El objeto anal en la constitución subjetiva. Alicia Hartmann.


Facultad de Psicología - UBA
Psicoanálisis: Freud - Cátedra II
Titular: Dr. Juan Carlos Cosentino
Curso de Posgrado “Estructura y sujeto: análisis de la transferencia”, 1999

El objeto anal en la constitución subjetiva. Alicia Hartmann.
En las Contribuciones a la vida amorosa, Freud nos habla del destino particular que sufre aquel que no puede salir de ser el objeto erótico de la madre. “Ser el juguete erótico de la madre” marcará definitivamente destinos en la elección sexual posterior. Freud lo denomina “juguete erótico”, no puede esta expresión menos que recordarnos el lugar que le otorga Lacan al objeto transicional de Winnicott en las Jornadas sobre Psicosis. Dice Lacan, “... lo importante es que el niño sirva o no de objeto transicional a la madre”. Dicho objeto sabemos que anticipa e inspira la formulación del objeto a.
Objeto a que tiene como sabemos en su articulación con los matemas, distintos estatutos: no es lo mismo pensarlo como resto de la división subjetiva, que como causa de la misma, que como desecho, “basura”, en la psicosis. En los dos primeros casos si se trata de la lógica del barramiento del sujeto tal como está definida en el Seminario de La Angustia, el objeto a opera la castración imaginaria haciendo consistente al Otro en su articulación al +j o -j efecto de la castración imaginaria. Donde lo esperable es que las distintas vicisitudes de la posición de un niño que puede pasar por momentos fetichísticos tal como lo sabemos desde el análisis que Lacan hace del caso Hans, devenga en la estructura el niño en posición de objeto escribiendo la fórmula de la agalma a -j.
Recordamos “la agalma”, matema que define al niño como “joya ornamento” pero no perpetrado en el lugar del fetiche, ya que el signo menos que antecede al fi escribe la castración de la madre.
Sabemos que el concepto de objeto a intersecta el valor que cobra como a en el fantasma y el a como pulsional. Ambos el objeto a en el fantasma y el a como objeto de la pulsión, sostenido en la serie de objetos parciales, tienen distinta función pero comunidad topológica. El estudio del objeto oral y el objeto anal en la constitución subjetiva nos interna en este problema de un preciso valor en la dirección de una cura.
Se hace patrimonio de cierto predominio en la neurosis obsesiva. Aunque bien sabemos que la dialéctica de la demanda en la neurosis tiene su anclaje en la analidad, no necesariamente su relación con la causa será del mismo tenor aun cuando Lacan establezca una vinculación entre el objeto anal y la mirada. Hamlet aparece como paradigma de esta situación.
Si bien en sus desarrollos lógicos Lacan va avanzando intentando escribir nuevos matemas para culminar en un punto que es el que se interrumpe al final de su vida: me refiero al nudo borromeo, no podemos decir que este último planteo lógico deje afuera el pasaje por desarrollos anteriores. A mi entender, desconocerlos sería semejante a hablar de Análisis terminable e interminable sin haber trabajado La interpretación de los sueños. Sabemos que la progresión que hace Lacan de su teorización va en perspectiva de conceptualizar de otra manera lo real. De todas maneras en los análisis nos topamos con los fantasmas imaginarios y Lacan no ha dicho mucho más sobre esto porque siempre ha reconocido lugares a quienes se dedicaron a escribir sobre ellos y estudiarlos, así como ha desechado las producciones que llevaron a lo que se consideró perversión de la situación analítica. A Melanie Klein la llamó “destripadora increíble”.
En este contexto quiero situar esta exposición que no es patrimonio de la clínica con niños, sino que aparece en la clínica de adultos como modalidades del objeto de la demanda que encubren con su goce la posición del sujeto frente al D del A, trabajamos con el fantasma y con fantasmas imaginarios.
Hablar del objeto oral y parece de PeroGrullo es articulado desde una perspectiva diferente en relación al deseo y la voz. Nos remitimos al Seminario XII.
Hablar de objeto anal es hablar de un sujeto constituido en relación al campo escópico al campo del fantasma para en forma retroactiva recubrir un nivel mas primario de constitución.
Cuando ya se trabaja en el campo del ojo su corte produce el deseo ligado a la imagen fantasmática.
