corta la ropa

Comienza a ser interrogada por su imagen, Ayer me miré al espejo y me sentí tan desfasada de como quería ser, fue como si nunca me hubiese mirado, agarré fotos mías de antes y en todos estoy con una cara de culo, es una imagen con la que yo no tenía ganas de verme, me afectó muchísimo, me fui a comer inmediatamente, la diferencia es que después llamé a la nutricionista y le pedí una hora, voy a empezar una dieta.

Acompaña este tiempo cierto barramiento del saber intelectual que la sume en momentos de angustia, tiende rápidamente a negativizarlos, esto es: Ahora no sabe nada, no ha leído nada, no es inteligente, a la vez que se ausenta la palabra que corre, dice estar más en silencio, no se pelea tanto.

Llega su cumpleaños. Cuando se levanta se da cuenta que ese es un cuarto de nena. Decide juntar los ositos de peluche y regalarlos. Va a cambiar el empapelado y la decoración.

Dice sentirse como si viviese en un plano paralelo entre su cabeza y algo que no transporta en su cuerpo, como si fuese Las puertitas del Señor Lopez. Ya no se siente tan parecida a Erdosain, Ahora no me cuelgo así, bajé de la fantasía, no sé ahora donde estoy parada, estoy triste, quisiera estar con alguien y no puedo, por eso me quebré es la primera vez que significa así su yeso como si no tuviera valor. No puedo soportar el amor físicamente, si alguien se acerca siempre meto la pata, me da mucho miedo que me lastime, no me soporto.

Sabemos que lo real es lo que va del trauma al fantasma en tanto éste vela otra realidad, la de la pulsión; en este tiempo quebranta su soledad el afecto que no llega aún a bien decirse, se dice mal pero se dice. No es lo mismo meter la pata en lo que dice que quebrársela. El fantasma organiza el cuerpo que se soportará ya no fragmentado en los objetos pulsionales de goce, pero aún no alcanza para que se ofrezca como cuerpo agalmático al otro sexo, si bien esto la introduce en la dialéctica con el semejante. Por vez primera va a comprar con una amiga un libro, dice que el librero le gusta y que su amiga está al tanto. Cuando se van su amiga le dice: ¡Cómo te miró!, para mí tiene onda con vos. Se pregunta, Cómo ella se dió cuenta, yo me sentí burlada cuando ella me dijo esto, por qué

Hoy no sé qué espacio ocupo, no sé cómo presentarme, como si me hubiese olvidado mi nombre.

Qué es lo que hago con mi vida decíase entonces Erdosain, queriendo quizás aclarar con esta pregunta los orígenes de la ansiedad que le hacía apetecer una existencia en la cual el mañana no fuera la continuación del hoy con su medida de tiempo, sino algo distinto y siempre inesperado como en los desenvolvimientos de las películas norteamericanas, donde el pordiosero de ayer es el jefe de una sociedad secreta de hoy, y la dactilógrafa aventurera una multimillonaria de incógnito.

Dicha necesidad de maravillas que no tenía posibles satisfacciones ya que él era un inventor fracasado y un delincuente al margen de la cárcel le dejaba en las cavilaciones subsiguientes una rabiosa acidez y los dientes sensibles como después de masticar limón. En esas circunstancias compaginaba insensateces.

María Gabriela Pedrotti. Escuela Froidiana de Buenos Aires.

LA PALABRA Y LA VOZ EN LA CLíNICA. María Eugenia Vila

Agradezco al Cartel de Carteles y Grupos de Investigación la invitación a estar aquí con Ustedes con un tema tan central en nuestra praxis como lo es, el de La Palabra; porque es en el análisis, precisamente, en la palabra, donde pueden leerse los efectos del inconsciente.

Es, dice Lacán en Función y Campo del lenguaje ese médium, la palabra del paciente con el que el psicoanálisis cuenta

Médium respecto de un particular lenguaje que nos habita, impregnado de sustancia gozante, que Lacán nombra: lalangue. Las leyes del sistema inconsciente gobiernan la lengua y sus formaciones, las del inconsciente como producción, dicen hasta donde pueden, de la verdad del sujeto. Del horror, del vacío que lalangue vela aportando un sentido y que es por la palabra que solo se dice a medias.

Me interesa mencionar la función de mediación simbólica que la misma realiza respecto del Otro, siempre y cuando el sujeto puede tomarla.

Tomar la palabra implica por un lado, hacer oír su voz, en tanto y en cuanto esta, la voz haya podido recortarse en la dialéctica entre el sujeto y el Otro y también, ser visto, ofrecer un cuadro a la mirada del Otro, lo que supone en alguna medida haber depuesto la mirada en tanto una de las especies del objeto. Marco fantasmático por medio del cual una operación resta ese carácter medusante que ordenaría callar como las piedras.

De todos modos es menester realizar un trabajo de articulación a la palabra, de producción de la misma, a través de determinados enlaces que la produzcan, y de ese modo pueda el sujeto disponer, en alguna medida, de ella.

Se trata de enlaces a una imagen y al significante y en tanto y en cuanto lo real no cesa de no inscribirse siempre hay un resto, ese indecible que la palabra no alcanza a cubrir, un imposible de ser capturado, no puede decirlo todo, solo a medias, pero esa misma cuestión es la que genera que prosiga en su intento y en lo que respecta a la clínica, se crean las condiciones para que en medio de su decir, el inconsciente produzca su propio escrito

Porque de eso se trata en la práctica analítica, de un decir en transferencia. La palabra se dirige siempre a otro, representa una demanda de hacerse oír. Y esta es la cuestión fundamental en tanto y en cuanto la palabra como acto creador hace al carozo de nuestra praxis.

Me pregunto: bajo qué condiciones la palabra adquiere el valor de acto para el sujeto

En Variantes de la cura tipo Lacán dice que no es solamente por un asumir simbólico como la palabra constituye el ser del sujeto, sino que es por la ley de la alianza, en que el orden humano se distingue de la naturaleza, la palabra determina, desde antes de su nacimiento, no solo el estatuto del sujeto, sino la llegada al mundo de su ser biológico

De esta frase quiero subrayar, no solo el asumir simbólico a través del cual la palabra constituye al sujeto sino también la ley de la Alianza. De qué alianza habla Lacán

En el Seminario sobre La Angustia cuando Lacán trabaja lo referente a la voz lo hace en relación a la cuestión del Shofar.

Este objeto ritual es un cuerno de carnero, en el cual se sopla y se hace escuchar un sonido, objeto ritual porque es usado con este sentido en algunas fiestas judías en las que se escucha tres repetidas veces.

La importancia del Shofar está dicha en un pasaje de la Biblia en el que durante un diálogo, crucial y significativo, podría decir, de Dios con Moisés es precisamente, cuando el pueblo escuche la voz de Shofar, que podrá acercarse a ellos. El pacto con Dios habrá terminado y es éste el sentido fundamental que guarda su sonido en determinadas ceremonias rituales: conmemorar el pacto con Dios. Pacto que representa la instauración la ley.

Pacto con Dios, tiempo de instauración de la Ley, apoyatura simbólica que reclama siempre ser renovada y/o evocada en la escenificación que de esto hace el Shofar. También presenta esa entonación, que como bien dice Lacán, es lo que hay de memoria ligada a ese sonido, conmemora esa alianza, funda en el sujeto la sujeción a la Ley, en tanto prohíbe y prescribe y al mismo tiempo brinda alguna clase de garantía respecto de tomar la palabra.

Me gusta recordar un trabajo que escuché en unas jornadas de la Fundación Brizna, de un paciente psicótico internado que comenzó sorpresivamente a manifestar cierta mejoría, a partir de la presencia de una nueva enfermera en el hospital en el que se encontraba. La enfermera resultó ser de la misma provincia que él, del norte de nuestro país, y era su tonada, lo que en su voz se desplegaba, que lo reconducía a un cierto lazo social con ella y otros en tanto recreaba una brizna de esa lalangue que lo habitaba.

Entonces estas son cuestiones especialmente clínicas. Muchas veces intervenimos con un tono de voz que permite que nuestra intervención sea escuchada. Así como en otras, es el vacío de la voz, la intervención indicada.

En este sentido palabra y voz son solidarias ya que conmemoran el pacto con Dios, en otros términos, se trata de la presencia del Otro por mediación de la voz la voz dice no al bramido de Dios. A ese bramido que en el relato bíblico ordena a Abraham que sacrifique a Isaac hasta que la mano se detiene. Acto fundador que posibilita que lo real del cuerpo exista a la palabra.

Algunas voces, la tonada, producen una rememoración más cercana el bramido de Dios que a la conmemoración del pacto. Decía que intervenimos también con la modulación que de nuestra voz hacemos, hasta donde podemos, entiende.

La tonada, como gusto en llamar a ese sonido más allá del sentido que la palabra manifiesta, guarda un ritmo, una musicalidad que bien puede pensarse como lo mas originario de la palabra y que es su musicalidad. La misma que es escuchada y entendida por todos sin necesidad de traducción, como ocurre con las lenguas. Dice Alain Didier Weill: Tal vez el mito de Babel sea un comentario de la aparición del fraccionamiento, con la aparición del sentido, con las palabras que dividen y como leemos en la Biblia Todo el mundo era de un mismo lenguaje e idénticas palabras. Bajó Yahvé a ver la ciudad y los desperdigó quedando divididos los pueblos por toda la faz de la tierra cada cual con su lengua propia.

Con voz pausada, baja, Paula puede escuchar en lo que le dijo de ese modo, una diferencia con la voz que durante tantos años de infancia escuchó de su padre, quién ejercía soberanía, violencia con sus reiterados enojos, golpes en la pared, insultos, gritos. Ordenaba callar y ella debía ser más receptáculo que oradora, reducida a un desecho, a una cosa silenciosa

Una diferencia, decía, que guarda alguna chance de escriturar ese objeto voz que no termina de producirse como perdido. Importa lo que le dijo, pero quiero hacer hincapié en que es el cómo se lo dijo, lo que opera.

Cuando ella habla grita, o más bien, su grito es la manifestación de su angustia. Me pregunto gritar es tomar la palabra A veces se da cuenta y dice: estoy hablando muy fuerte Lo pienso como modos por los que intenta adueñarse de una voz restada, qué voz no puede salir sino es a través del grito, escenificación del bramido, ahora de ella, respecto de él

Modo de deshacer con su grito lo que hay de horroroso, grito que tiene como función hacer oír al silencio Qué voz no termina de soltarse

Paula es bióloga y trabaja como profesora de biología en un colegio. Como es tradición en le magisterio vienen a observar sus clases. Es afectada por esto al punto de desconcentrarse del tema que tiene preparado, porque considera que debe estar muy atenta a esa mirada que la observa y seguramente, le encontrará el mínimo error si se atreve a tomar la palabra.

Le pregunto qué tema es el que estaba dando y me dice: La actividad del ojo. Tiene insomnio, no puede cerrar sus ojos y dormir, los días previos a sus clases porque se mantiene en guardia respecto a la actividad de ese ojo, ojo siempre abierto, destruye espacio para cobrar su presa que es cualquiera

Ojo que destruye, deshace, colapsa, pone es suspenso, hace fracasar el funcionamiento de ese marco que bordea, que delimita el agujero, quedando Paula en cierta posición de alienación respecto de ese objeto que el fantasma señala y que comporta una fijación de goce.

Cuando el objeto no termina de producirse como perdido y conserva ahí su imagen en el espejo: es tiempo de la angustia. Angustia frente a la posibilidad de la imposibilidad de la castración.

Alain Didier Weill en un Seminario Acerca del Superyó en la clínica Psicoanalítica plantea un triple franqueamiento relativo a la toma de la palabra.

El primero respecto de una mirada medusante que ordena callar. ¡Ni una palabra! Si el sujeto toma la palabra cae en lo que es la censura que le dice: has dicho una palabra, pero no insistas, no repitas. Franquear esta censura representa insistir. El tercer franqueamiento plantea has insistido, vas a convertir tu insistencia en perseverancia

Agrega que de la insistencia el sujeto puede desdecirse pero si ha franqueado la censura llega a la perseverancia que le permite sostener su vocación, su deseo. De la vocación dice que no representa un mandato que exija obediencia. Sino, más cercano a la libertad, a la creación por parte del sujeto.

Otra breve viñeta clínica.

María cursa octavo año en una escuela de provincia, tiene 13 años, y pide una consulta en el Hospital. Me cuenta que sus compañeras se burlan, le dicen que está gorda y ella no puede hablar, no puede contestarles lo que en ese momento piensa. A continuación relata escenas entre su hermana mayor y su marido con quienes vive en las que su cuñado maltrata a su hermana. Escenas que ella escondida, mira detrás de la puerta. Y en medio del relato recuerda que él muy enojado dijo: al que abra la boca… y enumera todo lo que él amenaza que le haría.

Le pregunto qué les dirías a ellas si pudieras hablar Cuando me dicen gorda les diría: mírense Ustedes.

Le digo que cuando se calla pareciera estar obedeciendo al mandato de su cuñado que ordena callar. Que cuando está con ellas es como si estuviese frente a él.

Identificada con el lugar de su hermana en la escena es sobre ella que recae esa mirada, ahora, de sus compañeras, de la que intenta restarse diciendo: mírense Ustedes Ella mira a escondidas a su hermana, la que es mirada por su cuñado.

