LA PROTECCIÓN ANTIESTIMULO: LOS SUEÑOS TRAUMÁTICOS. Juan Carlos Cosentino. (Teorico 3 - 1993)


Tomaremos el capitulo IV y el principio del capitulo V de Más allá del principio de placer. El primer punto que vamos a abordar es lo que Freud llama la protección antiestimulo cuando introduce los sueños traumáticos.
En el capítulo II, efectivamente allí Freud destaca para la neurosis traumática dos rasgos que toma como punto de partida de la reflexión: que el centro de gravedad de la causación ‑de la neurosis traumática‑ se sitúa en el factor de la sorpresa, en el terror (es necesario sorpresa y consecuentemente terror para que se produzca una neurosis traumática) y que un simultaneo daño físico o herida contrarresta la producción de la neurosis
Este texto es uno de los pocos lugares donde Freud diferencia el terror, de la angustia y del miedo. Llama terror al estado en que se cae cuando se corre un peligro sin estar preparado, vale decir, destaca el factor de la sorpresa. En la situación del miedo hay un objeto determinado que lo provoca y en el estado de la angustia ‑comenta‑ hay expectativa y preparación aunque el objeto sea indeterminado. ANo creo que la angustia pueda producir una neurosis traumática en la angustia hay algo que protege contra el terror y por tanto también contra la neurosis de terror@.
La vida onírica de la neurosis traumática muestra este carácter: reconduce al sujeto una y otra vez a la situación de su accidente de la cual despierta con renovado terror.
)Cuál es la naturaleza de estos sueños?
Suponiendo ‑señala Freud en el capítulo II‑ que los sueños de los neuróticos traumáticos no nos disuadan de afirmar que la tendencia del sueño es el cumplimiento de un deseo (la tesis que venia sosteniendo desde la época de La interpretación de los sueños: que todo sueño es un cumplimiento de deseo), tal vez nos quede el expediente de sostener que en este estado la función del sueño resultó conmocionada y desviada de sus propósitos, o bien ‑un agregado de 1921‑ tendríamos que pensar en las enigmáticas tendencias masoquistas del yo.
Una coincidencia entre lo que más adelante sera la falla de la función del sueño ‑o sea sueños donde falla la realización de deseo‑ y en ese mismo sitio lo que contraria el bienestar más inmediato del sujeto ‑o sea el placer en el dolor que define el masoquismo‑.
)Cuál es ese estado? )Por qué resulto afectada la función del sueño?
En el capitulo IV Freud comenta que para el organismo vivo la tarea de protegerse de los estímulos es casi más importante que recibirlos. Entonces ‑la hipótesis que sostiene‑ el organismo se provee de una protección antiestimulo, o sea una defensa de estímulos (Reizschutz).
Escudado tras la protección antiestimulo‑el dispositivo protector contra las excitaciones‑ puede dedicarse a recibir los volúmenes de estimulo filtrados, al menos hasta el momento en que sobrevengan estímulos tan fuertes que perforen, rompan (durchbrechen) la protección.
Hasta aquí la vesícula viva está dotada de una protección antiestimulo frente al mundo exterior. Ahora bien, resulta que las excitaciones no vienen solamente de afuera, hay excitaciones que vienen desde adentro: la pulsión una fuerza que actúa continuamente.
Entonces también recibe excitaciones desde adentro que se tenderá a tratarlas como si no cobrasen desde adentro sino desde afuera, a fin de aplicarles el mismo medio defensivo de la protección antiestimulo.
Este movimiento que inicia es muy interesante porque cuando culmine va a redescubrir la pulsión ‑en el año >20- que había empezado a construir en 1905 con Tres ensayos... )De qué manera redescubre la pulsión? )Cómo se conecta con la compulsión de repetición?
Tal como señala al final del capitulo I, más allá de las sensaciones yoicas de placer y displacer es necesario interrogar la reacción anímica frente al peligro exterior. Vale decir, es necesario para introducir el más allá indagar dicha reacción frente al peligro exterior. Un punto de exterioridad. )Ese punto de exterioridad puede ser representado adentro?
Hagamos un pequeño paréntesis y continuemos con lo que dice Freud en este capitulo IV. Entonces ‑añade‑ es posible aclarar los casos que contrarían el imperio del principio de placer. )Cómo es posible aclarar los casos que contrarían el imperio del principio de placer? )Por que habla de imperio? )Qué valor tiene ese punto de exterioridad: el peligro externo?
ALlamamos traumáticas a las excitaciones externas que poseen fuerza suficiente para perforar la protección anttestimulo."
El concepto de trauma pide esa referencia a un apartamiento o detenimiento de los estímulos (la protección) que de ordinario resulta eficaz. Entonces provocará una perturbación enorme en la economía energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de defensa.
Por primera vez se produce la abolición del principio de placer. En un primer momento, (cuando se produzca la perforación de la protección antiestimulo) el principio de placer quedara abolido: ya no podrá impedirse que el aparato resulte anegado, inundado por grandes volúmenes de estímulos y ya no podrá sostenerse un imperio irrestricto del principio de placer.
