TRANSFERENCIA, TRANSMISION. Analía Stezovsky

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Voy a hacer en esta ocasión algunas reflexiones sobre cierta problemática que se presenta en la clínica, especialmente en algunos análisis de gente joven, lo que llamamos adolescentes. Para poder situarla necesito realizar un pequeño recorrido.

Con la declinación del Complejo de Edipo se instaura el Ideal, el niño o niña, crea un Padre Ideal que sostiene el narcisismo del mismo.

Amor al padre que le asegura la separación en relación con la madre y, al mismo tiempo, deja intacta la posibilidad de conservar el narcisismo infantil.

En el Seminario 11, Lacan dice así:

"He escrito antes la mira en espejo del ideal del yo, de ese ser que vió primero aparecer en la forma del progenitor, que ante el espejo, lo tiene cargado. Aferrándose a la referencia de quien lo mira en un espejo, el sujeto ve aparecer, no su ideal del yo, sino su yo ideal, ese punto donde desea complacerse consigo mismo".

Esta complacencia se resquebraja cuando, llegada la pubertad y en la adolescencia, el sujeto va a enfrentarse a lo real del sexo y por lo tanto a la muerte, muerte de la completud narcisística correlativa a la muerte del padre ideal.

Es aquí donde la castración simbólica se pone en juego para dar un marco para que el duelo sea posible, en el cual una tramitación de estas pérdidas permita pasar de la tutela del amor al padre a la asunción de la ley y por lo tanto del deseo.

Digamos que se pone en juego una nueva resolución del Edipo. Si en la primera resolución se trataba de un corte que le permita al sujeto separarse de la madre y para ello se vuelca al padre; en esta oportunidad de lo que se trata es de la separación en relación al padre.

Es esta operación necesaria para que un sujeto pueda, podríamos decir, "nacer al mundo". En relación a este punto voy a citar a Lacan en RSI: "Un padre no tiene derecho al respeto, sino al amor, más si el dicho, el dicho amor, el dicho respeto está père-versement orientado, es decir que hace de una mujer objeto a que causa su deseo (...)

(...) Poco importa que tenga síntomas si añade a ellos el de la perversión paterna, es decir que su causa sea una mujer que él haya conseguido para hacerle hijos..."

Traigo esta cita ya que es esta versión paterna la que asegura que el goce tanto del padre como de la madre no se vuelquen hacia el hijo. Y tiene como efecto la transmisión del deseo.

En el mismo Seminario dice:

"La angustia es eso: es lo que es evidente, es de lo que del interior del cuerpo existe cuando hay algo que lo despierta, que lo atormenta".

Efectivamente la angustia surge cuando lo real toma el cuerpo, cuando la vida lo inunda y lo despierta al deseo sexual.

En el mejor de los casos este tormento se transformará, en la medida en que el sujeto vaya efectivizando sus encuentros con el otro sexo, en el descubrimiento de un goce que no era el esperado.

El abrazo, por más intenso que sea, no logra hacer Uno con el otro, aunque la ilusión se mantenga.

Descubrirá el desencuentro y la imposibilidad del goce del cuerpo del otro allí donde el goce fálico le hace obstáculo.

Si el amor apunta a la completud, a hacer de dos, uno, la incursión en el goce sexual le confirmará que algo ha perdido. La libra de carne.

¿Qué podría obstaculizar esta tramitación? Si habíamos dicho que la caída del narcisismo infantil es subsidiaria de la posibilidad de la muerte del padre ideal, podríamos encontrar aquí un obstáculo, que el sujeto tenga que continuar sosteniendo al padre ideal.

La salida, habíamos dicho, para garantizar la función paterna es la versión hacia el padre que Lacan llama père-versión. Allí donde el padre real puede sostenerse, ya no como ideal, sino en relación a su deseo por una mujer.

¿Qué apertura encuentra un joven cuando, urgido por la angustia de lo que despierta en su cuerpo y ante la necesidad de dejar atrás su narcisismo infantil, esto no es posible dado que debe continuar sosteniendo un padre ideal?