Tiempo de la pubertad, del despertar, reedición edípica lo nombra Froid en Metamorfosis de la Pubertad, en el que están en obra las operaciones de cifrado, de velamiento de ese real pulsional, tiempo de sellado del fantasma respecto de una escena sostén del deseo. Tiempo en el que también, para el sujeto, se trata de adueñarse una palabra, la propia.

Es en este sentido y en este tiempo, el de la adolescencia en que la palabra, como dije anteriormente debe ser producida. Sabemos que la palabra no puede recubrirlo todo, solo dice a medias, y ese resto retorna en el cuerpo, en las adicciones, en los excesos que dan cuenta de lo real en la clínica. Hago referencia a lo real pulsional que desenlazado del campo de la palabra reclama un trabajo de articulación a la misma. Nuevos enlaces frente a ese especie de desarme que el cuerpo denuncia. Enlaces de lo orgánico a la representación y la imagen.

Así como anteriormente señalé que en la voz puede conmemorar algo impregnado del bramido de Dios, algo de ese goce del Otro inexistente pero no por eso ineficaz, del que es necesario que no haya, la voz también representa una llamada, ser llamado para, más cerca al funcionamiento del Ideal que del Superyó, tal como lo trabaja Lacán, como imperativo de goce, que ordena gozar en tanto objeto.

El tiempo de la pubertad también representa para el sujeto la oportunidad de consolidación de esa voz en tanto llamada que le permite inscribir un rumbo, elegir una carrera, pensarse como siendo uno entre otros. Sentirse llamado a realizar tal o cual cosa. Se trata de la persistencia de la que hice mención en el texto de Allain Didier Weill, cuando se refiere a la vocación.

En la clínica una rigurosa posición ética nos conduce a escuchar en la palabra, lugar habitual donde encontramos el sentido de un modo manifiesto, y a intervenir propiciando, no solo la conmoción de sentidos coagulados sino también el surgimiento un nuevo sentido para el sujeto, más allá de cómo el Otro pudo nombrarlo. No se trata de una clínica del sin sentido sino de la aparición de sentidos nuevos.

Leemos a la letra en los pliegues del discurso, en el equívoco L´une bevue por donde se filtra lalangue.

Para ir terminando un último y brevísimo recorte clínico.

Manuel estudia en la universidad y trabaja.

De niño vivió con sus padres y su hermano mayor hasta que un día cuando él tenía 12 años, la madre, su hermano y él abandonaron la casa familiar en la que vivían con el padre. Su hermano tomó la decisión y ellos tres, se fueron.

Vivió entonces con su madre, hermano y abuelos maternos, siendo él el único que tenía un trato esporádico con su padre.

Luego de un trabajo de análisis se muda a vivir con un amigo y festejando el día del padre por primera vez habla, habla con él, lo interroga. Y escucha una versión diferente de los hechos. Versión que contradice en gran parte la relatada por la madre y la abuela. Muy enojado dice ¡la mordería! Es lo que hace cuando no puede estudiar, pasa horas sentado frente al libro mordiéndose las manos. Sorprendido y feliz comenta que el padre lo ha vuelto a llamar. Parece que me escuchó, dice. Te escuchó cuando vos le hablaste. Parece que tomar la palabra es diferente a morder, le contesto.

Otro día concurre muy angustiado a análisis relatando que en la facultad ha reprobado un parcial. Cuando lo revisa comprueba que una pregunta no la contestó teniendo el dato en sus apuntes que le permitían revisar.

No llevarle el apunte al padre, teniendo el dato, le impide aprobar sus materias en la facultad y recibirse que es lo que tanto dice que desea.

La homofonía, el juego de las palabras, l´une bévue, el equívoco, producen la precipitación de la letra que leída en los pliegues del texto, en transferencia, propician un corte con ese lugar de fijación de goce.

La palabra adquiere estatuto de acto para el sujeto en tanto despliega esa voz que testimonia del pacto, de la alianza de la palabra con la ley, en la que se juegan simultáneamente, la realización y la renovación del mismo. Un funcionamiento así es sostenido por la operatoria de la castración que exige situar al falo en su articulación al cuerpo, a la palabra y a la imagen

María Eugenia Vila. Escuela Froidiana de Buenos Aires.

REPETICIóN. Elena Jabif.

Retomando el tema de repetición, trabajados a partir del seminario 11 y también las clases 11 y 12 de la Lógica del fantasma, es donde Lacán trabaja el tema de la repetición, el goce pulsional y el fantasma. En estas clases Lacán plantea que el S 2, el inconsciente, está constituido por un conjunto de significantes, en el cual se aloja un subconjunto vacío. Esto quiere decir, que para que se constituya el S 2, el inconsciente, tiene que haber como factor fundante, un lugar en falta, un lugar vacío.

Podríamos decir que ese lugar vacío tiene que ver con que es un conjunto con una lógica de incompletud, lógica que responde a la lógica de la castración. También podemos decir que el factor fundante para que haya un inconsciente tiene que ver con lo que se llama el trohumatisme, el trohu, que es el agujero central de lo real donde no hay inscripción, donde no hay significante, y que funda la falta radical.

Esto quiere decir que hay varias faltas en juego en los tiempos de la constitución subjetiva. No es una y primordial, a pesar de que podemos hablar de la castración primordial del Otro primordial, o podemos hablar de la castración primordial del Otro real. Pero además hay distintos momentos constitutivos con distintos tiempos de castraciones que se tienen que operar a partir de ese trohumatisme, traumatismo central, agujero central. Falta radical del Otro real. La constitución subjetiva sigue la lógica de la castración.

Lo que hace Lacán, a diferencia de Froid, es encontrar una lógica. Cuando Froid decía que la ecuación niño igual falo tenía que ver con un tiempo de perdida, él decía algo que está en Lacán pero no había dado la lógica de esa castración. No era que recaía de manera imaginaria sobre el pene, aunque hay un nivel imaginario. Sino que la lógica de la castración, dice Lacán, que para que se constituya cualquier conjunto significante tiene que partir de una falta radical. Por eso el psicoanálisis, la dirección de una cura, es la práctica de la falta. Su camino, su dirección, es la castración.

Retomemos. El inconsciente, como S 2, está constituido por significantes. Ustedes saben que el inconsciente cae bajo la barra de la represión. La barra de la represión que se escribe con un matema. Lo secundariamente reprimido siempre tiende a volver. Podemos decir que en el S 2 también encontramos, como dice la lógica del fantasma, la metáfora paterna. Los significantes ligados a la metáfora paterna siempre tienden a volver de lo que está secundariamente reprimido. Lo que cae bajo la represión siempre tiene retorno.

Sujeto dividido entre lo que sabe, no sabe; entre lo que dice, no dice; en ser y en tener; entre el ser y el tiempo. Hay distintos niveles de división.

Todo lo que cae bajo la barra de la represión tiende a volver. De qué manera vuelve, Vuelve al modo de la repetición. Por eso la repetición es privilegiadamente significante. Repiten e insisten los significantes que están reprimidos, retornan al modo de la repetición. Este es un concepto de Lacán que encontrarán en la Lógica del fantasma, está en el apéndice de la carta robada.

Pero estos son los primeros tiempos de Lacán, después agrega otro paso más. Cuando dice que la repetición va a estar motorizada, va a estar causada, por un goce. Siguiendo la lógica de la castración, que es la lógica del psicoanálisis, un goce que está profundamente perdido. Un goce que está irremediablemente perdido, Das Ding, tiempo mítico, irrecuperable, inefable, lengua y cuerpo del Otro real en los cimientos de la constitución de la humanidad del sujeto.

Repetición significante es primera en la conceptualización Lacániana, todo lo que repite es del orden significante. Pero la causa ya no es sólo significante sino que está motorizada por el goce, un goce primariamente perdido, y que retorna en el neurótico con un profundo lamento. Y de esto ustedes saben por la vía del diván, cómo se quejan los pacientes, cómo se lamentan y nunca está a la altura de las circunstancias entre lo que quieren o desean o aspiran o anhelan o demandan, y el goce obtenido.

No hay ningún candidato a la altura de las circunstancias y de acuerdo a determinado ideal aplastante. Y si hay un padre que fue maravillosamente extraordinario y bueno, por supuesto ningún otro candidato va a estar a la altura de ese padre maravillosamente bueno. También un padre excesivamente mal parado puede llevar un ideal sumamente alto, ante lo cual ninguno va a estar a la altura del ideal que aquella histérica se forjó para salir de su insatisfacción.

Entonces les sugiero que avancemos un poco por la vía de la lógica del fantasma, porque ya acá Lacán está dando un paso más con relación al concepto de repetición.

Benjamín Domb en el Seminario de La tentación de la muerte decía algo que me pareció interesante retomar: el lugar por excelencia de la repetición tiene que ver con la transferencia. En la transferencia se pone en acto lo que es la repetición. En la transferencia se pone en acto también lo que es del orden de la rememoración. En la transferencia se puede poner en acto lo que es del orden de las construcciones en psicoanálisis.

Durante mucho tiempo construcciones en psicoanálisis fueron, de alguna manera, dejadas de lado. Sin embargo, a medida que avanzamos en la experiencia clínica, vemos que en muchos momentos tenemos que recurrir a las viejas construcciones, porque el sujeto no tiene elementos subjetivos, o están sofocados o no están en situación de poder enfrentarse a lo que es el dispositivo analítico que tiene que ver con la asociación libre. Entonces, a veces nos dedicamos a construir.

Qué construimos, Construimos mitos. El mito del hombre de los lobos ustedes saben, que de alguna manera le dio la posibilidad de armar una escena originaria. El mito le permite al hombre de los lobos tener un lugar fundante para el inconsciente, una escena originaria fundante que va a participar de ese inconsciente, por la vía de la transferencia con el analista que era Froid. Esa transferencia que generó que él pudiera tener un S 2 fundante, por lo menos enriquecido por la experiencia Froidiana, y tuvo otro borde que fue una transferencia al padre imaginario que detuvo el progreso del análisis.

Porque de alguna manera Froid no dio lugar a un tiempo necesario para que él pudiera tramitar una posición pasiva y homosexual en esa transferencia, que años después lo que fue sofocado, retorna en otros análisis que él realiza, retorna de manera casi forclusiva, en otras transferencias, repite en bruto con matiz salvaje este amor pasivo y homosexual que en la transferencia de Froid quedó sofocado.

No pudo tener lugar la repetición que promueve paso a paso la diferencia significante. Al sofocar la resistencia del analista la repetición que se produce en transferencia, retornó forclusivamente años después en la alucinación del dedo cortado.

Entonces decimos que la repetición es un movimiento que tiene una lógica, que es la lógica de la castración. Asimismo la castración es quien conduce a la repetición, y entre lo que se busca y lo que se encuentra en transferencia, siempre hay una falta, siempre hay una hiancia, siempre hay un punto donde el sujeto no puede encontrarse con el Uno idéntico a sí mismo. Este 1 unificante alude a un tiempo mítico donde el sujeto pudo, pero no fue; es imposible por estructura ya que estamos constituidos a partir de una falta radical, haber sido el complemento, la prótesis, el falo imaginario que calzó ajustadamente en la falta de la madre.

Ese punto de complementariedad sexual, que es del orden mítico por supuesto, va a motorizar, como dice también Froid en Más allá del principio del placer, al sujeto a tratar, por la vía de la búsqueda del Das Ding, de encontrar algo que está irremediablemente perdido.

El análisis es un largo proceso de tramitación de duelos, de bordear perdidas, de poder interrogar qué hay en ese pedacito perdido que pertenece al sujeto. Digo no sólo duelos, porque podría decir que un final de análisis no sólo implica tramitar el duelo de aquello de lo que se pudo haber sido para el deseo del Otro primordial en un tiempo instituyente, aquel pedacito que pudo haber sido acuñado y pertenecido al fantasma de madre, aquel pedacito pulsional gestado por el particular encuentro entre el Otro primordial y el sujeto. Ante lo cual un fin de análisis implica dar al menos dos vueltas sobre cada objeto del fantasma y sobre cada objeto de la pulsión, un final de análisis implica poder redistribuir goces.

Qué quiere decir esto Poder salir de un punto de fijación fantasmático, poder salir de un punto de fijación pulsional. Y esto implica no hacer desaparecer, sino encontrar ese punto de finitud que, de alguna manera el sujeto por su neurosis, siempre está lanzado al anhelo de un infinito. No sólo por expulsar la muerte que es el amo absoluto, sino también porque el sistema simbólico así como está construido invita a repetir al infinito. Lo simbólico repite y repite. Por eso en relación con la compulsión a la repetición es del orden simbólico.

Y a veces, este orden simbólico puede convertirse en una máquina infernal, cuando es capitalizado por determinado discurso fundamentalista o discursos canallas o una doctrina de seguridad nacional, ahí donde la racionalidad de un sistema de la lengua alemana lleva a que se erija una política de exterminio basado en la razón. Como me decía una vez un nazi al que tuve oportunidad de escuchar en algún momento de mi práctica clínica, cuando hablaba de las cuestiones de los campos de concentración y de reproducción, en los que había participado y en un cierto lugar de privilegio político, él decía que había un motivo económico y además lo fundamentaba. Esta racionalidad de lo simbólico se puede constituir en un lugar capitalizado para el discurso de un canalla.