Bien, ese punto de exterioridad retorna: los grandes volúmenes de estimulo que perforan la protección. )Puede ser representado adentro? ‑esa pregunta que dejamos pendiente antes‑. Efectivamente, la pulsión: una fuerza que actúa continuamente.
Pero )cómo puede ser representado adentro, si vale también como un punto de exterioridad para el ordenamiento lógico del aparato?
La clase anterior les hable de la experiencia de satisfacción que vale como experiencia de perdida y de ruptura de la homeostasis del organismo. En la pérdida del objeto también tenemos un punto que ordena lógicamente el aparato. Aquí lo encontramos en esa exterioridad, ese punto de exterioridad que ‑insisto‑ puede ser representado adentro. Lacan introduce la extimidad: una exterioridad dentro del sistema, y con ello encontramos la pulsión. Y con dicha extimidad el aparato deja de estar sostenido solo en el irrestricto principio de placer.
Dicha pulsión que tiene estructura o consistencia de borde ‑no es posible hablar de agujero sin borde-, que está conceptualmente presente desde Tres ensayos..., es ese punto de exterioridad, que no esta absolutamente afuera, y que puede ser reconsiderado por Freud, a partir de la escisión inconsciente- ello, con las excitaciones externas traumáticas, cuando inundan el aparato, porque se acercan a esa insistencia de la pulsión, a esa fuerza constante de la pulsión.
El ello va a permitirle conceptualizar lo que le había quedado pendiente en sus primeras ordenaciones metapsicológicas (había llegado a sostener lo reprimido inconsciente): la energía de la pulsión. Y ese punto de exterioridad es lo que permite darle un nuevo anclaje a la pulsión que ya había sido descubierta en 1905.
Está anticipado en la neurosis obsesiva o compulsiva con la obsesión. Una suerte de automatismo erotizado del pensamiento que se dispara solo ‑el historial del AHombre de las ratas@ ‑ y que pone en evidencia, a pesar de la represión, la insistencia de la pulsión como misión paradójica del síntoma, indicando que dicha pulsión no está regulada irrestrictamente por el principio de placer. Hay en su empuje constante algo mas originario que impulsa a la búsqueda de la satisfacción, no del placer.
Bien, ubicados en Más allá..., para el principio de placer, ahora, es condición necesaria la pulsión. No es un principio irrestricto. Veremos que el mas allá, una tendencia más originaria que el principio de placer, ese algo arcaico, sostiene tanto la ligadura como la ruptura de dicha ligadura.
)Qué sucede en el capitulo IV cuando queda abolido el principio de placer? Freud dice: Ala tarea es dominar el estimulo, ligar psíquicamente los volúmenes de estimulo que penetran violentamente a fin de conducirlos, después, a su tramitación@.
Aclara, a posteriori, que el displacer especifico del dolor corporal se debe a que la protección antiestimulo fue perforada en un área circunscripta. Con ello el displacer conectado con el dolor y con el goce se vuelve disimétrico en relación con el placer.
También el dolor le sirve para repensar la pulsión: Adesde este lugar de la periferia ‑señala‑ afluyen al aparato anímico central excitaciones continuas, como las que por lo regular sólo podrían venirle del interior del aparato. Del interior del aparato solo le pueden venir excitaciones continuas si incluimos el concepto de pulsión.
)Qué clase de reacción del aparato esperamos frente a esa intrusión? Crear, en el entorno del punto de intrusión, una investidura energética de nivel correspondiente: una contrainvestidura.
De esta constelación ‑señala‑ inferimos que un sistema de elevada investidura en si mismo es capaz de recibir nuevos aportes de energía libre (fluyente) y trasmudarlos en investidura quiescente, vale decir, ‑ligarlos psíquicamente y a la inversa: cuanto mas baja su investidura tanto menos capacitado estará el sistema para recibir energía afluyente y mas violentas serán las consecuencias de una perforación en la protección. Aun los muy violentos efectos de descarga producidos por el dolor se cumplen por vía de reflejo, vale decir, sin la mediación del aparato anímico.
)En que consiste, cómo define la ligazón o ligadura? La Aligazón@ (dieABindung@) de la energía que fluye al aparato anímico consiste en un transporte desde el estado de libre fluir ‑energía libre‑ hasta el estado quiescente ‑energía ligada‑.
Entonces, vuelve a la neurosis traumática. La concibe como el resultado de la ruptura de la protección antiestimulo del órgano anímico, e incluye ‑porque esto abole el principio de placer‑ las tareas que dicha ruptura de la protección antiestimulo plantea.
Lo que señalaba en el capitulo II, lo reafirma en este capitulo IV. )Por qué el terror conserva para nosotros su valor"? Porque tiene por condición la falta del apronte angustiado o ‑Inhibición, síntoma y angustia‑ la falta de la señal de angustia. El terror conserva su valor porque no hay apronte angustiado, no hay señal de angustia, sorprende.
