LA HISTERIA DE ANGUSTIA: LA IRREVERSIBILIDAD DE LA ANGUSTIA. Juan Carlos Cosentino. (Teorico 4 - 1995)

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Una dama de mediana edad que se quejaba de estados de angustia y que no había dado por concluida su feminidad va a ver a Freud. Esta consulta lo conduce, en 1910, a diferenciar la histeria de angustia, y a retornar, no sin cierta interrogación, a la neurosis de angustia.

Esta no será la última oportunidad en que vuelva a la neurosis de angustia, pero con la introducción de esta nueva entidad clínica la angustia ya no quedará disociada de la transferencia.

En el texto Sobre el psicoanálisis Asilvestre@ escribe que la ocasión del estallido de la angustia de esta mujer había sido la separación de su último marido; y el acrecentamiento de la misma ocurre luego de consultar a un joven analista.

Este había determinado que la causa de su angustia era su privación sexual y había concluido proponiéndole, con distintas alternativas, que retomara una vita sexualis Anormal@.

Se trataba, según ese supuesto analista, de un descubrimiento nuevo, en relación a las neurosis actuales, que Freud había hecho. Entonces, con el reforzamiento de la angustia, la paciente no se demoró en consultarlo.

Freud la recibe, la escucha y señala que no hay que dar Apor verdadero sin mas todo cuanto los neuróticos refieren acerca de su analista@. En el campo del análisis interviene la transferencia: el analista tiene que asumir, en ciertas oportunidades, la Aresponsabilidad@ de los secretos deseos reprimidos de los neuróticos. Pero luego, tales inculpaciones de los pacientes, aunque no deja de ser curioso, Aen ninguna parte encuentran más credulidad que entre los demás analistas@ .

Hecha esta aclaración, anuda esta situación clínica a sus puntualizaciones sobre el psicoanálisis Asilvestre@.

Comienza por los errores que llama científicos. El concepto de lo sexual es mucho más amplio en el psicoanálisis: Atambién se le atribuye a la vida sexual todo quehacer de sentimientos tiernos@. Su fuente: las mociones sexuales primitivas, aunque experimenten una inhibición de su meta sexual o la hayan permutado por otra, ya no sexual.

APreferimos -entonces- hablar de psicosexualidad: pues no omitimos, ni subestimamos el factor anímico de la vida sexual@. La palabra Asexualidad@ se emplea en el mismo sentido amplio en que la lengua alemana usa el vocablo Alieben@.

Es que una insatisfacción anímica con todas sus consecuencias puede estar presente cuando no falta un comercio sexual normal. Al contrario el coito u otros actos sexuales sólo permiten descargar una mínima medida de las aspiraciones sexuales insatisfechas. Lo testimonian las satisfacciones sustitutivas, vale decir, los síntomas neuróticos. Sin duda, su joven colega simplificó mucho el problema, sólo insistió en el factor somático de lo sexual; en consecuencia Atiene que asumir la total responsabilidad por su proceder@.

Ese proceder lo lleva a ubicar un segundo malentendido. Según el psicoanálisis una insatisfacción sexual es la causa de las neurosis. Sin embargo, los síntomas neuróticos surgen de un conflicto entre la libido y la represión. Ha quedado atrás esa vita sexualis que llevaría a la anhelada satisfacción. La existencia del conflicto pone en cuestión Aque la satisfacción sexual constituye en sí la panacea universal@. Si la paciente no tuviera ningún conflicto ya habría apelado, mucho antes, a alguno de los recursos que el joven analista le propuso. De allí, la paradójica satisfacción del síntoma.

Hasta aquí todo le parece muy claro; pero como en el horizonte diagnóstico reapareció la vieja neurosis de angustia aún retorna para el veredicto, junto con cierta dificultad, el factor somático.

Las llamadas neurosis actuales -como la neurosis de angustia pura- dependen de ese factor somático para la vida sexual. No obstante, respecto de ellas no cuenta Atodavía con una representación cierta sobre el papel del factor psíquico y de la represión@.

Con lo cual -como anticipamos- el valor estructural que han adquirido el factor psíquico y la represión interrogan y cuestionan la supuesta pureza de la neurosis de angustia. Entonces, surgen las neurosis mixtas.