Entonces por eso también es propiciatorio que en algún punto el analista esté advertido de esta finitud de algo que se constituye como infinito, como es el aparataje simbólico. También hay un infinito que es indeterminado, estamos ya en lo que ex siste, por fuera, y ahí sí podemos colocar muerte y sexo. Pero dentro de lo simbólico tenemos un punto de infinitud significante si este registro no se anuda al limite que ofrece el nudo borromeo.

Por eso es importante poder abrochar la metáfora paterna. Por eso también es importante producir un acto analítico. Si bien el acto analítico también tiene que ver con una repetición inconsciente, en el punto donde se produce el acto, la intervención, la interpretación, si bien es del orden significante también se devela el borde finito del lenguaje.

La Lógica del fantasma es un texto donde Lacán abrocha cuestiones teóricas que venía trabajando. Va a volver a decir que entre el goce buscado y el encontrado hay algo que podemos colocar con este signo: Diferencia entre el goce buscado y el encontrado, ese goce que se busca ya está bajo la significación fálica, ya está regido, normativizado, porque es un goce que está bajo el Nombre del Padre. El goce fálico está bajo el Nombre del Padre, por eso también puede ir hasta el infinito, tan infinito como su nombre.

Y ahí tenemos el falo simbólico, este significante privilegiado que es el que nos da lo que se llama la significación fálica para la estructura, la significación fálica para el goce, y este falo simbólico que es el que descompleta el inconsciente. Al menos un significante queda por fuera, al menos una de las versiones del padre queda por fuera del conjunto de hombres castrados, en acto el padre totémico permite situar el carácter mortal del conjunto de sujetos regidos por la función paterna.

La correspondencia del falo simbólico en el registro imaginario ustedes saben que es el Por qué el falo simbólico no se puede negativizar Porque éste tiene que consistir diciendo que esta estructura está incompleta. Lógica de la castración. Si negativizáramos al falo simbólico no tendría la eficacia para decir falto, falto de este conjunto de significantes. Podríamos homologar el falo simbólico al Nombre del Padre, también podríamos homologarlo a lo que se llama el S 1, significante amo.

S 1 que emerge y que de alguna manera también conduce a la cura, en el punto del lapsus, del acto fallido. Fundamentalmente cuando emerge un lapsus y uno está un poco distraído, la atención flotante recupera el deseo del analista, esto implica que la oreja está entrenada para que algo emerja y sorprenda. La sorpresa de Pascal cuando salta y se le ocurre una idea. Algo se escucha e impacta al sujeto, es de otro orden, es desconocido y por lo menos nos invita a interrogarlo.

La curiosa sorpresa que impacta al sujeto promueve el acto, es tiempo donde el marco fantasmático pacifica, la castración imaginaria de la falta simbólica regula la escena del fantasma, lo real se horada por lo simbólico desarticulando lo siniestro, lo imaginario con su falta negativizada no encuentra la sombra de la angustia, lo simbólico cesa su repetición al infinito al encontrar el borde que le brinda el nudo borromeo, varios dones que brinda el falo negativizado.

El sujeto empieza su viaje humanizante por la vía del campo del deseo del Otro primordial, ese Otro real porta un deseo real, la madre en tanto imprime el cuerpo pulsional, con el pincel de su deseo real constituye el mapa pulsional. Ese Otro real, Otro primordial, que también ahí puede ser alojado el padre en otra versión, en la versión real del Otro real, no en la versión del Nombre del Padre, es el que sustenta lo que es la transmisión de la lengua. Lalengua, lalangue. Significantes que entran por la vía de los agujeros del Otro primordial, por la vía de la teta, por la vía de la leche, por la vía de los agujeros de la madre, de la boca de la madre, de la voz de la madre, por la vía de los objetos de la madre, por la vía del narcisismo primario de la madre.

Retomo otro comentario del seminario de Benjamín. El ubicó el narcisismo primario del lado de los padres. Porque ustedes saben que es un continente negro, en la medida en que Froid no le da una fundamentación lógica habla de narcisismo primario pero no termina de abrochar la lógica del narcisismo primario. Podríamos decir que es el yo ideal de los padres, además que pueden donar su ideal del yo, es como la matriz imaginaria del narcisismo materno y paterno donado al hijo. De acuerdo a si ese don viene por la vía del Nombre del Padre, si ese don viene anudado al ideal del yo parental, ese yo ideal no va a hacer estragos.

Si ese narcisismo primario es donado o no, puede marcar la dirección de la subjetividad, James Joyce en su manía fantasmagórica muestra una psicosis construida en un profundo déficit imaginario, el trastorno de la constitución del yo que repara a través del shyntoma de la escritura, da cuenta de un narcisismo primario escamoteado por el Otro Primordial. La transmisión de LaLangue interrumpida, en tiempos instituyentes llevan al joven irlandés a hablar en otro idioma que el inglés, cuando va al encuentro agónico de la madre, ese yo ideal mortífero lo acota con la letra. Porque el narcisismo primario roto implica el destrozo del espejo. En la perversión la terrible cobertura imaginaria consiste en un velo negro, un fetiche negro, puede ser el modo de los velos más negros o más insulsos de renegar de la castración, el yo ideal necesita para la neurosis estar agujereado, atravesado por la represión primordial. Atravesado quiere decir anudado por la vía de la falta, al ideal del yo.

Cada anudamiento implica que una instancia le saca un pedacito a la otra. Toda la política del psicoanálisis es la política de la pérdida. Por supuesto que el neurótico tiene premios consuelos. Premios consuelos implica esta repartija de los goces donde de alguna manera se sufre un poquito menos, el goce está muy cercano a algo que es del orden de lo irremediablemente perdido, pero el sujeto no se consuela tan sencillamente de su perdida, a nivel neurótico reprime lo imposible de alcanzar, reniega a nivel perverso de esa imposibilidad estructural o forcluye a nivel psicótico lo imposible del incesto, por estas vías el padecimiento va al infinito o sólo se acota con la muerte.

castración imaginaria de la falta simbólica, entre lo que aspiro y lo que encuentro, entre lo que deseo y lo que obtengo, entre lo que busco para saciarme del objeto y lo que recupero de goce siempre esta lo incompleto.

que da cuenta de que no hay relación sexual. Esto quiere decir que hay una falta en ser y nos constituimos faltantes. Y así como advenimos al mundo por la vía del ser, ser para el Otro, el paso constitutivo es yo soy, y ese ser es un tiempo necesario para poder hacer después el pasaje al tener: no se puede tener sin que esté constituido el ser. Y para poder tener primero tiene que aparecer esa pérdida en el ser. Porque si yo soy quedo atrapado en la pasión de la ignorancia. El yo soy es la última palabra, es el lugar de Dios y entonces ahí es donde nos podemos encontrar con el yo soy del paranoico y podemos encontrarnos con el sufrimiento paranoico que es diferente de los otros, que es diferente al sufrimiento y a la angustia del neurótico.

Porque si ese yo soy es acosado, si ese yo soy el falo imaginario del Otro es injuriado, si ese muá es acosado, es interrogado, sufre una enorme ofensa y ahí es donde aparecen los pleitos del paranoico, el pleito como una manera de poder convocar a que el Otro se rectifique porque él tiene una enorme certeza. Y entonces diríamos qué pasó con esta estructura Porque decimos que en la hiancia entre tener y no tener es donde se acuña el es porque se negativizó ese yo soy el falo imaginario del Otro primordial.

El falo simbólico dice que el conjunto de significantes S 2 está incompleto, al menos un significante falta. Esta condición de vacío, permite que el inconsciente no martirice como en la psicosis, al parletre. La castración también testimonia que el único amo absoluto es la muerte, entonces hasta dónde se puede forzar lo simbólico, al infinito Es imposible. Uno puede interpretar, interpretar, y de repente un paciente se enferma o aparece algo gravísimo, un cáncer, y uno dice no puede ser, se analizó, hizo cambios subjetivos, la dirección de la cura funcionaba, y finalmente la analizante protagonista de Columnas Griegas: Clínica de un fin, se murió. La pregunta sobre el análisis, a puro motor de pulsión de vida se imponía, la vida en estado puro puede ser mortífera, tanta apuesta por su calidad de vida subjetiva, y se enfermó El psicoanálisis tiene enigmas, debemos investigar sobre su X por qué un paciente que se analiza dando al menos dos vueltas, se enferma gravemente Abramos un espacio de reflexión con la Ciencia, en la falta que atraviesa el cruce de distintas disciplinas, puede surgir algún significante nuevo.

En ese punto me podrían decir que a lo mejor no es pulsión de vida sino pulsión de muerte, es pulsión de muerte desamarrada de la de vida y entonces puja y de alguna manera conduce a que el sujeto desaparezca. Porque es nada, porque es melancólico, porque la identificación al objeto es nada. Pero hay sujetos que no son melancólicos, se analizan, se enferman y se mueren. Entonces hay un punto donde el psicoanálisis tiene un límite.

En el Seminario La trasferencia dictado por Isidoro Vegh en el 2001, un participante reflexionaba sobre un texto mío de fin de análisis, retomando una frase: el psicoanálisis tiene un fuerte límite para la cura de las neurosis de sus analizantes Vegh le responde que el psicoanálisis no es quien tiene un límite y sino que es el sujeto. Tiene razón, es el sujeto quien tiene límites, porque el sujeto no puede ir al infinito, tiene un borde que tiene que ver con lo real. Lo real socava las pretensiones del sujeto de ir al infinito y entonces quizás el sujeto escribe, el sujeto crea y va por la vía del arte, el que puede y el que quiere tiene hijos y si no se siembran amistades y se trasciende la filiación y uno a lo mejor tiene el nombre escrito en la Escuela Froidiana y estudia y dona, y tiene discípulos y después tendrán pacientes y a lo mejor alguna vez un paciente lo recuerda. Hay distintas maneras de trascendencia pero el sujeto tiene un límite, hasta donde llegó, llegó. Y uno a veces a los pacientes tiene que acompañarlos a morir y es una injuria terrible al narcisismo del analista, es de un dolor profundo, casi se homologa al dolor narcisista por la pérdida de un hijo.

Por qué los analistas soportamos tan mal perder un paciente No digo que se vayan del análisis. Perder un paciente es terrible porque toca este narcisismo crucial donde el psicoanálisis es una apuesta de vida y esto ustedes lo deben haber escuchado, que el psicoanálisis es para la vida y es una apuesta de vida hasta que se toca ese borde indeterminado de lo real que tiene que ver con la muerte, igual que la sexualidad. Ustedes no van con el psicoanálisis bajo el brazo ni con los libros de Lacán y de Froid a un encuentro sexual, es el punto de la mayor caída de lo simbólico. Quizá poder situar el borde, no obsesivamente sino ese punto finito de lo infinito, ayuda a sentirnos un poco mejor.

Como es una lógica permanente de la pérdida, la lógica que da Lacán en relación con conceptos también Froidianos, está basada en el concepto de la falta, la constitución es a partir de una falta. Y esa falta tiene que ver con la caída del sujeto como falo imaginario del Otro, de esa operatoria hay un resto, siempre queda un pedacito. Un pedacito del cuerpo, un pedacito de piel, queda un pedacito de aquello que se fue para el Otro primordial. Ese pedacito, ese resto, lo podemos llamar objeto a. Pedacitos caídos del cuerpo del Otro. Pedacitos construidos, capital del sujeto pero también caídos de ese cuerpo mítico, de ese sujeto incipiente.

La clínica Lacaniana es una práctica de la caída, es una práctica de pedacitos. Ahí donde alguien deja algo. No solamente en el valor de un acto fallido. Ahí donde alguien estruja y aplasta un pedacito de cigarrillo. Ahí donde alguien convida con un caramelo y uno podría decir que para tener la boca tapada, para poder calmar la voracidad o puede ser otro tipo de cifrado, a lo mejor para poder dar un poco de dulce a tanta amargura. Les digo distintas modalidades porque en esto no hay fórmulas sino que hay singularidades. Singularidades de trabajo del analista también.

Yo me divertí un poco trabajando el tema del crimen y de la virtud porque me interesaba trabajar el tema de la paranoia. Entonces si hablamos de algo que está irremediablemente perdido por estructura, en el paranoico hay un punto forclusivo de la interdicción del incesto donde algo no se perdió. Sí se constituyó el orden del lenguaje, nadie podría decir que Schreber no tiene el lenguaje constituido y Lacán solamente en el seminario de la angustia, pone un sujeto sin estar atravesado por la barra en el tiempo mítico. Después siempre va a trabajar aunque hable de psicosis, de un sujeto atravesado por la represión primordial. Desde el momento que somos seres parlantes y perdimos nuestra piel animal estamos atravesados por el campo del Otro y sus significantes.

Pero hay una operatoria que no se produce para el psicótico, esa carretera principal donde están los significantes guiados por el Nombre del Padre tienen un rumbo, no tienen una travesía enloquecida, en tanto están anudados bajo la égida de la función simbólica.

En el caso de Schreber no sólo está este punto forclusivo sino que podríamos decir que la paranoia de Schreber tenía un punto más que flojo, porque tenía un delirio fantástico pero termina en estado catatónico y aullando, es un puro grito. Entonces tiene diferencias estructurales con lo que puede ser una manía, como dice Lacán en James Joyce.

