Aproximaciones al tema del tiempo Déjà vu ¿cuándo fue ya vivido? ESTELA EISENBERG


Facultad de Psicología - UBA
Conceptos y clínica freudiana
Titular: Dr. Juan Carlos Cosentino

Aproximaciones al tema del tiempo
Déjà vu ¿cuándo fue ya vivido?
ESTELA EISENBERG
Existen ciertos fenómenos que Freud adjudica a "personas sanas" (1), aunque en sí mismos no indican una estructura psicopatológica, pero a partir de los cuales podemos vislumbrar los soportes de dicha estructura.
Podríamos arriesgarnos a decir que de acuerdo a cómo se intervenga a partir de ellos constituyen momentos privilegiados en un análisis. De estas perturbaciones las hay de diverso tipo:
Las enajenaciones, en las que un fragmento de la realidad se vuelve ajeno, o la despersonalización en la que el yo propio se vuelve extraño, y por otro lado ese tipo de efectos especiales de la estructura que son la contrapartida positiva de los anteriores, agrupados como fenómenos de “fausse reconnaisance” (2) -falso reconocimiento- espejismos en los que queremos suponer algo como perteneciente a nuestro yo, mientras que en los mencionados anteriormente queremos excluir algo de nuestro yo.
Del falso reconocimiento son comunes el “déjà vu” -ya visto- “déjà raconté” -ya contado- y todas aquellas sensaciones de haber pasado ya por algo que sin embargo es actual, pero que se distingue del recordar por no despertar un sentimiento mnémico.
Podemos agregar también aquellos elementos del recuerdo que conservan un destello de hiperrealismo, o son hipernítidos aún cuando el recuerdo en sí mismo aparezca borroso.
Incluso la emergencia de estos detalles como respuesta que confirma la pertinencia de una construcción analítica, respecto de las vivencias infantiles.
Para hacer más exhaustiva la lista, pero no con afán de clasificar, sino para poder situar más claramente su lugar en la estructura, aquello que despierta en el interior del sueño, revelando su falla puede ser un fenómeno del mismo orden.
Lo común a esta enumeraciones es el carácter de vivacidad sensorial y ese sentimiento extraño respecto de su existencia, una sensación de irrealidad diferente del sentimiento de realidad habitual pero no por ello menos convincente.
Participa aquí como respecto de la alucinación, teniendo en cuenta su diferencia, esa idea de increencia, “unglauben” (3)que no es creer o no creer, sino la increencia que se encuentra en la paranoia.
Como sabemos en la alucinación psicótica el sujeto sabe muy bien que eso no es real, sin embargo “eso” le concierne, es para él, le está referido.
La creencia supone la existencia de al menos dos términos entre los cuales es posible la duda, la increencia es más bien del tipo de la certidumbre, uno de los términos de la creencia está anulado, luego cuando es posible, aparece el fenómeno interpretativo que se diferencia del momento anterior por que ya es ligadura y está en juego la cadena.
¿Cuál es la diferencia entre la sensación de realidad habitual y este sentimiento de irrealidad?
Este último alude a ese "poco de realidad" (4) que da cuenta que "la vida no es sueño" (5), aún en el sueño mismo. La vivacidad sensorial que los caracteriza indica una regresión al polo perceptivo y la falla de la búsqueda de una identidad de percepción, regla del funcionamiento del aparato, no los hace por ello menos vívidos, la imagen sensorial se vuelve nítida e irreal a la vez.
El sujeto entra en un embudo temporal, es decir una extratemporalidad; formas inmemoriales, no tanto por lo antiguas sino por lo fuera de la memoria, con un lazo a la imagen que lo circunscribe a situarse entre Real e Imaginario, que como indica Lacan, al dejar interrumpido el texto, deja al desnudo el soporte de la reminiscencia.
