DE LA ECONOMÍA LIBIDINAL, LOS GOCES. Liliana Paula Cohen

Tiempo de Lectura: 25 min.

Buenas tardes, estamos aquí una vez más para interrogar la práctica del análisis.

El calor no hace obstáculo.

La ética del deseo no tiene que ver con la búsqueda de la mínima tensión, sostener el deseo es trabajo.

Que cada uno se sostenga de su falta, de su deseo, no hay más que eso.

En “Iniciación del tratamiento” Freud nos dice que todo análisis es como una partida de ajedrez, se sabe como comienza y se sabe como concluye.

Es algo del orden de un juego que implica que quien lo juega debe apostar, producir un pago, perder algo para poder jugar y en este lugar en parte está la cuestión del pago del análisis.

Concierne a una pérdida que alguien debe poder entregar para jugar el juego.

Entonces sostener el propio deseo aquello que a cada uno lo causa implica poder dar, poder perder algo.

Esta cuestión de la economía libidinal se produjo justamente a partir del seminario “Qué se paga en un análisis?”.

Hablar de economía libidinal es hablar de recursos que hacen a dos dimensiones, la dimensión del goce y el deseo. Porque cuando se trata de economía libidinal se trata de la circulación de goce y deseo, es una primera puntuación.

Ahora bien goce y deseo no se recubren, son cuestiones de distinto orden.

El término goce en alemán, es Genuss no es Lust, Lust es placer. Es interesante porque el placer no es el goce y el goce no es el placer.

¿Dónde se produce esta distinción en la obra freudiana?. Se produce en 1920 con el ‘Más allá del principio del placer’.

Allí dice que no todo en el aparato psíquico es del orden del placer.

El placer es el principio regulatorio de la energía psíquica que busca la homeostasis, vale decir, que la energía del aparato psíquico se mantenga en un nivel constante lo más bajo posible.

Las neurosis traumáticas, el juego de los niños y la repetición confrontan a Freud con que hay un más allá del principio del placer.

El principio del placer y el principio de realidad están del mismo lado.

Las neurosis traumáticas, el juego del fort da, lo confrontan con la repetición. La repetición no de sucesos placenteros sino de sucesos penosos.

Pregunta: sobre regulación del goce.

LC. No está hablando ahí del deseo, está hablando de la pulsión. Cuando en psicoanálisis decimos energía decimos pulsión. Estos dos órdenes de cuestiones se articulan pero no se recubren.

Lacan vuelve sobre lo que Freud llama energía y pone ahí el registro de lo real.

Hoy quisiera situar las preguntas, los problemas y abrir algunos hilos de los cuales vamos a ir tirando.

Entonces hay un más allá del principio del placer, la energía que circula por el aparato psíquico no sólo busca un mínimo de tensión sino que hay un orden de cuestiones diferentes que trasciende el principio del placer y ahí Lacan va a poner: el goce.

Por eso por ejemplo al dolor Lacan lo va a poner del lado del goce.

El dolor es una satisfacción pulsional, una satisfacción sustitutiva, produce un goce aunque para el que lo sufra sea egodistónico.

Me retornaba una analizante que había establecido una relación de pareja. Este hombre en un momento sale de la relación, y la muchacha desespera. En una sesión produce un fallido. Este hombre, era doctor, y su fallido fue “el amor al dolor”, no al doctor. Era el ‘amor al dolor’, lo que la ligaba a ese personaje, entonces su fallido dijo esta verdad. Esto le produjo sorpresa.

Todo síntoma, comporta una satisfacción, Freud lo llama beneficio secundario del síntoma. Esto no es homeostático y a ese punto se dirige la operatoria del análisis.

Freud nos dijo: los analistas trabajamos con material explosivo, somos como los químicos que trabajan en laboratorios atómicos. Por qué?, porque trabajamos con el goce.

La dimensión del goce del síntoma está al servicio de velar la castración. Es una estrategia frente a la castración del Otro que vuelve sobre el sujeto.

El neurótico intenta velar la castración del Otro, lo que falta, para qué? para no reconocerse el mismo atravesado por la falta. Es la posición fantasmática en la que un sujeto juega una determinada relación al Otro.

