Otra manera de jugar con el lenguaje. Isabel Goldemberg.



La clínica con niños en su singularidad permite pensar la relación del sujeto al discurso. La especificidad del juego acerca a la poética una vía de entrada para , poner en juego un abordaje al juego del saber y la verdad.
El abordaje clínico de la infancia obliga al analista a romper con un cliché, con un saber coagulado y lo invita a escuchar lo que el discurso muestra de la verdad.
Palabras claves: Clínica y poética. Infancia y discurso
The Psycho-analysis of children, in its singularity, let us consider the
connection between the subject and the discourse. The play and the poetry
may be a way to reach some of the elements of the psychoanalytic discourse,
in this case the truth an the knowledge. The Psycho-analysis of children
leads to break with the "clichés" as a crystallice knowledge and invite to
listen the truth in the discourse.

Key words: Psychoana-lysis and poetry. Childhood and discourse.

“Todo podría lograrse a la perfección, si las cosas pudieran realizarse dos veces”.El niño procede de acuerdo a este verso de Goethe. Pero para él no han de ser dos veces, sino una y otra vez, cien, mil veces. Manera de elaborar lo traumático, así como gozar una y otra vez.
El niño recrea, vuelve a empezar, la esencia del juego no es un ‘hacer de cuenta que…., sino un hacer una y otra vez”. W Benjamín, (1)
El niño juega, recrea, habla, vuelve a empezar, el cuerpo a cuerpo del inicio dejará lugar a la instalación del dispositivo analítico.
Pensar la clínica con niños desde las coordenadas de la estructura discursiva introduce un viraje en la clínica, permitiendo pensar la articulación del saber, el goce y el objeto
Partimos diciendo que el niño es lo real de la clínica, afirmación que se fundamenta desde Freud y Lacan. Cuestión que no la podemos pensar por fuera del discurso, por fuera de lo que este real marca como imposibilidad desafiando la puesta en juego de la posición del analista.
El niño o el lugar de la infancia han sido atravesados por diferentes discursos que han determinado posiciones en la historia de la cultura así como en aquellos que abordan la atención de la infancia.
El infans es el que no habla, el puer, el esclavo, comandado por el campo del Otro es determinado como sujeto por la estructura del lenguaje Campo del Otro que se inscribe en las coordenadas tempero - espaciales, donde el tiempo no se reduce al indicativo presente, sino también al futuro anterior, el habrá hablado, el habrá querido, como tiempo de retroacción que lee en el Otro lo que lo anticipa e inscribe en su campo. Vehiculiza por el lenguaje no solamente lo que puede historiar de su relación al Otro, sino también lo que éste transmite de su genealogía. A veces los afables progenitores están atrapados en esta transmisión en todo el problema del discurso, con la generación precedente detrás, y esto no es sin consecuencias. El niño habla pero sobre todo es hablado, y muchas veces no escuchado en su decir.
Humboldt sostiene que el discurso es la actividad de un hombre en tren de hablar. Históricamente sólo tenemos relación con el hombre cuando habla. Implicado como sostiene Benveniste a partir del que dice yo en el discurso, de su inscripción gramatical
Enunciación que acarrea una actividad del sujeto, que de sujeto de la enunciación, puede devenir una subjetivación del continuo del discurso. La organización de una subjetivación es una escritura en el discurso de manera que ella transforma los valores de la lengua en valores de discurso. Pensado desde aquí nuestra tarea requiere creatividad.
Freud sostuvo que el niño es un objeto favorable para la terapia analítica, aunque es preciso modificar la técnica ya que psicológicamente el niño es un objeto diverso del adulto, no asocia libremente, cursa los tiempos del sujeto y los padres están presentes.
Esta modificación de la técnica pudo producir desvíos que nos obligan a legitimar un campo y un lugar como analistas que pueden verse cuestionados por un folklore de armonización materna.
Lugar contradictorio el de la infancia, pensado como una especie de agujero negro en constante desplazamiento. En este juego de trampas, es sujeto de una estética, es lo que se muestra, his magestic the baby, más que objeto de razón. No se deja atrapar mientras juega a las escondidas con la verdad. Su lectura se vuelve enigmática.
Se supone que el niño juega más que asocia libremente, pero si hablamos de discurso, de lo que se trata es de producirlo para poder leer las formaciones del inconciente.