Mientras en la sensación de realidad se trata de una temporalidad en el interior del texto simbólico que constituye el registro de la rememoración, podemos decir que se trata del recuerdo ordenado dentro del campo del fantasma, cuyo valor de axioma comanda y constituye la realidad psíquica.
En tanto que aquellos efectos especiales perturbando la realidad cotidiana, agujerean el campo fantasmático en el que habitualmente un sujeto se reconoce y dejan al desnudo su soporte, haciendo de velo la imagen sensorial, una imagen real sin imagen virtual, aquella ilusión del espejo esférico a la que le falta el espejo plano para reconocerse en el espacio virtual de la realidad.
El rasgo de mutismo, a veces aterrado, que le es concomitante, señala ese punto fuera de discurso y de fantasma pero no fuera de estructura. Cuando el sujeto se recobra, en la neurosis, se recupera en el relato dando cuenta que ha pasado por ese fenómeno, pero no ha perdido su punto de origen constitutivo, la castración simbólica, pero algo de lo Real ha sido entrevisto, y esto es interesante y privilegiado en un análisis.
Tomemos por ejemplo el déjà vu, ¿cuando fue ya vivido?, el sujeto no lo sabe, sin embargo eso está ahí, imposible de recordar, imposible de desmentir.
Se trata del tiempo del intervalo, del entre-dos del significante, la temporalidad aquí es la del objeto que permanece indecible.
Explorar el campo de la extrañeza en un análisis es justamente dirigirse a lo que se ha enclavado ahí, entre "las dos esferas de la significación" (6), pero no para volver a hacerla circular, sino para vaciarla.
Podemos pasear de calle en calle, calles con nombres propios, pero un día ocurre, como nos advierte Lacan, que franqueamos, cruzamos, invisible a nosotros mismos no sabemos qué línea (probablemente la del marco del fantasma)y caemos en un lugar donde nunca habíamos estado y sin embargo lo reconocemos como siendo aquel, ese lugar donde habríamos estado, ¿cuándo?, no sabemos, eso no responde, estaba allí, en nuestra memoria como un “islote aparte” (7), en la calle de nombres propios, algo sin nombre aparece de nuestro lado.
Lo que no tiene nombre tampoco tiene la temporalidad del significante que permite la historización en la vía del recuerdo.
Entonces, fuera del tiempo de la memoria, imposible recordar, no como límite al recuerdo, falta estructural de la cadena, sino como presencia en la que se trata del tiempo del objeto.
Se pasa así al otro lado del doblez, lugar inhabitable e inhabitual del entredos del significante, lugar del umheimlich (8). Por eso nos indica Lacan que el análisis nos ha enseñado cierto camino de acceso al entredos y se puede pasar a saber donde está el punto de sutura entre la piel externa del interior y la piel interna del exterior. Recordemos el punto de extrañeza frente a lo familiar.
Lo familiar vale como tal, es decir como nuestra realidad a partir del momento en el que no encontramos el objeto sino su falta, solo así el juicio de realidad se sostiene, y solo con su encuentro (del objeto) para siempre fallido y velado, dicha realidad y su correlato sentimental, se ve trastocada.
¿Porqué son fenómenos privilegiados en el dispositivo analítico?
Debemos precisar aquí que son modos de retorno de goce que dividen al sujeto que responde descentrado de esa satisfacción que sin embargo le es propia y que el campo fantasmático enmascara.
A partir de este punto podemos encontrar al sujeto confrontado a su "propia" y paradójica manera de gozar, y es en este instante que lo "auto" vale como "hetero" (9).
No es poco lo que estos pequeños pero relampagueantes efectos especiales pueden entregar.
Temporalidad
Continuando en el intento de cernir estas dimensiones del tiempo, se me presentaron una serie de "oposiciones", para llamarlas de alguna manera, probablemente artificiosas pero que me permitían algún inicio de investigación.