El goce es extraño, a la conciencia, tiene que pasar un tiempo de análisis hasta que alguien pueda reconocer que eso lo habita. En el caso de esta analizante recién ahí cuando se produjo ese fallido ella se encontró con algo que la mostró dividida: que en el doctor estaba enamorada del dolor. Cuando eso fue dicho, recién ahí ella pudo empezar a separarse de ese goce, apareció su división subjetiva, por eso la conmoción. Ella venía trabajando pero no quería saber que ese lazo era un lazo de dolor como el lazo que la unía a su madre. Ella de eso no quería saber, pero su inconsciente fue más ‘inteligente’ que ella y la salvó, por eso a mí me gusta decir que el inconsciente nos salva, porque nos trae algo que va más allá del velo narcisista, que tiene que ver con mantener la unidad del amor en el sentido imaginario.

Ahora bien, el deseo desliza de un significante a otro, circula, dice Freud va de representación en representación. Lacan va a decir de significante en significante. Siempre está insistiendo para articularse, para decirse, nunca termina de decirse pero insiste.

Situemos ahora alguna articulación entre cuerpo y goce.

La fórmula de la pulsión que Lacan arma en el ‘Grafo del deseo’ es: sujeto dividido losange demanda.

¿Y esto que quiere decir? que es la demanda del Otro, lo que el Otro dice, el Otro con mayúscula, el lenguaje que marca, escribe el cuerpo biológico, el cuerpo de la anatomía.

La pulsión es el eco del decir en el cuerpo. Los decires del Otro van a resonar en el cuerpo de la anatomía.

Es una de las primeras cuestiones que las histéricas pusieron en evidencia.

Cuando Isabel de R. decía que no podía mover un pie, ‘no puedo avanzar’, esto no estaba justificado desde la dimensión de lo médico. La ciencia no podìa dar cuenta de la parálisis de esa pierna.

Isabel de R. con su síntoma ponía en evidencia que hay otro cuerpo que el cuerpo biológico, que hay otra geografía que marca el cuerpo de la anatomía. Otras razones que dan cuenta de esa parálisis: cómo la palabra muerde la carne, como los decires, como la lengua, como la demanda del Otro resuena escribiendo el cuerpo de la anatomía y marcando zonas erógenas. Se inscribe, se marca en los tiempos instituyentes de la subjetividad.

El sujeto hablará con ese cuerpo, no con el cuerpo de la anatomía.

No se es un cuerpo sino que se tiene un cuerpo. Se los dejo para que lo trabajen: “el sujeto no es un cuerpo sino que él tiene un cuerpo”.

Por eso cuando un análisis avanza, ustedes ven, o ustedes mismos, como van teniendo otro cuerpo, a las mujeres por ahí que los compañeros le dicen: “che que linda que se te ve”. Es efecto de análisis. porque el sujeto va teniendo otro cuerpo. Es en relación al cuerpo pulsional. Es el cuerpo pulsional, del que se trata en un análisis.

Un niño empieza por ser hablado, es esperado en algún lugar para el deseo del Otro materno. Un niño viene al lugar de objeto para satisfacción del deseo materno. Un sujeto por venir, un niño, es primero un objeto. Venimos al lugar de objeto para el Otro. El sujeto empieza en el lugar de objeto para el Otro, en el lugar del Otro.

Tienen que producirse operaciones simbólicas Edipo, castración, que posibiliten el pasaje para dejar de ser un objeto para el goce y el deseo del Otro.

No es del orden de lo natural que uno tenga un deseo. Se puede no acceder a la dimensión del deseo como en la psicosis.

El cuerpo empieza en el lugar de objeto para el goce y el deseo de la madre. Una madre se satisface cuidando el cuerpito de su niño, por un tiempo, si todo va bien, porque tiene que venir la ley del padre a decirle ‘no reintegrarás tu producto’. Hay un más allá de la madre y el niño en tanto célula narcisista.

Estábamos dirigiéndonos a tematizar una primera articulación del goce del Otro.

Se trata del goce incestuoso, mítico, absoluto. Decíamos que el cuerpo del niño empieza en el lugar de objeto condensador de goce para y por el goce y el deseo materno. De este goce es necesario partir, de este goce es necesario separarse. Tiene que producirse la posibilidad de la parición, porque esta es la parición, en el sentido de parirse.

En el seminario 11 Lacan habla de alienación y separación. Donde pone separación pone ‘separtición’, separirse, en el sentido de producirse como sujeto.

Ahora bien, esto es posible por la acción del Nombre del Padre, del significante del Nombre del Padre que viene a privar al deseo de la madre de colmarse con ese objeto. El significante del Nombre del Padre barra el deseo materno. Y en esa barradura priva al deseo de la madre de tomar a ese niño como único objeto de satisfacción.

