Seminario Angustia y Verdad. Clase 2. Norberto Ferreyra.

Lo que la angustia impide.



Voy a continuar con el desarrollo que comencé en la clase anterior. El esquema que está en el pizarrón es para recordar la ubicación de lo real, lo simbólico y lo imaginario, y que hay algo que se llama sentido que está por fuera. La angustia está ubicada a la izquierda del círculo, y la pregunta era: ¿qué responde por la angustia? Sabemos que es el falo el que da cuenta de la existencia de la angustia. Es por la función del falo que se introduce el sujeto en las tinieblas de la angustia.

En la clase anterior desarrollé la angustia que posibilita, como algo previo que facilita, que está en la hiancia entre el goce y el deseo. Lacan, en el Seminario X, dice que la angustia es un tiempo necesario para el pasaje del goce al deseo. Habría que destacar que se refiere a una anticipación, no del Yo sino del sujeto, que se anticipa a llevar el goce, que está en relación al falo, al Otro. A partir de ahí se anticipa a postularse como deseante.

Cuando Lacan define al goce fálico dice que es la posibilidad de sacar al goce afuera del cuerpo, lo cual hace a la función del goce fálico, que es el único que existe, el único del cual se puede tener una experiencia en la que el cuerpo de cada uno está comprometido, de ahí la angustia.

Es decir, el falo responde por la angustia porque la angustia siempre compromete al cuerpo. No hay angustia que no comprometa al cuerpo y de esta angustia responde el falo, porque es el responsable lógico de que el cuerpo exista como tal, por fuera. Su única prueba de existencia es la angustia, sin la cual es poco posible experimentar un dolor. Es por eso que un dolor puede angustiar o que una angustia puede traer algún dolor, pero la angustia es siempre un término necesario para que el dolor psíquico se instale como tal.

Es importante tener en cuenta que la angustia es un tiempo, por lo tanto, es una posibilidad. En tanto es un pasaje que incluye un tiempo, que no es medible, se trata de separación, de una escansión que abre a una posibilidad. Cuando se trata de lo que la angustia impide no hay este tiempo, es una presentación de la angustia donde, paradojalmente, fracasa ese tiempo de la angustia. Su ausencia es ausencia de un tiempo para el sujeto y se verifica por su ausencia misma. Es un golpe de angustia que no puede ser asimilado en tanto falta esta dimensión del tiempo.

Es porque el falo es el único que responde por la angustia que el sujeto se va a anticipar a decir que hay un goce del Otro, y adjudicar a esta instancia lógica que lo determina y lo recibe como ser hablante, que le enseña la lengua, adjudicar un goce a ese Otro que seguramente se encarna en la persona que tiene la función de nutrirlo. Este anticiparse en un lugar y adjudicarle al Otro un goce se hace sobre la base que ya existe uno; es decir, este uno que existe es el goce fálico que es del cual el sujeto puede dar cuenta, es del que tiene la experiencia a través de su propio cuerpo.

Para que sea posible esta adjudicación al Otro de un otro goce que el que se experimenta, para que sea posible suponerlo es necesario que haya Otro lugar, afirmado a través de la propia experiencia del propio goce con el propio cuerpo. Para que sea posible tiene que haber habido, lógicamente, la posibilidad de que algo del propio cuerpo pueda ser cortado. ‘Cortado’ quiere decir que, en relación a la imagen, pueda desaparecer, es decir, que sea castrable.

La diferencia entre lo mutilable y lo castrable es que lo mutilable pierde su relación con el goce fálico, lo mutilable se apoya en el falo pero para salirse de su función. La mutilación no hace a la castración. La castración es una apariencia que hace el sujeto en relación al otro, pero está en el lugar de enfrentarse con su propia castración.

¿Qué es su propia castración? Tiene que ver con que el goce que él tiene como sujeto es un goce que lo divide, es un sujeto dividido por la existencia del goce, que es el fálico y el goce del Otro.

Me parece importante destacar el goce de la anticipación, hay algo activo del sujeto hablante que hace que este goce pueda ser supuesto, si no hay esta posibilidad el goce fálico se confunde con el goce del Otro, con lo que habría una existencia del goce fálico como supuesto y no como efectivo. Por ejemplo, en la alucinación, lo que la ordena no deja de estar en relación con el lenguaje, pero si es una alucinación, es decir, algo percibido y que no existe, el goce aparece bajo una forma fálica pero es goce del Otro, porque tiene este valor de inexistencia respecto de la percepción. Sabemos que la percepción, psiquiátricamente, su ilusión, se diferencia por la delimitación del que habla entre si eso existe sí o no.