A mí me interesó trabajar un caso de un crimen que hizo historia para la medicina, lo interrogó la psiquiatría y también lo toma el psicoanálisis, la filosofía, y el discurso político. Un famoso caso de matricidio y fratricidio. Por qué hizo época Hizo época porque su protagonista era un paranoico de lujo. Porque además en él albergaba las dos contradicciones. Por ejemplo, mata a la madre y por supuesto una madre embarazada, desde el cuerpo real aparecía un embarazo, un pedazo de objeto real que la completaba, entonces en vez de pelearse porque estaba celoso fue con una cuchilla y la fue cortando de a pedacitos, la mató con cortes. Lo que es expulsado desde lo simbólico puede ir al infinito y retornar desde lo real, también sin borde, al infinito.

Cortes compulsivos del asesinato sobre el cuerpo materno. El matricidio tocaba un punto sensible porque se consumaba este particular acto criminal, sobre el cuerpo materno. También mata a sus hermanitos, a sus hermanas mujeres porque defienden a la madre, al hermano varón, no hay lazo fraterno. Otra vuelta de la forclusión de la interdicción del incesto: para que haya lazo fraterno tiene que haber un significante de la metáfora paterna que anude el lazo social. Para que haya hermanos tiene que haber un techo de Nombre del Padre sino no hay hermanos. Cuando él habla de sus hermanos no dice mis hermanos, dice los hijos de mi madre y mi padre defendían a mi madre y además se le interponían en el camino. Y ahí aparece su ira.

Lo que es interesante que, al modo schreberiano, escribe como un tratado sobre el crimen. Antes de producir el crimen escribe, durante el crimen escribe, después del crimen escribe. Y de alguna manera les dice a los médicos que él está loco, cómo lo van a castigar si él está loco. Y en el mismo acto les dice a los jueces yo no estoy loco, merezco la pena capital. El nivel de coherencia ideativa llevaba a la confusión.

Este punto de confusión es lo que después va a interrogar Foucault, que además se peleaba con Lacán. Toma el texto escrito por Pierre Riviere sobre la historia de este crimen y lo trabaja. Y dice, con cierta ironía, que ahora con el psicoanálisis de Lacán más de un psicoanalista va a decir que este es un ilustre paranoico. Acá estoy yo diciendo que era un paranoico maravilloso porque además él no se escapa, él queda en el distrito de su filiación, así lo llama, porque es su lugar, es su pueblo.

Además el pueblo tenía un narcisismo muy particular, él ofendía, injuriaba las leyes del lazo social del pueblo, como produce semejante crimen del cual no se priva de arrasar lo mas preciado para la cultura, lo llaman un regicidio.

Por supuesto le dan la pena capital y de repente los psiquiatras seguían investigando sobre este particular enfermo o prisionero, hasta el tiempo donde le conmutan la pena provisoria por perpetua.

Él después dijo que había producido estos cortes sobre el cuerpo de la madre por dos cuestiones. Porque de su cuerpo emanaba un fluido muy peligroso que además era un fluido que emanaba cuando la madre y las hermanas se le acercaban. Por supuesto esto podría ser la cópula incestuosa. El incesto por estructura no es posible, lo que retorna de lo reprimido no es el incesto, esto está en los diez mandamientos, la ley de prohibición del incesto es homologable a la ley del no matarás, sin embargo parece ser que para el regicida el incesto era posible porque sus efluvios, aunque no hubiera contacto, podían embarazar a las mujeres de la casa, madre y hermanas.

Este es un punto importante. La forclusión del Nombre del Padre lleva a cortes en lo real de la carne. Lo expulsado de lo simbólico retorna en lo real. Acá no hay repetición significante. Acá hay repetición compulsiva de corte tras corte en la carne.

Tomemos el caso de Joyce. Uno podría decir que Joyce hizo letra, no hay duda. Estuvo también muy anudado por la mujer. No se privó de cuanta perversión podía practicar sobre el cuerpo de su mujer. Los que escucharon el texto de Marta Merajver, accedieron a cómo él no se privaba de ningún goce pulsional con Nora Joyce, pero ella era su interlocutora, ella sí podía poner en falta lo que él escribía, era su peor crítica o su mejor crítica. Y es más, en Finnegans Wake cuando él escribe ella denuncia, le dice que es del orden de la jeringoza.

Podríamos decir que la escritura permitió que la metonimia permanente que encuentra Schreber en los pájaros parlantes, cuando el significante parlotea, en Joyce tiene un sólido anudamiento en la escritura, produce letra, ese es un punto de detención, ancla al sujeto por eso no enloquece. El irlandes no enloquece en el parloteo, escribe. De cualquier manera hubo un punto donde el cuerpo se le escabullía. A los trece años su cuerpo se evaporaba. Cuando es agredido por sus semejantes no tiene cómo responder, la única respuesta es sentir la levedad del cuerpo que se le escapa, se le escapa el yo, se le escapa lo imaginario, se escabulle. En ese momento a sus 13 años, abandonado a la agresividad del otro no siente nada, sin embargo tiene cuestiones muy finitas de sadismo y masoquismo donde Lacán se pregunta si es un goce perverso.

Cuando hablamos de estructuras interrogamos este punto constitutivo porque tiene que ver con la castración y tiene que ver con la lógica de por qué se produce determinado tipo de fenómenos, sintomatología, o no se produce.

Dónde estaba el corte de Joyce Dónde producía los puntos de anclaje Lacán dice que es en la letra, por los recursos literarios que él tenía y por la producción sublimatoria, la relación con Nora Barnacle lo estabilizó, cuando el padre del joven Joyce la conoció, sentenció, que con ese apellido Barnacle que significa molusco, su hijo tenía por destino adherirse al amor de esta mujer.

Nora lo adhiere a la escena de la vida, se instituye en su synthome. Tanta dependencia daba gran consistencia a su transferencia con ella, él tenía un delirio celotípico terrible, la atormentaba al modo del mejor paranoico, esta mujer era un Otro incastrable e imperdible.

Pero ese amor de cualquier manera tuvo un límite, un límite en la escritura. En la psicosis de la hija, en la esquizofrenia de Lucia dice Lacán retorna la locura del padre.

Y en la perversión qué pasa con estos puntos de repetición, de repetición de un significante que intenta renegar de la castración Tenemos el deseo sadiano que por supuesto hace cultura de lo que es la virtud de la naturaleza del escorpión.

El deseo sadiano insiste, repite con monotonía en sus rituales siempre lo mismo, repite en sus actos que son del orden significante, rituales que toman el estatuto de un fetiche negro, que apuntan a detenerse un paso antes de lo que podría develar la castración del Otro real. Por eso en Los ciento veinte días de Sodoma magníficos niños son sacrificados. La pureza es un signo capital de goce en la estructura perversa, si es por el lado del tabú de la virginidad como trabaja Froid en la neurosis, o si es por el virtuosismo que busca un paranoico para que el cuerpo del Otro no esté sexualizado, porque la sexualidad de un cuerpo invita a interrogar lo que es la falta del Otro y también la muerte, el cuerpo sexuado es un cuerpo mortal.

Hablamos del Marqués de Sade porque él escribió, y de alguna manera de eso también hizo letra, no del nivel de Joyce, pero la letra también fue un punto de anclaje de sus goces. Todos dicen que hizo menos de todo lo que escribió, largo tiempo vivió preso. Pero la fiesta de Los ciento veinte días de Sodoma tiene la cualidad de la inocencia, porque ahí no hay marca, son cuerpos sin mancha, ahí no está la marca de la diferencia sexual, ahí es un cuerpo puberal en extremo puro, para ser entregado en sacrificio al goce de los dioses o para el goce de los caballeros marqueses.

No sé si ustedes vieron la película Saló, de Passolini, en ese film recreo una especie de Los ciento veinte días de Sodoma, pero la escena transcurre en la segunda guerra mundial. Es una película sumamente censurada porque lo que toma es cómo la naturaleza sadiana termina no produciendo víctimas sino pequeños escorpiones. Entonces toda esta generación de muchachitos atravesados por lo peor del Otro de la cultura de post guerra, termina siendo una máquina infernal de producir cuervos.

Cuando uno lee a Sade por poco vomita porque es la peste, para la neurosis hay un punto donde la repetición significante del perverso aburre, agota. Como en la película Calígula que siempre era la misma escena perversa, todos se iban del cine y yo pensaba que tenía que aparecer la diferencia, porque como neurótico uno espera pacificarse encontrando algo distinto y diferente, las escenas siempre eran lo mismo. Este también es el engaña pichanga de la perversión, de que en esa repetición se puede hacer siempre lo mismo. Los neuróticos tenemos eso, vuelvo al punto de partida, nada me sirve, lamento todo lo que transité, lo que he vivido nada me ha hecho marca, sigo siendo virgen de espíritu. Los argumentos para no portar la marca pueden ir al infinito, porque la marca nos dice también de un tiempo de división. Cuando algo se inscribe, se inscribió; es como la letra, hay un antes y un después. No es todo lo mismo.

Cuando vienen los pacientes y dicen porque estoy igual que siempre, uno tiene que escuchar a ver dónde están los puntos de fijación, uno no puede ser un necio pero hay algo de retornar al punto de partida, aún de lo peor, que no se puede volver.

La repetición regulada por la castración, implica que ahí donde se repite siempre hay algo diferente. Por eso los chicos siempre cuentan el mismo cuento y uno se pregunta si no se aburren, no se aburren no porque tengan pocas luces sino porque siempre están buscando algo diferente. Entonces, por la vía donada por la falta uno repite para encontrar la diferencia. En algún momento eso se tiene que inscribir, no puede ir al infinito, aunque uno tenga el sueño de que el infinito es posible.

Hace muchos años yo estaba muy contenta porque había hecho dos textos, que eran mis primeros textos de escritura, uno era sobre el sacrificio de niños, un texto que siempre amé porque me amé a mí misma en ese texto y un segundo texto donde también me amé, era sobre la repetición en la cultura de los genocidios. Tomaba un mito del Eterno retorno, donde de acuerdo al mito siempre se volvía al punto de partida. En ese momento interrogaba, trabajaba, cuestiones del nazismo. Mi condición sefaradí, atravesaba los textos. Hasta que un día por tanto escribir sobre el nazismo me mandaron un nazi, fue el peor castigo escucharlo tres meses, si bien lo escuche un tiempo acotado, hubo un punto donde era insoportable. Él por supuesto nunca se angustió.

Además lo derivó la hija por medio de una analista, que no conocía pero advertía que no lo mandaba a cualquier lugar. En todo caso lo reenviaba a un sitio demasiado humano donde el padre tenía que hablar por las dificultades que presentaba, de su vejez y la proximidad de la muerte, ese era el único tormento de guerra que él guardaba. Eso sí: le hacía límite a su posición de Amo.

Lo real es del orden constitutivo agujero traumático instituyente, el sujeto porta un agujero central en el nudo borromeano, sitio privilegiado donde ponemos el objeto a, condición mortal subjetivante, no somos simples vivientes, no está producido nuestro ser en tanto parlantes, como un anónimo numero para ser deshumanizado en campos de concentración. Cuando los fantasmas colectivos se afirman en la ley sadiana de gozar del cuerpo del semejante sin interdicción, se producen maquinas doctrinales de exterminio, con verdugos que como el nazi del relato clínico, beben la inmortalidad de la copa de la vanidad de Narciso.

Vejez y mortalidad por primera vez, colocaban en la cuenta del sujeto los tormentos de guerra. Esa sustancia gozante es lo que nos invita permanentemente a repetir y a buscar ese goce perdido, pero para este personaje el sexo no presentaba su borde real porque también había trabajado con su semen en campos de reproducción de bellos ejemplares, en ese momento era joven y él producía en los campos de procreación, pureza racial para la causa, con bellas mujeres rubias mientras que durante su relato, miraba mi pelo negro.

Por la hora, abrimos un espacio de preguntas y después seguimos trabajando.

Pregunta: en un momento hablaste del conjunto y de lo que ex siste al conjunto y hablaste de sexualidad y muerte y después dijiste sexualidad femenina. Te quería preguntar lo siguiente. Como estabas hablando del límite, lo ilimitado y también del tema de la muerte, de la perdida de la vida, pulsión de vida, pulsión de muerte, cuando hablaste de sexualidad femenina lo pensaste por el lado del masoquismo

Elena Jabif: es una excelente pregunta y además pescó muy bien mi vacilación. Porque si bien se pone sexo y muerte, lo que acompaña a la muerte tiene que ver con lo femenino. No estamos hablando del goce fálico, no estamos hablando de la sexualidad del lado del sujeto, del sujeto y del falo simbólico y de nuestra debilidad mental. Pero sí es el lugar del Otro sexo el que marca la diferencia, en la película de Buñuel que se llama El de 1950, Lacán realiza una lectura sobre la paranoia, es una película bien pensada para la clínica de la paranoia.

Lacán interroga las cuestiones del pleito, y la querulancia que despierta la femineidad de una mujer. Hay una escena en donde el protagonista prepara aguja, hilo y tijera. Supuestamente iba a ir a ver a su mujer. Un paranoico celotípico. Después lleva una soga. Pensé que la iba a matar, que la quería ahorcar. Expulsé que la iba a coser, la iba a coser porque esa vagina que le pertenecía, tenía que estar cerrada por condición estructural de la psicosis. Y ella siempre se salvaba del paranoico porque gritaba. Algunas no gritan y terminan arrastradas por el pasaje al Acto del partenaire psicótico, y terminan muertas. Pero él iba a coser ese agujero. A mí me resultó de tal nivel de horror que ni lo registré, Haydee Henrich decía que ella tampoco, tenemos recursos en nuestra neurosis que nos permiten que no esté todo el goce al desnudo.