El goce del Otro es un goce mítico e imposible por nuestra condición de hablantes. No hay un goce absoluto. Se trata de un goce que el sujeto supone en algún lugar, que en la adolescencia, más que nada en el varón puede aparecer ligado al falo, el goce todo. Dimensión de lo absoluto, de lo excepcional, de lo no tocado por la castración, de lo irrestricto. Este goce del Otro, que el sujeto supone en algún lugar produce eficacias, produce consecuencias.

La madre del er tiempo del Edipo se trata de que ella puede dar todo. Viene del campo del Otro, porque nacemos alienados al campo del Otro, por eso es tan importante como una mujer en tanto madre se sitúa con respecto a su propia castración, que le va a transmitir a su hijo.

Cuando Lacan dice el objeto es amboceptor, está diciendo que el objeto es lo que separa al sujeto del Otro. En el Seminario 11 habla de alienación y separación, y ahí está el “a”. Es lo que pierden el Otro y el sujeto, quedan ambos recortados, la lúnula no es un pleno, es un vacío, el “a” es lo que le va a faltar al Otro y al sujeto, el objeto perdido freudiano, si quieren.

El objeto ‘a’ no es ni de la madre ni del niño, está entre ambos, es lo que viene a separarlos. Esto es lo que les va a faltar a ambos. Van a quedar ambos con una carencia como dice Lacan: ‘la bolsa o la vida’, a ambos al sujeto y al Otro les va a faltar algo, objeto perdido freudiano. El objeto es algo que cae entre el sujeto y el Otro. Es lo que ambos tienen que poder dar por perdido.

Esto es lo que se trabaja en la clínica con niños, que la madre pueda perder algo de ese goce con ese niño, pueda renunciar a cierto goce, pueda plantear algún vacío entre ambos. Como entonces el objeto es lo que salva al niño de quedar engullido en el deseo del Otro. Podría decirlo así.

La angustia en la fobia es lo único que salva al sujeto de quedar capturado en el deseo del Otro, es lo único que lo separa en un primer tiempo, por eso Lacan nos dice, sigan la angustia, la angustia no engaña. Estamos hablando de los tiempos instituyentes y pero esto va a quedar fantasmáticamente también situado.

En la fobia la angustia es lo que separa al sujeto del deseo materno, es lo único que lo distancia, que lo separa de quedar capturado en el deseo del Otro materno. Entonces, hay que seguir por la angustia, la angustia no engaña. Por qué?, porque cuando hay angustia hay algo del deseo del sujeto que empieza a despuntar, angustia ya es intento de separación. Esto es muy importante.

Angustia señal en el yo para el sujeto es la posibilidad de que el deseo se articule, es anuncio de la separación posible. La angustia está en la antepuerta de la separación, del deseo del Otro.

No se trata para el analista de retroceder frente a la angustia.. El analista, debe saber dosificar la angustia, porque pasar por un análisis tiene que ver con la angustia. Verdad?. Pero no debe retroceder el analista frente a la angustia, debe seguir el derrotero que la angustia señala. Porque la angustia señala la aparición de la libertad, como Lacan dice tomando, a Kierkegaard. La angustia tiene que ver con que el deseo se anuncia como posible.


Cuando me puse a trabajar para esta reunión lo primero que se me apareció fue entre los libros que uno recorre, un Cuaderno de la Escuela que se llama, “Psicoanálisis en los bordes”. Trata fundamentalmente de lo que tiene que ver con lo real.

Me encontré con un texto de Silvia Amigo, que hablaba de “Psicoanálisis, arte, religión, política” en relación a como aborda cada una de estas disciplinas la cuestión de lo real. Como cada una de estas intersecciones discursivas aborda y conceptualiza lo real. Si alguno está interesado puntualmente en la cuestión, bueno, puede ir a ver este artículo y también el lugar donde Lacan desarrolla esta temática el Seminario de la Ética. Tiene bastante que ver con lo que hemos trabajado aquí, lo que es del goce.

Ahora bien tomemos la cuestión de la felicidad.

Anoté ahí, felicidad: cuestión de la economía libidinal, porque en el seminario de la Ética Lacan se interroga, cual es la promesa que el psicoanálisis puede sostener, qué promete el psicoanálisis?. Viene de desplegar la promesa de la religión, de la ciencia. Va a decir que la felicidad para el humano no tiene que ver con la distribución de los bienes, con la circulación de los bienes que satisfacen necesidades, no se agota la pregunta del humano por esa vía. Entonces hacia donde va un análisis, cual es la promesa que un análisis puede sostener?. Asocia la cuestión de la promesa con la promesa edípica, un día tú también te apropiarás de tu deseo sexuado, un día te apropiarás de tu destino sexuado.