Nuevamente, la apuntada satisfacción, con los diferentes recursos que le aconsejan a esta mujer, deja afuera, junto con el diagnóstico de una histeria de angustia que Freud propone, conflicto y represión, y, entonces, ya no queda espacio alguno para el psicoanálisis: A)dónde intervendría aquí el tratamiento analítico, en el que vemos el principal recurso para el caso de los estados de angustia?@ (1).

Poco tiempo antes, con el análisis del pequeño Hans, Freud había propuesto, como nueva entidad clínica, la histeria de angustia. Con esta propuesta recupera las fobias típicas. Pero ahora se produce una novedad: el mecanismo psíquico de éstas -antes se ubicaban por fuera del mismo- concuerda, salvo en un punto, con el de la histeria.

Se trata de un punto decisivo. Es apto para establecer la separación: en las fobias la libido desprendida del material patógeno en virtud de la represión no es convertida en una inervación corporal como en la histeria, sino que se libera como angustia.

En la primera versión de su teoría no se halla ninguna representación reprimida de la que se haya divorciado el afecto de angustia. Hay lugar, dejando de lado el Aorigen@, para la falta, mientras que la angustia con mucha anticipación, es anterior a la represión. Pero habrá que esperar a 1926.

En la segunda versión, la libido liberada como angustia se ha divorciado de una representación reprimida, mientras que la formación sustitutiva -un animal más o menos apto para ser objeto de angustia- se establece por la vía del desplazamiento.

Pero la parte cuantitativa no ha desaparecido, sino que se ha transpuesto en angustia. Con lo cual, a raíz de cada acrecentamiento de la moción pulsional, Ala muralla protectora que rodea a la representación sustitutiva debe ser trasladada un tramo más allá@(2).

Otra vez falta el representante para la angustia y la angustia no puede ser ligada. Esta muralla protectora posterga el problema. Sólo se ha introducido, junto con el mecanismo psíquico y la represión, el objeto que vale como representante y el miedo que mediatiza la angustia.

)Entonces, en esta fobia a los caballos, cuándo surge la angustia?

En relación con la aparición de la fobia, que acontece a los 4 : años, no hay en el historial del pequeño Hans un acontecimiento crítico que la explique.

No se trata del nacimiento de la hermana que ocurre cuando tiene 3 2 años. Tampoco de la amenaza de la madre que coincide con el comienzo de la masturbación activa, también a esa edad.

A posteriori tienen un rol, pero, al menos directamente, no son desencadenantes. Frente a la amenaza materna Hans Aresponde todavía sin conciencia de culpa, pero es la ocasión en que adquiere -con efecto retroactivo- el complejo de castración@ (3).

La pregunta sobre la aparición de la angustia permanece abierta. Un sueño que fracasa le va a permitir diferenciar la emergencia de la angustia de la constitución de la fobia.

Dentro de las comunicaciones iniciales, de los primeros días de 1908, como nota del padre a Freud, leemos:

AHans (4 : años) aparece a la mañana llorando; la mamá le pregunta por qué llora, y él dice: cuando dormía he pensado tú estabas lejos y yo no tengo ninguna mami para que me acaricie (liebkosen).

Por lo tanto, un sueño de angustia.

Algo parecido le he notado ya en el verano (julio-agosto) en Gmunden. Al anochecer, las más de las veces se iba a la cama con un talante muy sentimental, y una vez hizo la observación (aproximada): Si yo no tuviera ninguna mami, si tú te fueras, o cosa parecida; no lo recuerdo con exactitud. Por desgracia, cuando él estaba con ese talante triste, la mamá lo acogía siempre en su lecho.

Más o menos el 5 de enero se llegó temprano a la mamá, que estaba en la cama, y le dijo con esa ocasión: )Sabes tú? Tía M. ha dicho: 'Pero qué lindo pichilín tiene'. (La tía M. se había alojado en nuestra casa unas cuatro semanas antes; cierta vez vio cómo mi mujer bañaba al muchacho, y de hecho le dijo quedamente eso a mi mujer, Hans la oyó y procuraba aprovecharlo.)

El 7 de enero va, como de costumbre, al Stadtpark (parque municipal situado cerca del centro de Viena) con la niñera; por la calle empieza a llorar y pide que lo lleven a la casa, quiere hacer cumplidos (schmeicheln) con la mami. Cuando en casa le preguntan por qué no quiso seguir y se puso a llorar, no quiere decir nada. A la tarde está alegre como de costumbre; al anochecer tiene visible angustia, llora y no se lo puede separar de la mamá; una y otra vez quiere hacerse cumplidos (acariciarse) con ella. Después recobra la alegría y duerme bien.

