INCONQUISTABLE CORAZON. (La intervención analítica en psicosis). HUGO SVETLITZA.

Tiempo de Lectura: 10 min.

(*) Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis: Buenos Aires; 1995.

Debido a la compleja y particular característica de la estructura psicótica se han escrito las más variadas tesituras que polemizan acerca de la viabilidad del dispositivo analítico y cuál es la posición del analista al estar confrontado con lo real del goce, del sexo y de la muerte sin las envolturas imaginarias que hagan más tolerable el decir psicótico.

Muchas de estas posturas afirman que habría que crear una conceptualización distinta a la utilizada en la neurosis pues las operaciones no son realizadas de la misma manera. Así, concordando con estas opiniones, hoy yo afirmaría que en la psicosis no hay transferencia desde el registro Simbólico pero sí que la emergencia del significante en lo Real se transfiere sobre el analista lo cual genera un particular lazo entre ambos, transferencia en lo Real donde se muestra la insensatez del significante, la prevalencia del objeto a voz proveniente de un Otro gozador o bien la trama delirante difícil de soportar para el analista: la cuestión es que algo se transfiere.

Aquellos que estamos habituados a escuchar psicóticos lo experiencial nos indica que aún cuando los significantes "se paseen solos" algunos psicóticos logran hacerse representar por el enquistamiento de un significante amo que le sirve de brújula para comandar su relación al analista, suplencia de un S1 que lo estabiliza con frases o preguntas que efectúa al estilo del fantasma (sin lograr construirlo).

Relato un breve ejemplo: un paciente internado en un hospital psiquiátrico dice a su analista "yo tenía el cuerpito nuevo por dentro y viejo por fuera, yo así no puedo seguir.... ¿sabe doctora que yo perdí mi corazoncito? ¿ quién me va a dar mi corazón?, me tienen que dar mi corazón mi esposa Sorayita y mi hijita. Sigo necesitando mi corazoncito, no sé qué me hace falta, el corazoncito, los ojos, la cabeza, me falta todo el cuerpo, tengo que hacer un cuerpo nuevo". Le pregunta a la analista: "¿usted tiene novio? ¿Cuántos años tiene? Cúreme y después hablamos, lo que me falta me lo cura usted ¿me puede hacer usted un corazoncito lindo? Tengo una nenita que se llama Susanita, tengo ochenta hijos (se ríe) ¿de qué me río? me río de la carita de asombro que puso usted "(refiriéndose a la analista).

El paciente dibuja un automóvil para venderlo y pagarle a la analista "qué le debo, doctora, después le pago". Saca de su bolsillo un perrito de juguete y poniendo voz de niño hace como que el juguete le habla a la analista diciéndole ¡hola Carolina! (nombre de la analista) Luego alucina ¡cuidado Angelita! , tengo que salir con mi esposa y mi madre, quiero que me arregle la lengua, quiero que me sane en diez minutos". Escribe en una revista el nombre de su analista "Cuídese mucho doctora, ¡ usted vale oro! ¿Cómo puedo llegar por buen camino?, la verdad es media noche en Moscú, mi esposa es Julita y Angelita, es rusa, usted, doctora, es una amiga..."

Utilizo este recorte clínico que, aunque singular, nos permite puntuar algunas reflexiones sobre el tratamiento sin pretender por ello sugerir reglas técnicas a seguir. Respecto al lugar del analista pienso que dentro de las diversas gamas de sus intervenciones - no interpretativas- su lugar es el semblanteo de a ateniéndose expresamente a lo formulado por Lacan en Cuestión Preliminar sobre la "sumisión completa a las posiciones subjetivas del enfermo" es decir que la escucha de ese paciente girará en torno a que ese otro le devuelva su corazoncito, se lo dibuje, se lo nombre, que reconstruya con él partes de su cuerpo que no posee.

El semblanteo del objeto por parte del analista deberá, en mi opinión, tener una particularidad: deberá ubicarse como si fuera un amigo del paciente, un semejante pero que en lo Real sostiene el objeto del cual carece el psicótico. La Phillia Aristotélica que implica un amor posible fuera de la castración, el compartir una idea entre dos personas no tendrá que confundir al analista: no es sujeto barrado (tentación que es efecto natural al ocupar el lugar del semejante).

La objeción surge prontamente: ¿semblantear el a es antinómico al lugar del semejante?

Considero que no por cuanto el psicótico "sabe "que los dos comparten un como si, claramente expresado en el paciente: "Doctora, usted vale oro", brillo que no es fálico pero que ubicada la analista desde el Ideal sostiene la transferencia delirante y, al mismo tiempo, el paciente refiere "usted es una amiga".

En el lenguaje coloquial los psicóticos con su feroz ironía nos dicen "soy loco pero no como vidrio" es decir que su locura no impide en estos pacientes llamados por el discurso psiquiátrico de lúcidos que aunque uno se coloque como amigo, semejante, doble especular ellos no sepan que pese al ropaje uno es un Doctor.

El error del Dr. Flechsig no fue ocupar el lugar del otro imaginario sino el de ocupar el lugar del saber todo apabullando a Schreber con su elocuencia ubicándose en el punto contraindicado: el del Otro absoluto.

Por lo tanto, se trata de semblantear el a de a-migo, máscara posicional similar a una representación escénica en donde no basta con ser sólo testigo, secretario del alienado sino que, de acuerdo al Saber- hacer del analista , es esperable que intervenga aún a sabiendas del riesgo que conlleva.