Es decir que un análisis va hacia ese fin, que alguien pueda apropiarse y hacerse cargo de su falta y su deseo sexuado.

La transmisión de la castración hace a la promesa del padre, la transmisión de la falta, que e hace que alguien se sitúe como deseante y sexuado.

Ahora bien, cuando alguien demanda un análisis, qué demanda?, demanda el falo. La felicidad es del falo y esto ni puede pedirse, ni puede darse. Es decir falo como significación

Falo tiene dos dimensiones, la significación fálica es el falo imaginario, aquel objeto que hace consistir al Otro como completo. Esta es la felicidad del falo, esta es la significación fálica que alguien viene a pedir a un análisis, que le otorgue más consistencia narcisista.

Se enterará después que eso está pidiendo, y se enterará que eso ni puede pedirse, ni puede darse, que el análisis no va en dirección a dar significación fálica, dar consistencia narcisista. Es el amor desde lo imaginario, el amor ligado al narcisismo. Es la demanda de amor en su vertiente imaginaria, o sea que todo análisis comienza con una demanda de amor.

Un analizante cuando comienza su análisis entra en posición de objeto que quiere ser amado y demanda del analista que lo reconozca en ese lugar. Demanda del Otro, en este caso a su analista, que lo reconozca en ese lugar de objeto amado, que él le hace falta, que le pida, que le cambie de horario, lo que sea. Que le pida algo. Por eso todo análisis comienza del lado del analizante en esta posición de venir para ser amado en tanto objeto que colmaría al Otro.

Esto es importante porque tiene que ver con algo que un analista tiene que poder alojar. No se trata de rechazar esa demanda sino ubicarse allí en la posición ética pertinente.

La idea de felicidad para la política y la economía tiene que ver con la circulación de los bienes, el goce considerado como la satisfacción de las necesidades por el consumo de los bienes.

El psicoanálisis viene a contrapelo de esta cuestión, por eso el psicoanálisis siempre está por fuera del discurso oficial, es subversivo de esta lógica de completamiento, y a la vez de darle consistencia a algún ideal.

El psicoanálisis no trabaja en relación a darle consistencia a los ideales. Toma la cuestión de los ideales y del ideal para interrogarlos. La cuestión del ideal tiene que ver con el amor, con alcanzar un grado de completud narcisista, ser amado por el Otro. Y el psicoanálisis no trabaja por la vía del amor.

Escribí goce, deseo y amor, porque no es que destruya la ilusión del amor que todo amor comporta.

Si hablamos de amor tenemos que pensar dos dimensiones amor imaginario y amor simbólico. Amor imaginario es la ilusión de hacer Uno con el Otro, esto está y va a seguir estando, pero convive con el amor simbólico. De qué se trata este amor simbólico?. Lacan va a decir: ‘dar lo que no se tiene a alguien que no lo es’, si quieren con Freud el amor sublimación.

Tiene que ver con dar la falta, dar la falta a alguien que no es el falo, que no lo busco en el lugar de falo.

Ahora bien decíamos que se trata del anudamiento entre amor, goce y deseo.

Decíamos que hablar de goce en psicoanálisis es hablar de satisfacción de la pulsión, decíamos que hablar de goce es como un sujeto goza. El goce en el humano tiene que ver con el fantasma, y el psicoanálisis opera sobre el fantasma.

La condición humana implica el objeto perdido, como Freud lo llamó, esto que Lacan va a llamar parletre, no es un ser de la naturaleza, pertenece al campo de lo simbólico. Ahí donde Freud habla de Naturaleza, Sociedad y Cultura, Lacan dice, lo humano se constituye, en el campo del Otro que eminentemente es un campo simbólico.

Esto implica que hay algo que de inicio está perdido, hay algo que por la condición de hablantes sexuados y mortales nos confronta al objeto perdido freudiano.

Esta pérdida que está en el origen es una pérdida de goce, se pierde algo del orden de lo instintivo si quieren. Se pierde algo de la adecuación con el objeto. Entre el sujeto y el Otro, entre el sujeto y el objeto no hay complementariedad.