En “Subversión del sujeto” dice Lacan: “El psicoanálisis implica lo real del cuerpo, lo imaginario del esquema mental. Pero para esto hay que darse cuenta de que las integraciones mas o menos parcelarias que parecen constituir su ordenación funcionan allí como los elementos de una heráldica de un blasón del cuerpo. Como se confirma el uso que hace de ellas para leer dibujos infantiles. Allí se encuentra la importancia del falo sin que baste la teoría del objeto parcial”.
Lacan pasa de pensar los objetos parciales como objetos de deseo a definir su homogeneidad, diferenciando al falo que a nivel del Seminario de El deseo y su interpretación o el Seminario de La Transferencia fue un objeto mas del nivel de operatoria, función que cobra sin duda en el Seminario de La Angustia. La organización que introduce la operatoria del falo en la serie de los objetos de la pulsión – demanda – deja un resto que este objeto a cuya evidencia de certeza le otorga la angustia como manifestación de lo que Lacan llama la cesión del objeto.
Dos caminos, el camino del deseo sostenido en la función del corte, y por otro el lugar del resto que sostiene y anima, dice Lacan, la función analítica del objeto parcial.
Tiene que establecerse una distancia entre el lugar de la falta enlazada a la satisfacción y el deseo estructurado en el fantasma que vacila en cada movimiento en relación a un objeto parcial - esa no coincidencia es fundamental. Como se trata de la estructuración del deseo, Lacan diferencia el punto de deseo del punto de angustia. Punto de deseo articulado al fantasma. Punto de angustia que es ese previo a la cesión de esa satisfacción que tiene que ver con la parcialidad de la pulsión. No es sólo trabajar el corte sino anudar y circunscribir la satisfacción que se pierde. Ahí reside el valor analítico de este objeto. Da como mejor solución operatoria la metáfora para inscribir el complejo de castración.
En la Observación sobre el informe de Lagache, “sitúa el problema del objeto parcial, que no es solo una pieza separada parte del dispositivo que se imagina sobre el cuerpo, sino un elemento de la estructura sobre el origen, y si así puede decirse en el reparto de las cartas de la partida que se juega”. En cuanto seleccionado en los apéndices del cuerpo como índice del deseo es ya exponente de una función que es la del índice levantado hacia una ausencia de la que el est-ce que no tiene nada que decir, salvo que es de allí donde ello habla. Por eso reflejado en el espejo patrón del intercambio, moneda en relación al deseo del otro, entra en el circuito imaginario del yo ideal. Este objeto a del deseo, es de valor electivo en el fantasma fundamental del Otro: “Te quiero, te deseo, te incluyo en mi fantasma fundamental. Te quiero, te deseo, en tanto te hagas amable ante mis ojos, en tanto te ubiques respecto de mi demanda”.
En La subversión del sujeto agrega: “No se ve acaso que el rasgo parcial subrayado con justeza se aplica al hecho que formen parte de un objeto total que sería el cuerpo, sino que representan la función que los produce?”
Rasgo común a estos objetos es el paño, el forro, ser del sujeto que se considera sujeto de la conciencia. Pues el sujeto que cree poder tener acceso a sí mismo designándose en el enunciado no es otra cosa que un objeto como tal. Interrogad al angustiado de la página blanca os dirá cual es la boñiga de su fantasma.
“En ese objeto inasible al que la imagen especular de su vestimenta es presa capturada en las redes de las sombras ...”. Hasta aquí las citas de Lacan más importantes sobre el tema.
Freud elogia a Lou Andreas Salomé en Tres Ensayos... en la nota agregada en 1920, diciendo que el artículo de Lou consigna que la historia de la prohibición que recibe el niño, la prohibición de ganar placer con la actividad anal y sus productos es decisiva para todo su desarrollo (Problema de la clínica con niños). ¿Qué nos dice Lou? Afirma que el primer ¡puf! instala la historia de la primera prohibición. Un mandamiento está vinculado con otra regulación de vivir mas temprana, la de recepción del alimento.
Define el placer anal como el que aporta por el momento, a la coerción negadora de las pulsiones procedentes del exterior (el goce autoerótico de su propia personalidad) el infante humano vuelve a fusionarse como idéntico con su criticada vida corporal. Esto revierte en el yo en los rasgos de carácter de tenacidad, avaricia, hipermoralismo. Estos rasgos se manifiestan en la egoidad (Egoitat), hay que defender la propia piel, poner en seguridad el goce mismo (selbstish). De todas maneras la educación de esfínteres rompe según Salomé un incesto anterior de beatitud siendo los sentimientos de agresividad que se generan aquellos que vinculados a la culpa van a tomar en los neuróticos los peores significados.
