Seminario Angustia y Verdad. Clase 1. Norberto Ferreyra.


Lo que la angustia posibilita


El Seminario que comienza hoy tiene el título de Angustia y verdad, los temas que trabajaremos lo pueden leer en la cartilla, y las personas que convocan al Seminario son: Osvaldo Arribas, Verónica Cohen, Clelia Conde, Marta Nardi, Noemí QuéhéCarlos Quiroga, Pablo Román, Anabel Salafia , Noemí Sirota y yo, que me llamo Norberto Ferreyra.

La técnica que tuvimos para preparar el seminario fue reunirnos lo menos posible, así que salió bien, seguramente algunas palabras intercambiaremos aparte de las que seguramente puedan surgir acá. Las clases serán más o menos 30 o 32 hasta principio de Diciembre, cada una de las personas que nombré, incluído yo, vamos a tomar las que creamos pertinentes, las que podamos preparar y las que convengan. La orientación del trabajo está dada por el título Angustia y verdady las referencias son textos de psicoanálisis y otros.

Voy a desarrollar en principio dos clases, que van a tener como base el trabajo que hice en el Seminario que dicté en el año 2002 que se llamaba La dimensión clínica del psicoanálisis, donde trabajamos con Pablo Román que desarrolló los campos de la existencia de los pliegues del nudo, es un Seminario que pronto va a estar editado. Voy a tomar en especial lo que tiene que ver con ese desarrollo, con las variaciones que puedan darse tres años después, para situar la angustia.

La clase que voy a desarrollar hoy tiene un subtítulo que es Lo que la angustia posibilita, la próxima clase tiene como subtitulo Lo que la angustia impide. Este nudo que está en el pizarrón es simplemente un esquema de lo que voy a desarrollar. El esquema dice que el sentido permite una relación entre la angustia y el falo como significante, por eso está lo simbólico de este lado, el imaginario en relación con el cuerpo de este lado y lo real como lo que permite que el sentido quede afuera. Es una parte recortada del nudo, que quede afuera quiere decir que el sentido no tiene ninguna relación con lo real, pero para que este sentido quede afuera tiene que desplegarse este campo de existencia a través de lo imaginario y lo simbólico.

En el nudo se puede comprender que lo que sucede es que si toman y ubican la línea donde está el sentido, del campo del sentido, van a ver que no tiene ninguna relación con lo real, quiere decir que ex-siste por fuera de lo real y toma existencia.

Cuando este es el movimiento en el discurso, el falo responde por la angustia, es decir, la significación del falo, y ya se ve que la angustia está en estricta relación a que algo responda por ella, que dé sus razones, pero no en un sentido común, sino que dé razones de que eso existe, que hay una existencia en relación con la angustia. En esta ex-sistencia respecto de la angustia ex-siste el sentido que algo pueda tener, no la significación.

En el Seminario de Lacan, y no sólo ahí, dice que el falo responde por la angustia. Quiere decir que las razones de la angustia hay que tomarlas en relación con la función fálica, la función de la significación, tanto porque estén adentro o porque estén afuera, pero el falo es el medio por el cual vamos a construir la razón de una angustia, la razón en el sentido psicoanalítico, no en sentido filosófico, ni aún estrictamente matemático. Para eso Lacan desarrolló el Seminario X La angustia, un seminario que adelanta muchas cuestiones en el discurso del Lacan que se desarrollan en seminarios muy posteriores. Sería interesante que lo puedan ir leyendo.

En Freud, en el texto Inhibición, síntoma y angustia, en el capítulo 13, apéndice B, hay tres páginas que vamos a tomar para explicar qué quiere decir que la angustia encuentra su razón por el falo.

Quizás cruce los textos de Freud y de Lacan. Lo primero que hay que situar es que aquello que hace al medio ambiente, no en el sentido ecológico sino en tanto Umweltes el significante. No que todo ambiente es significantelo cual seria una locura realmente, sino que el Umweltes está construído o montado por significantes. Es una manera un poco más fina derivada como un corolario de segundo grado, del hecho de que habitamos el lenguaje, y sitúa otra dimensión de la cual el Umwelt es el significante.