Esto nos hace responsables de una deuda, lo que se le debe a la vida por nuestra condición de parlantes, sexuados y mortales.

Ahora bien, sobre la Urverdrängung, represión primaria van a recaer otras operaciones que producen añoranza del objeto perdido, añoranza de otro tiempo, en el cual se supone estaría todo. O sea que se establece por estructura la añoranza del objeto perdido,

Pregunta: Porque es como una completud que se está buscando en el Otro pero que no se va a encontrar.

Exactamente. Ahora bien esta posición de suponer en el Otro, que puede ser encarnado por cualquiera en la vida se va a desplegar en el análisis hasta que en algún momento si todo va bien, no existe el Otro.

Se acuerdan que dijimos, bueno, final de análisis. esta posición de buscar en el Otro ese goce todo deja al sujeto en una posición de absoluto desamparo, de indefensión. Cuanto más objeto, menos sujeto. Sólo se puede sostener a un Otro todo o a un goce todo siempre que el sujeto se sitúe como objeto. Ese Otro Goce con mayúscula, es, digamos, lo que está en el horizonte para todo neurótico y no existe pero se lo supone, y por suponerlo se le da existencia.

Esto después habría que verlo en la neurosis, en la perversión como se despliega, sería para otro seminario.

Lo que hoy me gustaba decir es esto, que ese goce todo el neurótico lo supone en el horizonte y le da existencia. En ese sentido decíamos la vez pasada, este sacrificio al altar del Otro. Se trata de una posición religiosa del neurótico. Arma ese lugar al que sacrifica su castración positivizada

Pregunta acerca de una viñeta presentada.

Comenté algo del caso. Esta analizante decía: “estoy hecha mierda”. En este sentido hacía consistir ese objeto mierda, se hacía mierda. Es un hacerse, hacerse mierda. Entonces en este caso, en un momento de este análisis, esta analizante padecía por sangrar por el ano.

Ahora bien, si la felicidad para el psicoanálisis es una cuestión de economía libidinal, qué quiere decir esto?, por un lado hablar de economía es hablar de recursos. Es hablar también de circulación, de una determinada manera de circular de los recursos que conciernen a la libido, con el anudamiento de goce, amor y deseo

Ahora bien, vamos a esto que anotaba ahí, posición del sujeto, como alguien se sitúa, a quien le habla. Esto es muy importante, vamos a abrir entonces esta pregunta por la posición del sujeto. Porque hablar de fantasma es hablar de una posición inconsciente del sujeto. Eso se puede decir, el fantasma es una manera inconciente de una relación del sujeto y los objetos de satisfacción, de goce y de deseo.

Entonces cuando alguien demanda análisis viene en función de que algo en su posición fantasmática ya le resulta intolerable, ya no puede sostener una determinada posición fantasmática, no puede seguir en esa posición, hay un quiebre en su homeostasis subjetiva y libidinal, hay algo que ya no se puede sostener y con lo cual nada puede hacer desde el yo.

El análisis va a interrogar esta posición inconsciente, concierne al trabajo con esa posición para que alguien pueda advertirse de esa escena que sostiene. No atañe a un lugar físico, si a una trama, a un espacio, espacio temporal.

Bueno, y por último lo que quiero tomar ahora es en función de una pregunta que se hizo la vez pasada. Ahora cómo sigue, qué pasa?. Se me ocurrió tomar esto en relación a los tiempos de la transferencia a tratar de situar algo ahí y después vemos.

Vamos a tomar los tres tiempos de un análisis.

1. Primer tiempo que incluye las entrevistas preliminares. Tiene que ver con la instalación del sujeto supuesto saber. Para que un análisis se inaugure es necesario que alguien le suponga al analista un saber, y a la vez acepte, que algo no sabe. Es decir, hay una dimisión subjetiva, desde el lado del analizante. Y apertura del amor de transferencia.

Entonces sujeto supuesto saber, se le supone al analista un saber, un saber de qué, un saber del deseo.

En el principio el saber que un analizante le supone a su analista tiene que ver con el deseo, lo supone dueño de su deseo, cuando digo dueño de su deseo quiero decir lo supone capaz de sostener su deseo de analista y lo supone garante de la verdad y lo supone sabiendo de la verdad del deseo que habita al analizante. Esto abre a la dimensión del amor de transferencia.

Y del lado del analizante se pone en juego ‘donde soy no pienso’, donde pienso en tanto conciente, no estoy. Estoy en otro lugar como sujeto. Esta es la dimisión subjetiva que un análisis pone en juego al comienzo. Una cosa es lo que yo digo desde mi conciencia y otra cosa es lo que pienso, sin saber que pienso.

