Algunas notas sobre la construcción… del objeto… de cada uno. Del decir y del acting out. Eva Lerner.

Tiempo de Lectura: 5 min.

(*) Convergencia, movimiento lacaniano por el psicoanálisis freudiano. Revista Lalengua. 2008.
La pretensión de cientificidad en psicoanálisis es un fantasma de los analistas. No estamos pensando en teoría durante la cura, ni recordamos, las más de las veces, lo que hicimos. Nos topamos todo el tiempo con la repetición, bordeamos al objeto que la promueve, pero no siempre encontramos un modo de decir, de eso, algo eficaz.
Me refiero al trabajo de vaciar lo que del objeto es el plus de gozar, sustancia gozante del fantasma, para que el objeto a esté disponible, en su vacío, como causa de deseo.
Para que un analista pueda decir una palabra eficaz, debe poder leer en el decir analizante y, a veces, en la contingencia de alguna acción o mostración.
El hablante es capaz de decir con su cuerpo —así se inventó el psicoanálisis, con la histeria—, pero además es capaz de decir mostrando, como en el caso del acting out.
Leerlo es introducir lo no dicho al discurso.
El objeto a es resistente a entrar en discurso, pero es el núcleo del análisis y es el desafío para el analista, quien debe saber qué lugar le toca ocupar en la transferencia y cómo hacer entrar al objeto a en el semblante.
Alojar y sostener al objeto en el semblante es la ocasión para que el analizante pueda recibir su propio mensaje invertido y rectificar así la posición a la que quedó fijado.
Freud se dedicaba a construir saber y Lacan, a construir lo real. El saber y la verdad no tienen entre ellos una fácil relación para acceder a lo real del objeto a, única razón de una clínica lacaniana. La verdad no es sin la juntura del saber con el objeto.
¿Cómo construimos un decir del goce para que este se transmute y podamos sortear la dificultad que presenta en tanto núcleo mismo de la neurosis?
¿Cómo construimos la ligadura con aquello de la neurosis infantil que no accedió a la palabra?
El análisis construye lo traumático del lenguaje donde hizo trou-matisme, de la genealogía del síntoma, de la filiación, del fantasma, del nombre propio, del objeto a… y eso debe alojarse en el semblante.
No va de suyo que se aloje.
Dejarse tomar por el discurso es una posición activa, se recurre a construir algún sentido para enlazar al objeto.
Esta recurrencia a lo imaginario es la que Lacan propone en RSI, para hacerse una idea de lo real (1); y además propone desplazar la validez del contenido a la legitimidad del trabajo; en este caso, la construcción es del objeto del fantasma.
Si un analista dirige la cura y esta no es dirigida por el inconsciente, tanto las operaciones que propone como la posición de espera pasiva denuncian la teoría que tiene respecto al retorno de lo reprimido.
La propuesta es leer en la enunciación, en la mostración, en lo contingente de una conducta, haciendo humor del tropiezo al que conduce el objeto.
Saber leer el acting out y hacer, de esa mostración, decir.
Si el trauma es del lenguaje, pero sigue habiendo trauma, y el pasado está en el presente porque ese es el tiempo del sujeto objetalizado, de un pasado que es - siendo actual, no hay nada para rememorar que esté olvidado, hay algo a leer que repite y no se cansa de repetir. Al goce hay que hacerlo hablar, aún cuando es resistente a ello.
El goce no cesa de no escribirse, solo.
No hay rememoración que lo escriba.
Al goce hay que darle el lugar que tiene.
Está jugado en el sujeto objetalizado y sólo se vacía si logra entrar al dicho, de algún modo, y se gasta o se transmuta.
Y ahí lo puede hacer entrar el analista con la prosodia que le conviene.
Es el modo privilegiado de la lectura del objeto, que repite mudo no sólo en la mostración del acting out, sino en toda la dialéctica del objeto.
Esto es lo que Freud esperaba, y lo llamó rememoración: que la memoria muestre el pasado, ya que está a disposición del analista.
Si bien hay pulsación del inconsciente, no por eso aparece lo traumático; sólo aparece si el analista lo hace aparecer, lo hace hablar y lo sabe leer.
Eva Lerner
NOTAS:
(1) Jacques Lacan: Sem. XXIV, L´Insu. 14-12-76.