No había velo, el agujero era agujero y él tenía que ir a cerrar eso. Por qué tiene que ir a cerrar eso Podríamos decir que el Otro sexo puede ser un buen synthome para la neurosis. En el punto donde lo simbólico encuentra un límite en lo real femenino, es la finitud de lo simbólico, aún un hombre en posición femenina, encuentra ese borde de lo real donde no hay inscripción significante, donde lo real es ahí donde no hay ni imagen ni significante. Y esto, en algún sentido, estabiliza la estructura. Que estabiliza quiere decir que el Otro sexo puede ir a sustituir lo que es el lugar del Nombre del Padre.

Se puede prescindir del Nombre del Padre, a condición de haberse servido de él, se puede tomar la experiencia del psicoanálisis al modo del Nombre del Padre, entonces se convierte en una garantía de vida. Ustedes se analizan, apuestan a la vida, van a poder conjurar enfermedades autoinmunes, van a poder tener el goce femenino. Es fantástico. Es una apuesta de vida religiosa eso lo dice la tora del psicoanálisis, todos tenemos que ser escribas. Pero el punto del ideal aplasta.

Tampoco implica desconocer lo donado por los maestros, porque hay algo de este techo que también tiene que ver con el Nombre del Padre que regulariza el deseo.

Y ahora voy a dar otro paso más con relación a la repetición, porque habíamos dicho repetición significante pero también hay una repetición que tiene que ver con la pulsión. Se repite un goce pulsional. Un goce pulsional que tiene también un borde significante, porque ustedes recuerdan que viene impreso desde la demanda del Otro, por eso uno en algún punto puede interpretar. Y si tiene la suerte de encontrar la letra quizá ese goce pulsional encuentra otras vías por donde dividirse y no ser monolítico.

El año pasado presenté un texto que hablaba de una letra. Había una paciente que en ese sentido para mí fue privilegiada porque me sorprendió. Era sumamente engrupida, sumamente fina, había sido criada por una abuela que pertenecía a la alta sociedad. Pero no era sólo el dinero sino eran los buenos modales, la finura de su lenguaje. Había recibido siempre el nombre de princesa. Princesita.

La princesa por supuesto llega a su vida sexual, y es una princesa donde después de tener una hija mujer se hace pis. Su marido estaba muy contento por los grandes orgasmos líquidos que producía su mujer, porque supuestamente la enuresis era un gran orgasmo. Eso demuestra como el neurótico siempre está en la sexualidad infantil. Ella sabía que era un síntoma su piyada, para él eran grandes orgasmos.

Entonces la paciente tenía este síntoma hasta que se sueña una verdadera princesa. Le digo la piyada. Cosa de Mandinga se dejó de piyar, hubo letra que en acto de lectura impactó al sujeto. Después tenía un problema, no podía acabar. Este marido estaba tan desengañado que se buscó otra, alguna otra piyada que pudiera eyacular. Después tuvo que cambiar de marido y a ese sí decirle que tenía dificultades.

Esto con relación a la cuestión de la letra, la letra tiene como ese punto de inscripción que nos permite poder detener lo que es la repetición significante o la repetición de este goce pulsional. Grandes oleadas de orgasmos fantasmáticos que de alguna manera producían un síntoma enurético que encuentra un borde, es como si se hubiera armado un borde en relación con lo uretral. Por supuesto que faltaba armar un borde con relación a lo que podríamos decir, de manera burda, lo vaginal. Ya sabemos que la vagina no es lo mismo que lo femenino pero no es sin eso.

En la Lógica del fantasma, hablando de estas cuestiones del goce sexual, Lacán dice que el pene tiene una marca que hace que pase a ser circunciso y que además hay un festejo anual por la fecha de la circuncisión de Jesucristo. Esa marca en el cuerpo funciona como trazo significante que después es repetido, año tras año, por la cultura. Quiere decir que la cultura, también como el sujeto, repite algo que se llama rasgo unario. Esa marca circuncisa en el cuerpo de Cristo podríamos decir que es un rasgo unario, que se repite, que motoriza, que se festeja, que se produce, que da para escritura, que da para ritos. Se pueden repetir determinadas marcas, inscripciones significantes que son del orden del rasgo unario.

Por qué puede ser mortífero ese empuje pulsional Es mortífero porque de alguna manera todo vale.

Ella me habló del masoquismo. Dice Lacán que el masoquismo no es femenino, tenemos masoquismos de distintos ordenes pero el masoquismo primordial que además constituye a la neurosis es un masoquismo muy particular porque es del orden fantasmático. Produje un escrito de esto y hubo acuerdo y también fue fuertemente criticado porque de alguna manera postulaba que determinados agravamientos sintomáticos tenían que ver con el masoquismo primordial. Desde mi lectura, y lo que venía escuchando con los fines de análisis en distintos lugares, me parecía que era como uno de los diques resistenciales, más fuertes que el sujeto tenía ante la muerte.

Esto lo dice Lacán. En Los no incautos yerran dice que el masoquismo es para conjurar la muerte. Entonces uno se puede pasar la vida entreteniéndose con distintos argumentos neuróticos, además se tiene que entretener sino es enloquecedor. Por supuesto que el sufrimiento es terrible, es preferible sufrir bajo la bota del tirano que tener que enfrentarse a esa falta radical que es la muerte y que de alguna manera ahí el significante no tiene recursos con qué darle.

Se dice que el masoquismo es de la perversión pero también Froid habla del goce masoquista en el fantasma de pegan a un niño ·y me parece que no es ingenuo, que hay que tenerlo en cuenta. Hay agravamientos, esto lo decía Froid, en situaciones de mejoría, la cosa viene bien y de repente la reacción terapéutica negativa, podría decirse que es un acting out dirigido al analista, porque el analista hay algo que no escucha o hay algo que le demanda el paciente y el paciente no tiene los recursos simbólicos o fantasmáticos para responder. Pero hay agravamientos en los momentos en donde la cosa empieza a funcionar.

Y entonces, esto es Froidiano, por qué, es neurosis de destino, es pulsión de muerte, es el goce fantasmático que el sujeto no quiere perderse como identificación a ser el objeto de Goce del Otro Por qué no puede privarse del goce de repetir Qué es lo que conduce a esto.

Hay un punto de sufrimiento pero es un sufrimiento en la relación con el otro, con el semejante, donde está pactado, también en la neurosis y esto lo sabemos a nivel de las parejas o de las relaciones con los otros de nuestra transferencia, que determinado dolor no se toca o por lo menos determinado ribete trágico o heroico del neurótico no se conmueve tan fácilmente, porque en el punto heroico se salva al Otro.

Había dicho respecto del holocausto y la repetición. El otro día escuché en un noticiero que hablaban de los distintos ataques atómicos que se podían producir sobre Irán si la bomba atómica caía y tiene una transmisión de tantos kilómetros y además después el testimonio de los médicos de los efectos radioactivos, otra vez, otra vez Hiroshima, Nagasaki. Otra vez. Entonces hay una repetición en el campo del Otro que es coyuntural, hay múltiples causas pero hay un punto de la repetición de lo que es el aparataje simbólico con causas políticas, económicas, los pozos de petróleo, y además cuestiones que sí el psicoanálisis puede responder en relación con fantasmas colectivos, con relación a como dice Moustapha Safouan que el otro quiere de su semejante siempre lo que tiene, quiere sacarle lo que tiene al modo bíblico: su mujer o su asno y Safouan agrega: o su pozo de agua o su pozo de petróleo.

Entonces, en esta repetición donde siempre se quiere lo que el otro tiene, si no es bajo el Nombre del Padre que regula el pacto de las alianzas también en la cultura, en las colectividades, se produce lo que el autor llama la muerte universal o está el genocidio o está el exterminio. Porque en pos de tener lo que el otro posee puede haber un odio aniquilante. Y esto vale para la transferencia. Porque la vía de la transferencia tiene dos afectos fundamentales, el amor y el odio. Tienen lugares donde se entrelazan y esto es propiciatorio porque de alguna manera eso mueve la cura. Pero así como se produce el desamarre de la pulsión de vida y la pulsión de muerte, en donde se desamarran tenemos alguna catástrofe en danza por un exceso de a pura vida o por un exceso de nada, esto también pasa con el amor y el odio. Es la estructura del sujeto, es la estructura de la sustancia gozante.

Un amor a pura máquina puede ser el amor pasional que va por la vía del yo ideal y suele ser mortífero. Porque este ideal de gran consistencia amorosa tiene su de salida por el lado de la pasión, no necesariamente enloquece pero tiene un matiz de cierta locura, donde es muy difícil después remontar una cura que haya que haya tomado ese camino. Y si no puede aparecer este punto donde el otro tiene pero no se torna agalmático, sino que se vuelve al modo de querer lo que el otro tiene, sacarle, o no me da y entonces se instala una pregunta paranoica. qué quiere el otro de mí o por qué no me lo da, por qué sí a otros y a mí no. Esto a veces también dispara un odio enloquecido y ahí tenemos lo que se llama reacción terapéutica negativa. Donde hay una repetición sostenida en un afecto aniquilante, que es el odio, se produce una repetición que, en la reacción terapéutica negativa, por momentos es imparable.

Generalmente, con eso terminan los análisis, si es que no termina el sujeto con su vida o el analista asfixiado, enloquecido con determinados análisis que no dejan alternativa para poder remontar. Fíjense que la lógica de la castración, es de la división, el arte de la división. El arte de la división pacífica. Dividir los goces. Dividir al sujeto. Dividir la sustancia gozante de la pulsión. Dividir el tiempo, que haya un antes y un después. Cifrar. Encontrar las diferencias. Respetar al extranjero. Reconocer las semejanzas con mi prójimo. Reconocer las diferencias con mi prójimo. Eso implica agujerear, dividir al yo ideal. Dividir los ideales del ideal del yo.

Dividir al superyó es pegarle un mazazo, porque el superyó goza de su consistencia, de esa voz que goza, goza, como dice Lacán, pero tiene un punto entero, de consistencia. Dividirlo es a veces a fuerza de batalla en la adolescencia y cómo batallan porque todavía no se apiolaron en que hay un punto donde una madre y un padre no dan para tanto, el saber no da para tanto y el analista tampoco da para tanto. Sin desconocer que hay un tiempo donde hay que gastar las transferencias. Porque si uno no gasta las transferencias entonces, sí se queda con ese sentimiento narcisista de que puede prescindir de agotar al Otro, con ese narcisismo es también la muerte, la muerte del deseo.

Pregunta: te quería preguntar y comentar también, qué pasa cuando aparece el deseo de muerte de la madre, que me parece que son puntos donde uno se propondría avanzar hacia cierto real. Lo digo en la neurosis pero también lo pienso en la paranoia, porque a veces hay momentos en que el psicótico trae esto, yo estoy escuchando voces pero mi papá se pasó toda la vida así y mamá quería que yo desapareciera. Pareciera ser que cuando aparece ese real habría que como ir a cubrirlo de nuevo porque no hay mucho más que ir por ahí, que creo que es una vía mortífera. Ahí sería un real no digo para renegar pero sí por lo menos no apoyarlo en sí, sí, si él llegó ahí, llegó ahí pero no apresurarlo. Uno tiene alguna experiencia en haber trabajado con casos así, cómo maniobrar para que se aleje de este real o poner distancia o velar.

Elena Jabif: hablaste de deseo de muerte de la madre. En el caso de Schreber era el padre el que tenía este deseo de exterminio sobre el hijo y de goce sobre el cuerpo del hijo, era al modo de un deseo primordial, puede ir a ese lugar del Otro primordial y no porque el lugar de las madres sea lo peor siempre.

En relación con el deseo de muerte podríamos decir que es un deseo puro, como cuando se dice que si el deseo del analista es un deseo puro. Hay muertes y muertes. Este deseo de muerte puede ser nada, no es del orden de la muerte, la muerte como imposible, muerte situada en el nudo borromeo: real, simbólico e imaginario, donde a veces Lacán la pone del lado de lo simbólico. Después hay una muerte por fuera, por supuesto que tiene que ver con este real como amo absoluto. Hay otras muertes, primera muerte, segunda muerte, muerte que hace el significante al producir una marca en el cuerpo.

Pero me parece que este punto de la desaparición, lo grave que vos decías de la clínica, es cuando ese deseo de muerte está en términos de nada, sos nada. Esto tiene su peso para poder constituir algún objeto posible para el sujeto, que lleva al sujeto a quedar convertido en pedacitos de nada.

El otro día una colega contaba un caso de una anorexia terrible, donde todo era comer grandes bolsas de comida en términos de grandes bolsas de basura. Una chica rica, millonaria, los padres pagan fortunas en internaciones, cuyos resultados son nada. La paciente tiene una terrible caída cuando muere la abuela materna y ahí su mamá se entera que es hija adoptiva pero el punto melancólico recae sobre la hija. Esta chica pasa de situaciones de anorexia a comer bolsas de basura pero bolsas que pueden ser incalculables, por supuesto después vomita pero no al modo de vómito, no como una bulimia sino que el cuerpo es una bolsa, es una bolsa donde se puede poner y se puede sacar pero es una bolsa informe, no es al modo de la bulimia en donde hay un cifrado, tanto comí, tanto vomité. Entra y sale porque no hay ningún borde que diferencie.