2. El segundo tiempo que es el más largo, tiene que ver fundamentalmente con el trabajo con el goce. Un segundo tiempo que tiene que ver con la apertura de lo pulsional, y lo que tiene que ver con el goce. Es el tiempo más complicado.

El primer tiempo gira en torno a la idealización y al amor. Lacan dice es un viaje romántico el primer tiempo, todo va bien, después cuando pasamos al trabajo con el goce y con la pulsión, bueno, ‘agarrate Catalina’. La presencia del analista, cuando el analista abre la puerta ya pone en juego lo pulsional. En ese momento aparecen en la transferencia los objetos.

Por eso Lacan dice es necesario que el analista haga semblante de objeto y además sostenga los objetos, como dice en el seminario 11, ‘que tenga tetas’, como las tetas de Tiresias. Vale decir, que tiene que poder sostener los objetos pulsionales, tenerlos y saber de cuales objetos se está tratando.

La cuestión del segundo tiempo que se va a tratar de la pulsión, de los objetos pulsionales que van a atravesar la transferencia, que el analista tiene esos objetos y a la vez hace de semblante de causa, sostiene el objeto, objeto pulsional pero a la vez sostiene la falta. No le da consistencia. Sostiene el objeto pero fundamentalmente sostiene la falta

No es lo mismo entonces sostener el objeto oral, si es que se está tratando del objeto oral. Semblante tiene que ver fundamentalmente con el concepto que alude a que el analista se sostiene de la castración, se sostiene de la falta, es el único lugar del que el analista puede sostenerse éticamente para conducir una cura . Se sostiene de la falta, se sostiene de la castración, es muy interesante y muy importante porque es lo que sostiene el lugar del analista. No es consistencia, sino que es falta.

Lo último que quería decir es que en este segundo tiempo es el deseo del analista el que comanda el trabajo, en el sentido de que demanda y pulsión se vuelvan a anudar. Lo vuelvo a decir, el segundo tiempo desde el lado del analista lo que hay siempre es deseo de que el análisis continúe, no, así como Freud decía, qué es el deseo del analista? que siga el análisis, que alguien siga asociando.

Entonces, en un primer tiempo del análisis se separa demanda de pulsión y en el segundo tiempo se vuelven a unir. Ahora hablamos algo de esto y dejamos por hoy.

Primer tiempo alguien empieza a hablar, se ponen en juego, las demandas, por qué?, porque cuando alguien viene a análisis lo que espera es que le demanden, que le pidan, que le digan, pero cuando no encuentra en el compañero, Lacan dice en “el Acto...” el compañero de aventura que es el analista.

Cuando no encuentra que el otro le pregunta, le pide, empieza a hablar, y eso es lo que hace a que empiece la regresión de las demandas. Entonces se van a empezar a desplegar las demandas, la demanda de amor y se separa de lo que es el goce, pulsión.

En el segundo tiempo se vuelven a anudar, es el deseo del analista el que anuda las dos cuestiones, por lo tanto el sujeto se va a advertir en el segundo tiempo esto que de la demanda del Otro comanda sus actos, esto demoníaco que le viene del Otro y por lo tanto una vez que haga el trayecto de saber de esa demanda del Otro que es la pulsión va a poder hacer algo con esto, va a poder decirle no a la pulsión.

Esta es la pregunta que nos hicimos alguna vez acá, si la relación a la pulsión es otra al final del análisis.

Entonces estamos diciendo que si, que al final de un análisis la relación a la pulsión es otra, alguien puede decirle que no a la pulsión por ejemplo, puede responder desde otro lugar y por supuesto que ya no es ese mismo Otro, ni es el mismo sujeto.

Si quieren preguntar algo, me parece un buen momento para dejarlo abierto, soportar la hiancia, soportar la abertura.

No se trata de llenar con conocimiento, con saber, sino al contrario, sostener la hiancia, lo que no se sabe, lo que no se entiende. Lo que falta, lo que angustia, porque eso es lo que permite avanzar, así como un análisis, cuando un analista corta es porque algo ahí se abrió y porque se produjo una apertura, una hiancia y que se trata de sostenerla, de que alguien se vaya con esa hiancia de sesión, de la transferencia.

Liliana Paula Cohen. Escuela Freudiana de Buenos Aires; CICLO DE VERANO. 2008.