El 8 de enero, mi propia mujer lo saca de paseo para ver qué pasa con él, y lo lleva a Schönbrunn, adonde le gusta mucho ir. De nuevo empieza a llorar, no quiere seguir camino, tiene miedo. Al fin va, pero por la calle, es visible, siente angustia. En el viaje de regreso de Schönbrunn dice a la madre, tras mucha renuencia: Tuve miedo de que un caballo me mordiera. (De hecho, en Shönbrunn se intranquilizó cuando vio un caballo.) Al anochecer me dicen que tuvo un ataque parecido al del día anterior, con pedido de hacer cumplidos. Se lo tranquiliza. Dice llorando: Sé que mañana me llevarán de nuevo a pasear, y luego El caballo entrará en la pieza.

Ese mismo día, la mamá le pregunta: )Te pasas la mano por el hace-pipí?. Y sobre eso, él dice: Sí, cada anochecer, cuando estoy en la cama. Al día siguiente, 9 de enero, le previenen, antes de la siesta, que no se pase la mano por el hace-pipí. Preguntado al despertar, dice que se la pasó durante un ratito@ (4).

En este fragmento clínico, suficiente, en un todo, para orientarnos, Freud ubica Ael comienzo de la angustia, así como de la fobia@. Pero, nos indica que tenemos buen fundamento para separarlas entre sí. Se trata de ese Apunto temporal como estadio inicial@ que las más de las veces se descuida o se silencia.

La perturbación se introduce, en el verano de 1907, con unos pensamientos tiernos-angustiados (ängstlich-zärtlichen), y luego, en los primeros días de 1908, con un sueño de angustia que despierta.

El contenido del sueño, en 1909, es perder a la madre, de suerte que él ya no pueda Aacariciarse@ con ella. Deduce, con su segunda teoría de la angustia, que la ternura hacia la madre se ha acrecentado enormemente: Aes el fenómeno básico de su estado@. Y nos recuerda, para confirmarlo así, sus dos intentos de seducir a la madre. El primero de los cuales se produce, allí donde el pene de Hans es sancionado como Auna porquería@ por su madre, aún en el verano. Y el segundo, allí donde encomia su genital aprovechando el comentario de la tía M., poco antes de que estalle su angustia a andar por la calle.

AEs esta acrecentada ternura por la madre lo que súbitamente se vuelca en angustia@, vale decir, sucumbe a la represión. En 1909 se trata de la transformación de la libido reprimida en angustia, pero la misma angustia interroga a la represión.

)De dónde proviene el empuje para la represión?, se pregunta. )De la intensidad de la moción, no dominable por el niño? )Acaso cooperan otros poderes aún no discernidos?

Con el empuje para la represión se constituye la fobia. Pero, como la angustia indica cierto fracaso de la represión, hay lugar también para que irrumpa esa intensidad de la moción pulsional no dominable por lo simbólico, pues no puede ser ligada.

Y aun sosteniendo que la libido reprimida se transforma en angustia, la aparición como perturbación de dicha angustia interroga -anticipando el más allá del principio de placer- el estatuto de la satisfacción y del objeto.

El sueño de angustia constituye ese estadio inicial que marca el comienzo de la angustia que se anticipa a la constitución de la fobia.

En ese Apunto temporal@ (Zeitpunkt), muchas veces descuidado o silenciado, se introduce la perturbación que al comienzo carece de objeto. Es todavía, angustia y no miedo. Hans (al comienzo) no puede saber de qué tiene miedo. Y cuando, en ese primer paseo con la muchacha, no quiere decir de qué tiene miedo, es que tampoco él lo sabe. Dice lo que sabe: que por la calle le falta la mamá con quien pueda acariciarse, y que no quiere apartarse de la mamá. Para Freud deja traslucir así el sentido primero de su aversión a andar por la calle.

APor otra parte, sus estados angustiados -dos veces repetidos antes de acostarse- y, no obstante, de nítida coloración tierna, prueban que al comienzo de la enfermedad no existe una fobia a andar por la calle o a pasear, ni tampoco a los caballos@.