El apronte angustiado ‑la preparación para la angustia- que conlleva la sobreinvestidura de los sistemas que reciben primero el estimulo, constituye la ultima trinchera de la protección antiestimulo.
)El factor decisivo? La diferencia entre los sistemas preparados y los no preparados: de todas maneras a partir de una cierta intensidad del trauma, esa diferencia dejará de pesar, se relativiza.
Entonces ‑aca produce el primer giro con respecto a estos sueños‑ los sueños de la neurosis traumática no están al servicio del cumplimiento de deseo, cuya producción alucinatoria devino la función de los sueños bajo el imperio del principio de placer. )Qué función les otorga a estos sueños? Buscan recuperar el dominio sobre el estimulo (Reiz) por medio de un desarrollo de angustia cuya omisión causó la neurosis traumática.
Una perspectiva sobre una función del aparato que, sin contradecir el principio de placer, es empero independiente de el y parece más originaria que el proposito de ganar placer y evitar displacer.
Por primera vez, una excepción a la tesis de que el sueño esta al servicio del cumplimiento de deseo. Aparecen sueños que cuestionan esta función del sueño: si hay cumplimiento de deseo uno duerme, sueña y no se despierta. Estos sueños despiertan en la mitad del sueño.
Freud hace una extensión en este capítulo IV: están los sueños de los neuróticos traumáticos, pero están los sueños que se presentan en los psicoanálisis y que se acercan a los sueños de dichos neuróticos traumáticos. Son aquellos que nos devuelven el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia y que ya no pueden verse como cumplimiento de deseo. Es decir, los sueños de los neuróticos traumáticos le sirven para recuperar los sueños que los analizantes relatan en los tratamientos, que no son realizaciones de deseo como él sostuvo a partir de La interpretación de los sueños, que introducen los traumas psíquicos ligados a la infancia.
)A qué obedecen, pues, estos sueños? No obedecen al principio de placer y al cumplimiento de deseo. Obedecen a la compulsión de repetición que convoca ‑esos traumas psíquicos de la infancia‑ lo olvidado y reprimido.
En el analizante ‑señala Freud en el capitulo V‑ resulta claro que su compulsión a repetir en la transferencia los episodios del periodo infantil de su vida, se sitúa, en todos los sentidos, más allá del principio de placer. Vale decir, lo conecta con los sueños que aparecen en los tratamientos y en la transferencia.
AAsí nos enseña ‑comenta‑ que las huellas mnémicas reprimidas de sus vivencias del tiempo primordial no subsisten en su interior en el estado ligado, y aún, en cierta medida, son insusceptibles del proceso secundario." Aparecen elementos no ligados.
Bien, esta condición de no ligadas es justamente lo que permite conectar lo pulsional con la compulsión de repetición, entrama lo pulsional con dicha compulsión, vale decir, la compulsión de repetición pone en juego lo pulsional y lo pulsional hace emerger lo no ligado.
Aun, al final del capitulo IV, con la existencia de un Amás allá del principio de placer@ señala que por obligada consecuencia habrá que admitir que hubo un tiempo anterior también a la tendencia del sueño al cumplimiento de deseo.
En la excepción a la función originaria (el cumplimiento de deseo), son posibles aun fuera del análisis sueños ‑los sueños traumáticos‑ que en interés de la ligazón psíquica de impresiones traumáticas obedecen a la compulsión de repetición.
)A que conclusión llega Freud? Le llama la atención el carácter repetitivo de estos sueños, son sueños que aparecen una y otra vez. Bien, el carácter repetitivo de los sueños de la neurosis traumática ‑capitulo IV‑ obliga al aparato a un trabajo constante. Y, a su vez, en las neurosis de guerra la irrupción (excitación) traumática que viene del exterior libera, activa ‑algo que ubica en el interior‑ el quantum pulsional.
Vale decir, ese trauma que viene del exterior no es sin la liberación del quantum pulsional.
Entonces, en el trabajo constante del aparato ‑por ese carácter repetitivo de dichos sueños‑ volvemos a descubrir la pulsión: un estimulo continuo, una fuerza que actúa continuamente.
Y, a su vez, la irrupción traumática exterior, en el sueño, se repite, se libera como pulsión.
Cuando inicialmente establece el estatuto de la pulsión, lo que aparece fundamentalmente es su teoría de la represión. Cuando se conecta la compulsión a la repetición con la pulsión (aquí esta en juego el más allá del principio de placer) se enfatiza algo que había quedado entre paréntesis; se enfatiza esta insistencia de la pulsión que, a pesar de la represión ‑la importancia de lo no ligado-, infiltra el proceso primarlo.
En el capitulo V, Freud señala que la falta de una protección antiestimulo que resguarde de las excitaciones de adentro ‑en el capitulo IV habla de las excitaciones de afuera, ahora habla de las de adentro‑ indica que tales transferencias de estímulo adquieren la mayor importancia económica y a menudo dan ocasión a perturbaciones económicas análogas a las neurosis traumáticas. Es decir lo que ya adelantaba con los sueños que se dan en los tratamientos de los analizantes.