Seguir sosteniéndolo ya que en ese momento – ya sea por estructura o por accidente– el padre aparece minusválido, padre traicionado, quebrado.

Cuando el narcisismo no puede ser herido simbólicamente, para evitar la angustia, para intentar salir de lo que lo aprisiona el sujeto lo hará en acto, actings y pasajes al acto. O sea, cuando la figura paterna no puede ser cuestionada simbólicamente es cuestionada en acto.

Perforaciones, cortes, accidentes, adicciones que ponen en riesgo la vida misma o – en el mejor de los casos – el surgimiento de la angustia misma.

Un analizante joven, que está en análisis hace tres años, comienza a salir con una chica por primera vez.

Relatando los avatares de esta nueva experiencia, se acuerda de un sueño. "¿Soñé algo impresionante! Tenía un corte en la palma de la mano, yo seguía cortando y la piel se abría como un bolsillo".

Corte en lo simbólico, efecto de una larga tramitación que le brinda la posibilidad de acercamiento a una mujer.

Tres años atrás, la mamá de J. llama para pedir una entrevista para su hijo. Vienen juntos y a pedido de él habla la madre.

Hacía aproximadamente quince días J. había llamado al celular de su madre que estaba paseando con el padre. Les pide que vuelvan a la casa ya que no se siente bien. Lo encontraron en un estado de gran agitación, taquicardia, mareos. Consultaron varios médicos hasta que su clínico sentenció: es un panic attack.

En la entrevista posterior J. viene solo.

Si bien la crisis de angustia se había desencadenado hacía quince días, había habido una señal un mes antes cuando estaba veraneando con sus padres.

Estaba caminando con un amigo por la playa y se angustió, tuvo miedo de desmayarse.

La noche anterior había conocido una chica, le había gustado y habían hecho una cita para esa noche. Cita a la cual no fue.

Hasta ese momento su sexualidad transcurría en lo que Freud denominó "degradación de la vida erótica". Sólo podía salir con mujeres que no le interesaban, no presentables.

Cuando comienza las entrevistas dice que tiene miedo de salir porque si se desmaya nadie va a saber quién es. Cuando sale de su casa se le nubla la vista y siete como si tuviese una goma pegada en la espalda que lo une a su casa y que le dificulta alejarse.

Repasa los álbumes de fotos de la familia y llora, en esas fotos los padres eran jóvenes y él era chico. La pasaba tan bien, se sentía seguro.

Ahora cuando va a cruzar la calle no sabe si va a llegar a la otra vereda.

En repetidas ocasiones dice: "Yo no quiero crecer porque si crezco no sé quién voy a ser".

Seguramente un arruinado.

Para la madre es un chico maravilla. El padre lo invitaba todas las noches a ver T.V entre la madre y él. Por el padre sentía pena y a veces bronca cuando se le colgaba del cuello y hacía que se caía. Era "un juego". Nunca disentía con él y le daba lástima cuando sus hermanas lo hacían, según él, ferozmente. El padre se quedaba callado, como herido.

Para J. era difícil la salida; una madre demasiado satisfecha con su maravilla y un padre que lo remitía a la cama con ellos. Padre que aparece como un boludo, temeroso, herido ante el cuestionamiento de los hijos. Figura paterna tambaleante que ante cualquier cuestionamiento corría el riesgo de desplomarse.

Es así como ante la imposibilidad de poner en juego la castración simbólica en el momento de enfrentarse al otro sexo, lo que aparece es el temor a la pérdida del cuerpo, del nombre y de la imagen.

Volviendo al sueño de J. (un corte y la piel que se abre), esto da cuenta que cierta tramitación fue posible. Digamos que el corte es lo contrario al pegote en la espalda.

Antes les decía que en el mejor de los casos surge la angustia como tal. La angustia detiene.

Pero en muchos casos nos encontramos con que, para evitar la angustia, el sujeto ya ha dado un paso más, a costa de los más variados pasajes al acto.