La artesanía del analista le permitirá aceptar el juego propuesto por el paciente: es un mediador introducido por el psicótico el que puede funcionar como terceridad entre él y el Otro aplastante, situación que no tendrá que ser desaprovechada por el analista en su búsqueda de producir subjetividad ubicando objetos que limiten el goce desaforado: aquí es un juguete, a veces una revista, otras un libro, una biblia, etc.

Jacques Alain Miller precisa el concepto de semblante que no es pura apariencia sino

que es utilizado operativamente, es una categoría que nos permite reunir frente a lo Real, lo Simbólico y lo Imaginario. Lo que ocurre con la psicosis es que hace caer los semblantes, hace ver qué pasa con lo Real del padre cuando falta el semblante del padre; en suma el semblante no es un truco, vela la nada.

Colette Soler habla del analista como "guardián de los límites del goce" prohibiendo o propiciando de acuerdo a las circunstancias pero siempre intentando que el paciente emita frases que cumplan la función de metáfora delirante; en el paciente es tarea del analista brindar el cauce necesario para que el corazoncito se construya en su relato como si fuera una producción fantasmática que enmarque más acotadamente su goce localizado.

Es común oír en el esquizofrénico la referencia a la fragmentación corporal debido a que no logró constituir una primer imagen unificada al no funcionar la mirada del Otro Simbólico en el espejo avalando al otro semejante. Muchas veces los intentos del psicótico es lograr esta unificación

pidiéndole al analista lo ayude en esta reconstrucción "me falla todo el cuerpo, tengo que hacer un cuerpo nuevo" misión que se impone en forma delirante o alucinatoria pero que nos brinda un resquicio donde poder maniobrar siendo su a-migo en esta esforzada tarea.

Considero que en la psicosis no hay sujeto dividido, sujeto del inconsciente pero sí un sujeto portador de lenguaje que, si bien holofraseado, nos da pistas de algo intervalar, de algo de falta (habría que denominarla de otra manera ya que no es la falta neurótica) lo que hace decir a nuestro paciente su necesidad de pagar el tratamiento: ¿esbozo de cesión de objeto?.

Los obstáculos propios de la estructura psicótica: forclusión del significante del Nombre del Padre, ausencia de significación fálica, la no constitución del Sujeto Supuesto al Saber respecto al analista, etc. hacen valla al deseo del analista quien a menudo se cuestiona sobre la eficacia de sus intervenciones. En este sentido puede leerse el "no retroceder frente a la psicosis" Lacaniano, no ceder en el deseo que nos impone implicarse en tratar a un psicótico. El desánimo del analista que desempeña su labor en espacios no psicoanalíticos se erige en un impedimento para operar similar a la barrera que denota la estructura psicótica.

Freud no obstante considerar a las neurosis narcisistas incapaces de transferencia modifica su postura y en el artículo "Lo Inconsciente" afirma que la investidura de las representaciones de objeto se conserva la que se dirige a las palabras.

Las llamadas intervenciones en lo Real -apropiadas en psicosis- en donde se revela eficazmente el acto del analista (vale como ejemplo el acto de Lacan, leído a posteriori, respecto a Aimeé: la nomina, analiza al objeto de su delirio (su hijo) y no le reintegra su producto (escritos) como bien señala Héctor Rúpolo en su trabajo "La Psicosis y Lacan") no significan restarle valor a la producción significante hablada o escrita.

Es un hecho observable que los pacientes necesitan dar su testimonio al Otro escribiendo: proliferan en los Servicios de internación los talleres de escritura, libre expresión, pintura, cerámica, etc. pero ¿cuál es el fundamento teórico? ¿Sólo laborterapia? . Nuestro paciente escribe el nombre de la analista en una revista: en la psicosis el nombre propio no está articulado al Nombre del Padre, no se identifica el nombre al cuerpo del portador. Lacan dice que en la neurosis se trata de volver a pasar el nombre propio a lo que tiene de común ¿podríamos investigar en la psicosis el proceso inverso, ese nombre común intentar elevarlo a la categoría de nombre propio? El objetivo podría ser, entre otras cosas, indagar la firma del paciente, expresión de la marca de nada a la cual se le pueda restituir cierta fonación, es decir que hable de ello y que lo integre - si hay tela para ello - a su metáfora delirante.

Finalizando digo que la pretensión de creatividad, de invención no sólo es aplicable al psicótico sino que es exigible en el analista; el ya muchas veces repetido hacerse-un-nombre con la producción de un objeto que tenga cabida, en el Otro Social propuesto como meta a seguir en la psicosis es válido -con las obvias variantes del caso- también para el analista a fin que éste supere su horror al acto, sostener su nominación de analista, producir un dispositivo teórico riguroso singular de acuerdo a su recorrido, y saber- hacer- ahí con su artesanía no esperando - diferencia al fin- que el Otro lo autorice dibujándole un corazoncito....

HUGO SVETLITZA.

Bibliografía:

-Lacan Jacques "Cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Siglo 21 Ediciones

-Freud Sigmund "Lo Inconsciente", Obras Completas.

-Rúpolo Héctor "La Psicosis y Lacan en Cuadernos Sigmund Freud Nº14 de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

-Lombardi Gabriel "La Clínica del psicoanálisis Nº 3 Las psicosis, Atuel Ediciones.

-Soler Colette "Estudios sobre las psicosis", manantial.

-Grandinetti José "Lacan: efectos de la clínica de las psicosis", Lugar Editorial.

-Vegh Isidoro "Una cita con la psicosis" Homo Sapiens ediciones.