REFLEXIONES ACERCA DE UN MATERIAL CLINICO. María Eugenia Vila

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Cuando del lado del analista es necesaria su presencia

Como analista somos convocados a un lugar en la transferencia que no elegimos, más bien se produce como efecto de estructura.

Se trata en algunas situaciones clínicas de ponerse en el lugar que la estructura pide. Frente al despliegue de la economía libidinal de cada sujeto, avanzamos "con prudencia y rigor pero no sin ley" (1)

Obramos en función de la castración, realizando operaciones de corte de desciframiento, de lectura, de escritura. Hay veces que intervenimos ahí, donde el efecto sujeto desfallece, aprisionado en un goce que lo retiene, en que la palabra no alcanza para ser frente a la erupción de lo real. El sujeto no dispone de elementos para operar un corte, entonces se hace necesaria del lado del analista su presencia.

Dice Isidoro Vegh en su texto: ""Las Intervenciones del Analista": "El analista interviene en lo real, donde al analizante no le alcanzan los efectos de la palabra" (2)

Pasemos a S. hijo único de padre italiano y madre descendiente de italiano, nace al poco tiempo de la muerte de una hermana. Vive con ambos padres aunque recuerda haber sido criado por su madre y sus tías como una niña bien educada, hasta los 19 años, en que realiza su primer viaje a Italia, autorizado por su padre, quien pensó que le convenía sacarlo de al lado de la madre, evitando así que ésta lo arruinara. Según S ya era tarde el se sentía confundido, perseguido e inseguro. Relata un episodio en el colegio de curas, cercano a la pubertad, el que por pelearse con un compañero al contarle él, al cura, éste respondió: "sos bastante maricón, vos". Desde ese momento refiere no tuvo más paz.

Paz que desaparece, cuando el Otro, al que convoca en el lugar de la ley lo sanciona, arrinconándolo del lado del deseo materno, obstaculizando la tramitación de ese real, que la pubertad arroja.

De niño, muy asustado revisaba placares y miraba debajo de la cama antes de dormir, ya que lo paralizaba la oscuridad. Intento éste, desesperado, de enmarcar aquello, sin nombre, que lo llenaba de terror.

A los 19 años, luego de terminar sus estudios secundarios viaja a Italia a casa de unos tíos paternos. Habiéndose enamorado de la mujer del tío, ante "la furia del tano" decide enrolarse en el ejército italiano, como voluntario, donde realiza la colimba, entre generales y otros homosexuales.

Habiendo aprendido rápidamente el idioma italiano en este viaje, en una oportunidad en que debe comunicarse con la Embajada Argentina, con gran asombro comprueba haberse olvidado el castellano. Desde ese momento, reza y piensa en italiano. Tiempo éste, que tiene el efecto de cierta constitución subjetiva, que arroja del lado del sujeto, un uso definitivo del italiano, rasgo de identificación al padre. En la actualidad sus plegarias, pensamiento y canto, conllevan esta marca.

Nos es lícito pensar à près coup, que el italiano, estaba ya en el baño del lenguaje, lengua materna, en tiempos instituyentes, marca al sujeto constituyendo algo de su trama.

Poco tiempo después del regreso de este viaje se casa y tiene una hija. Realiza durante muchos años tareas en un banco.

Cuando realiza la consulta que dio inicio a este tratamiento padece crisis de angustia que le imposibilitan salir de su casa. Alquila una habitación en un departamento que comparte con dos hombres gay. Realiza un trabajo, fuera del banco que apenas le permite alimentarse y pagar su vivienda. Transita regresivamente una vía homosexual, manteniendo una relación con escasos encuentros con un "pibe" menor que él.

Dice sentirse completamente solo, situación imposible de soportar. Ha realizado otros tratamientos y recurre a la consulta una vez más "intentando ser rescatado de la caída". Cuando en las relaciones comienzan los conflictos, empieza a bandearse para todos lados, quedando tomado, dice él, por el fantasma de la homosexualidad.

