El Psicoanálisis, una lectura del sujeto. Isabel Goldemberg




Lacan nos propone todo el tiempo releer a Freud y para esto se acerca a la lectura desde una propuesta que es de escritura, para ello aborda el concepto de inconciente que lo piensa como equivocación, además de definirlo como estructurado como un lenguaje. Es decir lee con el equívoco.
Si hablamos de relectura no podemos dejar de pensar el significado de acontecimiento innovador que implico Freud, al decir de Foucault, un creador de discurso.
Si decimos acontecimiento, podemos agregar que el acontecimiento implica algo del orden de la invención, de una nueva manera de ser.
Freud lee en la neurosis la manifestación del sujeto, e inventa el Inconciente una nueva lectura del Sujeto que lo reubica en otro lugar donde el sujeto no es más que un agujero que lo separa del Otro del goce. Es decir un sujeto descentrado, pensado como división, un entre dos que implicará una pérdida de goce como condición en la constitución.
Freud inventa y construye allí donde se topa con el límite, con el obstáculo. Subvierte el concepto tradicional de tiempo y construye una lógica de la imposibilidad que sólo debemos poder leerla en sus escritos. Pero Mallarmé decía que la lectura era una práctica desesperada. La lectura del Sujeto del inconciente demanda del que escucha el abandono de la práctica del sentido, poniendo el acento en la poética de lo que se lee, su ritmo, su organización, su escritura.
En el Habla Psicoanalítica Blanchot sencillamente subraya la confianza en el poder liberador del lenguaje uno que habla otro que escucha y esto produce efectos en el Sujeto y más aún en el cuerpo, pero el hablar es ficcional encierra la trampa del sentido, del poder del Otro del lenguaje y esto debe alertarnos si bien es nuestro campo de trabajo.
Freud sigue Blanchot se vio animado por una búsqueda, por una pregunta por el origen y esto a lo largo de su obra tomó diferentes estatutos. Ubicó lo infantil en un diálogo con ese tiempo anterior que juega en la historia de cada Sujeto. Si bien se pudo ubicar como escena o bien acontecimiento traumático en realidad la lógica del pensamiento Freudiano lleva a ese lugar de imposibilidad propio de toda estructura discursiva.”Nacer es, después de haberlo tenido todo, carecer súbitamente de todo y primeramente del ser: si el niño no existe ni como cuerpo constituido ni como mundo. Todo es exterior a él….la exterioridad radical sin unidad “(1) es en relación a esa carencia que es el inconciente, prematuración que posibilita pensamiento como única producción de la historia donde el recuerdo no cuenta y la escena se pierde en esa creación diacrónica que el hablar va produciendo en una continuidad que borra la fijeza del acontecimiento. El Psicoanálisis trabaja deshaciendo ese lugar primero para que la lava circule y se deslice en un revivir un origen que no es tal , que supuestamente es mentira. Se trata del engaño, de la primera mentira histérica, se trata de hablar de lo que no se puede hablar. Juego del mentiroso donde los personajes se deslizan de unos a otros sin saber quien es quien.
_Me mentiste- decía una niña haciendo referencia a que los personajes de la flia no estaban donde debían estar. Pero ¿dónde deben estar?, la posibilidad de jugar con el equívoco le permite aproximarse a un lugar de mayor libertad.
¿Cual es la verdad? ilusión, mito o novela apacigua el enfrentamiento con esa verdad que sólo se sabe a medias.
¿Cuál es la historia? sino aquella construida como efecto de la trama discursiva.
”En la rememoración psicoanalítica no se trata de realidad sino de verdad”y donde el mismo lenguaje se vuelve tramposo en las garras del sentido.
La pregunta de la que habla Blanchot y que Freud despliega tan magistralmente obedece al origen a lo que no termina de formularse en relación a la imposibilidad constitutiva.
Dejar aparecer un sujeto investigador como inquietud y guardarse de apaciguarlo de adormecerlo con respuestas o apabullarlo de sentido. Ya Mallarmé cuando hablaba de la obra pura ponía el acento en el sugerir y no el nombrar recurso de la poética que nos señala el camino de la crítica del sentido “toda alma es un nudo rítmico” es una melodía que se trata de renovar, donde el sujeto queda suspendido al sistema de discurso, a la invención de la propia historicidad.