Se trata de las pulsiones ‑peligro externo, trauma, repetición del sueño, el aparato que tiene que seguir trabajando, la pulsión en tanto fuerza constante‑ que no obedecen al tipo del proceso ligado sino al del proceso libremente móvil que empuja en pos de la descarga. La descarga: un punto ideal que llevaría la tensión a cero. Un punto ideal en la teorización freudiana. Lo que se va a encontrar en lo referente a esta pulsión que obedece al tipo del proceso no ligado es que lo no ligado va a hacer irrupción en el proceso primario.
Por lo tanto para Freud la tarea del aparato es ligar la excitación de las pulsiones que entran en operación en el proceso primario .
El fracaso de esta ligazón provoca una perturbación análoga a la neurosis traumática.
Tras una ligazón lograda ‑a pesar de lo que venía sosteniendo Freud‑ no puede establecerse el imperio irrestricto del principio de placer. La extimidad de la pulsión y su satisfacción prohibida anticipan no el imperio irrestricto sino la temperancia por el principio de placer cuando se ligan pulsión y deseo. Habrá que incluir, entonces, como hemos visto con ese sueño que esta al servicio del cumplimiento de deseo, lo que el sueño alcanza por añadidura: una ganancia de placer (Lustgewinn).
El fracaso, como veremos en un ceremonial de dormir, sería la irrupción no placentera de goce del ruido en la satisfacción de la pulsión invocante ajena a la necesidad biológica que no puede ser ligada.
En los sueños traumáticos aquello audible sin significante, sin el soporte significante, consecuencia en la neurosis de guerra de una explosión, reaparece en el sueño también como ruido: un testimonio no ligado del trauma inasimilable que marca un encuentro fallido con lo real. El sueño traumático hace surgir repetidamente si no el propio rostro del trauma, al menos la pantalla ‑como señala Lacan en Los cuatro conceptos...‑ que nos indica que todavía está detrás. El sueño traumático, en relación con el trauma, le presta una pantalla, por eso el encuentro con lo real que está en juego es un encuentro fallido, hay cierta pantalla pero el goce que se pone en juego allí es un goce que no puede terminar de ser ligado por el aparato.
)Que sucede con los sueños que se presentan en los psicoanálisis? En dichos sueños, en el seno mismo de los procesos primarios, se conserva la insistencia del trauma (el recuerdo de los traumas psíquicos de la infancia), vale decir, la insistencia de lo no ligado.
Dicha insistencia invade infiltra el proceso primario que falla entonces como defensa frente a la irrupción ‑la perturbación económica‑ de goce antihomeostático.
No es casual que en el capitulo V Freud produzca un cambio e indique que Aen el inconsciente las investiduras (las cargas) pueden transferirse, desplazarse y condensarse de manera completa y fácil@.
No se trata de la sustitución de las representaciones (ALa represión@, ALo inconsciente@) por el desplazamiento de la suma de excitación o de la investidura. En dicho capitulo V de Más allá... la investidura misma se puede desplazar, condensar, transferir. Vale decir que el acento está puesto en la investidura o la suma de excitación que son equivalentes.
Se trata ahora como señala Lacan en -ARadiofonía@- de una invasión del proceso primario que hace de la transferencia (desplazamiento) y de la condensación procesos de contabilidad del goce.
Por lo tanto, volver a recorrer esas "vías facilitadas de una vez por todas (de las que Freud habla en La interpretación de los sueños, cap. VII, pág. 546) cada vez que se reinviste la excitación inconsciente" puede ser también la dimensión del mas allá, de lo no ligado en el inconsciente, donde el trauma, donde el goce, (la experiencia de satisfacción marca un punto de pérdida) en ese punto de pérdida misma, irrumpe no permitiendo ser atemperado por el principio de placer, vale decir, ligado. Con esta segunda ruptura se trata de la irrupción económica[1].
)Qué introduce la hipótesis freudiana? ‑una pregunta que Lacan se hace el 13/01/71 en el Seminario XVIII‑. "Que la repetición se ejerce de manera tal que un goce peligroso, que sobrepasa esta excitación mínima ‑o sea, la del principio de placer‑ sea vuelto a traer". Bien, la repetición como irrupción del goce de la pérdida (se produce en ese punto de pérdida) infiltra, invade los procesos inconscientes mismos.
De allí que ‑Seminario XIX 2/01/72‑ "el punto fundamental, el punto de emergencia del ser hablante es esa relación perturbada a su propio cuerpo que se denomina goce".
Un analizante varón me relata un sueño, en principio de angustia.
En el sueño aparece una pequeña caja: entran gatos y uno sale muy lesionado. Despierta sobresaltado.