Es muy importante considerar que toda percepción está modulada, que la posibilidad de nuestra percepción depende de si esta modulada o no por el significante. Pertenecemos a una especie que lo necesita para poder percibir, para poder ver. Hay otras especies que no necesitan de la función del significante para poder ver, para poder percibir.

En ese sentido, es siempre frente a la percepción de algo que hay angustia. Decir que la angustia es sin objeto quiere decir que no hay un objeto determinado, pero es un objeto que necesariamente tiene que ver con que algo se ha percibido, desde ya que esta percepción puede pertenecer al campo de la conciencia, pero tiene que haber una percepción para que haya angustia. También pueden haber percepciones en relación al Umwelt significante que no permitan que haya angustia, que no funcione la angustia como señal de prevención frente a un peligro.

En el dibujo se puede ver que aquello que tiene que ver con elcuerpo y lo simbólico es sostenido por el sentido, que queda por fuera, pero que queda por fuera en tanto aquello que aparece como señal pueda ser significante, lo cual no quiere decir que sea significativo, quiere decir que esté estructurado en relación con el significante. Se puede decir que cada uno percibe según cómo aprendió a hablar, cada cual tiene su estilo, pero cada uno va a percibir según su relación a suUmwelt significante, que no es sólo lo que lo rodea, sino que aquello que lo constituye, también en relación al significante, como el sujeto que es.

La relación interno-externo poco tiene que ver con este Umwelt, dado que este Umweltsignificante es con el cual nos movemos. El cuerpo mismo pueda formar parte del Umweltsignificante, de una manera particular, por ejemplo, en la hipocondría. En este sentido, la angustia está en relación con la percepción para prevenir al sujeto de un peligro.

Hay una frase que dice que la angustia es piadosa por lo que cubre, porque da cobertura y da lugar a que haya una diferencia entre el miedo y la angustia, y al establecer esta diferencia distingue los peligros.
Una persona puede no discriminar entre el miedo y la angustia, por esta relación al significante, pero sólo una no discriminación en relación con lo simbólico permite que miedo y angustia sean lo mismo. Si son lo mismo no producen ninguna diferencia, es lo que aparece en los llamados ataques de pánico, o en los ahora llamadosTOC (Trastornos Obsesivos Compulsivos).

Es decir, que la cuestión es referente a este peligro que se le presenta a cualquiera, y se trata de cómo manejarlo. En cualquier fantasma que surge con posterioridad, de que no encuentra cómo manejar el peligro, no es por el sentimiento de que somos manejados que no sabemos como manejarlo, sino que encontramos una posibilidad infantil, una resuesta de la infancia respecto de cómo manejar este miedo que puede ser angustia, esta angustia que puede variar a miedo. Lo que caracteriza a la angustia es que siempre, aunque puede tener que ver con una percepción externa, nunca deja de tener relación con una percepción interna, como dice Freud, que está en relación con la vida pulsional.

Hay una cuestión en relación al objeto percibido, una evolución, un desarrollo, que significa que en la existencia de cualquiera ya no se trata de la percepción de ese objeto, sino de la percepción de una cualidad que ese objeto posee.

Con respecto a esta cualidad del objeto que va más allá de si es bueno o malo, en un sentido claudeliano, se trata de que el objeto puede sustituir a aquello que nos ha amparado. La angustia es frente a algo, frente al desamparo, pero este desamparo no es vivido sino en términos significantes, y es necesaria la función del significante para que este desamparo se traslade del Otro real al Otro simbólico y/o imaginario. El Otro real es su respuesta, está en relación con el lugar donde hay un amparo, un amparo del mismo significante, en cuanto establece un orden para el funcionamiento.

Este amparo es el que puede perderse, porque la relación que tenemos con este Otro, la madre fundamentalmente, es tanto moral como psíquica. Esta relación de amparo y/o desamparo se juega frente a la amenaza de pérdida del objeto protector que está en ese lugar, porque la relación con el Otro está siempre mediatizada por un objeto que se corresponde estrictamente con alguna de las cuatro pulsiones que hasta ahora hemos desarrollado. En este sentido puede haber una pérdida del objeto que es el objeto madre —mal dicho porque la madre no es un objeto sino en tanto hay un objeto que está en relación a lo que es la madre—, es necesario que haya un lugar madre para que este objeto se sostenga como tal. Es decir, hay una sustitución de esta función del Otro porque está en relación con los objetos parciales.