Era muy interesante, por qué una chica que funcionó hasta determinado momento, tenía novio, estudiaba agronomía, tenía una alimentación común, era una chica aparentemente neurótica común, termina en este estado de caquexia, con 34 kilos, pero además cada día está muriéndose y se está muriendo en lo real. Por qué no hay manera, pasan los analistas, pasan las internaciones, nada hay que calme. Qué es lo que pasó ahí Yo supongo que hay algo de esta nada que retornó desde la madre a partir de que se entera que es adoptada.

No quiero hacer una psicología evolutiva pero si esta nada vino, desde el lado de un Otro ni siquiera mítico porque no hay un mito armado, sobre el origen de ella, si su madre de bebe fue tirada en una bolsa de basura, no lo sabemos porque no hay datos, pero por el efecto après coup podemos leer qué pasó en un tiempo constitutivo. A veces lo leemos antes y no sabemos qué va a pasar, pero cuando ya se producen los efectos de estrago subjetivo, podemos inferir que a lo mejor esta basura fue de una generación a otra y recae sobre esta paciente, que es nada porque no hay forma para lo imparable de la muerte el cuerpo. Y si no hay forma para el cuerpo es porque no cuenta con la herramienta de haber sido el objeto agalmático que le falta al Otro primordial.

En todo caso, lo que no fue su madre para su propia madre recayó como un cataclismo, sobre la estructura de esta joven muchacha. Esto que dice Lacán en el seminario El Synthome, que en la esquizofrenia de la hija de James Joyce se lee la psicosis del padre.

Elena Jabif.

Seminario Repetición de la Escuela Froidiana de Buenos Aires. Clase: 27 DE MAYO DE 2006.

DE LA POSICIóN DEL INCONCIENTE A LA POSICIóN DEL ANALISTA. Cristina Calcagnini.

Si aún hoy nos habitara una pregunta sobre qué es el inconsciente, no vacilaría en responder como dijera Lacán: No es en la teoría sobre el inconsciente donde vamos a recoger la esencia de este concepto sino en lo vivo de la práctica donde podremos dar cuenta de él,

Parto de un ejercicio de lectura que he realizado del escrito Posición del Inconsciente, que Lacán escribió a pedido de Henry Ey, en el que resume las intervenciones que hiciera en el congreso de Bonneval, sobre el inconsciente Froidiano. Texto que fue escrito el 3 11 60, y que fue publicado 6 años después.

Voy a remarcar la articulación entre la posición del inconsciente y la posición del analista, que realiza Lacán en ese trabajo.

Comienza definiendo al inconsciente como un concepto forjado sobre el trazo que opera para constituir al sujeto. Es lo que decimos, enfatiza, si queremos entender lo que Froid presenta en su tesis. Y allí nomás plantea que los psicoanalistas formamos parte del concepto de inconsciente pues constituyen aquello a lo que éste se dirige.

Cito textualmente: No podemos dejar de incluir nuestro discurso sobre el inconsciente en la tesis misma que enuncia que la presencia del inconsciente por situarse en el lugar del Otro ha de buscarse en todo discurso en su enunciación. El sujeto mismo del pretendiente a sostener esa presencia, el analista, debe en esta hipótesis con un mismo movimiento ser informado y puesto en entredicho, o sea debe experimentarse sometido a la rajadura del significante,

el efecto del lenguaje es la causa introducida en el sujeto, gracias a ese efecto no es causa de sí mismo, lleva en sí la causa que lo hiende.

El sujeto cartesiano es el presupuesto del inconsciente. El Otro es la dimensión exigida por el hecho de que la palabra se afirma como verdad. El inconsciente es entre ellos el corte en acto,

Siguiendo el eje que se va desplegando remarco entonces que los psicoanalistas formamos parte del concepto de inconsciente ya que es aquello a lo que éste se dirige, leo en este movimiento, el fundamento de la transferencia. Y también que se trata de que los analistas nos reconozcamos atravesados por la eficacia del inconsciente.

Avanza el texto situando dos operaciones fundamentales de las que depende la causa del sujeto. Operaciones que se ordenan en una relación circular pero por ello no recíproca. La primera es la operación de alienación, específica del sujeto y su relación al significante.

Cito textualmente: La división del sujeto no procede de otra cosa sino del juego de los significantes, recordemos que el significante representa al sujeto para otro significante. Es la estructura de todas las formaciones del inconsciente y también lo que explica la división original del sujeto. El significante produciéndose en el lugar del Otro todavía no ubicado, hace surgir allí al sujeto del ser que no tiene todavía la palabra, pero al precio de coagularlo. Lo que allí había listo a hablar,

No es pues, que esta operación tome su punto de partida en el Otro, lo que hace que se lo califique de alienación. Que el Otro sea para el sujeto el lugar de su causa significante o hace aquí sino motivar la razón por la que ningún sujeto puede ser causa de sí. No solo porque no es Dios, sino porque ese Dios mismo no podría serlo.

La alienación reside entonces en la división del sujeto que acabamos de designar en su causa. Introduce la estructura lógica. El vel de la alienación solo impone una elección entre sus términos eliminando uno de ellos siempre el mismo sea cual sea esa elección, Este vel sobre el vel de la reunión funciona lógica.

El inconsciente no tiene sentido sino en el campo del Otro, y menos aún esto que resulta de ello: que no es el efecto de sentido el que opera en la interpretación, sino la articulación en el síntoma de los significantes, sin ningún sentido, que se encuentran allí apresados, La cosa vale la pena de decirse, pues califica al campo del inconsciente a tomar asiento en el lugar del analista, entendámoslo literalmente en su sillón, hasta el punto que debemos cederle ese sillón en un gesto simbólico

La segunda operación, es la separación, operación en la que se cierra la causa del sujeto, para poner a prueba en ella la estructura de borde en su función de límite pero también en la torsión que motiva el traslape del inconsciente, es la operación de la separación, en la que ubica a la metáfora del padre como principio de la separación.

La forma lógica que viene a modificar dialécticamente esta segunda operación, se llama en lógica simbólica la intersección.

Remarco en el texto Lacaniano la siguiente afirmación: Es esta una operación cuyo diseño fundamental volverá a encontrarse en la técnica. Pues la escansión del discurso del paciente en cuanto que el analista interviene en él, es la que se verá acomodarse a la pulsación de borde por donde debe surgir el ser que reside más acá.

La espera del advenimiento de ese ser en su relación con lo que designamos el deseo del analista en lo que tiene de inadvertido hasta la fecha, por su propia posición, tal es el resorte verdadero y último de lo que constituye la transferencia.

Por eso la transferencia es una relación esencialmente ligada al tiempo y a su manejo.

Leo entonces en esta ubicación que Lacán realiza cuando habla de la operación lógica de la alienación, en el gesto simbólico de cederle al inconsciente el sillón del analista, lo que desde la transferencia escribimos hoy como Sujeto supuesto Saber. Sujeto y saber supuestos, sujeto y saber inconscientes.

Enfatizo en el recorte que realicé que ubicamos en la operación de la separación en la que ponemos como principio la metáfora paterna, la posición del deseo del analista, comandando como verdadero y último resorte la transferencia.

La transferencia uno de los pilares del descubrimiento Froidiano, da cuenta de la posibilidad de operar en nuestra practica que se orienta a lo real. Lo real, fundamento conceptual que Lacán acentuó en su relectura del texto Froidiano, y que lo llevó a poner sobre el tapete la esencia de su invento el objeto a.

Objeto a, resto de la relación de alienación del sujeto al campo del Otro, es una construcción que el análisis produce, transferencia mediante, para que el analizante pueda anoticiarse del objeto que causa su deseo.

La transferencia podemos definirla de diversas maneras. Podemos decir que imaginariamente es la transmisión de los poderes del sujeto al Otro, pero Froid también nos advierte que es el momento de la resistencia, el momento del cierre del inconsciente. Cuando las asociaciones cesan, seguramente es porque alguna ocurrencia referida al analista se atraviesa. Lacán nos advierte que la presencia del analista, forma parte del concepto de inconsciente.

Cierre y apertura del inconsciente, pulsación temporal. Es a través de la presencia del analista que se producirá el llamado a la beldad que está tras las cortinas para que vuelva a abrirse. Esta es la metáfora que utiliza Lacán para dar cuenta de este juego transferencial y es en el momento del cierre en que va a ubicar al objeto a.

La transferencia, es la puesta en acto de la realidad del inconsciente, que es sexual, y se dirige al analista.

Lacán inventó una escritura para hablar de la transferencia: S. s. S. Suponer que hay un sujeto y un saber supuestos que se transfieren al analista es la llave, el punto de inicio para que pueda descifrarse el mal decir, inscripto en el malestar del sufrimiento, cifrado en el síntoma. El analista acepta encarnar ese lugar, cubre, que pueda decirse algo que ningún sujeto sepa. Transferencia simbólico imaginaria que se funda, por estructura en la creencia en los efectos de la palabra, sin este eje no hay análisis posible.

Se trata de un saber que no sabe cual es, que ningún sujeto sabe cuál es pero que produce efectos. Se trata de un saber que aloja la falta en su interior, Es por este camino que la posición del analista en la transferencia le permitirá alojar al objeto a,

Se trata de lo no sabido que sabe. El analista como Sócrates puede decir: Sólo sé que no sé nada. Pero de lo que sí sabe, como Sócrates, es sobre las cuestiones del amor y del deseo. Es por la vía del amor odio, en la transferencia que se podrá recortar en el discurso del analizante cuál es el objeto tan preciado, el agalma que se aloja en la presencia del analista. El amor nos lleva al corazón de la posición del analista. Es desde esta posición de semblante de objeto a, que se va a jugar uno de los momentos claves en la dirección de la cura: la operación de separación, de corte con ese trazo del objeto que viene del campo del Otro.

El analista sostiene esta posición, amparado en la abstinencia de satisfacción de la demanda de amor, odio de su analizante y sostenido en lo que llamamos la función x, deseo del analista que como decíamos al comienzo es el resorte verdadero y último de lo que constituye la transferencia.

La ética del análisis, que sostenemos en la dirección de una cura implica conducir al analizante por el camino que lleva al encuentro con la causa del deseo. Ética analítica que es diferente de la ética estoica, que va en la línea de la vigencia absoluta del deseo del Otro, y de allí hay un sólo paso al hágase tu voluntad, que retoma el cristianismo.

Pero, precisamente en tanto el deseo humano nace alienado al deseo del Otro. Si el deseo del sujeto sólo puede reconocer su deseo a nivel del deseo del Otro, y como deseo del Otro, se entiende entonces que ese sujeto en la transferencia, en la dimensión del amor apunte al deseo del analista.

El deseo del sujeto se constituye cuando ve el juego de una cadena significante a nivel del deseo del Otro, tiempo lógico de la alienación, como situábamos en el que el amor al saber, momento fundante de la transferencia, da cuenta de la creencia de que en el sufrimiento del síntoma que atraviesa al sujeto hay un decir, una verdad apresada.

Avanzar por el camino que marca la operación lógica de la separación implica situar en la posición del analista, soportada en el deseo de analista, lo que por la vía de la formalización que posteriormente va a realizar Lacán en el discurso del analista, la cara real de la transferencia. Allí donde por la vía del semblante de la serie de los objetos, voz, mirada, heces, dejando bajo la barra el saber referencial del que dispone el analista, se dirige al cifrado de goce y letra del síntoma de su analizante para interrogarlo produciendo, pariendo el significante que lo represente.

Como decía el texto Lacaniano, momento clave en el que la operación analítica, ha de producir el corte, la escansión.

Una breve viñeta clínica de Lacán me permite desplegar lo dicho teóricamente desde la práctica. Se trata de un breve recorte que tomé del seminario de la angustia de la clase del 20 de marzo del 63, 3 años después de la escritura de Posición del Inconsciente, Veamos entonces como nos trasmite desde su clínica su posición.

Lacán comienza ubicando la posición sintomática de su analizante en relación a su partenaire. Dice así: Se trata de una mujer que un día le comenta a Lacán que su marido, cuyas insistencias son de cimiento en el matrimonio, la deja de lado desde hace un tiempo demasiado largo como para que lo haya notado, dada la forma en que ella siempre recibe lo experimenta como una torpeza. Eso más bien, la consolaría.

Sin embargo nos dice Lacán voy a extraer una frase, no se precipiten de inmediato a saborear una ironía que se me atribuiría indebidamente, en la que se expresa como sigue: Poco me importa que él me desee, dado que no desea a otra.

No llegaré a decir que aquí tenemos una posición común ni regular. Esto sólo cobra su valor en la continuación de la constelación tal como va a desarrollarse por las asociaciones que constituyen este monólogo. Hela aquí pues hablando de su estado con singular precisión. Como la tumescencia, no es privilegio del hombre no me sorprenderá que ella, cuya sexualidad es totalmente normal, hablo de esta mujer, afirme que si, por ejemplo mientras ella conduce surge la alerta de un móvil que la hace monologar: Dios, un coche, y bien inexplicablemente esto es lo que ese día la impresiona: advierte la existencia de una hinchazón vaginal que observa responder en ciertos períodos al surgimiento extraño a las imágenes o al espacio sexual. Ese estado, dice no desagradable sino más bien de la naturaleza de lo molesto, cede por sí mismo.

