Vicisitudes entre la pulsión, representación y objeto


Recordemos que las vicisitudes de la pulsión, la representación y el objeto circunscriben los modos en que Freud fue pensando la neurosis, su modo de abordarla, lo que determinó una dirección de la cura y los obstáculos que la misma le fue presentando en cada uno de sus giros teóricos.
Intentaremos leer la articulación de estos conceptos fundamentales, desde los impases de la clínica que han orientado la dirección de su práctica, determinando distintos momentos en su elaboración conceptual.
En “Esquema del psicoanálisis” en consonancia con “Análisis terminable e interminable” Freud se va a definir taxativamente por el valor que la exigencia pulsional tiene en la plasmación de la neurosis durante la primera infancia. Nos encontramos con Un yo endeble e inacabado, incapaz para dominar las exigencias pulsionales que cobraran el valor de trauma.
Sabemos por otro lado el valor que tiene la pulsión como traumática y su incidencia en la neurosis, cuestión que recorre la obra freudiana y además decide su clínica.
Nos interesará resaltar el lugar del objeto para pensar la clínica y la estructura y lo ubicaremos en relación a tres momentos de su desarrollo teórico.
Primer momento:
Al comienzo cuando la pulsión todavía no es un concepto, Freud se topa con la sexualidad a través de su clínica de la histeria. La sexualidad que ya desde un principio aparece como traumática a partir de la escena de seducción, nos ubica frente a escenas sexuales que sólo se recuperan como representaciones con el estatuto de recuerdos. Al menos dos son necesarias para el proceso de significación.
Freud juega con la representación y el monto de afecto y en este movimiento monta la estructura del inconsciente soportada en la defensa frente a una representación que debe ser expulsada en tanto generadora de displacer, allí donde el aparato busca el equilibrio.
Cuando Freud coloca en la base de la actividad psíquica la “vorstellung” reactualiza espontáneamente un esquema que le llega de la psicología alemana inspirada en Herbart quien afirmaba que no hay hecho psíquico más que representativo y que la representación se vuelve fuerza por oposición a otra representación. Idea que anticipa posiblemente los desarrollos freudianos en la metapsicología de la contrainvestidura.
Pero sabemos que la “vorstellung” es para Freud uno de los elementos del proceso, el otro es el monto de afecto que es la manera en esta época de leer lo pulsional y donde del divorcio de la representación y el afecto devendrán los modos de dar cuenta de la constitución de los síntomas de la neurosis.
Sostiene este movimiento, recordemos, su representación auxiliar, “cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación) que tiene todas las propiedades de una cantidad - algo que es susceptible de aumento, disminución, desplazamiento y descarga y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos” [1][1].
En este primer momento entonces hay desplazamiento en el campo de las representaciones, hay sustitución pero también hay angustia ya que además de la neuropsicosis de defensa, en este momento Freud incluye las neurosis actuales que dejan un quantum pulsional por fuera del campo de las representaciones, como excitación sexual somática, transformada en angustia. Angustia que revela la incapacidad de tramitar el peligro que implica la excitación sexual endógena que tendrá que ver con la estructura de la neurosis, y luego con el concepto que construye de pulsión.
Una cantidad proveniente de la vida sexual causa una perturbación en lo psíquico que como trauma sexual infantil y angustia marcan la ruptura de la homeostasis, ya anticipada en el “Manuscrito K” a través de la fuente independiente del desprendimiento de displacer y la compulsión del síntoma obsesivo.
La separación entre representación y afecto permite el desplazamiento y la constitución del síntoma.
Ubiquemos entonces el objeto, que en esta época tendrá que ver con la cantidad, con la suma de excitación que ya en sueños veremos aparecer más precisado como el objeto perdido de la experiencia de satisfacción.
Sueños, es el momento del arte de la interpretación, pero además es el objeto perdido de la necesidad el que producirá el pasaje en tanto hay pérdida, de la satisfacción de la necesidad a la realización alucinatoria del deseo.
El objeto como falta será condición de la estructura del deseo.
Las fuerzas pulsionales para el cumplimiento de un deseo que provienen de lo infantil, acercan ahora la pulsión a lo infantil.