Verdad y saber se articulan entonces con lo infantil, pero “eso” que complace al adulto reproduciendo e imitando sus gestos está mientras en otra parte ¿cuál es la verdad de eso que llamamos la infancia?
En la Clausura de las Jornadas sobre la Psicosis Lacan asocia las preguntas `por el niño, la psicosis y la institución, diciendo que los tres comparten el tema de la libertad y es a partir de aquí que el problema más candente de nuestra época cuestionada en sus estructuras sociales por el progreso de la ciencia, nos confronta con la segregación.(2)
El lugar del niño para el psicoanálisis o en la cultura ¿lo constituye en un grupo diferente? ¿Es un sujeto de pleno derecho? ¿O el hecho de que juegue rebaja su validez o la posibilidad de su abordaje?
El niño pulsional es el que cuestiona la conformación a un discurso recto ligado al orden. No se trata del niño que hay en el hombre o del hombre que no logra tal o cual desarrollo. Las perspectivas de la genética, de lo inacabado o lo por desarrollar nos llevan a callejones sin salida. El análisis nos propone otra lógica.
Ya en 1950 en la intervención al Congreso Mundial de Psiquiatría, Lacan afirma que el uso de la palabra ha conmovido no sólo el conocimiento del hombre sino que ha inaugurado el del niño.
Si la apuesta es al sujeto, toda referencia humanista al hombre es superflua, no hay una ciencia del hombre desde donde el niño sería un subdesarrollado, lo que enmascararía lo original que ocurre en la infancia.
Si no se trata entonces de una ontogénesis del inconciente, estamos frente a los tiempos de la subjetivación, donde el niño o lo infantil implica para Freud un momento lógico en la determinación de la estructura neurótica, un momento lógico en la estructuración del campo pulsional. La constitución de la neurosis infantil, como tiempo de construcción de la neurosis, diferente del tiempo de la infancia, como tiempo mudo. Será necesario el tiempo para que el inconciente articule lo que del ser viene al decir, para que de estar en el lenguaje el niño articule la palabra que se ordene en un discurso.
El tiempo presta estofa donde los nudos dicen de lo agujeros, agujeros que dicen de la discontinuidad, de la perdida que se recrea en el camino de la constitución y esto deja huella, el ser se hace en el lapsus. Y se necesita tiempo para que el niño juegue con las palabras o se pregunte por un lapsus.
Juego, lenguaje, lapsus, cuerpo, se despliegan en los tiempos de la estructura que hacen al tiempo de la transferencia. Múltiples variables que ponen en juego nuestra capacidad de invención.
Pero un concepto fundamental orienta nuestra práctica, el inconciente esta estructurado como un lenguaje y es en el campo de la transferencia que se pondrá en acto la realidad sexual del mismo.
Más allá de los desarrollos de la lingüística Freud ya nos indicó un camino que articula otra manera de jugar con el lenguaje, reivindicando el lenguaje del niño a la altura del arte poético.
En El creador literario…nos acerca la actividad lúdica del niño con el quehacer poético Aunque su ocupación preferida es el juego, no deja de tomarse el mundo en serio, tan en serio que para ello ocupa grandes montos de afecto, poniendo en juego su sexualidad.
“Todo niño que juega se comporta cómo un poeta, pues se crea un mundo propio o, mejor dicho, inserta las cosas de su mundo en un nuevo orden que le agrada. Además, sería injusto suponer que no toma en serio ese mundo; al contrario, toma muy en serio su juego, emplea en el grandes montos de afecto.” (3)
La creación poética, como el sueño diurno, es continuación y sustituto de los antiguos juegos del niño.
Pero si el niño juega ¿en dónde reside su poesía? Si seguimos en la huella trazada por Freud podemos sostener con Lacan que la poesía se funda en esa ambigüedad que califica de doble sentido. Si en efecto la lengua es el fruto de una maduración, de una madurez, que se cristaliza en el uso, la poesía resulta de una violencia hecha a este uso. (4)
Ahora bien, el poeta, agrega Freud, hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo de fantasía al que toma muy en serio, vale decir, lo adorna de grandes montos de afecto, al tiempo que lo separa tajantemente de la realidad efectiva. Y el lenguaje ha recogido este parentesco entre juego infantil y creación poética llamando «juegos» {«Spiel»} a las escenificaciones del poeta.