Cuando trabajaba en el banco, corrieron rumores de enriquecimiento ilícito, del que podrían culpar a los empleados, ante lo cual se suceden algunos despidos, piensa que podrían hacerle "la cama" y culparlo de algo. Luego de trabajar 26 años, decide renunciar, despojándose así de un importante y segura fuente de ingresos. También, de un lugar de reconocimiento, emparentado directamente con su italianidad, ya que su fluído uso del idioma le permitía relacionarse con los directivos del banco, obviamente italianos. Tiempo después de renunciar al banco establece una relación con una mujer instalándose en su casa, llevando todas sus pertenencias, incluso el dinero de la venta de su departamento. Permanece sin trabajo estable y habiendo gastado su dinero en esta convivencia, sintiéndose presa de pánico ante ella, se va, dejando todos sus objetos (recuerdos de familia, muebles, cristalería, etc.).

En la primera entrevista me dijo –"Les tengo mucho miedo a ustedes las mujeres. Mi padre se murió dejándome solo entre mi madre y mis tías".

Con la muerte del padre parece iniciarse cierto derrumbe que se continúa, más tarde, con la pérdida del trabajo en el banco, su departamento y la relación con las mujeres.

De niño y en su adolescencia fue desautorizado por su madre para ser bailarín, actor y/o cantante de ópera por sospecharse para homosexuales.

Intervengo en esta línea, intentando conmover este sentido puesto en lo actoral por la madre, apuntando que se produzca otro, el propio, el del sujeto. Lo que propicia el tránsito por algunos puntos de consistencia imaginaria (un marcado histrionismo, cierta seducción jugada en el canto), apuntando por esta vía, a un posible rearmado del paño narcisístico. Se incorpora a un grupo de canto, trabaja como extra en algunas óperas, toma clases de teatro. Esto le permite cierta reinserción social.

Del padre recuerda que era un buen hombre, honesto y trabajador, de buenos principios. Relata como una pesadilla quedarse solo con la madre o bien por fuera de la relación de ambos padres.

Dichas alternativas lo llenaron de pánico. El afuera, no estaba propiciado como un efecto del funcionamiento a pleno de la ley, si no al modo de una expulsión. Quedar con la madre ponía de manifiesto, oralidad mediante, fantasías de devoración sin límite, algo de esto es lo que retorna en su última relación heterosexual, cuando él ya no dispone de dinero y/o trabajo (rasgos referidos al padre).

La relación actual con el "pibe" es esporádica, pasa las horas como "petrificado", esperando que lo llamen, dice: -"Parezco una criatura, víctima, a su merced" .... –"Estoy enganchado en esta fantasía como quien no quiere quedarse vacío del todo".

Pierde su actual trabajo y queda sin recursos para pagar su alquiler y alimentarse. Atraviesa estados de pánico, que lo paralizan, impidiéndolo pensar otras actividades. Con ayuda de algunos amigos y familiares, hace frente a este momento, resultándole muy difícil encontrar nuevamente trabajo. Las sesiones se suceden casi diariamente.

Un día viernes, muy angustiado, viene a consulta luego de haber faltado tres o cuatro días. Refiere no poder dormir ni salir de su casa, pasa los días encerrado, con grandes dolores físicos en el estómago, marcada rigidez en las piernas. Doblado de dolor se alimenta muy mal. Luego de una entrevista con la psiquiatra, que le hace una receta, conversa conmigo. Le resulta muy difícil, casi imposible, decir algo más que la descripción misma de su estado físico y de su padecimiento. Preso de un pánico aterrador, no pudiendo articular palabras dice que no puede levantarse, ni irse del consultorio. Transcurrido cierto tiempo le digo: -"Salgamos juntos". Se incorpora y salimos, con un andar parejo y tranquilo. Al llegar a la puerta le digo que enfrente tiene una farmacia, a lo que me contesta que prefiere otra a una cuadra. –"Voy para ese lado, le contesto, vamos".

Caminando juntos me cuenta que el domingo es el día de la madre, que no puede ir a saludarla, que ella con solo verlo, en tres minutos, sabe todo lo que a él le pasa, que es él su único hijo, lo único que ella tiene.

Contesto que eso de "único" era para pensarlo, ya que según él relataba, la madre vivía en un geriátrico pagado por Pami que su padre le había dejado. –"Será único hijo, pero sólo eso".

Con gran asombro observo su alivio, con cierta soltura, llegando a la farmacia, me da la mano y nos despedimos como de costumbre, hasta el lunes.

Ese día regresa contando que la saludó por teléfono (habiendo sustraído su cuerpo de la escena). Han disminuido sus dolores, está más animado. Expresa: -"Tengo que recuperar a mi padre a través de mi italinanidad. Me iría a vivir a Italia. Necesito tener trabajo para poder estar con una mujer, son los modelos que tengo de él".