¿Cuál es el limite a la cura en esta época de hacer consciente lo inconsciente?
Por un lado lo traumático que como causa de lo psíquico sólo lo recupera en el recuerdo restándole la compulsión del síntoma que no termina de resolver.
Así como lo que retorna en el sueño de angustia no puede ser ligado, el ombligo como límite a lo interpretable se le aparece como un lugar en sombras donde la representación no alcanza, haciendo obstáculo a la teoría de lo representable.
Segundo momento:
Aunque se anticipa en Tres Ensayos, intentará definir la pulsión como un concepto en su articulación con la representación y el objeto.
Recordemos que ahora el trauma sexual es sustituido por la sexualidad infantil con el peso que tiene para la constitución de la estructura y la plasmación de la neurosis, y donde el síntoma dará cuenta de la práctica sexual de los enfermos.
El acto de la represión inscribe este encuentro con la sexualidad como traumática a partir de la práctica sexual de la niñez.
La amnesia infantil convierte nuestra infancia en un tiempo perdido, necesario a la estructura, ocultando los comienzos de la sexualidad, que por reprimida conserva su eficacia.
En este recorrido nos deslizamos de la fuerza pulsionante como motor del aparato, a la construcción del concepto.
La pulsión se diferencia del instituto y se separa de la genitalidad, es parcial, no natural y aparece signada por el desencuentro entre sujeto y objeto. El objeto perdido de la experiencia de satisfacción revela aquí su carácter contingente.
El objeto perdido funciona como condición de posibilidad para que la pulsión se sirva de cualquiera para lograr la pretendida satisfacción. Falta que permite sostener lógicamente el concepto de pulsión y el estatuto del objeto, redefiniendo los modos de la satisfacción.
Este segundo momento lo ubicamos estrictamente en la metapsicología del 15, en donde la pulsión es un concepto límite entre lo psíquico y lo somático, una fuerza constante en continuo fluir.
Define los términos en relación al concepto: la meta que implica lograr la satisfacción cancelando el estímulo en la fuente; la fuente, que nos es conocida por la meta y el objeto, aquello en o por lo cual se alcanza la satisfacción es lo más variable, cobrando valor de instrumento en la búsqueda de la pretendida satisfacción.
Si la pulsión ahora nos aparece definida como un representante psíquico de estímulos que provienen del interior del cuerpo, en “Lo inconsciente” va a agregar que una pulsión nunca puede pasar a ser objeto de consciencia, solo puede serlo la representación, que es su representante.
La representación pierde su valor de idea dentro del psiquismo para articularse estrictamente con la pulsión, para ser marca sin ninguna cualidad. Este salto conceptual determina una operación de vaciamiento de contenido, que nos permite pensar las representaciones inconscientes con valor de trazas, como marcas vacías.
Subrayamos la variabilidad del objeto, sin embargo, como contracara Freud introduce la fijación.
En el historial de Schreber enuncia la represión primaria como fijación, precursora y condición de cada represión.
¿Cómo explica esta fijación?: ”una pulsión o componente pulsional no recorre el desarrollo previsto como normal y a consecuencia de esta inhibición del desarrollo permanece en un estadio más infantil... en tales fijaciones de las pulsiones reside la predisposición a enfermar..”2
La represión primaria, a través de la fijación del representante psíquico, introduce un limite en la dirección de cura en este segundo momento.
En tanto fijación al representante, deja un resto, impone un limite a la verdad individual, que solo recuperará por la vía de los fantasmas primordiales.
Tercer momento
El “Esquema del psicoanálisis” nos orienta en la lectura del tercer momento de la clínica freudiana. Retomemos la referencia del comienzo:” un yo...endeble e inacabado, incapaz de dominar las exigencias pulsionales...”3
¿Qué estatuto cobra el yo en este momento de la teoría?
Cae la teoría del recuerdo cuando se impone la repetición sostenida en la nueva formulación pulsional del “Más allá..”. No debemos obviar el pasaje por el Narcisismo que introduce una conceptualización del yo que, deberá reformular, a la luz de su última teoría pulsional,.