El pensar el juego en relación a la poética nos lleva necesariamente a una posición crítica y ética, de ruptura del sentido, en donde la concepción tradicional del lenguaje así como la del juego hacen obstáculo a la poética.
Estatuto poético que podemos pensar ligado a una subjetividad leída bajo o entre el sentido en el ritmo del discurso, en la puntuación alineada sobre los varios pentagramas de una partitura.
La poética tiene el placer como el juego, no tanto en saber que el otro se equivoca sino en reconocer la historicidad propia del discurso, produciendo el placer de pensar el lenguaje de atravesarlo como a través del espejo.
Agamben sostiene que la infancia ejerce una influencia decisiva sobre el lenguaje, instaura efectivamente en el lenguaje la escisión entre lengua y discurso que caracteriza de manera exclusiva y fundamental al lenguaje del hombre.
“Pasaje del mundo de la semiótica al de la semántica, de los signos al discurso en donde la infancia en su juego de experiencias teje la historia transformando la lengua en discurso.”(5)
La poética como el juego reconoce la historicidad propia del discurso. No busca respuestas sino que trabaja en reconocer preguntas, le interesa más la enunciación que el enunciado, más el valor y el ritmo que el sentido o el signo.
Juego de la repetición que en un fort-da insistente ensaya las oposiciones radicales que harán fundamento de la estructura del significante. El juego implica domesticación en este más allá que pone en juego la pulsión.
El había una vez, dale que... como juego y operación sobre la realidad, la transforma y en acto subvierte la continuidad temporal.
¿Con que jugamos y de que nos sirve el juego en nuestra clínica? ¿Es por si mismo terapéutico, sólo somos mudos testigos de una exhibición lúdica, meros espectadores de una escena poética que cautiva? O nuestra presencia funciona de catalizador que dispara y sostiene una causa.
Sostengo que nuestra causa reviste una ética más que una moral de las buenas costumbres, donde el juego o el decir de un niño pudieran leerse como un “debe” terapéutico, que nos alejaría de la apuesta al sujeto.
No nos olvidemos que el efecto de lenguaje es la causa introducida en el sujeto. Gracias a ese efecto no es causa de si mismo, lleva en sí el gusano de la causa que lo divide. (6)
Juego y lenguaje se traman en un discurso que deja leerse, y donde la poesía nos acercaría un modo de lectura que quiebra la pregnancia del sentido, o la actividad lúdica de la combinatoria, introduciendo una manera de transformar la realidad.
Pensar la relación terapéutica con el niño bajo el signo de la reeducación nos lleva a ubicar la posición del analista como un compañero de juegos, o bien como educador.
Lo que Freud llama educación se desliza por momentos hacia la normatización pulsional, es necesaria la represión para que el niño hable, es necesario el goce que no haya, para recuperar algún uso posible, es necesario los tiempos de corte de pérdida para acceder a la palabra. Pero las palabras no valen como elementos diferenciales sino en su articulación discursiva.
En el encuentro con la sexualidad en tanto el niño no dispone de los recursos simbólicos necesarios, responde con el cuerpo, con la acción ¿Cómo abordar en la infancia esto que desborda lo animal de sus inclinaciones o lo virtual de su libertad? ¿Cómo ubicarnos frente a este niño sexual?
Encontramos en la experiencia algo que posee el carácter de lo irreprimible a través de las represiones, que excede al significante y esto se nos hace evidente en nuestra práctica, el trabajar con la pulsión.
El niño juega, habla, se mueve, es por momentos puro cuerpo en movimiento.
¿Cómo no perdernos en la lectura de esta pluralidad de enunciación, en una repetición al infinito que pide el límite de una ley que ordene?
De esta singular expresión uno no tiene más abordaje que el discurso, que transforma los valores de la lengua. Humboldt ya lo anticipaba diciendo que en la realidad, el discurso no esta compuesto de palabras que lo preceden, sino que son las palabras al contrario que proceden de todo discurso.
La lengua no tiene sujeto, sólo el discurso tiene uno y se funda en su historicidad.
Cuando el niño no se pregunta por su posición, cuando la pregunta viene del Otro ¿Cual es el derecho a nuestra intervención?
Freud ubicaba las entrevistas preliminares, en el es necesario el tiempo .Las entrevistas con los padres y el niño hacen al tiempo de constitución de un analizante en el sentido de ubicar una determinada posición discursiva donde el agente es un sujeto del síntoma. Constituir un síntoma en transferencia puede ser también el tiempo de terminación del encuentro con un analista.