Las asociaciones de este sueño lo remiten a otro sueño que tuvo dos años atrás. Recuerda una seguidilla de sueños‑pesadillas que tuvo entonces y que me los puede relatar, recién, a partir del sueño de la pequeña caja. Vale decir, el sueño de angustia donde en una caja entran gatos y uno sale muy lastimado. Dicho sueño, asociativamente, lo lleva a una situación que ocurrió dos años atrás: un sueño pesadilla.
)Qué ocurrió hace dos años atrás?. Se dormía. Se encontraba muy agotado y extraño. Cuando se despertaba de ese sueño‑pesadilla oía el maullido de un gato.
"Me volvía a dormir, la pesadilla, era horrible, me despertaba el maullido, y así... no sé cuántas veces". Le pregunto: ")Pero qué era lo que soñaba?". Comenta: "era como un grito. Ese grito lo soñaba, era una pesadilla, era horrible, me despertaba. Cada vez que me dormía oía un grito que me despertaba de la pesadilla. Entonces, cuando me despertaba, aparecía el maullido del gato. Otra vez me dormía, otra vez el grito...".
El maullido del gato en el sueño se hacia grito. Un grito horrible que transformaba la situación en pesadilla y lo despertaba espantado. Cuando se despertaba era, más tranquilizador, el maullido del gato.
)Qué encuentran aquí?. La voz áfona como puro grito, como puro goce del grito, casi sin pantalla. En esta pesadilla no se puede hablar de condensación ni desplazamiento. Entonces, )este grito, esta voz como puro goce del grito, casi sin pantalla, no nos estaría indicando, en esta situación, otra ruptura del principio de placer?
Este segundo sueño (el que tuvo dos años atrás) marca un momento previo, en este paciente, al desencadenamiento del automatismo mental, donde el pensamiento se dispara sólo y no para. Este sueño es inmediatamente previo al desencadenamiento del automatismo mental. En el desencadenamiento recibe esta orden: "(matate!, (matate!, (matate!", instalándose a partir de allí, en este desencadenamiento, un puro funcionamiento del lenguaje sin corte, es el lenguaje que habla sólo y lo enloquece al sujeto.
)Otra ruptura, aparte de esas dos que señalábamos? El ruido, el grito, en esa pesadilla a repetición, no solamente está indicando lo no‑ligado. Para que haya un desencadenamiento psicótico tiene que haber una falla a nivel de la estructura simbólica.
Entonces, ese elemento no sólo está indicando, en dicho sueño, lo no‑ligado sino que lleva a un agujero en la estructura simbólica. Acá ha fallado la fijación, a diferencia de lo que pasa en una neurosis. El grito no vale en relación a la fijación fantasmática. No puede ser recuperado por el relato y puesto en transferencia. Solamente puede haber una cierta restitución y el sujeto sólo queda advertido de ese punto de falla en la estructura simbólica.
El sueño que relata dos años después ‑el de la caja con gatos‑, en la falla de su función, da cuenta sólo de ese punto de falla.
Ahora bien, cuando abren el primer capítulo de Más allá se encuentran con una definición parecida al principio de constancia, de 1893, con una diferencia. Freud dice allí: "en la teoría psicoanalítica adoptamos sin reservas el supuesto de que el decurso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio de placer. Vale decir: creemos que en todos los casos lo pone en marcha una tensión displacentera, y después adopta tal orientación que su resultado final coincide con una disminución de aquella, esto es, con una evitación de displacer o ‑agrega‑ una producción de placer. Dicha producción de placer es la única diferencia que introduce con el texto de 1893 y con la otra definición ‑que revisamos‑ que está en las páginas 8 y 9 del capitulo I, igual a la del '93. Acá ‑página 7‑ indica que su resultado coincide con una evitación de displacer o una producción de placer y agrega: "cuando consideramos con referencia a ese decurso los procesos anímicos por nosotros estudiados, introducimos en nuestro trabajo el punto de vista económico".
Esta producción de placer, en los capítulos siguientes, reaparece como ganancia de placer. Este Lustgewinn no estaba antes.
Entonces, la producción de placer como ganancia de placer no se refiere al placer de la homeostasis. La ganancia de placer ‑lo que Lacan llama el plus de gozar‑ no es sin cierta tensión e introduce una modificación con el texto del '93 pues está por emerger, en los capítulos siguientes, el más allá. (Aún no lo introduce en el capitulo I). Esa ganancia de placer, como tensión del deseo, que proviene de otra fuente, que es de otra índole, como pueden leer al final del capitulo II, en esa primera ruptura, va a ser amortiguada, atemperada por el principio de placer.
El sueño que les comenté en la primera clase: "Tres entradas por 1 florín y 50 kreuzer". En dicho sueno Freud ya no habla del placer de desear, habla del placer de ver. Vale decir, está en la línea del placer de desear de la primera ruptura del principio de placer pero con un plus, con una ganancia: allí hay que contabilizar a la pulsión. El trabajo del sueño, en dicho sueño, liga pulsión y deseo.
Cuando aparece el más allá no es posible pensar esta cuestión del desear sin cierto plus, sin cierta ganancia, aunque la pulsión esté ligada y esté mediada por el principio de placer. El principio de placer, incluso, no va a ser sin el goce. Es la modificación importante que introduce el más allá.