Me parece fundamental destacar que hay algo que se agrega, por ejemplo el hambre, el objeto oral, etc., que va más allá de la necesidad de satisfacción, algo que se agrega al amparo biológico, no orgánico, sino biológico. Entonces, se trata de que perder este objeto que fundamentalmente lo protege por responder al llamado, ya no es sólo una pérdida del objeto sino también del amparo recibido como respuesta al llamado, respuesta del otro siempre mediatizada por este objeto, que es el apoyo que tiene que ver con un real pulsional de la demanda. Un matiz es que la demanda del Otro es la respuesta.

Freud, en ese apéndice B, dice: “Puede ser que en una situación peligrosa o apreciada como tal...”, distinguida: “...venga a agregarse a la angustia real un punto que tiene que ver con una angustia pulsional”. Freud hace jugar mucho la relación entre la angustia real y este incremento pusional de la demanda.

Me parece muy importante este párrafo de Freud del texto Inhibición, síntoma y angustia, en la página 2880, apartado B, dice: “Puede suceder también con cierta frecuencia que una situación peligrosa justamente apreciada como tal venga a agregarse a la angustia real una parte de la angustia pulsional”. Es decir, a la angustia real tomada como la externa se agrega esta angustia instintiva o pulsional, y a veces Freud hace pasar los términos y llama ‘reales instintivas’. Sigo leyendo: “La exigencia instintiva cuya satisfacción rechaza el yo, seria entonces el instinto masoquista de destrucción dirigido contra la propia persona, este agregado de la angustia instintiva explica aquellos casos en los que la reacción angustiosa resulta excesiva, inadecuada y paralizadora. Las fobias a las alturas, ventanas, torres, abismos, podrían tener este origen”, hasta ahí se entiende, y agrega “...su secreta significación femenina se halla cercana al masoquismo”. 


No dice que por ser masoquista es femenina, no hagamos ideología, dice que por su secreta significación femenina se acerca al masoquismo. Es importante esta nota, y llama la atención por como este instinto masoquista surge por el agregado de la vida instintiva, es decir, que algo de la angustia que está en relación peligro externo, real, como prevención, se transforma inevitablemente en destrucción hacia el que tiene miedo, el que está angustiado, siempre y cuando haya esta angustia instintiva, y eso siempre es destrucción. Cuando Freud dice que es destrucción quiere decir que es masoquista.

En ese sentido, la destrucción puede ser el suicidio, evocado, por ejemplo, por Histcoch en la película Vértigo. Es muy interesante porque ese agregado es como si resultara siempre excesivo, hay un exceso que hace el agregado de la angustia instintiva que lleva al sujeto una posición masoquista. Ahora, Freud hace una distinción, hay un peligro, hay una angustia, y la angustia instintiva transforma a esta angustia real frente a la señal de angustia en algo que lleva a una destrucción del que esta sufriendo esta situación, destrucción masoquista, Freud dice: “...parece femenina por acercarse al masoquismo”.

Me parece muy importante esta cuestión, y llama la atención sobre cómo el falo responde por la angustia. Freud remite la significación femenina que aparece como instinto de destrucción, al fenómenode estas fobias: el vértigo, el mareo, que conducen al masoquismo. Es importante tener en cuenta que Freud utiliza la palabra ‘femenino’, es decir, tiene que ver con una posición sexual, sea hombre o mujer, y en esto, como siempre, es el falo el que responde por la angustia en tanto ordenador de las identificaciones necesarias para estar en una posición del discurso de una manera sexuada. Después podríamos hablar sobre esto porque me parece que va por ahí la cuestión.

Freud dice: “... su secreta significación femenina”, y ahí hay algo que tiene que ver con el enigma, que posiblemente sea la madre de todos los síntomas. Y siguiendo con el texto de Freud, hay una pérdida de la percepción del objeto, es decir, el objeto es percibido pero se pierde, pero ya implica la diferencia de que esté presente o no, y la distinción del objeto en el Umweltsignificante.