Veamos como se le hace necesaria la segunda tópica, en un intento de repensar su economía, ahora bajo el imperio de la pulsión de muerte y donde el yo del narcismo adquiere otro papel protagónico en el escenario de la subjetividad.
Recordemos como Introducción del Narcisismo nos ha ubicado en la temática económica. De los avatares de la misma dependerán los progresos en las investiduras de objeto, señalando los obstáculos en el camino de la constitución subjetiva. Constitución que realiza el necesario pasaje por la posición del yo como objeto, en la pregunta ¿qué objeto soy para el Otro?, operación fundante, que no es sin marca , que deja un resto difícil de asimilar. .
La pregunta ¿por qué objeto soy? desembocará en “El problema económico del masoquismo” en donde ubicará, ahora, una libido irreductible que permanece en el ser propio a diferencia de la libido que es trasladada a los objetos.
Resto autoerótico que no pasa a los objetos, que resta en el interior como residuo, como genuino masoquismo erógeno, que es “testigo y resto”(Überrest) es decir, ligadura a la vez que testigo de la pérdida del puro goce de una pulsión de muerte mítica
¿Cómo queda la pulsión, ahora que cercamos el yo y el objeto bajo los efectos de esta nueva economía psíquica que introduce “Más allá del principio del placer”?
La pulsión de muerte, así como lo traumático como encuentro fallido, soportan la compulsión a la repetición poniendo en evidencia el fracaso en la ligadura. Lo traumático es ahora intrínseco a la estructura, y de la lucha permanente con lo pulsional, que le dará el peso de cantidades hipertróficas, devendrá la neurosis.
En “Moisés y la religión monoteísta” termina de formular el lugar del trauma en la estructura y su relación con la neurosis.
Nos orienta aquí en como leer los efectos del trauma, los intentos de recuperarlo, devolverle su vigencia, a la luz de la compulsión de repetición, que habla de la fijación al trauma. Fijación de la que también testimonian los rasgos de carácter que se mantienen inmutables a lo largo del tiempo.
“Rebasamos el problema de la neurosis y avanzamos hacia la inteligencia de la formación del carácter en general”.4De esta manera va precisando la línea para pensar las huellas de lo traumático en el yo, que restan como formación del carácter.
Por otro lado considera además el valor o efecto de las defensas, de las contrainvestiduras frente a lo pulsional, que constituirían la otra cara del carácter como fijaciones de tendencias contrapuestas, pero también fijaciones al trauma.
Al trauma de la infancia le corresponden, siguiendo esta línea, alteraciones del yo, comparables a unas cicatrices. El yo responde al peligro de las cantidades, con una contrainvestidura, o con formaciones reactivas, como refuerzo de alteraciones permanente, ubicando al carácter en relación directa con la alteración en el yo.
El objeto se le introduce en el yo y el carácter como alteración, sostiene una imagen de si, a partir de las identificaciones que, como precipitados, restan de los objetos abandonados.
El núcleo de nuestro ser esta constituido por el oscuro ello sede de las pulsiones y el yo con sus patas en el ello intenta conciliar los distintos vasallajes, las demandas del exterior y del interior.
Pero volvamos al yo endeble, sabemos que el yo endeble e inacabado de la primera infancia recibe daños permanentes por los esfuerzos que se le imponen para defenderse de los peligros propios de este periodo de la vida. Del exterior es protegido por los padres y ¿del interior?.
Sabemos que se juegan vicisitudes complejas que hacen a los destinos de la sexualidad como traumática. El yo fracasa en el trabajo de dominar las excitaciones de la etapa sexual temprana, en una época en que no está todavía habilitado para lograrlo.
En este retraso del desarrollo yoico respecto del desarrollo libidinal dice Freud en ” El esquema”.., discernimos la condición esencial de la neurosis.
El objeto como lo anticipábamos en el Problema económico del masoquismo, es marca y resto.
Al comienzo, en la etapa oral, es imposible distinguir entre investidura de objeto e identificación, los objetos son abandonados a cambio de alteraciones en el yo, y en esta simultaneidad ubica en El yo y el ello, la alteración del carácter antes que el objeto haya sido resignado.