Entonces, la angustia está en relación al falo, porque el falo responde para que exista la angustia.

En el apartado 32, de La angustia de la vida instintiva, del texto Las nuevas lecciones de introducción al psicoanálisis de Freud, del año 1932, plantea de otra manera la relación con la angustia. Es uno de los textos finales de Freud al respecto, que ordena todo lo que ya venía desarrollando sobre la diferencia entre la angustia real y la angustia neurótica, que es una diferencia fundamental.

La angustia real está referida a un peligro externo. Dentro de la angustia real es interesante que exista la posibilidad que se duplique de otro modo en la angustia neurótica, responde a un peligro real pero por su asociación a una exigencia pulsional.

En la angustia real, Freud dice que hay un desarrollo de la angustia que es el tiempo de la angustia aun frente a un peligro real y puede haber la posibilidad de una adaptación del sujeto a ese peligro real. Es decir, hay un corte, para cualquier conducta adaptativa es necesario que alguien instrumente algo con su angustia, con su cuerpo, para salir y afrontar ese peligro en vez de quedarse en el desarrollo de la angustia. El desarrollo de la angustia lleva a que se desarrolle, que haya un corte y un instrumento para efectuar la acción correspondiente al pedido externo. Otra cosa es si no hay ninguna discreción en la continuidad de la angustia; son los casos de angustia menos discretos. ‘Discretos’ en los dos sentidos del término, porque esta continuidad no implica ningún corte respecto de lo que se manifiesta como angustia para el sujeto, y lo que da a ver al otro.

Me parece importante recordar que con respecto al peligro real Freud dice que en la angustia neurótica se puede duplicar porque no hay corte y se asocia a una vivencia traumática. Es decir, el peligro real asociado a una vivencia traumática es paralizante para el estado afectivo, queda sólo la angustia. El TOC, los ataques de pánico, son todas manifestaciones de la angustia que tienen que ver con un desarrollo de angustia en relación con un peligro real, pero casi sin ninguna conexión con una vivencia pulsional. La hipótesis es que hay un desconocimiento yoico que imposibilita la conexión cuando se trata de la angustia neurótica, entre aquello que desencadena la angustia, externo o traumático, y la exigencia pulsional. ¿Por qué sucede?

Freud dice que en la angustia neurótica se trata de una excitación frustrada. Entonces, el peligro externo está en relación a esta excitación frustrada, no sólo a la vivencia traumática. Se podría pensar que puede no haber peligro real en la angustia neurótica pura pero la cuestión es la misma, el desarrollo de la angustia puede impedir cualquier acción respecto de ser instrumento de aquello mismo que lo angustia, o de hacerse un instrumento con la angustia misma. Por ejemplo, a veces la simple caricia a alguien que está angustiado puede calmar el desarrollo de angustia, no sólo porque pone en relación con otros sino porque interrumpe su desarrollo. El ataque de pánico es en relación con una excitación frustrada, una insatisfacción sexual. Para Freud no hay que moverse de ahí, es la insatisfacción sexual la que genera la angustia. Posteriormente, en el mismo trabajo, Freud dice que es la angustia lo que va a engendrar esta insuficiencia o insatisfacción sexual. Entonces, la libido inspira temor por su relación con la angustia, es decir, la angustia va a causar este temor a la libido. ¿Por qué?

Porque la angustia está en la relación que hay entre el goce y el deseo. Por ejemplo, alguien se convierte en deseante en tanto supone que existe el deseo del Otro, y su vivencia como goce del Otro es la vuelta de este deseo del Otro, de la suposición de este goce al Otro. El deseante necesita suponer el deseo del Otro, pero a la vez, la angustia tiene relación con la posible existencia del goce del Otro que hace que esta excitación frustrada sea posible por la existencia de la angustia.

Entonces, es por la afirmación de un goce, el fálico, que puede dar cuenta de la angustia, pero para afirmar este goce fálico se necesita suponer la existencia de otra cosa. Es muy importante este punto, es la clave del psicoanálisis: se afirma un goce fálico sólo sí se supone Otro goce que no es el fálico. En la psicosis, la angustia tiene otro cariz porque surge, no de la suposición sino de la afirmación cierta de la existencia de ese Otro goce, lo que impide la división, y es una angustia que impide porque no facilita la división.

En este punto se puede decir que todo lo que posibilita divide, todo lo que impide no divide. O de otra manera, todo lo que divide posibilita y todo lo que no divide impide.

Cuando Freud se pregunta qué se teme, concilia la angustia real con la angustia neurótica, y lo fundamenta diciendo que la angustia es anterior a la renuncia al objeto, a la insatisfacción libidinal. Lo que hace a la excitación frustrada es posible sólo si hay angustia. Es por eso que hay una relación a veces equívoca, porque el deseo angustia. Es decir, una posición deseante proviene de una situación de angustia, porque es sobre la angustia que alguien va a tomar una posición de sujeto deseante en relación a un objeto.