Si lo abordamos desde el lugar de su dignidad de sujeto posible, no podemos negar que nace como decíamos en un universo de lenguaje que lo determina, ¿dónde reside su libertad? La libertad es una fantasía en este movimiento necesario de constitución de alienación al significante, factor letal de la alienación por la cual el hombre entra en el plano de la esclavitud.
En los tiempos del sujeto, donde la división del Sujeto esta en juego, la historia o bien la huella merece ser escrita. “Derrida sostiene que la huella como memoria no es un abrirse paso puro que siempre podría recuperarse como presencia simple, es la diferencia incapturable e invisible entre los actos de abrirse paso. Se sabe ya que la vida psíquica no es ni la transparencia del sentido ni la opacidad de la fuerza sino la diferencia del trabajo de fuerzas” (7)
La repetición en la infancia de lo idéntico es inscripción de la diferencia, lo diferente no esta en lo nuevo sino en la repetición misma .Pues allí donde el adulto tropieza en este esfuerzo por mantener la identidad el niño registra la diferencia, pone a prueba la garantía.
En La Rime et la Vie H.Meschonic nos acerca un abordaje del discurso poético que avala la articulación ya sugerida por Freud, sostiene que el espontaneismo o la combinatoria de palabras alejan a la poesía de su propia ética. Lo lúdico es el nombre de esta irresponsabilidad, cuando se trata sólo de jugar, como con cubos. Fábulas contradictorias atraviesan los discursos escolares: “El niño poeta,” “el espíritu infantil”, esta sentimentalización sustitutiva logra conjugar una ignorancia de la infancia y una ignorancia de la poesía para hacer de una doble ineptitud un maniquí ideológico. (8)
Podemos afirmar siguiendo esta línea que tanto el juego como la poesía son del orden de la lectura “leer no es más que una de las formas para perderse o encontrarse. En ese sentido, no es únicamente un je el que lee, él mismo es el agente y el objeto real de la lectura….Es el hoy lo que uno lee en la poesía, es el hoy el que lee, siempre. Es por eso que sólo hay relectura.” (9)
La lectura es del orden del discurso. No se trata de leer la infancia o lo infantil sino el discurso así como también sólo leemos poemas, no poesía.
El recordar tendrá que ver con la lectura con lo que está allí, con el hoy que no existe por no ser leído.
Más allá del juego, las palabras o el cuerpo, la lectura y la escritura se sostienen en la lógica del discurso.
El discurso como lazo anuda una historicidad que permite leer al sujeto escrito entre líneas, más allá de la pregnancia narcisista de “his magestic de baby”.
El goce en juego, el niño pulsional se ejercita en una repetición que posibilita escritura. Goce que hace falta que no haya, que se pierda, que hable, y en el hablar produce desencuentro, en tanto no calla y habla de otra cosa.
Un niño en sus primeras entrevistas habla cuenta de sus miedos, pero está reticente no quiere venir. En un encuentro donde esta silencioso, resistente, una pelota permite comenzar un diálogo, el juego operó de articulador, al punto que en un momento donde me ausento del consultorio, escribe en el pizarrón -Hola psicóloga.
Es la instalación del dispositivo, la puesta en juego en la transferencia de la repetición de la diferencia, que escribirá la posibilidad del pasaje de esa infancia muda a la articulación del discurso del inconciente.
Entonces, allí donde hay problemas con este pasaje, con la satisfacción eso justifica nuestra intervención, propiciando que advenga un sujeto posible de pleno derecho....a veces sólo queda indicado el camino.
Bibliografía
1-Benjamín W. Escritos, Ediciones Nueva Visión 1989,pag,93.
2-Lacan J. Discurso de Clausura de las Jornadas sobre la Psicosis en el niño, Ed. Saltes, Madrid, pag204.
3-Freud. S. El creador literario y el fantaseo A.E. Tomo IX.
4-Lacan J. El seminario 24, inédito clase 15/3/77.
5-Agamben G. Infancia e Historia, AH, 2001 Bs.As. Pag 79.
6-Lacan J. Posición del Inconciente, Escritos II 1975. Pag 371
7-Derrida J. La Escritura y la Diferencia ED. Anthropos 1989 España Pag. 277.
8-9 Meschonic H. Le rime et la Vie, ED Gallimard, Francia pag115.
Area Temática : Psicoanálisis