La dialéctica en relación a lo anal ella la resume en bajo la égida de la libido anal y se produce bajo un dogma de protesta: “Yo (el padre) la madre no somos uno”. Es sólo a partir de esta posibilidad que es la relación con el mundo por el cual el niño accede a una de sus conexiones vitales más importantes el erotismo anal se convierte en procreador en la medida en que ve partes suyas se han convertido en el mundo exterior sin quedar disminuido por cierto y ahora frente a este mundo segregado: hay un camino inverso, el objeto va en busca del sujeto. Enlace que Freud destaca para la producción artística e intelectual.
Pasemos a Lacan: define el objeto anal en el Seminario de La Angustia como vinculado a la demanda del deseo del Otro.
La vertiente abrahamiana que Lacan trabaja en este Seminario hace confluir el estatuto del a en relación a la pulsión con el estatuto del a vinculado al deseo. Vale decir que además de situarlo en relación a lo oral o a lo anal, lo hace en relación a lo invocante y al campo escópico.
Puede observarse en este nuevo intento de grafo:


Oral escópico


Anal invocante
Voz Syo.
El grafo organiza tanto el circuito de la demanda como el circuito del deseo el falo que todavía está solo en relación a la castración del Otro, no es aún significante del goce. El objeto anal es el primer objeto separable del cuerpo, no aparece como patrimonio de la neurosis obsesiva sino de la neurosis en general.
Su resignificación por la operatoria fálica, frente a su pérdida, ubica al niño como amable ante los ojos del Otro, es aquel que responde a la demanda del Otro desde el punto de vista idealizante. Se satisface así la demanda educativa.
Lo fundamental está perdido en relación al Otro ya que Freud advirtió como que “su perturbación temprana trae muchos inconvenientes”.
En “Tres Ensayos...” dice que es uno de los mejores signos de anticipación o rareza o nerviosidad posterior, es un lactante que se rehuse obstinadamente a vaciar el intestino cuando lo ponen en una bacinilla, vale decir, cuando la persona encargada de su crianza lo desea, y no cuando lo desea él mismo, no se trata del ensuciar o no, sino de abandonar la ganancia colateral de placer que se puede conseguir con la defecación. Cuando Freud describe así el problema del objeto anal en relación al Otro, está trabajando el Lustgewinn, la ganancia de placer como pérdida de goce.
Es ahí donde Lacan define que en relación a su cesión se instituye el sujeto. ¿Qué consecuencias trae en relación a la producción analítica?
a) La aparición en la cura como un momento lógico constitutivo.
b) La manifestación a través de la producción en la transferencia como modalidad del discurso: el neurótico se ubica en relación a la demanda del Otro: pide que le pidan.
c) Que ocurre en relación a la pérdida o la “recuperación” del goce.
Respecto del punto a, ubicamos lo anal en relación a la tripa causal, parte separable anudada en el cuerpo. La tripa funciona del lado de la causa. La causa es siempre ciega en torno al conocimiento, de ella solo sabemos su efecto. La pérdida del objeto anal constituye el modo de los fantasmas imaginarios. Del fantasma imaginario siempre hay conocimiento, garantiza la palabra, en esa libra de carne que se pierde en el corte.
Su curso lógico se establece en torno a la demanda de la madre, es condición del lenguaje o de la cadena, del cuerpo especular e imaginario, se escribe en el cuadrángulo de la realidad del esquema R. En la demanda del Otro, el deseo de la madre instituye a ese cuerpo como falo y es así como adviene como cuerpo imaginario.
Los clinicos de la primera época lo primero que encuentran son los fantasmas imaginarios: de ahí la confusión entre fantasma y pulsión. Estos son ofrecidos en la transferencia al analista.
En el Seminario de La Trasferencia, Lacan afirma que la libido anal ha ofrecido la mayor cantidad de confusiones en la relación analítica: Se manifiesta “en la demanda de retener frente al deseo de expulsar”. Es así como se sexualiza algo del orden de la necesidad. Esta necesidad se constituye como don a la madre, es objeto de la aprobación general.
El regalo excrementicio y sus excesos son los problemas mas antiguos del análisis. Instituye el campo de la oblatividad.