Freud un poco más delante en las Obras Completas, hace unas equiparaciones que resume lo que planteé hasta este momento. Voy a leer el texto para que se pueda seguir el desarrollo: El peligro y el desamparo psíquico se corresponde con la falta de madurez del yo. El peligro de la pérdida de objeto, pérdida de amor, se corresponde con la falta de autosuficiencia de los primeros años infantiles. Freud se refiere a la dependencia, Hilflosigkeit, en la cual se encuentra alguien cuando nace. El peligro de la castración se corresponde con la fase fálica. Por último: El miedo al superyó se corresponde con la época de latencia. Es un recorrido por etapas marcando correspondencias.

Luego hay un corolario muy importante que tiene que ver con la división de la que hablaba. Freud dice: “Cuanto más robusto es el yo más desvaloriza la situación peligrosa que lo pueda comprometer”. Se refiere tanto al peligro externo como a la angustia que tiene su sede en la insatisfacción sexual. Me parece importante destacar que Freud utiliza al mismo tiempo la palabra ‘robusto’ y ‘yo’, pero es robusto porque impide la conexión con aquello que ocurre sin que lo sepa. Se refiere a que esa excitación frustrada puede no manifestarse hasta cierto momento donde, por ejemplo, como se escucha en la clínica, alguien dice: ‘Exploté!’. Casi siempre la robustez del yo es su misma debilidad. Cuanto menos robusto es el yo y tiene una conexión con su insatisfacción sexual, al ser permeable a ella, más es posible que se divida de su propia satisfacción, dado que esa insatisfacción va a estar prohibida y no va a estar prohibida; puede ser incestuosa o no. Es decir, una satisfacción es con el fálico y con el Otro goce, entonces tiene que existir la posibilidad de que esté prohibida para que pueda realizarse.

La robustez del yo implica siempre una anticipación en el desplazamiento del objeto; no es como en la fobia, donde hay un objeto particular para el apoyo de lo que el yo anticipa, pero el yo anticipa cuanto más robusto es. En ese sentido, ‘robusto’ quiere decir que es menos permeable a la insatisfacción sexual que lo acecha, es decir, impide la conexión que lo pueda dividir.

Son dos anticipaciones diferentes, una es la anticipación del yo que plantea Freud, y otra es la anticipación de la que habla Lacan, que es propia de todo sujeto para ser deseante. La anticipación del yo es para impedir cualquier división, y la anticipación del sujeto, su suposición misma, lo divide. Es decir, que son dos anticipaciones diferentes, sin embargo, no va una sin la otra.

Se establecen distintas relaciones, por ejemplo, si esta suposición fue hecha con éxito, su afirmación en el goce fálico tiene relación con la posibilidad de suponer la existencia de algo, de dividirse y suponer Otro goce. En este sentido, significa suponer Otro goce en aquello que no puede experimentar como goce a través de su propio cuerpo.

En este caso, ‘experimentar’ no se refiere a una cuestión fenomenológica del yo, porque el yo lo que va a tratar de hacer es evitar la satisfacción que engendraría una disminución en esta excitación frustrada. Es decir, siempre se trata de una relación del yo con el principio del placer, que arrastra al yo en contra de aquello que lo pueda desacomodar. ¿Desacomodar respecto de qué? El desacomodamiento es hundir lo que sólo existe por la libido, hundir un goce que sólo puede darse como libido. Entonces, el goce fálico se da como libido en la medida que hay dos goces, si no hay al menos dos goces, uno supuesto y otro existente, no hay división. El yo va en contra y a favor, por su desconocimiento, de esta división.

Una cuestión interesante es una frase que está en relación con esta cuestión, cuando Lacan en el Seminario X La angustia, se refiere al objeto a como metáfora del sujeto del conocimiento. Aquí también se puede ver una sustitución que no es significante sino que es del orden del objeto. Ahora bien, ¿de qué conocimiento se trata? O, ¿cuál es el sujeto que está en relación a este conocimiento? Proviene de Freud, que en muchos momentos dice que en aquello que aparece como angustia tiene que haber siempre algo desconocido. Entonces, la angustia se presenta también en relación a la posibilidad de un conocimiento, que no es un reconocimiento. Es una cuestión totalmente nueva y hay una relación del yo y el conocimiento que no es la misma que tiene el sujeto del reconocimiento. Entonces, en toda experiencia que el sujeto pueda tener está esta dimensión del conocimiento en tanto afecte al yo, pero si afecta al sujeto no es como sujeto que está en relación al conocimiento, sino bajo la forma de esta metáfora que es el a.