)Cómo explicar pues el estado del anochecer?

ALa angustia corresponde entonces a una añoranza (Sehnsucht) reprimida, pero no es lo mismo que la añoranza; la represión cuenta también en algo@.

Dicha represión inscribe un antes y un después y vuelve disimétricas añoranza y angustia y, en consecuencia, placer y satisfacción.

ALa añoranza se podría mudar en satisfacción plena (voll in Befriedigung) aportándole el objeto ansiado (ersahnte); para la angustia esa terapia no sirve, ella permanece aunque la añoranza pudiera ser satisfecha, ya no se la puede volver a mudar plenamente en libido: la libido es retenida en la represión por alguna cosa@ (5).

La angustia -como indicamos- desanuda añoranza y satisfacción, cuestiona el estatuto del objeto e interroga el imperio del principio de placer.

En esa imposibilidad de volver a mudar la angustia en libido no sólo cae la Asatisfacción plena@ y el objeto ansiado, ésta cambia de signo y aquel se vuelve inquietante.

En el historial comenta que los Aestados de angustia no son provocados por una satisfacción@ (6). Vale decir, se refiere a esa satisfacción, acorde con el principio, cuando Hans está alojado como objeto de placer para la madre. Pero, el niño descubre la dimensión de la falta, es decir, Ael deseo de algo más allá de él mismo por parte de la madre@. Entonces, Amás allá del objeto de placer que siente que es para la madre... y que aspira a ser@, se introduce la angustia. Con la emergencia de la angustia hay desacuerdo entre placer y satisfacción. Hace falta, entonces, referirse al displacer de la satisfacción, al placer en el displacer, para producir un giro y anticipar el nombre freudiano del goce.

En el sueño se trata según Lacan, Ade una separación@ (7). Los llamados pensamientos tiernos-angustiados, previos al sueño, la preparan. Sin embargo, como señala Freud en la Epicrisis, las relaciones cronológicas nos impiden atribuir demasiado influjo a la ocasión para el estallido de la enfermedad -el vuelco de la añoranza libidinosa en angustia- pues Aen Hans se observan indicios de estados de angustia desde mucho tiempo atrás, antes que viera tumbarse en la calle al caballo de diligencia@ (8).

A posteriori -comenta- la neurosis se anudó directamente a esa vivencia accidental y conservó su huella en la entronización del caballo como objeto de angustia. Pero en ese punto temporal se trata, ya no de la angustia sino de la fobia.

Retornando, pues, a la angustia, establecida dicha separación -como castración y como fracaso del sueño-, no hay retorno posible: Hans ya no es más el objeto de placer. Con la adquisición retroactiva del complejo de castración, esa nueva separación de la madre, cae el juego de las escondidas. La comparación, en 1957, introduce, para Lacan, la angustia como angustia de la insuficiencia: la diferencia entre aquello por lo que es amado (cuerpo=falo) y su pene Acomo algo miserable@ (9).

Luego del sueño, Aestá con la madre, a pesar de lo cual tiene angustia@. Es -nos indica Freud- lo que se muestra en Hans a raíz del segundo paseo, cuando la madre lo acompaña. Ahora está con la madre y no obstante tiene angustia, es decir, -insiste- una Aañoranza de ella no saciada@.

En la Epicrisis escribe que se trata de un genuino sueño de castigo y represión, Aen el cual -a diferencia de lo que sostiene en la Traumdeutung y en Más allá sobre los sueños de angustia- fracasa la función onírica, puesto que el niño despierta con angustia de su dormir@.

Nuevamente considera que el niño ha soñado sobre ternuras con su madre, sobre dormir con ella; con lo cual Atodo placer se ha mudado en angustia y todo contenido de representación se ha mudado en su contrario (pues) la represión -otra vez, un antes y un después- ha obtenido la victoria sobre el mecanismo del sueño@ (10).

Supone la existencia en Hans de una excitación sexual acrecentada. Y como el objeto de dicha excitación continua siendo la madre, lo decisivo, nuevamente, es el vuelco de la excitación sexual en angustia, allí donde ese objeto, anticipadamente, vale como Ainvestidura libidinosa del Edipo@ (11).

En dicho vuelco hay lugar para Ael despertar contingente de impresiones anteriores -esos indicios de estados de angustia desde mucho tiempo atrás- a raíz del ocasionamiento de la enfermedad@ (12).