Esa "pizca de placer de ver", como la nombra Freud, allí donde ir al teatro sustituye al casamiento, sale a la luz en dicho sueño. Aparece aproximadamente en el año '15: la clínica le anticipa lo que teoriza en el '20.
)Qué ha producido ese trabajo del sueño más allá de ese pensamiento del sueño que es un reproche: el fastidio por haberse casado tan temprano y la insatisfacción con su marido?.
Ese sueno satisface a la pulsión de ver en el trabajo onírico mismo. El trabajo del sueno lleva a cabo una transformación, una economía de goce, liga pulsión y deseo.
Entonces, por añadidura, lo que alcanza aún el sueño es una ganancia de placer, un plus de gozar que proviene de otra fuente, producido, en este caso, por la cadena significante, por la cadena asociativa (que no solamente tiene que ver con la significación), ligado por el deseo y atemperado por el principio de placer.
Freud comenta que esta paciente es histérica. En el punto de la insatisfacción (lo que aparece en el contenido latente del sueño que trata de censurar la satisfacción de la pulsión de ver), en el punto de la insatisfacción (vale decir, el acto sexual entendido como complementariedad de ambos sexos, vale decir, esta no complementariedad de ambos sexos de esta paciente histérica) algo le compensa, le bonifica dicha insatisfacción matrimonial: un plus de gozar, no reconocido, que se conecta en "Tres ensayos..." con la disposición perversa polimorfa de la pulsión sexual.
Si no hay complementariedad, si el goce está perdido desde la mítica experiencia de satisfacción ‑y entonces hay que hablar de goces en plural‑ por lo menos aparece esta bonificación, esta recuperación, que en este sueño tiene esas características: un placer de ver.
Ahora bien, para completar este cuadro, tenemos que agregar ganancia de placer o plus de gozar, ligado. Vale decir, esa tensión que no se puede reducir, produce, como recuperación, una ganancia de placer o un plus de gozar pero amortiguado por el principio de placer.
En la situación de la irrupción traumática o de la irrupción de goce se trata de lo no ligado. En ese punto no está amortiguado por el principio de placer. El sueño de la caja con gatos, que les comenté, da cuenta de esta irrupción de lo no ligado. La particularidad, por eso les hablaba de una tercera ruptura, es que en esa situación el sueño de angustia y la pesadilla no respondían a una estructura neurótica.
Para concluir, ubicando esta otra ruptura, comentaremos el punto de fracaso de un ceremonial de dormir de una analizante de Freud. Lo relata en la 17a. conferencia de Introducción al psicoanálisis: El sentido de los síntomas. Es un ceremonial de dormir de una muchacha de 19 años. Entre paréntesis ‑salvo cierta Inflexibilidad que tiene un ceremonial patológico de dormir‑ todos, antes de irnos a dormir, tenemos nuestro secreto y normal ceremonial de dormir. )Cómo es éste?
Este ceremonial de dormir le va a permitir diferenciar en el sentido de un síntoma: su Adesde dónde y su hacia dónde@. Vale decir ‑18a conferencia‑, las impresiones y vivencias de las que el síntoma arranca ‑su desde dónde‑ y los propósitos a los que sirve: la tendencia, lo pulsional del síntoma, lo que funda su dependencia respecto del inconsciente o respecto de aquello que sostiene al Inconsciente.
)En que consiste este complicado ceremonial de dormir? ANuestra paciente pretexta como motivo de sus precauciones nocturnas que le hace falta silencio para dormir y tiene que eliminar todas las fuentes de ruido. Con este proposito hace dos cosas: el reloj grande de la habitación es detenido, y todos los otros relojes se sacan de ella: ni siquiera tolera sobre la mesa de noche su pequeñito reloj de pulsera. Floreros y vasos son acomodados sobre su escritorio, de suerte que por la noche no puedan caerse, romperse y así turbarle el dormir. Ella sabe que el imperativo del silencio solo puede dar una justificación aparente a estas medidas; el tic‑tac del reloj pequeño no se escucharía por más que lo dejara sobre la mesita de noche, y todos hemos hecho la experiencia de que el rítmico tictac de un reloj de péndulo nunca constituye una perturbación para el dormir; más bien ejerce un efecto adormecedor. Admite también que el temor de que floreros y vasos puedan caerse y hacerse añicos durante la noche, si se los deja en su sitio, es por completo infundado@.
El imperativo del silencio no se invoca para otras estipulaciones del ceremonial. AY aun su exigencia de que permanezcan entreabiertas las puertas que comunican su dormitorio con el de sus padres, cuyo cumplimiento se asegura arrimándoles diversos objetos, parece, al contrario, activar una fuente de ruidos perturbadores. Las estipulaciones mas importantes se refieren, empero, a la cama misma. La almohada de la cabecera no puede tocar el travesaño (queda una luz entre la almohada y el travesaño). La almohadita más pequeña (duerme con dos almohadas) en que apoya la cabeza no puede situarse sobre aquella (la grande) si no es formando un rombo: ademas, ella pone su cabeza exactamente siguiendo (en la almohada más pequeña) la diagonal mayor del rombo. El edredón (acolchado) tiene que ser sacudido antes de que se meta en cama, de manera que quede bien (tiene plumas) grueso a los pies: pero ella (antes de acostarse) no deja de emparejar (reparte) de nuevo esta acumulación de plumas aplastandola."