“Todo para el Otro”, dice el obsesivo, todo para garantizar la existencia del Otro. Al serle demandado lo que hace como don el deseo se va por el inodoro. Si cumple con la demanda del Otro, el niño es ubicado como “dulce regaliz”, esta es la clase del 15/3/61 del Seminario de La Transferencia.
El niño como regaliz puede ser ubicado en relación a su valor agalmático. Ya sea como a - j o bien puede cobrar un lugar de fetiche a + j positivizando la castración imaginaria. El riesgo es que el dulce regaliz sea engullido por la boca del cocodrilo materno que no se mantenga la separación que el falo establece.
Lacan habla de esa dificultad de separación en sus primeros textos.
En las Tesis IV sobre “La agresividad en psicoanálisis”, refiere el problema a la manera en que el paranoico maneja ese kakón oscuro que trae como consecuencia toda la gama de beligerancias y promueve la guerra fría de las “demostraciones interpretativas”.
De ese kakón que el paranoico pretende rechazar de su contacto visual o mantener en discordancia sin caer irremediablemente en la paranoia. Melanie Klein es ubicada allí con habilidad para dirigir la mayéutica analítica y al convertir el análisis en esa paranoia dirigida permite desarrollar los síntomas de la estructura en islotes excluidos síntomas inertes o automatismos parasitarios de la función de las personas. El riesgo es que se promoviera en la transferencia el fenómeno del doble en sus dos aspectos: el imaginario o real. El real llevaría a una angustia que toca el fenómeno de lo siniestro.
Retomando el Seminario de La Angustia, en la clase del 19/3/63 ubica a la mierda en la constitución del deseo anal. La mierda es causa y no efecto. El excremento es la causa asible y perdible.
Lacan hace una referencia a Ernst Jones que estudia el interés por los excrementos en los análisis donde esa pérdida se origina en relación a la demanda del Otro.
Lacan se pregunta como entra el excremento en la subjetivación ya que una cosa es el interés por los excrementos que sean objeto de deseo, otra su pérdida, su separación, condición que instituye el mundo libidinal.
La forma que toma dicha pérdida se articula al deseo de retener, soltándolo a pedido de la demanda del Otro y que puede ser correlativo al fantasma imaginario de ser cagado si no cumple con lo demandado.
Este deseo de retener en la clínica de la obsesión ludifica de manera particular el “montoncito” obtenido. Una vez que lo obtiene para el obsesivo no es de él y hace insertar la duda y ambivalencia: “la mierda no es de mí”.
Lo que tendría que mantenerse como causa y estar perdida es efecto, no cesa de perderse. Cuando la castración opera y se produce la pérdida ese escíbalo se convierte en esencia del don de amor e instala al sujeto en la posición de deuda.
Tomemos un texto actual “La historia de la mierda”, de Dominique Laporte. Laporte estudia la importancia de la mierda en la historia de la subjetividad.
La civilización es el desperdicio, la cloaca máxima. El estado es una cloaca, no solamente vomita su luz divina por su boca devoradora sino que instituye la ley de lo limpio por encima de sus vertederos.
La civilización hace algo con el desperdicio en el tiempo de los bárbaros, la mierda era signo de su recorrido en las conquistas se instala luego una prohibición primordial: “prohibido cagar aquí”. En la tragedia contemporánea la mierda se hace pública, no se puede mantener lo privado.
La referencia a Bachelard es interesante, la burguesía es digestiva, alimentación y digestión son tránsito para una buena salud. El problema es si aparece el olor fétido.
Freud, dice Laporte ha tomado el doble camino de la civilización: 1) piensa en los valores socialmente útiles; 2) apunta a la consecución del placer en relación a los bienes. Su utilidad lleva inexorablemente a que exista el desperdicio.
Tenemos así órganos que generan desperdicios, pero a la vez instituyen un mundo del bien y la dialéctica del don.
En la clase del 19/6/63 del Seminario citado, Lacan dice: “el símbolo del don es esencial en la relación con el Otro, es el acto supremo es el acto social”.
Bibliografía:
Lacan, J.: “Seminario VIII – La transferencia”, inédito.
Lacan, J.: “Seminario X – La angustia”, inédito.
Freud, S.: “Tres ensayos para una teoría sexual”, Tomo VII, Amorrortu Editores, Bs. As., 1986.
Laporte, D.: “Historia de la mierda”, Editorial Pretexta, Madrid, 1988.
Lou – Andreas Salomé: “Carácter y erotismo anal”, Imago, 1978, Editorial Letra Viva.