Para comenzar dos afirmaciones, la primera una frase de Freud, y la segunda un recorte del Seminario 7 de Lacan.
El analista, se trata de un químico que trabaja con material explosivo.
El psicoanálisis no es un idealismo, n o dice "La vida es sueño". Toca el hueso de lo real.
Un analista está en una posición responsable, en tanto es aquel a quien es confiada la operación ética radical, aquella que introduce al sujeto en el orden del deseo.
Concierne a una ética de lo real, no de lo ideal.
El trauma desde el origen de la teoría era inasimilable. Inasimilable marcaba que no había posibilidad de recuperar ese trauma.
Lo traumático como un encuentro que nunca se logra. Es la falla del encuentro, es una cita que falla.
Para la religión el encuentro es en el más allá de la vida. En la muerte.
Arte, ciencia y religión implican maneras diferentes de trabajar con das Ding. Das Ding, hueco, lugar vacío.
La religión consiste en todos los modos de evitar ese vacío. Podemos decir esto forzando la nota del análisis freudiano en la medida en que Freud subrayó los rasgos obsesivos del comportamiento religioso.
Una palabra como respetar ese vacío tiene quizás mayor alcance (Seminario de La Ética).
¿Qué pretende procurar a los hombres la religión?, nos dice Freud en Porvenir de una ilusión.
Les explica el origen y la génesis del Universo.
Les asegura protección y dicha final en las vicisitudes de la vida, y orienta sus opiniones y sus actos con prescripciones que apoya con toda su autoridad. Autoridad: lo que concierne al padre.
Cumple 3 funciones:
Satisface el ansia de saber de los hombres; mitiga el miedo a los peligros y vicisitudes de la vida; provee consuelo en la desgracia.
Ahora bien, con Lacan, tomemos ahora en consideración el lazo entre la cuestión del objeto y la cuestión del padre.
Esta cuestión entre el objeto y el padre trata exactamente de lo que es más propio del análisis.
Es también la posición subjetiva con respecto al complejo de Edipo.
Por una parte, la cuestión del objeto en sí mismo, en su esencia, en su sustancia es lo que hay de imposible en lo real, algo de lo que siempre ha hablado la filosofía. Se trata de la imposibilidad de lo real.
Y por otra parte, la cuestión del padre, su amor, su violencia su no representabilidad, que son cosas, sobre las que la religión siempre ha hablado.
La religión promete una unidad. La unidad prometida por la religión es futura y también actual, mientras que la unidad prometida por la ciencia es siempre futura, más adelante, en algún momento, ya vendrá.
El psicoanálisis hace funcionar esta Versagung en su propia estructura: no sólo en la estructura donde se constituye el posible sujeto del inconsciente, sino en las coordenadas de la práctica, en lo que llamamos dispositivo analítico.
La promesa de satisfacción es una manera particular de situarse frente a un malestar. La única satisfacción permitida por el psicoanálisis es la sublimación.
Avancemos ahora un paso más.
¿Qué es una praxis?. ¿Una acción concertada por el hombre que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico?
Si nos atenemos a la noción de experiencia, entendida como campo de una praxis, podemos decir del psicoanálisis: la experiencia de lo real en transferencia:
Ahora bien, ¿qué es lo que la Iglesia considera como doctrina?
La doctrina, el dogma se trata de aquello que es irrefutable respecto de la fe. La fe no es otra cosa que la creencia en Dios.
¿Creencia, se refiere a qué entonces, sino a la cuestión de la autoridad, lo que liga al padre?.
Desde el sesgo de la cuestión del padre en el Seminario 11 leemos: la verdadera fórmula del ateísmo no es "Dios ha muerto". Pese a fundar el origen de la función del padre en su asesinato Freud protege al padre. Es porque el padre ha muerto que asume su función de padre.
Entonces ¿ateo quién es?. ¿Ateo es aquel que se afirma como alguien que no sirve a ningún Dios?. ¿Qué no ofrece su castración positivizada al altar del Otro?. ¿Ir más allá del padre después de haberse servido de él?
En la religión el sujeto se sostiene por la vía del amor del padre. Lo que la religión en su mandamiento absoluto de amor al padre intenta ocultar, es que el padre está castrado.
La religión, la ciencia y la filosofía son las tres ramas del conocimiento en las que se plantea lo que pretende ser una concepción del universo.
En general con una hipótesis superior se trata de resolver todos los problemas que atañen al ser, en esto está presente la figura de Dios, y no sólo en el caso de la religión.
Freud al considerar la religión, da particular predominancia a cómo resuelve el problema del ser: con una hipótesis superior.
¿Cuál es la situación del psicoanálisis? ¿De abandonar la esperanza de construir un conocimiento del Todo, del Universo?
La hipótesis de existencia del psicoanálisis es la hipótesis de la existencia del inconsciente. Este es el descubrimiento freudiano. El padre está ahí en su muerte como fundamento de la hipótesis del inconciente.
No es como en Sto. Tomás la hipótesis de la existencia de Dios, tampoco es la hipótesis de la existencia del padre. Sto. Tomás sostenía que si hay una prueba posible de la verdad de la existencia de Dios, esta prueba es exigible. Concierne a la discusión en torno a la preminencia de la razón o la fe respecto de la verdad.
Ahora bien, la religión responde a la muerte con la inmortalidad representada, en tanto hace de todo enigma una representación posible, o una creencia no interrogable, límite del credo.
En la religión todos los enigmas de la existencia se responden, se imaginariza lo real.
En el psicoanálisis los enigmas se transitan.