Para esta muchacha, introducirse en el dormir evidentemente tiene sus complicaciones. Bien, )cuál es el sentido central, para Freud, de este ceremonial?
Dicho sentido la paciente "lo adivinó un día en que repentinamente comprendió su precepto de que la almohada no debía estar en contacto con la cabecera de la cama. La almohada había sido siempre para ella, dijo, una mujer, y el derecho respaldo, un hombre".
)Que quería? "Quería entonces ‑de manera mágica, podemos acotar‑ mantener separados hombre y mujer, vale decir, separar a sus padres, no dejarlos que llegaran al comercio sexual. AEn años anteriores a que se constituyera este ceremonial de dormir, había procurado obtener eso mismo ‑la separación‑ por vías más directas@. Había simulado angustia o explotado una inclinación a la angustia preexistente en ella para no permitir que se cerrasen las puertas que comunicaban el dormitorio de sus padres y su cuarto.
)Por qué? )Por qué quería mantener separados de manera mágica hombre y mujer? Porque ‑a pesar de ella, allí donde espía‑ el comercio sexual puede activar la escena primaria ‑uno de los fantasmas primordiales‑ y con ella puede introducirse la hiancia de la castración, vale decir, el descubrimiento traumático.
Bien, Freud acota que este mandato ‑mantener separados hombre y mujer de manera mágica para evitar el encuentro con la castración que vuelve imposible inscribir la diferencia de los sexos‑ se había conservado en su actual ceremonial.
Sí el imperativo del silencio le hacía falta para dormir, sin embargo, con la exigencia en el mismo ceremonial de las puertas entreabiertas, Ase procuro la oportunidad de espiar con las orejas (se puede espiar con las orejas, no solo con los ojos) a los padres@. Si se espía con las orejas no está en juego la pulsión de ver, la pulsión escópica. Con las orejas se activa la pulsión invocante.
Ahora bien, la paciente, sabemos, había proscripto el reloj para irse a dormir. )Por que? Freud descubre que lo había proscripto para la noche como símbolo de los genitales femeninos y, a su vez, su angustia se dirigía en particular a la posibilidad de ser turbada (la turbación es retomada por Lacan en el Seminario X: ALa angustia@) en su dormir por el tic‑tac del reloj.
Y es que el tic‑tac del reloj, en esta situación, es equivalente, se equipara, con el latir del clítoris en la excitación sexual .
Hete aquí, pues, que dicho latir no la llevo a soñar o despertarse y seguir soñando despierta con ensoñaciones o fantasías eróticas diurnas. Al contrario, repetidas veces el latir del clítoris la había despertado transformado en una sensación penosa para ella como angustia de erección, dejando filtrar, allí donde espiaba con las orejas, algo nada tranquilizador: ruidos.
Turbación de la analizante y activación (satisfacción) de la pulsión invocante ‑)por que satisfacción?‑ que invoca, mas allá de la palabra ‑es un punto de angustia, un punto penoso‑, una fuente de ruidos perturbadores: la voz. De allí, como señala Freud, que este espiar con las orejas le trajo cierta vez un insomnio que duró meses, en tanto se activó como ruido perturbador.
Vale decir, el ceremonial intenta Areprimir@ la pulsión (que no actúa momentáneamente sino que es una fuerza constante), y en su punto de fracaso, ya que la pulsión por definición insiste, no sin censura y sin velo, no puede impedir esta satisfacción de la pulsión, ajena a la necesidad biológica, que no produce placer, que introduce lo penoso, y que despierta, aboliendo al sujeto en el ruido.
Si un sentido del ceremonial ‑Asu desde donde@‑ es que anhelaba, de manera mágica, mantener separados hombre y mujer, el otro Asentido@, el sentido traumático ‑su hacia donde ‑, la tendencia del síntoma, la satisfacción de lo pulsional, es esta irrupción no placentera de goce del ruido.
Dicho ceremonial intenta Areprimir@ la pulsión: ella misma ‑señala Freud‑ hacia el papel del hombre, del padre, y con su cabeza sustituía el miembro viril cuando su cabeza coincidía exactamente con la diagonal mayor del rombo que dibujaba los genitales femeninos abiertos, vale decir, se ubicaba en posición fálica.
En ese mismo punto, con la caída de esa posición fálica, emerge con el despertar la angustia de erección, dejando filtrar esa fuente de ruidos‑traumáticos‑ perturbadores.
La repetición como irrupción de lo traumático, como irrupción del goce de la pérdida (porque esa pérdida no es sin resto) invade los procesos inconscientes mismos.