Sabemos que el Umwelt significante permite que un objeto se distinga, entonces, por ejemplo, elFort-Da es un primer paso que encontramos en relación con aquello que tiene que ser percibido para despertar angustia. En un segundo paso, el objeto permanece como existente, se conserva la imagen. En este sentido, al haber una conservación de la imagen el objeto permanece como existente. Es muy importante, porque esta conservación de la imagen se produce inevitablemente por la voz. Es decir, si se toma el desarrollo del infantil sujeto, en Freud, se distingue el objeto porque se conserva la imagen, pero se la conserva por la voz aunque la imagen sea escópica. En este sentido, el campo del deseo se sostiene entre lo escópico y lo invocante. Hay una razón estricta entre esta ausencia que se conserva como ausencia a través de la imagen que se arranca de la presencia, esta imagen visual, y su conservación por la función de la voz, en tanto está en una relación particular con el significante, que no es la de la imagen escópica.

El tercer momento, para el infantil sujeto, es que la pérdida ya no se refiere al objeto mismo que satisfizo las necesidades para subsistir biológicamente, sino al cariño, los mimos. Es decir, en el desarrollo del infantil sujeto esta dimensión del amor es la última de las etapas. Y son etapas porque dependen de una evolución psíquica y biológica. Es decir, al final se trata de que lo que se pierde es el cariño de ese objeto que podemos llamar ‘madre’, o de cualquier otro objeto que haya ido a ese lugar, porque la madre es el lugar para que sea posible perder el cariño de un objeto.

El corte, en relación con la castración, una vez extendida toda la demanda en el tercer tiempo, es entre el segundo y el tercero, es entre la conservación de la imagen y la pérdida del cariño.

Un tiempo es el desarrollo de la posibilidad de toda la demanda, y el poder conservar la imagen por una relación a la voz. La voz es el único modo, por su entrada en el lenguaje, por el cual el infantil sujeto va a poder contestar a su demanda, que es la demanda del Otro. En este sentido, es un corte con respecto al anterior, que es la percepción escópica, que aunque está dirigido por el significante es sólo escópica porque no permite conservación de la imagen. Recién hay conservación de la imagen cuando la acción del significante está en relación con el objeto voz. Y es algo más que la voz, es el origen del superyó.

No nos engañemos más, la importancia del superyó se debe a que aparece en este corte donde se pierde el cariño de ese objeto. Hay personas que tienen la suerte de que ese objeto pueda variar mucho, o sea la demanda, con lo cual la pérdida resulta mitigada. Y se podría decir que, por parte de este sujeto, en el punto tres, ya hay una interpretación que adjudica una cualidad a un objeto. ¿Qué cualidad? El mimo, el cariño, que es una cualidad que va más allá de una satisfacción que sería meramente pulsional.

Freud, en el mismo Apéndice B, plantea la diferencia entre el dolor y el duelo. Es otro de los puntos donde va a situar la angustia. Alguien puede tener un dolor y no estar angustiado, pero el dolor se acompaña de angustia en un caso. Freud dice: “…un dolor se acompaña de angustia cuando el anhelo del objeto que está en relación a ese dolor, está en relación con el objeto protector”


Evolutivamente puede ser un paso de la carga narcisista a la carga de objeto, y ahí se ve cómo la angustia surge en esta diferencia entre el dolor y el duelo, porque el duelo está en relación con la angustia en tanto es duelo por algo que se ha perdido, el desamparo causa un dolor que puede ser sin angustia. Por ejemplo, es posible que alguien que tiene una relación extraña con el lenguaje sufra la pérdida del objeto protector y sienta mucho dolor, y este dolor no tener ninguna expresión, ni en angustia, ni en palabras, es decir, que se juegue solamente a un nivel del cuerpo pero de un modo donde el cuerpo no puede transformar ese dolor en angustia. Para transformarlo en un dolor psíquico donde el dolor se acompaña de angustia, debe ubicarse ahí el anhelo que se tenía por ese objeto. El anhelo está en relación por un lado al amor, y por otro, al deseo.

Me parece muy importante esta cuestión y es por eso que hice este corte entre el dos y el tres. Por un lado, es no poder conservar la existencia de la imagen, y por otro, estar frente a algo que ya no está, es muy diferente. Entonces, que aquello que falta esté porque la imagen no puede ser conservada, que hay algo que ya no existe y está fuera de la percepción salvo en los recuerdos, es un punto de partida de la existencia del psicoanálisis, porque ahí aparece la histeria.