¿Qué quiere decir que el a es esta metáfora?

La frase de Lacan, cuando dice que el objeto a es metáfora del sujeto del conocimiento, va con otra que es de la misma estructura, que dice lo mismo, que es: El a es la metáfora del sujeto del goce. Es una de las pocas veces que Lacan plantea un sujeto del goce, es decir, que no lo plantea en relación al deseo sino al goce, siempre dentro de este contexto. Donde este a metáfora del sujeto del goce, quiere decir que es a través de algo que es instrumentable, como el a, que alguien va a suponer el goce del Otro, va a suponer un goce Otro que no sea el que experimenta del propio cuerpo, siempre que haya algo separable del propio cuerpo.

Hace unos días leía un trabajo que hablaba del corte de una parte del cuerpo. No hay ningún corte en el cuerpo, se trata de que algo tiene la posibilidad de ser separado. Es muy importante esta cuestión, porque si no, se toma la mutilación como si fuera la castración, o la posibilidad de la castración como una mutilación, y no lo es. Se trata de un terreno de suposiciones, si es castrable se puede suponer, si no es castrable no se puede suponer, si algo existe no se supone, existe como tal.

Lacan, entonces, hace referencia al objeto a como metáfora del sujeto del goce y como metáfora del sujeto del conocimiento. Las dos frases responden a la misma estructura. ¿Por qué Lacan en su desarrollo está obligado a hablar de sujeto del goce y de sujeto del conocimiento? Ambas cosas son posibles si el a es una metáfora, no un signo, si hace metáfora y hay una sustitución. Me parece que tiene que ver con que en esta sustitución que hace el sujeto como deseante nunca se puede hacer sin apoyo en los objetos parciales en su relación al Otro.

Teniendo en cuenta la teoría, muchos psicoanalistas pensamos que la relación con el Otro siempre está dada por un objeto. Y estos objetos parciales son las modalidades de esa relación, pero pueden funcionar como tal siempre y cuando haya una función que realiza el objeto a, que es la de hacer a la posibilidad fundamental de sustitución y de suposición. Y no es en términos del significante, porque permite decir que el a es metáfora del sujeto del goce o del sujeto del conocimiento.

¿Por qué en este conocimiento, al cual se le puede suponer un sujeto, no se lo puede tomar sino por su metáfora que es el a? Es que no hay ninguna existencia del sujeto como sujeto del conocimiento, siempre es en relación con el a que va a conocer a ese Otro, porque el Otro es lo Otro. En el análisis se trata de cómo pasar de lo Otro al otro, donde el otro no sea solamente una suposición, porque alguien puede desenvolverse muy bien con el otro y luego darse cuenta que trata a todos como suposiciones.

Eso ocurre, y no solamente entre la madre y los hijos, porque cuando las madres “saben” lo que quieren sus hijos, entonces, el otro no es otro sino que es una suposición. Pero si es una suposición, es contradictoria, porque existe como suposición y la suposición da la existencia a algo, y suposición tiene que ver con la posibilidad de la inexistencia. Es decir, es un terreno que funciona como posibilidad y no como impedimento. Todo lo que afirme una existencia, que implique la imposibilidad de una suposición, impide.

La angustia puede ubicarse en una posición respecto de la relación al objeto, donde esa relación nunca es satisfactoria, pero más allá de eso, en la relación al objeto puede ocurrir que el otro sea tomado como objeto porque realiza una suposición. Entonces, cuando alguien le supone al otro algo, se lo supone, si mantiene la suposición es otra cosa.

En el análisis, todo esto tiene que ver con el sujeto supuesto saber.

Realizar una suposición es hacerla consistir de un modo que evita ya la suposición misma. Por ejemplo, entre la madre y los hijos, es corriente porque es un modo de presentación del Otro para el sujeto, donde el Otro se presenta como existiendo. No he escuchado nunca que el Otro se desmienta, es más, si llegara a desmentirse, el sujeto lo supondría de vuelta por su necesidad de existencia en tanto sujeto deseante. La cuestión es cómo se recorta de eso mismo que atribuye.

Con respecto al objeto a es tanto metáfora del sujeto del goce y metáfora del sujeto del conocimiento, estos objetos parciales solamente pueden ser positivos, y producir algún acto o acción en la constitución del sujeto siempre y cuando esté en función el objeto a, que es la posibilidad de la sustitución misma de los objetos parciales entre sí, como la no fijación a la zona parcial a la que corresponda tal objeto.

Norberto Ferreyra.