Las ordené de la siguiente manera y trataré de mencionar algo respecto a cada una de ellas:
1- Análisis interminable Idea de infinitud
2- Apariencia de ser "d'eux" Semblante
3- Cadena Vecindad
4- Intervalo/Être-dos Entre-dos
5- Temporalidad del fantasma Temporalidad del acto
Al encolumnar supongo que hay alguna correlación entre los conceptos de cada lado.
Empecemos con la 1ª oposición. Podría decirse de entrada cuales son los requerimientos para que un análisis devenga interminable.
Interminable no quiere decir que no se termine, o que no se llegue a un final. Sabemos que siempre será finito. Más bien indica cuál es el fin a la que esta cura llega, y cuales son sus operadores.
La oposición que situé me permite servirme de la lógica de la sexuación, ya que nos avala introducir cuál es la categoría de infinito que puede diferenciarse de interminable.
En varias oportunidades Lacan menciona la cuestión del infinito, pero no siempre alude a la misma infinitud.
Vamos a presuponer que lo interminable por paradójico que sea tiene un límite que es interno a su estructura, o sea un límite interno al dispositivo que está sosteniendo esa cura.
Como nos estamos guiando por las fórmulas anteriormente mencionadas, puedo decir que ese límite es el padre como excepción que funda un conjunto que rige un para todos, excepto para uno, excepción que nombra y cierra el conjunto.
Pero esta dimensión del padre deja en el horizonte la existencia de un goce, ya que él lo posee, que se alcanzaría como promesa en tiempo futuro, para aquellos que están del lado de lo posible. ¿Cuándo?: en la infinitud.
Infinitud que establece que hay el todo goce y que es mayor que la parte que les toca, lo cual contradice la hipótesis que revela que lo parcial no es parcial de ninguna totalidad.
Esta idea es de un infinito potencial que es una variable que puede hacerse cada vez más grande como en la sucesión de n+1, de los nº naturales, sucesión de temporalidad lineal, de elementos discretos.
Ahí donde el goce todo falta, está excluido, este lugar de existencia de al menos uno propietario de ese goce, el existe-un, la excepción como -1 es sutura de esta exclusión.
Ahí donde el padre sostiene la estructura del deseo con la ley, está también la herencia del padre, como Kierkegaard lo designa: su pecado.
Del lado hombre entonces, el infinito recae sobre el goce, relativo, en este lado, a la excepción.
Desde esta perspectiva, la cura, en el campo de la neurosis de transferencia aparecerá tanto como amor que se dirige al saber, como también amor a la verdad.
Aunque se "crea" en su medio decir, puede hacerse consistir que el inconsciente sea que el ser, hablando, goce, y no quiera saber nada de eso.
Aún en el tropiezo, falla o fisura que caracteriza la temporalidad discontinua del inconsciente, ese hallazgo dispuesto a escabullirse siempre de nuevo, puede hacer suponer en el fondo el telón de la totalidad, cuando el telón de fondo es la ausencia que la ruptura o la grieta hace surgir, al igual que el grito hace al silencio.
Siendo entonces ese telón la ausencia, hay otra línea que Lacan toma del infinito pero esta vez del lado del Otro, que se funda justamente en la inexistencia, lado del compañero que falta, que permite al mismo tiempo la existencia del Uno ya que el Uno se funda cuando el compañero falta. El uno surge cuando no se puede establecer una correspondencia bi-unívoca.
De tal manera que podemos decir que Hay Uno pero no dos, el compañero falta, y no se puede hacer del Otro un Uno.
Esto lleva a que puede haber tres pero no dos. Incluso a la idea de lo uno y lo triple, y los desarrollos que Lacan realiza acerca del uno trinitario. Temas para investigar.
De este lado, lado de no existe Uno, cómo piensa Lacan el infinito?
Acá introduce la posibilidad de operar con un conjunto que excluye su propio límite, conjunto abierto y toma otra formalización del infinito, el cantoriano.