Leemos el desencuentro sexual de esta mujer en la indiferencia frente al deseo de su partenaire y su encuentro con este objeto molesto que la excita.

Cito textualmente Me fastidia conectar con lo que voy a decirle porque desde luego que no hay ninguna relación Me dice entonces que cada una de sus iniciativas está dedicada a mí. Lo digo, dice Lacán, su analista soy yo.

No puedo decir que se las consagre, eso querría decir que lo hago con cierto fin. No, cualquier objeto me obliga a evocarlo a Usted como testigo, aunque no para obtener la aprobación de lo que veo. No simplemente la mirada. Al decir esto me comprometo un poquito demasiado, digamos que esa mirada me ayuda a hacer que cada cosa cobre su sentido.

Conoció ella en otros momentos de su existencia, nos dice Lacán esa referencia al Otro

Esta pregunta la hace trasladarse al comienzo de su vida matrimonial, y después remontarse más allá y dar testimonio de lo que fue aquél que no se olvida su primer amor.

Se trataba de un estudiante del que muy pronto resulto separada y con el que quedo en correspondencia en el pleno sentido del término. Según dice, todo lo que ella escribía era verdaderamente un tejido de mentiras. Yo creaba hilo por hilo, un personaje, lo que deseaba ser ante sus ojos y no era de ninguna manera. Sospecho que se trató de una empresa puramente novelesca que proseguí de la manera más obstinada Envolverme dice, en una especie de capullo. Y agrega muy graciosamente: Usted sabe, le costó confiar en eso,

Qué era lo que ella deseaba ser y no era Es en función del interrogante que Lacán le formula que ella va dando cuenta del entretejido en el que como la telaraña intenta atrapar al otro en su interior.

Ahora vuelve sobre lo que produjo para mí: Es todo lo contrario de lo que aquí me esfuerzo en ser: me esfuerzo en ser siempre verdadera con usted. Cuando estoy con Usted no escribo una novela, la escribo cuando no estoy con Usted

De la heroína de la novela, cual es la verdad de la que habla.

Vuelve al tejido, siempre hilo por hilo, de esa dedicatoria de cada gesto que no es forzosamente un gesto hecho para complacerme, ni siquiera para dejarme forzosamente conforme. No hace falta decir que ella forzaba su talento. Lo que al fin y al cabo querría no es tanto que yo la mire, sino que mi mirada venga a sustituir a la suya, acota Lacán.

Lo que invoco es el auxilio de Usted mismo, la mirada, la mía es insuficiente para captar todo lo que hay que absorber del exterior. No se trata de mirarme hacer, se trata de hacer por mí, Estoy, dice, telecomandada, lo cual créame no expresa ninguna metáfora. No hay ningún sentimiento de influencia. Pero si produzco esta fórmula es para recordarles que pudo leerla en los diarios a propósito de ese hombre de izquierda que después de haberse hecho voltear es un falso atentado creyó deber darnos este ejemplo inmortal el de que en la política la izquierda siempre es teleguiada por la derecha. Así es además como una relación estrechamente paritaria puede establecerse entre estas partes,

El deseo del psicoanalista, en tanto ofrece escucha crea demanda.

Que le demanda su paciente a Lacán Le demanda su mirada. Es por la vía de este objeto que ella recorta en la presencia de su analista, que algo para ella empieza a jugarse de otro modo. Ella se tienta tentando al otro. El posee ese objeto que ella desea. No sabemos cómo operó allí Lacán, pero si podemos comentar que no se trata de que ella efectivamente se apropie de eso que demanda, sino que se trata de que ella pueda por este sesgo, en tanto la falta viene a jugarse allí lo que es la causa de su deseo.

Ella se tienta tentando al Otro, lo que le interesa es el deseo del otro.

Observamos en la posición del analista, como en su intervención va llevando a su analizante en su discurso a dar cuenta de su relación al Otro, por un lado y por otro la lleva a formular su demanda.

Ella le demanda su mirada. Lacán aloja para ella esa mirada que ella desea. No se trata de que el satisfaga esta demanda, de esto Froid nos ha advertido suficientemente.

La posición del analista de dejarse tomar por el fantasma de su analizante, es lo que va a permitir producción significante para tejer un borde a lo real del goce.

Esta posición de semblante de objeto, es lo que Lacán plantea que es la posición del esclavo, el analista no puede disponer de su deseo sino que pone en juego en la serie de las demandas, no satisfechas, la posibilidad de acceso a la causa del deseo del analizante.

Concluyo, con la reflexión que me evoca el planteo que Lacán realiza cuando hablando de los no incautos, los que no se dejan capturar, lo que no pueden imaginarse incautos del inconsciente, se pregunta si él es lo bastante incauto como para no errar, si se ajusta al discurso analítico.

Se trata entonces, de recordar allí que la ética psicoanalítica pone en juego la dimensión que implica ser cada vez más incautos del saber inconsciente ya que es nuestro único patrimonio de saber.

Saber del inconsciente, que es un saber en lo real, única posibilidad para bordear el agujero de la no relación sexual. Ese real que mana por la ranura del decir verdadero. El inconsciente no descubre nada porque en lo real hay agujero y no hay nada que descubrir.

Es lo que tropieza con lo que no es hombre es mujer, y a la vez lo que abre camino no es otra cosa que ese decir.

Hace falta inventar para bordear el agujero de lo real, hace falta inventar el objeto a, y no tenemos que olvidar que el discurso analítico sirve para inventar ese saber en lo real.

Cristina Calcagnini.

Jornada de Carteles de la EFBA, 2003.

FANTASMA. Benjamín Domb.

El Seminario 11, al cual remiten estas jornadas, marca un tiempo histórico fundamental en la enseñanza de Jacques Lacán, tiene relación inmediata con la ruptura definitiva con la IPA y es contemporáneo a la fundación de la Escuela Froidiana de París.

En este nuevo escenario Lacán va a dar continuación a su enseñanza abordando lo que denomina en ese momento los fundamentos del psicoanálisis, va a nombrar cuatro: Inconsciente, Repetición Pulsión y Transferencia. El Fantasma no aparece mencionado como tal.

En este contexto son solo 4 los conceptos fundamentales. Hay cierta religiosidad. Cuando remitimos a tal seminario, tal párrafo Todos entendemos lo mismo cada vez que lo leemos.

Como Picasso dice que: no busca sino que encuentra. Dónde En el campo Froidiano, basta agacharse para recoger lo que allí hay. Nos encontramos, de lleno, en el tiempo que denomino: del retorno a Froid Este seminario ha marcado de una manera fundamental la formación de los primeros psicoanalistas Lacanianos aquí en la Argentina. Es por esos años que comienzan a aparecer los primeros grupos de estudios de Lacán aquí en Buenos Aires las primeras lecturas de las enseñanzas de Lacán y este es uno de los primeros seminarios completos que llega a nuestras manos, que leemos con avidez y que deja marcas imperecederas en nuestros discursos.

A lo largo de este seminario Lacán no trabaja el concepto de fantasma, hay en todo el seminario solo algunas menciones colaterales a la cuestión del fantasma. Podríamos, sin embargo decir, que el concepto de fantasma está implícito en cada uno de los cuatro conceptos aquí desarrollados.

Inconsciente, Repetición, Pulsión y Transferencia, son conceptos Froidianos. El Fantasma en cambio remite más directamente a la enseñanza de Lacán, no quiere decir que en Froid no este, por ejemplo en Pegan a un niño, entre tantos otros textos donde aparece planteada la cuestión del fantasma, pero el desarrollo y su articulación teórica la produce Lacán en distintos tiempos de su enseñanza.

Justamente con su inscripción en el llamado grafo que aparece en su escrito sobre la Subversión del Sujeto y particularmente en el seminario El Deseo y su Interpretación, hacia el final, trabaja extensamente la cuestión del fantasma.

Es el Fantasma un concepto fundamental del psicoanálisis Hay tal vez otros conceptos fundamentales Seguramente. Qué es el Fantasma

Trataré dentro de los límites de mi exposición de responder a algunas de estas cuestiones.

El fantasma cuya escritura Ustedes conocen sujeto barrado, a es la respuesta que el sujeto encuentra frente al deseo del Otro. Frente al enigma que ese deseo le plantea al sujeto, el fantasma es su respuesta. Está íntimamente ligado a la constitución del sujeto por lo que se articula, se anuda a los otros conceptos fundamentales como represión primaria, castración y deseo.

Me remitiré a algunas de las referencias explícitas en el texto del seminario que nos ocupa. En la clase del 27 de mayo de 1964 y la subsiguiente, al tratar la cuestión de la Alienación y la Afánisis del sujeto, Lacán habla insistentemente de dos faltas, estas dos faltas en primer lugar las remite al propio sujeto. Una de dichas faltas, se debe a lo que él llama el defecto central en torno al cual gira la dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio ser en la relación con el Otro, debido a que el sujeto, se refiere al sujeto del inconsciente, está primero en el campo del Otro. Dice que esta falta retoma la otra falta real anterior, que ha de situarse en el advenimiento del ser viviente en la reproducción sexuada. La falta real es lo que pierde el ser viviente, por reproducirse por la vía sexuada. Esa falta es real porque remite a algo real, que el ser viviente, por estar sujeto al sexo, queda sometido a la muerte individual.

Destacamos de esta formulación, en primer lugar dos faltas, una Simbólica, la falta de significante, el significante le viene del Otro y otra Real referida al sexo, en este caso Lacán se refiere a la reproducción sexuada porque aun no contaba con las formulas lógicas de la sexuación es decir con la división, de un lado hombre y de otro lado mujer, recién allí podrá referir, la falta real a aquello que desde entonces va a proponer como el verdadero y único fundamento del psicoanálisis: El no hay relación sexual. En el seminario de referencia lo anticipa de la manera que puede hablando de la reproducción sexuada o mejor cuando señale de un defecto central son palabras de Lacán, ese defecto central podríamos traducirlo en otros términos como no hay relación sexual. No hay armonía ni complementariedad entre el ser humano y su medio como se encuentra en el animal.

Continuando con el seminario 11 y con la cuestión de las dos faltas, Real y Simbólica; una retomando la otra, va a hablar de la superposición de dos faltas, la del sujeto y la del Otro. Pero ahora haciendo pone el acento en lo que nos va a interesar en esta ocasión en que tenemos que hablar del Fantasma: el sujeto, dice, encuentra una falta en el Otro, el encuentro del sujeto con esta falta es fundamental para su constitución, es decir que sino se encuentra con esta falta del Otro, la constitución del sujeto en tanto tal no se produce. Qué quiere decir esta falta del Otro de la cual el fantasma viene a resultar su respuesta

Fue nombrada, esta falta, como castración del Otro, no se trata de la castración del sujeto barrado sino de la castración del Otro nos enseña Lacán. Sin embargo ubicar esta castración del Otro ni es fácil para el sujeto ni lo es tampoco en la teoría psicoanalítica. Froid planteo la castración como límite del sujeto, Lacán la extendió como castración del Otro Qué quiere decir la castración del Otro Cuál es esta castración del Otro Por ejemplo: a partir de las formulas de la sexuación lo que se demuestra es, por un lado que para admitir la castración del sujeto debe de existir uno, el padre, que le dice no a la castración, x x, en ese sentido el Otro no está castrado y si nos vamos del otro lado de las formulas lo que encontramos es que no hay Otro eso es decir que inexiste, esto hace que la mujer sea no toda fálica. Pasamos entonces de Otro absoluto, del padre castrador estando él no castrado, a la inexistencia del Otro. Es un poco extremo no podría haber otro que sin ser absoluto exista Esta es la cuestión, eso es el Otro Real que es a su vez R S I.

Veamos cómo a partir de aquí se constituyen dos faltas que no debemos confundir y que ambas forman parte de la estructura, una falta se deriva de la entrada en función del padre, cuyo resultado es la castración del sujeto es decir que el sujeto se inscribe en el universo fálico y su escritura en la teoría es el O, phi mayúscula, falo simbólico. Lo que no hay que confundir con S, A, significante de la falta en el Otro, que remite a la inexistencia del Otro, es decir a lo real del Otro. Esta falta es real y se presenta como imposibilidad de nominación. Agreguemos, de todos modos que a lo Real no le falta nada y a las mujeres tampoco. Son tal vez cuestiones elementales. No es lo mismo una prohibición que una imposibilidad.

Llamar a la falta del Otro, castración, puede llevar a algunos a malos entendidos o confusiones teóricas. El sujeto requiere que el agente de la castración no esté a su vez castrado, esa es la suposición neurótica.

Estas dos faltas están presentes, en el discurso del Otro, de la madre. El niño las advierte, de muchas maneras, no solo en la presencia ausencia de la madre, ella puede estar bien presente y su presencia significar más aun la falta. En la experiencia del niño, es algo que puede detectar radicalmente. Él, le dice a su madre, me dices eso, pero en realidad qué quieres Él, la intima a que ella responda sobre el objeto de su deseo, que ella a su vez ignora, aunque, en el buen caso el hijo venga a ocupar el lugar de objeto de ese deseo, hay en ella un más allá.