Alteración del carácter que por otro lado, sobrevive al vínculo con el objeto y lo conserva en cierto sentido.
A través del carácter, el objeto es núcleo del yo “El carácter del yo es una sedimentación de las investiduras del objeto resignadas, contiene la historia de las elecciones del objeto” 5.
¿Cómo leemos la clínica a la luz de estos desarrollos?
En Análisis terminable e interminable se conjuga el factor hiperintenso de la pulsión, el factor traumático y la alteración del yo en la causasión de la neurosis. Cuanto más intenso uno más efecto perturbador del otro en el desarrollo.
Pensar la causa y los obstáculos es pensar en el domeñamiento pulsional, y el factor cuantitativo se le hace evidente en la práctica, más allá de que sostenga que “la operación genuina de la terapia analítica”6 consista en la rectificación a posteriori del proceso represivo originario. Pero hay fenómenos residuales. A pesar de apelar a un cambio cualitativo se impone lo cuantitativo. El yo como decíamos antes se servirá de diversos mecanismos para hacer frente al peligro, la angustia y el displacer.
Pero estas defensas podrán convertirse en un peligro en sí mismo pagando el yo el precio de la limitación y de la fijación, como” modos regulares de reacción del carácter, que durante toda la vida se repiten tan pronto como retorna una situación parecida a al originaria”7.
Freud aquí bascula entre abocarse a un análisis del ello y ¿ porque no? del yo, apuntando a ese obstáculo mayor de la práctica que es cuando, la resistencia que era parapeto al desborde pulsional se le convierte en resistencia misma a la cura. Respondiendo ahora la estructura a ese factor cuantitativo que es inercia pulsional.
Las defensas del yo son resistencias no sólo contra hacer consciente los contenidos del ello, sino contra la cura misma. A esta defensa en el yo, dice, podemos llamarla alteración del yo.
Tratándose de las vicisitudes de las cura, esta dependerá entonces de la intensidad de estas resistencias de la alteración del yo.
Enigmáticos rasgos de carácter que ubicamos como alteración adquiridos entonces durante la época temprana de la vida y que retornan en la cura, ahora, como defensa frente a la cura.
Cuando Freud apunta al análisis del yo como alianza del analista con el yo para someter lo ingobernable del ello, ¿no apuntaría a indicarnos que no descuidemos aquello que plasma en ese tiempo primero anterior a lo edípico y que en consecuencia tendrá que ver con lo que de la pulsión resta a la representación, el objeto mismo en el yo, como rasgo de carácter?
Este es un límite en el interior de la cura que lleva, más allá de la roca viva de la castración, más allá de lo edípico, a la confrontación con el límite de lo inscribible, con el obstáculo en la cura.

Objeto
Pulsión
Representación
Obstáculos
en la cura
Cantidad
Objeto perdido de la
experiencia de satis-
facción.
Vivencia infantil prematura
Fuerza pulsionante
Representación
Inconciliable
Compulsión
Fuente
independiente
Ombligo
Objeto perdido
Condición
Instrumento
Pulsión parcial
Drang
Meta
Fuente
Objeto
Fijación al representante de la representación
Represión
primaria
Cantidades hipertróficas
Objeto
Yo
Masoquismo erógeno
Marca Resto
Núcleo de nuestro ser
Pulsión de muerte
Compulsión de
repetición
Alteración del Yo
Carácter
Resistencia
al levantamiento
de la
resistencia
El Yo





[1][1] S.Freud ,Las neuroppsicosis de defensa ,A.E. Tomo III, Pag.61
2 S.Freud, Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrit autobiográficamente,TomoXII,A.E.,pag.62
3 S.Freud,Esqema del psicoanálisis,Tomo XXIII, A.E.,pag.185.
4 S.Freud,Moisés y la religión monoteísta,Tomo XXIII, A.E.,pag.73.
5 S.Freud,El yo y el ello,TomoXIX,A.E. pag.31.
6 S.Freud,Análisis terminable einterminable, Tomo XXIII,A.E. pag,230.
7 Idem, pag 239-240