La angustia es frente a la amenaza de lo que se pueda perder en distintos niveles. Esto fue planteado en el Seminario de hace tres años, La dimensión clínica del psicoanálisis, tres niveles que son lo simbólico, lo real y lo imaginario, como inhibición, síntoma y angustia, que son modalidades de tratar la pérdida del objeto que hacen a la estructura. En ese momento, decía que es por eso que el lugar del ‘a’ es el centro del nudo, es el que articula todos los campos de existencia.

Aparte de esa dirección, ahora, ¿un dolor puede ser solamente simbólico? ¿un dolor psíquico frente a una pérdida, su verdad tiene una relación a lo simbólico? Sí, es estrictamente así, pero no basta en el análisis que esta verdad tenga una relación a lo simbólico en cuanto al origen, al trastorno, al comportamiento que cada uno tiene como sujeto frente al objeto perdido, a la amenaza de perderlo, en cuanto a la estructura freudiana de la falta.

Voy a ubicar un ejemplo del Seminario X La angustia, del capítulo XIII, donde Lacan dice: “La angustia es siempre angustia ante de algo...”, ya lo dice Freud, “...pero que a la vez que es lo más íntimo de sí mismo”. Significa que no hay un afuera y un adentro determinado por unUmweltbiológico o físico. Entonces, es lo más íntimo de sí mismo lo que hace a la angustia. Por eso decía que, si la verdad es simbólica, ¿qué relación tiene con lo real? Hay una relación necesariamente simbólica referente a la verdad, pero qué tipo de no relación hay con la verdad?

Lacan ubica el ejemplo del vagón fantasma, respecto del cual dice que en la angustia siempre tiene que haber algo de lo desconocido. Y en páginas siguientes, se refiere a la función del a y su relación con el conocimiento. Siempre hay algo de lo desconocido presente en la angustia, aunque pueda ser lo más íntimo. En el ejemplo de Freud, hay una función de desconocimiento que hace entrar en la angustia, pero la función de desconocimiento de su imagen no habla sino del conocimiento, un conocimiento que lleva a este desconocimiento que lo pone en relación con la angustia, y la angustia no puede ser respondida desde el conocimiento. Esta es la cuestión.

Lacan dice que si hay miedo no es porque se trate de una amenaza, sino por referirse a lo desconocido, a lo que se manifiesta. En el ejemplo tomado de Chejov. Un día él ve pasar en el horizonte, sobre el Rhin, un vagón que da la impresión de ser un vagón fantasma ya que nada lo tira, nada explica su movimiento, un vagón que pasa a toda velocidad tomando una curva que se encuentra en ese momento delante de él. ¿De dónde viene?¿A dónde va? “Esta suerte de aparición arrancada en apariencia a todo determinismo observable, todavía lo pone por un instante en un desorden, en un verdadero pánico, que es bien del orden del miedo”Hay una relación a lo desconocido, a algo que de repente no se entiende. Entonces, Lacan lo explica al revés, pasa el vagón fantasma y él tiene esta visión, no puede explicar de dónde viene y hacia dónde va.

Dice que no está la amenaza ni la característica de la angustia, por eso es que hay un tiempo de la angustia. Acá está el pánico, el miedo, por lo que aparece sin explicación. Y agrega:“Seguramente falta que el sujeto esté interesado en lo más íntimo de sí mismo, que es la vertiente que caracteriza a la angustia, y es sobre lo que yo insisto”. Es decir, hay algo de lo real que por un momento se presentar sin ninguna relación con eso más íntimo. No hay ninguna relación. Después, quizás, la angustia pueda surgir de un trabajo saliendo de ese pánico, y haya un tiempo, que es el tiempo de la angustia, un tiempo que no hubo. Es fundamental el tiempo, que falta en este real que provoca desórdenes psíquicos o corporales característicos del pánico.

Me parece importante porque es la aparición de algo que crea un desorden, porque aparentemente no responde a ningún orden. Y puede aparecer en el análisis, ya que el analista trata de que tenga lugar lo inexplicable; cuando ya empieza a haber alguna explicación estamos frente a la angustia, el tiempo de la angustia, dentro de lo que de la angustia puede ser el lugar donde se pueda asentar el deseo. Es un ejemplo interesante, lo real, porque no tiene ninguna explicación para el sujeto.