La religión se constituye sobre una prohibición de pensar que está al servicio de su propia conservación. Decreta una prohibición de pensar aquello que está en contra de su propia conservación.
¿Un sistema se vuelve religioso cuando rige en él esta ley?
Y también ¿cuándo el psicoanálisis hace religión?. ¿Cuándo no toca el hueso de lo real?
Avancemos ahora un paso más.
La sustancia de la que se ocupa el psicoanálisis es el goce.
¿Por qué vías procede el psicoanálisis?
Mientras hablemos de las relaciones de la repetición con lo real, el acto estará siempre en nuestro horizonte (Problemas cruciales del psicoanálisis)
A un analista lo menos que se le puede preguntar, no es si hizo bien o mal las cosas, sino qué hizo, es decir un juicio de la acción. La religión propone en este sentido un más allá de la muerte. Eso será juzgado más allá de la vida.
De esta manera despliega la cuestión de la responsabilidad.
¿Responde así de lo real?
El real del psicoanálisis es la relación sexual en cuanto imposible de ser escrita.
Ahora bien, es necesario distinguir dos vertientes de lo real. Por un lado, una vertiente que concierne a lo real traumático del goce que por la vía de la pulsión viene del Otro.
Por otro lado, la vertiente que concierne a una dimensión de lo real considerada como una hiancia en el goce, en tanto planteado en función de la relación sexual en tanto ésta no la hay.
En Freud se trata de la hiancia inexorable que no permite la superposición entre la satisfacción buscada y la obtenida, o lo que es lo mismo, la imposibilidad que se reencuentre la primera experiencia de satisfacción.
Pareciera entonces que la vertiente de lo real del "no hay relación sexual" es de distinta clase que la vertiente traumática de lo real, cara traumática plena de goce e insoportable por exceso de estímulo.
La cara "no hay relación sexual" es un hiancia radical en el goce.
Allí donde Freud en el manuscrito K decía: Hay que admitir que hay en la sexualidad una fuente independiente de displacer.
Lo real del goce, expresión que Lacan utiliza en "Los nombres del padre" hace al fracaso del goce, como imposible.
El fracaso del goce es desde el momento en que el lenguaje existe, en términos de pérdida. Y el real se ubica en relación con este fracaso del goce: en esa falla, fracaso del goce se asienta lo real.
La religión no libera de lo real.
Ustedes no operan más que para reducirlo, nos dirá Lacan.
Tomemos ahora brevemente la vertiente de "Los nombres del padre" para desplegar algunas consideraciones en torno a la dimensión del sacrificio.
La culpa que liga al padre por el asesinato es un modo de hacerlo eterno por amor.
El estará siempre allí esperándonos para consuelo.
El padre real se torna posible en el más allá.
Habrá comunicación algún día con el padre muerto.
El goce del que él es custodio será posible.
Eso es la esperanza, eso es el cielo.
En la raíz del sacrificio está el servicio a este padre real no soportado como imposible.
Es de lo real del padre – del padre real cuando se lo hace posible – de donde no hay salida.
El tiraniza y lleva a la muerte sacrificial.
La esperanza de que nos espere en el "más allá" para que lo acompañemos en el goce absoluto del que él es custodio, surge entonces cuando no se soporta que el padre real es imposible.
¿Es ese real no caído sino imaginarizado lo que hace terrible al déspota o al líder que, por estructura se tornará tiránico y exigirá sacrificios?
Ahora bien, desde el sesgo de la religión ¿cuál es la promesa?
Frente al dolor de existir, la promesa se articula en términos de inmortalidad, esto es, la resurrección y la salvación después de la muerte, y por la vía del amor de Dios la unidad.
En la Hilflosigkeit de la condición humana, se invoca la protección del padre, a quien se deja el cargo de la causa del deseo.
La espera y la esperanza se santifican en tanto conciernen a la búsqueda de la unidad con Dios.
En el lugar de la causa sagrada del padre, para el psicoanálisis se trata de sujetarse a una causa barrada.
¿El analista se encuentra en posición de responder qué, a quien le demanda la felicidad?
La cuestión del Soberano Bien se plantea ancestralmente para el hombre, pero el analista, sabe que esta cuestión es una cuestión cerrada.
No solamente lo que se le demanda él no lo tiene, sino que sabe que no existe.
Haber llevado a su término un análisis no es más que haber encontrado ese límite en el que se plantea toda la problemática del deseo.
¿Qué puede dar un analista sino un deseo advertido?
Lo que tiene no es más que su deseo, al igual que el analizante, haciendo la salvedad de que se trata de un deseo advertido.
Entonces, a modo de conclusión, precipitan estas reflexiones:
La felicidad de vivir conforme al deseo, según las leyes del deseo.
El complejo de Edipo en su declinación, como desgarro, como posibilidad de saberse causa y formularse la pregunta freudiana estructural: ¿puede perderme?
Haber nacido sustrayéndose al ser.
Duelo y no erotización del dolor, porque nada es de lo que no nació y todo lo que existe se lo vive en la falla en ser.
Tomar entonces el deseo como un bien.
¿Has actuado en conformidad con tu deseo?
La responsabilidad de una elección. Re –nacer ¿Si el sujeto quiere lo que desea?.
Liliana Paula Cohen. Trabajo presentado en el 1º Congreso Argentino "Psicoanálisis, lazo social y adversidad". Diciembre 2002.-
Referencias bigliográficas:
José Zuberman: El psicoanálisis entre el arte y la religión.
Pablo Roman: Dios es inconsciente.
Norberto Ferreyra: El otro insomnio.