Entonces, el proceso primario ‑del cual partimos‑ que impone el placer de desear, a su vez, es una defensa frente a la irrupción traumática y a la irrupción de goce antihomeostático que no puede impedir la emergencia de lo no ligado, que no puede terminar de ligarlo.
Es como si estos enfermos ‑18a conferencia: La fijación al trauma, lo inconsciente‑ no hubieran podido acabar con la situación traumática, como si ella se les enfrentara todavía a modo de una tarea actual insoslayable..., nos enseña el camino hacia una concepción económica de los procesos anímicos. Mas: la expresión traumática no tiene otro sentido que ese, el económico. La aplicamos a una vivencia que en un breve lapso provoca en la vida anímica un exceso tal en la intensidad de estímulo que su tramitación o finiquitación por las vías habituales y normales fracasa, de donde, por fuerza, resultan trastornos duraderos para la economía energética.
Con Lacan se tratara de una economía del goce que implica una energía ‑con Freud‑ que le es propia. De allí, que el valor de goce, como goce del cuerpo ‑espiar con las orejas‑, se desplaza en el nivel del proceso primario, siendo el fundamento económico del inconsciente.
Vamos a leer en el capítulo III de Más allá.. que el hecho nuevo y asombroso que ahora debemos describir es que la compulsión de repetición devuelve también vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfacciones ni siquiera de las mociones ‑impulsos‑ pulsionales reprimidos desde entonces...@
Aparece en el texto de Más allá... la contradicción con el principio de placer. Dicha contradicción se halla en otra parte, a saber, en el hecho que la compulsión de repetición evoca no sólo deseos inconscientes censurados por el yo sino aun experiencias vividas en el pasado que no supieron provocar placer a ningún nivel: particularmente ‑comenta Freud‑ las decepciones ligadas a la disolución del Edipo donde no es el displacer del yo el que esta en cuestión sino el sufrimiento debido al doloroso renunciamiento impuesto a la vida pulsional. Vale decir, sufrimiento, dolor renuncia pulsional.
El dolor y la renuncia pulsional, allí donde la pulsión por definición, a diferencia del instinto, no lleva al objeto. Se trata del displacer‑lo anticipamos‑ sobrepasado cierto limite que adquiere el umbral del dolor. El sitio en el Proyecto... de la defensa primaria refleja que obtiene la descarga a través del establecimiento de cargas laterales por desprendimiento repentino.
Bien, el carácter siempre marginal, desplazado del afecto; este resto vinculado con el dolor ‑como vimos‑ puede irrumpir y penetrar subrepticiamente en el proceso primario infiltrándolo. Y solo podemos ‑como va a decir Lacan en Radiofonía- contabilizarlo, registrar su distribución.
Hemos avanzado partiendo del capítulo 1 mas allá del principio de placer en esta dirección antibiológica que Freud llamó pulsión de muerte que lleva a que el sujeto ‑a pesar de él‑ no quiera su bien, su bienestar. El ceremonial muestra que algo hace obstáculo al placer del sujeto a la homeostasis del principio de placer que algo va en su contra.
Vale decir ‑como comenta Freud en Inhibición, síntoma y angustia‑: Ala exigencia pulsional ante cuya satisfacción ‑el espiar con las orejas‑ el yo retrocede aterrado sería la masoquista, la pulsión de destrucción vuelta hacha la persona propia@. En ese sentido es no homeostática y no biológica.
De allí que Ala modalidad de satisfacción que el síntoma aporta tiene en si ‑25a. conferencia‑ mucho de extraño... Es irreconocible para el sujeto que siente la presunta satisfacción más bien como un sufrimiento y como tal se queja de ella‑@.
También en una situación neurótica ‑la paciente de la falla del ceremonial‑ se puede encontrar ese punto de irrupción de goce en la línea de esa segunda ruptura del principio de placer.
La primera ruptura con la experiencia de satisfacción introduce el placer de desear, la tensión del deseo; la segunda ruptura no sólo introduce la irrupción económica o de goce, también redefine a la primera: incluye la ganancia de placer o plus de gozar.
Y, aún, la segunda ruptura (con el objeto perdido y la caída de la homeostasis del organismo que deja la experiencia de satisfacción) redefine dicha experiencia.
Podemos añadir: la pérdida inaugural del goce como esa primera mítica satisfacción.
Como señala Lacan en el Seminario XVII "hay pérdida de goce'. Y es en el lugar de esta pérdida que la repetición está fundada sobre un retorno: irrupción o producción del plus de gozar.
Primera
Ruptura
Principio de Constancia
Experiencia de Satisfacción
Principio de Placer
Placer de
Desear
Tensión del
Deseo
Placer de la
Repetición
Lust-
Gewinn
Segunda
Ruptura
Principio de Placer
Más Allá
Compulsión
de Repetición
Falla de la Función del Sueño
Irrupción
Económica
de Goce




[1] Ver gráfico en pág. 11.