Cantor considera los conjuntos infinitos como un solo ente, no se trata de considerar un nº de elementos que va creciendo, sino que hay que concebir simultáneamente todos los elementos del conjunto, esta infinitud no está en potencia sino en acto, es el infinito actual.
Aquí no se verifica que el todo sea mayor que la parte.
Por ejemplo si tomamos el conjunto de los números pares a pesar de ser parte de los números naturales, no es un conjunto menos infinito.
Cantor propone la posibilidad de operar con conjuntos infinitos distintos, de distinta potencia, pero su cuenta puede dar un resultado finito.
Conjuntos abiertos que excluyen su propio límite, pero que pueden contarse una por una, mille e tre, tal como lo señala Lacan en el Seminario 20 para referirse al lado hembra de las fórmulas de la sexuación.
Al elegir tomar el conjunto abierto, postula con el no-todo una existencia indeterminada, de manera que el poder contar una por una, vale decir, nombrarlas a una por una, permite pensar a la nominación como el modo de sutura de este lado.
Del lado del Uno se nombra el para todo, del lado del Otro el uno por uno.
Por lo tanto, o bien podemos hacer del infinito un interminable, o bien operamos con el infinito en cada sesión más allá de su duración.
Con esta idea de que no es posible hacer del Otro un Uno, de manera tal que pueda contarse dos, tomo la siguiente oposición en la que podemos decir que es a partir del discurso analítico y por estar el analista en el lugar del semblante de objeto que cada intervención implica la desuposición de la proporción, ya que lo propio del objeto es fallar a la cita de la complementariedad. El uno y el otro no hacen ahí cadena, se quiebra la apariencia de ser d'eux (10) o sea dos y de ellos, hay ruptura entre S1 y S2, que se mantienen en el envés de este discurso.
A tal punto que el S1 de la producción de este discurso Lacan lo llama el Uno solito, no único sino solo.
Con esto paso a la 3ª oposición en la que podemos situar que se debilita la idea de cadena significante, que implica una temporalidad lineal y de sucesión, repetición de n+1, diacronía sostenida en un rasgo que se excluye en la fundación de la serie ,cadena cuyos aparentes eslabones sugieren la idea de conexión entre un significante y otro entre simbólico e imaginario y se pasa a acentuar la noción de separación y de un conjunto sincrónico, que ya no es la red del Seminario XI, cuya relación no es de cadena sino de proximidad, el concepto de vecindad, la topología del entorno.
A partir de esto, la hipótesis es que el saber icc se sostiene de la proximidad no del orden, (parece haber ahí una cuestión de lo uno y lo triple, también a investigar), no se funda en nada que una sus elementos, y se sostiene en la noción de abierto.
De forma tal que pasando a la siguiente oposición, 4ª, podemos decir que el intervalo puede llevar a la angustia si vale como creencia en el Être-dos, ser dos en lugar del entre- dos, o sea creencia en la existencia del Otro y certeza de ser en la consistencia fantasmática, que se asegura con el sujeto supuesto saber.
Cuando Lacan escribe el supuesto saber leer de otro modo, lire-autrement, produce un giro porque condensa ahí, algo de la escritura, la cuestión de la letra, el significante queda entre imaginario y simbólico y la letra como haciendo límite a la sucesión, "litoral entre saber y goce" (11) como borde del agujero en el saber; y además es un decir que dice: el Otro miente, implicando la introducción del S(A).
Cuando Lacan equivoca al inconsciente como L'un-bevue (12) indica que se puede decir algo y al mismo tiempo lo contrario, ya que cuando se sitúa algo de lo que hace las veces de real en la estructura lo verdadero está a la deriva.
La verdad que apunte al no-todo, será la dimensión o como escribe Lacan la dicho-mansión que hará del saber icc un conjunto abierto.
Lacan es en esto categórico: lo que no marcha es justamente el discurso que procede del decir verdadero y lo distingue de lo que llama la Ciencia de lo Real, que solo avanza por lo escrito.