Creo que lo acontecido el viernes, puede pensarse como una intervención en la que fue necesaria, del lado del analista: su presencia. Intervención que precipita, ahí, cuando las palabras callan.

Momento de pánico, de terror, punto donde fracasa la relación del sujeto con la ley.

Mis palabras "salgamos juntos", y no sólo ellas, sino el acto de realizarlo, fueron algo así, como "el palo en la boca del cocodrilo". Semejante a la intervención interdictora de un padre, en épocas tempranas, cuando con su presencia sostiene un goce, el de la madre, poniendo un límite. Esta intervención permitió relanzar los efectos de una función paterna desfalleciente.

Intervención que conlleva una rigurosa posición ética por parte del analista.

No se trataba de angustia como retorno de lo reprimido, sino más bien, de cierta pérdida del cuerpo, en tanto muralla para enfrentar al Otro.

Por la vía de la rigidez conservaba algo de la unidad corporal, siendo el dolor "El modo – dice Isidoro Vegh en su texto " Hacia una clínica de lo real" . . . en que se hace presente la existencia cuando se desanuda de la cubierta imaginaria".

En su análisis se encontró un sostén necesario para acotar un goce que lo paralizaba.

Otro día trae el siguiente sueño: "Entraba en una casa que la estaban rematando. Tengo presente una ventana, con vitraux, entraba luz de afuera, yo veía vidrios que habían sido reemplazados, entré para curiosear, no me interesaba comprar objetos de otras personas, quería los míos. Estaba frente a la casa de ella. A través de la ventana veía mis objetos".

Dice: -"Tengo miedo a ella, es mitómana, cleptómana. Tenía serios conflictos con sus hijos. Como tomé conciencia de todo le dije: -"Te vas a quedar con todo lo mío, pero sin mí". A lo mejor hoy me vestí de hombre, de traje y corbata, para poder contarle esto.

Retomando algunos elementos del sueño, dice: -"Había mucha luz, cierta protección para con el exterior, no había transparencias, era un vidrio igual a éste". Señalando la ventana del consultorio.

Este sueño se produce en un tiempo transferencial que le permite ir construyendo un borde, enmarcando un espacio, el propio, sin transparencias, con vidrios opacos y con cierta protección.

Por primera vez, habla en su análisis, a continuación del relato del sueño, de la relación con esta mujer.

Con ella retorna lo más duro, lo real, lo no mediatizado de la relación con su madre. Se instalan fantasías de devoración, de ser despojado, vampirizado.

Transcurrido un tiempo comienza a trabajar y contrata a una abogada para recuperar sus objetos. Movimiento que tiende a interrumpir algo del circuito del dejarse robar, del perder sus cosas.

La muerte del padre sitúa el inicio de una especia de derrumbe, que fue seguido por la pérdida del trabajo, su departamento, esta mujer.

Representó cierta quiebra, luego de lo cual quedó suspendido en él, el funcionamiento pleno del ideal del yo, en tanto guía. Y aunque cuente con algunos elementos que permiten pensar que alguna inscripción intrapsíquica haya tenido lugar, ante el fracaso del funcionamiento de la ley pasa a buscar, creo, en la escena del análisis aquello con el sistema no le está permitiendo operar.

Para terminar quisiera establecer una relación con esta función del padre que se pone de manifiesto, en este tipo de intervenciones, donde se juega la presencia del analista, con algo que Freud trabajó en su texto Psicología de las masas. Refiriéndose al lugar que ocupa el líder y a lo que éste representa para la masa, dice Freud: "El padre primordial es el ideal de la masa que gobierna el Yo, en reemplazo del ideal del Yo" (3)

Ante la víspera de un fin de semana largo, otro viernes, conversamos acerca de lo que puede hacer en esos días, acordando que me llamará el sábado. Cuando lo hace me dice: -"Me estoy reportando, anda todo bien".

Creo que como analistas ocupamos lugares durante algún tiempo en la transferencia, como dije al comienzo, que no elegimos, más bien se producen como efecto de la estructura.

María Eugenia Vila

Referencias bibliográficas:

"Hacia una clínica de lo real", Isidoro Vegh, Ed. Paidós.

"Las intervenciones del analista", Isidro Vegh, Ed. ACME Agalma

"Obras Completas", Sigmund Freud, Ed. Biblioteca Nueva.