Todos los por qué del niño no surgen de una avidez por la razón, más bien constituyen una puesta a prueba del adulto, un por qué me dices eso Resucitado siempre de lo más hondo qué es el enigma del deseo del adulto El deseo tiene esta doble raíz no es solo la falta del significante, de que el significante está en el Otro, sino que además el Otro no dispone del significante que nombre su deseo y ese es el punto que revela la inexistencia del Otro, que es con la que se confronta el sujeto en el fin del análisis.

Es gracias a esta inexistencia que algo de invención le es posible al sujeto, inclusive le da lugar a su propia existencia.

Lacán va a hondar en este seminario, en esta interrogación mostrando como el sujeto puede llevar al límite su demanda al Otro, al límite de poner en juego, responder con la falta antecedente, con su propia desaparición, para situarse en el punto de la falta percibida en el Otro. El primer objeto que propone a ese deseo parental, cuyo objeto no conoce, es su propia perdida. El niño se propone como objeto y en falta. Puede perderme El fantasma de su muerte, de su desaparición, es el primer objeto que el sujeto tiene para poner en juego en esta dialéctica y en efecto lo hace. La clínica nos lo muestra de las más variadas manifestaciones que van desde la anorexia mental al acto suicida, en estos casos, donde la respuesta fálica intenta agotar el deseo, este muestra su incolmable satisfacción de los modos más insólitos, la infinita producción de objetos en nuestra sociedad son también una muestra más de este real,

Esto señala: solo hay deseo en tanto hay falta, aunque lo contrario no se verifique, es decir, puede haber falta sin que se constituya un deseo. Para esto hace falta que exista uno, Padre.

Froid ha puesto de manifiesto que el neurótico tiene fantasmas perversos con estos fantasmas el sujeto intenta resolver aquello que la castración ha producido. Pero hay algo que en la operatoria Lacaniana se denomina S, A, significante del Otro tachado, que quiere decir que el significante en su imposibilidad de dar cuenta de esta falta, lo que hace, es hacerla presente, presentificarla como insuficiencia de la palabra. Porque Lacán habla de significante, A, es un Nudo en esa época no podía no hablar de Ste. el sin sentido es del significante o de lo Real

El niño demanda ser nombrado y de alguna manera es nombrado por un significante del Nombre del Padre y este significante que opera la represión no alcanza a decir la falta, el niño, como el significante, viene a ser uno en más en relación a la falta real que habita a esa madre. Habíamos dicho que en tanto mujer no le falta nada. Ahora como madre tiene un hijo, uno en más, en relación a esa nada que la habita.

Es el intento simbólico y también real de suturar eso que se lee, desde el lugar del padre, como falta.

En el buen caso, la falta persiste, eso que hoy llamamos el defecto central y el sujeto encuentra el lugar donde constituirse. Es decir, que el niño, para que la falta persista no llega a realizar el proyecto materno no llega a realizar el proyecto materno, el ser nombrado para taponar esa falta, cuando la voz de la madre amoneda el decir del padre, el no, que nombra esta falla del Nombre de recubrir lo real, pero que alcanza para detener el proyecto materno, la boca de cocodrilo. Eso es el palo, el falo, que no sutura la boca del cocodrilo sino que la deja bien abierta para que no se devore a la tierna criatura.

Qué es lo que ocurre entonces, el Otro materno no puede nombrar su deseo, e inexiste el Otro paterno no solo dice no para no transformarse en un A absoluto, sino que además hace intervenir su pereversión, hace de la mujer objeto a causa de su deseo. Es decir aparece su castración. Algo acude, entonces, en sostén de ese sujeto, de ese niño, desfalleciente, en afánisis: El objeto a. De esta manera construye su fantasma en respuesta al enigma del deseo del Otro. Es el engaño que le permite sostenerse en relación a esa falta del Otro que se produce por efecto de la castración del Otro y del sujeto.

Cómo es que el fantasma siendo respuesta del sujeto en su constitución al deseo del Otro, deviene luego sostén del deseo de sujeto

La constitución del fantasma implica que la falta no es colmable más que fantasmáticamente, este se constituye, primero, en relación al Otro real y es en un segundo movimiento que el sujeto apropia a través de su fantasma, así constituido, sostiene su deseo como deseo del Otro. Es en esta interrogación por el deseo materno y en el intento de obturar su falta que el niño constituye su fantasma fundamental. Aquel fantasma mediante el cual, si por un lado logra estabilizar su neurosis, a partir de allí, ese fantasma será la medida de su realidad, realidad fantasmática, también a partir de allí establecerá una relación al Otro que solo el fin del análisis alcanzará a remover.

Benjamín Domb.

Jornadas Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis. Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Froidiano; 2000.

LO FALLIDO Y EL ACTO. Marcelo Esses.

En la lección 2 del Seminario del Acto Psicoanalítico Lacán realiza un contrapunto entre acto y acto fallido. Este trabajo intentará transitar un recorrido que partiendo del acto fallido vaya cerniendo lo fallido del acto.

El acto fallido en Froid forma parte de una serie de producciones del inconsciente, ellas portan en común un tiempo de falla de la represión, punto de ruptura por donde el saber del inconsciente realiza su puesta en acto en su decir deformado por su propia legalidad.

Sin embargo se podría precisar que mientras en el sueño se revela la propia estructura del inconsciente, acentuada como su vía regia, en el chiste su chispa se hace presente en la relevancia que cobra la sanción del Otro, para que cobre su status. Cabría destacar que en el acto fallido es posible ubicar en su dimensión de equívoco de la intencionalidad, una cierto rasgo de torpeza y error, donde junto a una vacilación de sentido, se presentifica lo fallido mismo como marca de la inadecuación, de lo inadecuado de este acto para el sujeto, delimitando un campo de sin sentido como su propio ombligo.

En la lección 4 Lacán dirá: que nunca es tan bien logrado como cuando es un acto fallido. El discurso paradojalmente se torna logrado cuando el saber hace falla, vigencia del fallo legalizante de la castración sancionado sobre la unión sexual, fundante de lo interdicto de goce y lo entredicho de la verdad.

El acto psicoanalítico recortará ya no el equívoco y la generación de un efecto de sentido propio del acto fallido, sino la puesta en acto de la falla, marca de la inadecuación, de lo inconmensurable entre el goce y el significante. Contrapunto entre las producciones del inconsciente y la actualización del objeto a.

En el Seminario 20, Aún Lacán expresará: inscribí, el S, y el f que como significante es su soporte, lo cual se encarna igualmente en el S 1, que, entre todos los significantes, es el significante del cual no hay significado, y en lo que toca al sentido, simboliza su fracaso.

El acto psicoanalítico es el que lleva el discurso de un analizante hasta los límites de su decir, allí donde inscribe el fracaso en lo que toca al sentido, punto fallido de la significación, encarnado en el f como significante asemántico. Acto de soporte de la hiancia entre el saber y la verdad, entre el sujeto del enunciado y el de enunciación.

Luego en el mismo Seminario agregará: Por otra parte, S, A, qué es, si no la imposibilidad de decir todo lo verdadero,

Recorrido de la experiencia analítica donde propicia poner el saber en el lugar de la verdad y lo real en el lugar del semblante.

Nassif dirá en la lección10: El lenguaje en efecto, que reduce la polaridad sexual a un tener o no tener, la connotación fálica, hace matemáticamente fallo cuando se trata de articular esta negación que es, en definitiva, la que funciona en la castración.

Versión matemática del fallo presente en el objeto a, como número de oro, en tanto número irracional, quien tiene cifras decimales infinitas no periódicas. El número irracional escribe, como número algebraico inconmensurable, la función de desgarro propia de la estructura simbólica, agujero constitutivo inscribiéndose en los intervalos significantes y en la causa del movimiento deseante. Doble versión del sujeto tanto en lo que representa un significante para otro significante como en lo que remite a la falta bajo las especies del objeto a.

En la lección 9 Lacán expresará: Acá, permanece, la apertura, si se puede decir hiante, como puede operarse, como podríamos llamarlo, ese salto mejor como lo hice en un texto de propuesta a explorar lo que resulta de ese salto que llamé más simplemente el pase.

Singular versión del acto psicoanalítico que ante el fallo matemático, hace tope a lo infinitesimal vía un salto al límite, atravesando la cobertura del fantasma alcanza y se dirige hacia un nuevo significante, que refunda y renueva al sujeto, operando en él un cambio de posición, cobrando la envergadura de un pase. Acto como acontecimiento subjetivo, instante de la emergencia del sujeto barrado, en su específica temporalidad de futuro anterior del habrá sido.

El acto analítico es el único lugar donde el sujeto está representado por su propia división, ubicando Lacán en Radiofonía a la barra como el borde real, dimensión de corte del sujeto y de pase al des ser.

Otra versión de lo fallido que se articula al acto es la repetición en tanto reiteración de un fracaso, insistencia que remite a la búsqueda del objeto perdido, inaugurando una propagación en el intento de inscribir la marca primera, donde paradojalmente la inscripción escribe la imposibilidad de la inscripción, causando un constante contrapunto entre lo repitente y lo repetido, entre corte y sutura.

El acto aparece como la repetición en un solo rasgo, y donde el significante tiene la apariencia de significarse a sí mismo.

Es por vía de la repetición que se transita el camino de lo escrito, que desde una lógica de la disyunción sustituye la del fantasma luego de su atravesamiento regida por la de una copula entre significante y objeto. Repetición como una nueva juntura entre igualdad y diferencia en los trayectos de lalengua, ensamble entre letra y goce.

El desfasaje marcado es tanto en la insistencia significante, como en la disyunción temporal entre satisfacción obtenida y repetición perseguida, entre la cara satisfactoria y la decepcionante del acto sexual. Escritura de la inadecuación entre los sexos y sus goces, como entre el sujeto y el Otro y lo disyunto entre S 1 y S 2.

Ya que mientras en el inconsciente hay relación sexual suturando la falta, vía sus producciones, en la repetición que propicia el acto psicoanalítico, se encuentra tallada de un permanente y escriturante corte.

En Respuesta a Marcel Ritter Lacán dirá: La represión originaria se especifica por no poder ser dicha en ningún caso, por estar en la raíz del lenguaje.

El acto anuda una vuelta de la función de la palabra, con el status de letra, al campo del lenguaje, contorneando el traumatismo primordial, bordeando el agujero simbólico de la represión primaria como destino de un análisis. Escritura de la modificación de la estructura y del límite de la representación y el reconocimiento de un sujeto.

El fin de análisis establece una disyunción de j Ú a, regida no por una negación complementaria de la gramática y la cópula, sino por una negación fundamental, puesta en juego en una doble negación, operación de pase hacia una primacía de la lógica en el intento de cernir un vacío. Doble negación como escritura tanto de la inconsistencia donde no hay universo de discurso como de la incompletud donde no hay todo de goce.

El acto propicia un re anudamiento entre letra y goce, y lo que resta y prosigue haciendo diferencia presente en la voz en desproporción al campo del lenguaje y la insatisfacción en inadecuación al campo del goce. Marcas de la no representación de la muerte y la sexualidad en el inconsciente.

Es a destacar que Froid en el capítulo 10 de la Psicopatología de la vida cotidiana, denominado Errores enumera los tres primeros; habiéndolos cometido en su libro fundacional La Interpretación de los sueños; quién había tomado Marburg por Marbach, Asdrúbal por Almílcar, y donde Zeus estaba en el lugar de Cronos.

Froid dirá en relación a este tercer error: También afirmé por error que Zeus había castrado y arrojado del trono a su padre, Cronos. Por error retrasé ese crimen en una generación, pues, según la mitología griega, fue Cronos quien lo cometió en la persona de su padre, Urano.

Luego expresará: Los tres casos citados se refieren al mismo tema fundamental, y los errores son resultantes de pensamientos reprimidos relacionados con mi difunto padre.

Sorpresa que no concluye allí ya que cuando Lacán los enumera en la lección 2 del Seminario sustituye el último citado diciendo: y de no sé cuál Médicis que atribuyó a la historia de Venecia, Fallido de Lacán que sustituye el cuarto ejemplo dado por Froid por el tercero donde hace referencia nada menos que a la muerte simbólica y mitológica del padre. Relación ineludible y punto de cita entre el acto y el nombre del padre. Cabe destacar que en el Seminario 10 se ubica el toque del shofar, como el acto recordatorio de que el padre efectivamente está muerto, y siendo desde la voz que se anuncia la dimensión performativa del acto.

Fin de análisis como punto de cita con el S, A, horizonte sin el Otro propio del acto psicoanalítico, siendo reabsorbido el Sujeto supuesto saber por la lógica, destitución que abre el encuentro con lo traumático de la castración del Otro y con un tránsito del nombre del padre al nombre propio.

El acto psicoanalítico; que desde una relectura y distancia con el recorrido filosófico del acto; desubstancializa, negativiza, corta, pone en referencia a una causa, promueve la transformación y el devenir deseante como salto de la potencia al acto renovador y creador de un sujeto.

J. Marcelo Esses.

Texto presentado en las octava Jornada de Carteles, segundas Jornadas de Grupos de Investigación, Veinte años de Carteles, Escuela Froidiana de Buenos Aires, 2005.