Estamos bordeando el campo de la inconsistencia del Otro.
Paso a la última oposición en la que quisiera comparar la temporalidad del fantasma respecto del tiempo del acto.
La repetición en la transferencia no hace existir al pasado de lo que se repite, sino a partir de su actualización en ella.
Si el après-coup puede pensarse como el modo de otorgar un sujeto, que vale como ausente en un momento lógicamente anterior, y a partir de ahí se historiza, se temporacía como dice Heidegger, el goce que resta inasimilable, podría ser el modo en que se presentifica lo real de ese tiempo sin historia.
El objeto que anuda ser y goce, es difícil pensarlo fuera del tiempo, atemporal, pero si puede afirmarse como a-histórico.
El tiempo se subjetiva del pasado al porvenir otorgando un sentido siempre anticipado. Lacan acentúa la dimensión de escena del mundo para graficarlo, ya que como en la representación teatral, el porvenir está determinado desde el inicio. Heidegger habla del tiempo intra-mundano, el advenir siendo sido (13).
El tiempo del mundo es entonces sentido anticipado.
El tiempo de la escena fantasmática, sostén y reverso de la escena el mundo, es un tiempo suspendido, de duración inalterable que ejemplifica bien el fantasma sadiano con la imperturbabilidad de sus víctimas.
En la escena del mundo, el presente no es más que representación, hasta que un instante no anticipable lo perfora, diferenciando presente de presencia, pone fin a la representación, a la escena del mundo. Ese instante de sensación de irrealidad, pero no por ello menos vívido del déjà vu.
Fuera del mundo, el instante del cambio de telón es una certeza no anticipada, y como señalábamos, deja al desnudo el soporte del sujeto, pero probablemente cuando se recupera nuevamente la escena del mundo, ésta no haya cambiado demasiado su fisonomía.
El acto es en cambio una certidumbre anticipada, aunque no calculada, como adjetiva Lacan a la neutralidad analítica.
El instante de su ejecución es la manifestación del des-ser.
La intervención analítica será entonces un tiempo que marca al sujeto como corte en acto. Un tiempo de separación.
Corte que implica un cambio de superficie, el sujeto ya no será a partir de eso más de lo mismo, única sanción del acto como tal.
El discurso analítico es el único que constituye el acto, ya que solo él permite la emergencia de lo nuevo por la producción del significante uno.
Si está el objeto en juego es vacío del ser que el goce hace consistir en el fantasma.
Es al objeto que Lacan enlaza los tiempos lógicos, del instante de ver, el momento de comprender y el tiempo de concluir, y el acto al que conllevan se efectúa en una radical desubjetivación.
Acá el tiempo del objeto es el tiempo del des-ser.


NOTAS Y REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. S. Freud, Acerca del fausse reconnaisance en el curso del trabajo psicoanalítico, A.E., XIII. Las remisiones corresponden a O.C., Amorrortu editores (A.E.), Bs. As., 1978-85.
2. S. Freud, Idem.
3. S. Freud, Nuevas puntualizaciones a las Neuropsicosis de defensa, A.E., III.
4. J. Lacan, El Seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Bs. As., 1992.
5. Idem.
6. J. Lacan, El Seminario, libro XII, Problemas cruciales del Psicoanálisis, inédito.
7. Idem.
8. S. Freud, Lo ominoso, A.E., XVII.
9. J. Lacan, Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, Intervenciones y textos 2, Manantial, Bs. As., 1988.
10. J. Lacan, El Seminario, libro 20, Aún, Paidós, Bs. As., 1985.
11. J. Lacan, Lituraterre, inédito.
12. J. Lacan, El Seminario, libro XXIV, L´insu que sait de l´une-bevue s´aile a mourre, inédito.
13. M. Heidegger, El ser y el tiempo, F.C.E., Bs. As., 1979.