Con lo cual, cuando "la angustia ha resistido la prueba" (13) no se trata, entonces, de la añoranza Ano saciada@ (ungestillt) por el objeto, ni de la nostalgia por la madre, ni aun de la comparación, sino de la inminencia del objeto: interviene la pulsión. El pene, con el cambio de estatuto del objeto, se ha vuelto real cuando Hans tuvo sus primeras erecciones, vale decir, con la primera excitación sexual.

Allí donde al comienzo la angustia carece de objeto, que la dosifique, con el giro que se produce, no es sin objeto: hay lugar para esa libido retenida. Pero su valor se ha modificado: no corresponde al objeto de una añoranza erótica reprimida sino al descubrimiento traumático de la realidad sexual en su propio cuerpo.

Participa la pulsión. Se trata del pene como traumático, como perteneciente al exterior del cuerpo, como una cosa separada, como un caballo -cuando a pesar de la fobia retorna la angustia- que comienza a levantarse y dar coces.

AQuizás aún -escribe Freud- se habría podido aprovechar la angustia al Ahacer barullo con las patas@ para llenar lagunas en nuestro procedimiento de prueba. (...) El padre no pudo confirmar mi conjetura de que en el niño se moviera una reminiscencia sobre un comercio sexual entre los padres, observado por él en el dormitorio@ (14). En 1957 también para Lacan resta un enigma: la cuestión de saber si el Krawallmachen, vale decir, el hacer jaleo, uno de los temores que el niño experimenta delante del caballo -que haga ruido con las patas- no está en relación con el orgasmo, incluso con un orgasmo que no sería el suyo: una escena percibida entre los padres.

Se comprende entonces el giro que se produce en 1976. Ya no se trata ni de la comparación, ni de la angustia de la insuficiencia, pues Ael goce que resulta de ese Wiwimacher (hace-pipí) le es ajeno hasta el punto de estar en el principio de su fobia@ (15). La insuficiencia es del Otro: el goce no puede ser ligado y, en tanto tal, no puede ser comparado.

El caballo -leemos en el historial- Afue siempre para el niño el modelo del placer de movimiento (ASoy un potrillo@, dice Hans en tanto da brincos), pero como este placer de movimiento incluye el impulso al coito -y al goce-, la neurosis lo limita, y el caballo es entronizado -para nuestra sorpresa- como imagen sensorial del terror. Parece que la neurosis no deja a las pulsiones reprimidas otra dignidad que la de brindar los pretextos para la angustia dentro de la conciencia@ (16). Del placer al terror, se modifica el valor del objeto: lo heimlich se vuelve unheimlich, se pasa de la nostalgia a la inminencia del objeto. Interviene el objeto de borde de la pulsión.

La angustia resiste la prueba del paseo con la madre y se ve precisada a hallar un objeto; en dicho paseo "se exterioriza por primera vez el miedo de ser mordido por un caballo". La mudanza de libido en angustia -para Freud-, se ha proyectado sobre el objeto principal de la fobia: el caballo; vale decir, se trata Ade los caballos de la angustia@ (17).

El caballo muerde, pero también cae: se anticipa el tumbarse en la calle el caballo de diligencia. Con el morder y con el caer sustituye al padre, a la madre y también al propio Hans. Pero aún, en tanto se tumba y patalea -el Krawallmachen-, al propio pene como traumático.

No hay lugar para la reversión de la angustia, una vez liberada, nuevamente en libido. Esta no reversión comienza a desanudar los complejos de los que proviene la libido. Hay lugar para una libido de objeto y, también, allí donde interviene la pulsión, para una libido-resto.

Es esta irreversibilidad de la angustia en libido la que modifica, junto con la entrada del goce, el valor del objeto. Ahora, la perturbación con la libido-resto la introduce ese hacer ruido y ya no aquellos pensamientos tiernos-angustiosos. Reaparece el displacer de la satisfacción. Se trata de lo desagradable. Se infiltra, vía Krawallmachen, la dimensión de la voz.

A)Cuál es la estructura particular de la fobia del pequeño Hans?@ (18). A)De dónde viene, cuál es su motivo ultimo, particular?@ (19).

En la observación resta un enigma. Una fobia no es tan simple: incluye elementos casi irreductibles. Aquí, Aes muy difícil saber de qué tiene miedo el niño@, a pesar de la sensible diferencia entre la angustia y la fobia.

