ESCUCHAR UN DIBUJO. Alba Flesler.

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Escuchamos repetidas veces, hacer distinciones entre aquél individuo que "viene a análisis" y aquél al que lo "mandan".

Siguiendo con ello, se ha indicado la inconveniencia de analizar a quien es mandado. Pero cuando lo mandan ¿quién demanda?

Interrogación primera a la que me llevó una práctica, la analítica, en un acto de supervisión, donde del análisis de niños se trataba.

Estas notas pretenden, desde el relato de una experiencia transmitir aquello que pudo escucharse en una consulta hecha por los padres de un niño de nueve años, relativa a su decaimiento escolar.

De la entrevista con los padres emergen los siguientes datos, cuya emergencia como tales, sólo pudo ser articulada posteriormente, en relación a otra significación: edad del padre 65 años; edad de la madre 46. Desde hace 5-6 años no mantienen relaciones sexuales pues la mujer manifiesta su descontento hacia el marido diciendo "que no le gusta sentirse una cosa" e insistiendo más adelante con un pedido "decí que explotas y después me dejas pagando". El niño concurre traído por sus padres y en una de las entrevistas dibuja a su familia. Su mamá, está cocinando, él está haciendo un gol, su papá se está bañando, de un armario en el cuarto de baño, cae un frasco cuyo movimiento descendiente es remarcado por una línea punteada. Escribe los nombres y las edades de su padre y su madre: 60 y 40 años respectivamente.

Hasta aquí, un dibujo proporcionado, armónico, rico en detalles; que presenta a los ojos de cualquier observador múltiples posibilidades de interpretación.

Figuras pequeñas y diagramadas sobre el borde inferior de la hoja, líneas remarcadas por la presión del lápiz...Acaso ¿podríamos inferir analógicamente el control ejercido frente a los impulsos, o el mundo sentado sobre la realidad y mochado en la fantasía; o quizá la pobreza yoica que manifiesta la proporción diminuta de las figuras?

¿Qué dibujaste? Pregunta redundante si queremos ver la evidencia en el dibujo de aquello que decimos se ve en él con toda claridad.

Sin embargo, algo se dice, como refutación de toda posible evidencia muda ante el dibujo de un niño.

"Mi mamá está cocinando, mi papá se está bañando y esto se le cayó a mi papá".

Sujeto existente en lo que un significante representa para otro significante.

"Esto se le cayó a mi papá"...hace 5-6 años, agregamos, sin creer que hablamos de un discurso distinto al único y sólo que se articula en el decir del Otro. Un sólo discurso que articula la demanda de una escucha más allá del síntoma.

"Con la demanda -dice Lacan- estamos en lo actualmente articulado; al decir simplemente a su paciente que lo escucha, el analista instituye una situación de demanda, vía de acceso al deseo inconsciente".

Deseo que aparece en el síntoma en su condición de compromiso con el deseo del Otro. Adherencia del deseo con su máscara, el síntoma, en tanto éste, nos dice Lacan, "es algo que va en el sentido del reconocimiento del deseo"..."El deseo no es tan difícil de descubrir sino porque de entrada está alienado en la demanda". Pero la demanda transpone con su articulación el terreno de la necesidad y crea junto a su condena a la mediación de la palabra, la posibilidad del deseo, cuya dimensión es definida por situarse en relación con el deseo del Otro.

Saltando desde la referencia al Otro pendiente del cual se encuentra en la demanda, al precipicio de su relación al Otro, ha abolido su predominio para situarse como deseo más allá de la demanda.

Esto permite releer a Lacan cuando dice que "la interpretación tiende más a reducir la demanda que a elucidarla".

Significante que cae en el sinsentido, en tanto ese decaimiento escolar remite a que algo se le cayó al padre en la fecha inscripta fuera de la edad cronológica sustentada por los años. Efecto de la interpretación que produce el siguiente discurso en una entrevista posterior con los padres: escuchamos "el nene no comentó nada de lo que hizo aquí, sólo me dijo los hice quedar bien, les puse 5 y 6 años menos".

Leemos en ese quedar bien de hace 5-6 años, el sentido que produce el significante de la edad de los padres devueltos a ese instante de las relaciones sexuales, sólo en su relación al significante del decaimiento; (que cae).

La demanda de los padres emerge en el cuerpo del hijo y nos reenvía al interrogante inicial: Cuando lo mandan: ¿quién demanda?

Pregunta misma que me llevó a estas reflexiones y cuyo recorrido me devuelve al mismo punto pero en un lugar distinto, en tanto puntúan que el discurso no se encuentra abierto a cualquier sentido, ni aún el discurso dibujado. Lugar distinto, decía, que deja abierto este cierre en el entrecruzamiento de la demanda como presencia articulada y como término que en su no acceder a ella posibilita su renovación.

Alba Flesler. Suplemento de la Notas de la Escuela Freudiana. Nro. 2 (Octubre 1981).