Cuando se dice que la muerte es real es porque no tiene ninguna explicación. Y no hay explicación porque no hay nadie que pueda decir qué es la muerte estando muerto. Eso hace que la muerte sea real; si algún muerto hablara la muerte ya no sería real.

De lo que se trata es, tanto en el análisis como en el ejemplo del vagón fantasma, de darle lugar para que exista. Ahora bien, siempre y cuando un sentido pueda sostenerlo. Es decir, un real que sólo presenta este desorden, que es una irrupción de lo real, tiene que ser soportada porque exista un sentido. El sentido sostiene lo real. Su manera de presentarse es no teniendo ningún sentido ni ninguna explicación, las preguntas que se hace Chejov son “¿adónde va? ¿de dónde viene?”, preguntas que son importantes.

Cuando digo que hay que darle lugar, me refiero a que en un análisis es importante que lo real predomine sobre lo simbólico en relación con la falta, en relación con la castración. La angustia, en la medida que tiene relación con el falo, siempre compromete al cuerpo.

Por ejemplo, cuando se tiene un dolor o se está enfermo, parece que el cuerpo es real, pero el cuerpo no es real, sino que dentro de esta dimensión imaginaria resulta comprometido por la angustia que hace al dolor y que puede acompañar a ese malestar. Entonces, gracias a un sentido que se sostiene por fuera es posible que este real irrumpa, que desarrolle su campo de existencia. Y es el sentido el que sostiene la posibilidad de la relación entre el falo y la angustia.

Estoy trabajando Lo que la angustia posibilita, es decir, una posibilidad de existencia. Me parece importante destacar esta relación que tiene la angustia con lo desconocido a través de este miedo. La angustia es una relación con lo desconocido por el real que se puede presentar. Hay que llegar a poder conectar este real con la angustia. En el ejemplo, Freud se angustia porque conecta la angustia con un real, pero el real no es su imagen sino ese hueco, ese sentido que se le crea, un sinsentido cuando ve la imagen y el falo. Entonces, es por lo imaginario y lo simbólico que se le crea a Freud un sentido que se sostiene por la existencia del sentido.

Al respecto y en relación con la estructura del sujeto, Lacan dice: “El objeto perdido está por una parte en el deseo y por otra parte en la angustia”. Y después dice: “El a es la metáfora del sujeto del conocimiento”. Hay muchas implicaciones de esta frase, pero fundamentalmente, que esta relación de la angustia con lo desconocido se sostiene por la función del objeto a.

En este momento Lacan plantea una cuestión muy importante: “El goce del que se trata no reconoce al Otro sino por el resto, el objeto a”. Es la relación entre el objeto a y el Otro. Continúo: “Hacer entrar ese goce en el Otro es lo que lo precipita como deseante”, por eso la angustia está entre el deseo y el goce. A mí entender, esta anticipación de hacer entrar el goce en el Otro que precipita al sujeto como deseante, es todo lo contrario de la sobredeterminación o la dependencia, la no autonomía, o la fantasía de que el Otro nos goza. Es la posibilidad de poder establecerse como deseante, es en la ruptura de esta relación donde alguien puede estar en relación con su deseo, que es el deseo del Otro. Es pasar de que, si el goce existe en relación con un deseo que tengo, hay algo que se diferencia de ese goce que es el deseo. Lo que permite este pase es la angustia. El goce tiene que ver con todo aquello que lleve a una situación de no discriminación, no es una cuestión moral, es distinguir un individuo de otro.

En ese sentido ya se empieza, al distinguir un individuo de otro se rompe cualquier situación de goce. La discriminación simbólica y rompe el goce de la no discriminación. Sabemos que la angustia está asociada con lo incestuoso, que es la no discriminación en términos freudianos, donde la carga no pasa al objeto, o el objeto es tomado con carga narcisística y es incorporado en términos del narcisismo, nunca es tomado como objeto, es un objeto en el narcisismo. Es como si alguien no llegara a reconocer nunca la escupida que hace.
En la próxima clase voy a continuar con: Lo que la angustia impide.


Norberto Ferreyra.