“A partir del ritmo como organización subjetiva de una historicidad, distingo lo hablado y lo oral. Por consiguiente no está más el modelo binario del signo, lo oral y lo escrito, de acuerdo al patrón de la voz y de poner por escrito. Sino un modelo triple, lo hablado, lo escrito y lo oral. Lo oral entendido como una primacía del ritmo y de la prosodia en la enunciación. ….Lo oral es entonces una propiedad posible de lo escrito como de lo hablado. La imitación de lo hablado no es más necesariamente oral. Como en Céline, en Francia. Que es una fabricación escrita, hasta lo seudo hablado. La identificación tradicional de lo hablado con lo oral llevaba a tomar – es uno de los clisés contemporáneos- a Céline como modelo de la oralidad, opuesto a Proust, el ejemplo mismo de un estilo escrito, por consiguiente sin oralidad. La poética invierte en parte esta falsa oposición: en su larga frase, Proust tiene su propia oralidad, que es la subjetividad de su ritmo. Mallarmé adivinaba que en la subjetivación la lengua se volvía discurso, cuando le escribía a Verlaine: “Usted tiene verdaderamente su sintaxis.” Es por eso que, - paradoja solamente para el signo – de Rabelais a James Joyce, de Gogol a Kafka, la literatura es la realización máxima de la oralidad. Lo es cada vez que se realiza como una subjetivación máxima del discurso. Escrita o no, cuando se realiza plenamente. La oralidad, es la literatura. Es su papel social. Y su importancia política” (2)
El Sujeto como concepto para el psicoanálisis escapa al diálogo, a la íntersubjetividad, es efecto del discurso pone en juego la imposibilidad del encuentro. Aunque mantiene su especificidad en relación al inconciente, la teoría del lenguaje que toda lectura del sujeto implica, lleva a escuchar lo que las diferentes corrientes de la lingüística han pensado al respecto.
En Humboldt leemos: “La comprensión es siempre al mismo tiempo no-comprensión. La concordancia es al mismo tiempo discordancia. Es porque hay un deseo insaciable que pone en marcha un movimiento continuo, una búsqueda agonística y erótica infinita del otro con la que uno no se junta jamás. La comprensión –como un orgasmo común fracasado- no es más que una unión momentánea que deja siempre insatisfecho.”(3)
Entonces fundamos la existencia sobre un fondo de ausencia, introduciendo la negatividad, la pulsión de muerte como destrucción del lado de la expulsión, cuestión que nos permite pensar la constitución de la primera simbolización. Afirmación que es primaria dice Lacan y condición de que lo real venga a ofrecerse a la revelación del ser, sea dejado ser, y lo expulsado en tanto funda un exterior constituye en esta diferencia lo que queda fuera de la simbolización, lo real fuera del sujeto.
El sujeto lo ubicamos entonces en un entre dos, diciendo no al goce, pero en esta misma operación funda un campo que deja un exceso, lo que existe al campo mismo que funda pero que condiciona su existencia.
Ubicamos la negatividad como concepto necesario para delimitar un campo.
Retomar a nivel del sujeto la cuestión de la estructura, hace progresar la clínica. Recordemos la fórmula hueso como la llama Lacan, fórmula que sitúa al sujeto, como en un juego de marionetas, que nos muestra a un sujeto tan móvil como la palabra misma. Cuando el habla en nombre de una que tiene en la mano no puede hablar en nombre de otra, pero que es capaz de pasar de una a la otra con rapidez. Por lo que para poder abordar este efecto sujeto se nos hace necesario una teoría del lenguaje concebida como una estrategia, la poética es una concepción del sujeto que pone en juego la crítica del sentido
¿Cómo leer o como escuchar? para leer necesito de la palabra, de la asociación libre. Es decir los hechos no están de antemano sino que se articulan cuando se los lee., es decir recordar lo que no se supo porque nunca fue olvidado, movimiento jugado en el campo de la transferencia.
Lacan ubica tres niveles de aprehensión. El leer en una prueba reveladora, el escribir implica el progreso de nuestra ciencia y lo que nos interesa subrayar, lo que implica perder el hilo abriendo el juego al campo del equívoco, del lapsus.
Lo escrito no es el lenguaje pero lo escrito se construye, se fabrica a partir del lenguaje. Uno se esfuerza por alcanzar el lenguaje por la escritura y la escritura es escritura matemática, es escritura lógica, son letras. Esto en modo alguno nos lleva a pensar que el psicoanálisis escriba memorias o novelas, sin embargo Lacan sostiene que el paciente hace poesía, que no hay más que poesía para la interpretación.
Por lo que el lenguaje no captura lo real, pero hace surco en lo real que no se resuelve en una etiqueta en un redoblamiento de la cosa, sino en una traza que penetra a las cosas y las modifica, creando subjetividad.
“...la poética tiene otros ejemplos, la prosodia pronuncia al sujeto. Y el sujeto es también, en el esquema del signo, lo ínfimo, lo incierto, lo desapercibido. Esta relación entre la prosodia y el sujeto, cuya poética es la escucha, supone inseparablemente una poética y una ética del sujeto. Justamente la de su fragilidad. Todo lo que le sucede al sujeto le sucede a su lenguaje, eso que le ocurre a nuestro lenguaje nos ocurre a nosotros, y la escucha de esos acontecimientos impugna el signo, con todo el encadenamiento de sus paradigmas.”(4)
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Bibliografía
1-M. Blanchot, El habla psicoanalítica, Conjetural 45, Ed Sitio, 2006
2- H Meschonnic, La Poética como crítica del sentido, Ed. Mármol Izquierdo 2007 Bs. As.
3-J. Trabant, Habermas lecteur de Humboldt, Le langage como défi-Les cahiers de Paris VIII-P.U.V .Saint- Denis 1991
4- H Meschonnic, La Poética como crítica del sentido, Ed. Mármol Izquierdo 2007 Bs. As.