AEl pequeño Hans lo articula de mil maneras, pero siempre queda un residuo muy singular@. Ese mismo caballo que muerde, se tumba o hace barullo -marrón, blanco, negro o verde- plantea un nuevo interrogante que permanece no resuelto hasta el final de la observación: esa mancha negra que tiene delante de la boca.

ALo borroso, la mancha negra, tal vez tenga cierta relación con la marca de la angustia, como si los caballos recubrieran algo que aparece por debajo y cuya luz se ve por detrás, esa negrura que empieza a flotar@ (20), vale decir Alo negro alrededor de la boca@ (21)..

En ese residuo que deja el significante caballo, el enigma se desliza del hacer barullo con las patas, a la mancha negra que tiene alrededor de la boca. AEl mismo objeto -caballo- sirve simultáneamente a la satisfacción de varias pulsiones@ (22). Con el entrelazamiento pulsional que Freud introduce el goce invocante se enlaza con el campo escópico. ASin duda, el privilegio de esos objetos se esclarece por estar cada uno en una cierta homología de posición, en ese nivel de juntura, entre el sujeto y el Otro@ (23).

Pero no habrá que olvidar que en la fobia, como ocurre aquí, ambos objetos quedan enmarcados por el orden de lo oral, vale decir, sobre el fondo de un Otro devorador. AEl tema de la devoración siempre puede encontrarse por algún lado en la estructura de la fobia@ (24).

En ese llamado mudo, o en esa presencia invisible hay que ubicar el nudo que conecta al deseo con la angustia, en el instante de la inminencia del objeto. Pero habrá que esperar a 1963. La función de la angustia se anticipa a la cesión del objeto como libido-resto. Se habrá recuperado, entonces, la no reversión: como desprendimiento de la libido y como constitución del sujeto. La angustia-función será pues un tiempo en la construcción del deseo, ese momento en que se desprende el objeto a como causa del mismo. En su retorno esta irreversibilidad de la angustia en libido, anuncia que allí donde el sujeto Ase aterra de su satisfacción@ (25) interviene la pulsión. Vale decir, vuelve a pasar, de otra forma, por el desprendimiento del objeto.

Referencias bibliográficas

1. S.Freud, Sobre el psicoanálisis Asilvestre@, A.E., XI, 222-5. Las remisiones corresponden a O.C., Amorrortu Editores (A.E.), Bs.As., 1978-85.

2. S.Freud, Lo inconsciente, A.E., XIV, 18

3. S.Freud, Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans), A.E., X, 9.

4. Idem, 21-3.

5. Idem, 23-4.

6. Idem, 25.

7. J.Lacan, El Seminario, libro 4, La relación de objeto (cap. XIV, 20-III-57), Paidos, Bs.As., 1994, pág. 245.

8. S.Freud, Análisis, ob.cit., 109.

9. J.Lacan, La relación (cáp. XIII, 13-III-57), ob.cit., pág. 228.

10. S.Freud, Análisis, ob.cit., 96.

11.S.Freud, Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos, A.E., XIX, 270 y 275 ( Alas investiduras de objeto del complejo de Edipo@, vale decir, Asus investiduras libidinosas@)

12. S.Freud, Análisis, ob.cit., 97.

13. Idem, 24.

14. Idem, 109.

15. J.Lacan, Conferencia en Ginebra sobre el síntoma, en AIntervenciones y textos 2@, Manantial, Bs.As., 1988, pág. 128.

16. S.Freud, Análisis, ob.cit., 111-2.

17. Idem, 28, 99.

18. J.Lacan, La relación (cap.XIV, 20-III-57), ob.cit., pág. 246.

19. S.Freud, Inhibición, síntoma y angustia, XX, 140.

20. J.Lacan, La relación, ob.cit., pág. 246-7.

21. S.Freud, Análisis, ob.cit., 36.

22. S.Freud, Pulsiones y destinos de pulsión, A.E., 118.

23. J.Lacan, El Seminario, libro XII, AProblemas cruciales para el psicoanálisis@, lección del 17-III-65, inédito.

24. J.Lacan, La relación (cap. XIII, 13-III-57), ob.cit., pág. 230.

25. S.Freud, Análisis, ob.cit., 97.