Lo que quería plantear como preocupación es que en estos momentos de urgencia donde un pasaje al acto –a falta de un acto liberador – puede sobrevenir, exigen del analista maniobrar no sólo en la transferencia del joven analizante sino también con el otro real, padre y madre que están implicados en este goce mortífero que acecha al sujeto. Otro real que por otra parte normalmente paga el análisis haciendo posible su continuación.

Por supuesto esto es a considerar caso por caso. En algunos análisis, el trabajo con los padres logra destrabar, acotar el goce de éstos que recae sobre el hijo. En otros casos y en determinado momento una entrevista con los padres pone en riesgo el análisis y refuerza el goce enloquecido de los padres sobre el hijo.

Estamos en presencia de una maniobra del analista que debiendo prescindir de estos otros reales (padres) debe asumir una responsabilidad ya que una salida facilista conduciría a convocarlos deteniendo así el análisis.

Preservar el análisis implica que el analista cumpla con su función con los riesgos que esto conlleva, por ejemplo cuando un adolescente dice en análisis que está consumiendo droga. En estos casos, y debiendo prescindir de los padres, el analista debe cuidarse de no colocarse en ese mismo lugar, o sea, en el lugar del Ideal.

En el Seminario 11, Lacan dice que el resorte fundamental de la operación analítica es el mantenimiento de la distancia entre el I (Ideal) y el "a" (objeto a).

Por esa razón, aísla el "a", lo coloca a la mayor distancia posible de la "I" que él, el analista se ve llevado por el sujeto a encarar.

Es entonces de esta idealización que el analista ha de declinar para ser el soporte del "a" separador.

Lacan habla acá de un viraje que se produciría en un análisis conducido en esta dirección.

Desde el engaño del amor donde el Ideal es situado en el analista instituido como Otro y desde donde el analizante se ve bajo la forma en que le complace ser visto, que sería un "Yo me entrego a ti para mi complacencia narcisística", a pasar a regalarle una mierda.

Es preciso entonces que el analista responda desde su lugar, que sea soporte del a que le propone el analizante.

Esta operación se dificulta en los casos de analizantes adolescentes cuando ante la caída del padre ideal, ante la posibilidad de un cuestionamiento se teme la muerte real del padre.

Freud, en "Psicología de las masas y análisis del yo" nos dice: "La coincidencia del yo con el Ideal del yo produce siempre una sensación de triunfo. El sentimiento de culpabilidad puede ser considerado como la expresión de un estado de tensión entre el yo y el ideal".

Este me parece un punto muy importante para pensar la victimización o el sacrificio de generaciones de jóvenes que caen bajo el goce mortífero del otro social.

Efectivamente cuando el adolescente se enfrenta a la muerte del padre ideal y hasta tanto ésta sea tramitada surge la culpa.

También aparece el sentimiento de haber sido engañado. Si la promesa era ser como papá o como mamá, caída la idealización, esto no parece muy atractivo.

Para volver a creer hay que buscar alguien que no engañe.

En este momento en que la culpa funciona en el joven, el peligro es que no sólo sea engañado sino que tomado en sacrificio.

Héroe o heroína sacrificado a los Dioses oscuros.

He escuchado en alguna oportunidad una pregunta que me impactó. ¿Qué ha sido peor, si la muerte de una generación en pos de un ideal, o la caída de los ideales después de lo cual la muerte aparece, por ejemplo, vía la droga?

Creo que no se trata de ninguna elección, se trata de la búsqueda del adolescente de una salida de su angustia existencial pivoteando entre la caída de los padres y un destino desconocido.

Analía Stezovsky

Jornadas Aniversario "30 años de Escuela (1974-2004)". Escuela Freudiana de Buenos Aires. 1, 2, 3 y 4 de Julio de 2004.

Bibliografía:

Freud, Sigmund. "Psicología de las masas y análisis del yo".

Lacan, Jacques. "Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis".

Lacan, Jacques. "Seminario: R.S.I."

Melman, Charles. "Quelques refères métapsycologiques".