Cuando el sincericidio ataca. María Cristina Castillo.

Tiempo de Lectura: 7 min.

El agradecimiento, en primer lugar, a mis compañeras de Cartel, con quien compartimos fundamentalmente un espacio de interrogantes que propiciaron la producción que hoy quiero compartir con ustedes. Atravesada, la misma, por importantes almuerzos, poniendo tope así a lo pulsional de la oralidad, cuidando el marco de la escena.

La práctica clínica me llevo a pensar e investigar sobre lo que aconteció en un momento, irrumpiendo, la misma, en el consultorio.

Puedo situar la cronología en la secuencia de ese momento: desbordante y amenazador diciembre del año 2001.

Después de ese momento comienzo a recibir pedidos de consulta "en pareja" o si quieren "de a dos", quienes, por lo general acuden sin jamás haber pisado un consultorio "psi".

Este primer dato, me llevó a preguntarme sobre la posición de estos sujetos, ¿por qué vienen de a dos?¿, ¿Por qué ahora?.

Vienen portando un padecer de a dos. Son dos subjetividades, que de no mediar un fuerte impacto en el real social, tal vez jamás, hubieran registrado que algo del orden de la falta los había atravesado, al menos a uno de esos dos que consultan.

Comienzo a escuchar una modalidad de plantear la demanda que he dado en llamar " sincericidio", suponiendo que allí deberían decirse toda la verdad, en un acto condenatorio, al modo de confesión suicida que los arroja a pedir un tercero. Acuden en búsqueda de un testigo ciego, pero que los mire, sordo, pero que los escuche y mudo, pero que entre en alianza con alguno de los dos.

Lo más preocupante, no es la demanda en si, que se pondrá a trabajar en las entrevistas, sino aquello que circula en el imaginario sobre las consultas de pareja y que tiene que ver con este tipo de demanda y su posible respuesta.

Particularmente quería compartir una consulta, la cual me pareció ilustrar estas cuestiones cuando se ponen en juego y lo posible de leer en ese ensamble que aparece en el pedido de la misma.

Viñeta Clínica

La misma se realizó a pedido de F (la mujer) quien manifiesta que estaban teniendo algunos problemas, que hace un tiempo están mal, su marido V, dice que viene para que F "no le rompa más" porque lo tiene harto.

En el transcurso de la primera entrevista se fue delineando el verdadero pedido de F, ésta quería que su marido confiese públicamente, esto es ante mí, que él se había acostado con la hermana de ella a lo cual este respondía:

"Te dije mil veces que no hubo nada importante, cuantas veces mas te lo voy a repetir". Respuesta, con negación incluida, que no dejaba conforme a su mujer.

Desmintiendo de la misma, convocan un tercero, analista para que y según las palabras de F "Digas acá que te acostaste con mi hermana".

Intervengo preguntando sobre el por qué de esta necesidad de confesión por parte de V, públicamente, tenía como respuesta "una pareja se basa sobre la confianza, yo tengo que saber todo y él tiene que saber todo de mí, como ya lo sabe" criterio que no tenía ningún valor para V.

Transitar sobre el campo minado de desmentidas, no fue una tarea sencilla.

Por lo cual decido, a modo de intervención, que en una entrevista vengan por separado, intentando acotar la voracidad de los discursos.

V se quejaba todo el tiempo que su mujer lo conoció así, que él nunca había querido casarse, hubiese sido mejor vivir juntos, sin compromisos pero ella quedo embarazada (hacia más de 15 años), y que recién ahora ella tenía problemas con su forma de "ser" porque el verdadero problema según él, estaba en el hecho que entraba menos dinero en la casa.

La pareja venia de transitar dos situaciones fuertes pero seguidas en la misma línea de las desmentidas, sin abrir interrogantes sobre lo acontecido. En el año anterior a la consulta, él había hecho un infarto por el cual estuvo en terapia intensiva casi una semana, del cual sale y se va a trabajar como si nada hubiera pasado. Previa a esta situación venían de solventar un juicio por mala praxis del cual la erogación mayor había sido "el arreglo" al cual habían llegado. La economía domestica tenia la impronta de cierto achique en los gastos, pero no estaba desbastada. El desbaste se jugaba en el ensamble que los había unido la serie de renegaciones que a esta altura no alcanzaban.

A la consulta acuden dos sujetos en pareja, portando el resquebrajamiento del pacto que alguna vez los unió, en el anhelo de obtener una sutura sin marcas de dicho resquebrajamiento es que acuden sin querer saber que, indefectiblemente, esto los ubicara en otra escena, jamás idéntica.

La necesidad de hablarlo todo de decirte todo lo que pienso y que me digas toda la verdad sobre lo que hiciste aparecería como un intento tal vez, de zurcido invisible, para que no haya ningún vestigio que allí algo ocurrió, algo tambaleo.

Desmarañar el pacto por el cual fueron felices, me llevo a resituar las marcas de origen del mismo.

Ella había renunciado a su religión de origen, sin ningún tipo de pregunta al respecto, para sumarse a la religión de V, ya que para él esto era importante en el sostenimiento de las tradiciones familiares. Deciden casarse cuando ella queda embarazada ya que él no tenía las mínimas intenciones. Los dos se habían recibido para ese tiempo(profesionales de la salud) y no eran adolescentes, con lo cual "quedar embarazada", como lo traían ellos, en relación a lo accidental, alojaba poca consistencia. Desmintiendo así, V, la corriente erótica en una mujer, la cual le es posible solo tomar en la medida que la hace madre.

Los episodios de infidelidad por parte de V habían sido a la vista de todos, con la empleada, con la profesora de ingles de sus hijos, con alguna vecina del Country. Este pacto renegatorio, en el cual se arma la trama que transita y despliega la pareja en su historia, tiene las marcas de su origen, repitiéndose una y otra vez sin traer interrogante en la misma.

Es en un tiempo de conmoción exterior, donde se produce un trastabille, algo de la castración se filtra y el escenario es presto para que aparezca el límite entre la vida y la muerte donde, algo, se puede perder.

Es en ese contexto, donde aparecerían las "infidelidades" de él, las cuales, habían entrado en una serie de interrogación a partir de lo frágil en su propia vida.

Curiosamente, o no, este episodio con la cuñada había tenido forma a mas de cuatro años atrás, su vigencia se había cobrado a partir de los quiebres (juicio-infarto).

La demanda sincericida de ella, apelaba a volver atrás todo y seguir como siempre, sin ninguna marca, sin registro de lo finito de la vida.

"No saber que le paso a su mujer, que se volvió loca" es también un pedido de restitución por parte de él, de esa "armonía" que se quebró.

Un analista puede escuchar en una entrevista de pareja, dos discursos, puede intervenir y puede acotar más allá del convite que reciba a presenciar la obscenidad cuando el sincericidio ataca.

María Cristina Castillo.

Texto presentado en las VIII Jornada de Carteles, II Jornadas de Grupos de Investigación, "Veinte años de Carteles", Fruto del trabajo en el Cartel: "Psicoanálisis, trabajar con parejas y familias", Escuela Freudiana de Buenos Aires, 2005.

Referencias Bibliograficas

Rivadero, Stella Maris. Trabajo en realización

Lacan, Jaques. Seminarios IX y X.